BOXEO: Campeonatos, Mundiales y Exhibiciones

Cuando el boxeo renació en una plaza de toros


La lección de un descendiente de esclavos y de un sobrino de Oscar Wilde en la Monumental


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Domingo Marchena, Barcelona
16/05/2020 02:00 | Actualizado a 19/05/2020 14:59


El boxeo ha muerto mil veces. Mil veces lo han enterrado y mil veces ha renacido. Hoy hablaremos de la resurrección del 23 de abril de 1916, a raíz del combate entre Jack Johnson y Arthur Cravan en la Monumental, una de las tres plazas de toros que tuvo Barcelona. Pero para comprender qué pasó aquel día hay que avanzar medio siglo en la máquina del tiempo. Bienvenidos al Palacio de Convenciones de Miami Beach. Es el 25 de febrero de 1964. Ha nacido el boxeo moderno y una leyenda, Cassius Clay.

Aquel jovenzuelo de 22 años, que más adelante abrazaría la fe musulmana y se transformaría en Muhammad Ali, dejó pasmado a medio mundo (y a las casas de apuestas). Se deshizo de Sonny Liston y le arrebató el título de los superpesados contra todo pronóstico. Nadie creía en las posibilidades del aspirante. Pero si su victoria de 1964 fue inapelable, aún lo fue más la de 1965, cuando ganó por KO técnico en el primer asalto de la revancha. Hubo más de un derrotado: Liston fue uno de los últimos grandes campeones en manos de la mafia.



Unos años antes, cuando aún no lo habían destronado, Liston se tropezó en un hotel de Los Ángeles con un conocido, Moe Dalitz, un capo del crimen organizado de Las Vegas. El boxeador le sonrió y amagó con golpearlo, pero el otro no estaba para bromas: “Si me tocas, eres hombre muerto, negrazo”. Y aquel titán, que en el cuadrilátero era capaz de romper mandíbulas, reculó y bajó la mirada, como explica David Remnick en Rey del mundo: Muhammad Ali y el nacimiento de un héroe americano (Debolsillo).

Por eso fue tan importante la irrupción de Ali, que pudo triunfar y manejar su carrera al margen de gentuza como Moe Daliz. Su historia no tiene nada que ver con la del propio Liston ni con la de otros campeones negros, como Johnny Saxton, dos veces campeón mundial del peso welter. Ganó ingentes cantidades de dinero, que pasaron de su bolsillo a los de un hampón del clan Lucchese: el promotor Paolo Giovanni, Frankie, Carbo. Sus tentáculos en el ring trataron de llegar hasta Jake LaMotta (el Toro salvaje de Scorsese).

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El Clay vs Liston de 1964 (Getty)
El Clay vs Liston de 1964 (Getty)
Los Lucchese ya eran entonces, y lo fueron hasta finales del siglo XX, “una de las bandas mafiosas más importantes de Nueva York”, como subraya Mike Dash en La primera familia: extorsión, venganza, muerte y el nacimiento de la mafia americana (Debate). Sus negocios abarcaban los asesinatos y las extorsiones en la construcción, el transporte aéreo, las industrias de tratamiento de basuras y, entre otros, los mercados mayoristas de frutas y hortalizas de Brooklyn y el Bronx. Y también las apuestas deportivas y el boxeo…

¿Qué le pasaba a un púgil en las garras de los Lucchese? El caso de Johnny Saxton es revelador. El 5 de marzo de 1959, apenas tres meses después de su retirada, lo detuvieron por un robo con un exiguo botín de cinco dólares y 20 centavos. En su carrera había ganado más de un cuarto de millón. El juez le preguntó: “¿Dónde está su dinero?”. Y él respondió: “No lo sé. Nunca tuve mucho”. Cuando el magistrado quiso saber por qué se había retirado, contestó: “Porque a ellos ya no les hacía falta”.

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El entrenamiento de Cravan © Arxiu Fotogràfic Centre Excursionista de Catalunya (AFCEC)
El entrenamiento de Cravan © Arxiu Fotogràfic Centre Excursionista de Catalunya (AFCEC)


Ellos, la mafia, lo abandonaron tras exprimirlo como un limón. Eso no pasó con Muhammad Ali. Su vida fue una montaña rusa con mil altibajos. Tuvo tantos problemas que no caben aquí. Pero hasta que llegó él, los campeones negros acababan sin un céntimo, como Saxton, o tenían que agachar la cabeza, como Liston. “Él no hizo ni una cosa ni la otra”, dice Norman Mailer en El combate (Contra), que narra su pelea de 1974 contra George Foreman, en Kinshasa, Zaire (hoy República Democrática de Congo).

El mismo bocazas que derrotó a Liston, y que se quejaba en 1964 de que no le dejaran entrar en los hoteles y restaurantes de los blancos, decía diez años después: “Voy a destrozar a ese negro”, en referencia a Foreman. Quizá Ali fue el primer boxeador negro de la historia que logró que lo vieran “sólo como a un boxeador, no como a un negro que boxeaba”, concluye Joyce Carol Oates, autora de Del boxeo (Alfaguara) y de frases como esta: “La vida se parece al boxeo, pero el boxeo sólo se parece al boxeo”.

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La pelea © AFCEC
La pelea © AFCEC
 
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Para que Ali llegara hasta la cima una lista interminable de púgiles tuvo que abrirle camino. Jack Johnson fue quizá el más importante de todos. Regresemos al pasado. Plaza de toros de la Monumental, domingo, 23 de abril de 1916. Dos malditos, dos púgiles irrepetibles, se enfrentan en una exhibición ante 30.000 barceloneses: el estadounidense Jack Johnson y un héroe local, el dandy suizo Arthur Cravan, poeta, sobrino de Oscar Wilde, trotamundos y genio surrealista. Un supercampeón y un aficionado.

¿Qué hacían allí? Fue más que una pelea. Para Johnson (1878-1946), descendiente de esclavos, el boxeo era una liberación. Para Cravan (1887-1918), que buscaba respuestas a preguntas que no tenía, una expiación. En Jamás nadie me verá sobre un ring (Comanegra), su brillante reflexión sobre el boxeo catalán, Julià Guillamon explica que aquello fue “un acto dadaísta perfecto”. Josep Maria Co i de Triola, pionero del fotoperiodismo deportivo, realizó una extraordinaria serie de fotos sobre la velada.
Los púgiles © AFCEC

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Los púgiles © AFCEC

Las imágenes forman parte del archivo del Centre Excursionista de Catalunya. Co i de Triola (1884-1965) fue socio de esta entidad más que centenaria, a la que donó su impresionante fondo fotográfico, que puede verse aquí. No sólo fotografió el combate, sino los entrenamientos de Arthur Cravan en la montaña de Collserola, junto a otros aficionados, entre los que destaca el boxeador y entrenador Frank Hoche, el Lobo , francés de nacimiento y catalán de adopción.


Jack Johnson fue uno de los mejores superpesados de la historia. El añorado Francisco Rodríguez Feu, Rodri , lo eleva a los altares en Los grandes campeones del mundo de los pesos pesados: de John L. Sullivan a Joe Louis (El Cobre). “Habría podido ganar al Mike Tyson de la mejor época”, aseguraba este púgil, entrenador y escritor. Sólo lo derrotó el racismo. El gigante de Galveston no viajó a Europa por placer ni recaló en Barcelona para hacer turismo. Se exilió para eludir una condena por tener amantes blancas.

© AFCEC
© AFCEC


Jack Johnson ostentó su cetro entre 1908 y 1915. Sólo perdió 13 de sus más de cien combates, casi al final de su carrera. Tan insultante fue su dominio que propició el nacimiento de la expresión la gran esperanza blanca . La esperanza de hallar un blanco a su altura. En 1913 lo condenaron por la infame Mann Act, una ley que en teoría castigaba a los solteros que viajaran con una mujer de un estado a otro con “intenciones inmorales”. En la práctica, sólo se aplicaba a negros con blancas, y no a blancos con negras.


Su novia del momento se casó con él in extremis para salvarlo, pero entonces apareció una amante despechada, también blanca, que declaró en su contra. Antes de que la sentencia se ejecutara, el matrimonio Johnson huyó a Europa. En Barcelona sobrevivió como pudo, con peleas de exhibición, como la de Cravan, que recibió una soberana paliza. Fue un duelo muy desigual y Johnson, que ganó sin despeinarse, lo alargó hasta el sexto asalto para que la parroquia no se marchara muy defraudada.

Johnson y Cravan © Library of Congress / AFCEC
Johnson y Cravan © Library of Congress / AFCEC
En 1915, el campeón puso su corona en juego en La Habana y perdió. Siempre dijo que le engañaron y le prometieron que revocarían su condena, si se tiraba a la lona. En 1920, cansado de dar tumbos, regresó a Estados Unidos y cumplió una pena de un año y un día de cárcel. Su delito, ser negro. Los dos protagonistas del espectáculo de la Monumental tuvieron un trágico final, pero dieron una lección. Aunque no volvió a ser el mismo tras salir de prisión, Johnson nunca se rindió ante las injusticias. Y Cravan demostró que hasta la peor derrota puede ser dulce.


Poco después de la pelea de la plaza de toros, el poeta boxeador se marchó a Estados Unidos, donde defendió que Jack Johnson, que entonces aún era un prófugo, era más grande que Walt Whitman y debería ocupar la Casa Blanca. Un día, en Nueva York, debía impartir una conferencia, pero llegó tan borracho que se empezó a desnudar porque creía que iba a boxear. Desapareció en 1918, supuestamente en un naufragio mientras realizaba un crucero por el golfo de México. Su cuerpo nunca apareció.

El matrimonio Ali y el presidente Bush, en el 2005 © White House
El matrimonio Ali y el presidente Bush, en el 2005 © White House
¿Y Johnson? Murió víctima de un accidente de tráfico en 1946. Unos meses antes, casi septuagenario pero aún con un imponente aspecto físico, se calzó los guantes por última vez. Lo hizo para una pelea benéfica a favor de los veteranos de guerra. Su país tardó más de un siglo en anular la condena racista que se le impuso en 1913. En mayo del 2018, la Casa Blanca le concedió el indulto póstumo. La gracia presidencial reconocía que el exilio y el encierro arruinaron la carrera deportiva “de uno de los mejores púgiles de todos los tiempos”.


Muhammad Ali falleció en el 2016, a los 74 años. Algo le unirá siempre a su padre, Jack Johnson. Algo que va más allá de sus victorias. Más allá también de sus injustas condenas. En el caso de Ali, por negarse a ir a Vietnam en 1967, lo que le privó del título y de competir durante casi cuatro años en el apogeo de su carrera. Gracias a Johnson, Ali descubrió que la dignidad es más importante que el dinero, el éxito y los aplausos. Y que nunca, nunca, nunca hay que pedir perdón por el color de la piel.

 
La noche que Tyson le arrancó un pedazo de oreja a Holyfield: una relación de odio, venganza y rencor
Fue el show boxístico más lucrativo del siglo. Detrás de esos dos hombres había una historia en común donde se conocían secretos, bajezas y puntos frágiles donde atacarse. Al final de los días, también había admiración entre sí


Por Cherquis Bialo
31 de mayo de 2020




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Una imagen histórica: Tyson le muerde la oreja a Holyfield

Tal vez pensando solo en la unión de las palabras, el promotor Don King llamó a la revancha entre Mike Tyson y Evander Holyfield “El Sonido y la Furia”. Era el título de la novela que William Faulkner escribió en 1929 y que refiere con dramática crudeza a la vida contada por un discapacitado mental.

Tal vez sin quererlo Tyson pudo ser ese protagonista del brillante escritor norteamericano cuando seccionó con la fuerza de sus dientes rabiosos ocho centímetros de la oreja derecha de su ex compañero Evander Holyfield. Aquello ocurrió una noche de inolvidable oprobio ante millones de azorados testigos en todo el mundo según lo reflejan las cifras oficiales: fue la pelea mejor paga de la historia para boxeadores profesionales en ese momento; Holyfield cobró 35 millones y Tyson 30, de los que le redujeron el 10 % por la multa a su conducta antideportiva.

También había sido, hasta ese momento, el evento más lucrativo de todos los tiempos: el PPV se vendió a dos millones de hogares que produjeron 99 millones de dólares. Además, asistieron 18.187 personas al estadio del MGM de Las Vegas que generaron 17.277.000 de dólares. A los que hay que agregarles más de 21.000.000 de dólares en derechos internacionales y 6 millones por la proyección en lugares con Circuito Cerrado traducidos en 1627 cines y teatros en todo el territorio de los Estados Unidos. Estos números recién fueron superados en 2007 por De La Hoya vs. Mayweather, por Mayweather vs. Pacquiao y por Mayweather vs. McGregor.


Para esos millones de espectadores se trataba de una esperada revancha después del triunfo de Evander por nocaut técnico en el 11° round cuando se enfrentaron por primera vez el 9 noviembre de 1996; para los boxeadores en cambio, era la continuidad relacional de un tormentoso pasado que los unía en el secreto y la abyección.









El día que Mike Tyson le mordió la oreja a Evander Holyfield



La historia de la disputa personal entre ambos comenzó en el campamento de Colorado Spring en agosto del ’83 cuando el equipo preseleccionado de USA iniciaba su camino hacia los Juegos Olímpicos de Los Angeles ’84. Entre los pesados estaba Mike Tyson que tenía 17 años y junto a los medio pesados, con 10 kilos menos se hallaba Evander Holyfield. El problema para Pat Natti, el director técnico jefe del equipo, era que nadie quería guantear con Tyson a quien consideraban un animal, mal compañero pues siempre aprovechaba su impresionante pegada para noquear o causarle daño a quien fuere.

El único del equipo que le hablaba a Tyson era Holyfield; los demás aludían a él con sarcasmo e ironía pues Mike entrenaba con unos pantalones blancos muy ajustados en los glúteos y los boxeadores del equipo solían hacer chistes de mal gusto imitando a los homosexuales. También se burlaban de su manifiesto seseo al hablar y de sus frases poco entendibles ya que a Mike le costaba cerrar la idea de lo que quería decir.


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Tyson ya mordió a Holyfield quien le muestra a Mills Lane el resultado en su oreja. La multa que le cobraron al mordedor alcanzó los tres millones de dólares.

Los integrantes de aquel equipo despreciaban a Tyson a pesar de saber algunas de las cosas terribles que había padecido y de haberles confesado personalmente: “Mi madre era una trabajadora sexual, mi padre fue un delincuente drogadicto y nos abandonó cuando éramos niños, fui 38 veces detenido por la policía por hurto, robo, ebriedad, acoso, extorsión, agresión a la policía, lesiones, abuso…”.

Por cierto aquellos jóvenes boxeadores estaban lejos de sospechar lo más abominable que Tyson había sido abusado sexualmente a los 7 años, tal su conmovedora confesión a la ESPN y que fuera ratificada la semana pasada en el programa Opie Radio de la cadena Sirius XM. Fue en ese medio en el cual se proponía hablar sobre su intención de regresar al ring para realizar una exhibición benéfica y terminó diciendo públicamente algo que solo sabían algunas personas vinculadas al boxeo y al pasado de su vida.

En aquel año de 1983 el único que aceptó hacer guantes con Tyson fue Evander quien por entonces tenía 21 años. "Yo no le tengo miedo a esa bestia”, exclamaba. Y el entrenador Pat Nati vivió una odisea pues a pesar de sus recomendaciones a Tyson para que no se excediera no los pudo controlar ni separar y se pegaron desenfrenadamente durante dos minutos sin dar un paso hacia atrás. Mientras se pegaban tanto Tyson como Holyfield se insultaban de la peor manera y en aquella sesión de guantes Evander le metió un par de cabezazos y golpes bajos que fueron naturalmente amortizados por los protectores de cada zona. A Tyson le quedó claro que el único de todo el grupo que no le tenía miedo era Holyfield.

En el mismo sentido y sin sospechar ningún futuro, Evander aprendió como desestabilizar emocionalmente a Tyson: hablarle, insultarlo, tirarle cabezazos, palanquearlo, pegarle abajo, ponerlo furioso. Una semana después de ese suceso, el entrenador del equipo de los Estados Unidos Pat Natti recibió el reporte médico de todos los boxeadores que habrían de competir para llegar a ser olímpicos y lo paralizó una frase proveniente del área de Psicología: “El coeficiente mental de Michael Gerard Tyson o Mike Tyson es equivalente al de un niño de 12 años”. Finalmente Henry Tillman le ganó la pelea clasificatoria y luego se consagró campeón olímpico de los pesados en Los Angeles ’84. En ese equipo también obtuvo la medalla de bronce pero en la categoría medio pesado, Evander Holyfield.

Jamás el MGM de Las Vegas había vivido una noche tan caótica como la del 28 de Junio de 1997. Nunca antes el ring se vio invadido por mas de cien personas exaltadas que cumpliendo diferentes funciones quedaron encerrados en los 6 metros por lado que mide el cuadrilátero, apretujados, confundidos, mezclando voces, expresiones, transpiración, euforia, desencanto, indignación, sonrisa, gritos, llanto, amenazas… Y en medio de tanto pavor Tyson –ya descalificado– que quería ir a pegarle a Holyfield cuya impresionable herida en la oreja derecha se transformaba en un símbolo cruel del salvajismo.


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Según pasan los años. Tyson y Holyfield otra vez cruzados por la historia cuando se especuló en una posible pelea a beneficio. (@merisdesigns)

El público seguía atónito pues había visto en vivo y revisto en las pantallas del MGM cómo Tyson en la segunda vuelta le seccionaba una parte de la oreja derecha a Holyfield sin que el árbitro Mills Lane lo descalificara de inmediato. Más grave aún permitió que la pelea continuase. Fue así que cuando sonó la campana llamando a combatir para el tercer asalto, Tyson salió disparado de su esquina sin el protector bucal, fuera de sí, rememorando sus tristes épocas de pandillero y le propuso a Holyfield el cambio de golpes. Lo hizo tres veces y siempre halló la respuesta de un rival entero física y mentalmente. Fue entonces cuando fuera de sí e impotente lo volvió a hacer, pero ésta vez la mordida fue a la oreja izquierda.

Holyfield le ganaba por segunda vez. O por tercera si contamos aquella pelea durante el entrenamiento en Colorado Spring cuando ambos eran amateurs y con diez kilos de ventaja Tyson recibió más de lo que pegó ante el único compañero de equipo que se le animaba y le dirigía la palabra sin ocultarle su desprecio.

Después del desorden generalizado, el abandono lento y tensionado del estadio, los corrillos impregnados de polémicas en los pasillos, restaurantes y bares del hotel, las voces altisonantes en el lobby, en los ascensores y hasta cierto clima extraño en las mesas del casino, se realizó de igual manera una apocalíptica pero sagrada conferencia de prensa. Fue allí donde Tyson se quejó de haber recibido dos cabezazos: uno el round inicial y otro “tremendo”, dijo, en el segundo asalto. El árbitro Lane quien fue nombrado a pedido de Tyson declaró que “los cabezazos de Holyfield fueron accidentales”. Y en medio de mutuas acusaciones y desbordes, los dos volvieron a sus camarines.


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Holyfield hoy. Imagen de febrero de 2020. Antes de la pelea de Deontay Wilder y Tyson Fury en el Grand Garden Arena en Las Vegas.

Fue así que mientras todo retomaba su aspecto normal y el estadio regresaba a su silencio un empleado de limpieza del MGM subió a barrer el ring. Lo hizo con tanto cuidado que detuvo su escobillón frente a un llamativo y minúsculo cuerpo extraño. Luego de colocarse guantes de látex en sus manos, se agachó, lo volvió a observar y descubrió que tal residuo de unos ocho centímetros era el pedazo de oreja que los dientes de Tyson habían arrancado de la humanidad de Holyfield.

El empleado puso el pedazo de oreja en una bolsa con hielo y salió corriendo hacia el camarín de Evander, distante unos 80 metros. Al llegar le explicó al guardia de seguridad la situación y éste llamó a Tim Hallmark el preparador físico de Holyfield.

— Qué bueno, que suerte, lo llevaremos ahora al hospital para dárselo al cirujano plástico, tal vez pueda reinsertarla…,manifestó agradecido.

Sin embargo Holyfield y Hallmark siempre declararon que el pedazo de oreja lo perdieron en el viaje a bordo de la ambulancia pues nunca lograron hallarlo en el tubo en el cual lo habían colocado antes de salir desde el MGM hacia el hospital. A la herida en la oreja de Evander le aplicaron ocho puntos de sutura para unir las partes.

Muchos años después la empresa Foot Looker utilizó aquel dramático momento en la historia del boxeo para hacer un comercial tan negro como ingenioso. En el guión Tyson tocaba el timbre de la casa de Holyfield y le entregaba un paquetito mientras le decía: “La guardé en formol, es tuya”, en referencia al pedazo de oreja que sus dientes le habían arrancado.

Sin Tyson no hubiese habido Holyfield. Esas dos peleas y especialmente la última, la de la oreja, los simbiotizaron pues resulta difícil nombrar a uno sin asociarlo con el otro. Y hasta es admisible cierto respeto y vedada admiración pues fue Evander el único que le hablaba en las épocas juveniles, aceptaba hacer guantes con él, se fajaba de igual a igual con diez kilos menos y cuando llegó el momento de disputar la corona mundial de los pesados supo como desequilibrarlo con sus fouls, sus insultos y su oficio.

Holyfield estuvo en Buenos Aires en el 2011 en oportunidad de celebrarse los 20 años de Space. La gestión para traerlo estuvo a cargo del prestigioso colega Juan Abraham-Larena, la figura comunicacional más emblemática del boxeo en la señal. Fue en tal oportunidad en la cual Holyfield ya sea frente a la prensa o ante Daniel Scioli –entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires– refirió a la pelea contra Tyson sin desclasificar ninguna confidencia. Para Evander aquel episodio solo llenó una página gloriosa de su vida que le permitió ganar 30 millones de dólares, tener una casa con 109 habitaciones (luego subastada por deudas), resarcir dos divorcios, mantener a un nuevo hogar con once hijos, gastar unos 15.000 dólares por mes solo en el jardinero, ingresar al Hall de la Fama, facturar un millón de dólares al año en relaciones públicas para presentarse en eventos y ser para siempre la contrafigura de Mike Tyson, el pesado más violento y pegador de la historia.


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Tyson terminó reconociendo en Holyfield al osado compañero de equipo que lo enfrentó, le peleó, lo insultó, le quitó el equilibrio emocional, lo llevó al extremo del rencor, del odio y le ganó dos veces

Ahora a los 54, aquella criatura crecida en el avatar de la calle oscura, de la tenebrosidad irredenta, de la cárcel reiterada, de la piel sin caricias, del corazón sin ternura, extraña el mejor mundo que habitó, el de seguir siendo. Entonces volvió al gimnasio, se entrenó, bajó 20 kilos, subió un video que asombra por su velocidad y se dispone a volver al ring con fines solidarios. Si lo logra será contra un luchador de las Artes Marciales Mixtas (MMA). Tal vez Tito Ortiz o un Ortiz cualquiera, no importa, será bizarro y triste.

Lo que Tyson quería era hacerlo contra Holyfield, el osado compañero de equipo que lo enfrentó, le peleó, lo insultó, le quitó el equilibrio emocional, lo llevó al extremo del rencor, del odio y le ganó dos veces.

Hoy, atravesando la mayor edad, Tyson transformó el odio en reconocimiento y Holyfield dejó de ser su adversario pues se ha transformado en una parte esencial de su propia vida.


 
Holyfield quiere pelear contra los Tyson, Bowe y Lewis

El excampeón de los pesados, de 57 años, está interesado en exhibiciones de caridad con sus contemporáneos, “no quiero ir y pelear contra alguien que intenta hacerse un nombre. La gente quiere verme a mí y a Riddick, Mike y Lennox”




Evander Holyfield y Mike Tyson en la pelea del MGM Grand Garden de 1997
Evander Holyfield y Mike Tyson en la pelea del MGM Grand Garden de 1997 (Jed Jacobsohn - Jed Jacobsohn / Getty)



MundoDeportivo.com

Actualizado a 04-06-2020 08:45

El exboxeador de los pesos pesados Evander Holyfield, ahora de 57 años, aclaró que no tiene interés en pelear con boxeadores jóvenes cuando regrese a los cuadriláteros.

Holyfield, un ex cuatro veces campeón de peso completo, que ha dicho que está interesado en exhibiciones de caridad, parece estar centrado en tener rivales como Mike Tyson, de 53 años; Riddick Bowe, de 51, o Lennox Lewis, de 54.


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Boxeo

"Es mejor hacerlo con personas contemporáneas a uno", declaró Holyfield a The Times de Londres.
Agregó que "no quiero ir y pelear contra alguien que intenta hacerse un nombre. La gente quiere verme a mí y a (Riddick) Bowe, por supuesto, o a Mike Tyson y tal vez Lennox (Lewis), eso sería bueno".
Tyson fue quien inició el probable regreso de boxeadores retirados al publicar un vídeo en el que se le ve entrenando, después de lo cual declaró su intención de pelear por caridad.

Así entrena Holyfield



Holyfield no quiere ser menos que Tyson: Brutal entrenamiento con 57 años


Holyfield hizo lo mismo publicando sus vídeos y diciendo que él también regresaría al cuadrilátero y comentó que un tercer duelo contra Tyson, al que ha ganado las dos veces anteriores.
Algunos han apoyado la idea de las leyendas que luchan por la caridad. Otros se preocupan por su bienestar y salud.
En ese sentido, Holyfield sugirió que él y sus compañeros estarán bien. "Mira, pelearemos tres episodios, no son 10 ni 15. Quizás haya algún golpeado", admitió.
Agregó que "mi intención no es noquear a alguien, pero tienes guantes de 16 onzas y también tienes buenas oportunidades para entrenar".

https://www.mundodeportivo.com/boxe...ere-pelear-contra-los-tyson-bowe-y-lewis.html
 
Vi pelear a los dos: Muhammad Alí hubiese humillado a Tyson antes de noquearlo
Qué hubiera pasado si los dos pesos pesado hubiesen coincidido en una pelea. El periodista que presenció los combates de cada uno, enumera las razones por las que el más sagaz hubiese derrotado al más feroz


Por Cherquis Bialo
7 de junio de 2020




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Dos estilos, dos ídolos, dos campeones. El autor imagina cómo hubiera sido el enfrentamiento de estos dos grandes pesados que dominaron por año la mayor categoría del boxeo.


Dos estilos, dos ídolos, dos campeones. El autor imagina cómo hubiera sido el enfrentamiento de estos dos grandes pesados que dominaron por año la mayor categoría del boxeo.

Para transitar esta pelea imaginaria deberemos fijar un punto referencial que nos ubique en un tiempo y en una circunstancia. Ese punto de partida nos servirá para llevar a cabo la hipótesis más admisible pues será en esos periodos donde se darán inequívocas simetrías comparables.

Muhammad Alí era campeón del Mundo al momento de ser sancionado con el retiro de su licencia por negar su alistamiento a las fuerzas armadas mientras se llevaba a cabo la guerra en Vietnam. Su pelea previa a la suspensión la había realizado el 22 de marzo de 1967 noqueando a Zora Folley en el 7° round. Tres años y medio después, el 26 de octubre de 1970, volvió a los rings frente a Jerry Quarry a quien derrotó por nocaut en el 3°asalto.

Muhammad Alí tenía por entonces 28 años y llevaba disputadas 29 peleas de las cuales había ganado 24 por nocaut, incluyendo la que lo consagró campeón mundial frente al temible Sonny Liston el 25 de febrero de 1964 en Miami.

Mike Tyson ya no era campeón del mundo al momento de ir a prisión por violar a Desiderée Washington en la suite 606 del hotel Canterbury de Indianapólis el 17 de Julio de 1991. La jueza Patricia Gifford lo condenó a 6 años de prisión y una indemnización de 30.000 para su víctima, aunque por buena conducta recuperó su libertad a los 3 años y 8 meses.



En ese momento Tyson tenía 29 años había perdido su invicto y su corona mundial frente a James Douglas por nocaut en el 10° round en Tokio. Antes de ello había ganado 37 peleas de las cuales 33 fueron por nocaut y cuatro por decisión. Sólo le habían aguantado James Tills y Mitch Green en el 86’ y James Smith y Tony Tucker en el 87’, rivales de gran experiencia y muchas mañas. Y este detalle no será menor a medida que avancemos en el análisis.

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Tyson sale de presión donde estuvo tres años y medio, dispuesto a reconquistar el título de campeón del mundo.

Tomemos entonces como referencia para un imaginario encuentro dos peleas emblemáticas: Ali-Foreman (1974) y las dos Tyson-Holyfield (1996 y 1997). Para validar este parámetro veamos los factores convergentes:

1) Los dos venían de largas ausencias, habían sido campeones mundiales, eran celebridades muy cotizadas y el público los amaba.

2) Los dos ambicionaban recuperar sus coronas, tenían edades de plenitud física y habían definido sus estilos.

3) Ambos debían recomenzar con peleas de menor riesgo supuesto hasta llegar a la del campeonato; pero no fue así.

4) Tyson recuperó el titulo frente a Frank Bruno (K.O.T en el 3°) tras dos peleas muy fáciles y sin gasto físico: Peter Mc Neeley y Buster Mathis, en total 4 rounds. Eso ocurrió cuando tenía 30 años, el 16 de marzo de 1996.

5) Alí en cambio recién pudo llegar hasta el entonces invencible campeón George Foreman tras 17 peleas durísimas ante los rivales más poderosos del momento como Ringo Bonavena, Joe Frazier (ex campeón del mundo, pelea y revancha agónicas), Ken Norton (también dos veces con rotura de su mandíbula), Buster Mathis, Jimmy Ellis y Floyd Patterson (ambos ex campeones mundiales), entre otros. Al momento de llegar a Kinshasa para enfrentar a Foreman había subido esta difícil cuesta y tenía 32 años cumplidos el 30 de octubre de 1974.

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Para recuperar el título perdido, Alí se enfrentó a duras batallas, entre ellas, donde derrotó a Ringo Bonavena luego de una áspera evolución del combate.

6) Tyson enfrentó a Holyfield en Las Vegas con 47 peleas realizadas y Alí peleó contra Foreman en el Congo también con 47; hay dos significativas diferencias: los rivales de Alí fueron todos de primerísima línea y tenía dos años más que Tyson. Y por último:

7) Los tres años de Alí fuera del boxeo fueron para predicar sus creencias religiosas y militar en el Muslim enfrentando los graves cargos de deserción ante un tribunal militar, mientras que los tres años y medio de Tyson en prisión se cumplieron de manera licenciosa no exento de drogas, mujeres y alcohol, según su propio testimonio.

¿Qué plan de pelea podría haber llevado Tyson que no fuera el de atacar de entrada a Alí? ¿Sabría hacer otras cosa? ¿Podría hacerla ante un rival de tantos recursos?

Tyson, el de la pegada más fuerte y el ataque más veloz entre los pesados de la historia, sólo podría recurrir a encontrar el espacio para conectar su temible combinación de dos golpes con la misma partida: la izquierda en gancho a los intercostales para cortar el aire y el gancho ascendente a cualquier destino de la cabeza. Fue ésta su fórmula para consumar los 44 nocauts obtenidos en su notable campaña; pero este recurso único también explica cinco de sus derrotas pues la restante fue por descalificación, producto de su furioso mordisco a Holyfield en el 3° asalto de la pelea revancha.

A Tyson le ganaron dos boxeadores ortodoxos de calificados recursos técnicos como Evander Holyfield –quien además lo volvió loco con sus palancas, amarres, cabezazos y provocaciones verbales– y Lennox Lewis, un ingles de fina estampa, gran estatura, impecable manejo del jab izquierdo y armonioso desplazamiento en retroceso.

Lewis era la mitad de Alí en destreza técnica, personalidad y corazón. Sin embargo eso fue suficiente para que venciera a Tyson por nocaut en el 8° asalto. No contaremos las últimas dos derrotas contra Danny Williams (30-7-2004) ni la de Kevin Mc Bride (11-6-2005) pues ya Mike no era Tyson. Un caso similar al de Alí que perdió las últimas dos contra su ex sparring, el bueno de Larry Holmes (2-10-80 por K.O en el 10°) y Trevor Berbick (11-12-81 por puntos) cuando la artrosis y las deudas escribirían cruelmente los capítulos finales de tan bella y dramática historia.

Ali medía 1.91 y Tyson 1.78. Y el alcance de brazos de Muhammad era de 198 cm contra 180 cm de Tyson.

Los impresionantes músculos de Tyson fueron logrados con anabólicos y otros aditamentos muy comunes en los gimnasios, los de Muhammad con ejercicios de Calistenia, una gimnasia griega, tradicional en los boxeadores.

Estas conformaciones musculares han producido siempre el dilema de una mayor fuerza en la pegada (Tyson) a cambio de una más veloz soltura en los brazos (Alí) para “picar como una avispa y flotar como una mariposa". No es todo: haber trabajado la fuerza con mucha carga en el gimnasio también produce glúteos, cuadriceps y gemelos muy gruesos, marcados y fuertes (Tyson) que terminaran conspirando ante la necesidad de un desplazamiento rápido lateral o en retroceso (Alí) con piernas mas finas logradas a favor de la acumulación de kilómetros de running matutinos. Más aún, he visto a Muhammad correr un par de kilómetros hacia atrás en forma recta sobre un campo de hierba para endurecer sus glúteos y agilizar sus piernas.

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¿Cuál hubiese sido la chance Tyson para ganarle a Alí? Sólo con un golpe de nocaut en los primeros cinco asaltos, ejerciendo mucha presión de ataque

¿Qué pelea realizaría Alí? No caben dudas: la misma que hizo frente a los muchos Tyson que enfrentó en su larga y brillante carrera de 61 combates. Joe Frazier pegaba menos fuerte que Tyson pero tenía un ritmo de ataque mucho más sostenido. Foreman era más alto que Tyson y hacía partir los golpes con mayor velocidad. Y Sonny Liston era un pegador de implacable ofensiva y fulminante pegada. Estos tres ejemplos son los que, con matices, más se aproximan al estilo de oponente que hubiese significado Tyson para Muhammad.

Estos factores técnicos en los cuales debiera apoyarse cualquier estrategia resultarían algo menos importantes que el psicológico. Holyfield le ganó a Tyson porque lo dominó mentalmente en las dos peleas. En la última lo sacó de quicio hasta el desequilibrio. Fue cuando al comenzar el 3° round escupió el protector bucal y harto de los foules y de los insultos susurrados al oído en cada clinch, fue directamente a morderlo hasta su descalificación.

Muhammad, 22 años años antes que esto ocurriera, había debilitado a Foreman antes de subir al ring del estadio nacional de Kinshasa. La pelea terminó resultándole una pesadilla a George pues Alí le quedaba lejos cuando se proponía atacarlo y demasiado cerca cuando intentaba contragolpearlo. Nunca pudo resolver el tema de un espacio propicio para dispararle golpes. Alí siempre salía de la zona de fuego del noqueador y achicaba los espacios cuando elegía las sogas para la réplica. Fue en tales circunstancias que generó los tres golpes de nocaut (8° asalto, el 30-10-74 en Kinshasa) con los cuales recuperó por segunda vez su corona del Mundo.

— ¿Cuál hubiese sido la chance Tyson para ganarle a Alí? Sólo con un golpe de nocaut en los primeros cinco asaltos, ejerciendo mucha presión de ataque.

— ¿Cuál hubiese sido la chance de Muhammad de ganarle a Tyson? Llevarlo a una pelea larga, desgastarlo con el jab izquierdo, dominarle siempre la distancia, aprovechar todos los huecos para colar la derecha entrando y saliendo de la media distancia. Y obviamente desequilibrarlo emocionalmente hasta lograr que las dudas le quiten la necesaria entereza mental que lo impulsa. Para Muhammad no hubiese sido difícil lograrlo pues era su especialidad.


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Sonny Liston contra Muhammad Alí en Miami Beach, Florida, el 25 de febrero de 1964. En una pelea contra Tyson, Alí hubiese buscado alargar el desarrollo y desequilibrarlo desde lo anímico.

Los peleadores como Tyson apuestan a su agresividad y a lograr el primer golpe neto que les abra el camino. Si lo obtienen –por lo general es así– se impondrán; pero cuando el rival no lo facilita en el corto plazo tienden a deprimirse hasta la impotencia. Tal situación los “saca” del combate y son capaces de hacer cualquier cosa: algunos prefieren irse del ring como Mano de Piedra Duran frente a Ray Sugar Leonard y otros morder al rival como Bonavena a Lee Carr en los Panamericanos del 63’ o Tyson a Holyfield en la revancha del 96’.

Hubiésemos visto la pelea récord de audiencias, venta de tickets y apuestas. No se hubiese hablado de otra cosa en el mundo del deporte desde dos meses antes hasta la eternidad de la leyenda. Imaginar nada más la subida al ring de Tyson con sus pantalones negros, anchos, su toalla blanca en el grueso cuello de acero y aquella mirada intimidante… Y del otro lado cómo se hubiese enloquecido la multitud al advertir a un Alí concentrado, con la mirada fija y taciturna dentro de su bata blanca. Dos verdaderos gladiadores antiguos sin músicas estridentes, ni disfraces, ni escafandras, ni circo, listos para pelear y asegurarse la vida pues una pelea de tal magnitud le hubiese significado a cada uno de ellos no menos de 200 millones de dólares mas los royaltis generados por las diferentes plataformas.

Si Tyson no lo tomaba a Alí con algún golpe sorpresivo, no previsto, pues los de manual jamás le hubiesen llegado y mucho menos en los rounds iniciales, Muhammad hubiera ganado esa pelea.

Tras verlos combatir a ambos muchas veces, escribir sobre ellos y transmitir en muchos casos sus peleas, no me quedan dudas que Muhammad Alí habría dominado mental, técnica y tácticamente a Tyson hasta jugar con él y humillarlo antes de ponerlo nocaut.

Que bendición tan grande la de haberlos visto pelear personalmente para poder imaginar lo que jamás sucederá.

 
Junio 22 de 1938




Joe Louis vs Max Schmeling: La pelea del siglo

Hace casi 80 años, dos pilares del boxeo de principios de siglo serían protagonistas de la pelea más instrumentalizada que jamás se haya visto. Política, guerra y racismo detrás de un deporte.

Por
Marcos Nazar
17 febrero, 2014

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Era el mes de junio del año 1936, el hasta entonces invicto Joe Louis recibía en el Yankee Stadium de Nueva York al alemán Max Schmeling. “El bombardero de Detroit”, como le decían a Louis, se había transformado en ídolo de las multitudes, sobre todo en los jóvenes hombres y mujeres de color que veían en él una esperanza para acabar con el racismo existente por ese entonces en Estados Unidos. Década del 30`, hablamos de una sociedad norteamericana con un grado de discriminación inimaginable para quienes no vivieron esos días. Baños para negros, colectivos para negros, calles para negros, barrios para negros, una “vida para negros” opuesta completamente en todos sus aspectos a la “vida para blancos”.

El alemán, único campeón mundial de boxeo de su país, venia en representación de un régimen dictatorial que se encontraba en su punto de ebullición. Adolf Hitler había comenzado con su política expansionista y su plan siniestro ya estaba en marcha. Es por eso que el Káiser y todo su aparato propagandístico no podían dejar pasar la oportunidad. Además de organizar los Juegos Olímpicos en Berlín en ese mismo año, esta pelea era una excelente oportunidad para demostrar la superioridad de la raza aria.

En el 12do round, Schmeling noqueó a Louis dejando a todo el estadio enmudecido, era la primera vez que el local perdía, en pleno conflicto político y encima contra un alemán. Con o sin su consentimiento, la victoria de Max fue utilizada como propaganda política del nazismo a través de la representación de la misma como “un triunfo de la raza aria sobre los negros” y el pugilista fue elevado a la categoría de héroe nacional. “¡¿Pueden mostrarme algo mejor que Schmeling?!”, gritaba el Fuhrer.

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El afiche de la pelea. (Fuente: Internet)

Al año siguiente, mientras Hitler firmaba el acuerdo que formalizaría el grupo de “las potencias del eje”, Louis obtenía el titulo de campeón del mundo tras vencer por nock out en el 8vo asalto a James Braddock, convirtiéndose en el primer negro en ser campeón mundial desde que Jack Johnson lo había sido en 1915. Joe dijo que no se sentiría un verdadero campeón, hasta tanto no derrote al único boxeador que le había hecho conocer la lona. Y luego de dos peleas menores, firmó el contrato para llevar a cabo “la gran revancha”.

La fecha fue pactada para el 22 de junio de 1938. En los días previos a la pelea, Joseph (su nombre original) visito al por entonces presidente Franklin Delano Roosevelt. Según el New York Times las palabras textuales del primer mandatario para con el boxeador fueron “Joe, necesitamos músculos como los tuyos para derrotar a Alemania. Recuerda que cuando una causa es justa un americano nunca pierde”, cargando aun mas de connotaciones políticas al combate. Los norteamericanos estaban desesperados, tenían sed de venganza. Para ellos la revancha no era más que el bueno contra el malo de la película, los Estados Unidos libres frente a la Alemania nazi, la libertad frente al fascismo. Era la lucha del bien contra el mal.

La llegada de Max al continente del norte para la revancha fue un escándalo, cientos de personas se juntaron en la puerta del hotel donde concentraría abucheándolo al grito de “nazi, nazi, nazi”. Junto con Schmeling, viajaba un agente del departamento propagandístico del régimen que se encargaba de fogonear la pelea en los medios de comunicación a través de declaraciones como “Un negro nunca puede vencer a un blanco”, o esgrimiendo que lo recaudado por el “Perro Nazi” (como lo apodo la prensa norteamericana a Schmeling) sería utilizado por Alemania para la compra de mas armamento.

La primera noche del verano norteamericano del 38´ quedará para siempre en la historia. Con 24 años y una balanza que arrojó 90,3 Kg., Joseph Louis Barrows recibía nuevamente en el Yankee Stadium a quien fuera su único vencedor dos años atrás. Maximillian Adolph Otto Siegfried (nombre original de Max), con 32 años y una balanza que dio 87,7 Kg. subía al ring en los Estados Unidos, quiera él o no, con el cartel del “héroe de la raza superior”. Más de setenta mil personas habían comprado su ubicación. Fue transmitido por radio en cuatro idiomas distintos (inglés, alemán, portugués y español) y se estima que fue escuchado por un número no inferior a las 70 millones de personas en todo el mundo.

Increíblemente, la pelea duró tan solo 124 segundos. Fueron dos minutos y un poquito más en los que Louis se devoró al alemán. Al sonar la campana Joe salió disparado de su rincón y puso contra las cuerdas a su rival. Tras una gran combinación, Max, a punto de caer, quedó sostenido de las cuerdas. La lluvia de golpes de Louis no cesaba, Schmeling solo levantaba los puños mostrando una tibia defensa. Cayó al suelo por primera vez y se levantó. Ya reincorporado se abalanzó sobre norteamericano, quien lo esperó con un derechazo que lo depositó directamente en la lona. Cuando el teutón intentaba recomponerse, desde su rincón cayó la toalla blanca que marcaba el final.

El bien había triunfado sobre el mal y una persona de color era tapa de los principales diarios deportivos del mundo. Finalmente, Joe Louis se había podido desquitar con quien había sido el único que lo había hecho conocer el polvo de la derrota. ¡Y de qué manera! Solo dos minutos y cuatro segundos bastaron para que Schmeling cayera definitivamente en un combate en el que solo pudo tirar dos golpes.

Fue una pelea bisagra para los dos. Luego de eso, Max no volvió a pelear nunca más por un titulo mundial. Tuvo solo seis presentaciones posteriores que fueron todas en Alemania y contra rivales de menor fuste. En cambio Louis, por su parte, defendió la corona hasta 1949 acumulando un record de 25 defensas.


En coincidencia, tras la pelea, los dos fueron enlistados en los ejércitos de sus países para la Segunda Guerra Mundial. El “Perro Nazi” entró como paracaidista y fue herido en Creta en el 41`. Luego de eso, solo dio algunas exhibiciones para las tropas alemanas. Por su parte, Louis formó parte del ejército durante esos 4 años en los que no se subió a un solo ring. Posteriormente, organizó exposiciones para las tropas y llegó a donar más de 100 mil dólares al Fondo de Ayuda para el Ejército.

Joe y Max. Con el paso del tiempo, se hicieron grandes amigos.

“Mirando atrás, soy casi feliz de perder aquella pelea. Sólo imagino si hubiera regresado a Alemania con la victoria. No tuve nada que ver con los nazis, pero ellos me habrían dado una medalla. Tras la guerra, pude haber sido considerado un criminal de guerra” declaró Schmeling años más tarde, refiriéndose al combate con quien terminaría siendo su “gran amigo Joe”. A quien ayudó económicamente en sus peores momentos y hasta se dice que financió gran parte de los gastos de su funeral en el 81`. Max, a pesar de ser usado por el régimen dictatorial de Hitler, siempre se negó a formar parte del partido nazi. E incluso, además de pedirle expresamente al Fuhrer que “cuide especialmente” de los deportistas norteamericanos en las Olimpíadas de Berlín, se dice que dio refugio a judíos en su propia casa y ha salvado a otros de distintos campos de concentración.

Fue una velada boxística excitante, que paralizó al mundo entero y significó mucho más que una noche de box. Contextualizada en 1930, la lucha interna de Louis para a través de su victoria posicionar la gente de color oscuro en un lugar poco frecuente, y lograr que el mundo comience a cambiar su forma de pensar; y el trasfondo político impuesto por los gobernantes de los dos países implicados que vieron la oportunidad de utilizar a este deporte con otro fines son, sin dudas, argumentos suficientes para catalogar a este evento como la pelea del siglo.



 
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Junio 22 de 1938




Joe Louis vs Max Schmeling: La pelea del siglo

Hace casi 80 años, dos pilares del boxeo de principios de siglo serían protagonistas de la pelea más instrumentalizada que jamás se haya visto. Política, guerra y racismo detrás de un deporte.

Por
Marcos Nazar
17 febrero, 2014

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Era el mes de junio del año 1936, el hasta entonces invicto Joe Louis recibía en el Yankee Stadium de Nueva York al alemán Max Schmeling. “El bombardero de Detroit”, como le decían a Louis, se había transformado en ídolo de las multitudes, sobre todo en los jóvenes hombres y mujeres de color que veían en él una esperanza para acabar con el racismo existente por ese entonces en Estados Unidos. Década del 30`, hablamos de una sociedad norteamericana con un grado de discriminación inimaginable para quienes no vivieron esos días. Baños para negros, colectivos para negros, calles para negros, barrios para negros, una “vida para negros” opuesta completamente en todos sus aspectos a la “vida para blancos”.

El alemán, único campeón mundial de boxeo de su país, venia en representación de un régimen dictatorial que se encontraba en su punto de ebullición. Adolf Hitler había comenzado con su política expansionista y su plan siniestro ya estaba en marcha. Es por eso que el Káiser y todo su aparato propagandístico no podían dejar pasar la oportunidad. Además de organizar los Juegos Olímpicos en Berlín en ese mismo año, esta pelea era una excelente oportunidad para demostrar la superioridad de la raza aria.

En el 12do round, Schmeling noqueó a Louis dejando a todo el estadio enmudecido, era la primera vez que el local perdía, en pleno conflicto político y encima contra un alemán. Con o sin su consentimiento, la victoria de Max fue utilizada como propaganda política del nazismo a través de la representación de la misma como “un triunfo de la raza aria sobre los negros” y el pugilista fue elevado a la categoría de héroe nacional. “¡¿Pueden mostrarme algo mejor que Schmeling?!”, gritaba el Fuhrer.

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El afiche de la pelea. (Fuente: Internet)

Al año siguiente, mientras Hitler firmaba el acuerdo que formalizaría el grupo de “las potencias del eje”, Louis obtenía el titulo de campeón del mundo tras vencer por nock out en el 8vo asalto a James Braddock, convirtiéndose en el primer negro en ser campeón mundial desde que Jack Johnson lo había sido en 1915. Joe dijo que no se sentiría un verdadero campeón, hasta tanto no derrote al único boxeador que le había hecho conocer la lona. Y luego de dos peleas menores, firmó el contrato para llevar a cabo “la gran revancha”.

La fecha fue pactada para el 22 de junio de 1938. En los días previos a la pelea, Joseph (su nombre original) visito al por entonces presidente Franklin Delano Roosevelt. Según el New York Times las palabras textuales del primer mandatario para con el boxeador fueron “Joe, necesitamos músculos como los tuyos para derrotar a Alemania. Recuerda que cuando una causa es justa un americano nunca pierde”, cargando aun mas de connotaciones políticas al combate. Los norteamericanos estaban desesperados, tenían sed de venganza. Para ellos la revancha no era más que el bueno contra el malo de la película, los Estados Unidos libres frente a la Alemania nazi, la libertad frente al fascismo. Era la lucha del bien contra el mal.

La llegada de Max al continente del norte para la revancha fue un escándalo, cientos de personas se juntaron en la puerta del hotel donde concentraría abucheándolo al grito de “nazi, nazi, nazi”. Junto con Schmeling, viajaba un agente del departamento propagandístico del régimen que se encargaba de fogonear la pelea en los medios de comunicación a través de declaraciones como “Un negro nunca puede vencer a un blanco”, o esgrimiendo que lo recaudado por el “Perro Nazi” (como lo apodo la prensa norteamericana a Schmeling) sería utilizado por Alemania para la compra de mas armamento.

La primera noche del verano norteamericano del 38´ quedará para siempre en la historia. Con 24 años y una balanza que arrojó 90,3 Kg., Joseph Louis Barrows recibía nuevamente en el Yankee Stadium a quien fuera su único vencedor dos años atrás. Maximillian Adolph Otto Siegfried (nombre original de Max), con 32 años y una balanza que dio 87,7 Kg. subía al ring en los Estados Unidos, quiera él o no, con el cartel del “héroe de la raza superior”. Más de setenta mil personas habían comprado su ubicación. Fue transmitido por radio en cuatro idiomas distintos (inglés, alemán, portugués y español) y se estima que fue escuchado por un número no inferior a las 70 millones de personas en todo el mundo.

Increíblemente, la pelea duró tan solo 124 segundos. Fueron dos minutos y un poquito más en los que Louis se devoró al alemán. Al sonar la campana Joe salió disparado de su rincón y puso contra las cuerdas a su rival. Tras una gran combinación, Max, a punto de caer, quedó sostenido de las cuerdas. La lluvia de golpes de Louis no cesaba, Schmeling solo levantaba los puños mostrando una tibia defensa. Cayó al suelo por primera vez y se levantó. Ya reincorporado se abalanzó sobre norteamericano, quien lo esperó con un derechazo que lo depositó directamente en la lona. Cuando el teutón intentaba recomponerse, desde su rincón cayó la toalla blanca que marcaba el final.

El bien había triunfado sobre el mal y una persona de color era tapa de los principales diarios deportivos del mundo. Finalmente, Joe Louis se había podido desquitar con quien había sido el único que lo había hecho conocer el polvo de la derrota. ¡Y de qué manera! Solo dos minutos y cuatro segundos bastaron para que Schmeling cayera definitivamente en un combate en el que solo pudo tirar dos golpes.

Fue una pelea bisagra para los dos. Luego de eso, Max no volvió a pelear nunca más por un titulo mundial. Tuvo solo seis presentaciones posteriores que fueron todas en Alemania y contra rivales de menor fuste. En cambio Louis, por su parte, defendió la corona hasta 1949 acumulando un record de 25 defensas.


En coincidencia, tras la pelea, los dos fueron enlistados en los ejércitos de sus países para la Segunda Guerra Mundial. El “Perro Nazi” entró como paracaidista y fue herido en Creta en el 41`. Luego de eso, solo dio algunas exhibiciones para las tropas alemanas. Por su parte, Louis formó parte del ejército durante esos 4 años en los que no se subió a un solo ring. Posteriormente, organizó exposiciones para las tropas y llegó a donar más de 100 mil dólares al Fondo de Ayuda para el Ejército.

Joe y Max. Con el paso del tiempo, se hicieron grandes amigos.

“Mirando atrás, soy casi feliz de perder aquella pelea. Sólo imagino si hubiera regresado a Alemania con la victoria. No tuve nada que ver con los nazis, pero ellos me habrían dado una medalla. Tras la guerra, pude haber sido considerado un criminal de guerra” declaró Schmeling años más tarde, refiriéndose al combate con quien terminaría siendo su “gran amigo Joe”. A quien ayudó económicamente en sus peores momentos y hasta se dice que financió gran parte de los gastos de su funeral en el 81`. Max, a pesar de ser usado por el régimen dictatorial de Hitler, siempre se negó a formar parte del partido nazi. E incluso, además de pedirle expresamente al Fuhrer que “cuide especialmente” de los deportistas norteamericanos en las Olimpíadas de Berlín, se dice que dio refugio a judíos en su propia casa y ha salvado a otros de distintos campos de concentración.

Fue una velada boxística excitante, que paralizó al mundo entero y significó mucho más que una noche de box. Contextualizada en 1930, la lucha interna de Louis para a través de su victoria posicionar la gente de color oscuro en un lugar poco frecuente, y lograr que el mundo comience a cambiar su forma de pensar; y el trasfondo político impuesto por los gobernantes de los dos países implicados que vieron la oportunidad de utilizar a este deporte con otro fines son, sin dudas, argumentos suficientes para catalogar a este evento como la pelea del siglo.




GRACIAS, ESTIMADA COMPAÑERA @Coti7495 . Y ESTOY POR PENSAR SI ESTA SITUACIÓN DEL ""CORONAVIRUS"" NO SEA UNA NUEVA SELECCIÓN DE LA RAZA.- DE MOMENTO ESTA ELIMINANDO A LOS MAS DÉBILES.- VEREMOS.- UN ABRAZO.-
 
Pura furia y velocidad: el primer video de Mike Tyson entrenando sobre un ring para su vuelta al boxeo
El ex púgil estadounidense se prepara para volver a pelear a los 53 años pese a las recomendaciones de varias figuras del ambiente. En su última publicación, el ex campeón mundial de los pesados deja en claro que está listo para el regreso
22 de Junio de 2020






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El video de Tyson entrenando sobre el cuadrilátero


Mike Tyson no tiene dudas: quiere volver a pelear. Pese a sus 53 años, el norteamericano está trabajando hace semanas para que este año pueda subirse al cuadrilátero en un combate de exhibición y poder demostrarle al mundo que aún mantiene las cualidades que supo demostrar durante finales de la década del 80 y principios de los 90 que le permitieron convertirse en el campeón mundial de los pesos pesados más joven de la historia.

Pese a que aún se desconoce quién será su rival, el ex púgil tiene la cabeza en su vuelta y a veces comparte algo de su entrenamiento con sus millones de fans. En esta ocasión, publicó en sus redes sociales un video de menos de un minuto en donde se pueden apreciar su velocidad y su fuerza. Además, el detalle es que esta es la primera grabación que realiza sobre el cuadrilátero.

Si bien en el video dirige sus puñetazos hacia un asistente que sólo se dedica a recibir golpes, queda claro que Iron Mike aún tiene el toque que lo llevó a la gloria máxima. A su vez, la publicación recopila momentos de varias prácticas, ya que se lo ve vestido con distinta ropa en algunas escenas que parecen realmente de película.


Tyson, de 53 años, ha remarcado que su regreso al deporte de los guantes tiene dos objetivos: uno personal y otro solidario. El primero de ellos es demostrarse a sí mismo que ha dejado atrás la etapa oscura de su vida en la que se rodeaba de fiestas, drogas y alcohol, período que había desembocado en depresión y sobrepeso. El segundo busca recolectar dinero para donarlo a personas en situación de calle, como dejó en claro en varias entrevistas.







El cambio físico de Mike Tyson para su vuelta al boxeo


En mayo el legendario deportista aseguró que no se enfrentará a su ex rival y compatriota Evander Holyfield en el combate de exhibición, que marcará su regreso al cuadrilátero tras 15 años. Días más tarde el propio Holyfield explicó que no hubo acuerdo por el simple hecho de que él quería que la pelea no tuviese un ganador, pero Tyson sí pretende que alguien se quede con el triunfo.

“Tenemos tantos tipos que quieren hacer esto. Estamos en llamadas, haciendo negocios con muchachos candidatos en este momento. No vas a creer los nombres cuando se den a conocer. Esta semana tendremos el contrato terminado”, declaró Iron Mike, sin dar certezas sobre su potencial rival. “No estoy buscando nocauts y no voy a más de tres rounds de tres minutos. Lo haremos de manera adecuada. Pero voy a estar en buena forma. Y si alguien piensa que me van a pegar, no quiero que piensen que no voy a devolverle el golpe”, explicó en aquel entonces en una entrevista brindada al rapero Lil Wayne en su programa de radio Young Money.

En junio, Shannon Briggs, de 48 años, informó que llegó a un acuerdo para ser él su contrincante: “Tyson y yo vamos a atar los guantes, vamos a retumbar, a retumbar en la jungla. Vamos a dejar que nuestros puños hablen”, aseguró en una charla que mantuvo con un fanático en Instagram, pero esto nunca se oficializó. El estadounidense fue campeón mundial de los pesos pesados en 2005 y se retiró en 2016 con un impactante récord de 60 triunfos (53 por nocaut), 6 derrotas y un empate.

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Actualmente, Tyson lidera un proyecto de cultivo de cannabis en California (Shutterstock)

Ya han pasado 15 años después de la última pelea oficial de Tyson, la derrota ante Kevin McBride en 2005. La difusión de sus videos entrenando, ensayando golpes y en un estado físico envidiable, a días de cumplir 54 años, encendió a sus fanáticos, aunque también activó las alarmas de varios expertos que señalan que este evento podría ser fatal.

Uno de ellos fue Bob Arum, promotor del campeón actual Tyson Fury, quien reconoció que recibió un llamado para organizar el combate y optó por desistir: “Se trata de algo grave, no voy a participar en algo que podría ser realmente mortal”, señaló en diálogo con Sky Sports. “Mike Tyson era un gran luchador, ahora tiene más de 50 años. No va y pelea realmente en serio contra un tipo que está en la cima de su carrera en sus 30 años. Eso no está bien y nadie debería alentarlo”, insistió en un tono preocupado por lo que podría significar para Mike Tyson medirse ante el mejor boxeador del momento.

 
La vuelta de Mike Tyson es una locura
El inviable caso de Tyson es extraño pues no necesita dinero, ni reivindicación deportiva, ni elevar su autoestima

Por Cherquis Bialo
5 de Julio de 2020
Especial para Infobae


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Mike Tyson quiere volver al boxeo a los 54 años (Foto: Shutterstock)

La primera vez que murió Muhammad Alí tenía 38 años.

Eso le ocurrió cuando intentó regresar al ring tras dos años de ausencia por un anunciado retiro que no pudo cumplir. Esa noche, la del 2 de octubre de 1980 en Las Vegas, solo una persona se apiadó de él: Larry Holmes, el campeón mundial, su rival. La oración misericordiosa de sus millones de fans en todo el Mundo no fue escuchada. Y el bueno de Larry, quien había sido uno de los sparrings de Alí en sus años de gloria, retenía el poder de sus golpes, lentificaba la velocidad de sus puños y miraba al rincón de Muhammad esperando que el referí, la toalla, el médico, alguien lo quitara del calvario de tener que pegarle al maestro, al compañero, al amigo...

Ya en el vestuario, Muhammad nos declaró a los periodistas presentes que sintió una lesión en la mano derecha y le dolió mucho el brazo izquierdo. La artrosis se había alojado definitivamente en sus huesos, antesala cruel de un Parkinson implacable que nos robó la frescura de su inigualable sonrisa.


Antes y después de él muchos boxeadores volvieron y otros lo intentan. Este es el caso de Mike Tyson, el pegador mas poderoso de la categoría (44 nocauts en 50 triunfos, un 90.5% de eficacia), seguido por George Foreman (68 en 76 combates, un 89 por ciento) y Sonny Liston (39 en 50, casi un 80 por ciento). Estos porcentajes son solo referenciales pues para lograr la objetividad indiscutida los parámetros a tener en cuenta resultarían más complejos ya que habría que considerar cantidad de combates realizados, tiempo de la campaña, período en que se obtuvieron los triunfos categóricos, edad al momento de obtenerlos y el sostenimiento de su nivel en la alternancia con las derrotas. Un ejemplo de ello fueron Joe Louis que le ganó la revancha a Max Schmeling y defendió 25 veces su corona, Floyd Patterson y Muhammad Alí que recuperaron sus títulos –Muhammad dos veces– y George Foreman quien volvió al boxeo 10 años después de la derrota contra Jimmy Young en 1977 y recuperó la corona mundial en 1994 noqueando a Michael Moorer en el 8° round. Tan inédito acontecimiento ocurrió veinte años después de la derrota por KO contra Alí en el Congo, cuando George ya tenía 43 años.

Tyson le ha declarado al rapero Lil Wayne –su verdadero nombre es Dwayne Michael Carter– en su programa radial Young Money lo siguiente: “Estoy en la mejor forma de mi vida. Dios ha sido misericordioso conmigo. Peso 104 kilos y me encuentro muy bien. Haré una pelea con fines benéficos para ayudar a quienes han sido menos afortunados que yo”. Inobjetable propósito. Pero ¿cómo imagina o supone Mike que lo hará?




Veamos algunas cuestiones cuasi elementales:

No hay atletas de 54 años pues a esa edad el organismo ha perdido sus capacidades competitivas: reflejos, reacción y potencia. Tampoco hay imagen estética: el abdomen, la calvicie, las arrugas y las canas –sobre todo en la barba– delatan un tiempo que fue y no un tiempo que es.

El Tyson del final de su carrera con 39 años perdió sus últimas dos peleas por nocaut contra sendos rivales mediocres: el gordito inglés Danny Williams de 130 kilos y “ninguna flor” que lo despachó en el 4° asalto y el irlandés Kevin Mc Bride –”mucho gusto”– de 1.98 de altura con 10 derrotas (6 por K.O) en 46 peleas. O sea que al momento de retirarse hace 15 años –fue el 15/6/2005– Mike ya transitaba su decadencia.

El esplendor de Tyson fue leve: duró los cinco años que van desde su volcánico advenimiento en 1985 hasta la pérdida de su invicto frente a James Douglas por KO en el 10° asalto (11 de febrero 1990 en Tokio). La ausencia de Cus D´Amato, el maestro que lo formó, tuvo incidencia, toda vez que tras su muerte (4/11/85), Mike tuvo a ocho entrenadores –incluyendo al prestigioso Freddie Roach durante los años 2003/2004– que no lograron manejarlo.

Tal como se recuerda Tyson fue condenado por la jueza Patricia Gifford a 10 años de prisión en 1992 por el gravísimo delito de violación cuya victima fue la modelo Desirée Washington de 18 años. La sentencia obligaba a que seis de esos diez años de condena fueran de cumplimiento efectivo en el Indiana Youth Center, algo parecido a una cárcel. Pero por la observancia de una buena conducta –dudosa a tenor de ciertas anécdotas por él contadas– sólo estuvo recluido tres años y ocho meses. Fue así que en 1992 recuperó la libertad y regresó al boxeo. Pero ya no era el mismo…

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Mike Tyson al salir de la cárcel (Foto: Shutterstock)

Tyson al salir de la cárcel era el 70 por ciento del pegador implacable de su primera época. Mantenía la cualidad noqueadora por la potencia de sus golpes pero había perdido una cuota importante de su velocidad en los ataques. Tal vez ello que explique que ante rivales que salían en retroceso para quedar en la distancia larga podía perseguirlos, acorralarlos y noquearlos. Tales los casos del inglés Frank Bruno frente a quien reobtuvo el cinturón del Consejo Mundial por KO en el 3° y mucho más fácil aún contra Bruce Seldon a quien fulminó en el round inicial ganando el otro cinturón, el de la Asociación. La prueba de fuego sería contra el único compañero de equipo que en épocas de amateurismo se había animado a hacerle guantes con quince kilos menos y tres años más: Evander Holyfield. Fue frente que comenzó a acentuar su declive y,

Esas dos derrotas frente a Holyfield demostraron que Tyson era capaz de noquear a quien huyera pero no a quien (o quienes) tuviesen una estrategia que lo incomodara, que le generara el esfuerzo de pensar en alternativas como la de boxear en la media o en la corta distancia. Así logró Evander vencerlo por KOT en el 10° asalto cuando disputaron el primer combate (9/11/96) y mucho más en la vergonzante segunda derrota por descalificación en el 3° asalto ( 28/6/97 también en el MGM de Las Vegas). Aquella noche Tyson ante la falta de equilibrio emocional, capacidad de discernimiento y recursos técnicos le mordió la oreja izquierda a Evander con la furia que genera la impotencia y el referí Mitch Halpern no tuvo más remedio que descalificarlo tras algunos ridículos cabildeos. Holyfield sin huir, plantado, peleándole frontalmente, hablándole, cometiéndole foules de manual como seguir con el codo la trayectoria de algún golpe o presionarle los bíceps en un amarre normal, lo sacó de quicio, lo encegueció puesto que lo más difícil para Tyson siempre fue pensar.

Hemos visto un video equivalente a la duración de un round y realmente se ve entrenando a un Tyson impresionante. Parece intacto a juzgar por la velocidad y la firmeza con las cuales tira los golpes. Muy gratificante para él y para su organismo. Pero boxear seriamente es otra cosa. Y este hombre conflictivo que produjo cerca más de 120 millones de dólares en su carrera fue demandado por todos los actores que alternaron en su vida: socios, particulares damnificados a quienes agredió en la vía pública, la chica a la cual violó, promotores de boxeo, el fisco de los Estados Unidos (10 millones de impuestos impagos), rivales a quienes les cometió imperdonables fouls sobre el ring, los juicios de divorcios que le costaron mas de 30 millones dolares con Robin Gives y Monica Turner, sus dos primeras esposas, y algunos de sus seis hijos biológicos…) nos dice que subirá a un cuadrilátero para hacer un show con el fin de ayudar a gente pobre que lo necesite.



No haremos el panegírico con grandes boxeadores del pasado que con muy pocas excepciones –Sugar Ray Leonard, George Foreman, Mano de Piedra Durán, los más notables– lo lograron. “Never come back”, sentenció el gran Jack Dempsey. Y es cierto “Jamás se vuelve”. Hecho que por necesidad debieron afrontar enormes campeones de otra época como Joe Louis que le debía un millón de dólares al fisco y perdió frente a Ezzard Charles o el inolvidable Joe Frazier –tres peleas memorables con Muhammad Alí– quien acosado por las deudas intentó regresar. Lo hizo en 1981 cuando ya tenía 37 años frente a Floyd Jumbo Cummings, un ex convicto que cumplió 12 años de prisión –tenía 31 de edad– y el fallo de empate fue misericordioso para el entrañable Smoking Joe. Podría decirse que un presidiario joven es capaz de ganarle a un viejo ex campeón mundial por más extraordinario que este haya sido.

Se trata de una doctrina cotidiana en el deporte y mucho más especialmente en las disciplinas individuales: la vitalidad supera a la experiencia. Es por ello que en la renovación de los campeones mundiales del boxeo podrá advertirse en muchas oportunidades que el nuevo no siempre es mejor que el derrotado, pero el vigor de su juventud se ha impuesto.

Lo de Tyson es poco creíble pues no está en condiciones de hacer ninguna exhibición y mucho menos una pelea. El actor solo puede mostrar el fruto de sus habilidades. ¿Cuál fue la principal virtud de Mike Tyson mientras fue boxeador?: pegar con inusitada potencia. Entonces, ¿nos podría exhibir a los 54 años, después de todo, de la cárcel, de las 2.000 horas de los trabajos comunitarios que debió realizar, de las lesiones en sus costillas y en sus hombros por accidentes de tránsito, de la droga que consumió, de tantos excesos y ofensas cometidos mostrarse como un deportista solidario para ayudar a los necesitados? La respuesta es que cuesta creerle.

Tyson ahora es un empresario que ha industrializado la venta para el consumo terapéutico del Cannabis en California, Estado donde la marihuana ha sido legalizada para su exclusivo uso medicinal. Las ganancias mensuales del ex campeón alcanzan a los 540.000 dólares mensuales. También está en plena construcción un emprendimiento en Hot Spring bajo la razón social “Tyson Ranch” que lleva a cabo con su socio Eben Britton, una ex estrella de la NFL en los Chicago Bear. Se trata de la construcción de un Resort para fumadores de marihuana que administrará Lakiha Spicer, la tercera mujer de Mike.

Muchos boxeadores famosos, ex campeones mundiales han regresado a los rings por necesidades económicas; tal los casos entre muchos de Jack Johnson –víctima además de la discriminación racial de hace un siglo–, Joe Louis, Muhammad Alí o Joe Frazier.

Otros lo han hecho por convicción reivindicatoria como George Foreman, Sugar Ray Leonard o Roberto Mano de Piedra Durán, quien unió ambas cosas.

El inviable caso de Tyson es extraño pues no necesita dinero, ni reivindicación deportiva, ni elevar su autoestima. Además su egocentrismo está a salvo pues todo cuanto sube a las redes se viraliza y sigue vigente como sujeto internacional de la información.

Su vuelta a los rings es una locura a menos que se trate de una idea de marketing para vender marihuana o una estadía en un hotel a razón de 4.000 dólares por noche.

Otra locura.

 
El KO más rápido de la historia del boxeo profesional femenino

https://www.msn.com/es-ar/noticias/...-look/ar-BB17byRX?li=AAggPN3&ocid=mailsignout
El brutal KO de Estrada es récord.
© Proporcionado por Olé El brutal KO de Estrada es récord.

La boxeadora estadounidense Seniesa Estrada, defensora del título de la categoría minimosca del Consejo, se metió en la historia grande del boxeo profesional femenino al noquear en tiempo récord a su compatriota Miranda Adkins en la pelea que les enfrentó a ambas en el Fantasy Springs Casino de Indio, California, Estados Unidos.


El combate, pactado a ocho rounds, apenas duró siete segundos. Dos rapidísimas series de golpes de Estrada tomaron desprevenida a Adkins, quien cayó fulminada sobre la lona.

Preocupada por el estado de salud de su colega, Estrada no festejó la victoria hasta que Adkings se mostró recuperada.

La estadounidense, de 28 años, espera ahora lograr una pelea por alguno de los cinturones mundiales de su categoría, la minimosca, dominada por la argentina Yesica Yolanda Bopp, campeona WBA.
 
Las reglas especiales que se implementarán en el regreso de Mike Tyson al boxeo
El legendario boxeador se enfrentará a Roy Jones Jr el 12 de septiembre en el Dignity Health Sports Park en Carson (California)

26 de Julio de 2020



Tyson volverá al ring 15 años después de su retiro - REUTERS/Steve Marcus
Tyson volverá al ring 15 años después de su retiro - REUTERS/Steve Marcus

El legendario boxeador estadounidense, Mike Tyson, volverá al ring después de pasar 15 años retirado de los cuadriláteros para enfrentarse contra Roy Jones Jr., en un evento especial de que se retransmitirá desde California el 12 de septiembre.

Será un combate de ocho asaltos, explicó en un comunicado en el que no se dieron a conocer los precios que habrá que pagar por ver el encuentro ni la disponibilidad fuera de Estados Unidos.

Con el correr de los días comenzaron a salir a la luz distintos detalles como por ejemplo que la emisión especial de pago irá acompañada de una serie documental que constará de diez episodios, en los que se verán todos los preparativos previos al encuentro.


Además, también se revelaron algunas reglas que regirán en el momento de la pelea.

Jones Jr será el rival de Mike Tyson en septiembre (AP)
Jones Jr será el rival de Mike Tyson en septiembre (AP)

“Tyson y Jones Jr no llevarán protectores en la cabeza. Estarán usando guantes de 12 onzas y no habrá jueces presentes para anotar la acción”, aseguró Andy Foster, director ejecutivo de la Comisión Atlética del Estado de California, al sitio Boxingscene.”


“De esta manera no habrá un ganador, al menos que de alguna forma alguno de los dos sea noqueado o que uno de los dos no se considere apto para continuar”, explicó el directivo, haciendo alusión a que no habrá tarjetas ni un vencedor por decisión al terminar los asaltos.


“Pueden moverse y ganar algo de dinero pero les dije que si se cortan se acabó”, concluyó Foster, dejando en claro que el combate se detendrá si alguno de los dos sufre alguna herida grave.

La pelea, que se llevará a cabo en el Dignity Health Sports Park en Carson (California), será arbitrada por Ray Corona, quien deberá vigilar y estar atento al nivel y ferocidad con la que ambos ex púgiles profesionales salten al ring.


“Ambos somos luchadores consumados. Sabemos cómo cuidarnos ... estaremos bien. Confía en mí”, aseguró Tyson a ESPN y agregó: “Estoy buscando ser el 100% de Mike Tyson en el ring. No sé cómo tomarlo con calma, no se hacerlo de esa manera. No sé, Roy tendrá que lidiar con esto”.

“El hecho de que tengamos 54 años no significa que tengamos que comenzar una nueva carrera y que nuestras vidas hayan terminado por completo. No cuando te sientes tan bien como yo y estoy seguro de que otras personas sienten lo mismo”, concluyó Tyson.


La retransmisión en directo, llamada “Frontline Battle”, será de tres horas y además de la pelea principal, incluirá otros combates y actuaciones musicales. Hasta el momento, las apuestas dan como favorito a su rival Jones Jr (Tyson +120 / Jones JR -160).


 
Sorprendentes resultados de una investigación sobre el robo más grande en la historia del boxeo mundial
Mañana se celebrará el “Día del Boxeador” en homenaje a Luis Ángel Firpo quien hace 97 años sacó del ring con un derechazo a Jack Dempsey. El norteamericano fue ayudado por el público para retomar el combate 17 segundos después. ¿Por qué lo dejaron continuar? ¿Por qué Firpo no debía ganar?

Por Cherquis Bialo
13 de Septiembre de 2020
Especial para Infobae


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El momento exacto en el que Firpo saca del ring a Dempsey (Foto: Reuteres)

Tenía un rostro pétreo, hexagonal y severo, pero su mirada taciturna guardaba cierta ternura.

Nadie pudo explicar por qué razón Luis Ángel Firpo se hizo boxeador pero sí se sabe que desde 1923 es el deportista extranjero de época más conocido en los Estados Unidos. Tanto es así que su epopeya fue referida por presidentes, periodistas –aún en sus crónicas de hoy– escritores, guionistas, cómics y directores cinematográficos.

Richard Nixon lo mencionó en una arenga de campaña en 1967 frente a sus partidarios diciéndoles: “Miren a la calle, ahí abajo todavía hay gente que cree que Firpo ganó…”. Fue varias veces protagonista de Los Simpson y sobre él escribió Julio Cortázar: “15 millones de argentinos fueron robados…”, en alusión a la pelea más famosa del boxeo mundial, la de Firpo contra Dempsey el 14 de septiembre de 1923 en el Polo Grounds de Nueva York ante más de 85.000 personas.



Fue aquella noche eternizada la que puso frente a frente al más ilustre campeón del mundo de peso pesado de entonces Jack Dempsey, un orgullo norteamericano, ante este silencioso gigante noble de 1.89M y 103 kilos que había nacido en la casa de la calle Lavalle 215 de la ciudad de Junín, en la Provincia de Buenos Aires.

Luis Ángel a diferencia de sus tres hermanos (Serafina, Alfredo y Juan tras cuyo nacimiento murió su madre) creó su propio duende. Fue su padre –Agustín– quien debió traerlo a la Capital a los 4 años por una afección en los oídos. Y en la ciudad realizó varios trabajos tales como ayudante en un restaurante, cadete en una farmacia, vendedor en la zapatería Bazzani, todo cerca de Boedo lo que explicaba su amor por San Lorenzo.

Fue así que trabajando en la fábrica de ladrillos refractarios de Félix Bunge descubrió el poder de sus puños pues noqueó sin esfuerzo a dos ladrones que intentaban huir con el dinero de la recaudación robada. Mientras esto ocurría, el tercer delincuente se profugaba corriendo despavorido al ver a sus compinches noqueados en la vereda tras haber recibido un solo golpe de aquel niño silencioso con puños de acero y manos de gigante. No fue la única anécdota pues una vez al llegar a su casa –ya mudado a Villa Crespo– advirtió como alguien increpaba duramente a su padre. Sin mediar palabra alguna Firpo, quien solo tenía 12 años, lo tomó con una mano desde la parte trasera del cuello y con la otra a la altura del cinturón de tal manera que una vez que lo tuvo bien afirmado lo arrojó por el aire cual pesado objeto haciéndolo pasar por encima de la verja de la casa.


Sorprendido por tanta fuerza y vitalidad Don Félix Bunge –tradicional familia– le aconsejó que se hiciera boxeador. En esa época no resultaba fácil toda vez que la organización del boxeo profesional era clandestina como la riña de gallos. Tampoco había profesores en los clubes barriales y solo se admitía la práctica amateur. Pero un grupo de amigos se pusieron de acuerdo para apoyar a ese muchachito de anestésica pegada: Bunge le dio permiso para entrenar reconociéndole el sueldo de la fábrica, Carlos Mazzola se hizo cargo de las cuotas del exclusivo International Boxing Club de Sarmiento y Libertad al tiempo que José Martínez sería su primer instructor. El boxeo como el tango aún eran marginales y solo lo practicaban los hombres pudientes en clubes de clase.

El día que Firpo daba la prueba de suficiencia para lograr la licencia frente al liviano uruguayo Armando Usher en 1919, su ilustre e inimaginado rival Jack Dempsey ya era campeón del mundo con 42 combates encima y una sola derrota –ante Willie Neehan– por puntos. Además Dempsey también era una celebridad para los norteamericanos pues le había ganado la corona a Jess Williard después de haberlo tirado siete veces en el primer round y su imagen era la de un boxeador invencible y blanco… Parecía demasiado para un Firpo de menores condiciones técnicas.

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La tapa de El Gráfico en 1923 con Firpo en primera plana días antes de la pelea

El Polo Grounds fue un espacio ecuménico que permitió perpetuar el hecho hasta ser leyenda y hoy a 97 años de ocurrido se ha transformado en mito.

Todos estaban allí: buenos y malos, ricos y pobres, nobles y plebeyos, intelectuales e inmigrantes.


Podía verse en la fila 2 al presidente de los Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt junto al famoso editor húngaro-norteamericano Joseph Pulitzer –inspirador del prestigioso premio anual– y al banquero John Pierpont Morgan –fundador del JPMorgan– mientras que en el sector opuesto bajo el mismo titilar de las estrellas estaban Vito Genovese y Lucky Luciano –dos de los jefes de las familias mafiosas de Nueva York– invitados por el financista del crimen organizado Arnold The Brain (“El cerebro”) Rothstein quien compró 200 plateas para regalarle a los tenebrosos miembros de las bandas.

Mientras tanto en Buenos Aires la gente se había agolpado frente al diario La Prensa y también en el pasaje Barolo, ambos en la Av. de Mayo, desde donde una radio inmensa y milagrosa iría trasmitiendo la pelea. La expectativa era enorme tanto allí, en Nueva York como aquí en la Argentina.


Fue así que mientras el Polo Grounds enmudeció cuando Firpo tiró a Dempsey de un derechazo a la sien y su cuerpo salió volado desde el ring hacia el sector de la prensa, sirenas y gritos de júbilo daban por hecho el triunfo del Toro Salvaje de las Pampas (“Bull of the Pampas”) tal como lo había bautizado el periodista Damon Runyon.

Sin embargo no fue así pues Dempsey, quien permaneció 17 segundos fuera del cuadrilátero y había perdido el combate por K.O., pegó con su nuca en la maquina Underwood del periodista Jack Lawrance y entre el primer impulso de éste y de otros espectadores espontáneos Jack regresó al cuadrilátero para continuar el match.


El referí Jack Gallaher, insólitamente como si estuviese bajo presión, se lo permitió. Y unos años más tarde después de ser sancionado ya sin más amigos, ni protección ni consuelo, se dejó morir de un tiro en la sien.

Tuve la dicha de ir varias veces al Jack Dempsey’s Restaurant que quedaba en la Broadway entre las calles 49 y 50 de Manhattan. Una vez fui con Tito Lectoure y en otra oportunidad acompañé a Ringo Bonavena antes de su combate ante Floyd Patterson. La gente le pedía autógrafos y hasta había un fotógrafo que les sacaba fotos junto a Jack con un fondo de pósters y cuadros vinculados a su trayectoria. Sobre la pelea con Firpo había cerca de diez muestras pero ninguna de cuando el cross de derecha a la mandíbula lo expulsó desde el ring a la platea.






La histórica pelea entre Firpo y Dempsey: las imágenes fueron editadas y nunca se vio la escena completa


Una vez recogí su testimonio para la revista El Gráfico sobre esa caída por 17 segundos y la revista publicó su respuesta de esta manera:

"… Más tarde, aún durante el primer round, recuerdo vagamente haber sido apretado contra las cuerdas por ese ejército de Firpos. Estaba desesperado porque no sabía a cuál pegarle cuando volví a ver claramente por otro par de segundos. Metí otro golpe en el mentón de Firpo y volvió a caer. Así tres veces más, según me dijo mi entrenador Jack Kearns después, porque yo ni me las acordaba. Sin embargo, tengo bien claro la trompada de Firpo que pasó zumbando mi oreja y que me recostó en las sogas; y recuerdo a la perfección el pechazo involuntario de Luis Ángel con ese envión, que me sacó afuera del ring, y que luego convertirían a esta pelea en una leyenda del boxeo. Esos segundos fueron una odisea para mí: caí planchado sobre la máquina de escribir del periodista Jack Lawrence, y me lastimé la espalda en la caída. Un golpe que tuvo bastantes malos efectos en mi vida posterior y que todavía siento en la columna durante los días fríos. De cualquier manera, el golpe de la máquina de Lawrence me despertó lo necesario para gritar a los periodistas de esa hilera: ‘Métanme dentro del ring, por favor... Métanme allí que lo mato a ese desgraciado...’

"Unas manos anónimas, entre las cuales seguro que estaban las de mi amigo Jack Lawrence, me volvieron a meter dentro del ring, salvando así sin querer la corona mundial para los Estados Unidos. No puedo decir si el referí contó nueve o más de nueve, o si realmente cabía descalificarme al caer fuera del ring. Estaba muy groggy para establecerlo en ese momento. Pero sí puedo decir que una oleada de furia roja me invadió la cara cuando el referí nos volvió a juntar al centro del ring.

"Firpo se me tiró descontroladamente pensando que yo todavía estaba mareado, pero lo paré con la derecha y le entré con la izquierda, dejándolo chato como un panqueque en su séptima caída del primer round. Volví a ver un regimiento de Firpos en la lona y en mis oídos resonaban los gritos y vitoreos de una multitud que parecían rebotar desde algún eco lejano.

"No recuerdo cómo hice para llegar a mi rincón cuando sonó la campana del primer round. Me despertaron los cachetazos de mi entrenador Jack Kearns y los gritos de su ayudante Jerry Greek, quien maldecía por no poder encontrar las sales para reanimarme, que al final aparecieron en el bolsillo de Jack.

— ¿Qué pasó?, le pregunté atolondrado a Jack.

— Mucho, pero en el fondo nada, muchacho; ahora a salir y a matar, contestó Jack. Y lo hizo tal cual".

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El recuerdo de Firpo sigue vigente en Irma y Chiche

Por fortuna, la leyenda de Luis Ángel se prolonga en Irma (83 años) y ésta en su hija Irma María de Lourdes Pérez Barbieri (“Chiche”), sobrina nieta de Firpo. La tía Irma recuerda con emotiva frescura a aquel hombre simple, tímido, reservado, de costumbres austeras, sereno que jamás tuteaba a nadie, ni hacía ostentación de riqueza u honores. Desde la estancia Las Charas pegada a la Blanca Lourdes –nombre de su esposa a quien conoció en Cuba en medio de una gira– estas mujeres se enorgullecen al referir cosas del tío Luis Ángel. Lo hacen desde el campo de Ordoqui a solo 2 kilómetros de Carlos Casares distante 313 kilómetros de la Capital.

Sin duda alguna Firpo fue un símbolo de la devoción popular que salió 23 veces en la tapa de El Gráfico durante los años 20′. Tal era su fama que cada huésped célebre que llegaba al país pedía saludarlo, quería conocerlo desde el Príncipe de Gales hasta el presidente norteamericano general Dwight D. Eisenhower quien salió de agenda para hacer un encuentro personal realizado en el Luna Park durante su visita de febrero de 1960.

La vida de Firpo –tal lo descripto por Irma– era de estrecho vínculo familiar. Más aún, su paso por el boxeo de los Estados Unidos le permitió llevar a cabo negocios y convertirse en el primer concesionario de los tractores de John Deere y de los autos Stutz. Y sin embargo era él quien llevaba a cargo las tareas administrativas desde el escritorio de su casa en la calle Eduardo Costa 3063 en el Barrio Parque, un verdadero palacio oriental que ya fue remodelado. Las estancias, los campos, los negocios, las propiedades y los regalos valiosos llegados desde todo el mundo, jamás alteraron su vida en familia lejos de un mundo nocturnal que siempre lo llamó y al que nunca quiso acudir.

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Dempsey, Tunney y Firpo en uno de sus encuentros años más tarde

No obstante a la familia siempre le resultó imposible tocar el tema de la pelea contra Dempsey. En tal sentido tanto Irma como Chiche –excelente remera en la categoría Master de canoa Polinesia– refieren que una vez después de almorzar alguien de la mesa insistió por milésima vez: “¿Luis por qué crees que te robaron la pelea?”.

Y Firpo levantándose algo contrariado se acomodó su infaltable saco, caminó unos pasos, giró la mirada hacia adonde se hallaban los comensales de la familia y con aquel entrecejo adusto y el mechón descendiendo por su frente, les respondió:

“No me lo pregunten más por favor, tenía que perder y perdí; yo solo quise demostrar que podía y lo demostré, basta, de esto no se habla más, no me pregunten nunca más nada…”.

Fue el 4 de noviembre de 1951 cuando el enorme Jack Dempsey vino al país para la inauguración de Canal 7 como invitado especial de su dueño Jaime Yankelevich. La cita fue en Ayacucho y Posadas desde donde el canal comenzó a emitir. Al reencontrarse Dempsey abrazó a Firpo, lo llevó aparte y le murmuró al oído: “Debo decirte la verdad Toro, me ganaste la pelea, sí me ganaste…”.

Firpo entonces con humildad y respeto le respondió: “Gracias Jack, yo perdí la pelea pero gané muchos amigos…”.

En las tumbas de Vito Genovese o Lucky Luciano –quienes manejaban las apuestas– tal vez se sepa por qué Firpo no le podía ganar esa noche a Dempsey a pesar de su vuelo de 17 segundos fuera del ring…

Feliz Día del Boxeador Don Luis Ángel…


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Una foto que Dempsey le dio a Firpo durante su visita en el 54: "Hey buenos amigos: Sr. Louis Firpo. Agradecido de nuestros buenos momentos de viajes y peleas luego de treinta y un años. Con los mejores deseos compañero. Jack Dempsey. 16 setiembre 1954".


 
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