La semana de Jaime Peñafiel: Las mujeres del Rey
PREMIUM
Para Don Juan Carlos la felicidad ha sido siempre una mujer. También sus desgracias. Su prestancia, su carisma masculino, su cortesía innata y fuerte encanto siempre le hicieron terriblemente atractivo para las mujeres. A su vez, a él le encantaba la compañía femenina. Desde muy jovencito ya tenía un temperamento muy romántico y mucho éxito con las chicas. "¡Siempre estaba cambiando de novia! Mas de una vez hice cosas increíbles por él, como decirle a alguna chica que mi hermano ya no podía seguir adelante con la aventurita", recordaba su desaparecida hermana la Infanta Pilar. En las recientes declaraciones de Corinna Larsen se ha descubierto que en la vida de Don Juan Carlos había otra mujer de la que no se conocía, al menos este periodista que presume de conocerlo todo o casi todo de él. Y, por supuesto, la historia de sus mujeres. Sobre todo de aquellas que han significado algo en su vida.
"ME HABRÍA TENIDO QUE CASAR CON ELLA"
En la vida de Don Juan Carlos, como en la de la mayoría de los seres humanos, hombres y mujeres, siempre o casi siempre ha habido un primer amor que, por diferentes circunstancias, no terminó en boda. Ningún historiador se atreve ¿por ignorancia?, ¿por una falsa ridiculez y caritativo respeto? a mencionar que la boda de Juan Carlos y Sofía se produjo después de un fin, triste, de dos relaciones amorosas, la de la princesa Sofía con el príncipe Harald, hoy rey de Noruega y la del entonces príncipe Juan Carlos con la princesa italiana María Gabriela, su auténtico y gran amor. Si la primera fue consecuencia de un, digamos "engaño", la segunda por "razones de Estado" del general Franco, quien impuso su voluntad simple y sencillamente porque la princesa italiana no le gustaba por se excesivamente libre y "tener ideas demasiado modernas", como le confesó a su primo, Jefe de su Casa Militar y confidente, Francisco Franco Salgado Araujo. Hasta el director de la Academia General Militar de Zaragoza pidió a Juan Carlos que quitara la fotografía de su novia de la mesilla de noche. También su preceptor impuesto por Franco, el general Martínez Campos, le hizo saber que debería dejar de telefonear a María Gabriela. Juan Carlos no tenía intención de desobedecer y se sometió sin rebelarse, aunque después de haberse casado con Sofía reconoció varias veces: "Tenía que haberme casado, es verdad, con María Gabriela". La pregunta es obligada: después de todo lo que ha sucedido y está sucediendo en la vida de los dos, ¿hubieran sido mas felices Juan Carlos y Sofía casándose ella con Harald y él con María Gabriela? Sin duda alguna. ¡Qué triste resulta que la felicidad de un hombre y de una mujer dependa, con el paso de los años, del hombre y de la mujer con los que no pudieron casarse!
OTROS AMORES Y AMORÍOS
En una de las cartas de amor de Don Juan Carlos a Olghina de Robilant, otro de sus primeros amores, cartas que ella me vendió, puede leerse: "Me gustaría mucho casarme contigo pero tengo la obligación de hacerlo con María Gabriela". A pesar de aquella ruptura, cuando Don Juan Carlos se dirigía de Lisboa a Lausana para pedir la mano de Sofía, coincidió en Roma con Olghina. Con ella pasó la noche en un modesto hotelito de la capital italiana. Durante la refriega amorosa y según contaba ella, se extravió, entre la colcha y las sabanas, el anillo de pedida que, 24 horas después, el entonces príncipe le entregaría a la princesa Sofía, en el transcurso de un almuerzo familiar del que yo fui testigo en el Hotel Beau Rivage de la ciudad suiza donde residía la reina Victoria Eugenia. Esta petición de mano no fue tan protocolaria como la de Felipe a Letizia. "Sofi, cógelo", fue lo que le dijo Don Juan Carlos a Sofía el 12 de septiembre de 1961. "Me tiró por el aire un paquetito con un cajita". Dentro estaba el anillo de pedida que Olghina de Robilant había tenido en sus manos, antes que Sofía. Ya casado, Don Juan Carlos mantuvo un apasionada y largo romance de seis años con la actriz española Bárbara Rey. Un comando asaltó su casa para robarle las pruebas documentales de aquella pasión amorosa. Ella nunca habló. A Bárbara la sustituyó la mallorquina Marta Gayá, "la mujer con la que me he sentido siempre muy feliz", dijo de ella el Rey. Fue la segunda mujer a la que prometió casarse. La otra y según ella, fue Corinna Larsen: "Llegó a pedirle mi mano a mi padre, pero en sus funerales me confesó que había tenido una relación amorosa durante tres años con otra mujer: la valenciana Sol Bacharach", una abogada y profesora de Universidad, viuda de Manuel Bruceta, un político de UCD asesinado por ETA en enero de 1992. La mujer ofendida suele desbaratar en un momento lo que el hombre ha creado sentimental o sexualmente, durante mucho tiempo. Sol fue el motivo por el que Juan Carlos rompiera su relación amorosa que no amistosa, con la falsa princesa alemana que tanto daño ha hecho al Rey Emérito. Y es que, lógicamente, desde Adán no ha habido ninguna mala o buena acción en este mundo en la que no haya estado implicada una mujer. Con razón o sin ella. Y mientras tanto, Doña Sofía, única esposa legal disfrutando de ese placer sombrío que procura a ciertas mujeres la idea de sacrificarse.
CHSSS...
Ha reconocido públicamente "soy la mancha de la familia real". No piensen mal. No ha sido quienes ustedes se imaginan aunque podría(...) Poco elegante e impropio de un hombre desvelar, como ha hecho el famoso cantante, haberse acostado con una amiga entrañable del Rey (...) El novio de la dama, según él, les sorprendió en la cama. ¡Impresentable! (...) Estimado Eduardo, la Corona no ha sido dañada porque él se haya refugiado en los Emiratos, sino porque su hijo y el Gobierno le han echado de España (....) La renuncia ilegal a su herencia (Art. 989 código civil) y la retirada a la asignación no fue una decisión responsable según Moncloa sino irresponsable. ¿Donde esta la presunción de inocencia, querido Felipe? (...) Los periodistas españoles fueron (fuimos) siempre muy cortesanos con el Rey Juan Carlos. Hoy lo son (ellos) con Felipe VI y algunos incluso ridículamente con Leonor (...) Lleva razón Mario cuando escribe que "sin Cayetana vamos a morirnos de aburrimiento en las Cortes". No estoy de acuerdo con la compañera Rosa Maria Calaf de que "Letizia ha tirado la toalla" (...) Mientras él se arrastra con ayuda de dos fisios, su esposa y sus hijas gemelas disfrutaban de unas vacaciones en Marbella. ¡Genial! ¡Lo que faltaba! también las putas al paro!
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Para Don Juan Carlos la felicidad ha sido siempre una mujer. También sus desgracias. Su prestancia, su carisma masculino, su cortesía innata y fuerte encanto siempre le hicieron terriblemente atractivo para las mujeres. A su vez, a él le encantaba la compañía femenina. Desde muy jovencito ya tenía un temperamento muy romántico y mucho éxito con las chicas. "¡Siempre estaba cambiando de novia! Mas de una vez hice cosas increíbles por él, como decirle a alguna chica que mi hermano ya no podía seguir adelante con la aventurita", recordaba su desaparecida hermana la Infanta Pilar. En las recientes declaraciones de Corinna Larsen se ha descubierto que en la vida de Don Juan Carlos había otra mujer de la que no se conocía, al menos este periodista que presume de conocerlo todo o casi todo de él. Y, por supuesto, la historia de sus mujeres. Sobre todo de aquellas que han significado algo en su vida.
"ME HABRÍA TENIDO QUE CASAR CON ELLA"
En la vida de Don Juan Carlos, como en la de la mayoría de los seres humanos, hombres y mujeres, siempre o casi siempre ha habido un primer amor que, por diferentes circunstancias, no terminó en boda. Ningún historiador se atreve ¿por ignorancia?, ¿por una falsa ridiculez y caritativo respeto? a mencionar que la boda de Juan Carlos y Sofía se produjo después de un fin, triste, de dos relaciones amorosas, la de la princesa Sofía con el príncipe Harald, hoy rey de Noruega y la del entonces príncipe Juan Carlos con la princesa italiana María Gabriela, su auténtico y gran amor. Si la primera fue consecuencia de un, digamos "engaño", la segunda por "razones de Estado" del general Franco, quien impuso su voluntad simple y sencillamente porque la princesa italiana no le gustaba por se excesivamente libre y "tener ideas demasiado modernas", como le confesó a su primo, Jefe de su Casa Militar y confidente, Francisco Franco Salgado Araujo. Hasta el director de la Academia General Militar de Zaragoza pidió a Juan Carlos que quitara la fotografía de su novia de la mesilla de noche. También su preceptor impuesto por Franco, el general Martínez Campos, le hizo saber que debería dejar de telefonear a María Gabriela. Juan Carlos no tenía intención de desobedecer y se sometió sin rebelarse, aunque después de haberse casado con Sofía reconoció varias veces: "Tenía que haberme casado, es verdad, con María Gabriela". La pregunta es obligada: después de todo lo que ha sucedido y está sucediendo en la vida de los dos, ¿hubieran sido mas felices Juan Carlos y Sofía casándose ella con Harald y él con María Gabriela? Sin duda alguna. ¡Qué triste resulta que la felicidad de un hombre y de una mujer dependa, con el paso de los años, del hombre y de la mujer con los que no pudieron casarse!
OTROS AMORES Y AMORÍOS
En una de las cartas de amor de Don Juan Carlos a Olghina de Robilant, otro de sus primeros amores, cartas que ella me vendió, puede leerse: "Me gustaría mucho casarme contigo pero tengo la obligación de hacerlo con María Gabriela". A pesar de aquella ruptura, cuando Don Juan Carlos se dirigía de Lisboa a Lausana para pedir la mano de Sofía, coincidió en Roma con Olghina. Con ella pasó la noche en un modesto hotelito de la capital italiana. Durante la refriega amorosa y según contaba ella, se extravió, entre la colcha y las sabanas, el anillo de pedida que, 24 horas después, el entonces príncipe le entregaría a la princesa Sofía, en el transcurso de un almuerzo familiar del que yo fui testigo en el Hotel Beau Rivage de la ciudad suiza donde residía la reina Victoria Eugenia. Esta petición de mano no fue tan protocolaria como la de Felipe a Letizia. "Sofi, cógelo", fue lo que le dijo Don Juan Carlos a Sofía el 12 de septiembre de 1961. "Me tiró por el aire un paquetito con un cajita". Dentro estaba el anillo de pedida que Olghina de Robilant había tenido en sus manos, antes que Sofía. Ya casado, Don Juan Carlos mantuvo un apasionada y largo romance de seis años con la actriz española Bárbara Rey. Un comando asaltó su casa para robarle las pruebas documentales de aquella pasión amorosa. Ella nunca habló. A Bárbara la sustituyó la mallorquina Marta Gayá, "la mujer con la que me he sentido siempre muy feliz", dijo de ella el Rey. Fue la segunda mujer a la que prometió casarse. La otra y según ella, fue Corinna Larsen: "Llegó a pedirle mi mano a mi padre, pero en sus funerales me confesó que había tenido una relación amorosa durante tres años con otra mujer: la valenciana Sol Bacharach", una abogada y profesora de Universidad, viuda de Manuel Bruceta, un político de UCD asesinado por ETA en enero de 1992. La mujer ofendida suele desbaratar en un momento lo que el hombre ha creado sentimental o sexualmente, durante mucho tiempo. Sol fue el motivo por el que Juan Carlos rompiera su relación amorosa que no amistosa, con la falsa princesa alemana que tanto daño ha hecho al Rey Emérito. Y es que, lógicamente, desde Adán no ha habido ninguna mala o buena acción en este mundo en la que no haya estado implicada una mujer. Con razón o sin ella. Y mientras tanto, Doña Sofía, única esposa legal disfrutando de ese placer sombrío que procura a ciertas mujeres la idea de sacrificarse.
CHSSS...
Ha reconocido públicamente "soy la mancha de la familia real". No piensen mal. No ha sido quienes ustedes se imaginan aunque podría(...) Poco elegante e impropio de un hombre desvelar, como ha hecho el famoso cantante, haberse acostado con una amiga entrañable del Rey (...) El novio de la dama, según él, les sorprendió en la cama. ¡Impresentable! (...) Estimado Eduardo, la Corona no ha sido dañada porque él se haya refugiado en los Emiratos, sino porque su hijo y el Gobierno le han echado de España (....) La renuncia ilegal a su herencia (Art. 989 código civil) y la retirada a la asignación no fue una decisión responsable según Moncloa sino irresponsable. ¿Donde esta la presunción de inocencia, querido Felipe? (...) Los periodistas españoles fueron (fuimos) siempre muy cortesanos con el Rey Juan Carlos. Hoy lo son (ellos) con Felipe VI y algunos incluso ridículamente con Leonor (...) Lleva razón Mario cuando escribe que "sin Cayetana vamos a morirnos de aburrimiento en las Cortes". No estoy de acuerdo con la compañera Rosa Maria Calaf de que "Letizia ha tirado la toalla" (...) Mientras él se arrastra con ayuda de dos fisios, su esposa y sus hijas gemelas disfrutaban de unas vacaciones en Marbella. ¡Genial! ¡Lo que faltaba! también las putas al paro!
