LUTO EN LA MONARQUÍA EUROPEA
LEJOS DE LA SEMANA SANTA
LA MUERTE DE UN HIJO
NOSOTROS, LOS RICOS
COMO HACE... 63 AÑOS
A la edad de 98 años, ha fallecido el gran duque Juan, durante 36 años jefe del Estado (1964-2000) del pequeño y riquísimo Luxemburgo. Ha sobrevivido 14 años a su esposa, Josefina Carlota, fallecida en 2005, después de 52 años de feliz matrimonio.
Al igual que la Reina Sofía con Letizia, la gran duquesa tuvo que sufrir los desaires y hasta los ataques de su nuera, María Teresa Mestre, una cubana de armas tomar nacida en la Habana de Fidel Castro, y quien, en rueda de prensa, acusó a su suegra de querer destruir su matrimonio en razón de su origen plebeyo, llamándola, despectivamente, “la pequeña cubana”. Luxemburgo ha sido la última monarquía europea en abolir, en 2011, la Ley Sálica que impedía a la mujer reinar.
En España se sigue dando preferencia al hombre hasta el extremo de que si Letizia se quedara embarazada y diera a luz un varón, éste se convertiría en heredero.
A muchos españoles les ha sorprendido las vacaciones de Letizia y sus hijas, este año en Roma, lejos de la España festivamente religiosa de la que algún día (¡larga vida a S.M!) puede ser reina, a juicio de los más optimistas. De Felipe, nadie, empezando por La Zarzuela, da razón. Dicen que mamá está educando a la nena a su imagen y semejanza, lejos de cualquier sentimiento religioso. En los saludos al obispo en la catedral de Palma ya se vio. Por ello, ha preferido que disfrute de las vacaciones lejos del fervor de la Semana Santa y sus procesiones. Mientras tanto, otra familia real, la de Bélgica, en pleno, el rey, la reina y tres de sus cuatro hijos, han aprovechado estas vacaciones para hacer... el Camino de Santiago. ¡Qué diferencia!
Quien no se ha derrumbado y sentido que se desangraba ante la muerte de un hijo, no tiene una idea justa del esfuerzo que hay que hacer para mantenerse en pie frente a la más fuerte expresión del dolor. Si nunca encontramos respuestas lógicas y coherentes cuando un hijo muere, imagínense si son tres (Alma, Astrid y Alfred) de cuatro, como le ha sucedido al empresario danés Anders Holch, en el criminal atentado de Sri Lanka; o seis (Álvaro, Sabino jr., Margarita, María Cristina, María Isabel y María Eugenia) de 10 del inolvidable general Sabino Fernández Campo. O uno de uno, de este columnista, con la muerte de Isabel, mi única hija. Es como si Sabino hubiera perdido los 10 de golpe o Anders, los cuatro... Desgraciadamente el recuerdo de esos hijos ya no será nunca gozoso mientras que el recuerdo del dolor que nos han producido sus muertes siempre será doloroso. Estos recuerdos no pueblan nuestra soledad, sino que la hacen más profunda. Todo se lo llevaron con su muerte. Todo en nosotros, desgraciados padres, fue naufragio, que diría Pablo Neruda.
Ver en la riqueza una carencia de valores es más propio de resentidos y desclasados, como Pablo Iglesias o Pedro Sánchez, con esa obsesión de utilizar en sus mítines la palabra “rico” de una forma despreciativa y peyorativa, olvidando que, en modo alguno, los ricos no son un peligro público. Lo más sorprendente es que, tanto uno como otro, se han convertido en nuevos ricos. El coletascon chalet en lujosa urbanización dotado de jardín y piscina. Y como esos ricos que critican, con escoltas a la puerta, pagada por los ciudadanos. ¿Y qué decir de Sánchez, moviéndose en avión privado, en un Falcon, para acudir a conciertos, a la boda de un cuñado, a sus vacaciones de verano? Tanto Iglesias como Sánchez deberían saber que la pobreza no disminuye la nobleza de nadie.
El pasado día 17 de abril, un niño de tan solo 11 años fallecía por disparo de una escopeta manejada por su hermano cuando jugaban. Era el mayor de los dos hijos de un matrimonio originario de Portugal que había llegado a la localidad malagueña de Coín a pasar las vacaciones de Semana Santa. Ante este noticia, no puedo por menos que recordar el 29 de marzo de 1956, ¡63 años hace ya! Aquel desgraciado y terrible día se producía un accidente parecido al de la noticia que obliga a esta evocación. También era Semana Santa. Sus protagonistas dos hermanos. Como los de Coín: Don Juan Carlos, 18 años y cadete en la Academia General Militar de Zaragoza, y el infante Alfonsito, de 14. El escenario, Villa Giralda, residencia de los condes de Barcelona en el exilio portugués de Estoril. Aquel Jueves Santo, el hijo menor de don Juan de Borbón, perdía la vida por un disparo accidental del hoy Rey Emérito, cuando se disparó la pistola con la que estaban jugando. Para Don Juan Carlos, la lectura de esta noticia también habrá sido desestabilizadora.
Muy buena la entrevista del hijo de mi paisano, compañero y amigo, a la Pantoja. Pero le faltó preguntar cuánto le iba a pagar el señor Vasile por participar en ‘Supervivientes’. (...) ¡Hombre!, con perdón: llevas razón cuando escribes que llevamos 40 años “asumiéndola y descubriéndola”, pero te pasas en los de “venerándola”. (...) El haber sido jefe de gabinete de Sánchez no le cualifica para dirigir una empresa como Correos que compite con Amazon, Marcos de Quintos dixit. (...) El compañero Rubén Amón al referirse a las “monarquías abyectas existentes hoy en el mundo” se olvida de Tailandia, en la que hasta los generales tienen que hablar con el rey... arrodillados. También de Marruecos. (...) Comparto con mi querido Carlos Boyero (inolvidables aquellos años de ‘El Independiente’) el deseo de venganza contra esos y esas psicópatas auxiliares de enfermería de Los Nogales. (...) Una gran ‘noticia’ de ‘interés nacional’: la presentadora y su cuñada, la ‘diseñadora’, se visitan. ¡Menudo ‘scoop’! (...) El candidato a la Presidencia de los Estados Unidos ya tuvo que renunciar en un primer intento por plagiar el discurso de un político británico. Aquí lo tenemos de presidente.
