El Mundo Orbyt.
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
08/07/2017
CHSSS...
EL JEFE DE LA CASA ES... ELLA
NI FELIPE NI ALFONSÍN
MÁXIMA ¿EN TODO?
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Mucho temo que todos los que le culpamos, a él o a Jaime Alfonsín, jefe de su Casa, a lo peor estamos equivocados. Pienso que el hijo, aunque motivos personales pueda tener, que los tiene, no le creo capaz de alzarse contra su padre. Felipe es una buena persona, sin esfuerzo, aunque un pobre hombre sin carácter, sobre todo en lo que a Letizia se refiere. Perdió la batalla aquel día tan importante, en la presentación oficial del noviazgo, a la prensa y al mundo cuando ella sorprendió a todos, empezando por Felipe, interrumpiéndole diciendo “¡Déjame hablar a mí!”. Por su parte, Jaime Alfonsín, un hombre discreto y callado, que no habla por no molestar, nada que ver con el inolvidable Sabino Fernández Campo, tampoco. ¿Quién fue entonces el responsable de la ausencia de Don Juan Carlos? Se preguntará el lector. Sólo nos queda... Letizia, la auténtica “jefe” de la Casa, en el más amplio y exacto sentido de la palabra. Además, su relación con el real suegro nunca fue buena ni fluida. No olvidemos las palabras del Rey ¿a Miguel Primo de Rivera? En la tarde del 1 de noviembre de 2003, cuando se vio forzado a aprobar la boda de su heredero con la periodista divorciada y nieta de taxista, que no le gustaba ni mucho ni poco ni nada. “Mi hijo se va a cargar la monarquía”. Ítem más: lo mejor que ha dicho de la nuera es que se trata de “una chica muy lista”. Con toda la carga peyorativa que esas palabras tienen. Y ¿qué quieren ustedes que les diga que no hayan visto en la tele o leído en la prensa? Letizia manda mucho. Además no lo disimula. A veces, parece que es ella la titular y el jefe de la Casa de Su Majestad y no el buenazo de Alfonsín.
Siempre he dicho, por activa y por pasiva, que Máxima, la consorte de los Países Bajos, me hubiera gustado lo fuera de España. Se trata de esa clase de mujeres máximas en todo. En belleza, hermosura, simpatía, inteligencia, sencillez y naturalidad, capaz de llevar espectaculares pamelas, sin perder el humor. O lucir una mantilla con la elegancia de una española. Lo hemos visto, esta pasada semana, durante la audiencia con el Papa Francisco en El Vaticano. La primera, de carácter oficial, en la historia de la corona holandesa, protestante ella. Se trataba, también, del encuentro de dos compatriotas. El Pontífice y la consorte real son argentinos. Aunque Máxima es católica de nacimiento y como tal podía haberse acogido al privilegio du blanc, como todas las soberanas que profesan esa religión, al ser esposa de un rey protestante, lo hizo con elegante vestido largo negro, cubriendo su rubia cabellera con una mantilla, también negra. No la llevaba como Melania, la esposa de Donald Trump, en la audiencia papal, objeto de crueles comentarios, sino con la gracia de una española.
Pero, esta mi semana, Máxima ha descendido en mi admiración cuando la he visto en la mascarada que fue la fiesta del 50 cumpleaños del príncipe Pablo de Grecia, hijo del reyConstantino de los griegos. Y los 21 de su primogénita, la princesa Olympia, la joven que pretende triunfar como it girl. Para empezar ha enseñado el culo en Instagram. La orgía, tal parecía, se celebró en una finca en la campiña inglesa con asistencia de miembros de familias reales. “Muchos invitados entendieron que debían hacer el ridículo”, Iñigo Domínguez dixit. Entre ellos mi querida Máxima, que se había colocado sobre la cabeza un sorprendente y desquiciado jardín de orquídeas. Lo mas patético fue verla abrazada a un embalsamado Valentino. No me imagino a mi Letizia de tal guisa y en tal mascarada a la que, sorprendente, asistió Felipe, su hermana, la Infanta Cristina y el pobre de Iñaki, a punto de ingresar en prisión para cumplir diez años o más. Según testigos, los cuñados hicieron encaje de bolillos para no coincidir. Aplaudo el buen gusto de la ausencia de la consorte española en la misma medida que lamento haber visto a Máxima en esta fiesta que transmitía una inenarrable sensación de decadencia. Las fotos publicadas mueven a risa. ¿Qué coxx pintaba allí Felipe por muy primo que sea del anfitrión?
Hay que ser provocadoramente cínica para decir: “Quien piense que soy frívola no me conoce”, cuando la joven es la representación más femenina de la frivolidad (...) ¿ Por qué en los funerales, a veces también en las bodas, se ponen de manifiesto los demonios familiares? (...) ¡Qué pesadita está toda la familia, como si ella fuera la única que se ha muerto! Dan la barrila mamá, la hija, la hermana, el compañero, el modista, los amigos (...) Sabes que te estimo y admiro, pero has caído con tu separación en todos los topicazos vengativos contra tu ex. Querida mía, no eres una folclórica ni una ‘socialite’ sino una señora, muy dolida, pero una señora (...) Desde lo del hijo de ‘El Cordobés’, una oleada de hijos en busca de ‘autor’ desconocido recorre el país (...) En su día me enfrenté a ella y a su marido, ofendidos los dos, porque les dije que la mamá del muchacho no era el tipo de mujer que mi compadre frecuentaba (...) Han pasado casi 20 años y ahora resulta que, a lo peor, el hijo de ella lo es, también de él, presuntamente (...) Ha declarado que no le divierte ver la cocina como un espectáculo, pero no le importó formar parte, con otros ilustres miembros de la Academia de Gastronomía, del jurado en una de las pruebas de la final de ‘MasterChef’.
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
08/07/2017
CHSSS...
EL JEFE DE LA CASA ES... ELLA
NI FELIPE NI ALFONSÍN
MÁXIMA ¿EN TODO?
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Mucho temo que todos los que le culpamos, a él o a Jaime Alfonsín, jefe de su Casa, a lo peor estamos equivocados. Pienso que el hijo, aunque motivos personales pueda tener, que los tiene, no le creo capaz de alzarse contra su padre. Felipe es una buena persona, sin esfuerzo, aunque un pobre hombre sin carácter, sobre todo en lo que a Letizia se refiere. Perdió la batalla aquel día tan importante, en la presentación oficial del noviazgo, a la prensa y al mundo cuando ella sorprendió a todos, empezando por Felipe, interrumpiéndole diciendo “¡Déjame hablar a mí!”. Por su parte, Jaime Alfonsín, un hombre discreto y callado, que no habla por no molestar, nada que ver con el inolvidable Sabino Fernández Campo, tampoco. ¿Quién fue entonces el responsable de la ausencia de Don Juan Carlos? Se preguntará el lector. Sólo nos queda... Letizia, la auténtica “jefe” de la Casa, en el más amplio y exacto sentido de la palabra. Además, su relación con el real suegro nunca fue buena ni fluida. No olvidemos las palabras del Rey ¿a Miguel Primo de Rivera? En la tarde del 1 de noviembre de 2003, cuando se vio forzado a aprobar la boda de su heredero con la periodista divorciada y nieta de taxista, que no le gustaba ni mucho ni poco ni nada. “Mi hijo se va a cargar la monarquía”. Ítem más: lo mejor que ha dicho de la nuera es que se trata de “una chica muy lista”. Con toda la carga peyorativa que esas palabras tienen. Y ¿qué quieren ustedes que les diga que no hayan visto en la tele o leído en la prensa? Letizia manda mucho. Además no lo disimula. A veces, parece que es ella la titular y el jefe de la Casa de Su Majestad y no el buenazo de Alfonsín.
Siempre he dicho, por activa y por pasiva, que Máxima, la consorte de los Países Bajos, me hubiera gustado lo fuera de España. Se trata de esa clase de mujeres máximas en todo. En belleza, hermosura, simpatía, inteligencia, sencillez y naturalidad, capaz de llevar espectaculares pamelas, sin perder el humor. O lucir una mantilla con la elegancia de una española. Lo hemos visto, esta pasada semana, durante la audiencia con el Papa Francisco en El Vaticano. La primera, de carácter oficial, en la historia de la corona holandesa, protestante ella. Se trataba, también, del encuentro de dos compatriotas. El Pontífice y la consorte real son argentinos. Aunque Máxima es católica de nacimiento y como tal podía haberse acogido al privilegio du blanc, como todas las soberanas que profesan esa religión, al ser esposa de un rey protestante, lo hizo con elegante vestido largo negro, cubriendo su rubia cabellera con una mantilla, también negra. No la llevaba como Melania, la esposa de Donald Trump, en la audiencia papal, objeto de crueles comentarios, sino con la gracia de una española.
Pero, esta mi semana, Máxima ha descendido en mi admiración cuando la he visto en la mascarada que fue la fiesta del 50 cumpleaños del príncipe Pablo de Grecia, hijo del reyConstantino de los griegos. Y los 21 de su primogénita, la princesa Olympia, la joven que pretende triunfar como it girl. Para empezar ha enseñado el culo en Instagram. La orgía, tal parecía, se celebró en una finca en la campiña inglesa con asistencia de miembros de familias reales. “Muchos invitados entendieron que debían hacer el ridículo”, Iñigo Domínguez dixit. Entre ellos mi querida Máxima, que se había colocado sobre la cabeza un sorprendente y desquiciado jardín de orquídeas. Lo mas patético fue verla abrazada a un embalsamado Valentino. No me imagino a mi Letizia de tal guisa y en tal mascarada a la que, sorprendente, asistió Felipe, su hermana, la Infanta Cristina y el pobre de Iñaki, a punto de ingresar en prisión para cumplir diez años o más. Según testigos, los cuñados hicieron encaje de bolillos para no coincidir. Aplaudo el buen gusto de la ausencia de la consorte española en la misma medida que lamento haber visto a Máxima en esta fiesta que transmitía una inenarrable sensación de decadencia. Las fotos publicadas mueven a risa. ¿Qué coxx pintaba allí Felipe por muy primo que sea del anfitrión?
Hay que ser provocadoramente cínica para decir: “Quien piense que soy frívola no me conoce”, cuando la joven es la representación más femenina de la frivolidad (...) ¿ Por qué en los funerales, a veces también en las bodas, se ponen de manifiesto los demonios familiares? (...) ¡Qué pesadita está toda la familia, como si ella fuera la única que se ha muerto! Dan la barrila mamá, la hija, la hermana, el compañero, el modista, los amigos (...) Sabes que te estimo y admiro, pero has caído con tu separación en todos los topicazos vengativos contra tu ex. Querida mía, no eres una folclórica ni una ‘socialite’ sino una señora, muy dolida, pero una señora (...) Desde lo del hijo de ‘El Cordobés’, una oleada de hijos en busca de ‘autor’ desconocido recorre el país (...) En su día me enfrenté a ella y a su marido, ofendidos los dos, porque les dije que la mamá del muchacho no era el tipo de mujer que mi compadre frecuentaba (...) Han pasado casi 20 años y ahora resulta que, a lo peor, el hijo de ella lo es, también de él, presuntamente (...) Ha declarado que no le divierte ver la cocina como un espectáculo, pero no le importó formar parte, con otros ilustres miembros de la Academia de Gastronomía, del jurado en una de las pruebas de la final de ‘MasterChef’.
