El Mundo Orbyt.
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
22/10/2016
CHSSS...
YA VUELVE EL ESPAÑOL DONDE SOLÍA
¿POR QUÉ NO TE CALLAS?
REALES CARTAS DE AMOR
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Al escribir esta columna sobre la XXV Cumbre Iberoamericana, a la que asistirá Felipe VI, no puedo evitar recordar la que se celebró en 2007, en Santiago de Chile, con asistencia del Rey Juan Carlos, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos y la Secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez. En aquella XVII cumbre, los presidentes Daniel Ortegade Nicaragua y Hugo Chávez de Venezuela colmaron ambos la paciencia de Don Juan Carlos con sus ataques al ex presidente José María Aznar. Lo hizo primero y por dos veces el venezolano, mientras Zapatero estaba en el uso de la palabra. A la tercera se produjo la salida de tono para la historia pero impropia de un Rey que, adelantando su silla y girando su cabeza, se dirigió a Chávez gritándole: “¿Por qué no te callas?”. Fue lo más sonado de aquel 2007. Tras el presidente de Venezuela, tomó la palabra el de Nicaragua, Daniel Ortega. Más de lo mismo. “¡Hombre, y dale con Aznar!”, se le oyó musitar al Rey quien, seguidamente, le dijo a Zapatero: “Yo no aguanto a este tío, me voy”. Se levantó y se marchó, mientras el presidente, el ministro y hasta Trini se quedaron sentados, con una falta total de respeto, consideración y protocolo hacia su Jefe de Estado. Sólo le siguió Ricardo Díez-Hochleitner, secretario general de su Casa, un gran secretario, y hoy embajador de España en Marruecos. La clausura de la cumbre se realizó sin la presencia del Rey, el más importante de los asistentes. Chávez ya no vive; Juan Carlos ya no reina; sólo Ortega sigue.
Esta mi semana, las cartas de amor que el presidente Mitterrandescribió a su amante Anne Pingeot y que ésta publica en un libro han sido objeto de atención de mis compañeros Carmen Rigalt y Antonio Lucas, en sendos artículos, “Amante formidable”, la primera; “Hombre enamorado”, el segundo. Como no hay dos sin tres, hoy quiero abordar el amoroso tema epistolar aunque no sobre esta correspondencia sino sobre otras reales. Porque autores fueron dos reyes y desleales y traicioneras sus destinatarias. Las dos me buscaron intentando venderlas. A las de Don Juan Carlos, Olguina de Rovilland, buen dinero les sacó. La del otro soberano, una azafata argentina, me negué no a comprarlas, ni siquiera a aceptarlas como regalo, cuando le hice ver la miseria de la venta de tal intimidad. La historia de la correspondencia amorosa del cadete Borbón a su primera novia, por conocida, la recuerdo hoy aquí y ahora, con nombre y apellido. Dejando muy claro que no fui yo quien las pagó sino el Rey, al menos, eso creía yo. Hasta que Manuel Prado y Colón de Carvajal, el hombre que se ocupaba entonces de las finanzas de Don Juan Carlos, me reconoció que fue él quien hizo llegar ese dinero a Olguina, a través del inolvidable general Sabino Fernández Campo primero y este columnista, que actuó de intermediario, después. ¡Qué vergüenza! Nada que ver esta correspondencia con la de Mitterrand. Eran cartas de un cadete a su primer amor.
Sigue erre que erre con la negativa de que este país comience a andar de una puñetera vez. (...) Tanto la Academia como la Fundación deberían, antes de conceder sus premios, preguntar a los posibles galardonados si van a aceptar o no. (...) “Que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena”. Sólo por esta frase Sabina merecería... el Nobel. (...) Ella dice que el papel que faltaba, el del divorcio del anterior matrimonio de él, ya lo tiene. ¿Está al caer la boda? (...) Quien avisa, no traiciona. Nos enteraremos por un comunicado. ¿Y una foto en el ‘Hola’? (...) Con esta boda en portada, la revista de mis amores recobraría su categoría perdida últimamente tras estas dos semanas de mis dolores y las últimas portadas, ¡Si el fundador levantara la cabeza! (...) Me imagino que su luna de miel estaba incluida en el millonario paquete, como es habitual. A veces, también el embarazo, que no es el caso. (...) El conocido matrimonio, él por su profesión de gran arquitecto y ella por pintar los cuadros, incluidos en las casas que él construía, lleva dos años pleiteando por el divorcio y los dineros. ¡Ay, paisana mía!
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
22/10/2016
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YA VUELVE EL ESPAÑOL DONDE SOLÍA
¿POR QUÉ NO TE CALLAS?
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Al escribir esta columna sobre la XXV Cumbre Iberoamericana, a la que asistirá Felipe VI, no puedo evitar recordar la que se celebró en 2007, en Santiago de Chile, con asistencia del Rey Juan Carlos, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos y la Secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez. En aquella XVII cumbre, los presidentes Daniel Ortegade Nicaragua y Hugo Chávez de Venezuela colmaron ambos la paciencia de Don Juan Carlos con sus ataques al ex presidente José María Aznar. Lo hizo primero y por dos veces el venezolano, mientras Zapatero estaba en el uso de la palabra. A la tercera se produjo la salida de tono para la historia pero impropia de un Rey que, adelantando su silla y girando su cabeza, se dirigió a Chávez gritándole: “¿Por qué no te callas?”. Fue lo más sonado de aquel 2007. Tras el presidente de Venezuela, tomó la palabra el de Nicaragua, Daniel Ortega. Más de lo mismo. “¡Hombre, y dale con Aznar!”, se le oyó musitar al Rey quien, seguidamente, le dijo a Zapatero: “Yo no aguanto a este tío, me voy”. Se levantó y se marchó, mientras el presidente, el ministro y hasta Trini se quedaron sentados, con una falta total de respeto, consideración y protocolo hacia su Jefe de Estado. Sólo le siguió Ricardo Díez-Hochleitner, secretario general de su Casa, un gran secretario, y hoy embajador de España en Marruecos. La clausura de la cumbre se realizó sin la presencia del Rey, el más importante de los asistentes. Chávez ya no vive; Juan Carlos ya no reina; sólo Ortega sigue.
Esta mi semana, las cartas de amor que el presidente Mitterrandescribió a su amante Anne Pingeot y que ésta publica en un libro han sido objeto de atención de mis compañeros Carmen Rigalt y Antonio Lucas, en sendos artículos, “Amante formidable”, la primera; “Hombre enamorado”, el segundo. Como no hay dos sin tres, hoy quiero abordar el amoroso tema epistolar aunque no sobre esta correspondencia sino sobre otras reales. Porque autores fueron dos reyes y desleales y traicioneras sus destinatarias. Las dos me buscaron intentando venderlas. A las de Don Juan Carlos, Olguina de Rovilland, buen dinero les sacó. La del otro soberano, una azafata argentina, me negué no a comprarlas, ni siquiera a aceptarlas como regalo, cuando le hice ver la miseria de la venta de tal intimidad. La historia de la correspondencia amorosa del cadete Borbón a su primera novia, por conocida, la recuerdo hoy aquí y ahora, con nombre y apellido. Dejando muy claro que no fui yo quien las pagó sino el Rey, al menos, eso creía yo. Hasta que Manuel Prado y Colón de Carvajal, el hombre que se ocupaba entonces de las finanzas de Don Juan Carlos, me reconoció que fue él quien hizo llegar ese dinero a Olguina, a través del inolvidable general Sabino Fernández Campo primero y este columnista, que actuó de intermediario, después. ¡Qué vergüenza! Nada que ver esta correspondencia con la de Mitterrand. Eran cartas de un cadete a su primer amor.
Sigue erre que erre con la negativa de que este país comience a andar de una puñetera vez. (...) Tanto la Academia como la Fundación deberían, antes de conceder sus premios, preguntar a los posibles galardonados si van a aceptar o no. (...) “Que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena”. Sólo por esta frase Sabina merecería... el Nobel. (...) Ella dice que el papel que faltaba, el del divorcio del anterior matrimonio de él, ya lo tiene. ¿Está al caer la boda? (...) Quien avisa, no traiciona. Nos enteraremos por un comunicado. ¿Y una foto en el ‘Hola’? (...) Con esta boda en portada, la revista de mis amores recobraría su categoría perdida últimamente tras estas dos semanas de mis dolores y las últimas portadas, ¡Si el fundador levantara la cabeza! (...) Me imagino que su luna de miel estaba incluida en el millonario paquete, como es habitual. A veces, también el embarazo, que no es el caso. (...) El conocido matrimonio, él por su profesión de gran arquitecto y ella por pintar los cuadros, incluidos en las casas que él construía, lleva dos años pleiteando por el divorcio y los dineros. ¡Ay, paisana mía!