El Mundo Orbyt.
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
19/03/2016
CHSSS...
RITA COLLARES
¿TRAEN MALA SUERTE?
EL PROTOCOLO NO OBLIGA
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Eso sí, siempre en torno al largo y esbelto cuello desnudo y no como Rita, por encima del pañuelo ¿Hermès? “Con su proverbial macarrismo”, a juicio de mi querida Emilia Landaluce.
Este alarde chocaba aún más cuando el resto de las damas que participaban en las cacerías, activamente o como meras acompañantes de sus maridos, iban más bien discretitas. Como las concejalas del ayuntamiento de Valencia. Eso sí, en lo que a joyas se refiere porque en los atuendos estaban a la última moda cinegética. Si esto era a la hora del desayuno, imagínese el lector cómo aparecía “Carmen collares” para la cena. La única diferencia era el número de vueltas del collar de perlas. Podrían ser tres y hasta cuatro pero no de perlas cultivadas ni majóricas ni de imitación, sino naturales, salvajes, con oriente especial, color, tamaño y forma. Nada que ver con las de “Rita collares”, con aspecto de ser cultivadas en agua dulce.
Ignoro si “Rita collares” sabe que las perlas, una joya de toda la vida que siempre está de moda, significa, por un lado, amor, éxito y felicidad pero también mala suerte. Dicen que tienen una historia menos glamurosa y más inquietante. Como la de la ex alcaldesa. A Marilyn Monroe, el collar de perlas que le regaló Joe Dimaggio, su segundo marido le trajo muy mala suerte, según ella, hasta el extremo de no volvérselo a poner jamás. Otras famosas, como Coco Chanel, siempre aparecía luciendo, como doña Carmen, collares de varias vueltas de perlas grandes. Y, Audrey Hepburnlas consideraba como su mejor aliada incondicional. Aunque una de sus más famosas películas fue Desayuno con diamantes, lo que en ella lució, eran collares de perlas. A propósito de la mala suerte que algunos les atribuyen, no podemos olvidar a “La Peregrina”, la más famosa perla del mundo, propiedad que fue de la Familia Real española desde Felipe II. De un color blanco intenso, forma peculiar, asemejaba una lágrima de tamaño espectacular y un peso de 58.5 quilates. La lucieron todas las reinas de España e incluso un rey, Felipe III, la llevó en el sombrero. José Bonaparte se la llevó como botín a Francia, junto con otras joyas de la Corona española. Y Napoleón III se la vendió a un aristócrata británico. De ella no se supo hasta que apareció en una subasta de Christie’s en 1969. La adquirió Richard Burton, pagando por ella varios millones de dólares, como regalo a Liz Taylor. Con tal motivo, el entonces duque de Alba consorte, Luis Martínez de Irujo, Jefe de la Casa de la reina Victoria Eugenia, declaró que la auténtica estaba en el joyero de la soberana. Aunque Doña Sofía la lució en cierta ocasión como tal, desgraciadamente, no lo era.
Siempre me han desagradado los pelotas y los cortesanos, que son lo mismo. Molesta ver la sumisión, física y moral, y la cara de imbéciles que tienen o ponen algunos y algunas cuando se encuentran ante el Rey o ante la Señora, con perdón. No le gusta que la llamen así.
Me hiere. En las recepciones de palacio veo a señoras, de verdad, hacer el plongeon, ya sea a la nieta del taxista o a la reina de las “chimbambas”. Una vez se lo critiqué a mi querida Cayetana, duquesa de Alba. “Es que yo soy muy monárquica. No reverencio a esa persona sino a lo que representa”. ¡Vale! Que diría Belén Esteban. Observando quiénes sí y quiénes no, descubro que, casi siempre, las que suelen hincar la rodilla, a veces hasta la alfombra, son del PP o de derechas. Cabezazos ellos. Mientras la izquierda se limita a saludar correctamente.
El protocolo no lo exige aunque sí acudir vestidos correctamente. Salvo a ese muchacho llamado Pablete que lo hace en mangas de camisa remangadas y deportivas. Será porque... “podemos”.
Después de tanta “mierda” como hemos visto esta mi semana, sigo sin entender (no lo he entendido nunca) cómo la consorte, a quien “le parece una mierda lo que no es” (Luis González Segura dixit)no se lo parezca el plongeon, antiguo, decadente, humillante, cortesano, pelota. En suma... una “mierda”, palabra que Letizia ha elevado a categoría real y coloquial. Hasta la infanta Margarita, tan sencilla y cordial, reconoció, el día de su cumpleaños, estar hecha “una mierda”.
No hay que esperar a lo que está por venir, venga, para reconocer que España se va “a la mierda”.
No hay duda que cuñado viene de cuña. Lo estamos viendo en el juicio del caso Nóos. (...) Rechazaron 200.000 euros por la exclusiva de su boda. Pero un invitado ¿familiar él? ha podido intentar venderla. El tema no sólo no es nuevo sino, desgraciadamente, frecuente. (...) Mi querida Pilar Eyre escribe que la pobre no dejó de llorar durante el funeral en memoria de su padre. Seguro estoy que no lloraba por él, fallecido hace cincuenta y dos años, sino por todo lo que está sucediendo en lo que queda de familia. ¡No llorar sino gritar debía! (...) Qué culpa tiene su famoso padre de lo que haya hecho el sinvergüenza de su hijo. Un respeto para él. (...)El modisto como su clienta o ésta como el modisto: los dos, a base de dióxido de carbono. (...) ¿No hubo nadie del séquito español que pidiera corregir el rótulo de “Magestad”? ¡Muy fuerte en una Cumbre sobre La Lengua Española en Puerto Rico! (...) En una visita del rey auténtico (que diría Luis María Anson) a un país hispano, el general Sabino pidió se retirara una bandera española anticonstitucional que, por error, habían colocado. ¡Aprende, tocayo!

MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
19/03/2016
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RITA COLLARES
¿TRAEN MALA SUERTE?
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Eso sí, siempre en torno al largo y esbelto cuello desnudo y no como Rita, por encima del pañuelo ¿Hermès? “Con su proverbial macarrismo”, a juicio de mi querida Emilia Landaluce.
Este alarde chocaba aún más cuando el resto de las damas que participaban en las cacerías, activamente o como meras acompañantes de sus maridos, iban más bien discretitas. Como las concejalas del ayuntamiento de Valencia. Eso sí, en lo que a joyas se refiere porque en los atuendos estaban a la última moda cinegética. Si esto era a la hora del desayuno, imagínese el lector cómo aparecía “Carmen collares” para la cena. La única diferencia era el número de vueltas del collar de perlas. Podrían ser tres y hasta cuatro pero no de perlas cultivadas ni majóricas ni de imitación, sino naturales, salvajes, con oriente especial, color, tamaño y forma. Nada que ver con las de “Rita collares”, con aspecto de ser cultivadas en agua dulce.
Ignoro si “Rita collares” sabe que las perlas, una joya de toda la vida que siempre está de moda, significa, por un lado, amor, éxito y felicidad pero también mala suerte. Dicen que tienen una historia menos glamurosa y más inquietante. Como la de la ex alcaldesa. A Marilyn Monroe, el collar de perlas que le regaló Joe Dimaggio, su segundo marido le trajo muy mala suerte, según ella, hasta el extremo de no volvérselo a poner jamás. Otras famosas, como Coco Chanel, siempre aparecía luciendo, como doña Carmen, collares de varias vueltas de perlas grandes. Y, Audrey Hepburnlas consideraba como su mejor aliada incondicional. Aunque una de sus más famosas películas fue Desayuno con diamantes, lo que en ella lució, eran collares de perlas. A propósito de la mala suerte que algunos les atribuyen, no podemos olvidar a “La Peregrina”, la más famosa perla del mundo, propiedad que fue de la Familia Real española desde Felipe II. De un color blanco intenso, forma peculiar, asemejaba una lágrima de tamaño espectacular y un peso de 58.5 quilates. La lucieron todas las reinas de España e incluso un rey, Felipe III, la llevó en el sombrero. José Bonaparte se la llevó como botín a Francia, junto con otras joyas de la Corona española. Y Napoleón III se la vendió a un aristócrata británico. De ella no se supo hasta que apareció en una subasta de Christie’s en 1969. La adquirió Richard Burton, pagando por ella varios millones de dólares, como regalo a Liz Taylor. Con tal motivo, el entonces duque de Alba consorte, Luis Martínez de Irujo, Jefe de la Casa de la reina Victoria Eugenia, declaró que la auténtica estaba en el joyero de la soberana. Aunque Doña Sofía la lució en cierta ocasión como tal, desgraciadamente, no lo era.
Siempre me han desagradado los pelotas y los cortesanos, que son lo mismo. Molesta ver la sumisión, física y moral, y la cara de imbéciles que tienen o ponen algunos y algunas cuando se encuentran ante el Rey o ante la Señora, con perdón. No le gusta que la llamen así.
Me hiere. En las recepciones de palacio veo a señoras, de verdad, hacer el plongeon, ya sea a la nieta del taxista o a la reina de las “chimbambas”. Una vez se lo critiqué a mi querida Cayetana, duquesa de Alba. “Es que yo soy muy monárquica. No reverencio a esa persona sino a lo que representa”. ¡Vale! Que diría Belén Esteban. Observando quiénes sí y quiénes no, descubro que, casi siempre, las que suelen hincar la rodilla, a veces hasta la alfombra, son del PP o de derechas. Cabezazos ellos. Mientras la izquierda se limita a saludar correctamente.
El protocolo no lo exige aunque sí acudir vestidos correctamente. Salvo a ese muchacho llamado Pablete que lo hace en mangas de camisa remangadas y deportivas. Será porque... “podemos”.
Después de tanta “mierda” como hemos visto esta mi semana, sigo sin entender (no lo he entendido nunca) cómo la consorte, a quien “le parece una mierda lo que no es” (Luis González Segura dixit)no se lo parezca el plongeon, antiguo, decadente, humillante, cortesano, pelota. En suma... una “mierda”, palabra que Letizia ha elevado a categoría real y coloquial. Hasta la infanta Margarita, tan sencilla y cordial, reconoció, el día de su cumpleaños, estar hecha “una mierda”.
No hay que esperar a lo que está por venir, venga, para reconocer que España se va “a la mierda”.
No hay duda que cuñado viene de cuña. Lo estamos viendo en el juicio del caso Nóos. (...) Rechazaron 200.000 euros por la exclusiva de su boda. Pero un invitado ¿familiar él? ha podido intentar venderla. El tema no sólo no es nuevo sino, desgraciadamente, frecuente. (...) Mi querida Pilar Eyre escribe que la pobre no dejó de llorar durante el funeral en memoria de su padre. Seguro estoy que no lloraba por él, fallecido hace cincuenta y dos años, sino por todo lo que está sucediendo en lo que queda de familia. ¡No llorar sino gritar debía! (...) Qué culpa tiene su famoso padre de lo que haya hecho el sinvergüenza de su hijo. Un respeto para él. (...)El modisto como su clienta o ésta como el modisto: los dos, a base de dióxido de carbono. (...) ¿No hubo nadie del séquito español que pidiera corregir el rótulo de “Magestad”? ¡Muy fuerte en una Cumbre sobre La Lengua Española en Puerto Rico! (...) En una visita del rey auténtico (que diría Luis María Anson) a un país hispano, el general Sabino pidió se retirara una bandera española anticonstitucional que, por error, habían colocado. ¡Aprende, tocayo!