Azul y Rosa,Jaime Peñafiel.Sábado,10 de Noviembre de 2018.

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MI SEMANA AZUL & ROSA

JAIME PEÑAFIEL

10/11/2018

CHSSS...
EL REY ANTE LA JUSTICIA
GANAS DE LLORAR
NO HABÍA VENGANZA, ESTIMADO AMÓN


No me refiero a Don Juan Carlos, sino a Alberto de los belgas, de 84 años y emérito desde que abdicó en su hijo, que también se llama Felipe. El motivo: una demanda de reconocimiento de paternidad de la artista plástica Delphine Boël, de 50 años. Sorprende que el soberano niegue ser el padre de la demandante cuando él mismo lo reconoció en el discurso de Navidad de 1999. Delphine es hija del amor del entonces príncipe de Lieja con la baronesa Sybille de Selys Longchamps. El tema de la paternidad es tan público en el país que un tribunal de Bélgica ha exigido a Alberto que, en el plazo de tres meses, se someta a las pruebas de ADN. “Si lo rechaza, se consideraría como un indicio de que él es el padre”.

A propósito, una pregunta: ¿qué fue de Alberto Solá y de Ingrid Sartiau, que decían ser, presuntamente, hijos de Don Juan Carlos? Incluso el Tribunal Supremo admitió a trámite la demanda de paternidad, al menos, de la belga. Su madre declaró haber conocido al entonces príncipe en una... discoteca de Marbella sin saber quién era. Se enteró cuando el conserje del hotel le dijo con quién se había acostado. Para empezar, en aquella época ni después el Rey Emérito ni frecuentaba Marbella ni las discotecas. Según diversas y acreditadas fuentes, la demanda ya quedó archivada en 2015. No por la magnanimidad del Supremo, sino por la convicción y la tranquilidad con que el propio Rey Emérito niega los hechos.

Es lo que está pasando con mi compadre Julio Iglesias, a quien el juez de Valencia José Miguel Bort ha decidido reabrir el caso para someter al cantante a un juicio definitivo después de que no se presentara en el Centro de Transfusiones de la Comunidad Valenciana por un error judicial.

Siempre tuve una muy especial simpatía y afecto por Pepa Floresmás que por Marisol. Pienso que correspondido. Lo demostró cuando accedió a posar para mí el día de su boda con Carlos Goyanes, el hijo de su productor, y que fue portada de Hola, el 24 de mayo de 1969. La información que la pasada semana ofrecía la revista Vanity Fair, firmada por Eva Lamarca, que no es una entrevista a Pepa Flores sino una crónica, me ha llenado de profunda tristeza y, al igual que a mi querido César Lucas, el gran fotógrafo que realizó el primer desnudo para Interviú, ganas me han dado de llorar. En el pasado mes de junio, se inauguró en Málaga, la ciudad en la que Pepa Flores nació y donde hace tres décadas se refugió para “matar” a Marisol, una exposición de las mejores fotografías del compañero. Aquella fotografía del desnudo, icono de la época, aunque se publicó en 1976, cuando Marisol ya había cumplido los 27 años, fue realizada en 1970 y tenía apenas 21 años. Por la fotografía se pagaron 75.000 pesetas de la época. César Lucas fue acusado de atentado a la moral y de escándalo público. El fiscal pidió para él una condena de 10 años de inhabilitación.

Todo lo que se cuenta en la versión española de la internacional revista, más que saberse se intuía. Pero, como dice José Aguilar,autor de sus memorias autorizadas, “Marisol, como otros niños prodigio, ha sufrido muchísimo”. Yo también lo sé. Pero no se debe contar. Como declaró a la autora del reportaje Massimo Stecchini, la pareja de Pepa, 11 años más joven que ella y a quien conoció en una pizzería: “Marisol tiene el legítimo derecho a desaparecer de la vida pública”.

Pero de lo que no existe la menor duda es de que “en aquella época hubo grandes productores importantísimos que abusaban de su poder”, asegura Aguilar. Pero, como ha declarado mi querido paisano y amigo Tico Medina, al ser requerido por la revista: “El silencio es mi mejor contribución a una historia que desconozco”. Aunque se conociera, digo yo.

Me ha sorprendido desagradablemente leer, en un magnífico artículo titulado La consorte ilustrada, del compañero Rubén Amón, publicado en El País del pasado domingo 4 de noviembre, que mi libro Los ochenta años de Sofía (Grijalbo) “es una versión despiadada y acaso vengativa sobre la Reina Emérita”. Estimado y galardonado Amón, como supongo habrás leído, he dejado bien claro, a lo largo de todas las páginas, salvo el epílogo, un homenaje debido a mi hija, que el libro lo he escrito sin rencor. La desgraciada y sórdida muerte de Isabel es un tema muy doloroso que sólo afecta a su madre y a mí. A nadie más.

Pero el silencio de la Reina cuando acudí en solicitud de una entrevista para comentar con ella, que presidía una fundación sobre la droga, el drama de mi única hija, joven, bonita, inteligente y periodista como yo, lastimaron mis sentimientos sobre su persona. El paso del tiempo, querido, ha mitigado aquel dolor, como habrás leído en el epílogo del libro. Te confieso que todo fue un error personal, acudiendo a quien no supo o no pudo darme lo que le pedía en aquellas dramáticas circunstancias: una respuesta, al menos creíble, de sus colaboradores de la fundación, todos ellos de relevancia científica, sobre los efectos de la heroína que estaba matando a Isabel. Eso fue todo, estimado Amón.

Como buen cristiano, cuando peco me arrepiento. También un periodista responsable que cuando se equivoca, rectifica. Hace unas semanas atribuí erróneamente al director de la RAE, Darío Villanueva, haber sido responsable de autorizar en 2014 la edición de cien mil ejemplares del Diccionario de la Lengua que ya nadie consulta, cuando fue su antecesor, José Manuel Blecua. (...) Difícilmente pudo serlo, ya que fue nombrado en 2015. (...) Mi querida y admirada amiga sólo tuvo que sentarse a la puerta de su casa para ver pasar el cadáver de su enemiga. (...) Qué duro y dramático ha tenido que ser para él, pedirle a quien le ayudó a ganar, que se marchara ¡ya! (...) Si la “ratita es igual a su madre” como escribes, aviados estamos, querida Carmen. (...) La obligación se impuso a los sentimientos en la reunión familiar, menos en los de la americana reconvertida en princesa griega que no tuvo interés en volver a ver “lo peor de su cara”. Hay cortesanos tan ridículamente susceptibles que no entendieron que lo del ‘mic drop’ no era una crítica a la niña sino un elogio, como escribía Rosa Belmonte en... ‘Abc’. (...) No hay duda de que la agresividad es muy rentable. Se puso de manifiesto en el encuentro de la real pareja con quien quería echarles. Hasta le preguntaron, muy amablemente, por los gemelitos.
 
Como buen cristiano, cuando peco me arrepiento. También un periodista responsable que cuando se equivoca, rectifica. Hace unas semanas atribuí erróneamente al director de la RAE, Darío Villanueva, haber sido responsable de autorizar en 2014 la edición de cien mil ejemplares del Diccionario de la Lengua que ya nadie consulta, cuando fue su antecesor, José Manuel Blecua. (...) Difícilmente pudo serlo, ya que fue nombrado en 2015. (...) Mi querida y admirada amiga sólo tuvo que sentarse a la puerta de su casa para ver pasar el cadáver de su enemiga. (...) Qué duro y dramático ha tenido que ser para él, pedirle a quien le ayudó a ganar, que se marchara ¡ya! (...) Si la “ratita es igual a su madre” como escribes, aviados estamos, querida Carmen. (...) La obligación se impuso a los sentimientos en la reunión familiar, menos en los de la americana reconvertida en princesa griega que no tuvo interés en volver a ver “lo peor de su cara”.EL CUMPLE DE LA EMERITA Y MARIE CHANTAL Hay cortesanos tan ridículamente susceptibles que no entendieron que lo del ‘mic drop’ no era una crítica a la niña sino un elogio, como escribía Rosa Belmonte en... ‘Abc’. (...) No hay duda de que la agresividad es muy rentable. Se puso de manifiesto en el encuentro de la real pareja con quien quería echarles. Hasta le preguntaron, muy amablemente, por los gemelitos PABLO IGLESIAS
 
AMBERS, hace un momento he escrito sobre el padre de Rubén Amón y al mencionar Penafiel este artículo, lo he buscado y me parece muy interesante, gracias, aquí lo dejo. https://elpais.com/politica/2018/11/02/actualidad/1541144868_004791.html

IDEAS
Sofía de Borbón, la consorte ilustrada
La reina emérita cumple 80 años después de una vida de abnegación y resignación en el trono

RUBÉN AMÓN
2 NOV 2018 - 20:13 CET
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La reina Sofía. LUIS GRAÑENA
Sorprende que la reina Sofía haya cumplido este viernes 80 años, sobre todo porque no los aparenta. Se había instalado o se ha instalado en una suerte de intemporalidad. Nunca fue demasiado joven. Ni ahora parece mayor. Un pacto mefistofélico con el tiempo y con el espacio que predisponen el gesto de la mano saludando y la sonrisa dilatada, más o menos como si la dramaturgia personal y el mismo peinado representaran un rito contra la adversidad.
Adversidades ha conocido en casa la Reina, desde la promiscuidad de su marido —caso Corinna— al encarcelamiento de su yerno, pero la intemporalidad de Sofía de Grecia y Hannover —he aquí sus galones— representa también la idea de estabilidad, de la constancia, cuando no de la resignación, frente a la provisionalidad de los cambios. Hija de reyes. Esposa de rey. Madre de rey. Y abuela de reina, si es que Leonor accede al trono con la inercia constitucional que le proporcionó su primer discurso público, el pasado 31 de octubre en el Instituto Cervantes.

No se le han conocido a la reina Sofía errores ni deslices. O ninguno más relevante que las discrepancias con la nuera, Letizia, en la tutela de las nietas —la tensión se hizo pública en la catedral de Palma el pasado mes de abril—, de forma que la mujer del rey Juan Carlos, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la desdicha, ha transitado en una suerte de camino de perfección gregario. Se convirtió de la religión ortodoxa a la católica. Renunció a sus derechos dinásticos. Y adquirió una formación humanística en Alemania (Bellas Artes, Arquitectura, Medicina) como si estuviera predispuesta a un papel de consorte ilustrada. La reina Sofía es una melómana conspicua. Y ha concedido su nombre al museo madrileño que aloja el Guernica y que representa el espacio de las vanguardias nacionales e internacionales.

Es la recompensa simbólica a un papel de abnegación y de prudencia en la sombra que ha adquirido el reconocimiento y hasta la solidaridad de la opinión pública. La reina Sofía era un cuerpo extraño en una sociedad que transitó de la dictadura a la monarquía parlamentaria. Y que recelaba del proceso sucesorio que había impuesto Francisco Franco en 1969, designando como sucesor a Juan Carlos en la jefatura del Estado. Habían contraído matrimonio siete años antes en Atenas, aunque se enamoraron en otra boda, la de los duques de Kent, en 1961. Aspirantes, ambos, a la sucesión de sus respectivas coronas. Y exiliados también. Sofía de Grecia y Dinamarca tuvo que abandonar Atenas por la invasión nazi, itineró entre Egipto y Sudáfrica, y terminó instalándose con su familia en Londres, desposeída de la carrera al trono después de que su país natal se confirmase como República con un referéndum en 1974.

La reina muy de cerca(Planeta), que la exponía al debate nacional porque abjuraba del matrimonio homosexual, del aborto y de la eutanasia. Y porque se reconocía partidaria de impartir obligatoriamente la clase de religión en todas las escuelas.

Sobrevino la reprimenda de los colectivos LGTB y de los partidos republicanos, pero fue María Teresa Fernández de la Vega, entonces vicepresidenta del Gobierno de Zapatero, quien la defendió de los ataques y quien la definió en su papel de equilibrismo personal, profesional y hasta sentimental: “La Reina es respetada y querida dentro y fuera de nuestras fronteras. Y lo es porque a lo largo de estos 30 años ha desempeñado la tarea de manera impecable”.

La “tarea” ha requerido paciencia, frustraciones y alguna que otra humillación, sobre todo cuando empezaron a amontonarse los escándalos de la familia —el divorcio de la infanta Elena y Jaime de Marichalar, el juicio y condena de Urdangarin— y cuando la inmunidad informativa que protegía al Rey se vio comprometida por el escándalo de la cacería africana a la vera de Corinna Larsen. Terminó abdicando la Reina con el Rey para ubicarse en la posición de emérita y para establecer distancias conyugales. Oficialmente juntos, oficiosamente separados, Sofía de Grecia y Dinamarca viene descrita por la periodista Carmen Enríquez como una mujer “sensible, impuntual y divertida” (Sofía. Nuestra reina, Aguilar). Y como una leona herida en la protección de sus hijos, aunque la versión más despiadada y acaso vengativa de Jaime Peñafiel en su libro Los 80 años de Sofía (Grijalbo) concluye que “Sofía ha fracasado como madre, como abuela y como mujer” por no haberse atrevido a sublevarse ante las injusticias que la rodeaban. ¿Podía haberlo hecho?
 
unque la versión más despiadada y acaso vengativa de Jaime Peñafiel en su libro Los 80 años de Sofía (Grijalbo) concluye que “Sofía ha fracasado como madre, como abuela y como mujer” por no haberse atrevido a sublevarse ante las injusticias que la rodeaban. ¿Podía haberlo hecho?


Como Reina no ha fracasado; como madre creo que sí, como abuela no lo creo y ,¿cómo mujer?Pues ,me imagino que la familia real no es una familia cualquiera, una mujer habría mandado a freír espárragos al marido,pero ella antepuso su papel de Reina al de ser mujer.Estaba en una situación muy delicada.
 
unque la versión más despiadada y acaso vengativa de Jaime Peñafiel en su libro Los 80 años de Sofía (Grijalbo) concluye que “Sofía ha fracasado como madre, como abuela y como mujer” por no haberse atrevido a sublevarse ante las injusticias que la rodeaban. ¿Podía haberlo hecho?


Como Reina no ha fracasado; como madre creo que sí, como abuela no lo creo y ,¿cómo mujer?Pues ,me imagino que la familia real no es una familia cualquiera, una mujer habría mandado a freír espárragos al marido,pero ella antepuso su papel de Reina al de ser mujer.Estaba en una situación muy delicada.
Yo no veo que haya fracasado ni como reina ni como abuela. Como madre, pues no sé, seguramente podría haberlo hecho mejor, pero que venga a decirlo Peñafiel tiene bemoles (él sí que fracasó como marido además de padre), y como mujer, pues tampoco creo que haya fracasado. Ella ha cumplido con su papel como esposa, el que no ha cumplido ha sido Juan Carlos. No estoy de acuerdo en que otra mujer habría mandado a freír espárragos al marido. ¿Cuántas mujeres de su generación lo han hecho? Muy pocas. ¿Y cuántas de su generación educadas en un ambiente conservador? Supongo que ninguna.

Yo aquí al único que veo que ha fracasado como rey, como hombre, como padre y como abuelo es a Juan Carlos.
 
Doña Sofia habrá fracasado quiza como madre pero me imagino que JC como padre.
Mi opinion es que cuando los hijos se vuelven mayores se llevan el poso de la infancia y vuelan solos.
Toman sus propias decisiones porque son adultos.
Sus hijos se casaron enamorados, me imagino que durante unos años fueron felices hasta que eso se acabó.
Además eligieron entre muy mal y regular.
Claro que las tristezas y fracasos de tus hijos los vives como propios, pero al final ellos han de vivir su vida y asumir sus aciertos y fracasos.
Al final me van a dar la culpa a mi con 80 años si uno de mis hijos de divorcia o el otro acaba en el paro con 47 años.
 
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