Camilo Sesto: su vida, canciones, muerte y herencia

Ah... y su representante dijo que tenía cita en octubre para comenzar la diálisis. Cuando ya te tienen que poner la diálisis es que los riñones ya están casi parados. Es una faena...
Muchas gracias por la información. No sabía que estaba ya enfermo.
Leí que le dio un cólico nefrítico y por éso no me parecía normal que muriera por una simple piedra.
Pero si ya estaba tocado de varios órganos, todo cobra sentido.
Lo siento mucho.
 
En unos sitios dicen que murió de un infarto fulminante, en otros de un fallo renal, y en otros de un cólico nefrítico.

No conozco a nadie que muera de un cólico nefrítico, no creo que sea causa de muerte, quizás me equivoque pero era demasiado joven para morir de algo que le ocurre a la mitad de la población.

Si tienes un cólico nefrítico, el otro riñón es el que se encarga de seguir funcionando para que no muramos mientras te desostruyen el ureter atorado y te destruyen la piedra.

No sé, me parece muy extraño que alguien muera por éso en el siglo XXI estando sano del resto de órganos.



el día que el pobre Camilo falleció dijeron la causa pero ya no lo recuerdo muy bien, fue por complicaciones renales pero no propiamente un cólico, lo metieron al quirófano por la noche y pensaron que se les moría, luego se recuperó pero desgraciadamente acabó falleciendo hacia las tres de la mañana de ese domingo 8 de septiembre
 
Dijeron que fue un fallo respiratorio a consecuencia de todo lo que habéis ido detallando, tenía dificultad en los riñones por el higado trasplantado y la medicación y miles de cosas que se habían ido sumando.
Estaba muy delicado, cuando salió con el padre Angel iba en silla de ruedas, no podía ni andar tenía problemas en los pies...no tenía mucha edad, pero había vivido mucho, muchisimo, el mismo lo dijo. Y la vida te pasa factura ya lo creo... leyendo las vivencias ALUCINO como le daba al s*x* con todas las que va nombrando,( lo de la señora de los tules.....mmmmm no sé parece una novela, mas bien parece un sueño apetecible de Camilo)
 
Dijeron que fue un fallo respiratorio a consecuencia de todo lo que habéis ido detallando, tenía dificultad en los riñones por el higado trasplantado y la medicación y miles de cosas que se habían ido sumando.
Estaba muy delicado, cuando salió con el padre Angel iba en silla de ruedas, no podía ni andar tenía problemas en los pies...no tenía mucha edad, pero había vivido mucho, muchisimo, el mismo lo dijo. Y la vida te pasa factura ya lo creo... leyendo las vivencias ALUCINO como le daba al s*x* con todas las que va nombrando,( lo de la señora de los tules.....mmmmm no sé parece una novela, mas bien parece un sueño apetecible de Camilo)


yo creo que le daba al s*x* mayormente con señores; por supuesto que no lo digo como nada malo, pero creo que es la realidad (y dijeron hace unas semanas tras su muerte que un día Camilín lo encontró vestido de mujer)
 
Yo creo que eran los riñones porque lo viví de cerca y me recuerda los síntomas. Es una de esas enfermedades de las que oyes hablar y piensas que no es para tanto hasta que te toca cerca y ves todo lo que hay. No les pasa de un día a otro, pero ves un deterioro poco a poco. Mi amigo estuvo genial como quince años después del trasplante. Yo creí que viviría hasta viejo. Pero luego empezó la tensión a subirle y le dijeron que era uno de los efectos secundarios de la medicación. Después empezó a tener problemas con los riñones y le dijeron que era debido a la tensión y los medicamentos. Y, poco a poco, cada vez más síntomas y más débil hasta que su cuerpo le dijo hasta aquí. Le llegaron a poner diálisis y todo pero no lo aguantó. Y le pasaba eso, cada vez menos masa muscular (él que estaba lleno de músculos), más problemas para caminar y moverse, para hablar... parecía que tenía cien años.
 
yo creo que le daba al s*x* mayormente con señores; por supuesto que no lo digo como nada malo, pero creo que es la realidad (y dijeron hace unas semanas tras su muerte que un día Camilín lo encontró vestido de mujer)
Si, yo también lo creo, el era muy guapo y apetecible para los dos generos, muy andrógino. Lo que en aquella época de los 70y80 no estaba bien visto y el vivía de sus fans.
Despues se afemino un montón, y si que dijeron que se vestía de ropas de Lourdes, y bueno...por aquí hay fotos con uñas largas en punta y con esmalte rosado. Además el mismo les compraba ropa a sus ' novias' lo ha escrito y las aconsejaba, ya le gustaba mucho el tema belleza y ropa, y claro podía vivir como quisiera, faltaría más!!!
 
Era bisexual, creo que disfrutaba con las mujeres, pero a partir de los años 80, (mediados de los 80) se destapó.
 
Biografía y memorias de CAMILO SESTO

CAPITULO 24
CAMILO......¡CHE!

Un colega que empezó su carrera dedicando una heroica y lacrimógena canción al general Franco y fotografiándose con maserattis alquilados, y que luego alcanzó mucha fama y mucho apoyo por su militancia izquierdista, militancia que teñía a sus canciones de una calité que no tenían, fue el principal responsable de una terrible campaña de desprestigio que me azotó en uno de los momentos de más éxito de mi carrera profesional. Después, cuando esa militancia le resultó económicamente estéril, la abandonó y ha venido a caer últimamente en lo territorios de la canción amorosa que tanto había criticado en mí, sólo que escrita con mucho más comercialismo que convicción. Por otro lado, muchos de los que entonces apoyaron su ingenio -incluido él mismo- , aunque no sus trapacerías subterráneas, han hecho más tarde lo que yo había hecho entonces, sólo que por más dinero y sin riesgo a las maledicencias. Sí, ahora todo el mundo va a Chile e incluso canta en el palacio de Pinochet, si le pagan por ello. Ha debido de ocurrirles lo mismo que a uno de los escritores que yo más admiro en el terreno literario, a menos me placen algunos de sus comportamientos humanos ; también Gabriel García Márquez prometió no publicar ningún libro mientras estuviera Pinochet en el poder, pero cuando tuvo lista su novelita corta -y maravillosa- Crónica de una muerte anunciada y cuando supo que por ella le ofrecían una millonada, decidió publicarla con la disculpa de que su promesa ya no tenía valor, pues el general chileno estaba a punto de caer. De eso hace tres años y medio...

Pero me propuse cuando empecé estas relatorias no hablar de los responsables de mis momentos amargos. Para mi fortuna, he tenido muy pocos enemigos, e incluso la mayoría de ellos coyunturales. He sabido siempre rodearme de afecto y ni los celos profesionales o amorosos me han creado hostilidad duradera. Por otro lado, apenas encuentro en los últimos veinte años comportamientos que me autoricen a calificar a alguien como enemigo mío, salvo el mencionado suceso, en el cual, por lo demás, debieron de influir más los intereses políticos de unos cuantos que la pura animadversión personal. Me ha gustado siempre sentirme amigo de todos mis colegas, he acudido a sus conciertos, los he aplaudido sin reticencia y me llevo muy bien lo mismo con los que se quedaron en el camino que con los que ocupan las primeras filas en el mundo musical.

He mencionado en algún lado mi admiración por los recursos poéticos de Serrat, a cuyo lado he cantado muchas veces. De Julio Iglesias he recibido siempre espléndidos consejos, pues adquirió experiencia mucho antes que yo y nunca fue avaro de ellas. Siempre que lo he visto (y han sido muchas veces, dentro y fuera de los escenarios), se ha ofrecido a aconsejarme en asuntos profesionales y yo he procurado aprovechar sus conocimientos. Con Raphael me une también una amistad muy larga. Le he aplaudido en Madrid, en México, en Buenos Aires. Recuerdo que una vez me llamó desde La Vegas a mi casa de Los Ángeles. Estaba solo en la ciudad del desierto, adonde había acudido para ampliar su preparación, de la que siempre ha sido responsable. Volé en seguida a su lado y pasamos tres días deliciosos, como solteros de juerga, conociendo hasta los últimos rincones de la gran capital americana del espectáculo. Y Marietta, Rocío Durcal, mi vecina, casi mi hermana, tan maravillosa siempre... Así podría enhebrar una lista larga de amistades en los territorios profesionales, frecuentadas con mayor o menor asiduidad, pero sin reticencias o retrancas siempre. Pero no me gusta colocarme a mis amigos como medallas ; lo son, están ahí para echarme una mano o para recibir la mía, no para lanzamientos publicitarios o escandalitos equívocos. Prefiero, pues, dejarlo donde están : a mi lado.

Aquel año de 1973 fue muy trágico. Murieron cuatro de los hombres que más he admirado nunca ; murió Picasso, murió Neruda, murió Casals (los tres Pablo). Murió John Ford. Picasso estuvo siempre tan alto para mí, desde niño, que ni siquiera soñé nunca con imitarlo. Los versos de Neruda -tantos y tantos me sé de memoria- me han acompañado como inseparables amigos, como una hermosa luz entre las manos. Respecto a Casals, recuerdo la punzante emoción que sentí en la pequeña casa-museo que le ha dedicado San Juan de Puerto Rico ; cada vez que voy a la Isla Verde me paso por allí y me quedo un buen rato escuchando alguno de sus conciertos grabados que ofrece constantemente un aparato de vídeo, al lado de sus pipas, su fichas de dominó, las fotografías de su vida... Viejo San Juan fue y sigue siendo un hogar cálido para el inolvidable violonchelista.

También en 1973 ocurrió la tragedia de Chile, con el su***dio del doctor Allende, a quien todo el mundo en su patria conocía con el afectuoso nombre de "don Chicho", el hombre que creía en los votos y no en los fusiles. Estaba ya en el poder el general Augusto Pinochet cuando yo fui a actuar durante el fin de fiesta del Festival Viña del Mar. Conocía bien los trágicos acontecimientos ocurridos en el país que tanto amaba y acudí, como a tantos otros lugares, a cantar mis canciones, a hacer más dichosa a la gente. Allí gustaba Algo de mí, Fresa salvaje, Amor amar, Sólo un hombre ; allí compraban mis discos. Canté ante cuarenta mil personas que por un momento podían olvidar lo que estaba ocurriendo en su patria. No estaba entre ella el general Pinochet y nunca lo vi. Sin embargo, cuando de Santiago viajé a la República Dominicana, tres personas, únicamente tres, se lanzaron a mezclar la política con la música y desde la semántica fácil de Camilochet emprendieron una campaña contra mí como si fuera el gran soporte de la dictadura chilena. Aquello era ridículo y procuré tomármelo a medias con humor y con dolor.

-¿Camilo-chet? Yo soy Camilo-ché, que para eso soy valenciano ché, de Alcoy. Y no me gustan los políticos, ningún político, ché.

Pero también me dolió aquella interesada infamia.

En realidad una semana antes se había celebrado en la isla una "Semana del pueblo" ; y continuaban allí muchos de los participantes. Cuando llegué, salieron a recibirme tres Misses y se pusieron a bailar merengue delante de mí, en bañador ; yo no quería acompañarlas en el baile y de pronto, mientras hablo con ellas, me meten en un coche policial y casi me raptan. "Bueno -pensé yo, que llegaba allí por vez primera-, serán las costumbres de esta tierra..."

Pero en el hotel Jaragua estaba vigilado por policías en todas partes, hasta en mi cuarto de baño. Vigilado o cuidado, porque habían anunciado bombas por todas partes, protestando por mi presencia. Los asuntos políticos entre el coronel Caamaño y el presidente Balaguer se volcaban contra un cantante inocente. No había visto yo aún los periódicos, pero estaba ya montada una tremenda campaña contra mí, bajo la dirección de un periodista llamado Orlando Martinez, en cuya casa vivía el colega al que aludí al principio. Amenazas de bombas en todas partes : en el hotel, en las calles, en el Teatro Bellas Artes... Cuando fui a actuar, había más policías con metralletas que público. Fueron unos pocos días : espantosos. Al final conseguí escapar al refugio de Puerto Rico y tardé muchos años en volver en Santo Domingo. Sin embargo, porque no tenía nada contra su gente, elegí a una dominicana para el principal papel del Jesucristo. Angelita Carrasco, y cuando fui con ella a cantar a la isla, años más tarde, me recibieron casi como a un héroe nacional, con formidables alborotos en aeropuertos y teatros. Olvidé pronto aquella primera visita terrible. Y también a los tres individuos que estuvieron a punto de causar una tragedia. Vive y deja vivir.

Si al menos me hubieran acusado de cantar ante Stroessner... Ante él sí que estuve, en su casa. Fue lo que llamaría yo una "invitación forzada" y una situación surrealista. En un salón en el que mezclaban Versalles y las Encomiendas, con una cirstalera inmensa que daba a un hermosísimo jardín, estaba reunida la familia del Presidente para festejar el cumpleaños de una de las hijas. Todos vestidos con una elegancia de película de Hollywood. El general entraba y salía, vestido de paisano, sonriendo, de un lado a otro siempre, sin sentarse. Sirvieron té y dulces, como acostumbran a hacer en las fiestas de Asunción y de Montevideo, a la manera inglesa. Adolfo Waitzman le daba al piano y yo iba cantando mis canciones, que se recibían con educados aplausos. De pronto, aparece Tinín por una puerta lateral gritando como un poseso. Estaba congestionado y furioso ; yo creo que ni llegó a enterarse de dónde estaba, de la gente que se encontraba allí.

-¡Cagüen tal! (en realidad decía una blasfemia mucho más fuerte). ¿No tienen aquí whisky de importación? Dijeron que había whisky y me dan agua caliente. ¡A ver, hostias, que me traigan whisky de importación! Tanto Stroessner y tanta mierda y no hay whisky...

Sospecho que en aquel preciso instante no estaba allí Stroessner, pero todos nos quedamos helados. Waitzman, después de un silencioso titubeo, tecleó con suavidad su piano. Yo me callé. Las mujeres miraron espantadas. Tinín, el torero, dio un portazo y siguió gritando a lo largo de un pasillo. Cuando volvía a abrir la puerta del salón en que estábamos, un guarda lo tomó del brazo y se lo llevó. Sólo ocurrió que le dieron por fin su whisky, hasta que se tranquilizó. Y el Presidente salió a despedirnos, sin mencionar para nada el incidente.

Fue aquella la única vez que he tenido relación con personajes de la política. En principio, no me gusta ninguno de ellos ; no me gusta que me rodeen ni halagarlos. En cuanto ciudadanos corrientes, los acepto como a cualesquiera otros. En realidad, no son ellos los que no me gustan, sino las miserias de su trabajo. Jamás he rozado siquiera los bordes de la política, de ninguna política. Es una actividad en la que he conocido, siempre a través de terceros, demasiadas mentiras, demasiadas inmoralidades, demasiadas trapacerías. Sobre todo en los países en que la he visto más de cerca. En mi propio país, cumplo mi deber ciudadano del voto, procuro elegir a quien me parece mejor, pero no corro a apoyar ninguna facción o partido, ni con la dictadura ni con la democracia. Mi misión en la vida es intentar que la gente sea feliz con una canción de tres minutos, no apoyar a los que quizá luego puedan decepcionarme.

Sin embargo, durante meses arrastré aquel injusto Camilochet. Yo, que siempre me he sentido tan orgulloso de mi nombre, el mismo que llevaron mi abuelo y mi bisabuelo, el que lleva un tío mío, un primo mayor que yo, un sobrino y, ahora, también mi hijo. Sé que es un nombre infrecuente y hasta extraño. El más grande de los Camilos españoles escribe así al comienzo del primer tomo de sus memorias, titulado "La Rosa" : "Camilo no es un nombre muy bonito, es un nombre extraño, que suena a francés o a ruso, pero a mí me hubiera parecido una necedad que mis padres, guiados de un criterio de estética o de historia de guardarropía, me hubieran puesto, al bautizarme, Gustavo Adolfo, o Julio César, O Victor Manuel, o Marco Antonio ; estos son nombres de negros de las Antillas". El académico Camilo José Cela se siente tan orgulloso de su nombre como yo. La vida de nuestro común patrono, San Camilo de Lelis, me interesó mucho más que la de Domingo Savio. La leí durante unos ejercicios espirituales con los salesianos y me llenó de gozo el corazón el conocimiento de que en su juventud llevó una vida bastante alegre y retorzona. Se hizo santo de mayor, lo que me permite a mí alimentar muchas esperanzas...

Es el nombre que he usado toda mi vida, incluso desprovisto de apellido. Siempre fui Camilo a secas en el colegio ; salvo el profesor de dibujo, que estaba empeñado en llamarme Chato, todo el mundo me conocía por Camilo. Y lo mismo en la mili. Nunca fui "el número 20", que fue el que tuve ; nunca fui el soldado Blanes, sino Camilo. Sólo había un Camilo entre siete mil militares.

Por lo que respecta al Sesto, asunto que me preguntan cinco veces al día, tiene una historia bastante estúpida. Cuando andaba yo intentando que alguien escuchase Llegará el verano, fui una noche con Junior a un programa de Encarnita Sánchez en Radio España. Junior y yo nos parecíamos bastante : delgadísimos, altos... Estábamos cara al público y alguien dijo que por qué no me ponía como nombre Junior Segundo. Yo en broma respondí que mejor Camilo Sexto. Como luego coincidía con los Camilos de mi familia, aquella broma quedó plasmada en mi siguiente disco.

Pero luego en México empezó a circular un chiste a costa mía. La mujer del presidente Echeverría no debía de tener muchas luces y se inventaban cuentos sobre sus viajes a Europa. Cosas como : "¿Y fuiste a ver el Entierro del Conde de Orgaz en Toledo?" -le pregunta una amiga. "Ay, no, hija ; estaba de vacaciones, no iba yo a meterme en entierros, aunque fuera de un conde". El otro chiste decía :

-¿Y no has conocido a Pablo VI? (papa entonces reinante).

-A él no, pero sí conocí a su sobrino Camilo Sexto. Es un chico muy guapo que canta muy bien.

Por alguna razón me disgustó aquella broma -hoy me divertiría mucho- y en el disco siguiente aparecí como Sesto, con ese. Así he quedado..., aunque no para todos. En castellano, la palabra resulta extraña -por incorrecta- y muchísima gente, incluidos locutores y periodistas, siguen diciendo Sexto. No importa demasiado, porque en realidad desde antes de Los Dayson, he sido únicamente Camilo, solamente Camilo. Es como me gustan que me llamen.

Tal vez porque mi nombre completo resulta algo comprometido. Según algunos tratadistas de lo esotérico, aquellos nombres formados por seis letras tres veces son la marca del Anticristo. El mío tiene esa prodigiosa marca. Y también el de Ronald Wilson Reagan... Todavía no he notado señales especiales de esa cualidad, pero todo pudiera ocurrir. Como tampoco encaja demasiado en mi manera de ser el signo zodiacal Virgo, bajo el que nací. Me persiguen las Géminis -y las persigo yo-, cosas que astrológicamente no parecen muy correctas ; soy relativamente desordenado, con un orden desordenado, pero no adorador del orden como dicen de los Virgo. Tal vez mi cara refleja mi signo, pero no he logrado aclararme mucho sobre la cuestión, al margen de mi aspecto aniñado. Generalmente somos muy cómodos y creemos aquello que más nos conviene. Con los horóscopos a cuestas puede uno librarse de pensar o de decidir. No es mi caso, ciertamente. Los leo a veces, me divierten, especialmente sus muchas contradicciones y el hecho de que dividan la Humanidad en sólo doce clases de individuos, con lo complicados que todos somos. En cualquier caso, parece que soy Virgo -en realidad, lo fui durante muy poco tiempo-, pero me dominan Escorpión y Sagitario. ¿Quién soy realmente? ¿Tal vez -bromeando- una sombra, un sosias del Anticristo? Por lo que sé, únicamente soy Camilo.FB_IMG_1573762218692.jpg
 
Biografia y memorias de CAMILO SESTO

CAPITULO 25
"TUSA"

FB_IMG_1573762762832.jpgUn día lejano, cuando más hundido estaba en el anonimato y en la pobreza, encontré a un amigo que supo comportarse como tal. Nacho Angulo, marqués de sangre y de alma, incansable trabajador, persona tan buena que no sé si alguien le habrá pagado alguna vez tantas bondades, encontró tan sólo a un músico sin éxito y sin recursos. Era la época en que vivía yo con Rosetta.

-Pero, ¿cómo puedes componer si ni siquiera tienes una guitarra y un grabador?- me dijo.

Tenía yo la guitarra de Rosetta, la vieja guitarra con una cuerda rota. Allí intentaba construir mis canciones, pero muchas de ellas desaparecían de mi memoria, apenas ideadas, porque no he sabido escribir música y mi memoria no puede abarcarlo todo, aunque sea muy sólida. Nacho decidió ayudarme, sin que se lo pidiera nadie ; al día siguiente me buscó y me regaló un grabador de cassette, sencillo y manejable, el mejor que existía entonces en el mercado. Lo conservo aún, desvencijado y mudo, pero lleno de recuerdos. En él dejé encerradas mis primeras canciones, los primeros balbuceos, fruto de largas horas de soledad y trabajo en mi habitación prestada. Aquel cassette fue una herramienta mágica y utilísima ; en el transcurso de los años he ido acumulando todo género de artilugios, todavía ahora no resisto la tentación cuando voy a actuar a Nueva York, a Japón o a Alemania de comprar los últimos hallazgos de la electrónica -que generalmente olvido pronto en un rincón de mi casa o regalo a mis amigos-, pero aquel polvoriento y agotado grabador sigue en mis manos como un preciado tesoro.

Pero Nacho Angulo no sólo me ofreció aquel regalo espléndido, cuando más lo necesitaba, sino otro que permanecería hasta hoy mismo en la sala más noble de mi corazón. En realidad, Nacho se limitó a presentarme a aquella mujer ; no podía regalármela porque no era suya, ni fue mía ni de ella misma siquiera, añadiría yo parafraseando la hermosa canción de Amancio Prada : Tusa.

Cuando tenía yo diez o doce años había visto en un cine de Alcoy una película que me había dejado admirado. No tanto por la historia, que no pude comprender del todo, aunque me había gustado mucho, como por la presencia en ella de una mujer excepcionalmente bella. Me pareció tan guapa como mi madre y como mi hermana, y Chelo, sentada a mi lado, se rió mucho cuando le dije que era tan guapa como ella. Pero tardé muchos años en saber que aquella mujer, que por entonces tendría unos veinticinco años, se llamaba Lucía Bosé y que vivía en España. En 1971 Nacho Angulo me dijo un día :

-Mira, Camilo, ésta es Lucía Bosé.

Allí mismo comenzó entre nosotros una de las relaciones más hermosas y pacíficas de mi vida. Yo no era entonces más que un aspirante a "ídolo de la juventud" -como estaban programando ya los argentinos-, ella tenía sobre sus hombros una historia larga, rica y plena. Había sido Miss Italia al año siguiente al que yo nací, había sido una de las musas del neorrealismo cinematográfico italiano, había sabido siempre elegir a los mejores directores y los mejores proyectos. No sólo era una mujer muy hermosa, sino con un gran prestigio en su carrera. Antonioni, Buñuel, De Santis, Cocteau, Bardem la habían dirigido en filmes como Roma, hora 11, Crónica de un amor, No hay paz tras los olivos, La señora sin camelias, El testamento de Orfeo, Cela s'appelle l'Aurore, y, sobre todo, por lo que a mí me tocaba, Muerte de un ciclista, la película que había visto de niño. Luis Miguel Dominguín, "el torero" -como le llamaba ella- la había traído a casa para desposarla, tenía tres hijos guapísimos, una casa fastuosa en Somosaguas. Cuando la conocí hacía tiempo que vivía separada de su marido y estaba muy interesada por la poesía y la música. Más tarde seguiría con esas aficiones, a las que añadiría la horticultura y el misticismo músico-vegetal, o como pueda definirse su tipo de espiritualidad. Además, todos los españoles pudieron verla, tan hermosa y apasionada como siempre, en una serie de televisión titulada La señora García se confiesa.

Pero de Señora García no tenía nada en aquel tiempo.

Nos hicimos amigos íntimos muy pronto, de una intimidad total, absorbente, irrepetible. De pronto, como si una mano superior a nosotros mismos nos empujara, no podíamos estar el uno sin el otro : juntos a todas horas, en todas partes, en su casa, en la mía de Dr Fleming, 31, casi vacía de muebles aún, con los muchachos de Ariola entrando y saliendo a todas horas y Jaime Torregrosa largándose de vez en cuando para dejarnos solos. Rara era la tarde en que no se presentaba en aquella casa y después de satifacer nuestra mutua pasión, nos poníamos a investigar en cuestiones artísticas. Estaba yo empeñado en versos que tuvieran sentido, pero procurando siempre no caer en los insoportables ripios, con rimas impresentables, que poblaban muchas canciones de éxito. Leía obras como Poeta en Nueva York o antologías de León Felipe, los cantos de Leopardi y los rubaiyat de Omar Kheyyam (cuyo insólito nombre completo no he olvidado desde entonces : Ghiyathunddin Abulfash Omar ben Ibrahim al Kheyyam, aunque puede habérseme bailado alguna letra), mis poemarios preferidos en aquellos años y que ahora han ido a unirse a otros poetas leídos en la adolescencia o en los años posteriores : leía a aquellos poetas para aprender a escribir sin las esclavitudes a que frecuentemente obligan las notas musicales, y Lucía Bosé leía conmigo, me ayudaba a comprender, me ayudaba a escribir, juntos corregíamos los borradores y componíamos versos que jamás pasarían al disco.

Al poco tiempo de conocernos realicé mi primer viaje a Argentina. Y Lucía Bosé acudió a despedirme al aeropuerto y me llevó como regalo un pequeño cuaderno de notas para que no desperdiciase mi tiempo y continuase escribiendo. Desgraciadamente, como ya he contado, la aparición de Marcia Bell no me dejó demasiado tiempo libre para el trabajo.

De regreso, lo primero que hice fue llamar a Lucía. Llamar a Tusa, que es verdaderamente el nombre que yo le daba en la intimidad, el mismo nombre por el que su madre la había conocido de niña, según ella me contó, y que únicamente yo utilizaba. Era una mujer independiente, libre, con una personalidad arrolladora. No tenía problemas con Dominguín. A veces cenábamos a solas en su casa y de pronto, como el que hace un comentario insignificante, decía :

-Creo que mañana vendrá el torero.

Y al día siguiente venía Dominguín, hablaba con todo el mundo -era un hombre simpático y muy inteligente, uno de los hombres del toro más inteligentes que he conocido-, se ocupaba de sus asuntos y desaparecía hacia su inmensa finca de las sierras cordobesas.

Tusa tenía -tiene- unos ojos que apenas se podían mirar fijamente, de lo expresivos, poderosos y firmes que eran. A mí me recordaban siempre lo que se contaba de la mirada de la reina Victoria de Inglaterra, ante la que los oficiales del Ejército, en señal de sumisión, se cubrían los propios ojos para no quedar cegados por tanta belleza. De ahí nace, según cuentan, la costumbre del saludo militar, situando la mano en la frente. Pero la belleza de la reina Victoria era, según se ve en las pinturas, más de rango y de situación que de otra cosa. La de Tusa era una belleza para desmayar a cualquiera y por eso yo frecuentemente me acercaba a ella, en broma, con el saludo militar por delante (el saludo que tan mal se me daba en el campamento de Sotomayor).

Al principio de nuestra relación salíamos juntos Nacho Angulo, ella y yo, pero poco a poco Nacho fue retirándose y nos quedamos Tusa y yo a solas.

Nuestra amistad fue creciendo. Cuando Ariola decidió que fuera a Londres a grabar un nuevo disco, me acompañó Lucía con su hijo Miguel. Venían también en la expedición mi productor Juan Pardo y Antonio Domínguez Olano, como periodista, creo. Fue una excursión de locos, nunca me había ocurrido otra cosa igual. Si en mi primer viaje a Inglaterra había quedado deslumbrado por las modas, por los espectáculos, por el bullicio de la capital del mundo que apuraba los últimos esplandores de la Década Prodigiosa, ahora me sentía casi como en mi casa. Agrupados, después del trabajo en los estudios De Lea, en Wembley, recorríamos todos los rincones, husmeábamos en todas partes, nos divertíamos sin fatiga. El disco Sólo un hombre iba tomando forma mientras todos nosotros tomábamos de la vida lo que nos ofrecía y aún más.

Tusa no desperdiciaba ninguna oportunidad de comprar los objetos más inverosímiles y estrafalarios, y nos convencía para que también nosotros lo hiciéramos. Así caminábamos con unas alzas enormes, que casi parecían zancos, haciendo difíciles equilibrios por King's Road y el barrio de Chelsea. Claro que el hallazgo más excepcional fueron unos monos de terciopelo y cintura de avispa, muy bonitos..., pero con la cremallera por detrás, en vez de por delante. Los varones del grupo nos dimos cuenta en seguida del gran inconveniente que presentaban cuando nos acuciaban las ganas de acudir a los urinarios : había que desnudarse por completo para una operación tan sencilla... Todo esto y mil historias más provocaban carcajadas continuas, un buen humor que pocas veces he vuelto a sentir. Tusa era la mujer más alegre del mundo. Su pelo la caía por la espalda, como una cascada roja -según la moda del momento- y obligaba a los severos londinenses a parar su marcha para mirarla. No podían imaginar que aquella mujer era una de las más grandes actrices italianas.

Entre la grabaciones que estábamos realizando en Londres figuraba una canción cuya letra era de Lucía : Amor, amar. La he cantado siempre con un gran entusiasmo porque para mí -como para ella- encerraba muchos significados : Amor si tu dolor fuera mío y el mío tuyo, qué bonito sería, amor, amar... Si tendré mañana para volar... Cabalgando la noche se acerca tu nombre... Es un poema muy hermoso y , naturalmente, obtuvo el enorme éxito que merecía, de tal modo que suele figurar aún en mi repertorio habitual, tantos años más tarde. Luego, en 1974 y en el elepé titulado "Camilo", volví a incluir otra canción de Lucía Bosé, Mi verdad. Es casi un auténtico concierto, que grabamos con toda la Sinfónica de Londres en pleno : En la oscuridad buscarte, lacrar mi boca quisiera y dentro de mí hablarte... Tapiar mis oídos quisiera y en el silencio escucharte... Para saber mi verdad... La letra era muy breve y casi surrealista y yo le puse una música grandiosa, muy fuerte, de manera que en la grabación resulta un verdadero concierto de dos minutos y medio.

Tusa me acompañó en otros muchos viajes, no sólo por España. Recuerdo que en México su costumbre de meterme siempre en bromas provocó una situación pintoresca. Encontró en un hotel a una fan que estaba esperando a Serrat y le dijo :

-Pues pasado mañana va a llegar aquí Camilo. Ten cuidado con él, que es terrible. Será mejor que no te acerques.

La muchacha tomó la palabra con mucha frialdad e indiferencia, porque ella -dijo- "era de Serrat". Es una chica gordita, de piel de terciopelo. A los tres días de llegar yo tuvimos un pequeño encuentro y nuestra relación no ha terminado aún. No creo que Serrat se ofendiera porque le robase aquella fan...

Si en un momento dado nuestra mutua pasión fue declinando, como ocurre siempre en la vida, Tusa y yo continuamos queriéndonos mucho. Todavía ahora, de pronto, cuando termino de trabajar de madrugada, la llamo para decirle que voy a desayunar a su casa. Ella madruga muchísimo y cuando me presento tiene preparadas las maravillosas verduras que ella misma cultiva. Podemos estar hasta la noche siguiente charlando de poesía, de música, de nuestras vidas.

Ese mismo afecto existe entre su hijo Miguel y yo A veces, cuando él se encuentra en los más alto de la fama, me preguntan si no siento celos. ¿Cómo va a ser posible? Sé que muchos se han presentado como descubridores de Miguel Bosé, pero fui realmente yo el que le metí en el mundo de la música. Los dos primeros singles que grabó están producidos y compuestos por mí y editados por mi compañía, Ariola : Soy, Es tan fácil, For ever for you, Quién... ¿Cómo voy a tener celos del muchacho al que conocí en Londres con dieciséis o diecisiete años, con el que he pasado tantos momentos felices? Para mí es doblemente amigo, por nuestra historia común y por lo que admiro su trabajo. Para mí ha sido siempre un orgullo tener amigos que triunfaran en cualquier aspecto de la vida, gente que trabajara y que mereciera el éxito. Además, no puedo olvidar que es el hijo de Lucía Bosé, de Tusa, una de las mujeres que más me han influido y que sigo queriendo con más dedicación. Como en la época en que estuvimos juntos.
 

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