El Mundo Orbyt.
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
26/08/2017
EL REY NO ESTÁ
SABER DÓNDE ESTÁ
NO FUE UN CORNUDO
El pasado jueves l7, a las 17.20 horas, cuando se produjo el criminal atentado de Barcelona, el Jefe del Estado no estaba en España. El viernes 18, a las 12 horas, cuando el emotivo minuto de silencio en la Plaza de Cataluña, tampoco estaba Letizia, la consorte. Esta insólita y dramática circunstancia me ha recordado una frase pronunciada el 23 de junio de 1992 por el Presidente del Gobierno, Felipe González, y que bien podía haberlo hecho ese jueves el presidente Mariano Rajoy, cuando un grupo de periodistas le abordaron preguntándole si había despachado con Don Juan Carlos. La chispa fue una escueta frase que hizo estallar la bomba informativa: “El Rey no está”. En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, la portavoz Rosa Condelo remató puntualizando que “razones de prudencia me impiden comentar la ausencia del Rey.” Los dos habían calculado los efectos que las palabras iban a producir: “Provocaron , nada más y nada menos, que la ruptura del gran tabú de la transición: el fin del silencio oficial sobre la vida privada del Rey (tal cual hoy) y el inicio de la crítica política a sus actuaciones”, como escribe Manuel Soriano en su magnífica biografía de Sabino Fernández CampoLa sombra del Rey (Temas de hoy, 1995). Pero con una diferencia: todos sabían dónde se encontraba el soberano. Incluso el Jefe de su Casa, el general Sabino, tuvo que salir al paso de esa frase, declarando, “cínicamente”, “que el motivo de la ausencia eran unas cortas vacaciones en la montaña”. En el caso de Felipe... ni Dios. ¿En qué paraíso desconocido y lejano les habrá sorprendido el criminal atentado de Barcelona?, preguntaba yo en mi columna del sábado. No quiero pensar que en... Australia, como se ha rumoreado.
Por lo que tardaron en regresar, sobre todo la consorte, lejos, muy lejos sí debían estar. Pienso que la Jefatura del Estado debería informar dónde estaba pasando las vacaciones el titular.
Ante la incómoda situación, la Casa Real dio, a quienes preguntaban sobre la ausencia de Letizia en la Plaza de Cataluña durante el minuto de silencio, una explicación sin pies ni cabeza: “Se trata de un acto institucional [Yo creía que la inefable consorte formaba parte de la institución]. Ella asistirá el sábado para visitar a los heridos”. Eso sí, con fotógrafo de la Casa incorporado para captar su encuentro con los niños afectados, para lavar su imagen tras la polémica ausencia. Patética su imagen en la portada de ¡Hola!. Debía saber que la mayoría eran extranjeros que ignoraban quién les besaba. La publicación de estas imágenes, algunas ridículas, han indignado a propios y extraños. La Casa del Rey ha tenido, incluso, que hacer público un sorprendente comunicado “explicándose” y recordando “la necesidad de respetar, al máximo, los derechos del menor en todo momento” que en este caso no se han respetado, publicando las fotografías sin pixelar. Si con aquella frase de Felipe González se acabó con el tabú de la vida privada del Rey, que Letizia quiere mantener por encima incluso de la “voluntad” del Jefe del Estado, quien, al parecer frente a su esposa, no tiene ninguna, esperemos que, desde hoy, si el Rey está ausente de España todo el mundo sepa dónde. Izaguirre, en El País del pasado sábado, escribía que “lo sucedido ha hecho ver que ya no existe el tiempo de ocio. Mucho menos el de unas vacaciones “privadas” siendo Jefe de Estado” (que no tiene vida privada). “Obligado a estar siempre donde hay que estar... Si hay que descansar tendrá que ser en Marivent”. Precisamente, querido, donde a ella no le gusta. “Palma no es un buen sitio para unas vacaciones” declaró irresponsablemente a la prensa. Me sorprende que ante tales manifestaciones no haya sido declarada, todavía, persona non grata.
Al cumplirse el próximo jueves 31, el XX aniversario de la muerte de Diana, aquella pobre muchacha tan bonita como corta de luces y de moral, se está escribiendo mucho sobre ella y todo lo que la rodeó. Por supuesto también sobre Camilla, a quien algunos culpan de la tragedia de Lady Di. No hace mucho se subastó en Londres el retrato que Lucien Freud pintó del mayor Andrew Parker Bowler, ex marido de Camilla. La historia y, según la colaboradora de EL MUNDO en Londres, Conxa Rodríguez, “le tocó el papel de cornudo”. No es exactamente así, querida. Cuando Camilla conoce al príncipe Carlos en 1971, en un partido de polo, los dos están solteros. El heredero se enamora perdidamente de ella, quien por entonces mantiene relaciones con el oficial. Ante el acoso e insistencia del príncipe de Gales, decidieron darse un tiempo y pusieron no tierra sino mar de por medio, incorporándose Carlos a una unidad naval en el Caribe durante nueve meses. El 4 de julio de 1973, Carlos vio en The Times las fotografías de la boda de Camilla y Andrew Parker. Cuando volvieron a verse ella le propuso ser amigos sin derecho a s*x* y le pidió que fuera padrino de su primer hijo nacido, en 1975. Cuando en 1979 da a luz al segundo hijo, descubre que su marido la engaña no con una ni con dos... Por venganza o porque sigue amando a Carlos, reanuda su relación, pero, aconseja a Carlos que se case. Habrían de pasar nada menos que seis años para que Camilla se convirtiera, el 8 de abril de 2005, en la esposa del príncipe de Gales con el título de duquesa de Cornualles y futura reina consorte. Como Letizia.
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
26/08/2017
EL REY NO ESTÁ
SABER DÓNDE ESTÁ
NO FUE UN CORNUDO
El pasado jueves l7, a las 17.20 horas, cuando se produjo el criminal atentado de Barcelona, el Jefe del Estado no estaba en España. El viernes 18, a las 12 horas, cuando el emotivo minuto de silencio en la Plaza de Cataluña, tampoco estaba Letizia, la consorte. Esta insólita y dramática circunstancia me ha recordado una frase pronunciada el 23 de junio de 1992 por el Presidente del Gobierno, Felipe González, y que bien podía haberlo hecho ese jueves el presidente Mariano Rajoy, cuando un grupo de periodistas le abordaron preguntándole si había despachado con Don Juan Carlos. La chispa fue una escueta frase que hizo estallar la bomba informativa: “El Rey no está”. En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, la portavoz Rosa Condelo remató puntualizando que “razones de prudencia me impiden comentar la ausencia del Rey.” Los dos habían calculado los efectos que las palabras iban a producir: “Provocaron , nada más y nada menos, que la ruptura del gran tabú de la transición: el fin del silencio oficial sobre la vida privada del Rey (tal cual hoy) y el inicio de la crítica política a sus actuaciones”, como escribe Manuel Soriano en su magnífica biografía de Sabino Fernández CampoLa sombra del Rey (Temas de hoy, 1995). Pero con una diferencia: todos sabían dónde se encontraba el soberano. Incluso el Jefe de su Casa, el general Sabino, tuvo que salir al paso de esa frase, declarando, “cínicamente”, “que el motivo de la ausencia eran unas cortas vacaciones en la montaña”. En el caso de Felipe... ni Dios. ¿En qué paraíso desconocido y lejano les habrá sorprendido el criminal atentado de Barcelona?, preguntaba yo en mi columna del sábado. No quiero pensar que en... Australia, como se ha rumoreado.
Por lo que tardaron en regresar, sobre todo la consorte, lejos, muy lejos sí debían estar. Pienso que la Jefatura del Estado debería informar dónde estaba pasando las vacaciones el titular.
Ante la incómoda situación, la Casa Real dio, a quienes preguntaban sobre la ausencia de Letizia en la Plaza de Cataluña durante el minuto de silencio, una explicación sin pies ni cabeza: “Se trata de un acto institucional [Yo creía que la inefable consorte formaba parte de la institución]. Ella asistirá el sábado para visitar a los heridos”. Eso sí, con fotógrafo de la Casa incorporado para captar su encuentro con los niños afectados, para lavar su imagen tras la polémica ausencia. Patética su imagen en la portada de ¡Hola!. Debía saber que la mayoría eran extranjeros que ignoraban quién les besaba. La publicación de estas imágenes, algunas ridículas, han indignado a propios y extraños. La Casa del Rey ha tenido, incluso, que hacer público un sorprendente comunicado “explicándose” y recordando “la necesidad de respetar, al máximo, los derechos del menor en todo momento” que en este caso no se han respetado, publicando las fotografías sin pixelar. Si con aquella frase de Felipe González se acabó con el tabú de la vida privada del Rey, que Letizia quiere mantener por encima incluso de la “voluntad” del Jefe del Estado, quien, al parecer frente a su esposa, no tiene ninguna, esperemos que, desde hoy, si el Rey está ausente de España todo el mundo sepa dónde. Izaguirre, en El País del pasado sábado, escribía que “lo sucedido ha hecho ver que ya no existe el tiempo de ocio. Mucho menos el de unas vacaciones “privadas” siendo Jefe de Estado” (que no tiene vida privada). “Obligado a estar siempre donde hay que estar... Si hay que descansar tendrá que ser en Marivent”. Precisamente, querido, donde a ella no le gusta. “Palma no es un buen sitio para unas vacaciones” declaró irresponsablemente a la prensa. Me sorprende que ante tales manifestaciones no haya sido declarada, todavía, persona non grata.
Al cumplirse el próximo jueves 31, el XX aniversario de la muerte de Diana, aquella pobre muchacha tan bonita como corta de luces y de moral, se está escribiendo mucho sobre ella y todo lo que la rodeó. Por supuesto también sobre Camilla, a quien algunos culpan de la tragedia de Lady Di. No hace mucho se subastó en Londres el retrato que Lucien Freud pintó del mayor Andrew Parker Bowler, ex marido de Camilla. La historia y, según la colaboradora de EL MUNDO en Londres, Conxa Rodríguez, “le tocó el papel de cornudo”. No es exactamente así, querida. Cuando Camilla conoce al príncipe Carlos en 1971, en un partido de polo, los dos están solteros. El heredero se enamora perdidamente de ella, quien por entonces mantiene relaciones con el oficial. Ante el acoso e insistencia del príncipe de Gales, decidieron darse un tiempo y pusieron no tierra sino mar de por medio, incorporándose Carlos a una unidad naval en el Caribe durante nueve meses. El 4 de julio de 1973, Carlos vio en The Times las fotografías de la boda de Camilla y Andrew Parker. Cuando volvieron a verse ella le propuso ser amigos sin derecho a s*x* y le pidió que fuera padrino de su primer hijo nacido, en 1975. Cuando en 1979 da a luz al segundo hijo, descubre que su marido la engaña no con una ni con dos... Por venganza o porque sigue amando a Carlos, reanuda su relación, pero, aconseja a Carlos que se case. Habrían de pasar nada menos que seis años para que Camilla se convirtiera, el 8 de abril de 2005, en la esposa del príncipe de Gales con el título de duquesa de Cornualles y futura reina consorte. Como Letizia.
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