Azul y Rosa,Jaima Peñafiel.Sábado,23 de Abril de 2016.

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El Mundo Orbyt.

MI SEMANA AZUL & ROSA

JAIME PEÑAFIEL

23/04/2016

SE LLAMABA FELICIDAD...
OTRA VEZ HEMOFILIA EN LA CASA REAL
DE FORMA ACCIDENTAL


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Era la felicidad de mi vida, la felicidad de mi casa. En los momentos buenos. En los momentos malos. Nunca pensé que pudiera morir ni tan siquiera envejecer. Su muerte me ha dado en toda la línea de flotación de mi existencia, convirtiéndome en huérfano de su vida. El nombre de Felicidad no era gratuito. Donde quiera que fuera, regalaba felicidad. Como a los cientos de niños salvadoreños de la Fundación Padre Arrupe, a los que dejó su vida, su salud y su dinero. Nunca, jamás, pensé en sufrir en carne viva la muerte de Ichu, como la llamábamos. Minuto a minuto, durante horas, esperando sobrecogido que la luz de su vida se fuera apagando, en la habitación de una clínica madrileña que, ¡oh ironía!, se llama La Luz. Hasta el último suspiro conservó el glamour de su aspecto, con sus cabellos rubios recogidos con la diadema que siempre llevaba y sus preciosas manos bien cuidadas que, a lo largo de su agonía, mantuve, a veces, entre las mías, esperando inútilmente una respuesta a mis caricias. Al igual que la princesa Grace, aún muerta, conservó su belleza. Felicidad Salazar-Simpson, mi amiga, mi hermana, yéndose como el día, poco a poco. No me consuela que la Iglesia diga que la muerte no es el final. Que lo es. Hoy solo queda la presencia de su dolorosa ausencia en Patricia, Aurora, Leticia y Ramón y una urna conteniendo sus cenizas, depositadas junto a las de Ramón, su marido, en la cripta de la iglesia de San Pedro de Gijón, sustituyendo la rosa blanca que, desde hacía cuatro años, ella colocaba diariamente por delegación en espera de reunirse, que es un decir, con el hombre que había amado a lo largo de 50 años. Aunque soy creyente, no me convence ni consuela, como a algunas personas, eso de que ¡alegrémonos, está en el cielo! Yo preferiría que estuviera aquí y no sufrir la angustia de no volverla a ver. Nunca. Jamás. ¿Habrá más tortura que esa?

O en la del rey; o en la de los parientes del rey. Porque, desde que Felipe trazara una línea roja, primero por lo de su hermana, luego por lo de su tía, ya no se sabe quién coxx es, por ejemplo, Alessandro Lecquio Torlonia, el mayor de los bisnietos de Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Tan Borbón es que ha heredado una de las señas de identidad de la Familia Real: la hemofilia. Como Jesús Aguirre decía padecer “la jaqueca de los Alba”.

Pero escribamos en serio. El tema lo es. El simpático y querido Alessandro Lecquio padece hemofilia. Se la detectaron el pasado 15 de marzo en el trascurso de una simple intervención de hernia inguinal, en un hospital del madrileño barrio de Sanchinarro. Sin más riego ni problema. Hasta que se produjo una hemorragia que los doctores Hipólito Durán, cirujano, y Macías, tardaron en controlar nada menos que .... tres horas. Desde las 7,25 de la tarde a las 10,25 de la noche. (Se podía haber desangrado. Se podía haber muerto, como Alfonso, Príncipe de Asturias, o el infante Gonzalo. La hemofilia es una enfermedad de carácter hereditario que ataca a los varones y la transmiten las mujeres que no la padecen en sí mismas. La introdujo en la Familia Real española la reina Victoria Eugenia, cuando contrajo matrimonio, el 31 de mayo de 1906, transmitiéndola a dos de sus seis hijos: el mayor, Alfonso y el menor, Gonzalo.

Alfonso XIII impuso, al principio, a sus hijas la prohibición de contraer matrimonio por el temor de que pudieran propagar la hemofilia. La del Príncipe de Asturias como la de Alessandro Lecquio se descubrió de forma ocasional, cuando el cirujano que procedía a la sutura, después de circuncidar, según costumbre, al Príncipe de Asturias, observó con preocupación que la hemorragia no cesaba. “La Familia Real acababa de tropezarse con horror con la hemofilia y quedó consternada” (Balansó dixit). Y el matrimonio de Alfonso y Ena inició la cuesta abajo en la rodada. La muerte de Alfonso de Borbón y Battenberg fue por una hemorragia interna que no se pudo atajar, al chocar, el 6 de septiembre de 1938, el coche que conducía contra un poste. La hemofilia hizo el resto.

Su hermano, el infante Gonzalo, más de lo mismo. El 12 de agosto de 1939, ya en el exilio en Austria y durante un paseo en coche, junto a su hermana Beatriz que conducía, en una curva chocaron violentamente con un mojón en la carretera. Aunque el coche quedó destrozado, Beatriz y Gonzalo salieron ilesos. Aparentemente. Horas después, el infante moría, entre violentos espasmos, debido a una hemorragia interna incontrolable, debido a la hemofilia. Ochenta y dos años han transcurrido de la muerte de un Borbón, víctima de la hemofilia y la enfermedad ha reaparecido en la persona del mayor de los bisnietos de la reina Victoria Eugenia, nieto de la infanta Beatriz de Borbón y Battenberg e hijo de Sandra Torlonia, la primera nieta de Alfonso XIII, fallecida en 2014 y de Clemente Lecquio, fallecido en1971. Alessandro, nuestro protagonista (n. el 17 de junio de 1960) contrajo matrimonio, en 2008, con María Palacio. La pareja espera un hijo, que será niña y a la que bautizarán con el nombre de Ena, el cariño apelativo de la reina inglesa de España que introdujo la hemofilia que acaba de reaparecer en su bisnieto.

m
 
El Mundo Orbyt.

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23/04/2016

RAFA NADAL
MORANTE Y PADILLA
J. M. FDEZ. SASTRÓN
PABLO IGLESIAS


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Que ha ganado, por novena vez, el Master de Montecarlo. Uno más que sumar a un palmarés de 68 títulos, 14 de ellos de gran slam y 28 master. Tras su victoria en Roland Garrós, en 2014, atravesó un bache que ha tardado dos años en superar. Un ejemplo cuando pierde y más todavía cuando gana.

Que la pasada semana escribieron, en la Maestranza de Sevilla, páginas gloriosas para la historia del toreo, cortando dos orejas y saliendo a hombros por las calles del Arenal, el primero, y abriendo la Puerta del Príncipe, tras cortar tres orejas en segundo. Faenas inigualables para la que todavía es la Fiesta Nacional.

Nuevo presidente de la Sociedad General de Autores (SGAE), elegido por la junta directiva en una reñida votación. Con Sastrón que, probablemente, sea una de las personas que más saben de la propiedad intelectual del país, la SGAE vuelve a entregar el poder a los autores. Se trata de un hombre paciente y dialogante.

Primero fue “la mierda real” hoy, este pseudointelectual que ha mostrado todo lo peor que lleva dentro como comunista bolivariano, con un desprecio total a la libertad de expresión y un ataque a un redactor de EL MUNDO. Horror que este individuo pueda tener un día “irresponsabilidades” de gobierno.

m
 
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SE LLAMABA FELICIDAD...
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Era la felicidad de mi vida, la felicidad de mi casa. En los momentos buenos. En los momentos malos. Nunca pensé que pudiera morir ni tan siquiera envejecer. Su muerte me ha dado en toda la línea de flotación de mi existencia, convirtiéndome en huérfano de su vida. El nombre de Felicidad no era gratuito. Donde quiera que fuera, regalaba felicidad. Como a los cientos de niños salvadoreños de la Fundación Padre Arrupe, a los que dejó su vida, su salud y su dinero. Nunca, jamás, pensé en sufrir en carne viva la muerte de Ichu, como la llamábamos. Minuto a minuto, durante horas, esperando sobrecogido que la luz de su vida se fuera apagando, en la habitación de una clínica madrileña que, ¡oh ironía!, se llama La Luz. Hasta el último suspiro conservó el glamour de su aspecto, con sus cabellos rubios recogidos con la diadema que siempre llevaba y sus preciosas manos bien cuidadas que, a lo largo de su agonía, mantuve, a veces, entre las mías, esperando inútilmente una respuesta a mis caricias. Al igual que la princesa Grace, aún muerta, conservó su belleza. Felicidad Salazar-Simpson, mi amiga, mi hermana, yéndose como el día, poco a poco. No me consuela que la Iglesia diga que la muerte no es el final. Que lo es. Hoy solo queda la presencia de su dolorosa ausencia en Patricia, Aurora, Leticia y Ramón y una urna conteniendo sus cenizas, depositadas junto a las de Ramón, su marido, en la cripta de la iglesia de San Pedro de Gijón, sustituyendo la rosa blanca que, desde hacía cuatro años, ella colocaba diariamente por delegación en espera de reunirse, que es un decir, con el hombre que había amado a lo largo de 50 años. Aunque soy creyente, no me convence ni consuela, como a algunas personas, eso de que ¡alegrémonos, está en el cielo! Yo preferiría que estuviera aquí y no sufrir la angustia de no volverla a ver. Nunca. Jamás. ¿Habrá más tortura que esa?

O en la del rey; o en la de los parientes del rey. Porque, desde que Felipe trazara una línea roja, primero por lo de su hermana, luego por lo de su tía, ya no se sabe quién coxx es, por ejemplo, Alessandro Lecquio Torlonia, el mayor de los bisnietos de Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Tan Borbón es que ha heredado una de las señas de identidad de la Familia Real: la hemofilia. Como Jesús Aguirre decía padecer “la jaqueca de los Alba”.

Pero escribamos en serio. El tema lo es. El simpático y querido Alessandro Lecquio padece hemofilia. Se la detectaron el pasado 15 de marzo en el trascurso de una simple intervención de hernia inguinal, en un hospital del madrileño barrio de Sanchinarro. Sin más riego ni problema. Hasta que se produjo una hemorragia que los doctores Hipólito Durán, cirujano, y Macías, tardaron en controlar nada menos que .... tres horas. Desde las 7,25 de la tarde a las 10,25 de la noche. (Se podía haber desangrado. Se podía haber muerto, como Alfonso, Príncipe de Asturias, o el infante Gonzalo. La hemofilia es una enfermedad de carácter hereditario que ataca a los varones y la transmiten las mujeres que no la padecen en sí mismas. La introdujo en la Familia Real española la reina Victoria Eugenia, cuando contrajo matrimonio, el 31 de mayo de 1906, transmitiéndola a dos de sus seis hijos: el mayor, Alfonso y el menor, Gonzalo.

Alfonso XIII impuso, al principio, a sus hijas la prohibición de contraer matrimonio por el temor de que pudieran propagar la hemofilia. La del Príncipe de Asturias como la de Alessandro Lecquio se descubrió de forma ocasional, cuando el cirujano que procedía a la sutura, después de circuncidar, según costumbre, al Príncipe de Asturias, observó con preocupación que la hemorragia no cesaba. “La Familia Real acababa de tropezarse con horror con la hemofilia y quedó consternada” (Balansó dixit). Y el matrimonio de Alfonso y Ena inició la cuesta abajo en la rodada. La muerte de Alfonso de Borbón y Battenberg fue por una hemorragia interna que no se pudo atajar, al chocar, el 6 de septiembre de 1938, el coche que conducía contra un poste. La hemofilia hizo el resto.

Su hermano, el infante Gonzalo, más de lo mismo. El 12 de agosto de 1939, ya en el exilio en Austria y durante un paseo en coche, junto a su hermana Beatriz que conducía, en una curva chocaron violentamente con un mojón en la carretera. Aunque el coche quedó destrozado, Beatriz y Gonzalo salieron ilesos. Aparentemente. Horas después, el infante moría, entre violentos espasmos, debido a una hemorragia interna incontrolable, debido a la hemofilia. Ochenta y dos años han transcurrido de la muerte de un Borbón, víctima de la hemofilia y la enfermedad ha reaparecido en la persona del mayor de los bisnietos de la reina Victoria Eugenia, nieto de la infanta Beatriz de Borbón y Battenberg e hijo de Sandra Torlonia, la primera nieta de Alfonso XIII, fallecida en 2014 y de Clemente Lecquio, fallecido en1971. Alessandro, nuestro protagonista (n. el 17 de junio de 1960) contrajo matrimonio, en 2008, con María Palacio. La pareja espera un hijo, que será niña y a la que bautizarán con el nombre de Ena, el cariño apelativo de la reina inglesa de España que introdujo la hemofilia que acaba de reaparecer en su bisnieto.

m
Quizá por eso "tenían que ser niñas". A lo mejor no era cuestión de la cuin. ¿Quien sabe si el Sexto no es también hemofílico?
 
La hemofilia la transmiten las mujeres.
Desconocemos las enfermedades de patatina y la mujer de Paco, ahora no me acuerdo, pero no eran hemofílicas.
Sí, eso lo sé. Que la mujer es portadora aunque no lo sufre. Pero, ¿si el padre es hemofílico no lo transmite?
 
Lo transmite a las hijas, que serán portadoras, pero no lo manifiestan A los hijos varones no lo pueden transmitir porque esta ligado al cromosoma X.

Las madres son las únicas que lo pueden transmitir a los hijos varones.
Ok. Gracias.
 
Quizá por eso "tenían que ser niñas". A lo mejor no era cuestión de la cuin. ¿Quien sabe si el Sexto no es también hemofílico?


Una vez, en Sevilla, salio esta conversacion con una directora de turismo y recuerdo que me dijo que
la Infanta Elena habia heredado la hemofilia, yo le volvi a preguntar, incredula hasta cierto punto, y la directora del grupo turistico llamada Ima, me lo volvio a confirmar.
 
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