Orbyt.
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
26/10/2019
CHSSS...
CUANDO FRANCO SE ME APARECIÓ EN 1984
¡AQUEL OTRO PRIMER VIAJE A JAPÓN!
TRES DORMITORIOS
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El viaje del Rey Felipe y la Reina Letizia al Japón de los flamantes nuevos emperadores Naruhito y Masako me ha recordado a aquel inolvidable de Juan Carlos y Sofía al de Hirohito y Nagako, en 1972, todavía como Príncipes. Yo tuve la oportunidad de acompañarles, formando parte del reducido séquito informativo en el que figuraba, como reportero, Juan Luis Cebrián.
La duración de aquel vuelo fue de ¡40 horas! frente a las 13 del de estos días. Aunque a ustedes les cuesta creer, no se sabía por dónde ir. Lo más rápido y cómodo hubiera sido hacerlo con escala en Moscú, pero no olvidemos que todavía vivía Franco, quien no lo autorizó. Otra ruta alternativa era la del Polo, por Anchorage (Canadá), pero los DC-8 de Iberia no estaban preparados para ello. La tercera posibilidad era atravesar el Sudeste asiático –Irán, Vietnam, Pakistán, China e India– pero Vietnam suponía un evidente peligro por la guerra. ¿Por donde ir, entonces, hasta el lejano país donde nace el Sol? Solo quedaba la más larga y demencial ruta que imaginarse pueda. Había que estar loco hacerlo por Nueva York–San Francisco–Hawai–Manila–Tokio. ¡Todo un record en el palmarés de Iberia! Después de las 40 horas de vuelo, cuando llegamos, ¡por fin! a Tokio, Don Juan Carlos preguntó, como todos ¿de qué día? Era difícil saber si habíamos llegado ¿más jóvenes?, ¿más viejos? ¿Habíamos perdido algún día en el calendario de nuestras vidas o lo habíamos ganado?
Lo más curioso no fue aguantar las 40 horas sino haber vivido la noche más larga de nuestras vidas: 23 horas seguidas. Para tripular este vuelo se eligieron los tres comandantes más experimentados de la compañía, entre ellos el mítico Arango, 20.000 horas de vuelo, 14 millones de kilómetros, así como Pla Ureña y Solé Labra, de parecido curriculum profesional.
Para que pudieran soportar mejor el trabajo en tan larguísimo y fatigante vuelo, las cuatro azafatas, Martínez Amo, Saseta de Marcos, Jiménez Del Río y González Amo, fueron autorizadas por el comandante y a petición de Doña Sofía, a desempeñar su trabajo descalzas.
La prensa se ha admirado del magnífico aspecto relajado y descansado con el que Felipe y Letizia descendieron del avión a su llegada a Tokio, después de 13 horas de vuelo. Ignoraba que, al igual que en aquel otro viaje de Juan Carlos y Sofía, en este se han debido instalar tres dormitorios –de dos camas cada uno– en la parte delantera y cuatro literas en la cola. Dos de estas camas han debido estar destinadas a la pareja real; otra para el ministro y otra para el jefe de la Casa, Jaime Alfonsín.
Pienso que, como en aquella ocasión, unas sencillas cortinas han tenido que separar los dormitorios de los pasillos. Y, las sábanas de hilo lavadas previamente para quitarles el molesto apresto de las prendas sin estrenar.
Un agradable saloncito junto a la cabina de pilotos completaría la parte, llamémosla real, del avión. Ignoro si Letizia habrá tenido tiempo de ir de compras. Tokio es un paraíso para ello. Pero una de las visitas de aquel primer viaje fue a la famosa Isla de las Perlas. Allí, Doña Sofía, ¡mujer al fin!, se encaprichó de un collar que no soltaba. Don Juan Carlos, tras preguntar el precio, la tomó del brazo al tiempo que le decía: “Mejor lo dejamos, Sofi. No tenemos ese dinero. Ese collar es solo para millonarios”. Entonces no lo eran, ni en Japón regalaban nada. Si hubiera sido en la Persia del Sha y Farah, aquel collar hubiera sido suyo.
Dicen que la sanción por desvelar el nombre del ganador o ganadora de MasterChef es de 100.000 euros. A pesar de ello, yo lo sé. (...) Será una grandísima sorpresa. Mi querida amiga Isabel intentó que se lo dijera. A lo mejor, ella también lo sabe. (...) Me sorprendió ver a la nena Sofía formando parte de la presidencia del solemne acto de la entrega de los Princesa de Asturias. Cuando Felipe lo hizo, en 1981, solo estaban con él sus padres, los Reyes Juan Carlos y Sofía. (...) Hay que reconocer que aquel día no era, precisamente, para gaitas. (...) Mientras Felipe cantaba ‘Asturias, patria querida’, Cataluña ardía por sus cuatro provincias. (...) Ha reconocido que lo mas valiente que ha hecho en el terreno personal es “permanecer en mi matrimonio”. (...) No hay duda que su boda con la más rica del pueblo le ha convertido en “marido, empleado y padre” (Mellado dixit). Lo que se dice ¡un gran braguetazo! (...) No es cierto que “fuerzas poderosas mataran a tu madre”. Sabes muy bien que fue un accidente de tráfico cuando se dirigía a follxx con el amante de turno.
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
26/10/2019
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CUANDO FRANCO SE ME APARECIÓ EN 1984
¡AQUEL OTRO PRIMER VIAJE A JAPÓN!
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El viaje del Rey Felipe y la Reina Letizia al Japón de los flamantes nuevos emperadores Naruhito y Masako me ha recordado a aquel inolvidable de Juan Carlos y Sofía al de Hirohito y Nagako, en 1972, todavía como Príncipes. Yo tuve la oportunidad de acompañarles, formando parte del reducido séquito informativo en el que figuraba, como reportero, Juan Luis Cebrián.
La duración de aquel vuelo fue de ¡40 horas! frente a las 13 del de estos días. Aunque a ustedes les cuesta creer, no se sabía por dónde ir. Lo más rápido y cómodo hubiera sido hacerlo con escala en Moscú, pero no olvidemos que todavía vivía Franco, quien no lo autorizó. Otra ruta alternativa era la del Polo, por Anchorage (Canadá), pero los DC-8 de Iberia no estaban preparados para ello. La tercera posibilidad era atravesar el Sudeste asiático –Irán, Vietnam, Pakistán, China e India– pero Vietnam suponía un evidente peligro por la guerra. ¿Por donde ir, entonces, hasta el lejano país donde nace el Sol? Solo quedaba la más larga y demencial ruta que imaginarse pueda. Había que estar loco hacerlo por Nueva York–San Francisco–Hawai–Manila–Tokio. ¡Todo un record en el palmarés de Iberia! Después de las 40 horas de vuelo, cuando llegamos, ¡por fin! a Tokio, Don Juan Carlos preguntó, como todos ¿de qué día? Era difícil saber si habíamos llegado ¿más jóvenes?, ¿más viejos? ¿Habíamos perdido algún día en el calendario de nuestras vidas o lo habíamos ganado?
Lo más curioso no fue aguantar las 40 horas sino haber vivido la noche más larga de nuestras vidas: 23 horas seguidas. Para tripular este vuelo se eligieron los tres comandantes más experimentados de la compañía, entre ellos el mítico Arango, 20.000 horas de vuelo, 14 millones de kilómetros, así como Pla Ureña y Solé Labra, de parecido curriculum profesional.
Para que pudieran soportar mejor el trabajo en tan larguísimo y fatigante vuelo, las cuatro azafatas, Martínez Amo, Saseta de Marcos, Jiménez Del Río y González Amo, fueron autorizadas por el comandante y a petición de Doña Sofía, a desempeñar su trabajo descalzas.
La prensa se ha admirado del magnífico aspecto relajado y descansado con el que Felipe y Letizia descendieron del avión a su llegada a Tokio, después de 13 horas de vuelo. Ignoraba que, al igual que en aquel otro viaje de Juan Carlos y Sofía, en este se han debido instalar tres dormitorios –de dos camas cada uno– en la parte delantera y cuatro literas en la cola. Dos de estas camas han debido estar destinadas a la pareja real; otra para el ministro y otra para el jefe de la Casa, Jaime Alfonsín.
Pienso que, como en aquella ocasión, unas sencillas cortinas han tenido que separar los dormitorios de los pasillos. Y, las sábanas de hilo lavadas previamente para quitarles el molesto apresto de las prendas sin estrenar.
Un agradable saloncito junto a la cabina de pilotos completaría la parte, llamémosla real, del avión. Ignoro si Letizia habrá tenido tiempo de ir de compras. Tokio es un paraíso para ello. Pero una de las visitas de aquel primer viaje fue a la famosa Isla de las Perlas. Allí, Doña Sofía, ¡mujer al fin!, se encaprichó de un collar que no soltaba. Don Juan Carlos, tras preguntar el precio, la tomó del brazo al tiempo que le decía: “Mejor lo dejamos, Sofi. No tenemos ese dinero. Ese collar es solo para millonarios”. Entonces no lo eran, ni en Japón regalaban nada. Si hubiera sido en la Persia del Sha y Farah, aquel collar hubiera sido suyo.
Dicen que la sanción por desvelar el nombre del ganador o ganadora de MasterChef es de 100.000 euros. A pesar de ello, yo lo sé. (...) Será una grandísima sorpresa. Mi querida amiga Isabel intentó que se lo dijera. A lo mejor, ella también lo sabe. (...) Me sorprendió ver a la nena Sofía formando parte de la presidencia del solemne acto de la entrega de los Princesa de Asturias. Cuando Felipe lo hizo, en 1981, solo estaban con él sus padres, los Reyes Juan Carlos y Sofía. (...) Hay que reconocer que aquel día no era, precisamente, para gaitas. (...) Mientras Felipe cantaba ‘Asturias, patria querida’, Cataluña ardía por sus cuatro provincias. (...) Ha reconocido que lo mas valiente que ha hecho en el terreno personal es “permanecer en mi matrimonio”. (...) No hay duda que su boda con la más rica del pueblo le ha convertido en “marido, empleado y padre” (Mellado dixit). Lo que se dice ¡un gran braguetazo! (...) No es cierto que “fuerzas poderosas mataran a tu madre”. Sabes muy bien que fue un accidente de tráfico cuando se dirigía a follxx con el amante de turno.