EL DEL YERNO DE ECCLESTONE Y OTROS ‘BRAGUETAZOS’
¿Está el dinero reñido con el amor? ¿Es más romántico casarse con un pobre que con un rico? No para estas “celebrities”, que, casualmente, cayeron en brazos de hombres y mujeres con buenas fortunas. ¡Qué caprichoso es Cupido! Pero tengan claro que lo principal es el amor. Lo de los millones ya es otro cantar..
Alfonso Diez. La llegada de Alfonso Díez a la vida de la desaparecida duquesa de Alba fue todo un bombazo. Funcionario, considerablemente más joven que ella, de porte galán y caballeroso y con ganas de casarse con su enamorada. Alfonso (64) dejó su puesto en la Administración pública y se trasladó a vivir en palacios y magníficas residencias. Viajó por todo el mundo, se hospedó en los mejores hoteles y frecuentó las mejores compañías. Eso seguro que no lo hubiese conseguido acumulando trienios.
Jay Rutland. ¿Cuál es la mejor forma de reencauzar una carrera profesional ruinosa? Pues casándote con una rica heredera. Jay Rutland (34) era un corredor de Bolsa desempleado y con muy poca visión comercial cuando conoció a Tamara Ecclestone, heredera del rey de la Fórmula 1, quien posee una fortuna de 3.900 millones de euros. Jay ha pasado de dirigir una empresa en ruinas -por la que gana unos 300 euros al mes-, a frecuentar desfiles, vivir en mansiones y acompañar a su suegro a los mejores hoteles. Y todo por amor, que conste.
Isabel Preysler. La reina de corazones es también la reina del ‘braguetazo’ en España. Y no es que Isabel Preysler (64) no se haya dedicado cada uno de los días de su vida a mejorar su ya afortunada vida, pero, desde luego, ha tenido una suerte enamorándose… De ser una jovencita desconocida pasó a ser la mujer de Julio Iglesias, con todo lo que ello conlleva. Y no contenta con eso, pasó por Carlos Falcó y acabó en Miguel Boyer. ¿Alguien tiene el teléfono del Cupido de Isabel?
Salma Hayek. No es que la actriz Salma Hayek (48) estuviese falta de fondos -su carrera como actriz, directora y productora le ha dado muchos alegrías-, pero su relación con el magnate François-Henri Pinault no le vino nada mal. Pinault es presidente del grupo Pinault-Printemps-Redoute, propietario de marcas como Gucci, Yves Saint-Laurent, Balenciaga y Puma o de la casa de subasta Christie’s. Debe ser que el amor, con dinero de por medio, es más amor todavía. ¡Qué envidia!
Kate Middleton. De ser la futura propietaria de una empresa de artículos para fiesta a convertirse en la nueva duquesa de Cambridge hay un salto importante. Kate Middleton (33) era una chica normal, de buena familia y con una educación exquisita cuando conoció al príncipe Guillermo. Tontearon, se enamoraron y pasaron a ser la pareja más buscada de Reino Unido, pero la presión pudo con ella y acabaron rompiendo. Aun así, cuando hay amor, hay amor y contra eso no se puede luchar. Ahora ejerce de duquesa de Cambridge y cariñosa madre de familia.
Charlene de Mónaco. ¿Quién nos iba a decir que Alberto de Mónaco acabaría casándose y teniendo hijos? El soltero de oro de las monarquías europeas encontró el amor en la nadadora sudafricana Charlene Wittstock (37), que colgó los trajes de baño para vestirse con los mejores modelitos de alta costura. La princesa se instaló en palacio y se convirtió en la primera dama de Mónaco. Ahora, a juzgar por las fotografías que vemos cada semana, el dinero y el lujo no dan la felicidad. ¿Qué le ocurre a la princesa triste?
¿Está el dinero reñido con el amor? ¿Es más romántico casarse con un pobre que con un rico? No para estas “celebrities”, que, casualmente, cayeron en brazos de hombres y mujeres con buenas fortunas. ¡Qué caprichoso es Cupido! Pero tengan claro que lo principal es el amor. Lo de los millones ya es otro cantar..
Alfonso Diez. La llegada de Alfonso Díez a la vida de la desaparecida duquesa de Alba fue todo un bombazo. Funcionario, considerablemente más joven que ella, de porte galán y caballeroso y con ganas de casarse con su enamorada. Alfonso (64) dejó su puesto en la Administración pública y se trasladó a vivir en palacios y magníficas residencias. Viajó por todo el mundo, se hospedó en los mejores hoteles y frecuentó las mejores compañías. Eso seguro que no lo hubiese conseguido acumulando trienios.
Jay Rutland. ¿Cuál es la mejor forma de reencauzar una carrera profesional ruinosa? Pues casándote con una rica heredera. Jay Rutland (34) era un corredor de Bolsa desempleado y con muy poca visión comercial cuando conoció a Tamara Ecclestone, heredera del rey de la Fórmula 1, quien posee una fortuna de 3.900 millones de euros. Jay ha pasado de dirigir una empresa en ruinas -por la que gana unos 300 euros al mes-, a frecuentar desfiles, vivir en mansiones y acompañar a su suegro a los mejores hoteles. Y todo por amor, que conste.
Isabel Preysler. La reina de corazones es también la reina del ‘braguetazo’ en España. Y no es que Isabel Preysler (64) no se haya dedicado cada uno de los días de su vida a mejorar su ya afortunada vida, pero, desde luego, ha tenido una suerte enamorándose… De ser una jovencita desconocida pasó a ser la mujer de Julio Iglesias, con todo lo que ello conlleva. Y no contenta con eso, pasó por Carlos Falcó y acabó en Miguel Boyer. ¿Alguien tiene el teléfono del Cupido de Isabel?
Salma Hayek. No es que la actriz Salma Hayek (48) estuviese falta de fondos -su carrera como actriz, directora y productora le ha dado muchos alegrías-, pero su relación con el magnate François-Henri Pinault no le vino nada mal. Pinault es presidente del grupo Pinault-Printemps-Redoute, propietario de marcas como Gucci, Yves Saint-Laurent, Balenciaga y Puma o de la casa de subasta Christie’s. Debe ser que el amor, con dinero de por medio, es más amor todavía. ¡Qué envidia!
Kate Middleton. De ser la futura propietaria de una empresa de artículos para fiesta a convertirse en la nueva duquesa de Cambridge hay un salto importante. Kate Middleton (33) era una chica normal, de buena familia y con una educación exquisita cuando conoció al príncipe Guillermo. Tontearon, se enamoraron y pasaron a ser la pareja más buscada de Reino Unido, pero la presión pudo con ella y acabaron rompiendo. Aun así, cuando hay amor, hay amor y contra eso no se puede luchar. Ahora ejerce de duquesa de Cambridge y cariñosa madre de familia.
Charlene de Mónaco. ¿Quién nos iba a decir que Alberto de Mónaco acabaría casándose y teniendo hijos? El soltero de oro de las monarquías europeas encontró el amor en la nadadora sudafricana Charlene Wittstock (37), que colgó los trajes de baño para vestirse con los mejores modelitos de alta costura. La princesa se instaló en palacio y se convirtió en la primera dama de Mónaco. Ahora, a juzgar por las fotografías que vemos cada semana, el dinero y el lujo no dan la felicidad. ¿Qué le ocurre a la princesa triste?