El Mundo Orbyt.
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
27/08/2016
EL ESCOTE QUE ARRUINÓ EL NOVIAZGO
MARISOL Y LA FAMILIA MEDINACELI
LA MUERTE DE UNA HIJA
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La Casa Ducal de Medinaceli está de luto con motivo de la muerte, la pasada semana, de Marco Hohenlohe, el titular del ducado. Con tal motivo LOC recordó toda la historia de la más importante familia de la nobleza española, con más de 40 títulos, junto a los de Alba, aunque siempre más discretos y menos mediáticos. Salvo en la época en la que la duquesa de Medinaceli, María Victoria Fernández de Córdoba, la famosa «Mimí», fallecida el 17 de agosto de 2013, abrió el espectacular palacio de Pilatos de Sevilla, para que fuera escenario del primer gran baile de debutantes al estilo de los de Viena. En este marco fueron presentadas en sociedad, «vistiendo de largo sus primeras galas de mujer» un amplio abanico de señoritas con grandes apellidos.
Aunque ustedes no lo crean o les cueste creer, entre todas estas ilustres debutantes, todas hijas de papá, que posaron en la famosa escalinata por la que subió Peter O’toole para encontrarse con el emir Anthony Quinn en Lawrence de Arabia, rodada aquí, se encontraba Pepa Flores, más conocida por el nombre artístico de «Marisol», que lucía una diadema regalo de la propia duquesa de Medinaceli. Todavía más sorprendente e increíble, con toda la transformación que ha sufrido su vida, del franquismo al comunismo, que su caballero acompañante fuera en ese baile nada menos que Fernando Primo de Rivera. ¡Toma ya! Nada que ver esta Marisol a la que conocimos años más tarde, pero sobre todo con la de hoy. Cierto es que como ha declarado a José Aguilar y a Miguel Losada, autores de la biografía que acaba de publicarse (Marisol, Editorial T&B): «Aquello se cerró hace 30 años. Ahora sólo soy una ciudadana de a pie. Es lo que quiero y como mejor me siento».
Pienso no desea recordar aquella época en la que todas las niñas españolas querían ser como ella, sin saber que era una niña desgraciada a quien casaron, en 1969 siendo una adolescente, con Carlos Goyanes, un muchachito hijo de su descubridor y productor. Aquello duró dos años; tampoco a la Marisol que apareció desnuda en la portada de Interviú; ni a la que obligaron a relacionarse con la familia Franco y mucho menos la que se casaba, en 1982, en La Habana con el bailarín Antonio Gades, apadrinado por Fidel Castro cuando ya había ingresado en el Partido Comunista. Lo único bueno de aquella época, las tres hijas nacidas antes de casarse: María, Tamara y Célis. Asqueada de ese mundo, Pepa Flores, borró a la Marisol de ese baile de debutantes y otros bailes de su triste vida y se refugió en el anonimato donde, a sus 68 años, vive modestamente feliz junto a su compañero Massimo Stecchini.
La noticia de la muerte de Alicia, la hija del estimado compañero de la Ser, Augusto Delkáder, ha abierto la herida, no cicatrizada, que me produjo la muerte de Isabel, mi hija que, además, era única. Por muchos motivos. No existía otra en mi vida. Además era bonita e inteligente. Por ello no entendí ni entenderé nunca su muerte. Casi a la misma edad que Alicia. Enterrar a un hijo, ese acreedor dado por la naturaleza, va contra natura. Tanto que sólo en las guerras los padres entierran a los hijos. Lo habitual, estimado Augusto, es que tanto a ti como a mí lo hubieran hecho Alicia e Isabel. Sobrevivir a ellas es una tragedia silente que nos acompañará el resto de nuestras vidas, tragedia que nos sacude cuando menos lo esperamos. Como es el caso de la muerte de tu hija que me ha recordado dolorosamente la de Isabel.

MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
27/08/2016
EL ESCOTE QUE ARRUINÓ EL NOVIAZGO
MARISOL Y LA FAMILIA MEDINACELI
LA MUERTE DE UNA HIJA
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La Casa Ducal de Medinaceli está de luto con motivo de la muerte, la pasada semana, de Marco Hohenlohe, el titular del ducado. Con tal motivo LOC recordó toda la historia de la más importante familia de la nobleza española, con más de 40 títulos, junto a los de Alba, aunque siempre más discretos y menos mediáticos. Salvo en la época en la que la duquesa de Medinaceli, María Victoria Fernández de Córdoba, la famosa «Mimí», fallecida el 17 de agosto de 2013, abrió el espectacular palacio de Pilatos de Sevilla, para que fuera escenario del primer gran baile de debutantes al estilo de los de Viena. En este marco fueron presentadas en sociedad, «vistiendo de largo sus primeras galas de mujer» un amplio abanico de señoritas con grandes apellidos.
Aunque ustedes no lo crean o les cueste creer, entre todas estas ilustres debutantes, todas hijas de papá, que posaron en la famosa escalinata por la que subió Peter O’toole para encontrarse con el emir Anthony Quinn en Lawrence de Arabia, rodada aquí, se encontraba Pepa Flores, más conocida por el nombre artístico de «Marisol», que lucía una diadema regalo de la propia duquesa de Medinaceli. Todavía más sorprendente e increíble, con toda la transformación que ha sufrido su vida, del franquismo al comunismo, que su caballero acompañante fuera en ese baile nada menos que Fernando Primo de Rivera. ¡Toma ya! Nada que ver esta Marisol a la que conocimos años más tarde, pero sobre todo con la de hoy. Cierto es que como ha declarado a José Aguilar y a Miguel Losada, autores de la biografía que acaba de publicarse (Marisol, Editorial T&B): «Aquello se cerró hace 30 años. Ahora sólo soy una ciudadana de a pie. Es lo que quiero y como mejor me siento».
Pienso no desea recordar aquella época en la que todas las niñas españolas querían ser como ella, sin saber que era una niña desgraciada a quien casaron, en 1969 siendo una adolescente, con Carlos Goyanes, un muchachito hijo de su descubridor y productor. Aquello duró dos años; tampoco a la Marisol que apareció desnuda en la portada de Interviú; ni a la que obligaron a relacionarse con la familia Franco y mucho menos la que se casaba, en 1982, en La Habana con el bailarín Antonio Gades, apadrinado por Fidel Castro cuando ya había ingresado en el Partido Comunista. Lo único bueno de aquella época, las tres hijas nacidas antes de casarse: María, Tamara y Célis. Asqueada de ese mundo, Pepa Flores, borró a la Marisol de ese baile de debutantes y otros bailes de su triste vida y se refugió en el anonimato donde, a sus 68 años, vive modestamente feliz junto a su compañero Massimo Stecchini.
La noticia de la muerte de Alicia, la hija del estimado compañero de la Ser, Augusto Delkáder, ha abierto la herida, no cicatrizada, que me produjo la muerte de Isabel, mi hija que, además, era única. Por muchos motivos. No existía otra en mi vida. Además era bonita e inteligente. Por ello no entendí ni entenderé nunca su muerte. Casi a la misma edad que Alicia. Enterrar a un hijo, ese acreedor dado por la naturaleza, va contra natura. Tanto que sólo en las guerras los padres entierran a los hijos. Lo habitual, estimado Augusto, es que tanto a ti como a mí lo hubieran hecho Alicia e Isabel. Sobrevivir a ellas es una tragedia silente que nos acompañará el resto de nuestras vidas, tragedia que nos sacude cuando menos lo esperamos. Como es el caso de la muerte de tu hija que me ha recordado dolorosamente la de Isabel.