CANNES 2019 (Todo aquí: red carpet, looks, peinados, modelos, etc)

Machista, xenófobo y violento, así define el hijo de Alain Delon a su padre
Alain-Fabien, el más pequeño de los tres hermanos Delon, publica una novela con explícitos paralelismos sobre su conflictiva vida al lado del conocido actor francés


1549467672_147724_1549468237_noticia_normal.jpg

El actor francés Alain Delon y, a la derecha, su hijo Alain-Fabien Delon. gtresonline / cordon press

Madrid 6 FEB 2019 - 20:02 ART

Alain Delon, una de las grandes figuras del cine francés, sigue sin librarse de las polémicas familiares a sus 83 años. La última la ha protagonizado su hijo menor, Alain-Fabien Delon, de 25 años, que acaba de publicar un libro en el que narra su dura infancia y retrata al actor como un hombre machista, xenófobo y violento. Aunque no se trata de una biografía, los expertos y medios franceses coinciden en que las similitudes y paralelismos con su vida y la de su padre están totalmente presentes.

En las 252 páginas de De la race des seigneurs (De la raza de los señores), de la editorial Stock, el joven Alex, así se llama el protagonista, es hijo de una conocida estrella, Delvan, quien conduce un lujoso coche y es presentado como un hombre que colecciona armas, fetichista y que humilla a sus hijos y a las mujeres. Delon junior –que es modelo, actor e imagen de Dior desde 2015– incluso ha introducido en este libro alguna anécdota real, como cuando buscando una botella de alcohol de su padre descubrió un gato muerto en el congelador. “Los paralelismos con la realidad son inevitables. Cuando les cuento mi vida a mis amigos me dicen: ‘¡Pero si parece Netflix!”, ha revelado Alain-Fabien Delon al semanario Le Point.


De hecho, hasta el título elegido para dicha novela también es verídico. Según reveló el modelo a la revista Elle se trata de una frase que su padre le dice a menudo. “Esta es la frase que me dice con más frecuencia. Es su respuesta para todo: ‘Tú perteneces a la raza de los señores, así que todo está bien”, explicó a la publicación.

Por el momento, el icónico actor no se ha pronunciado, pero no es la primera vez que su hijo pequeño carga contra él. Hace seis años, Alain-Fabien dijo que había sido abandonado por su padre y acusó a la estrella cinematográfica de comportarse de manera violenta con su madre, Rosalie Van Breeman, a quien en una ocasión dijo que le rompió ocho costillas y la nariz. “A mí, mi padre nunca me pegó, pero me gritaba, me tiraba del pelo y rompía platos y ventanas”, dijo en una ocasión el benjamín de la familia a Le Parisien.

Entonces Delon sí habló. “Estoy horrorizado y triste. Yo no soy un hombre que pega a sus hijos”, manifestó. El actor negó entonces el violento episodio que relataba su hijo, aunque sí admitió haber “abofeteado alguna vez a su madre”. “Eso son locuras. Mi hijo está completamente perdido y da entrevistas sensacionalistas solo por dinero”, concluyó el actor.



Según cuenta precisamente el diario francés Le Parisien, la mala relación que Delon tiene con su hijo pequeño es extensible también a su hijo mayor, Anthony, de 54 años, pues con ambos son conocidas sus disputas públicas y, después, sus discretas reconciliaciones. No ocurre lo mismo con su única hija, Anouchka, con quien se lleva estupendamente. Hace unos días la actriz, de 28 años, publicó en su cuenta de Instagram una foto familiar antigua de sí misma y su hermano pequeño junto al intérprete en un sofá. “Vieja pero bonita”, escribió en la publicación.

https://elpais.com/elpais/2019/02/06/gente/1549467672_147724.html
 
Qué miedo el niño fanatizado de los Dardenne
La película ‘El joven Ahmed’ bucea en la vida de un crío de 13 años al que le ha comido el tarro un imán yihadista


Carlos Boyero
20 MAY 2019 - 19:07 ART
1558367913_402254_1558368280_noticia_fotograma.jpg

Fotograma de 'Ahmed'. En vídeo, crítica de la película de los hermanos Dardenne de Carlos Boyero. EPV
El cine de esos gemelos belgas llamados Jean-Pierre y Luc Dardenne siempre ha preferido la realidad a la ficción, habla de seres reconocibles en situaciones que les acercan a la marginalidad o a seres perseguidos por la ley, personas a las que les ha tocado la peor parte en el país donde reside el Parlamento Europeo. A estos directores no les interesa el glamur, prefieren el naturalismo, no recuerdo que exista un mínimo sentido del humor en sus películas, practican un verismo que puede resultarnos muy incómodo, casi siempre utilizan a intérpretes desconocidos o a gente de la calle, su forma de rodar es austera, están convencidos de que el cine puede ser un instrumento de denuncia, se erigen en altavoz de los perdedores cotidianos. No me suelen apasionar, pero respeto lo que hacen, poseen conciencia social y honestidad. Quiero pensar que todavía disponen de cierto público en medio de la crisis irretornable que atraviesan las salas de cine. Pero la factura y el mensaje de sus películas no facilita su supervivencia en el mercado actual. Lo tienen tan crudo como sus personajes. En los festivales siempre han sido bien acogidos y también premiados. Y Cannes les prodiga un mimo especial desde que hace 20 años ganaran la Palma de Oro con Rosetta.

En El joven Ahmed, los Dardenne bucean en la personalidad de un crío de 13 años, de madre belga y padre árabe, educado en un ambiente occidentalizado. Pero este niño solo alberga el deseo de matar a su profesora. Le ha comido el tarro hasta límites perversos la doctrina yihadista de un imán. Este niño trágico practica de forma clandestina y férrea las abluciones, la lectura sin tregua del Corán, los rezos, la misión en su fanatizado cerebro de acabar con los infieles, los heterodoxos, los pecadores. Y no ha crecido en un mundo intolerante, no le ha faltado el calor familiar. Por ello todo resulta mucho más inquietante, puede responder al perfil de esos lobos solitarios que no están controlados y que en cualquier momento son capaces de desatar el infierno.


Y el Estado intenta reeducar a este fanático después de que fracase la misión de asesinar a su mentora, pero nadie es capaz de extirparle las raíces del mal, ni siquiera el amor de una chiquilla a la que él también desea pero a la que considera una pecadora. Y, por supuesto, para que te adoctrinen hay que estar dispuesto a ello. Y el poder de seducción de algunos imanes que saben cubrirse a sí mismos, puede crear robots exterminadores. Los hermanos Dardenne me crean desasosiego con esta criatura dispuesta a lo peor en nombre de la fe, del servicio ciego a su único Dios.

Isabelle Huppert tal vez sea la actriz más admirada del cine europeo. Y para muchos y cultivados espectadores supone una garantía de que les va a interesar el cine que protagoniza. No dudo de su gran talento ni de su fuerte personalidad, pero casi siempre me resulta cargante, hay algo que me distancia de ella. En fin, cosa de manías, de piel, de prejuicios. La Huppert acostumbra a embarcarse en un cine vanguardista, con pretensiones de trascendencia, intenso emocionalmente, con directores arriesgados, o exóticos, o con prestigioso crédito, pero que a mí, con excepciones, me provocan reserva o rechazo. En Frankie, dirigida por Ira Sachs, interpreta a una actriz que al saber que el cáncer va a acabar con ella en unos meses, se reúne con su marido, su hijo, la anterior familia de su marido y sus amigos para pasar unas vacaciones en Sintra que supondrán la postrera despedida. El tema es sentimental y está desarrollado con contención dramática, pero en ningún momento logra implicarme. La veo desde fuera y rápidamente la olvido.
https://elpais.com/cultura/2019/05/20/actualidad/1558367913_402254.html
 
Albert Serra sumerge a Cannes en el s*x* del siglo XVIII
La película 'Liberté', que participa en Una cierta mirada, ilustra una noche de 'cruising' en un bosque en la Ilustración


1558279139_285667_1558279474_noticia_normal.jpg

Albert Serra, en la presentación de 'Liberté'. Matt Winkelmeyer Getty Images
Albert Serra (Banyoles, 44 años) se relaja y sonríe. Cuando en febrero presentó su instalación Personalien en el Reina Sofía, aún no había encarado el montaje de su nueva película, Liberté, y su productor francés le azuzaba con las prisas para llegar a Cannes. Lo ha hecho -otra vez más, es un cineasta hijo del certamen francés- y con éxito: su nuevo largometraje concursa en Una cierta mirada, y su proyección de gala el sábado contó con la presencia del ministro de Cultura, José Guirao, seguidor de su carrera. "Al final, lo que parecía que me iba a romper el ritmo [la instalación en el Reina Sofía], me iluminó en el montaje. La idea de multiplicidad de puntos de vista viene de ahí. Quién mira, qué está mirando... Eso salió de la instalación y la he aplicado en una sola pantalla para la película".


Liberté transcurre durante una noche en un bosque europeo, probablemente Alemania, del siglo XVIII donde los ilustrados expulsados de la corte de Luis XVI se dedican al cruising (s*x* en lugares públicos). "En realidad, es más transgresor lo que dicen que lo que se ve", ríe Serra, que aún así ha llenado la pantalla de lluvias doradas, nepes flácidos, azotes... De todo, menos coprofagia, y por poco. "Me gusta más la película que la instalación, porque es más dura. Si en Personalien había placer culpable por parte del espectador, y participabas un poco, aquí en Liberté la frontalidad de la pantalla lleva a la alteridad con los personajes. Y he podido contar algo más de esa evolución histórica, que yo he llevado hacia lo trash", apunta.

Pero la película aporta algo más, un soterrado mensaje político. "De la manera en que yo ruedo, sin parar [ha filmado 300 horas], la línea dramática aparece en el montaje, por lo que construyo un guion férreo previo, no pienso en significados, aunque es cierto que el cruising tiene una nivelación social clara. El filme empieza con un libertinaje típico del XVIII, en el que la clase privilegiada quiere someter a otros, con pequeños placeres perversos, y acabamos en una angustia contemporánea, del malestar profundo que contaba Freud y que afecta a todos", explica Serra, un cineasta dotado de verbo fácil y de una colección de haters que se cebarán en Liberté. "Bueno, de la sesión de gala se salieron unas 40 o 50 personas, lo normal en Cannes. El resto se quedó y disfrutó de un filme que habla de ese momento conspirativo prerrevolucionario". Serra ríe con una secuencia en la que varios personajes cogen a un anciano al que van a matar por volverse puritano: al anciano le da vida el actor Helmut Berger, "el gran libertino del siglo XX", como le define su director.

1558279139_285667_1558282778_sumario_normal.jpg

Fotograma de 'Liberté'.

Serra siempre ha defendido un discurso radical sobre el cine de autor. Y eso implica su minucioso cuidado por la imagen y el sonido ("Me encanta la pátina plástica con la que se va desaturando el color y cómo el sonido añade incerteza y arbitrariedad") o sus ataques a las películas melifluas: "Yo lucho por defender un carácter subversivo, aunque pienso que hoy en día sería imposible, por ejemplo, una representación visual precisa del mundo de Sade". Y por eso agradece la presencia del ministro: "Cannes envía una señal clara al cine español. Selecciona lo que selecciona. Hace una radiografía clara de hacia dónde debemos encaminarnos. Por primera vez, ve que en el ministerio hacia cierta pasión cultural. Y eso me gusta, porque en tiempos inciertos para la industria cinematográfica, esta ilusión se agradece".

Su trabajo previo, La muerte de Luis XIV, parecía presentar a un Serra más cercano al público generalista. "Prometí que volvería a las andadas, y he cumplido. Soy hombre de palabra. Me sabe mal que la película tuviera tanto éxito entre gente que le gusta lo sentimental, pero ya está":

https://elpais.com/cultura/2019/05/19/actualidad/1558279139_285667.html
 
Naufragio del muy esperado Tarantino
La trama de 'Érase una vez en... Hollywood' no se sabe bien adónde pretende conducir, con diálogos insustanciales y carentes de ingenio

Carlos Boyero
22 MAY 2019 - 09:36 ART
1558462638_396579_1558528544_noticia_fotograma.jpg

El cineasta Quentin Tarantino posa para los medios delante de los actores estadounidenses Brad Pitt y Leonardo DiCaprio, en Cannes. En vídeo, Carlos Boyero analiza 'Érase una vez en... Hollywood'. IAN LANGSDON (EFE) / VÍDEO: EPV
Hay directores tan legendarios como escasos cuya nueva entrega se espera como agua de mayo, que convierten lo que hayan decidido parir en algo ansiado por los espectadores, la industria (tan necesitada del éxito de los más dotados en estos tiempos agónicos), los informadores y los críticos. La obra de Quentin Tarantino justifica esas expectativas. En Cannes su cine tuvo un bautizo esplendoroso hace 27 años con la revolucionaria Reservoir Dogs y en 1994 dejó flipado a todo el personal con la inclasificable Pulp Fiction, que logró la Palma de Oro y se ha convertido en un clásico. Por ello, la película que marcaba esta edición de Cannes, en la que estaban depositadas las esperanzas colectivas, era Érase una vez en... Hollywood. Tarantino aceleró hasta límites febriles su montaje para que se celebrara aquí el estreno mundial, la han exhibido en dos sesiones casi paralelas intentando algo tan democrático como que todos los asistentes a Cannes la vean al mismo tiempo. Antes ha salido un señor al escenario hablando en nombre de Tarantino y rogando que nadie cuente su argumento. En fin, un montaje a la altura de lo que se espera de las sorpresas confirmadas.

Y, efectivamente, es sorprendente. Pero no por la exhibición de talento que tantas veces ha acreditado su creador, sino por su lamentable falta de gracia, por una trama que no se sabe bien adónde pretende conducir, por diálogos insustanciales y carentes de ingenio (algo inaudito en el mejor y más original dialoguista del cine moderno), por situaciones alargadas hasta el aburrimiento, por actores excelentes como Leonardo DiCaprio, Brad Pitt y Al Pacino, que parecen tan perdidos como su director.


Contaba la rumorología, siempre tan estratega ella, que suponía un tributo de amor por parte de Tarantino al cine y el mundo de finales de los sesenta en Hollywood, a sus personajes más pintorescos y también un retrato de aquel suceso pavoroso en el que la actriz Sharon Tate y sus amigos fueron masacrados por la banda satánica de aquel demente excesivamente siniestro llamado Charles Manson.

Sabemos que la cultura cinematográfica de Tarantino se educó tragándose con inmenso placer toda la subcultura del cine más casposo de los videoclubes, que lo sabe todo no ya del spaguetti wéstern y de la serie Z, sino también del cine de kárate, Kung-fu y yudo. Igualmente es experto en las series televisivas de esa época. Ha jugado eternamente con esas referencias que tanto ama pero dándoles la vuelta con su espectacular talento. Aquí, los protagonistas son un famoso actor de wésterns en esas series y el hombre que además de doblarle en las escenas de riesgo le soluciona todo tipo de problemas en su disparatada estructura cotidiana. Pero su buen momento ha pasado y tendrá que aceptar rodar spaguetti wéstern en Italia y en Almería. La situación de ambos se complica aún más cuando toman accidental contacto con un grupo de hippies muy inquietantes y puestos hasta arriba de LSD. Y ahí se produce para mí la única secuencia desasosegante en esta película tan fallida. Es la visita cargada de señales y amenazas que hace el doble al campamento de esa gente tan peligrosa. El resto (y dura casi tres horas) es un cansino modelo del quiero y no puedo, un híbrido en el que no me engancha ni el argumento ni los personajes, ni lo que hacen ni lo que dicen.

077310b56d0cba1763913790cdf8ba10_videoStill.jpg

Quentin Tarantino y su equipo revolucionan el festival de Cannes. ATLAS

No es el primer fiasco de Tarantino, antes había hecho una cosa gamberra y horrenda de corredores de coches y pandilleras que se titulaba Death Proof. Pero es triste que no aprendiera de aquel fracaso. Se han oído algunos tibios aplausos al terminar la proyección. Me temo que eran de algún fan voluntariamente ciego y de la gente que hace la promoción de esa desventurada película. El desenlace, hablando de hechos reales, pretende ser insólito y gracioso. Da igual.
https://elpais.com/cultura/2019/05/21/actualidad/1558462638_396579.html
 
Cannes 2019: 'Érase una vez en Hollywood' nos deja la película más nostálgica y acomodada de un Tarantino decepcionante

upload_2019-5-22_17-19-37.jpeg


Por fin, en la octava jornada del Festival de Cannes llegó Quentin Tarantino con la película más esperada de esta 72ª edición, 'Érase una vez en Hollywood' ('Once Upon a Time in Hollywood'), la vuelta del cineasta a la Croisette una década después de competir por la Palma de Oro con 'Malditos bastardos' ('Inglourious Basterds').

Desde la perspectiva de acreditado como prensa (de color azul, es decir, segunda categoría tras los rosas), la gran expectación en torno al noveno film de Tarantino se ha notado al hacer la habitual cola para entrar en la sala: los que iban entrando lo celebraban como si hubieran ganado la lotería, y tras dos horas esperando, he sido uno de los últimos en poder acceder al Teatro Claude Debussy (con capacidad para 1.048 personas). ¡Y ya con la película empezada! Sí, otra contradicción más de este certamen que no deja de sorprendernos.

450_1000.jpg


Quizá había demasiadas expectativas. Lo he comentado alguna vez; pienso que los que cubrimos un festival no vemos las películas en las mejores circunstancias, tras varios días de acumular visionados, dormir poco, alimentarse regular y escribir opiniones. Opinamos tras una rápida reflexión poco después de abandonar la butaca. Factores externos a la obra juegan un papel importante a la hora de valorarla, así que vaya por delante que me encantaría poder escribir este texto tras un segundo visionado. Pero aquí va mi primera impresión...

'Érase una vez en Hollywood': lo peor de Tarantino hasta la fecha
Lamentablemente, creo que es lo más torpe que ha rodado Tarantino hasta el momento. Si hay algo que uno puede esperar de un film de Tarantino es que tenga un guion repleto de diálogos ingeniosos y conversaciones absorbentes, que en manos de los actores adecuados (y este director suele tener unos repartos inmejorables) llegan a crear momentos mágicos donde todo lo que rodea a los personajes no importa, solo la anécdota o la idea que han decidido compartir con el público.

No en vano, Tarantino ha ganado dos Óscar, ambos por su trabajo como escritor; el primero lo compartió con Roger Avary por el libreto de 'Pulp Fiction' (Palma de Oro en Cannes, por cierto), y el segundo lo ganó ya en solitario por escribir 'Django desencadenado'. También optó a la estatuilla por el guion de 'Malditos bastardos', que hasta hoy me parecía la película más irregular del realizador. Quizá lo sigue siendo pero al menos tiene a Hans Landa y tramos absolutamente brillantes; 'Érase una vez en Hollywood' no llega nunca a ese nivel.



Posiblemente tiene el guion más flojo y convencional de Tarantino, y esto por supuesto quiere decir que sigue estando por encima de la media pero decepciona viniendo de él. Lo mismo cabe decir de la puesta en escena y el ritmo; uno espera más del cineasta de 'Kill Bill'. Solo en el último tramo de la película, cuando por fin tiene lugar la historia de los asesinos del clan Manson (con giro inesperado) uno siente que está viendo al auténtico Tarantino.

Una vez más, el director se rodea de un elenco de ensueño, encabezado por Leonardo DiCaprio, Brad Pitt, Margot Robbie y Al Pacino, entre muchos otros. La mayoría apenas tienen cameos o papeles de escaso lucimiento, y solo la pareja formada por DiCaprio y Pitt tiene la oportunidad de destacar. Ambos dejan interpretaciones muy divertidas si bien creo que el primero estaba más afortunado en 'Django' y el segundo en 'Malditos bastardos'. Lo de Robbie se queda en poco más que lucir figura y sonrisa.

'Érase una vez en Hollywood' es una comedia cargada de nostalgia y amor por el cine donde el autor se detiene demasiado en detalles, esforzándose por transportar al espectador a ese año 1969 que recuerda con tanto cariño. Es como un padre o un abuelo que se anda tanto por las ramas contando sus batallitas que acabas perdiendo el hilo. Tarda más de dos horas. Y puede que merezca la pena, pero este director es capaz de mucho más. Se sabe que ha estado trabajando en el montaje hasta el último momento, quizá ahí esté una de las claves.

https://www.espinof.com/criticas/ca...-nostalgica-acomodada-tarantino-decepcionante
 
Back