Azul y Rosa,Jaime Peñafiel.Sábado,2 de Abril de 2016.

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MI SEMANA AZUL & ROSA

JAIME PEÑAFIEL

02/04/2016

A PROPÓSITO DEL CUMPLE...
FUE ENGAÑADA
t*tas DE ALQUILER
PURO NAZISMO


El lector sabe a quién me estoy refiriendo. Aunque se trata del famosísimo escritor Mario Vargas Llosa, la gran atención mediática se ha debido, no a los méritos literarios, reconocidos con el Premio Nobel de Literatura, sino a su actual vida sentimental y a la presencia de la mujer de quien se ha enamorado a sus 80 años. No deja de tener razón Julio Llamazares, cuando piensa que la vida del “escribidor” está siendo pasto de las revistas del corazón. “Se vio en la cena de gala, con motivo del mencionado cumpleaños, en la que había más ex presidentes de gobierno que en muchas cumbres iberoamericanas y más famosos que escritores”. La mitad de los años que Mario tenía Doña Sofíacuando Don Juan Carlos decidió organizarle algo parecido: una cena con invitados sorpresa, de la que ya me he referido alguna vez pero que, en este caso, es obligado hacerlo. Es de imaginar que, entre nuestros reyes (eméritos), alguna vez existió si no un gran amor, al menos un amor o un cariño (ya ni eso) que se puso de manifiesto el 2 de noviembre de 1978. Don Juan Carlos sabía lo que la familia supone para Doña Sofía. Es un fuerte sentimiento superior, incluso al que, por entonces, podía sentir por su marido. El rey puso manos a la obra. Como ha sucedido en el caso de Mario. Sin que ella supiera nada, comenzó a contactar con todas aquellas personas que suponían algo en la vida de Sofía. Deseaba que fuese una gran sorpresa, una de esas que nunca jamás se olvidan. A escondidas, llamó a unos y a otros convocándoles en Madrid...

El día señalado y a la hora prevista fueron llegando la reina Federica, su hija la princesa Irene, que venían de la India; el ex rey Constantino y su esposa, que procedían de Londres, así como tíos y primos de las ramas danesa y alemana. A todos ellos, Don Juan Carlos les tuvo escondidos en hoteles y casas de amigos. Lo difícil fue convencer a Doña Sofía de que la fiesta de su cumpleaños no iba a celebrarse en el Palacio de La Zarzuela, sino en casa de su hermana, la infanta Pilar. Engañada fue hasta allí y, al entrar en la casa y acceder al salón se encontró a todos los suyos, convocados por quien quiso ese día hacerle ese regalo, con motivo de su 40 cumpleaños. Doña Sofía, que siempre procura evitar que afloren sus sentimientos, rompió a llorar abrazada... a su marido. Ante este entrañable y amoroso regalo, no puedo por menos pensar que si el recuerdo del gozo ya no es gozo, el recuerdo del dolor es todavía dolor. Porque, como diría Neruda, desde entonces a hoy, “todo en ti fue naufragio”.

Recientemente, mis compañeros de este periódico, Rigalt y Sánchez Dragó, mantuvieron, en sus respectivas columnas, una polémica sobre “las mamadas”. No las eróticas sino las lactantes. Mientras el querido Fernando se inclinaba por la materna, la estimada Carmen por la fórmula estilo “pelargón”. Casualmente, este columnista no cató ni una ni otra sino la teta de madre de alquiler, por la negativa de mi madre a amamantarme. Hace unos años, en un pregón de las fiestas que di en un pueblo de Granada, me reencontré con mi “hermano de leche”. Según él, era hijo del ama de cría que me amamantó, como muchas mujeres-madres, generalmente de pueblo, que daban la teta a los recién nacidos de otras mujeres a las que, o no le venía la leche o eran madres melindrosas. Por ello, siempre he tenido simpatía por estas señoras, posiblemente porque fui amamantado en teta ajena. En Granada, donde nací, era muy frecuente. Incluso existe una plaza, frente a la catedral, llamada Plaza de las Pasiegas, donde se reunían estas amas de cría, venidas, por lo general, de Cantabria, de ahí el apelativo de pasiegas, para ser contratadas. Se trataba de mujeres robustas y bien dotadas por la naturaleza.

El ama de cría o nodriza fue una constante en la vida de la Familia Real española. No hubo una sola Reina de la actual dinastía reinante que le diera la teta a sus hijos. Todos ellos fueron amamantados por nodrizas. Procedían de Burgos, Valladolid y Santander: María Gómez a Alfonso XII; la adusta Raimunda, asturiana ella, a Alfonso XIII; y Rosalía Sainz a su hijo, el Príncipe de Asturias. Constantina Cañizo a Don Juan de Borbón. En el Archivo Real de palacio, existe un curioso documento que hubieran firmado los nazis, ya que se trataba de una pura eugenesia para perfeccionar la especie humana, establecida por la Alemania de Hitler, eliminando aquellas características genéticas que no deseaban se transmitieran al niño que iban a amamantar. Según este documento, las amas de cría para los bebés de la Familia Real habían de ser de complexión robusta, tez clara, ojos no muy negros, dentadura blanca y completa (como una buena yegua), los pechos firmes y no muy cerrados, los pezones ni pequeños ni gruesos, la leche abundante y de buena calidad, que no hubieran padecido ni herpes ni granos, de buen pelo castaño o rubio, de honestas costumbres, limpia, que ni sus abuelos, padres o ellas mismas hayan ejercido “oficios viles”, que sean cristianas viejas. Y lo que era ya puro nazismo: “libres de toda mala raza”. Lo hubiera firmado Goebbels.

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FIDEL CASTRO
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PADRE ÁNGEL



Recientemente protagonizó una escena en el restaurante Carus, en la madrileña carretera de La Coruña, donde se encontraba cenando con Felipe. Se levantó y dirigiéndose airadamente a una mesa, le gritó a uno de los comensales: ¡¡Usted no me fotografía!! El pobre hombre se disculpó porque no era su intención.

Por el desagradecimiento, tras la visita de Obama a La Habana, después de 60 años de un bloqueo despiadado, afirmando que “Cuba no necesita regalos del Imperio”, cuando la mayoría del pueblo ha acogido la presencia del presidente de los EEUU con entusiasmo como si fuera, que lo es, un Mr. Marshall.

No sólo por su boda, que ya es importante, sino por la dignidad y la vergüenza de no haberla negociado, y por cuya exclusiva se hubieran embolsado un pastón. La ceremonia, que fue muy íntima, sólo asistió Martín, que por su edad, dos años, no podía largar. Lograron guardar el secreto durante días.

Por su demagogia solidaria al solicitar a los navieros que cedan sus grandes trasantlánticos para acoger en ellos a los miles de refugiados que llegan a Grecia. Cierto que esta entrañable “salsa de todos los guisos” estaba bajo los efectos emocionales de la visita a Lesbos pero no se pueden decir tonterías.

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El lector sabe a quién me estoy refiriendo. Aunque se trata del famosísimo escritor Mario Vargas Llosa, la gran atención mediática se ha debido, no a los méritos literarios, reconocidos con el Premio Nobel de Literatura, sino a su actual vida sentimental y a la presencia de la mujer de quien se ha enamorado a sus 80 años. No deja de tener razón Julio Llamazares, cuando piensa que la vida del “escribidor” está siendo pasto de las revistas del corazón. “Se vio en la cena de gala, con motivo del mencionado cumpleaños, en la que había más ex presidentes de gobierno que en muchas cumbres iberoamericanas y más famosos que escritores”. La mitad de los años que Mario tenía Doña Sofíacuando Don Juan Carlos decidió organizarle algo parecido: una cena con invitados sorpresa, de la que ya me he referido alguna vez pero que, en este caso, es obligado hacerlo. Es de imaginar que, entre nuestros reyes (eméritos), alguna vez existió si no un gran amor, al menos un amor o un cariño (ya ni eso) que se puso de manifiesto el 2 de noviembre de 1978. Don Juan Carlos sabía lo que la familia supone para Doña Sofía. Es un fuerte sentimiento superior, incluso al que, por entonces, podía sentir por su marido. El rey puso manos a la obra. Como ha sucedido en el caso de Mario. Sin que ella supiera nada, comenzó a contactar con todas aquellas personas que suponían algo en la vida de Sofía. Deseaba que fuese una gran sorpresa, una de esas que nunca jamás se olvidan. A escondidas, llamó a unos y a otros convocándoles en Madrid...

El día señalado y a la hora prevista fueron llegando la reina Federica, su hija la princesa Irene, que venían de la India; el ex rey Constantino y su esposa, que procedían de Londres, así como tíos y primos de las ramas danesa y alemana. A todos ellos, Don Juan Carlos les tuvo escondidos en hoteles y casas de amigos. Lo difícil fue convencer a Doña Sofía de que la fiesta de su cumpleaños no iba a celebrarse en el Palacio de La Zarzuela, sino en casa de su hermana, la infanta Pilar. Engañada fue hasta allí y, al entrar en la casa y acceder al salón se encontró a todos los suyos, convocados por quien quiso ese día hacerle ese regalo, con motivo de su 40 cumpleaños. Doña Sofía, que siempre procura evitar que afloren sus sentimientos, rompió a llorar abrazada... a su marido. Ante este entrañable y amoroso regalo, no puedo por menos pensar que si el recuerdo del gozo ya no es gozo, el recuerdo del dolor es todavía dolor. Porque, como diría Neruda, desde entonces a hoy, “todo en ti fue naufragio”.

Recientemente, mis compañeros de este periódico, Rigalt y Sánchez Dragó, mantuvieron, en sus respectivas columnas, una polémica sobre “las mamadas”. No las eróticas sino las lactantes. Mientras el querido Fernando se inclinaba por la materna, la estimada Carmen por la fórmula estilo “pelargón”. Casualmente, este columnista no cató ni una ni otra sino la teta de madre de alquiler, por la negativa de mi madre a amamantarme. Hace unos años, en un pregón de las fiestas que di en un pueblo de Granada, me reencontré con mi “hermano de leche”. Según él, era hijo del ama de cría que me amamantó, como muchas mujeres-madres, generalmente de pueblo, que daban la teta a los recién nacidos de otras mujeres a las que, o no le venía la leche o eran madres melindrosas. Por ello, siempre he tenido simpatía por estas señoras, posiblemente porque fui amamantado en teta ajena. En Granada, donde nací, era muy frecuente. Incluso existe una plaza, frente a la catedral, llamada Plaza de las Pasiegas, donde se reunían estas amas de cría, venidas, por lo general, de Cantabria, de ahí el apelativo de pasiegas, para ser contratadas. Se trataba de mujeres robustas y bien dotadas por la naturaleza.

El ama de cría o nodriza fue una constante en la vida de la Familia Real española. No hubo una sola Reina de la actual dinastía reinante que le diera la teta a sus hijos. Todos ellos fueron amamantados por nodrizas. Procedían de Burgos, Valladolid y Santander: María Gómez a Alfonso XII; la adusta Raimunda, asturiana ella, a Alfonso XIII; y Rosalía Sainz a su hijo, el Príncipe de Asturias. Constantina Cañizo a Don Juan de Borbón. En el Archivo Real de palacio, existe un curioso documento que hubieran firmado los nazis, ya que se trataba de una pura eugenesia para perfeccionar la especie humana, establecida por la Alemania de Hitler, eliminando aquellas características genéticas que no deseaban se transmitieran al niño que iban a amamantar. Según este documento, las amas de cría para los bebés de la Familia Real habían de ser de complexión robusta, tez clara, ojos no muy negros, dentadura blanca y completa (como una buena yegua), los pechos firmes y no muy cerrados, los pezones ni pequeños ni gruesos, la leche abundante y de buena calidad, que no hubieran padecido ni herpes ni granos, de buen pelo castaño o rubio, de honestas costumbres, limpia, que ni sus abuelos, padres o ellas mismas hayan ejercido “oficios viles”, que sean cristianas viejas. Y lo que era ya puro nazismo: “libres de toda mala raza”. Lo hubiera firmado Goebbels.

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Qué horror.
 
" Recientemente protagonizó una escena en el restaurante Carus, en la madrileña carretera de La Coruña, donde se encontraba cenando con Felipe. Se levantó y dirigiéndose airadamente a una mesa, le gritó a uno de los comensales: ¡¡Usted no me fotografía!! El pobre hombre se disculpó porque no era su intención."

Que descaro tiene esta mujer.


Increible la tolerancia no solo de su marido, sino la de todos los Espanioles!
 
And
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Recientemente protagonizó una escena en el restaurante Carus, en la madrileña carretera de La Coruña, donde se encontraba cenando con Felipe. Se levantó y dirigiéndose airadamente a una mesa, le gritó a uno de los comensales: ¡¡Usted no me fotografía!! El pobre hombre se disculpó porque no era su intención.

Por el desagradecimiento, tras la visita de Obama a La Habana, después de 60 años de un bloqueo despiadado, afirmando que “Cuba no necesita regalos del Imperio”, cuando la mayoría del pueblo ha acogido la presencia del presidente de los EEUU con entusiasmo como si fuera, que lo es, un Mr. Marshall.

No sólo por su boda, que ya es importante, sino por la dignidad y la vergüenza de no haberla negociado, y por cuya exclusiva se hubieran embolsado un pastón. La ceremonia, que fue muy íntima, sólo asistió Martín, que por su edad, dos años, no podía largar. Lograron guardar el secreto durante días.

Por su demagogia solidaria al solicitar a los navieros que cedan sus grandes trasantlánticos para acoger en ellos a los miles de refugiados que llegan a Grecia. Cierto que esta entrañable “salsa de todos los guisos” estaba bajo los efectos emocionales de la visita a Lesbos pero no se pueden decir tonterías.

m
Anda Don Peña tiene una exclusiva! Y es de este siglo!

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Qué ego tan desmedido el de esta tipa,que cree que cualquiera quiere inmortalizaría con la cámara del móvil. Está de atar.Daría lo que fuera por ver el careto que se le quedó cuando el caballero le dijo que no era su intención
 
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