BARCOS: historia y actualidad (a vapor, turísticos, de pasajeros, de carga, de guerra, deportivos)

EL BARCO QUE LLEVO A HITLER A LA ARGENTINA.-
Del FBI: El submarino U-530 Llevó a Hitler a la Argentina
Pizzaymoscato
26 de Agosto de 2017
51
-
Archivos desclasificados del FBI afirman que Hitler escapó a Argentina en 1945. Documentos recientemente desclasificados demuestran que el gobierno sabía que Hitler estaba vivo y bien, y que vivía en las montañas de los Andes después de la Segunda Guerra Mundial.




Un Poco de Historia.
El Submarino Nazi U-530 Se Rinde En Mar del Plata

El 10 de julio de 1945, la ciudad de Mar del Plata se conmocionó con la rendición del submarino alemán U-530. El entonces coronel Rómulo H. Bustos estaba al frente de una de las baterías antiaéreas que controlaban la costa, y en esos años el militar (R) hablaba sobre curiosos episodios previos a su desembarco y detalles de la nave y su tripulación.

U530.jpg


“Ese invierno en Mar del Plata –señala Bustos– me tocó vivir varios episodios más que sugestivos. Corría la primera quincena de junio cuando, una tarde, nos reunió a todos los jefes de batería en su despacho el comandante de la agrupación, el teniente coronel Pedro Lagrenade, para comunicarnos que acababa de recibir un texto cifrado del Comando en Jefe del Ejército por el cual se le ordenaba cubrir con todos sus efectivos (armados con munición de guerra) un amplio sector de la costa comprendido entre el puerto de Mar del Plata y la laguna de Mar Chiquita para oponerse a posibles desembarcos desde submarinos alemanes.

17%2Bde%2Bmayo%2B1945.JPG


A



De inmediato, del puente de la inesperada nave comenzaron a observarse destellos luminosos con la finalidad de contactarse con las autoridades navales, aunque algunas horas antes la tripulación del submarino tipo U-530 había arrojado al mar el armamento principal de cubierta, los torpedos, el equipamiento electrónico, las claves y el libro de bitácora.

, el comandante del U-530 ordenaría añadir ácido de batería al sistema de lubricación de los motores diésel, entonces los motores serían puestos a máxima potencia durante 15 minutos para de este modo dañarlos.



u530-usncrew.jpg


Al mismo tiempo, varios componentes del sumergible serían desmontados o dañados, y los cables de antena cortados antes de rendirse.

misteriosos-submarinos-alemanes-en-la-costa-argentina-600x310.jpg


Según lo informado por el capitán, el U-530 había zarpado de la base de Kiel el 19 de febrero y luego de un reaprovisionamiento en Kristiansand, fueron informados del fin de la guerra cuando estaban rumbo a las costas de Nueva York.



Concluidos los interrogatorios, Otto Wehrmut, firmó oficialmente la rendición y el pabellón argentino fue izado en el mástil del submarino.




El FBI Trató de Ocultar el Pasado de Hitler

Documentos desclasificados por el FBI en el 2011 prueban que el gobierno de Estados Unidos sabía que, a finales de la Segunda Guerra Mundial, Hitler no se había suicidado, y había logrado escapar de Alemania encontrándose sano y salvo en algún lugar de los Argentina, y se especifica incluso que el medio utilizado fue un submarino que secretamente se abrió camino hasta la costa de Argentina, depositando allí altos mandos del Tercer Reich.

principales avistamientos

En el documento fechado en agosto de 1945, se lee que el informante no identificado, quien afirma ser una de las cuatro personas que recibió a Hitler, hizo un trato para intercambiar información a cambio de asilo político.



Según el informante, dos submarinos habrían escapado y llegado al sur de Argentina, el U-977,y el U 530 . Hitler y Eva Braun estaban en el segundo.



EL U 530 y el U 977

El
), él fue uno de los cuatro hombres que recibió a Hitler y sus camaradas que arribaron en dos submarinos a Argentina aproximadamente dos semanas y media después de la caída de Berlín. (TACHADO) alega que el primer submarino llegó a la costa cerca de las 11.00 p.m. Luego que se asegurara un desembarco sin complicaciones, un doctor y varios hombres fueron los primeros en pisar tierra.

tot-u530.jpg




Pasadas dos horas, arribó un segundo submarino donde estaban Hitler, dos mujeres, otro doctor, y varios hombres más. Tomando en cuenta los dos arribos, eran aproximadamente 50 personas.




Seis oficiales argentinos de alto rango tenían todo preparado, incluyendo caballos para el transporte por tierra. Posterior a la carga de las provisiones, durante el día se emprendió el viaje hacia las montañas del sur de los Andes. Para el anochecer, el grupo llegó a un rancho donde, según (TACHADO), Hitler y sus camaradas se ocultan en la actualidad. (TACHADO) explicó específicamente que los submarinos arribaron en la Península de Valdés, golfo de San Matías, en el sur de Argentina; y que en los alrededores de esta zona existen varios lugares donde algunos de los alemanes eventualmente se quedaron. (TACHADO) nombra a San Antonio (Oeste), Viedma, Neuquén, Muster, Carmen (de Patagones), y Rawson.
 
El impactante final del buque alemán Graf Spee en las aguas del Río de la Plata y la última confesión de su capitán nazi a un oficial argentino
Los documentos confidenciales que detallan el encuentro entre el marino alemán y el capitán de fragata argentino Eduardo Aumann. Los combates que protagonizó el navío y las decisiones que tuvo que tomar su capitán

Por Juan Bautista "Tata" Yofre
15 de septiembre de 2019

upload_2019-9-15_13-24-47.jpeg
El imponente Graf Spee (David Muscroft/Shutterstock)
El Tratado de Versalles de 1919, firmado por la derrotada Alemania al finalizar la Primera Guerra Mundial, limitaba la construcción de buques de guerra de más de 10.000 toneladas. Los buques clase Deutschland fueron una serie de tres Panzerschiff (acorazados blindados o acorazado de bolsillo), fuertemente armados. Los tres navíos fueron: Deutschland (al que se le cambió el nombre por Lützow), Admiral Scheer y Admiral Graf Spee.

El 6 de enero de 1936 el Admiral Graf Spee es puesto en servicio y, luego de tres meses de pruebas de mar, el 9 de abril se incorporó a la flota de guerra. A grandes trazos, el navío contaba con un casco innovador: con la finalidad de no sobrepasar el peso obligado que establecía el Tratado de Versalles, a través de aleaciones ligeras y reemplazando los remaches con soldaduras eléctricas, se aligeró el casco y sobre éste se instalaron armas de grueso calibre, con lo que se venció las limitaciones que condenaban a Alemania.

El 1º de octubre de 1938, el Capitán de Navío Hans Langsdorff tomó el mando del buque. En los días previos al comienzo de la Segunda Guerra Mundial el Admiral Graf Spee salió de la base Wilhemshaven a las 19 horas del 21 de agosto de 1939 con rumbo al Atlántico Sur. No hubo fanfarria ni grandes despedidas, el Panzerschiff se perdió con gran silencio en el horizonte. Casi al unísono, el acorazado Deutschland salió rumbo al Atlántico Norte.

upload_2019-9-15_13-25-21.jpeg
El 30 de septiembre de 1939 el navío captura y hunde el barco británico Clement, cerca de Pernambuco

Al estallar la guerra, Adolf Hitler ordenó a su Armada interceptar las líneas de abastecimiento de Gran Bretaña y Langsdorff tuvo como directiva principal ceñirse a las reglas de captura y evitar combate y moverse mucho dentro de su zona de acción.

El 30 de septiembre el navío captura y hunde el barco británico Clement (5.051 tn), cerca de Pernambuco. A partir de la captura del Clement, el Admiral Graf Spee comenzaría su misión de buque corsario que lo llevó a convertirse en el Panzerschiff con más éxitos después del Admiral Scheer. Tras el hundimiento del Clement, el 4 de octubre, la marina británica genera un plan para contrarrestar el peligro de los Panzerschiff con unidades de las flotas de Gran Bretaña y Francia. El Admiral Graf Spee destruyó, con diferentes tácticas, un total de 50.000 toneladas.

upload_2019-9-15_13-25-51.jpeg
El capitán de navío Hans Langsdorff en Buenos Aires
El sábado 9 de diciembre de 1939, el capitán de corbeta Friedrich Rasenack escribió: "Nuestra Dirección Naval nos informa que desde Montevideo zarpará un convoy británico, constituido por 4 vapores con un total de 30.000 toneladas protegido por un crucero auxiliar (…) el 11 y el 12 nada acontece. Nos acercamos gradualmente al punto de concentración de los barcos mercantes -que van y vuelven- del Río de la Plata. Allí tendremos que encontrar algo, al menos al crucero que hace guardia".

No encontraron una flota mercante, sino los barcos enemigos HMS Ajax, el HMS Achilles y el HMS Exeter. Todos los buques de guerra integraban la Escuadrilla de América del Sur y se encontraban bajo el mando del comodoro Henry Hardwood, un oficial veterano de la Primera Guerra Mundial, con gran conocimiento de su zona de influencia y que tenía su puesto de comando en el HMS Ajax.

A las 6 y 17 del 13 de diciembre a la distancia de 206 kilómetros, el Graf Spee abrió el fuego contra el Exeter. El buque británico respondió y las esquirlas de la metralla hirieron a Langsdorff en el hombro y en un brazo. "Se desangra profusamente", dice capitán Rasenack y le practican una curación de urgencia. Luego, una explosión de granada lo derriba y pierde el conocimiento. Se convoca a Walter Kay, el segundo oficial al mando, pero al poco rato, Langsdorff vuelve en sí y retorna al comando.

El Graf Spee se traba en combate con las tres naves de británicas durante una hora y veinte minutos. Durante el resto de la jornada, hay ocasionales intercambios de fuego mientras el buque rumbea hacia Montevideo, perseguido por los dos cruceros heridos. Cerca de la medianoche, el navío entró en el puerto uruguayo y se observa que recibió serios impactos. Gran parte de la tripulación se encontraba agotada. Había terminado la batalla naval y comenzaba otra –la diplomática—menos frontal, sutil, plagada de dobles mensajes y rumores.

upload_2019-9-15_13-26-26.jpeg
El Tratado de Versalles de 1919, firmado por la derrotada Alemania al finalizar la Primera Guerra Mundial, limitaba la construcción de buques de guerra de más de 10.000 toneladas (Northcliffe Collection/ANL/Shutterstock)
Tras mantener varias reuniones durante todo el día, Langsdorff, cerca de las 22 horas, envió a Berlín un informe completo y detallado de la batalla. Allí se cuenta que su tripulación tuvo "36 muertos, 5 heridos graves, 53 ligeramente heridos, 14 de ellos afectados por gas venenoso". En esas horas, tras enterrar a los marinos muertos en combate, Langsdorff había sido informado que el gobierno uruguayo le daba un plazo de permanencia de 72 horas (no los 30 días que había pedido) que vencía a las 8 de la mañana del domingo.

Al regresar al Graf Spee, a altas horas de la noche, Langsdorff comenzó a dar órdenes a los jefes de las distintas secciones para preparar la voladura del navío. Previamente, se quemaron documentos secretos, volaron la computadora de tiro con granadas de mano y las culatas de los cañones fueron tiradas al río.

El domingo 17 de diciembre de 1939, mientras unos preparaban al barco para su destino final, otros miembros de la tripulación, subrepticiamente, en pequeños grupos, se iban trasladando al transporte alemán Tacoma (alrededor de 900). Con un cielo claro, a las 18.30, el Admiral Graf Spee levó anclas con su pabellón de guerra, salió de Montevideo y navegó hacia el Pontón de la Recalada. El Tacoma también navegó hacia la boca del Río de la Plata. A las 20, seis explosiones y otras detonaciones envolvieron con fuego el barco y tras despedir trozos de hierro comenzó a hundirse. El Tacoma llegó a un punto acordado con Langsdorff en el Río de la Plata y transfirió a los tripulantes a los remolcadores Coloso (en el que viajaba Langsdorff) Gigante y la chata Chiriguana.

Después del mediodía del lunes 18, los tres barcos llegaron al puerto de Buenos Aires. Eran 1055 marinos. Una vez desembarcados, los tripulantes fueron separados. Los suboficiales y marineros quedaron en el Hotel de Inmigrantes y los oficiales fueron alojados en dependencias del ex Arsenal de la Marina en la zona de Retiro.

upload_2019-9-15_13-26-55.jpeg
Una de las chatas que transportaron a los marineros alemanes al puerto de BuenosAires
Durante casi toda la jornada del martes 19 de diciembre de 1939, las autoridades migratorias argentinas procedieron a registrar los nombres, apellidos y rangos de cada uno de los tripulantes del Admiral Graf Spee. Cuando caía el sol, el Capitán de Navío Langsdorff, con su uniforme de gala, acompañado por su Estado Mayor, hizo formar a su alrededor a la tripulación en el patio del Hotel de los Inmigrantes. Quería dirigirles unas palabras. No existía un lugar espacioso como para hablar a todos al mismo tiempo, y tampoco encontraron un megáfono (por razones de seguridad), así que la operación se repitió cuatro veces.

"Hace unos días —dijo— fue vuestro triste deber, tributar los últimos honores a vuestros camaradas muertos. Quizás tengan que llevar a cabo una tarea similar en un futuro próximo".

Muchos de los presentes no comprendieron la profundidad de su mensaje anticipatorio. Más tarde, antes de concurrir a una cena, se dirigió a su alojamiento en el Taller de la Marina en Dársena Norte. A los pocos minutos de estar en su habitación escuchó que golpeaban a su puerta. Hans Langsdorff la abrió y apareció c quien por pedido de las autoridades navales fue a visitarlo. Pertenecía a la Promoción 45 de la Escuela Naval y egresó en el 4º puesto. Aumann hablaba perfectamente en alemán e inglés. Se codeó con la política porque fue Edecán Naval del presidente Ramón A. Castillo hasta el 4 de junio de 1943. Llegó a Prefecto Nacional Marino y en 1951 paso a retiro, cuando Juan Domingo Perón designó comandante de la Armada al contralmirante Aníbal Olivieri y él era más antiguo.

Tras el diálogo a solas, Aumann realizó un informe para el director de la Escuela de Guerra Naval, capitán de navío Héctor Vernengo Lima. "Las manifestaciones que me hiciera espontáneamente el extinto Capitán de Navío Hans Langsdorff, en el transcurso de la conversación privada que sostuve con él, pocas horas antes de su muerte, en el alojamiento del Taller de Marina de la Dársena Norte", marca el comienzo de su relato escrito de seis carillas.

"Me dijo el ex comandante del Admiral Graf Spee que su misión consistía exclusivamente en hacer la guerra al comercio y que era su propósito atacar el tráfico del Río de la Plata y que, con ese fin, pretendía destruir, por lo menos dos buques mercantes enemigos sabiendo que correría el riesgo de hallarse con un crucero inglés, pero que semejante enemigo no le preocupaba mayormente pues abrigaba la certeza de poder dar cuenta de él sin mayor dificultad. Pero al amanecer del 13 de diciembre tuvo la ingrata sorpresa de tener que habérselas con tres buques enemigos simultáneamente, de los cuales uno fue individualizado como del tipo Exeter, mientras los otros dos le parecieron ser destructores hasta que, transcurrido cierto tiempo, fueron reconocidos como cruceros; eran el Ajax y el Achilles. De primera intención resolvió atacar al enemigo más potente que era el Exeter; fue así que minutos después de las 0600 horas abrió fuego a unos 2200 metros aproximadamente, mientras los dos cruceros ligeros que, inicialmente, venían en formación con el Exeter maniobraban hábilmente de manera de situarse en posición favorable para atacarlo sin que él pudiera hacerles mayor daño con sus 4 cañones de 15 cms. Frente a los 16 cañones de igual calibre del Ajax y Achilles", detalló.

"El Capitán Langsdorff se expresó en términos de gran admiración por la forma decidida y valiente en que se empeñaron los dos cruceros ligeros quienes, según dijo, atacaron como si fueran destructores haciendo frecuentes zig-zag mientras ganaban distancia a alta velocidad hacia el Graf Spee", prosiguió.

upload_2019-9-15_13-27-33.jpeg
El capitán de Fragata Eduardo A. Aumann
En el documento también se detalló: "Se comprende, me dijo el Capitán Langsdorff, que las condiciones se volvían tales que esos buques, prácticamente, estaba realizando un verdadero tiro al blanco, a lo que hay que agregar que con el acortamiento de las distancias llegaría un momento en que el efecto de su fuego no me podía ser indiferente, a lo cual se agregaba la posibilidad de que pudieran emplear sus torpedos impunemente. Bajo semejantes condiciones yo debía maniobrar con el buque violentamente y, además, tomar bajo fuego de mi artillería gruesa a alguno de los cruceros ligeros para mantenerlos a distancia; fue así que me vi precisado a realizar algunos cambios de blanco antes de poder sacarle cabal rendimiento a mi artillería. Siguió diciendo que el Exeter había hecho muy eficaz empleo de cortinas de humo con chimenea, logrando ocultarse por completo en dos oportunidades, mientras los cruceros ligeros atacaban con valiente decisión llegándose a poner a unos 7800 metros de distancia que ellos siempre habían considerado muy difícil pudiera ser alcanzada por este tipo de buques frente a un adversario como lo era el acorazado Graf Spee".

"Según los dichos del Capitán Langsdorff el combate se interrumpió al cabo de una hora y cuarto de su iniciación, es decir a eso de las 0730 horas, cuando el Exeter se retiró del combate muy maltrecho oculto en una espesa columna de humo; el Graf Spee puso entonces proa al Oeste aproximadamente mientras los cruceros conservaban una considerable distancia", continuó.

"Expresó Langsdorff que hubo un momento en que las circunstancias le impusieron la obligación de adoptar una decisión de trascendencia y que consistía en la necesidad de elegir entre los puertos de Río Grande do Sul, Montevideo o Puerto Belgrano, para entrar. Dijo que Río Grande lo descartó de inmediato por razones obvias y que se resolvió por Montevideo; pero que reconocía a posteriori que su decisión no fue la mejor que las circunstancias imponían, ya que el análisis retrospectivo que había hecho lo había llevado a la conclusión de que habría sido más acertado dirigirse a Puerto Belgrano. A este respecto me aclaró que necesitaba imperiosamente tomar puerto pues su buque aunque tenía averías que eran ridículas, por lo insignificantes, desde el punto de vista del valor combativo, afectaban, sin embargo, sus condiciones de navegabilidad, a la cual se agregaba el hecho de que necesitaba embarcar víveres, ya que no podía tomar sobre sí la responsabilidad de dirigirse a alta mar conduciendo una tripulación de más de 1000 hombres, con solo tres días de víveres a bordo".

"Tuve la impresión de que el Capitán Langsdorff adoptó la decisión de dirigirse a Montevideo, con cierta precipitación y bajo la presión de una idea fija que lo preocupaba y que era, a mi juicio, la de evitar comprometerse con su buque en una maniobra de acción en el que pudiera recibir averías que comprometieran su capacidad de continuar la guerra al comercio y el regreso a su Patria. Por otra parte, el capitán Langsdorff parecía hallarse arrepentido de no haber perseguido a fondo la acción con el Exeter hasta su total destrucción y semejante sentimiento parece haber nacido en Montevideo; sin embargo, puede haber influido en su espíritu el temor de quedarse sin munición; por otra parte parece ser que creía que el HMS Barham y, tal vez, el HMS Renown estaban en las proximidades del teatro de la acción; esto último lo deduje a raíz de las reflexiones que me hizo respecto a la extraña conducta que, según él, habrían observado los dos cruceros ingleses en el transcurso del día", señaló el argentino.

"El combate parece que ha sido librado a menos de 300 millas de Montevideo y hacia el Este de dicho punto; el Capitán Langsdorff me dijo así mismo que él y el Segundo Comandante, nunca habían navegado por el Atlántico Sud y que jamás había imaginado que el Puerto de Montevideo, en particular, y el Río de la Plata, en general, resultaran ser tan 'tremenda ratonera'. Igualmente me dijo que tampoco había imaginado que en las proximidades de la Isla de Lobos pudieran surgir inconvenientes como los que tuvo que afrontar; a este respecto estimo que ha querido referirse a las dificultades en el funcionamiento correcto de los motores, pues es sabido que las tomas de agua de circulación y refrigeración estaban en las proximidades de la quilla; igualmente es posible que se hayan presentado vibraciones en el casco debidas al poco fondo".

"No ha sido posible obtener del capitán Langsdorff una explicación satisfactoria respecto de los motivos que lo impulsaron a entrar al puerto de Montevideo y a ese respecto tengo la impresión de que lamentaba profundamente el error de su decisión, pues me repitió varias veces que debía haberse dirigido a Puerto Belgrano. Por otra parte, denotaba un profundo resentimiento por lo que calificaba de una flagrante violación al Derecho Internacional cometido por el Gobierno del Uruguay al no permitirle poner su buque en condiciones de navegabilidad. De lo expuesto he llegado a la conclusión de que el Capitán Langsdorff ha debido adoptar la decisión de entrar a Montevideo en circunstancias en que, por razones difíciles de explicar, ha fallado en la claridad de su raciocinio en el fragor del combate y agobiado por el peso de las responsabilidades que tuvo que afrontar en circunstancias únicas e imprevistas."

upload_2019-9-15_13-28-25.jpeg
Informe de Aumann sobre su encuentro con Langsdorff
"Siguió diciendo Langsdorff que, una vez en Montevideo y cuando le fue negado poner su buque en condiciones de navegabilidad, lo que, según él, hubiera demandado de 8 a 10 días de trabajo, tenía que hacerse a la mar después de las 1815 y antes de las 2000 horas del día domingo 17, con su buque en condiciones precarias. Según él, la orden del Gobierno Uruguayo lo colocaba en el dilema de tener que elegir entre la internación o el combate con los buques enemigos que bloqueaban el Río de la Plata. La internación del buque en Montevideo era inaceptable por la falta de garantías que le ofrecía el Uruguay respecto su futura neutralidad y ello hacía correr el riesgo de que si ese país entraba en la guerra, el buque cayera en manos de los ingleses; dijo que a Buenos Aires no podía venir porque los motores no iban a resistir la navegación por el lecho barroso del canal de acceso".

"En cuanto a la otra solución que se le presentaba, o sea la de afrontar el combate, dijo que la hubiera aceptado gustoso pero que se vio obligado a descartarla por la sencilla razón de que la limitación precisa de la hora de salida del puerto entre las 1815 y las 2000 horas hacía absolutamente seguro que tuviera que aceptar el combate en la zona del Río de la Plata en que la poca profundidad del lecho no le garantizaba que, una vez consumida la munición que le quedaba y cuando resolviera hundir su nave, ésta desapareciera debajo de la superficie del agua. En semejantes condiciones quedaba la posibilidad de que el enemigo se apoderase del casco, lo reflotase y lo llevase en triunfo a Inglaterra. Fue en base a esas razones que optó por la voladura del buque en la forma en que lo hizo y que es del dominio público, con lo que salvó la vida a más de 1000 hombres y evitó que los ingleses pudieran adjudicarse una victoria que luego podrían explotar con fines políticos".

Finalizado el encuentro con Aumann, Langsdorff participó de una cena en su homenaje. Tras el encuentro, volvió a su habitación en la jefatura del Taller de la Marina, se sentó en su escritorio y escribió tres cartas: a su esposa, sus padres y al embajador von Thermann.

upload_2019-9-15_13-29-20.jpeg
Al día siguiente, después del desayuno, tras golpear la puerta en dos oportunidades, su ayudante, el teniente Kurt Diggins, entró en su habitación y lo encontró muerto. Según dejó asentado en el Legajo Nº 231, el juez Miguel Jantus, titular del Juzgado Federal de la Capital en lo Criminal y Correccional "pudo observarse" –en el centro de la habitación- que Langsdorff se encontraba "tendido en el suelo, sobre la bandera de guerra alemana (…) Su cuerpo "presentaba una herida penetrante que aparentaba ser de bala y su frente y cuero cabelludo completamente bañado en sangre (…) la pistola de referencia lo era de marca Máuser Werke AG. Oberndorf calibre siete sesenta y cinco".

Tanto su velatorio -en una pequeña habitación del edificio naval con guardia de honor permanente- como la ceremonia de entierro se realizaron en el cementerio alemán y cada etapa fue seguida paso a paso por los medios de comunicación argentinos. Salvo para la tripulación, la entrada al velatorio fue bastante limitada.

upload_2019-9-15_13-29-45.jpeg
Entierro de los restos del Capitán de Navío Langsdorff en el Cementerio Alemán
El entierro se realizó el 21 de diciembre. Cinco coches trasladaban las coronas de flores y en el sexto iba el ataúd con los restos mortales del Kapitän zur See. El cementerio estaba atestado de gente. En la primera larga fila del la extenso camino hacia su tumba se ubicó un cordón de integrantes de la Auslandsorganisation (organización de ultramar), o AO, del Partido Nazi en el extranjero, cuyo jefe era Alfred Muller. Lucían pantalón negro y camisa blanca.

En el cementerio, el capitán Pottinger, de la Armada Británica, depositó una corona de flores. Al frente de la ceremonia las fotos muestran al embajador von Thermann y al Käpitam zur see Walter Kay, ahora comandante de la tripulación del ex Admiral Graf Sppe. Varios fueron los oradores que quisieron despedirlo, y la fila para depositar tres puñados de tierra sobre su féretro parecía interminable.

https://www.infobae.com/sociedad/20...on-de-su-capitan-nazi-a-un-oficial-argentino/
 
El impactante final del buque alemán Graf Spee en las aguas del Río de la Plata y la última confesión de su capitán nazi a un oficial argentino
Los documentos confidenciales que detallan el encuentro entre el marino alemán y el capitán de fragata argentino Eduardo Aumann. Los combates que protagonizó el navío y las decisiones que tuvo que tomar su capitán

Por Juan Bautista "Tata" Yofre
15 de septiembre de 2019

Ver el archivo adjunto 1167667
El imponente Graf Spee (David Muscroft/Shutterstock)
El Tratado de Versalles de 1919, firmado por la derrotada Alemania al finalizar la Primera Guerra Mundial, limitaba la construcción de buques de guerra de más de 10.000 toneladas. Los buques clase Deutschland fueron una serie de tres Panzerschiff (acorazados blindados o acorazado de bolsillo), fuertemente armados. Los tres navíos fueron: Deutschland (al que se le cambió el nombre por Lützow), Admiral Scheer y Admiral Graf Spee.

El 6 de enero de 1936 el Admiral Graf Spee es puesto en servicio y, luego de tres meses de pruebas de mar, el 9 de abril se incorporó a la flota de guerra. A grandes trazos, el navío contaba con un casco innovador: con la finalidad de no sobrepasar el peso obligado que establecía el Tratado de Versalles, a través de aleaciones ligeras y reemplazando los remaches con soldaduras eléctricas, se aligeró el casco y sobre éste se instalaron armas de grueso calibre, con lo que se venció las limitaciones que condenaban a Alemania.

El 1º de octubre de 1938, el Capitán de Navío Hans Langsdorff tomó el mando del buque. En los días previos al comienzo de la Segunda Guerra Mundial el Admiral Graf Spee salió de la base Wilhemshaven a las 19 horas del 21 de agosto de 1939 con rumbo al Atlántico Sur. No hubo fanfarria ni grandes despedidas, el Panzerschiff se perdió con gran silencio en el horizonte. Casi al unísono, el acorazado Deutschland salió rumbo al Atlántico Norte.

Ver el archivo adjunto 1167668
El 30 de septiembre de 1939 el navío captura y hunde el barco británico Clement, cerca de Pernambuco

Al estallar la guerra, Adolf Hitler ordenó a su Armada interceptar las líneas de abastecimiento de Gran Bretaña y Langsdorff tuvo como directiva principal ceñirse a las reglas de captura y evitar combate y moverse mucho dentro de su zona de acción.

El 30 de septiembre el navío captura y hunde el barco británico Clement (5.051 tn), cerca de Pernambuco. A partir de la captura del Clement, el Admiral Graf Spee comenzaría su misión de buque corsario que lo llevó a convertirse en el Panzerschiff con más éxitos después del Admiral Scheer. Tras el hundimiento del Clement, el 4 de octubre, la marina británica genera un plan para contrarrestar el peligro de los Panzerschiff con unidades de las flotas de Gran Bretaña y Francia. El Admiral Graf Spee destruyó, con diferentes tácticas, un total de 50.000 toneladas.

Ver el archivo adjunto 1167669
El capitán de navío Hans Langsdorff en Buenos Aires
El sábado 9 de diciembre de 1939, el capitán de corbeta Friedrich Rasenack escribió: "Nuestra Dirección Naval nos informa que desde Montevideo zarpará un convoy británico, constituido por 4 vapores con un total de 30.000 toneladas protegido por un crucero auxiliar (…) el 11 y el 12 nada acontece. Nos acercamos gradualmente al punto de concentración de los barcos mercantes -que van y vuelven- del Río de la Plata. Allí tendremos que encontrar algo, al menos al crucero que hace guardia".

No encontraron una flota mercante, sino los barcos enemigos HMS Ajax, el HMS Achilles y el HMS Exeter. Todos los buques de guerra integraban la Escuadrilla de América del Sur y se encontraban bajo el mando del comodoro Henry Hardwood, un oficial veterano de la Primera Guerra Mundial, con gran conocimiento de su zona de influencia y que tenía su puesto de comando en el HMS Ajax.

A las 6 y 17 del 13 de diciembre a la distancia de 206 kilómetros, el Graf Spee abrió el fuego contra el Exeter. El buque británico respondió y las esquirlas de la metralla hirieron a Langsdorff en el hombro y en un brazo. "Se desangra profusamente", dice capitán Rasenack y le practican una curación de urgencia. Luego, una explosión de granada lo derriba y pierde el conocimiento. Se convoca a Walter Kay, el segundo oficial al mando, pero al poco rato, Langsdorff vuelve en sí y retorna al comando.

El Graf Spee se traba en combate con las tres naves de británicas durante una hora y veinte minutos. Durante el resto de la jornada, hay ocasionales intercambios de fuego mientras el buque rumbea hacia Montevideo, perseguido por los dos cruceros heridos. Cerca de la medianoche, el navío entró en el puerto uruguayo y se observa que recibió serios impactos. Gran parte de la tripulación se encontraba agotada. Había terminado la batalla naval y comenzaba otra –la diplomática—menos frontal, sutil, plagada de dobles mensajes y rumores.

Ver el archivo adjunto 1167670
El Tratado de Versalles de 1919, firmado por la derrotada Alemania al finalizar la Primera Guerra Mundial, limitaba la construcción de buques de guerra de más de 10.000 toneladas (Northcliffe Collection/ANL/Shutterstock)
Tras mantener varias reuniones durante todo el día, Langsdorff, cerca de las 22 horas, envió a Berlín un informe completo y detallado de la batalla. Allí se cuenta que su tripulación tuvo "36 muertos, 5 heridos graves, 53 ligeramente heridos, 14 de ellos afectados por gas venenoso". En esas horas, tras enterrar a los marinos muertos en combate, Langsdorff había sido informado que el gobierno uruguayo le daba un plazo de permanencia de 72 horas (no los 30 días que había pedido) que vencía a las 8 de la mañana del domingo.

Al regresar al Graf Spee, a altas horas de la noche, Langsdorff comenzó a dar órdenes a los jefes de las distintas secciones para preparar la voladura del navío. Previamente, se quemaron documentos secretos, volaron la computadora de tiro con granadas de mano y las culatas de los cañones fueron tiradas al río.

El domingo 17 de diciembre de 1939, mientras unos preparaban al barco para su destino final, otros miembros de la tripulación, subrepticiamente, en pequeños grupos, se iban trasladando al transporte alemán Tacoma (alrededor de 900). Con un cielo claro, a las 18.30, el Admiral Graf Spee levó anclas con su pabellón de guerra, salió de Montevideo y navegó hacia el Pontón de la Recalada. El Tacoma también navegó hacia la boca del Río de la Plata. A las 20, seis explosiones y otras detonaciones envolvieron con fuego el barco y tras despedir trozos de hierro comenzó a hundirse. El Tacoma llegó a un punto acordado con Langsdorff en el Río de la Plata y transfirió a los tripulantes a los remolcadores Coloso (en el que viajaba Langsdorff) Gigante y la chata Chiriguana.

Después del mediodía del lunes 18, los tres barcos llegaron al puerto de Buenos Aires. Eran 1055 marinos. Una vez desembarcados, los tripulantes fueron separados. Los suboficiales y marineros quedaron en el Hotel de Inmigrantes y los oficiales fueron alojados en dependencias del ex Arsenal de la Marina en la zona de Retiro.

Ver el archivo adjunto 1167671
Una de las chatas que transportaron a los marineros alemanes al puerto de BuenosAires
Durante casi toda la jornada del martes 19 de diciembre de 1939, las autoridades migratorias argentinas procedieron a registrar los nombres, apellidos y rangos de cada uno de los tripulantes del Admiral Graf Spee. Cuando caía el sol, el Capitán de Navío Langsdorff, con su uniforme de gala, acompañado por su Estado Mayor, hizo formar a su alrededor a la tripulación en el patio del Hotel de los Inmigrantes. Quería dirigirles unas palabras. No existía un lugar espacioso como para hablar a todos al mismo tiempo, y tampoco encontraron un megáfono (por razones de seguridad), así que la operación se repitió cuatro veces.

"Hace unos días —dijo— fue vuestro triste deber, tributar los últimos honores a vuestros camaradas muertos. Quizás tengan que llevar a cabo una tarea similar en un futuro próximo".

Muchos de los presentes no comprendieron la profundidad de su mensaje anticipatorio. Más tarde, antes de concurrir a una cena, se dirigió a su alojamiento en el Taller de la Marina en Dársena Norte. A los pocos minutos de estar en su habitación escuchó que golpeaban a su puerta. Hans Langsdorff la abrió y apareció c quien por pedido de las autoridades navales fue a visitarlo. Pertenecía a la Promoción 45 de la Escuela Naval y egresó en el 4º puesto. Aumann hablaba perfectamente en alemán e inglés. Se codeó con la política porque fue Edecán Naval del presidente Ramón A. Castillo hasta el 4 de junio de 1943. Llegó a Prefecto Nacional Marino y en 1951 paso a retiro, cuando Juan Domingo Perón designó comandante de la Armada al contralmirante Aníbal Olivieri y él era más antiguo.

Tras el diálogo a solas, Aumann realizó un informe para el director de la Escuela de Guerra Naval, capitán de navío Héctor Vernengo Lima. "Las manifestaciones que me hiciera espontáneamente el extinto Capitán de Navío Hans Langsdorff, en el transcurso de la conversación privada que sostuve con él, pocas horas antes de su muerte, en el alojamiento del Taller de Marina de la Dársena Norte", marca el comienzo de su relato escrito de seis carillas.

"Me dijo el ex comandante del Admiral Graf Spee que su misión consistía exclusivamente en hacer la guerra al comercio y que era su propósito atacar el tráfico del Río de la Plata y que, con ese fin, pretendía destruir, por lo menos dos buques mercantes enemigos sabiendo que correría el riesgo de hallarse con un crucero inglés, pero que semejante enemigo no le preocupaba mayormente pues abrigaba la certeza de poder dar cuenta de él sin mayor dificultad. Pero al amanecer del 13 de diciembre tuvo la ingrata sorpresa de tener que habérselas con tres buques enemigos simultáneamente, de los cuales uno fue individualizado como del tipo Exeter, mientras los otros dos le parecieron ser destructores hasta que, transcurrido cierto tiempo, fueron reconocidos como cruceros; eran el Ajax y el Achilles. De primera intención resolvió atacar al enemigo más potente que era el Exeter; fue así que minutos después de las 0600 horas abrió fuego a unos 2200 metros aproximadamente, mientras los dos cruceros ligeros que, inicialmente, venían en formación con el Exeter maniobraban hábilmente de manera de situarse en posición favorable para atacarlo sin que él pudiera hacerles mayor daño con sus 4 cañones de 15 cms. Frente a los 16 cañones de igual calibre del Ajax y Achilles", detalló.

"El Capitán Langsdorff se expresó en términos de gran admiración por la forma decidida y valiente en que se empeñaron los dos cruceros ligeros quienes, según dijo, atacaron como si fueran destructores haciendo frecuentes zig-zag mientras ganaban distancia a alta velocidad hacia el Graf Spee", prosiguió.

Ver el archivo adjunto 1167673
El capitán de Fragata Eduardo A. Aumann
En el documento también se detalló: "Se comprende, me dijo el Capitán Langsdorff, que las condiciones se volvían tales que esos buques, prácticamente, estaba realizando un verdadero tiro al blanco, a lo que hay que agregar que con el acortamiento de las distancias llegaría un momento en que el efecto de su fuego no me podía ser indiferente, a lo cual se agregaba la posibilidad de que pudieran emplear sus torpedos impunemente. Bajo semejantes condiciones yo debía maniobrar con el buque violentamente y, además, tomar bajo fuego de mi artillería gruesa a alguno de los cruceros ligeros para mantenerlos a distancia; fue así que me vi precisado a realizar algunos cambios de blanco antes de poder sacarle cabal rendimiento a mi artillería. Siguió diciendo que el Exeter había hecho muy eficaz empleo de cortinas de humo con chimenea, logrando ocultarse por completo en dos oportunidades, mientras los cruceros ligeros atacaban con valiente decisión llegándose a poner a unos 7800 metros de distancia que ellos siempre habían considerado muy difícil pudiera ser alcanzada por este tipo de buques frente a un adversario como lo era el acorazado Graf Spee".

"Según los dichos del Capitán Langsdorff el combate se interrumpió al cabo de una hora y cuarto de su iniciación, es decir a eso de las 0730 horas, cuando el Exeter se retiró del combate muy maltrecho oculto en una espesa columna de humo; el Graf Spee puso entonces proa al Oeste aproximadamente mientras los cruceros conservaban una considerable distancia", continuó.

"Expresó Langsdorff que hubo un momento en que las circunstancias le impusieron la obligación de adoptar una decisión de trascendencia y que consistía en la necesidad de elegir entre los puertos de Río Grande do Sul, Montevideo o Puerto Belgrano, para entrar. Dijo que Río Grande lo descartó de inmediato por razones obvias y que se resolvió por Montevideo; pero que reconocía a posteriori que su decisión no fue la mejor que las circunstancias imponían, ya que el análisis retrospectivo que había hecho lo había llevado a la conclusión de que habría sido más acertado dirigirse a Puerto Belgrano. A este respecto me aclaró que necesitaba imperiosamente tomar puerto pues su buque aunque tenía averías que eran ridículas, por lo insignificantes, desde el punto de vista del valor combativo, afectaban, sin embargo, sus condiciones de navegabilidad, a la cual se agregaba el hecho de que necesitaba embarcar víveres, ya que no podía tomar sobre sí la responsabilidad de dirigirse a alta mar conduciendo una tripulación de más de 1000 hombres, con solo tres días de víveres a bordo".

"Tuve la impresión de que el Capitán Langsdorff adoptó la decisión de dirigirse a Montevideo, con cierta precipitación y bajo la presión de una idea fija que lo preocupaba y que era, a mi juicio, la de evitar comprometerse con su buque en una maniobra de acción en el que pudiera recibir averías que comprometieran su capacidad de continuar la guerra al comercio y el regreso a su Patria. Por otra parte, el capitán Langsdorff parecía hallarse arrepentido de no haber perseguido a fondo la acción con el Exeter hasta su total destrucción y semejante sentimiento parece haber nacido en Montevideo; sin embargo, puede haber influido en su espíritu el temor de quedarse sin munición; por otra parte parece ser que creía que el HMS Barham y, tal vez, el HMS Renown estaban en las proximidades del teatro de la acción; esto último lo deduje a raíz de las reflexiones que me hizo respecto a la extraña conducta que, según él, habrían observado los dos cruceros ingleses en el transcurso del día", señaló el argentino.

"El combate parece que ha sido librado a menos de 300 millas de Montevideo y hacia el Este de dicho punto; el Capitán Langsdorff me dijo así mismo que él y el Segundo Comandante, nunca habían navegado por el Atlántico Sud y que jamás había imaginado que el Puerto de Montevideo, en particular, y el Río de la Plata, en general, resultaran ser tan 'tremenda ratonera'. Igualmente me dijo que tampoco había imaginado que en las proximidades de la Isla de Lobos pudieran surgir inconvenientes como los que tuvo que afrontar; a este respecto estimo que ha querido referirse a las dificultades en el funcionamiento correcto de los motores, pues es sabido que las tomas de agua de circulación y refrigeración estaban en las proximidades de la quilla; igualmente es posible que se hayan presentado vibraciones en el casco debidas al poco fondo".

"No ha sido posible obtener del capitán Langsdorff una explicación satisfactoria respecto de los motivos que lo impulsaron a entrar al puerto de Montevideo y a ese respecto tengo la impresión de que lamentaba profundamente el error de su decisión, pues me repitió varias veces que debía haberse dirigido a Puerto Belgrano. Por otra parte, denotaba un profundo resentimiento por lo que calificaba de una flagrante violación al Derecho Internacional cometido por el Gobierno del Uruguay al no permitirle poner su buque en condiciones de navegabilidad. De lo expuesto he llegado a la conclusión de que el Capitán Langsdorff ha debido adoptar la decisión de entrar a Montevideo en circunstancias en que, por razones difíciles de explicar, ha fallado en la claridad de su raciocinio en el fragor del combate y agobiado por el peso de las responsabilidades que tuvo que afrontar en circunstancias únicas e imprevistas."

Ver el archivo adjunto 1167675
Informe de Aumann sobre su encuentro con Langsdorff
"Siguió diciendo Langsdorff que, una vez en Montevideo y cuando le fue negado poner su buque en condiciones de navegabilidad, lo que, según él, hubiera demandado de 8 a 10 días de trabajo, tenía que hacerse a la mar después de las 1815 y antes de las 2000 horas del día domingo 17, con su buque en condiciones precarias. Según él, la orden del Gobierno Uruguayo lo colocaba en el dilema de tener que elegir entre la internación o el combate con los buques enemigos que bloqueaban el Río de la Plata. La internación del buque en Montevideo era inaceptable por la falta de garantías que le ofrecía el Uruguay respecto su futura neutralidad y ello hacía correr el riesgo de que si ese país entraba en la guerra, el buque cayera en manos de los ingleses; dijo que a Buenos Aires no podía venir porque los motores no iban a resistir la navegación por el lecho barroso del canal de acceso".

"En cuanto a la otra solución que se le presentaba, o sea la de afrontar el combate, dijo que la hubiera aceptado gustoso pero que se vio obligado a descartarla por la sencilla razón de que la limitación precisa de la hora de salida del puerto entre las 1815 y las 2000 horas hacía absolutamente seguro que tuviera que aceptar el combate en la zona del Río de la Plata en que la poca profundidad del lecho no le garantizaba que, una vez consumida la munición que le quedaba y cuando resolviera hundir su nave, ésta desapareciera debajo de la superficie del agua. En semejantes condiciones quedaba la posibilidad de que el enemigo se apoderase del casco, lo reflotase y lo llevase en triunfo a Inglaterra. Fue en base a esas razones que optó por la voladura del buque en la forma en que lo hizo y que es del dominio público, con lo que salvó la vida a más de 1000 hombres y evitó que los ingleses pudieran adjudicarse una victoria que luego podrían explotar con fines políticos".

Finalizado el encuentro con Aumann, Langsdorff participó de una cena en su homenaje. Tras el encuentro, volvió a su habitación en la jefatura del Taller de la Marina, se sentó en su escritorio y escribió tres cartas: a su esposa, sus padres y al embajador von Thermann.

Ver el archivo adjunto 1167677
Al día siguiente, después del desayuno, tras golpear la puerta en dos oportunidades, su ayudante, el teniente Kurt Diggins, entró en su habitación y lo encontró muerto. Según dejó asentado en el Legajo Nº 231, el juez Miguel Jantus, titular del Juzgado Federal de la Capital en lo Criminal y Correccional "pudo observarse" –en el centro de la habitación- que Langsdorff se encontraba "tendido en el suelo, sobre la bandera de guerra alemana (…) Su cuerpo "presentaba una herida penetrante que aparentaba ser de bala y su frente y cuero cabelludo completamente bañado en sangre (…) la pistola de referencia lo era de marca Máuser Werke AG. Oberndorf calibre siete sesenta y cinco".

Tanto su velatorio -en una pequeña habitación del edificio naval con guardia de honor permanente- como la ceremonia de entierro se realizaron en el cementerio alemán y cada etapa fue seguida paso a paso por los medios de comunicación argentinos. Salvo para la tripulación, la entrada al velatorio fue bastante limitada.

Ver el archivo adjunto 1167679
Entierro de los restos del Capitán de Navío Langsdorff en el Cementerio Alemán
El entierro se realizó el 21 de diciembre. Cinco coches trasladaban las coronas de flores y en el sexto iba el ataúd con los restos mortales del Kapitän zur See. El cementerio estaba atestado de gente. En la primera larga fila del la extenso camino hacia su tumba se ubicó un cordón de integrantes de la Auslandsorganisation (organización de ultramar), o AO, del Partido Nazi en el extranjero, cuyo jefe era Alfred Muller. Lucían pantalón negro y camisa blanca.

En el cementerio, el capitán Pottinger, de la Armada Británica, depositó una corona de flores. Al frente de la ceremonia las fotos muestran al embajador von Thermann y al Käpitam zur see Walter Kay, ahora comandante de la tripulación del ex Admiral Graf Sppe. Varios fueron los oradores que quisieron despedirlo, y la fila para depositar tres puñados de tierra sobre su féretro parecía interminable.

https://www.infobae.com/sociedad/20...on-de-su-capitan-nazi-a-un-oficial-argentino/
QUE GRAN ARTICULO COMPAÑERA @Coti7495, SOY UN APASIONADO DE ESTOS TEMAS DE LA HISTORIA DESCONOCIDA, CONTINUA DELEITANDONOS POR FAVOR.-
UNA PERSONA QUE SABE MUCHO SOBRE EL FINAL DE HITLER ES EL ESCRITOR Y PERIODISTA ARGENTINO ABEL BASTI.-
UN GRAN ABRAZO, Y MUCHAS GRACIAS.-
 
¿Hitler en la Argentina?: la carta y el audio del militar que le contó a sus hijos su encuentro secreto con el criminal nazi en Bariloche A mediados de agosto de 2019 murió el teniente coronel Julio Arturo Heil. Tenía 92 años y guardó un secreto de su juventud de por vida: Perón lo había enviado a la Patagonia para que le entregara un maletín con documentación secreta... ¡a Hitler! Antes de fallecer le dijo a sus hijos: “Cuando yo no esté, pueden dar a conocer esta historia”

Por Julio Lagos
14 de septiembre de 2019


Quizás algún lector recuerde la crónica que publiqué en Infobae el domingo 9 de junio. Se tituló: Increíbles testimonios sobre la "misteriosa presencia" de Hitler en la Argentina, en la que comenté episodios narrados por el investigador Abel Basti en su libro La segunda vida de Hitler.

El más impresionante se refería a la misión secreta que en 1953 el entonces presidente Juan Domingo Perón le encomendó a un joven teniente del Ejército: llevar un maletín a una residencia de Bariloche y entregárselo en mano a Adolf Hitler.

¿Hitler vivo en la Argentina en 1953? Parecía un delirio, a contramano de la historia oficial que sostiene que el líder nazi se suicidó en su búnker en 1945.

Y como era necesario respetar un secreto familiar, no podíamos decir el nombre de aquel teniente.


Ahora, los hechos se han precipitado.

El 17 de agosto de 2019, a los 92 años, falleció el teniente coronel Julio Arturo Heil, quien 66 años antes fue parte de una historia increíble.
Y su familia ha decidido hacerla pública:

-Fue la voluntad de mi padre darlo a conocer una vez que él hubiese fallecido.

Me lo dice Alejandro Heil, uno de sus hijos, que comienza un relato hasta ahora inédito:

-Yo tomo conocimiento de esta historia cerca del año 2010, cuando mi madre me comenta que papá le había dicho que tenía una historia muy personal, muy íntima, que tenía que contarle. Se lo cuenta porque estuvo muy enfermo, internado en el Hospital Militar por una dolencia cardíaca y cuando le dan el alta vuelve a casa y habla con mamá. Le dice que tenía una historia que mantenía en secreto porque había dado su palabra de soldado de que la iba a preservar, pero como todos los protagonistas estaban muertos y era un hecho histórico y él se daba cuenta de que estaba próximo a su propia muerte, debía decírselo por la magnitud y la importancia de lo sucedido… Él tenía entonces 84 años.

-¿Y tu mamá que hizo?

-Le dijo "Coco esto tenés que contarlo, tenés que escribirlo, tenés que dejarlo asentado en algún lugar para que el día de mañana se dé a conocer, porque es un hecho muy importante. Y mi padre escribió estas carillas, que yo acabo de encontrar hace pocos días, entre sus papeles.

-¿Qué fue lo que le contó?

-En 1953, siendo oficial instructor con el grado de teniente en el Colegio Militar, lo llama el jefe de la compañía y le dice que se presente en el despacho del director, el general Maglio, que quería hablar con él. Mi padre se presenta y junto al director estaba el general Franklin Lucero, que en ese momento era el Ministro de Guerra. Y ahí le dicen que el general Perón quería hablar con él, que se preparara porque al día siguiente lo iban a pasar a buscar a las siete de la mañana. A la mañana siguiente pasa a buscarlo un Mecedes Benz negro chiquito, de los que se usaban en la época, y lo lleva a la Casa Rosada. Ahí lo recibe un suboficial mayor, que lo acompaña hasta el despacho del general Lucero y de ahí van al despacho del presidente Perón.

Alejandro-Heil-21.jpg

Alejandro, uno de los hijos del teniente coronel Julio Arturo Heil, dio a conocer el increíble secreto que su padre guardó durante quien 66 años (Matías Arbotto)
-Fueron muchas emociones seguidas y en muy pocas horas para un joven oficial de 25 años de edad. Primero lo llama el director de la Colegio Militar, ahí lo conoce al Ministro de Guerra y luego al propio Presidente de la Nación… ¿Y Perón qué le dijo?

-Le preguntó si era descendiente de alemanes. Mi padre le contesta que sí y Perón le dice que va a cumplir una comisión sumamente reservada.

-¿Es cierto que le preguntó si hablaba alemán?

-Sí, así fue. Mi padre le respondió que no lo hablaba fluidamente, que sólo tenía conocimientos básicos. Jocosamente, Perón le comentó cómo con ese apellido no hablaba bien el idioma alemán, pero que de todas maneras iba a cumplir la comisión secreta que le iban a encomendar. "Las instrucciones precisas se las va a dar el general Lucero", le dijo. Así fue. Salieron del despacho presidencial y fueron al del ministro, que le dio un portafolio con una cadenita de pulsera. Y mientras mi padre se la colocaba en la muñeca, Lucero le dio las instrucciones: "Ahora el chofer que lo trajo acá lo va a llevar a la base aérea de El Palomar, desde donde van a volar a Bariloche. Este portafolios se lo va a entregar en mano al señor Adolf Hitler…"

Aquí congelemos la imagen.

Nos quedamos con este joven oficial a quien le mencionan el nombre del dictador nazi en tiempo presente, como si todo el relato de su muerte no existiera.

Enseguida volvemos a él y a su sorpresa ante la orden de Lucero.

Pero antes repasemos fugazmente qué estaba pasando en el mundo en ese 1953.

El general Dwight Eisenhower asumía la presidencia de los Estados Unidos, luego de haber sido el comandante de las fuerzas aliadas en la Segunda Guerra Mundial. Fue el hombre que decidió no entrar a Berlín, permitiendo que lo hicieran los rusos. A su vez, en la Unión Soviética, moría Stalin y tras el interinato de Malenkov, Nikita Kruschev se convertía en el hombre fuerte. La llamada Guerra Fría entre Occidente y la URSS había reemplazado al anterior conflicto bélico entre los aliados y la Alemania nazi.

Alejandro-Heil-35.jpg

Julio Arturo Heil era un joven oficial cuando el general Perón le habría encomendado una misión secreta: llevar un maletín a una residencia de Bariloche y entregárselo en mano a Adolf Hitler
Volvamos a apretar play.

-¿Cómo reaccionó tu papá?

-Me manifestó que fue algo sorpresivo, que le llamó mucho la atención. Pero me contó que estaba tan compenetrado en cumplir esa directiva que no pensaba ni en comer ni en tomar agua. Me dijo: "Alejandro, yo era un joven teniente de 25 años, lo que más quería era terminar la comisión lo más rápido posible y volverme al casino de oficiales".

-¿Y cuando salió de la oficina del ministro Lucero qué pasó?

-En el relato que dejó escrito, mi papá cuenta que de la Casa Rosada el mismo chofer del Mercedez Benz negro lo llevó a la base aérea de El Palomar. Allí lo esperaban un capitán y un teniente primero pilotos, a cargo de un bimotor. El único pasajero era él, que tenía el maletín encadenado a la muñeca. Durante el viaje no hablaron. Hicieron escala en Santa Rosa, para reabastecerse y volvieron a despegar con destino a Bariloche, al aeropuerto viejo supuestamente. Ahí lo esperaba un oficial del ejército, un teniente primero. Mi padre no conoce el apellido. En un jeep del ejército recorren aproximadamente durante 45 minutos un camino de ripio que al principio tenía vista a un lago y ya después se meten en una zona boscosa hasta una tranquera donde los reciben dos personas de acento alemán, que lo acompañan a él solo al interior de un chalet entre los bosques tupidos de Bariloche.

-¿Entran directamente?

-Entran a la casa y las dos personas que él describe como corpulentas, altas, vestidas de civil, con acento alemán lo llevan hasta la entrada principal del chalet y ahí lo espera otra persona que lo acompaña por un pasillo hasta una sala donde estaba el señor que supuestamente era Adolfo Hitler. Mi padre cuenta que era una sala espaciosa, grande, con un ventanal que daba a una arboleda o un parque. Y la persona que supuestamente era Hitler estaba en un escritorio. Cuando a mi padre lo hacen ingresar se pone de pie, lo recibe y lo saluda. Mi padre dice que fue un saludo afectuoso. Se quedaron los dos solos. Le pregunta por el general Perón en un castellano dificultoso, le costaba pero hablaba en castellano. Mi padre se desengancha el portafolio de la muñeca y se lo entrega en mano. Intercambian dos o tres palabras, no hablan mucho y de una repisa que tenía detrás saca una botella de cognac con dos copas. Le sirve a mi padre, se sirve él y brindan por la Argentina y por Perón.

hitler-story_650_021414072701.jpg

El oficial Heil dijo que el hombre que supuestamente era Hitler hablaba mal español, arrastraba sus piernas y lucía viejo y enfermo (AP)
El hijo del teniente coronel Julio Arturo Heil utiliza el adverbio de modo "supuestamente". No quiere que una afirmación incomprobable -no existe el ADN retroactivo- pueda manchar el relato en primera persona de su papá:

Él suponía que la persona que había visto era Hitler, pero no podía saber si era un doble. A sus 25 años no lo podía afirmar. Suponemos que sí. Por el viaje, el lugar. Y además él cumplía las directivas que le habían dado el presidente Perón y el ministro Lucero.

Alejandro Heil agrega un dato inesperado:

-En la carta, en el relato escrito que mi padre escribió en 2011 a pedido de mi mamá, manifiesta que Hitler le dio un sobre para entregarle en mano al general Perón. Pero cuando hizo la grabación, hace unos meses, habló de memoria. No leía un texto. Quizás ya con 92 años, con el paso del tiempo, haya olvidado algunos detalles, porque ese dato no lo incluyó…

-¿Y cómo terminó aquella entrevista en Bariloche?

-Se despiden, se estrechan la mano, mi padre describe a la persona que ve similar a lo que se veía en los diarios que parecía ser Adolfo Hitler, un Hitler más viejo, más deteriorado, canoso, con bigote, con temblores en las dos manos, con un español rudimentario… Mi padre lo saluda militarmente, porque había ido de uniforme y se retira. Hace el camino inverso, otra vez el jeep, el avión desde Bariloche, otra vez El Palomar, el Mercedes Benz negro lo estaba esperando y lo llevó a la Casa Rosada. Nuevamente en el despacho del general Perón, esta vez luego de esperar un rato porque el Presidente estaba atendiendo a otras personas. Mi padre le da la novedad de que había cumplido la comisión, que había sido entregado el maletín y le entregó en mano lo que le había dado Hitler. Perón lo felicitó y le dijo que de su reserva está en juego su carrera y su permanencia en el ejército."Déme su palabra de honor y de soldado que esto no lo va a comentar y se lo va a llevar reservadamente", le pidió. Y así lo hizo mi padre, porque recién cuando todos los protagonistas fallecieron lo reveló de un modo íntimo. Y él mismo ya estaba muy enfermo.

Alejandro-Heil-11.jpg

Las seis carillas que el teniente coronel Heil dejó escritas -por pedido de su mujer Nelly- relatando los sorprendentes hechos que vivió en 1953 (Matías Arbotto)
Cuando el teniente coronel Julio Arturo Heil estuvo a punto de morir, en 2010, le reveló a su esposa aquel secreto de la entrevista con el supuesto Hitler, cumpliendo una orden del presidente Perón. A instancias de ella -se llamaba Nelly- escribió la historia en seis carillas que son un documento de enorme valor histórico y que hoy reproducimos. Pero hay algo más:

-Cuando mi papá le contó su entrevista con Hitler, mi mamá le creyó porque él fue siempre un hombre de honor, incapaz de inventar historias. En ese momento, ella nos lo confió a nosotros.

-¿Y en ese momento vos qué le dijiste a tu papá?

-¡Yo no hablé del tema con él en ningún momento! Mi hermano y yo sabíamos, porque mi mamá nos había contado, pero jamás tocamos el tema con él. Sabíamos que lo había escrito, pero eso estaba con sus cosas. Cuando él escribió su carta nosotros no la leímos. Sólo tres meses antes de su muerte, en junio de este año, con mi hermano César, que vive en Córdoba, nos decidimos a hablar de esto con mi papá. Siempre respetamos a mi papá y su voluntad de que esto no se supiera hasta después de su fallecimiento. Con esa condición, él accedió a grabar un audio.

La grabación, a la que accedimos con exclusividad, es larga y detallada. Lo que sigue es la transcripción de uno de sus tramos principales:

"Me hace pasar. Hitler estaba sentado detrás de su escritorio. Se levanta, lo saludo, me saluda. Me pregunta por el general Perón. La pronunciación de Hitler era bastante difícil de entender. Se ve que le costaba hablar castellano. Le entrego la documentación secreta, cambiamos dos, tres palabras. Me pregunta cómo está el general. Después se da vuelta, saca una botella de cognac que tenía en un estante, dos copas y brindamos por la Argentina y por el presidente Perón. Me dice que le transmita sus saludos, yo le digo lo mismo, que le voy a dar sus saludos al señor general. Nos damos la mano, me retiro. El mismo oficial con el jeep me estaba esperando, subo. Volvemos al aeroparque de Bariloche que era de tierra, arena. Subo al avión que también los oficiales me estaban esperando… Se ve que ya todo estaba arreglado. Y en el más absoluto silencio regresamos a la base Palomar".

Alejandro-Heil-61.jpg

El final de la extensa carta que escribió el teniente coronel Heil para dejar testimonio de aquella misión que mantuvo en secreto toda su vida
-¿Y la carta?

-Yo la acabo de leer por primera vez esta mañana. Fui a su casa y la encontré entre sus papeles. Le pedí a mi esposa que me acompañara, porque era una sensación muy dolorosa. Ir solo, tocar sus cosas. Y al tenerla en mis manos sentí una emoción muy grande, fue algo muy fuerte, porque leyendo lo que escribió era como escuchar su relato.

-¿Alguien más habrá conocido esta historia?

-Yo creo que sí, al menos al nivel del general Maglio, que era el director del Colegio Militar. Y del ministro Lucero. Pero mi papá suponía que nadie más.

-¿Recordás si alguna vez, en tu casa, tu papá habló de la Segunda Guerra Mundial o de Hitler? ¿O de la presunta presencia de los nazis en la Argentina?

-Directamente, no. Mi papá era muy reservado. Recuerdo que cuando yo era chico alguna vez se habló en casa sobe el tema de la Segunda Guerra Mundial, pero desde el punto de vista militar. Sólo una vez dijo que él no creía que Hitler se hubiese suicidado en el búnker. Y yo lo tomé como un simple comentario.

Alejandro-Heil-49.jpg

“Sólo una vez mi padre dijo que él no creía que Hitler se hubiese suicidado en el búnker. Y yo lo tomé como un simple comentario”, dijo Alejandro
Según Abel Basti, investigador y autor de varios libros sobre el tema, el relato del hijo del teniente coronel Julio Arturo Heil demostraría que Hitler estuvo alojado en la estancia San Ramón, en Bariloche:

-Todo esto confirma lo que en su momento dijo Edgar Ibargaray, sobrino de un general de apellido Bonecarrere. Cuando le tocó el servicio militar lo mandaron a Bariloche y como chofer del destacamento estuvo dos veces con Hitler, en la estancia San Ramón. El mismo camino de ripio, el lago al costado, el chalet, el pasillo. Todo coincide. Pero cuando le dieron la baja y volvió a Buenos Aires, el tío le ordenó que cerrara la boca y nunca hablase del tema. Como ya falleció, ahora lo puedo contar.

¿Será que con el paso del tiempo se irán descubriendo nuevos secretos?

Si bien los protagonistas ya no están entre nosotros, es probable que sus descendientes encuentren documentos, recuerden episodios, asocien fechas y lugares.

Y se animen a hablar.

https://www.infobae.com/sociedad/20...ro-secreto-con-el-criminal-nazi-en-bariloche/
 
¿Hitler en la Argentina?: la carta y el audio del militar que le contó a sus hijos su encuentro secreto con el criminal nazi en Bariloche A mediados de agosto de 2019 murió el teniente coronel Julio Arturo Heil. Tenía 92 años y guardó un secreto de su juventud de por vida: Perón lo había enviado a la Patagonia para que le entregara un maletín con documentación secreta... ¡a Hitler! Antes de fallecer le dijo a sus hijos: “Cuando yo no esté, pueden dar a conocer esta historia”

Por Julio Lagos
14 de septiembre de 2019


Quizás algún lector recuerde la crónica que publiqué en Infobae el domingo 9 de junio. Se tituló: Increíbles testimonios sobre la "misteriosa presencia" de Hitler en la Argentina, en la que comenté episodios narrados por el investigador Abel Basti en su libro La segunda vida de Hitler.

El más impresionante se refería a la misión secreta que en 1953 el entonces presidente Juan Domingo Perón le encomendó a un joven teniente del Ejército: llevar un maletín a una residencia de Bariloche y entregárselo en mano a Adolf Hitler.

¿Hitler vivo en la Argentina en 1953? Parecía un delirio, a contramano de la historia oficial que sostiene que el líder nazi se suicidó en su búnker en 1945.

Y como era necesario respetar un secreto familiar, no podíamos decir el nombre de aquel teniente.


Ahora, los hechos se han precipitado.

El 17 de agosto de 2019, a los 92 años, falleció el teniente coronel Julio Arturo Heil, quien 66 años antes fue parte de una historia increíble.
Y su familia ha decidido hacerla pública:

-Fue la voluntad de mi padre darlo a conocer una vez que él hubiese fallecido.

Me lo dice Alejandro Heil, uno de sus hijos, que comienza un relato hasta ahora inédito:

-Yo tomo conocimiento de esta historia cerca del año 2010, cuando mi madre me comenta que papá le había dicho que tenía una historia muy personal, muy íntima, que tenía que contarle. Se lo cuenta porque estuvo muy enfermo, internado en el Hospital Militar por una dolencia cardíaca y cuando le dan el alta vuelve a casa y habla con mamá. Le dice que tenía una historia que mantenía en secreto porque había dado su palabra de soldado de que la iba a preservar, pero como todos los protagonistas estaban muertos y era un hecho histórico y él se daba cuenta de que estaba próximo a su propia muerte, debía decírselo por la magnitud y la importancia de lo sucedido… Él tenía entonces 84 años.

-¿Y tu mamá que hizo?

-Le dijo "Coco esto tenés que contarlo, tenés que escribirlo, tenés que dejarlo asentado en algún lugar para que el día de mañana se dé a conocer, porque es un hecho muy importante. Y mi padre escribió estas carillas, que yo acabo de encontrar hace pocos días, entre sus papeles.

-¿Qué fue lo que le contó?

-En 1953, siendo oficial instructor con el grado de teniente en el Colegio Militar, lo llama el jefe de la compañía y le dice que se presente en el despacho del director, el general Maglio, que quería hablar con él. Mi padre se presenta y junto al director estaba el general Franklin Lucero, que en ese momento era el Ministro de Guerra. Y ahí le dicen que el general Perón quería hablar con él, que se preparara porque al día siguiente lo iban a pasar a buscar a las siete de la mañana. A la mañana siguiente pasa a buscarlo un Mecedes Benz negro chiquito, de los que se usaban en la época, y lo lleva a la Casa Rosada. Ahí lo recibe un suboficial mayor, que lo acompaña hasta el despacho del general Lucero y de ahí van al despacho del presidente Perón.

Alejandro-Heil-21.jpg

Alejandro, uno de los hijos del teniente coronel Julio Arturo Heil, dio a conocer el increíble secreto que su padre guardó durante quien 66 años (Matías Arbotto)
-Fueron muchas emociones seguidas y en muy pocas horas para un joven oficial de 25 años de edad. Primero lo llama el director de la Colegio Militar, ahí lo conoce al Ministro de Guerra y luego al propio Presidente de la Nación… ¿Y Perón qué le dijo?

-Le preguntó si era descendiente de alemanes. Mi padre le contesta que sí y Perón le dice que va a cumplir una comisión sumamente reservada.

-¿Es cierto que le preguntó si hablaba alemán?

-Sí, así fue. Mi padre le respondió que no lo hablaba fluidamente, que sólo tenía conocimientos básicos. Jocosamente, Perón le comentó cómo con ese apellido no hablaba bien el idioma alemán, pero que de todas maneras iba a cumplir la comisión secreta que le iban a encomendar. "Las instrucciones precisas se las va a dar el general Lucero", le dijo. Así fue. Salieron del despacho presidencial y fueron al del ministro, que le dio un portafolio con una cadenita de pulsera. Y mientras mi padre se la colocaba en la muñeca, Lucero le dio las instrucciones: "Ahora el chofer que lo trajo acá lo va a llevar a la base aérea de El Palomar, desde donde van a volar a Bariloche. Este portafolios se lo va a entregar en mano al señor Adolf Hitler…"

Aquí congelemos la imagen.

Nos quedamos con este joven oficial a quien le mencionan el nombre del dictador nazi en tiempo presente, como si todo el relato de su muerte no existiera.

Enseguida volvemos a él y a su sorpresa ante la orden de Lucero.

Pero antes repasemos fugazmente qué estaba pasando en el mundo en ese 1953.

El general Dwight Eisenhower asumía la presidencia de los Estados Unidos, luego de haber sido el comandante de las fuerzas aliadas en la Segunda Guerra Mundial. Fue el hombre que decidió no entrar a Berlín, permitiendo que lo hicieran los rusos. A su vez, en la Unión Soviética, moría Stalin y tras el interinato de Malenkov, Nikita Kruschev se convertía en el hombre fuerte. La llamada Guerra Fría entre Occidente y la URSS había reemplazado al anterior conflicto bélico entre los aliados y la Alemania nazi.

Alejandro-Heil-35.jpg

Julio Arturo Heil era un joven oficial cuando el general Perón le habría encomendado una misión secreta: llevar un maletín a una residencia de Bariloche y entregárselo en mano a Adolf Hitler
Volvamos a apretar play.

-¿Cómo reaccionó tu papá?

-Me manifestó que fue algo sorpresivo, que le llamó mucho la atención. Pero me contó que estaba tan compenetrado en cumplir esa directiva que no pensaba ni en comer ni en tomar agua. Me dijo: "Alejandro, yo era un joven teniente de 25 años, lo que más quería era terminar la comisión lo más rápido posible y volverme al casino de oficiales".

-¿Y cuando salió de la oficina del ministro Lucero qué pasó?

-En el relato que dejó escrito, mi papá cuenta que de la Casa Rosada el mismo chofer del Mercedez Benz negro lo llevó a la base aérea de El Palomar. Allí lo esperaban un capitán y un teniente primero pilotos, a cargo de un bimotor. El único pasajero era él, que tenía el maletín encadenado a la muñeca. Durante el viaje no hablaron. Hicieron escala en Santa Rosa, para reabastecerse y volvieron a despegar con destino a Bariloche, al aeropuerto viejo supuestamente. Ahí lo esperaba un oficial del ejército, un teniente primero. Mi padre no conoce el apellido. En un jeep del ejército recorren aproximadamente durante 45 minutos un camino de ripio que al principio tenía vista a un lago y ya después se meten en una zona boscosa hasta una tranquera donde los reciben dos personas de acento alemán, que lo acompañan a él solo al interior de un chalet entre los bosques tupidos de Bariloche.

-¿Entran directamente?

-Entran a la casa y las dos personas que él describe como corpulentas, altas, vestidas de civil, con acento alemán lo llevan hasta la entrada principal del chalet y ahí lo espera otra persona que lo acompaña por un pasillo hasta una sala donde estaba el señor que supuestamente era Adolfo Hitler. Mi padre cuenta que era una sala espaciosa, grande, con un ventanal que daba a una arboleda o un parque. Y la persona que supuestamente era Hitler estaba en un escritorio. Cuando a mi padre lo hacen ingresar se pone de pie, lo recibe y lo saluda. Mi padre dice que fue un saludo afectuoso. Se quedaron los dos solos. Le pregunta por el general Perón en un castellano dificultoso, le costaba pero hablaba en castellano. Mi padre se desengancha el portafolio de la muñeca y se lo entrega en mano. Intercambian dos o tres palabras, no hablan mucho y de una repisa que tenía detrás saca una botella de cognac con dos copas. Le sirve a mi padre, se sirve él y brindan por la Argentina y por Perón.

hitler-story_650_021414072701.jpg

El oficial Heil dijo que el hombre que supuestamente era Hitler hablaba mal español, arrastraba sus piernas y lucía viejo y enfermo (AP)
El hijo del teniente coronel Julio Arturo Heil utiliza el adverbio de modo "supuestamente". No quiere que una afirmación incomprobable -no existe el ADN retroactivo- pueda manchar el relato en primera persona de su papá:

Él suponía que la persona que había visto era Hitler, pero no podía saber si era un doble. A sus 25 años no lo podía afirmar. Suponemos que sí. Por el viaje, el lugar. Y además él cumplía las directivas que le habían dado el presidente Perón y el ministro Lucero.

Alejandro Heil agrega un dato inesperado:

-En la carta, en el relato escrito que mi padre escribió en 2011 a pedido de mi mamá, manifiesta que Hitler le dio un sobre para entregarle en mano al general Perón. Pero cuando hizo la grabación, hace unos meses, habló de memoria. No leía un texto. Quizás ya con 92 años, con el paso del tiempo, haya olvidado algunos detalles, porque ese dato no lo incluyó…

-¿Y cómo terminó aquella entrevista en Bariloche?

-Se despiden, se estrechan la mano, mi padre describe a la persona que ve similar a lo que se veía en los diarios que parecía ser Adolfo Hitler, un Hitler más viejo, más deteriorado, canoso, con bigote, con temblores en las dos manos, con un español rudimentario… Mi padre lo saluda militarmente, porque había ido de uniforme y se retira. Hace el camino inverso, otra vez el jeep, el avión desde Bariloche, otra vez El Palomar, el Mercedes Benz negro lo estaba esperando y lo llevó a la Casa Rosada. Nuevamente en el despacho del general Perón, esta vez luego de esperar un rato porque el Presidente estaba atendiendo a otras personas. Mi padre le da la novedad de que había cumplido la comisión, que había sido entregado el maletín y le entregó en mano lo que le había dado Hitler. Perón lo felicitó y le dijo que de su reserva está en juego su carrera y su permanencia en el ejército."Déme su palabra de honor y de soldado que esto no lo va a comentar y se lo va a llevar reservadamente", le pidió. Y así lo hizo mi padre, porque recién cuando todos los protagonistas fallecieron lo reveló de un modo íntimo. Y él mismo ya estaba muy enfermo.

Alejandro-Heil-11.jpg

Las seis carillas que el teniente coronel Heil dejó escritas -por pedido de su mujer Nelly- relatando los sorprendentes hechos que vivió en 1953 (Matías Arbotto)
Cuando el teniente coronel Julio Arturo Heil estuvo a punto de morir, en 2010, le reveló a su esposa aquel secreto de la entrevista con el supuesto Hitler, cumpliendo una orden del presidente Perón. A instancias de ella -se llamaba Nelly- escribió la historia en seis carillas que son un documento de enorme valor histórico y que hoy reproducimos. Pero hay algo más:

-Cuando mi papá le contó su entrevista con Hitler, mi mamá le creyó porque él fue siempre un hombre de honor, incapaz de inventar historias. En ese momento, ella nos lo confió a nosotros.

-¿Y en ese momento vos qué le dijiste a tu papá?

-¡Yo no hablé del tema con él en ningún momento! Mi hermano y yo sabíamos, porque mi mamá nos había contado, pero jamás tocamos el tema con él. Sabíamos que lo había escrito, pero eso estaba con sus cosas. Cuando él escribió su carta nosotros no la leímos. Sólo tres meses antes de su muerte, en junio de este año, con mi hermano César, que vive en Córdoba, nos decidimos a hablar de esto con mi papá. Siempre respetamos a mi papá y su voluntad de que esto no se supiera hasta después de su fallecimiento. Con esa condición, él accedió a grabar un audio.

La grabación, a la que accedimos con exclusividad, es larga y detallada. Lo que sigue es la transcripción de uno de sus tramos principales:

"Me hace pasar. Hitler estaba sentado detrás de su escritorio. Se levanta, lo saludo, me saluda. Me pregunta por el general Perón. La pronunciación de Hitler era bastante difícil de entender. Se ve que le costaba hablar castellano. Le entrego la documentación secreta, cambiamos dos, tres palabras. Me pregunta cómo está el general. Después se da vuelta, saca una botella de cognac que tenía en un estante, dos copas y brindamos por la Argentina y por el presidente Perón. Me dice que le transmita sus saludos, yo le digo lo mismo, que le voy a dar sus saludos al señor general. Nos damos la mano, me retiro. El mismo oficial con el jeep me estaba esperando, subo. Volvemos al aeroparque de Bariloche que era de tierra, arena. Subo al avión que también los oficiales me estaban esperando… Se ve que ya todo estaba arreglado. Y en el más absoluto silencio regresamos a la base Palomar".

Alejandro-Heil-61.jpg

El final de la extensa carta que escribió el teniente coronel Heil para dejar testimonio de aquella misión que mantuvo en secreto toda su vida
-¿Y la carta?

-Yo la acabo de leer por primera vez esta mañana. Fui a su casa y la encontré entre sus papeles. Le pedí a mi esposa que me acompañara, porque era una sensación muy dolorosa. Ir solo, tocar sus cosas. Y al tenerla en mis manos sentí una emoción muy grande, fue algo muy fuerte, porque leyendo lo que escribió era como escuchar su relato.

-¿Alguien más habrá conocido esta historia?

-Yo creo que sí, al menos al nivel del general Maglio, que era el director del Colegio Militar. Y del ministro Lucero. Pero mi papá suponía que nadie más.

-¿Recordás si alguna vez, en tu casa, tu papá habló de la Segunda Guerra Mundial o de Hitler? ¿O de la presunta presencia de los nazis en la Argentina?

-Directamente, no. Mi papá era muy reservado. Recuerdo que cuando yo era chico alguna vez se habló en casa sobe el tema de la Segunda Guerra Mundial, pero desde el punto de vista militar. Sólo una vez dijo que él no creía que Hitler se hubiese suicidado en el búnker. Y yo lo tomé como un simple comentario.

Alejandro-Heil-49.jpg

“Sólo una vez mi padre dijo que él no creía que Hitler se hubiese suicidado en el búnker. Y yo lo tomé como un simple comentario”, dijo Alejandro
Según Abel Basti, investigador y autor de varios libros sobre el tema, el relato del hijo del teniente coronel Julio Arturo Heil demostraría que Hitler estuvo alojado en la estancia San Ramón, en Bariloche:

-Todo esto confirma lo que en su momento dijo Edgar Ibargaray, sobrino de un general de apellido Bonecarrere. Cuando le tocó el servicio militar lo mandaron a Bariloche y como chofer del destacamento estuvo dos veces con Hitler, en la estancia San Ramón. El mismo camino de ripio, el lago al costado, el chalet, el pasillo. Todo coincide. Pero cuando le dieron la baja y volvió a Buenos Aires, el tío le ordenó que cerrara la boca y nunca hablase del tema. Como ya falleció, ahora lo puedo contar.

¿Será que con el paso del tiempo se irán descubriendo nuevos secretos?

Si bien los protagonistas ya no están entre nosotros, es probable que sus descendientes encuentren documentos, recuerden episodios, asocien fechas y lugares.

Y se animen a hablar.

https://www.infobae.com/sociedad/20...ro-secreto-con-el-criminal-nazi-en-bariloche/
Estoy plenamente de acuerdo contigo, Amiga @Coti7495, tambien con Abel Basti, a quien admiro y respeto.-
Y ahora que alguien me diga su opinion sobre si merece la pena estudiar Libros de Historia cuyo contenido está contado al reves,!!!!!!!,......verdad que no?????,......Bueno, pues es el triste destino de la Humanidad que necesita que alguien la engañe permanentemente.-
De verdad, una pena.-
Un gran Abrazo.-
 
Increíbles testimonios sobre la "misteriosa presencia" de Hitler en la Argentina
Un periodista e investigador patagónico asegura tener nuevas pruebas sobre la presunta vida del dictador en nuestro país
681810bd-bb10-4d42-b569-38e13d4e24fc.png

Por Julio Lagos
9 de junio de 2019

Ministro-de-Guerra-Franklin-Lucero-a-la-derecha.jpg

Juan Domingo Perón y su ministro de Guerra Franklin Lucero: una historia cuenta que en 1953 el general le encomendó una misión secreta que involucraba a Adolf Hitler
Esa mañana del verano de 1953, el presidente Juan Domingo Perón llamó a su ministro de Guerra:

-Vea Lucero, tiene que conseguir un oficial de apellido alemán para encomendarle una tarea muy delicada…

El general Franklin Lucero cumplió la orden de inmediato. Y a la mañana siguiente, un joven teniente del Colegio Militar ingresó al despacho presidencial. Perón lo saludó afectuosamente y le preguntó:

-Teniente, ¿usted es de ascendencia germana?


-¡Sí, mi general! Soy de familia alemana…

-Muy bien… Entonces va a hacerse cargo de una misión… Pero me tiene que dar su palabra de militar que será un secreto a muerte.

El joven teniente trató de disimular su asombro. No podía creer lo que le estaba pasando. Los hechos se habían sucedido vertiginosamente: primero, un auto de la presidencia había llegado a buscarlo sorpresivamente; luego, sin explicaciones, lo llevaron ante el presidente de la Nación… ¡Y ahora el propio Perón le encargaba una misión secreta!

Pero todavía faltaba lo más increíble:

-El general Lucero le va a dar las instrucciones precisas – le explicó Perón sin decir más.

A los pocos minutos el teniente recibía, en otro despacho contiguo al del presidente, las asombrosas directivas de Lucero.

-Tiene que llevarle este maletín con documentos a Adolf Hitler… Va a ir a Bariloche. Sale ahora mismo para allá.

No tuvo tiempo para más reflexiones. Lucero le entregó un maletín, con una pulserita que quedó enganchada a su muñeca derecha.

Lo llevaron a El Palomar, donde ya estaba listo un avión militar con piloto y copiloto. No había más pasajeros. Volaron directamente a Bariloche. Al llegar, lo esperaba otro teniente en un jeep del Ejército. Hicieron unos pocos kilómetros bordeando el lago y en menos de media hora llegaron a destino: una estancia patagónica.

Adolf-Hitler.jpg

Adolf Hitler: según el testimonio de quien fuera un joven a principios de los 50, tuvo un encuentro con el genocida en una estancia de la Patagonia
Con la montaña de fondo, se veía una gran casa, en cuya puerta un asistente lo recibió y lo hizo pasar. La antesala desembocaba en un pasillo largo, con habitaciones a los costados. Al fondo, una sala con enormes ventanales que eran el marco de los imponentes árboles del parque. En el medio, sentado ante un escritorio, estaba Hitler.

Nada menos que el exjefe del Tercer Reich, quien se puso de pie. El teniente lo saludo militarmente. Luego el jefe nazi le tendió la mano y lo saludó cordialmente.

El diálogo fue breve. El oficial argentino destrabó la presilla de su pulsera de seguridad y le entregó el maletín.


Se estrecharon la mano otra vez, a modo de despedida. Y pocas horas después, el emisario estaba otra vez en su habitación del Colegio Militar, en El Palomar.

A partir de ese momento cumplió con su palabra de honor, empeñada ante Perón, de no revelar jamás este episodio.

Pasaron los años. Muchos años. Hace muy poco, en 2017, aquel joven teniente -ya un nonagenario- tuvo que ser sometido a una delicadísima operación. Estaba muy grave. Y como creyó que no iba a superar la cirugía, le dijo a su esposa:

-Yo me voy a morir, así que te voy a contar una historia que es el secreto más grande de mi vida…

La mujer se conmovió por la lealtad de ese soldado, que había mantenido el secreto aún ante ella. Y que ahora se lo revelaba, creyendo que estaba a punto de morir. Ella lo escuchó, creyendo que era su confesión postrera. Pero sorpresivamente, el anciano salió bien de la operación. Hoy vive, es teniente coronel retirado y tiene 93 años.

Abel-Basti-12.jpg

Abel Basti, periodista, investiga desde hace 20 años la muerte de Hitler, su posible fuga de Alemania y la presunta nueva vida en Sudamérica. la pista de Hitler en la Argentina desde hace 20 años (EFE)
El cronista conoció esta historia a través de Abel Basti, un periodista patagónico que lleva casi veinte años investigando el tema de la muerte de Hitler, su fuga de Alemania y su nueva vida en Sudamérica. Ya ha editado ocho libros (Bariloche nazi, Hitler en Argentina, El exilio de Hitler, Los secretos de Hitler, Hitler el hombre que venció a la muerte, Tras los pasos de Hitler, Hitler en Colombia y El gran engaño de Hitler) y está a punto de presentar el noveno: La segunda vida de Hitler. (1945- ?).

En ese nuevo libro Abel Basti revelará otras historias, tan apasionantes como la del joven teniente que fue correo entre Perón y Hitler:

-Retomo la historia de Eloísa Luján, una mujer que trabajaba en la estancia San Ramón… Ella, entre otras cosas, dice que había que probar la comida que le daban a Hitler antes de servirle por el temor que tenía el jefe nazi que lo envenenaran. Dice que Hitler llegó a San Ramón en tren, a la estación que está allí, adentro de la estancia. Y yo encontré un documento de 1942 de Inteligencia que dice "el Ferrocarril del Sud estaba en manos de los nazis… Lo manejan alemanes de tal condición y sus hijos". Y después encontré, de casualidad en San Antonio Oeste, a un electricista que trabajó toda su vida en el ferrocarril y que me dijo "yo lo vi embarcar a Hitler en 1945 cuando tomaba el tren aquí en San Antonio Oeste… ese tren tuvo un problema eléctrico y yo lo arreglé… Y allí estaba Hitler…".

Estancia-San-Ramon1.jpg

La estancia san Ramón, donde según el investigador Basti, Hitler vivió refugiado después de huir de Alemania
La zona de la Patagonia en la que se habrían instalado Hitler y los nazis a partir de 1945 era enorme, según asegura Basti:

-Aproximadamente un millón de hectáreas… un tramo similar a países como Chipre, Líbano o Jamaica. Se extendía desde Bariloche hasta San Martín de los Andes, Santa Mónica, el Cóndor, Fortín Chacabuco, las propiedades de Villa Traful y Villa La Angostura, Lago Hermoso, Meliquina, Collón Curá… Es una franja de norte a sur, de este a oeste, que incluye parte de áreas fiscales de los Parques Nacionales Lanín y Nahuel Huapí.

Entusiasmado, Basti sigue aportando datos de su investigación:

-Documentos de inteligencia de la policía de 1941 señalaban que "se están formando pueblos nazis en Villa La Angostura y Villa Traful". En entonces director de Parques Nacionales, Exequiel Bustillo adjudicó tierras y la embajada de EE.UU hablaba de la constitución de Sofina, un holding que nucleaba empresas alemanas con gente de la aristocracia porteña… Allí tuvo mucha importancia el Dr. García Merou, que era abogado de muchas compañías. Él era el dueño de la estancia Inalco, donde se refugiaba Hitler esporádicamente. Yo tengo el testimonio de Francisca, una empleada que lo atendió allí, que aún vive… Ella recuerda que era un hombre que usaba botas largas, chaqueta y daba órdenes en alemán. Y que cuando estuvo en Inalco le llamó la atención que la residencia tenía luz toda la noche y todo el día, no se cortaba. Hitler estaba allí con Eva Braun y una pareja de alemanes más jóvenes que ella no sabe quiénes eran.

Play
La historia de la estancia Inalco es apasionante. Tiene 452 hectáreas y 5 kilómetros de costa sobre el Nahuel Huapi. Fue terminada en 1944, sobre un diseño del arquitecto Alejandro Bustillo, contratado especialmente por García Merou. Lo singular es que la disposición interna de la casa principal es muy similar a al Berghof que Hitler tenía en los Alpes bávaros, incluyendo una pequeña villa lateral autosustentable, con usina propia, animales y cultivos.

Las revelaciones se suceden, al compás de nombres y fechas. La presencia de Hitler en la Patagonia, según el testimonio de Basti, parecería ser un hecho incontrastable. Pero el cronista -y quizás también el lector- tiene arraigada la historia del su***dio de Hitler en el búnker. Esa convicción vacila cuando Abel Basti sigue aportando los datos que arman un nuevo rompecabezas:

-García Merou le vende la estancia Inalco a una sociedad anónima que se llama SIA SA… Yo tuve que empezar a rastrear y finalmente descubrí a través del catastro de Neuquén que formaba parte de las empresas de Jorge Antonio. Cuando cayó Perón, el ejército tomó la propiedad y pronto fue vandalizada. Luego de años, Jorge Antonio se la vendió al barquero Trozzo, el del BIR. Cuando este murió en México, todo quedó en manos de la sucesión, que ahora la tiene en venta… hace algunos meses se publicaba en Liderkey.com a un valor de 22 millones de euros.

Hitler-en-Argentina-Libros-PARTIDA-1-.jpg

Algunos de los libros de Basti con sus investigaciones sobre Hitler
Este es el momento en el que aparece el nombre de Juan Maler, alguien clave en toda esta historia. Escuchemos a Basti:

-Maler era muy amigo del obispo Alois Hudal, el hombre del Vaticano que estaba encargado de la migración de nazis a Sudamérica. Maler en realidad se llamaba Reinhard Kops, un hombre de la contrainteligencia. Era un intelectual, hablaba varios idiomas. Desde Génova se encargaba del movimiento de los nazis luego de la guerra. Los enviaba a distintos países… Eso lo descubrí en una enorme documentación de 5.000 cartas del obispo Hudal, varias de ellas formaban parte del intercambio epistolar entre ambos. Por ejemplo, Kops le decía "necesitamos 3.000 hombres en Colombia, con tal perfil"… o sino "Perón necesita 9000 hombres con tales características" y el obispo Hudal hacía los trámites y conseguía los documentos. Por eso decimos que fueron miles y miles los alemanes que salieron de Europa, en una migración planificada que duró como mínimo diez años. Por ejemplo, si los alemanes habían trasladado una industria farmacéutica a Brasil, sus empleados iban a ser todos alemanes. Eso lo cuantificaban entre ellos dos. De allí que Adolf Eichmann termina trabajando en Mercedez Benz de Argentina. Lo notable es que Juan Maler, es decir Reinhard Kops, terminó siendo el contador de la estancia Inalco y viviendo en Bariloche. Pasó a Chile durante el escándalo de Erich Priebke y volvió a Bariloche, donde murió.

Edgar-Ibargaray1.jpg

Edgar Ibargaray conoció a Hitler siendo un niño. Muchos años después un militar alemán lo habría contactado con el dictador en el sur argentino: “Lo vi dos veces”, le aseguro al investigador Basti
Una de las historias más increíbles de La segunda vida de Hitler (1945 – ?), el nuevo libro de Abel Basti, es la de Edgar Ibargaray:

-Él tenía un tío que era militar, de apellido Bonecarrere, que en el año 1937 fue a hacer un curso de instrucción a Alemania. A la ceremonia de egreso de esos militares argentinos asistió la familia, entre ellos Edgar, que era un pibe de seis años. En el acto estaba Hitler, que le dio regalos a los chicos. Y a Edgar le regaló un dirigible Zeppelin chiquito, de juguete. Luego pasó el tiempo, pasaron los años, pasó la guerra… Cuando mucho después, en 1953, a Edgar le tocó el servicio militar, lo mandan a Bariloche. El tío, que ya tenía jerarquía militar, le dijo "quedate tranquilo que te hago chofer". Y entonces Edgar se convirtió en el chofer del destacamento de Bariloche. Y comenzó a hacer viajes a la estancia San Ramón, desde la residencia de oficiales de Quinchauala. Con frecuencia tenía que llevar a un nazi que se llamaba Von Fritz. Edgar hablaba alemán y se hizo muy amigo de Fritz. Una noche,entre copas y charla, le dice: "Vos sabés que yo conocí a Hitler cuando era chiquito y me regaló un dirigible de juguete…". Y Fritz le contestó: "…¡Pero si Adolfo está ahí en la estancia, en San Ramón!…". Edgar le pidió: "¿Vos le
podés preguntar si se acuerda?". A la vez siguiente Fritz llegó con la respuesta: "Se acuerda perfectamente… Dice que vayas a verlo cuando quieras…".

-¿Y Edgar estuvo con Hitler? – le preguntamos a Basti.

-Sí, dos veces. Hablaron todo el tiempo en alemán. Y cuando terminó el servicio militar, Edgar volvió a Buenos Aires y le contó al tío. Bonecarrere le rogó que cerrara la boca, que se olvidara del tema. A mí me lo confesó con la condición de que guardara el secreto hasta después de su muerte. Falleció a fines del año pasado, por eso lo puedo contar.

Hitler-y-Eva-Braun-4.jpg

Hitler y Eva Braun (Getty Images)
En muchas de estas historias, la edad de los testigos enturbia los recuerdos. O exige rapidez para conseguir su testimonio. En otros casos, aparece el temor como condicionante.

El cronista sabe que la colección privada de armas de Hitler está en manos del sobrino nieto de Hans Ruppel, un comandante nazi que fue ayudante del dictador en la Patagonia. Basti dice que Hitler trajo su colección de armas a la Argentina, y que cuando murió quedaron en manos de Ruppel, un hombre que había pertenecido a la División Leibstandarte SS Adolf Hitler, una formación de élite de las Waffen SS creada inicialmente como una guarda personal armada del Führer. A su vez Ruppel se las entregó a su sobrino nieto.

Y por supuesto, junto con el horror que provoca la evocación del nazismo, aparece la invariable resistencia a aceptar esta revisión de la historia. Es que los interrogantes son muchos…

¿Cómo sabemos que Hitler no se suicidó en el búnker? ¿De qué manera salió de Berlín? ¿Cómo llegó a la Argentina? ¿Quienes participaron de ese operativo? ¿Cuál fue el precio de semejante traslado?

hitler-story_650_021414072701.jpg

“Varios testigos me dijeron que estuvieron con Hitler en la Argentina”, asegura el periodista Abel Basti (AP)
Hasta que podamos encontrar las respuestas, recordemos lo que dijeron dos grandes protagonistas de la historia de esos años.

El general Dwight Eisenhower, comandante supremo de las fuerzas combinadas anglonorteamericanas en la Segunda Guerra Mundial, reconoció:

-No hemos sido capaces de descubrir siquiera una pequeña evidencia tangible de la muerte de Hitler en Berlín.

Y Joseph Stalin, dictador ruso y presidente de la Unión Soviética, fue terminante:

-Hitler no ha muerto, estoy convencido de que está vivo, oculto en algún sitio…

https://www.infobae.com/sociedad/20...steriosa-presencia-de-hitler-en-la-argentina/
 
Historia de la Navegación Los Primeros Barcos de la Antiguedad

La historia cuenta que los egipcios fueron Los primeros constructores de barcos de Los que se tiene noticias. La primera fuente gráfica de estas naves data de alrededor del siglo XXX a .d. C. y lo más probable es que los barcos de esta clase llevaran utilizándose hace bastante tiempo. Se piensa que no sólo los utilizaban para navegar por el Nilo, sino que también se lanzaron al mar abierto, ya que existen indicios que señalan su presencia sobre los mares en pinturas murales de más de 3.000 años de antigüedad.

Los barcos egipcios más antiguos que se conocen estaban construidos sobre un armazón de madera y eran lo suficientemente grandes para albergar como mínimo a 20 remeros. Iban equipados con un solo mástil dotado de una vela rectangular y uno o dos grandes remos situados en popa que realizaban La función de timón, siendo capaces de transportar varias cabezas de ganado o el peso equivalente en mercancías.

barco_egipcio.jpg

Barco Egipcio

Su particularidad estaba dada porque eran embarcaciones que carecían de quilla, hecho éste que se solucionaba de manera ingeniosa con una gran soga que recorría su largo, de proa a popa, la cual debidamente torsionada, en función de la carga o peso, evitaba la quebradura de la nave. En la proa, la popa y alrededor de la nave se colocaba un entramado de fibras o sogas, que obraba como refuerzo del casco. Como anda, totalmente primitiva, se utilizaba una simple piedra, de tamaño suficiente. que pendía de un cabo.

Otro pueblo de gran importancia en la historia de la navegación fueron los fenicios, reconocidos como muy buenos marinos, quienes no sólo construyeron barcos mercantes capaces de transportar cargas considerables, sino también buques de guerra mayores y más efectivos que cualquiera de los fabricados por sus contemporáneos, los egipcios y los egeos.

El talento naviero de este pueblo se desarrolló a la par de su actividad comercial, pesquera y, en menor medida, guerrera. Los barcos fenicios estaban hechos de maderas resistentes, como el cedro, pino, encino y ciprés. Llegaron a tener barcos muy grandes, que también aprovechaban la fuerza del viento por medio de velas rectangulares.

La construcción más significativa de los fenicios fue el buque de manga ancha que utilizaba velas en vez de remos y proporcionaba un espacio para el cargamento mucho mayor que las galeras estrechas. Los barcos fenicios navegaron por el mar Mediterráneo y otros océanos hasta las islas Británicas (para comerciar con estaño), y tal vez también se dirigieron hacia el Sur, a lo largo de la costa de África. A los constructores de barcos fenicios se les reconoce haber desarrollado las galeras birremas y trirremas en las que los remos se colocaban en dos o tres órdenes respectivamente.

El poderío naval de Grecia fue enorme hasta el siglo IV a. de C. Luego, Cartago y Roma emprendieron una larga lucha por el dominio del mar. Antes del comienzo de [a era cristiana, los romanos habían triunfado y, durante mucho tiempo, dominaron las rutas marítimas mediterráneas.

Los romanos desarrollaron muchas clases diferentes de barcos de guerra durante su largo período de dominación en el Mediterráneo, sobre todo galeras, las cuales utilizaban puentes para abordar los barcos enemigos y algunas llevaban artillería de Catapultas. Para el comercio, los romanos construyeron barcos de hasta 53 m de eslora y 14 m de manga. Se cree que construyeron barcos todavía mayores para transportar obeliscos de Egipto a Roma. Estos grandes barcos de carga se aparejaban con velas cuadras en tres palos.

En el siglo IX los normandos o vikingos se convirtieron en el terror de los mares septentrionales. En sus embarcaciones, largas y estrechas, propulsadas con velas y remos, denominadas dracares, efectuaron incursiones en las costas del norte de Europa, las islas británicas y el Mediterráneo. Con el modelo más pequeño de estos barcos, que tenía 23,8 m. de eslora, 5 m de manga y su proa simulaba un dragón, se internaron en el tormentoso Atlántico septentrional, colonizaron Islandia y Groenlandia, y arribaron a las costas norteamericanas. También fue utilizado por los diversos reyes escandinavos que invadieron las islas Británicas. Los sajones lo adopta ron, sobre todo durante el reinado de Alfredo el Grande, como defensa contra los invasores.

Durante los siglos XV y XVI aparecieron muchos tipos de naves: carracas, carabelas, pinazas, saicas, galeones, etc. El uso de la brújula se generalizó y posibilitó los viajes cada vez más largos Se construyeron buques de unas mil toneladas. La nave Santa María, que llevó a Colón y a sus cincuenta y dos hombres al Nuevo Mundo, media treinta metros de eslora. Los buques mercantes y de guerra ingleses crecieron en número y tamaño durante los reinados de Enrique VIII e Isabel I.



Las carracas, que españoles, portugueses y venecianos usaban para transportar mercancías, tenían a menudo cuarenta metros de eslora. Los barcos de guerra mayores de la época, dotados de cuatro mástiles, desplazaban mil quinientas toneladas. Los franceses sobresalieron en la arquitectura naval. Sus naves aventajaron en tonelaje y velocidad a las de otras naciones, sobre todo en los siglos XVII y XVIII.

El tráfico oceánico creció en los siglos XVII y XVIII, cuando los ingleses, portugueses y holandeses intensificaron la búsqueda de productos orientales. Las naciones europeas crearon compañías comerciales rivales: La más famosa fue la Compañía Inglesa de las Indias Orientales, fundada en 1600. Los barcos des carga solían ser más anchos y lentos que los de guerra, e iban menos armados.

Al incrementarse eL comercio con Oriente, se necesitaron naves más rápidas para el transporte de té, especias, café. Así nacieron los afamados clippers cuya temprana llegada a destino significaba un mejor precio para la mercadería y un mejor negocio para La compañía que arribaba primero. Los tiempos empleados en la ruta del té eran hecho público, siendo para algunos historiadores.

La competencia que dio origen al premio llamado Cinta Azul (Blue Riband) que se otorga en el yachting al primer velero en cruzar la línea de llegada. Para otros el galardón se originó posteriormente, en La competencia por realizar el menor tiempo en el cruce del océano Atlántico de las compañías que viajaban de Europa a Estados Unidos.

Dos innovaciones revolucionaron el diseño de los barcos: La propulsión por vapor y la construcción con hierro. En 1860 los vapores de cascos metálicos ganaban rápidamente terreno a Los veleros de madera.

El casco de hierro: Ya en 1777 Los constructores de naves habían probado los cascos de hierro. Se creyó que flotarían. Hubo quejas de sus efectos en la brújula, lo que era cierto, porque el hierro desviaba su aguja del verdadero norte. La dificultad se superó en La década de 1830 cuando los navegantes idearon la forma de corregir el error del compás.

EL vapor: Hacia fines de siglo XVIII el inventor escocés James Watt dominó la energía del vapor de agua. Uno de los primeros en utilizarla para mover una embarcación fue el francés Claude- Françoise Jouffroy d’Abbans, que construyó varios vapores antes de 1785. James Rumsey empleó en Estados Unidos, una bomba de vapor para impulsar un barco en el río Potomac (1787). Más o menos por entonces, John Fitch construía naves con ruedas de paletas movidas por vapor. Una transportó pasajeros por el río Delaware, entre Filadelfia y Irenton.

Otro precursor fue el ingeniero escocés William Symington. Uno de sus vapores remolcó gabarras, en 1802, en el río Clyde (Escocia). El estadounidense Robert Fulton convirtió el barco de vapor en medio de transporte práctico y comercialmente rentable. Imaginó varios artefactos para mejorar las industrias e incluso un submarino. Robert Fulton y Robert Livingston, representantes de los Estados Unidos en Francia, construyeron el Clermont en Nueva York. Muchos hablaban burlonamente de La “locura de Fulton” y profetizaban que seria un fracaso, pero se equivocaron. El barco se botó en 1807, remontó el río Hudson hasta Albany (240 Km.) en treinta y dos horas.

Estos “novedosos y eficaces” medios de propulsión fueron reemplazando a la vela en las embarcaciones de gran porte utilizadas para comercio y pasaje, y durante el siglo XX, los motores a explosión que utilizan combustible fósil destituyeron a los buques impulsados por el viento. Sin embargo, en nuestro presente siglo, los problemas con el petróleo están generando que se reconsidere la energía eólica como suplemento para la propulsión de grandes barcos de carga, y es posible comenzar a observar enormes buques que ahorran combustible con velas! Un regreso sumamente tecnificado al propio origen…

Fuente Consultada: Revista Ciencia y Naturaleza Nro. 7/2008

https://historiaybiografias.com/navegacion/
 
La Ruta Marítima de la Seda
La Ruta Marítima de la Seda es una travesía que, hace tres milenios, comenzó a surcar las aguas desde el mar Amarillo hasta las costas de lo que hoy son Corea y Japón. Menos conocida que la famosa Ruta de la Seda terrestre, las expediciones navales que posteriormente fletaron las diversas dinastías chinas alcanzaron el continente africano e incluso Oriente Medio.

42_ruta_maritima_seda_big.jpg

Reportaje de
Jesús Martínez

Al menos desde mil años antes de la era común hay constancia de una Ruta de la Seda, a través del mar Amarillo, que llegaba hasta Corea y Japón. Por esa época, se sabe con certeza que en Egipto ya había seda china aunque es imposible establecer si llegó desde Oriente por tierra o por mar. Sí que está documentado que Ciro, y después Alejandro Magno, enviaron flotas hasta la India, el puente obligado en cualquier trayecto marítimo al país de los Seres, “gentes de la seda”. Los romanos usaron y disfrutaron el preciado tejido hasta el punto que el Senado debatió prohibir su uso por la inmensa cantidad de oro que suponía su pago.


Los arqueólogos han encontrado cuencos de vidrio en una tumba china en las costas del sur del país, concretamente en Guangzhou, un hecho que indicaría que, a través de persas, árabes e indios, el comercio entre China y la República de Roma también existió por vía marítima. Los registros documentales chinos, que podemos hallar en el Libro de Han (汉书), certifican que en el siglo II a.C. el emperador Wu (汉武帝) de la dinastía Han (汉, 206 a.C.-220 d.C.) envió una flota que llegó a Ceilán y la India, donde también atracaban embarcaciones con los productos y materias primas de griegos, romanos, egipcios o persas.


Emperador Wu de la dinastía Han
Para todos, los vientos monzónicos aseguraban, según las estaciones, la regularidad de las singladuras, lo que hizo posible que la ruta marítima superara a la terrestre durante los periodos en que guerras e invasiones dificultaban o interrumpían el viaje de las caravanas por los caminos de Asia Central y Oriente Próximo. Desde las ciudades costeras del sur de China, como Guangzhou, hasta el golfo Pérsico, el mar Rojo y el Mediterráneo, un rosario de puertos como los de Malaca, Calicut, Ormuz, Muscat, Alejandría o Tiro, entre muchos otros, actuaban como centros logísticos y de intercambio.

Desde China llegaba la preciada seda, pero también porcelana, té, jade o artículos de hierro y bronce. Desde el oeste, marfil, incienso y mirra, joyas, piedras preciosas y oro, además de las especias y las maderas de la India y del sudeste asiático.



Emerge la flota china
La invención de la brújula o del timón abatible, un mecanismo fundamental para navegar por aguas someras, los conocimientos astronómicos y de cartografía, así como los avances en la construcción de los tradicionales juncos, dieron a partir del siglo XI un fuerte impulso a la marina china. Su momento glorioso y su emergencia llegó con las expediciones de Zheng He (郑和), en el siglo XV.


Zheng He
Zheng, un eunuco que se ganó el favor personal del emperador Yongle, de la dinastía Ming (明, 1368-1644), comandó las siete legendarias exploraciones que lo llevaron hasta Zanzíbar en el África oriental y hasta el estrecho de Ormuz, en el golfo Pérsico. Incluso desembarcó en Yeda, el puerto de la Meca. Las travesías de Zheng fueron viajes de exploración que aunaban el interés comercial con el político y que contribuyeron a mantener y a consolidar el prestigio de China como potencia hegemónica. Los marineros y soldados embarcados no actuaron como tropas coloniales al estilo europeo sino como una policía naval en aguas históricamente infestadas de piratas, con puntos tan vulnerables como el citado estrecho de Malaca.

Las naves principales de las flotas de Zheng eran juncos que alcanzaban los 150 m de eslora, es decir, casi cinco veces más que las carabelas occidentales en esa época. Contaban con nueve mástiles, cuatro cubiertas y triple casco. Podían embarcar a 2.000 hombres. Eran auténticos prodigios de la ingeniería naval, seguros y fáciles de gobernar, y a los que acompañaban centenares de naves auxiliares con mercancías para el comercio, caballería, víveres y agua potable. En su momento álgido, esta ingente flota llegó a embarcar a casi 30.000 tripulantes entre marineros, soldados, comerciantes, funcionarios, escribas o científicos.



De sus viajes, Zheng regresó a la China de la dinastía Ming con un gran prestigio naval y diplomático pero también con impresionantes objetos de lujo y exóticos, entre ellos una jirafa a la que consideraron una especie de unicornio. Algunos historiadores han especulado con la posibilidad de que el gran almirante chino llegara a América. Sin embargo, en el cenit de la gloria naval china, la nueva burocracia imperial enfrentada a los comerciantes consideró que aquellas aventuras habían resultado demasiado caras. Con el emperador y valedor de Zheng ya muerto, su sucesor prohibió el comercio marítimo internacional y la construcción de barcos de más de dos mástiles.

Pero la historia de la Ruta Marítima de la Seda no concluye aquí. En el siglo XV el portugués Vasco de Gama circunnavega África para comerciar directamente con Oriente. Empiezan a cambiar los protagonistas en un tiempo en que la seda deja de ser la principal mercancía porque, aunque la producida en China es de calidad muy superior, ya se manufactura con un relativo éxito en Europa.



Con la apertura de la ruta del Pacífico y la colonización española de las Filipinas surge una nueva Ruta de la Seda: es el tornaviaje. Los galeones españoles llevarán la plata de América para pagar la seda, las lacas, las especias y los artículos de lujo que viajarán de vuelta en el llamado Galeón de Manila o Nao de China, hasta Acapulco. En México se volverán a reembarcar las mercancías en la Flota de las Indias hasta España. Fue una ruta regular y un ejemplo de globalización que puso en contacto Asia con Iberoamérica y Europa y que se prolongó más de doscientos años, hasta bien entrado el siglo XIX.

https://confuciomag.com/la-ruta-maritima-la-seda
 
El fabuloso hallazgo que probó la existencia de los míticos barcos descritos por Heródoto en el siglo V a.C.
Redacción BBC News Mundo

_106219064_1-1.jpg

Image caption La descripción que hizo Heródoto de los baris era muy diferente a la de los barcos egipcios hallados hasta el momento.
En el siglo V a.C. el filósofo e historiador griego Heródoto visitó Egipto y escribió sobre lo que vio allí en su obra "Historia", la primera crónica histórica de la Edad Antigua.

En el segundo de los nueve libros que conforman su obra, Heródoto describió unos enormes barcos de carga que vio navegando por el Nilo.

Contó que los egipcios los llamaban "baris" y dedicó 23 líneas de su "Historia" a describir cómo se construían estas embarcaciones, que para la época eran completamente revolucionarias.

"Cortan tablas de dos codos de largo y las disponen como ladrillos", describió, en referencia a piezas de unos 100cm.

"Insertan las tablas en espigas fuertes y largas. Cuando han construido su barco de esta manera, tensan las vigas. Hay un timón que pasa a través de dos agujeros en la quilla", explicó.

"El mástil es de acacia y las velas de papiro", detalló.

Sin embargo, nunca se halló ninguna evidencia arqueológica de que estas naves de grandes dimensiones existieran y los baris pasaron a considerarse un mito.

2.500 años más tarde, un grupo de arqueólogos ha comprobado que el sabio griego decía la verdad.

_106219065_2-1.jpg

Image caption Heródoto visitó Egipto en el siglo V a.C y quedó fascinado con los baris.
El equipo del Instituto Europeo de Arqueología Subacuática halló un barco que se ajusta a la descripción de un bari durante una excavación marina en el lugar donde, se cree, estaba ubicado el puerto de la antigua ciudad de Thonis-Heracleion, cerca del delta del Nilo.

Barco 17
Los restos de la embarcación fueron hallados en 2003, pero en ese momento se lo clasificó simplemente como "barco 17".

Fue un estudio detallado de esos restos lo que permitió que ahora se confirme que se trata del mítico barco descrito por Heródoto.

"Heródoto tenía razón. Lo que describió es lo que estamos viendo", señaló al diario británico The Guardian Damian Robinson, director del Centro de arqueología marítima de la Universidad de Oxford, que publicó los resultados de la investigación.

Se estima que el bari hallado data de entre los años 664 y 332 a.C. y es uno de los primeros barcos comerciales de gran escala egipcios hallados en el mundo.

Originalmente habría medido unos 28 metros -un tamaño grande para su época- y se cree que podía cargar 150 toneladas.

_106219066_3-1.jpg

Image caption Se conservó el 70% del casco del bari gracias a la arcilla que lo protegió.
El barco se conservó "fabulosamente", cuentan los expertos, gracias a la arcilla del Nilo que se depositó encima de los restos, preservándolos. Cerca del 70% del casco sobrevivió.

Confuso
Robinson contó que hasta ahora la descripción que hizo Heródoto de los baris había causado confusión entre los expertos.

"Es una de esas piezas enigmáticas. Los académicos han estado discutiendo sobre su significado exacto desde que empezamos a pensar en barcos en forma académica", señaló.

En particular, causó confusión el detalle que resaltó el historiador griego sobre las "largas costillas internas" de los bari.

"Nadie sabía realmente qué significaba eso... ese tipo de estructura jamás se había visto arqueológicamente antes", afirmó.

"Luego descubrimos esta forma de construcción en este barco en particular y es absolutamente lo que Heródoto ha estado diciendo".

Únicos
Los expertos pudieron entender por qué Heródoto había quedado tan fascinado con estos barcos en su época.

"Cuando los tablones se unen para formar el casco (de una embarcación), generalmente se unen mediante juntas de muesca y espiga que sujetan una tabla a la siguiente", explicó Robinson.

"(En el caso de los baris) tenemos una forma de construcción completamente única, que no se ve en ningún otro lugar", resaltó.

_106219067_4-1.jpg

Image caption Los baris tenían una construcción "completamente única", dicen los expertos.
Alexander Belov, un arqueólogo submarino del Centro para estudios egipcios de la Academia Rusia de Ciencias, -y uno de los que halló el bari- escribió un libro sobre el hallazgo, llamado "Barco 17, un baris de Thonis-Heracleion".

Belov cree que la descripción de Heródoto se ajusta tanto al barco hallado, que pudo haber sido fabricado en el mismo astillero que visitó el filósofo e historiador.

El bari -o Barco 17- fue solo uno de más de 70 embarcaciones que descubrieron los expertos del Instituto Europeo de Arqueología Subacuática cuando excavaron en la bahía de Abukir, en el mar Mediterráneo, frente a las costas de Egipto.

Los arqueólogos creen que esta embarcación fue usada para trasladar bienes a través del Nilo entre Egipto, Grecia y Persia.

Ahora puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descarga la nueva versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-47741643
 
La fragata ARA “Libertad” llegó a Tenerife, segundo puerto extranjero de su viaje
18/9/2019 | 15:04 |

El buque escuela de la Armada estará hasta el sábado en esa ciudad, para luego poner proa a Cádiz.

1568829937417.jpg

Foto: facebook.com/amigosfragatalibertad

La fragata ARA “Libertad”, buque escuela de la Armada Argentina, arribó ayer a Santa Cruz de Tenerife (España), segundo puerto extranjero de su 48º viaje de instrucción.

Permanecerá en ese puerto hasta el sábado 21 y puede ser visitada en la dársena de Los Llanos, de 14 a 19.

Ayer, los guardiamarinas visitaron el Museo Militar Fuerte Almeida. Además, a bordo de la fragata se programó un acto de "Promesa de Lealtad a la Bandera Nacional", organizado por el Consulado argentino para argentinos e hijos de argentinos.


La “Libertad”, al mando del capitán de navío Juan Carlos Romay, partirá el sábado a las 16 rumbo a Cádiz, donde prevé arribar el miércoles 25 y donde la espera el embajador argentino ante el Reino de España, Federico Ramón Puerta.

El buque escuela partió hace un mes de Buenos Aires y su primer puerto extranjero fue San Salvador de Bahía (Brasil), donde arribó el 28 de agosto, tras 12 días de navegación.

El navío, que tiene la función de formar a los futuros oficiales de la Armada Argentina, visitará otros 10 puertos extranjeros en su travesía de más de 5 meses: Lisboa (Portugal), Brest (Francia), Amberes (Bélgica), Londres (Reino Unido), Dublín (Irlanda), Boston (EEUU), Miami (EEUU), Bridgetown (Barbados), Recife (Brasil) y Montevideo (Uruguay), finalizando en Mar del Plata a fines de enero de 2020. (La Nueva. y elpais.es)

https://www.lanueva.com/nota/2019-9...enerife-segundo-puerto-extranjero-de-su-viaje
 
La Regata Storica en Venecia


1366_2000.jpg




Participan los mejores gondoleros y remeros de las cuatro repúblicas marineras medievales: Venecia, Pisa, Amalfi y Génova.

depositphotos_66783359-stock-photo-venice-september-4-parade-of.jpg


Antes de la competición, para conmemorar el día del año 1496 en que Caterina Cornaro regresó a Venecia, las embarcaciones históricas, decoradas con todo detalle y con a bordo personajes vestidos de época, desfilan por el Canal Grande.

depositphotos_66783375-stock-photo-venice-september-4-parade-of.jpg
depositphotos_66783409-stock-photo-venice-september-4-parade-of.jpg
depositphotos_66783245-stock-photo-venice-september-4-parade-of.jpg
regata-storica-02.jpg
venecia-regata-historica-2.jpg


 
Back