La vi en un recinto bastante reducido, en la entrega de unas becas maravillosas que se otorgan a jóvenes, jovencísimos, músicos para desarrollar sus prometedoras carreras. Una selección de los becados hizo una interpretación a cada cual más impresionante: Concierto de Mozart para un becado de piano de 20 años; concierto de Bach de Violín para dos becados de ¡14 años!, de cello, de contrabajo, una soprano… La verdad es que fue emocionante. Los entregaba Doña Sofía. Apareció sencilla, casi corriente, con su sempiterno sastre de seda verde tornasolada, mucho más delgada y su siempre agradabilísima actitud. Tiene una sonrisa entrañable y simpática. Pese a que no había ni siquiera prensa (no como a la OTRA le gusta) entró mirando a todo el público y agradeciendo los aplausos con un amable gesto de cabeza. Dio a los premiados su diploma dándoles la enhorabuena con una mirada dulce, honesta, alegre, concentrada en cada uno de ellos.
No es que sea alguien extraordinario, me pareció humilde, hasta incluso demasiado, sólo dijo se abre la sesión y se cierra la sesión. Y PUNTO.
PERO MENUDA DIFERENCIA.
No puedo entender cómo de esa madre el flipao de las narices ha acabado con esta...impresentable. No se entiende, no señor.
Casualmente también estuve la semana pasada en la inauguración de una maravillosa y recomendable exposición por la que nuestra chonireina jamás se pasará: De Caravaggio a Bernini en el Palacio Real de Madrid y me imaginaba a la cateta esta paseándose por la Plaza de las Armas, por esos patios reales, por esos salones bastante impresionantes, y otra vez simplemente no me lo podía creer.
Pero así es, tenemos a una tipa que se viste con vestidos condón, que va a los conciertos, pero a los de adolescentes con pantalones de cuero marcatodo y bebiendo birras de botellín, y que cuando va a inaugurar exposiciones a museos toca los cuadros, una reina de comic que va de lectora de Nietzsche (os recomiendo el último artículo de Raúl del Pozo que con su pluma maestra la llama ignorante bajo un disfraz de halagos).
Me llama la atención en la última crónica de Landaluce la siguiente frase:
Uno de los hombres más ricos de España pretendía a una guapa sevillana. “Cásate con él, cásate”, le decían a la muchacha que alternaba al rico con otro novio que debía gustarle más. “Cásate con él. Hazlo aunque sea por Sevilla”, le insistían. Los Reyes Eméritos han vuelto a aparecer juntos. Hazlo, hazlo aunque sea por España.
Será que la extraña pareja ya no se soporta? Que él se ha caído ya del guindo, ¡por fin!?
Y que no me vengan con que ella podría tomar la decisión de separarse, y una porra; si a esta se le sigue haciendo el trasero pepsicola con su puesto, centro de atención absoluto, todo Dios haciéndole la pelota, si se debe estar pellizcándose todavía de no creérselo. No, si alguien la bota pafuera será él.
No es que sea alguien extraordinario, me pareció humilde, hasta incluso demasiado, sólo dijo se abre la sesión y se cierra la sesión. Y PUNTO.
PERO MENUDA DIFERENCIA.
No puedo entender cómo de esa madre el flipao de las narices ha acabado con esta...impresentable. No se entiende, no señor.
Casualmente también estuve la semana pasada en la inauguración de una maravillosa y recomendable exposición por la que nuestra chonireina jamás se pasará: De Caravaggio a Bernini en el Palacio Real de Madrid y me imaginaba a la cateta esta paseándose por la Plaza de las Armas, por esos patios reales, por esos salones bastante impresionantes, y otra vez simplemente no me lo podía creer.
Pero así es, tenemos a una tipa que se viste con vestidos condón, que va a los conciertos, pero a los de adolescentes con pantalones de cuero marcatodo y bebiendo birras de botellín, y que cuando va a inaugurar exposiciones a museos toca los cuadros, una reina de comic que va de lectora de Nietzsche (os recomiendo el último artículo de Raúl del Pozo que con su pluma maestra la llama ignorante bajo un disfraz de halagos).
Me llama la atención en la última crónica de Landaluce la siguiente frase:
Uno de los hombres más ricos de España pretendía a una guapa sevillana. “Cásate con él, cásate”, le decían a la muchacha que alternaba al rico con otro novio que debía gustarle más. “Cásate con él. Hazlo aunque sea por Sevilla”, le insistían. Los Reyes Eméritos han vuelto a aparecer juntos. Hazlo, hazlo aunque sea por España.
Será que la extraña pareja ya no se soporta? Que él se ha caído ya del guindo, ¡por fin!?
Y que no me vengan con que ella podría tomar la decisión de separarse, y una porra; si a esta se le sigue haciendo el trasero pepsicola con su puesto, centro de atención absoluto, todo Dios haciéndole la pelota, si se debe estar pellizcándose todavía de no creérselo. No, si alguien la bota pafuera será él.