MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
19/10/2019
CHSSS...
LETIZIA LE DIO UNA LECCIÓN A FELIPE
ASÍ ES ELLA
EL OCTUBRE EN QUE FRANCO MATÓ 4.608 PERDICES
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Además de las asignaturas obligatorias, según el plan de estudios vigente en aquellos años, Felipe también recibió, aunque privadamente, clases de conversación para la que no ha estado nunca muy dotado; comportamiento en público, es muy tímido; lectura, leía tan mal como su padre el Rey Juan Carlos. Gracias a Letizia, ha aprendido a leer. Incluso a que desaparezcan los gallitos, debido al nerviosismo que le producía le lectura.
Todo esto hacía que fuera no un niño distante, sino distinto. Por ello, no le fue fácil tener amigos. Los compañeros de clase, a pesar de su corta edad, debían intuir que aquel otro niño, mejor dejarlo. O no molestarlo. Unas negativas comprensiblemente humanas. Porque humano es que un niño sufra al verse excluido por sus compañeros, tan crueles a esa temprana edad. Además, cuando cumple quince años, ese niño tan guapo, tan alto y tan rubio, con los ojos azules, sufre un repentino ataque de timidez. Desde entonces, es casi imposible verle sonreír. Hoy también. Siempre parece estar enojado. En las fotografías tomadas entonces, también ahora, es difícil encontrarle una en la que aparezca sonriendo, salvo cuando mira a Leonor, a su heredera. A Letizia no tanto. Siempre la mira con agresividad.
Pienso que a Felipe le falta tener empatía de la que carece por todo lo anteriormente expuesto. Esto se puso de manifiesto el pasado 12 de octubre en el madrileño Paseo de La Castellana, en el que Letizia le dio una auténtica lección de humanidad. No me duelen prendas reconocerlo. Es de justicia. Aunque su amabilidad jamás es fingida, ella puede cambiar en un segundo si alguien o algo le disgusta. La sonrisa expansiva y espontánea que puede maliciosamente brillar sobre su restaurado rostro es tan cálida como gélida. Su desaparición repentina cuando menos se espera o algo o alguien le disgusta. Pero también una empatía que aparece de repente. Se trata de una mujer tercamente decidida a cumplir su deber cual si fuera la titular de la cosa. Lo demostró cuando se acercó al paracaidista Luis Fernando Pozo, que había tenido la tremenda desgracia de estamparse contra una farola cuando pretendía entregar la bandera de España. Letizia no solo se detuvo, sino que, con gestos muy cariñosos, tomó sus manos intentando consolarle. La emoción en el rostro del paracaidista era visible. Felipe, que casi había pasado de largo ante él limitándose a estrecharle la mano, reconoció el error y reaccionó. Se pudo ver observando el defecto que había cometido. Posiblemente, ella le hizo reconocer la falta de cordialidad y modestamente rectificó. En ese momento, se pudo conocer la virtud de Felipe observando su defecto. Más, cuando todo el mundo, desde la ministra de Defensa a los generales, abrazaron al muchacho. ¡Un diez para Letizia, cero patatero para Felipe!
Con la llegada del mes de octubre se produce la apertura de la caza de perdices. Siempre que llega esta fecha, no puedo dejar de recordar dos acontecimientos con las perdices como protagonistas. Estoy seguro de que ni cien Berlangas ni mil Azconas juntos hubieran podido superar, jamás, lo sucedido en 1959 y en l964. Las dos anécdotas cinegéticas fueron censuradas. Toda la prensa española de aquella época era un gigantesco botafumeiro inciensando a la primera escopeta nacional que, si no le temblaba la mano a la hora de firmar penas de muerte, mucho menos disparando sobre perdices en los cotos de La Mancha. Pero ninguno de aquellos ojeos fue tan sorprendente como el que tuvo lugar entre el 16 y 18 de octubre de 1959 en Encomienda de Mudela. Aquella cacería, desvelada en su día por EL MUNDO por gracia del historiador López de la Franca, se convirtió en una carnicería al abatirse, por las escopetas de Franco y sus invitados nada más y nada menos que... 4.608 perdices. Para que el jefe del Estado pudiera posar entre ellas, se colocaron las perdices muertas en perfecta formación militar. Al fotógrafo, Eduardo Matos, se le advirtió no comentar la cacería. Por supuesto las fotografías fueron requisadas.
Ni mejor ni peor, sino de otra índole, fue lo sucedido en el ojeo de perdices que tuvo lugar el 1 de febrero de 1964, en una finca de Santa Cruz de Mudela. En aquel ojeo, debutaba como cazador Manuel Fraga Iribarne. Nadie se explicó cómo se colocó a un cazador principiante como Fraga entre Franco y su hija, con el riesgo de que sucediera lo que sucedió: una perdiz baja a la que el ministro tenía en el punto de mira pasó veloz delante del culo de la marquesa de Villaverde que, inexplicablemente, el ministro no vio encelado como estaba con el pájaro. Y disparó, dejando el aristocrático trasero como un colador.
La reina Isabel ha renunciado a la corona imperial de 2 kilos de peso porque pesa más que los 93 años que tiene. (...) Bellísimo y emotivo artículo de Gabriel Albiac en la tercera de ABC, dedicado a “Ella”. (...) El buenazo de Fernando fue el único que le visitó en el hospital. El resto de los hermanos no quieren saber nada de él. ¡Con toda razón! (...) En MasterChef se ha demostrado que ella tan solo era un florero al que no se echa de menos.(...) Hilaria, la esposa española del famoso actor Alec Baldwin, ha anunciado que está esperando a su quinto baldwinito. Prolífica que es la señora. (...) Rania, la consorte jordana, ha reaparecido en El Cairo en visita oficial con un nuevo rostro fruto de su frívola obsesión por la cirugía. ¡Cuidado Letizia! (...) Pero las hay peores. Como la inefable Sarah, que no solo es una adicta a la cirugía, sino que no tiene inconveniente en hacer público todo lo que mete en el cuerpo: “Empecé por el botox, ahora el láser pionero 6-Dimension, también. La mesoterapia y un cóctel de vitaminas para hidratar la piel”. (...) Hay que entender el tremendo disgusto de mi querida Teresa, tras la publicación de la noticia de su muerte. ¡Larga vida tendrás!
JAIME PEÑAFIEL
19/10/2019
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LETIZIA LE DIO UNA LECCIÓN A FELIPE
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Además de las asignaturas obligatorias, según el plan de estudios vigente en aquellos años, Felipe también recibió, aunque privadamente, clases de conversación para la que no ha estado nunca muy dotado; comportamiento en público, es muy tímido; lectura, leía tan mal como su padre el Rey Juan Carlos. Gracias a Letizia, ha aprendido a leer. Incluso a que desaparezcan los gallitos, debido al nerviosismo que le producía le lectura.
Todo esto hacía que fuera no un niño distante, sino distinto. Por ello, no le fue fácil tener amigos. Los compañeros de clase, a pesar de su corta edad, debían intuir que aquel otro niño, mejor dejarlo. O no molestarlo. Unas negativas comprensiblemente humanas. Porque humano es que un niño sufra al verse excluido por sus compañeros, tan crueles a esa temprana edad. Además, cuando cumple quince años, ese niño tan guapo, tan alto y tan rubio, con los ojos azules, sufre un repentino ataque de timidez. Desde entonces, es casi imposible verle sonreír. Hoy también. Siempre parece estar enojado. En las fotografías tomadas entonces, también ahora, es difícil encontrarle una en la que aparezca sonriendo, salvo cuando mira a Leonor, a su heredera. A Letizia no tanto. Siempre la mira con agresividad.
Pienso que a Felipe le falta tener empatía de la que carece por todo lo anteriormente expuesto. Esto se puso de manifiesto el pasado 12 de octubre en el madrileño Paseo de La Castellana, en el que Letizia le dio una auténtica lección de humanidad. No me duelen prendas reconocerlo. Es de justicia. Aunque su amabilidad jamás es fingida, ella puede cambiar en un segundo si alguien o algo le disgusta. La sonrisa expansiva y espontánea que puede maliciosamente brillar sobre su restaurado rostro es tan cálida como gélida. Su desaparición repentina cuando menos se espera o algo o alguien le disgusta. Pero también una empatía que aparece de repente. Se trata de una mujer tercamente decidida a cumplir su deber cual si fuera la titular de la cosa. Lo demostró cuando se acercó al paracaidista Luis Fernando Pozo, que había tenido la tremenda desgracia de estamparse contra una farola cuando pretendía entregar la bandera de España. Letizia no solo se detuvo, sino que, con gestos muy cariñosos, tomó sus manos intentando consolarle. La emoción en el rostro del paracaidista era visible. Felipe, que casi había pasado de largo ante él limitándose a estrecharle la mano, reconoció el error y reaccionó. Se pudo ver observando el defecto que había cometido. Posiblemente, ella le hizo reconocer la falta de cordialidad y modestamente rectificó. En ese momento, se pudo conocer la virtud de Felipe observando su defecto. Más, cuando todo el mundo, desde la ministra de Defensa a los generales, abrazaron al muchacho. ¡Un diez para Letizia, cero patatero para Felipe!
Con la llegada del mes de octubre se produce la apertura de la caza de perdices. Siempre que llega esta fecha, no puedo dejar de recordar dos acontecimientos con las perdices como protagonistas. Estoy seguro de que ni cien Berlangas ni mil Azconas juntos hubieran podido superar, jamás, lo sucedido en 1959 y en l964. Las dos anécdotas cinegéticas fueron censuradas. Toda la prensa española de aquella época era un gigantesco botafumeiro inciensando a la primera escopeta nacional que, si no le temblaba la mano a la hora de firmar penas de muerte, mucho menos disparando sobre perdices en los cotos de La Mancha. Pero ninguno de aquellos ojeos fue tan sorprendente como el que tuvo lugar entre el 16 y 18 de octubre de 1959 en Encomienda de Mudela. Aquella cacería, desvelada en su día por EL MUNDO por gracia del historiador López de la Franca, se convirtió en una carnicería al abatirse, por las escopetas de Franco y sus invitados nada más y nada menos que... 4.608 perdices. Para que el jefe del Estado pudiera posar entre ellas, se colocaron las perdices muertas en perfecta formación militar. Al fotógrafo, Eduardo Matos, se le advirtió no comentar la cacería. Por supuesto las fotografías fueron requisadas.
Ni mejor ni peor, sino de otra índole, fue lo sucedido en el ojeo de perdices que tuvo lugar el 1 de febrero de 1964, en una finca de Santa Cruz de Mudela. En aquel ojeo, debutaba como cazador Manuel Fraga Iribarne. Nadie se explicó cómo se colocó a un cazador principiante como Fraga entre Franco y su hija, con el riesgo de que sucediera lo que sucedió: una perdiz baja a la que el ministro tenía en el punto de mira pasó veloz delante del culo de la marquesa de Villaverde que, inexplicablemente, el ministro no vio encelado como estaba con el pájaro. Y disparó, dejando el aristocrático trasero como un colador.
La reina Isabel ha renunciado a la corona imperial de 2 kilos de peso porque pesa más que los 93 años que tiene. (...) Bellísimo y emotivo artículo de Gabriel Albiac en la tercera de ABC, dedicado a “Ella”. (...) El buenazo de Fernando fue el único que le visitó en el hospital. El resto de los hermanos no quieren saber nada de él. ¡Con toda razón! (...) En MasterChef se ha demostrado que ella tan solo era un florero al que no se echa de menos.(...) Hilaria, la esposa española del famoso actor Alec Baldwin, ha anunciado que está esperando a su quinto baldwinito. Prolífica que es la señora. (...) Rania, la consorte jordana, ha reaparecido en El Cairo en visita oficial con un nuevo rostro fruto de su frívola obsesión por la cirugía. ¡Cuidado Letizia! (...) Pero las hay peores. Como la inefable Sarah, que no solo es una adicta a la cirugía, sino que no tiene inconveniente en hacer público todo lo que mete en el cuerpo: “Empecé por el botox, ahora el láser pionero 6-Dimension, también. La mesoterapia y un cóctel de vitaminas para hidratar la piel”. (...) Hay que entender el tremendo disgusto de mi querida Teresa, tras la publicación de la noticia de su muerte. ¡Larga vida tendrás!