Autosacrificio crónico: ¿Estás dando demasiado?

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Autosacrificio crónico: ¿Estás dando demasiado?
Desarrollo Personal





Nunca se sacrificarán las convicciones personales por las opiniones o deseos de los otros”, escribió la filósofa Aynd Rand, y en esta frase resumió todo su pensamiento. Su mensaje, diametralmente opuesto al que nos trasmite la sociedad, cuestiona el sobredimensionamiento de la abnegación y la entrega. Nos alerta de los peligros de caer en un proceso crónico de autosacrificio en el cual terminamos perdiéndonos, en nombre de una persona o una causa, que muchas veces ni siquiera reconoce la magnitud de esa entrega.

¿Qué es el autosacrificio?

Un sacrificio implica, por una parte, un conflicto de valores y por otra, una renuncia. Nos encontramos ante una situación que demanda un sacrificio cuando no podemos obtener ambas cosas y nos vemos obligados a renunciar a una de ellas. El autosacrificio va un paso más allá porque implica desistir de una parte de nosotros.
El autosacrificio, en Psicología, es el abandono de los intereses personales para preservar el bienestar de otro. Implica negarse la satisfacción de ciertas necesidades, metas y placeres personales para proteger los intereses de otra persona y/o satisfacer sus necesidades. Por tanto, es una renuncia a una parte importante y valiosa de nosotros, de nuestra identidad o dignidad.
Por otra parte, el autosacrificio también implica que valoramos algo o a alguien más de lo que nos valoramos a nosotros mismos. Cuando nos encontramos ante una disyuntiva y nos obligados a elegir, asumimos que ese algo o alguien es más importante que nuestro “yo”.
El autosacrificio termina siendo una forma extrema de altruismo. Y aunque socialmente se ve con buenos ojos e incluso se alienta este tipo de actos, en muchas ocasiones no es la mejor solución para la persona que se sacrifica.
El autosacrificio crónico conduce al altruismo patológico

Padres y madres que pasan una vida sacrificándose por sus hijos. Hijos que se sacrifican por sus padres. Personas que se sacrifican por sus parejas o amigos. Soldados que se sacrifican por la Patria. Ciudadanos que se sacrifican por un ideal o una causa. Los ejemplos de autosacrificio son infinitos.
Sin embargo, cuando se cae en el autosacrificio crónico, cuando no se trata de un hecho puntual, sino que la persona convierte esa renuncia en su estilo de vida, corre el riesgo de perderse a sí misma. No podemos olvidar que en la base de ese autosacrificio se encuentra una desvalorización de su propio “yo”, se ha producido un cambio en su jerarquía de valores de manera que la persona que se sacrifica ha dejado de ser su prioridad.
La exaltación del autosacrificio puede hacer que esas personas se sacrifiquen cuando no deben hacerlo. De hecho, no deberíamos dar por sentado que lo que más nos importa es lo que realmente importa más. Cuando algo se distorsiona en el proceso de formación de nuestros valores, debemos desconfiar de los valores que promulgamos. Las mujeres que han sido criadas siguiendo normas de género coercitivas, por ejemplo, según las cuales para ser buenas personas deben mostrarse particularmente abnegadas y dispuestas a sacrificarse por los demás, podrían no valorarse lo suficiente, condenándose a una situación de insatisfacción permanente.
En esos casos se puede hacer referencia a un altruismo patológico porque se termina borrando el “yo”, el cual siempre queda relegado a un segundo plano. La persona no se valora y, por ende, no se prioriza. Por tanto, sus necesidades siempre quedan insatisfechas, a merced de los demás. Al final, estas personas se sentirán mal consigo mismas.
Su vida y su autoestima requieren que el hombre sea leal a sus valores, a su mente y a su juicio. Lo que se le enseña, en cambio, es que la esencia de la moralidad consiste en el autosacrificio; el sacrificio de la propia mente a una autoridad superior y el sacrificio de los valores personales a quienquiera que se sienta con derecho a reclamarlos”, escribió Ayn Rand.
Todo ello conduce a “violentar su propio juicio racional, a revertir el orden de su jerarquía de valores, a renunciar a aquello que su mente considera bueno, a invalidar su propia conciencia […] Esta visión establece un conflicto desastroso al nivel más íntimo del ser humano, una dicotomía letal que lo hace trizas”, según la filósofa.
Señales que indican que estás dando más de lo que recibes
- Te sientes culpable a menudo, sobre todo cuando priorizas tus deseos y necesidades.
- El nivel de ayuda que brindas es insostenible, de manera que no te queda tiempo, energía o recursos para ti mismo.
- Sientes un gran vacío emocional, que es la expresión de que no estás satisfaciendo tus necesidades de afecto, amor y atención.
- Tu sacrificio se ha convertido en una obligación, de manera que lo que antes dabas voluntariamente se ha transformado en una exigencia.
- Necesitas sacrificar algo continuamente para hacer feliz a la otra persona.
- Tu sacrificio fomenta una dependencia, incompetencia, irresponsabilidad o mal carácter en la persona ayudada.
- Te encuentras diciendo "si" a menudo, cuando sabes que la respuesta más adecuada es "no".
- La relación se ha dañado, instaurándose un desequilibrio de poder en el que tú solo das y a otra persona se limita a reclamar y recibir.
La ambición moral como antídoto
Ayn Rand consideraba que para combatir esa tendencia de la sociedad a empujarnos a un autosacrificio crónico debemos desarrollar nuestra ambición moral, que no es más que “ganarse el derecho de considerarse a sí mismo como el valor máximo”.
Para la filósofa, debemos poner en práctica un egoísmo racional. Apunta que egoísmo es, nada más y nada menos que “la preocupación por los intereses personales”. Pero este concepto en sí mismo “no incluye una calificación moral; no nos dice si la preocupación sobre lo que a uno le interesa es buena o mala”, es la sociedad quien ha calificado el egoísmo como un antivalor, pero en realidad no tiene nada de malo perseguir nuestros sueños, intentar satisfacer nuestras necesidades y, en última instancia, ser felices.
El secreto está en el equilibrio. En la vida habrá momentos en los que tengamos que sacrificarnos por los demás y anteponer sus necesidades a las nuestras, pero debemos asegurarnos de que no se convierta en una costumbre. También hay momentos en los que debemos priorizar nuestras necesidades o correremos el riesgo de llegar al final de nuestra vida sin haberla vivido, sometiéndonos siempre a los deseos de los demás.
Fuente:
Rand, A. (1964) La virtud del egoísmo. Buenos Aires: Grito Sagrado.
https://www.rinconpsicologia.com/2019/03/autosacrificio-cronico.html
 
Esto lo veo yo en las personas que cuidan a un/a dependiente, ya sea padre/madre, hijo/a, hermano/a. Conozco casos muy cercanos que llevan décadas cuidando de un hermano o una hija (y sabiendo que será así para el resto de su vida) y que han perdido toda su capacidad de socialización, de tener amigos, de tener hobbies, ni tan siquiera de poder leer un libro o echar una siesta porque todo el tiempo libre lo dedican a cuidar y acompañar a esa persona.
Cuando sale algún caso de un héroe que ha perdido su vida por salvar la de otro en un incendio o un ahogamiento, pienso ¿acaso es más valiosa la vida del que se ha salvado que la del héroe que ha perdido la suya? Pues yo creo que no, entonces ¿por qué hay que perder la vida para salvar la de otro/a?
La moral católica siempre nos ha inculcado la idea de que hay que ser generosos y sacrificarse por los demás, pero lo más cruel es que nos han intentado convencer de que esa generosidad nos haría sentir felices. Yo viví muchos años engañada siendo generosa y nunca llegaba a sentir esa felicidad tras hacer un favor a alguien, porque la realidad es que nadie te lo agradece ni te devuelve el favor. Desde que cambié el chip y empecé a pensar en mi, recibo satisfacciones a diario y si antes tenía 20 falsos amigos, ahora tengo solo 4 pero auténticos.
 
Yo soy un ejemplo de esto.
Toda la vida cuidando de los demás, sacrificando mis gustos, preferencias,.... Y a cambio sólo he recibido desprecios.
Y ahora, que con 44 años he decidido tomar las riendas, soy la mala de la película.
Es increíble. Tantas oportunidades perdidas, tanto sentimiento de culpa por no poder llegar a todo (el listón era insuperable) .. Al final, para nada.
No merece la pena sacrificarse por nadie.
Yo no quiero agradecimientos, sino reconocimiento.
No quiero dinero, sino respeto.
Creo que no es mucho pedir
 
Yo soy un ejemplo de esto.
Toda la vida cuidando de los demás, sacrificando mis gustos, preferencias,.... Y a cambio sólo he recibido desprecios.
Y ahora, que con 44 años he decidido tomar las riendas, soy la mala de la película.
Es increíble. Tantas oportunidades perdidas, tanto sentimiento de culpa por no poder llegar a todo (el listón era insuperable) .. Al final, para nada.
No merece la pena sacrificarse por nadie.
Yo no quiero agradecimientos, sino reconocimiento.
No quiero dinero, sino respeto.
Creo que no es mucho pedir
Pues menos mal que te has dado cuenta a tiempo... Aunque tengas rabia por todo el tiempo perdido, adelante, no mires atrás y disfruta de la vida .
 
Pues menos mal que te has dado cuenta a tiempo... Aunque tengas rabia por todo el tiempo perdido, adelante, no mires atrás y disfruta de la vida .
Eso intento. Poco a poco. Pero hay mucha tela que cortar. Mucho malo vivido.
Es un proceso largo, y voy dando pequeños pasos.
El simple hecho de, como he hecho hoy, coger cita para la peluquería, sin cargo de conciencia por faltar 2 horas a mis "obligaciones" como hija soltera y hermana "soluciona todo" es algo que no os podéis imaginar.
 
Pues yo veo una diferencia en si tú haces una cosa porque quieres o la haces porque te obligan.
Yo he sacrificado cosas, pero lo he hecho porque yo sentía que quería hacerlo. Nadie me obligo a ello. He pedido excedencias en el trabajo por cuidar a un ser querido, he sacrificado vacaciones, etc... pero ya digo: porque lo he sentido así. Y me siento súper bien. No pido a nadie ni agradecimientos ni reconocimientos.
Pero si te obligan a hacerlo y encima siempre te están recriminando eso es agotador!
 
Eso intento. Poco a poco. Pero hay mucha tela que cortar. Mucho malo vivido.
Es un proceso largo, y voy dando pequeños pasos.
El simple hecho de, como he hecho hoy, coger cita para la peluquería, sin cargo de conciencia por faltar 2 horas a mis "obligaciones" como hija soltera y hermana "soluciona todo" es algo que no os podéis imaginar.
Madre mía... Cuánto daño hace esa concepción de la vida de que hay que sacrificarse por los demás. Y además es lo que tú dices, si dejas de hacerlo te conviertes en la mala de la película.
Pero tú ni caso. Has sido muy valiente rebelándote contra toda esa injusticia. Ahora necesitas tiempo para quitarte de encima toda esa mierda que te han echado y volver a ser feliz, a ser tú, a vivir como te dé la gana, porque tu vida es tuya y no de los demás.
Ánimo y mucha suerte, has sido muy valiente, espero que encuentres por el camino mucha gente buena que te ayude y muchas satisfacciones. La vida es dura, pero hay que vivirla lo más plenamente que podamos.
Mucha suerte y adelante ;);););)
 
Yo soy un ejemplo de esto.
Toda la vida cuidando de los demás, sacrificando mis gustos, preferencias,.... Y a cambio sólo he recibido desprecios.
Y ahora, que con 44 años he decidido tomar las riendas, soy la mala de la película.
Es increíble. Tantas oportunidades perdidas, tanto sentimiento de culpa por no poder llegar a todo (el listón era insuperable) .. Al final, para nada.
No merece la pena sacrificarse por nadie.
Yo no quiero agradecimientos, sino reconocimiento.
No quiero dinero, sino respeto.
Creo que no es mucho pedir
Mejor consideras todo lo bueno que has hecho como beneficio de inventario, haces borrón y cuenta nueva,dejas de esperar reconocimientos que nunca van a llegar, y disfrutas de tu vida dejando atrás a quienes no apreciaron tus esfuerzos. Estas en una edad estupenda para llevar tu propia vida y no seguir haciéndole el homenaje de tu atención a quien no lo merece. ¡Respira hondo, la vida es mucho más ancha que tu entorno pasado! Los venenos, al cubo de la basura. Y cuanto antes te enteres de que hagas lo que hagas no te van a querer y apreciar, mejor para ti...y ellos se lo pierden. Aceptación es la palabra. Y nueva vida es la clave, es como dejar de fumar...
 
Yo soy un ejemplo de esto.
Toda la vida cuidando de los demás, sacrificando mis gustos, preferencias,.... Y a cambio sólo he recibido desprecios.
Y ahora, que con 44 años he decidido tomar las riendas, soy la mala de la película.
Es increíble. Tantas oportunidades perdidas, tanto sentimiento de culpa por no poder llegar a todo (el listón era insuperable) .. Al final, para nada.
No merece la pena sacrificarse por nadie.
Yo no quiero agradecimientos, sino reconocimiento.
No quiero dinero, sino respeto.
Creo que no es mucho pedir
Y el reconocimiento se gana con respeto, y eso implica a veces decir un hsta aqui
 

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