No estoy de acuerdo. Con independencia de la tragedia de este señor, que me ha conmovido enormemente, y hasta comprendo que grabara las imágenes terribles del final de su esposa pues lo necesitará como prueba de su defensa en el juicio que tendrá que afrontar, y que personalmente espero que salga bien librado, pues su acto creo, ha sido el acto de amor más duro y difícil que un ser humano pueda hacer por otro, esas imágenes debió guardarlas para aportarlas al juez, y nunca publicarlas en un telediario. Como nunca debieron publicarse las de Franco. Estoy totalmente de acuerdo con todo lo que ha contado Peñafiel respecto a esto. Incluso que el tenía que haber ido a la cárcel por las famosas fotografías de la agonía de Franco. El acto más íntimo, transcendental y doloroso, que afronta un ser humano es su muerte. Ese acto no puede jamás ser publicado. Es una canallada. Es sucio y ruin. Lo haga quien lo haga. Y si fueran las fotos de un ser querido mio, me dolería tanto, que llevaría ante la justicia a quien lo hiciera, para que cayera sobre quien fuera todo el peso de la Ley.
No todo vale. Y no todo se puede justificar para "darle visibilidad " a las cosas. Hay que respetar algo tan absolutamente íntimo, privado y doloroso, como el momento de enfrentar nuestro propio fin.
Bien por lo que dices incluyendo desde luego que las imágenes las necesitará en su defensa ante los tribunales, pero la comparación con la muerte de Franco que tanto preconiza Peñafiel me parece en principio absurda. Si él tiene remordimientos es otra cosa, pero que no mezcle.
A Franco lo mantuvieron concienzudamente entubado de modo que ya nada funcionaba cuando se murió pero el caso era hacer coincidir la fecha de cese de los latidos de su corazón con la del asesinato de José Antonio, 20 de Noviembre. Con eso empezó ya el manejo de un moribundo. Ahí habría que empezar a culpar. Poner en el mismo plato de la balanza ambas muertes me parece ejercicio de protagonismo, el suyo, al mismo tiempo que justificación para condenar a este hombre, marido, que desgraciadamente está en el candelero actual.
Peñafiel es en más de una ocasión merecedor de defender de los cientos de acusaciones que se le hacen, pero aquí, a mi modo de ver, ha utilizado su experiencia periodística para condenar en un ejercicio de pura propia estimación sin tener en cuenta que las circunstancias del hombre al que acusa, no son precisamente ni habituales ni para juzgar ligeramente, por las pruebas señaladas.
Puede ser condenable la exposición de la tragedia pero, ante todo y sobre todo, la situación del que acusa no es para censurar superficialmente y con tanta rapidez de juicio. Terrible.