Autoestima y otros temas de psicología

¿Por qué el deporte es una medicina para la autoestima?

Patricia Ramírez Loeffler

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Muchos pacientes demandan ayuda para superar un problema de autoestima en las consultas de psicología. El origen del problema puede ser muy variado, desde la educación recibida al nivel de exigencia que se imponen.¿De qué hablamos cuando hablamos de autoestima? Se refiere al aprecio y a la valoración que tenemos de nosotros mismos. Influye en nuestras relaciones personales, en los retos que nos ponemos, en la actitud que tenemos ante la vida, en la forma de vestirnos, de hablar o de movernos. La autoestima es clave para tener una relación serena, respetuosa y digna con uno mismo y con los demás. El que no se quiere no se cuida.

¿Qué nos hace sentirnos bien, seguros y merecedores de respeto? ¿De dónde viene la imagen que tenemos de nosotros mismos? Esta se va configurando desde los primeros años de vida. Intervienen los elogios que recibimos, las críticas, nuestro físico, nuestro talento y nuestras habilidades, el amor y aprecio que recibimos o el trato que nos dan los profesores y entrenadores. Son muchos los que intervienen: las personas que nos rodean, las situaciones vividas o el entorno. Todo configura la idea que terminamos por tener de nosotros mismos.

A pesar de cómo influyen los factores externos, sí sabemos que nosotros podemos trabajar por mejorar nuestra autoestima. Cómo se genera no depende solo de nosotros, pero modificarla y potenciarla, sí.

Una aliada perfecta para mejorar el concepto positivo de nosotros es la actividad física.

Mejora tu imagen personal. Fortalece tus músculos, moldea tu cuerpo y si comes de forma sana, puede ayudarte a bajar de peso si lo necesitas. Desde el primer momento en el que empiezas a moverte, te ves mejor.

Eleva tu estado anímico. A través de la segregación de neurotransmisores relacionados con el bienestar, el ejercicio mejora nuestro estado anímico. Sentirte feliz, tener pensamientos positivos, serenidad, reducir el estrés, hará que te contemples con más positividad.

Te valoras más. Al cumplir tus retos y tu disciplina, vencer la pereza, tu idea de ti mismo también cambia. Te ves capaz, ordenado, disciplinado y organizado.
Potencias tus relaciones personales. Entrenar en grupo, jugar en equipo, formar parte de algo y tener sensación de pertenencia, hace que te sientas importante y valorado. Formas parte de una comunidad con una misma afición y con unas mismas metas.

Mejora la motivación. Cuando vas superándote, cumpliendo metas, pudiendo correr más rápido y más tiempo, venciendo miedos que antes creías insuperables, te sientes motivado y poderoso.

Mejoras tu autocontrol. Estar de mejor humor permite controlar muchas situaciones cotidianas que anteriormente podían desbordarte. Cuando pierdes el autocontrol, también sueles sentirte mal contigo mismo. El buen humor reduce la agresividad, la ira y la impulsividad.

Hacer ejercicio te lleva a cambiar otro tipo de hábitos. Cuando practicas deporte tienes más en cuenta lo que comes, dedicas tiempo al descanso y en definitiva, te cuidas más. Una persona con buena autoestima se aprecia, se cuida y se mima.

Dedicarte tiempo a ti y a tu ocio es signo de seguridad. Muchas personas creen que dedicarse tiempo a uno es quitárselo a la pareja, al trabajo o a los hijos. Cuando uno es capaz de equilibrar su vida y tener tiempo para uno mismo sin sentirse culpable, también es signo de tener una buena autoestima.

El ejercicio es un aliado en muchos aspectos de tu vida. Si quieres sentirte fuerte, poderoso y capaz, dedícate y dedícale el tiempo que os merecéis.
 
Cómo tratar con personas especialmente susceptibles

Las personas especialmente susceptibles se caracterizan por tener un carácter difícil y desconcertante, así como por ser fácilmente irritables. Se enfadan fácilmente y actúan de forma impulsiva.

Las personas especialmente susceptibles son también personas inseguras que buscan continuamente el apoyo el demás, pero que no aceptan los consejos de nadie y que suelen, a su vez, malinterpretar lo que le dicen los demás. Por ello se sienten atacadas, porque tienen una visión un poco “retorcida” de las cosas. Esto hace que las personas susceptibles sean muy difíciles de tratar.


Pero detrás de una persona especialmente susceptible se encuentra, por lo general, alguien emocionalmente débil y con baja autoestima, lo cual le hace perder el control. Esta pérdida de control hace que esté siempre alerta, sospechando que los demás “van a por ella”.

Su baja autoestima es la responsable de que necesite defenderse siempre ante cualquier crítica, por lo que cualquier comentario hacia su persona le parece una ofensa personal.

Las personas especialmente susceptibles se valoran a sí mismas en la opinión de los demás y necesitan sentirse valorados por las personas de su entorno. Su fragilidad emocional les hace reaccionar ante cualquier cosa que no encaje en sus esquema, lo que las convierte en personas muy imprevisibles.

Tratando con personas especialmente susceptibles

Para tratar con personas especialmente susceptibles es importante valorar sus cualidades y hacerles ver que, en efecto, lo hacemos, reforzando sus logros y sus avances, especialmente aquellos que están más relacionados con sus limitaciones o con sus defectos, pero sin hacer mención a ellos. En este sentido, se trata de ayudarles a reforzar su autoestima.

Las críticas deben hacerse con extremada delicadeza para que no se ofenda ni se sienta atacada. Es es un punto especialmente delicado, porque muchas veces es necesario decir las cosas y, debido a la forma de ser tan imprevisible de estas personas, nunca se sabe qué va a pasar.

En cualquier caso, es fundamental mantener la calma y no dejarse llevar por la reacción de este tipo de personas.

Mostrar comprensión hacia una persona susceptible cuando reacciona de forma inapropiada o excesiva es fundamental para conseguir que vuelva la calma.

Educación y susceptibilidad
Muchas personas son susceptibles porque así lo han aprendido. A su alrededor han tenido personas así, y simplemente han copiado esos modelos.

Si sientes que tú mismo eres una persona altamente susceptible, es importante que intentes comprenderte a ti mismo y tomar una serie de medidas, especialmente si aún convives con personas así o si hay personas a tu alrededor (hijos, alumnos o menores a tu cargo) para que no tengan que padecer las consecuencias de la susceptibilidad extrema.

Igualmente, si puedes influir de alguna manera en una persona altamente susceptible, es importante que la ayudes a cambiar, porque, en el fondo, solo en su mano está poder vivir con mayor tranquilidad y ser más feliz. Esto es lo que debería hacer una persona altamente susceptible para mejorar su vida y la de los que están a su alrededor:

Análisis
Hay que analizar qué provocó el enfado y por qué. Es importante determinar de qué manera se podría haber evitado la situación y pensar qué habría pasado si hubiéramos reaccionado de otra manera.

Empatía
Hay que ponerse en el lugar del otro e intentar asumir su punto de vista o entender que no todos tienen la misma visión de las cosas, incluso asumir el hecho de que un error lo tiene cualquiera si realmente el otro dijo o hizo algo poco apropiado.

Control
Controlar las emociones
y no dejarse llevar es fundamental. Algunos trucos como cerrar los ojos, respirar profundamente y contar hasta 5 (o incluso 10) son muy útiles para no dejarse llevar.

Confianza
Buscar la manera de aumentar la autoestima y la seguridad en uno mismo, hacerse más independientes y aceptarse como uno es, es fundamental.

Por Eva Maria Rodríguez
 
Última edición:
La inutilidad del enfado ¡Cómo desprenderse de él!

En la mayoría de las ocasiones, cuando conseguimos controlar nuestro enfado nos arrepentimos de habernos metido en tal berenjenal. Unas veces por la poca importancia que tenía el asunto, otras porque no queríamos hacer daño a alguien a quien queremos demasiado y así podría seguir, pero te dejo que lo hagas tú…

Sin lugar a dudas, es muy posible que, en otras ocasiones, el motivo sea más importante y la razón esté totalmente de nuestra parte, pero honradamente y ahora que no estamos enfadados -¡espero!,- si lo pensamos un poco más, es muy posible que no mereciera la pena. No me refiero a la causa, ni a los motivos, que seguro eran importantes, me refiero a las formas.


Porque cuando nos enfadamos nos perdemos a nosotros mismos. Nos secuestran los sentimientos, más concretamente la amígdala, una estructura que tenemos en nuestro cerebro que tiene la obligación de asegurar la supervivencia y que, si no la controlamos a tiempo, se dispara obligándonos a entrar en un laberinto de sentimientos que nos ofusca, nos bloquea y nos vuelve un tanto irracionales.

La amígdala está diseñada para responder con rapidez ante el peligro, sin pararse a cotejar los pros y los contras, cosa que hace la corteza cerebral. Esto es así porque, en ocasiones, nos haría perder un tiempo demasiado precioso. Es un buen mecanismo si el peligro es real, pero si se dispara por cualquier nimiedad, termina siendo un problema, dado que, una vez que se pone en marcha el mecanismo, se lanza un cóctel de hormonas a nuestro riego sanguíneo, de cuyas consecuencias somos conocedores.


No nos gusta cómo nos sentimos cuando nos enfadamos y para colmo nos introduce en un estado que nos impide actuar de forma adecuada.

¿Qué podemos hacer?
Si es otro el que se enfada, tomar distancia, para impedir el contagio, porque es una sensación que se extiende con demasiada facilidad.

Dar tiempo a nuestro interlocutor a que se le pase; cada uno necesitamos tiempos distintos y también dependerá de la intensidad del enfado. Ser conscientes de que todas esas hormonas que corren por su cuerpo tienen que desaguarse en sentido físico y no figurado.


Después, cuando vuelva a la normalidad, podremos hablar tranquilamente, siempre y cuando el otro nos importe lo suficiente como para esperar; en caso contrario, sería suficiente con tomar distancia, física y emocional.

¿Y si somos nosotros los que nos estamos enfadando? Bien, en este caso hemos de recordar que tenemos un cuarto de segundo para parar el proceso; si nos damos cuenta justo antes de empezar podremos parar. Es como cuando te tiras de un trampolín. Imagina uno muy grande, si te impulsas y en ese momento te da miedo puedes poner las manos e impedir el movimiento, pero como lo pretendas a mitad de camino, es imposible.

Una buena pregunta para esos segundos sería ¿esto que ahora me preocupa, será importante dentro de unos meses?

Otra buena recomendación es que inspires hondo y espires lentamente, para tomar distancia de la situación: intenta imaginarte como espectador de lo que pasa.

Y si al final te metes en la vorágine del enfado, procura aislarte para no hacer daño a otros y date tiempo para expulsar todas las hormonas que corren por tú sangre.

Después, cuando se te pase, analiza lo que pasó, cómo pasó. Pregúntate ¿Qué opciones tenías?, en definitiva, averigua qué has aprendido para la próxima vez, porque eso es lo que nos hace avanzar.

Por Leonor Casalins
 
La respuesta ante situaciones de crisis ser resistente.

Autor/autores: Maria Ortiz
Fecha Publicación: 25/01/2018
Área temática: Psicología general .

En ocasiones en los momentos de crisis, algunas personas pueden llegar a desesperarse mientras otras encuentran en ellas oportunidades para salir adelante, cabe preguntarse: ¿Cual es el motivo que causa que dos personas reaccionen de forma distinta ante el mismo acontecimiento? ¿Será una característica especial de personalidad que posee una persona para soportar las dificultades? o ¿Es una destreza que se aprende de las experiencias difíciles de la vida?


Los individuos “resistentes” son aquellos que al estar frente a situaciones adversas poseen la capacidad de sobreponerse, crecer y desarrollarse, logrando ser individuos competentes. Algunas veces las personas no piden ayuda ya sea porque creen que pueden hacer todo o porque tienen miedo y de esta manera se niegan oportunidades que ofrecen las crisis.
 
El síndrome de Peter Pan y el complejo de Wendy

Gema Sánchez Cuevas

Más allá del popular cuento de Peter Pan, parece que pueden existir hombres que siguen siendo niños a pesar de su edad, y mujeres que actúan como madres, en lugar de ser esposas. ¿Hombres Peter Pan y mujeres Wendy? ¿Es posible?

Dan Kiley, psicólogo norteamericano, estudió el síndrome de Peter Pan, conocido como un trauma que bloquea la madurez emocional del niño. El adulto que sufre este trastorno se resiste a aceptar las obligaciones y roles propios de la edad, lo que acaba afectando a sus relacione sociales.


Mientras que Jaime Lira indagó sobre el complejo de Wendy, es decir, que que padecen personas que enfocan su vida al cuidado, protección y control de los demás. A pesar de que lo más ordinario es que los hombres se correspondan con el síndrome de Peter Pan y las mujeres con el complejo de Wendy, también pueden darse de manera indistinta en los diferentes sexos, aunque se presenten en menos proporción.

El síndrome de Peter Pan
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El síndrome de Peter Pan se denomina al conjunto de rasgos que presenta un hombre que no sabe o no puede renunciar a ser hijo para ser padre. Es decir, son hombres que no quieren renunciar a ser niños. Se sienten como niños, viven como niños y esperan ser entendidos por los demás.

El síndrome de Peter Pan se caracteriza, por lo tanto, por inmadurez en ciertos aspectos (psicológicos, sociales, problemas sexuales), además de presentar rasgos narcisistas, de dependencia, irresponsabilidad, rebeldía etc. Sobre todo son hombres que temen a la soledad, a ser abandonados y a fracasar.

“Comienza a manifestarse la madurez cuando sentimos que nuestra preocupación es mayor por los demás que por nosotros mismos.”
-Albert Einstein-

Suelen tener más de 30 años e irradian bienestar en el primer momento en el que los conocemos. La irresponsabilidad es una de sus características principales, que ejercen a través de la culpabilización a los demás y falta de compromisos.

En el terreno de las relaciones de pareja no se esfuerzan por formar una pareja madura y estable. Son hombres-niños que se resisten a crecer y madurar, por lo que serán incapaces de cuidar, proteger o llevar hacia delante a una relación de pareja. Por eso la mayoría de ellos solo tienen relaciones superficiales, sin permanecer durante mucho tiempo en una relación estable, ya que huyen del compromiso.

El complejo de Wendy

El complejo de Wendy es conocido por mujeres que manifiestan una preocupación excesiva por el bienestar del otro, acompañado de sentimientos de temor al rechazo e inseguridad continua. Estas mujeres presentan una serie de conductas significativas como son, por ejemplo, sentirse imprescindibles, intentar hacer feliz a la pareja de manera persistente, evitar que el otro se enfade, pedir perdón por todo lo que hace aunque no sea responsabilidad suya, etc.

Las mujeres que manifiestan este complejo buscan ser aceptadas por los demás a través de conductas de agrado dirigidas al resto, porque creen que así se ganaran su respeto. Son mujeres prisioneras de su miedo al rechazo y abandono, con marcada tendencia al autosacrificio. El complejo de Wendy tiene por lo tanto características de sobreprotección sobre el otro.

Actitudes como “ya lo hago”, “no te preocupes”, “no sé qué harías sin mí” caracterizan a las mujeres Wendy actuales. Ejercen así en la relación de pareja más como una figura maternal, en lugar de esposa o pareja. Entienden el amor como sacrificio y asumen responsabilidades en lugar de los demás, favoreciendo de esta manera la inmadurez masculina o el síndrome de Peter Pan.


 
7 señales de madurez emocional

La madurez se asocia, generalmente, a la edad cronológica y a los años de experiencia en la vida. Sin embargo, cuando se trata de madurez emocional, la edad puede tener poco que ver en esto. Madurar significa entender que ha llegado ese punto de la vida en el que comprendes que no puede haber un amor más poderoso que el amor propio. Tener madurez emocional significa que has aprendido a aceptar lo que viene y a fluir ante la vida.

Como es obvio, la madurez emocional no surge de la nada, sino que requiere de trabajo, de esfuerzo, de voluntad y de ganas de mirar en nuestro interior. Porque no solo es tener la cabeza amueblada, sino también el corazón. A continuación os indicamos 7 señales que indican la presencia de madurez emocional.


“Madurez es lo que alcanzo cuando ya no tengo necesidad de juzgar ni culpar a nada ni a nadie de lo que me sucede” -Anthony de Mello-

1. Saber decir adiós
Hay que entender que la mayor parte de nosotros tenemos miedo a las alturas, sobre todo cuando son emocionales. Por eso, es natural que tengamos vértigo cuando se trata de soltar las cuerdas y dejar que la vida fluya.

Pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor hace que, como se suele decir, nos duela el alma. Nos impide soltar, dejar ir. Y nos sume en el pánico a un abismo que nuestros ojos se empeñan en ver demasiado profundo.

Las personas emocionalmente maduras saben que la vida es mucho mejor si se vive en libertad. Así que, dejan marchar lo que ya no les pertenece, pues comprenden que mirar al pasado nos impide cerrar etapas y cicatrizar nuestras heridas emocionales.

2. Mirar, sin dolor, hacia el pasado emocional
Limpiar el dolor de nuestro pasado es absolutamente necesario para poder avanzar en nuestro camino emocional. Las malas hierbas crecen rápidamente, por lo que, si no limpiamos nuestra senda, no podremos ver lo que hay a continuación.

Las personas emocionalmente maduras conocen la importancia que tiene vivir en el presente, superando y aceptando lo que sucedió. Lo que pasó, pasó; y, de una forma u otra, tenemos el derecho de aprender de ello y seguir.


Dejando de revisar nuestro interior no conseguimos escapar de él, sino permitir que lo negativo de nuestro pasado maneje a su antojo nuestra vida presente. Y esto, por supuesto, resta espacio a lo positivo y, además, duele. Duele mucho.

Es por esta razón que, cuando hemos aprendido lo suficiente de nuestro dolor, quitamos el miedo de mirar hacia nuestro interior para sanar nuestro pasado emocional y subir un nuevo escalón en la vida.

3. Saber lo que se piensa y lo que se siente
La madurez emocional ayuda a alcanzar una conciencia especial de los pensamientos y los sentimientos propios y ajenos. De hecho, es probable que las personas emocionalmente maduras se esfuercen por escribir y pensar sobre qué opinan de algo o sobre cómo se sienten.

Madurar es cuidar lo que dices, respetar lo que escuchas y meditar lo que callas.

La claridad mental de las personas maduras contrasta con la pereza y el caos constante de las personas que no han alcanzado este punto de madurez. Por eso, la madurez mental ayuda a resolver problemas de la vida cotidiana de manera eficaz.

4. Dejar de quejarse
Dejar de quejarse es la mejor manera de encender el cambio. Las personas emocionalmente maduras lo saben muy bien: o cambias o aceptas.

La queja puede meternos en laberintos oscuros que no tienen salida. Somos lo que pensamos, y eso las personas emocionalmente maduras lo han experimentado. Si actúas más y te quejas menos significa que estás creciendo emocionalmente.

5. Empatizar sin sentirse abrumado por las emociones ajenas
Las personas maduras emocionalmente son capaces de gobernar y manejar sus emociones y las que les contagian. Eligen lo que quieren conservar y lo que no, lo que les ayuda a ser muy eficientes en la labor de escucha.

Además, consiguen que en sus relaciones haya un equilibrio entre dar y recibir, resultando unos intercambios mucho más satisfactorios.

6. No castigarse por cometer errores
Los errores son una buena manera de aprender. Es decir, fallar nos permite saber cuál es el camino que no debemos seguir. Por eso, los errores son bienvenidos en las vidas de las personas maduras.

Además, las personas emocionalmente maduras no se castigan por tener limitaciones, las aceptan y trabajan para mejorarlas. No insisten en que las cosas siempre salen bien, ya que saben que no todo es de color de rosa y que cada golpe puede ser una buena oportunidad para crecer.


7. Aprender a abrirse emocionalmente
Las corazas pertenecen al pasado y que solo dificultan nuestro viaje. Por eso, es muy importante dejar de temer al compromiso y al amor, confiando en uno mismo y en los demás de manera plena.

Disfrutan tanto del tiempo en soledad como del tiempo compartido.

Como hemos visto, la madurez emocional permite tomar las riendas de la vida, tener una visión propia del mundo y una gran ambición para el éxito. Constituye todo un proceso de crecimiento personal en el que la persona se hace más responsable de sus emociones.

Al desarrollar la madurez emocional, la vida se convierte en un placer y no una tarea. En un puente hacia el bienestar interior y exterior.

Por Raquel Aldana

 
Trastorno de la personalidad dependiente

Es un estado mental en el que las personas dependen demasiado de otros para satisfacer sus necesidades emocionales y físicas.

Causas
Las causas de trastorno de personalidad dependiente se desconocen. El trastorno generalmente comienza en la infancia. Es uno de los trastornos de la personalidad más frecuentes y es igualmente común en hombres y mujeres.

Síntomas
Las personas que sufren este trastorno NO confían en su propia capacidad para tomar decisiones. Es posible que se sientan muy alteradas por la separación y la pérdida de alguien. Pueden hacer lo que sea, incluso sufrir maltrato, con tal de conservar una relación.

Los síntomas del trastorno de la personalidad dependiente pueden incluir:

  • Evitar estar solo
  • Evitar la responsabilidad personal
  • Resultar fácilmente lastimado por la crítica o la desaprobación
  • Enfocarse demasiado en los miedos de ser abandonado
  • Volverse muy pasivo en las relaciones interpersonales
  • Sentirse muy perturbado o impotente cuando las relaciones terminan
  • Tener dificultad para tomar decisiones sin el apoyo de otros
  • Tener problemas para expresar desacuerdos con otros
Pruebas y exámenes
El trastorno de personalidad dependiente se diagnostica basándose en una evaluación psicológica. El proveedor de atención médica tendrá en cuenta el tiempo que la persona ha experimentado los síntomas y la severidad de los mismos.

Tratamiento
La psicoterapia se considera el tratamiento más efectivo. El objetivo es ayudar a que las personas con esta afección hagan elecciones más independientes en la vida. Los medicamentos pueden ayudar a tratar otras afecciones mentales, como la ansiedad o la depresión, que ocurren junto con este trastorno.

Expectativas (pronóstico)
El mejoramiento suele verse solo con terapia a largo plazo.
 
El amor nunca hará que los niños se malcríen

Hay quien sigue pensando aquello de que abrazar mucho a los niños, demostrarles afecto y cariños continuados harán que los más pequeños se malcríen. Que haremos de ellos pequeños tiranos ingobernables.

Quizá por eso, aún seguimos escuchando frases como “que es mejor despegarse lo antes posible de ellos”, o que atenderles por las noches cuando lloran es un error, y que es mejor dejar que se calmen en soledad. Hemos de ir con mucho cuidado ante estas creencias populares, que en ocasiones, no suelen encerrar demasiada sabiduría.


El amor que se ofrece con sabiduría, plenitud, libertad e inteligencia, jamás hará que un niño se malcríe. Porque educar en emociones es educar desde la alegría y no desde el miedo, o la coacción.

El mayor causante de la “malcrianza” de un niño está en realidad en la falta de atención, en la despreocupación o incluso en la comodidad. En recurrir por ejemplo a ofrecerle nuestro teléfono móvil a un niño de 2 años para que se calme, y esté entretenido un rato mientras nos ocupamos de otras cosas. Ofrecer atención, cariño y amor a nuestros hijos jamás hará que se malcríen.

La crianza a través de la Inteligencia Emocional
Todos tenemos claro también que hay niños exigentes que demuestran un alto nivel de demanda. Quieren atención, reconocimiento, palabras y juegan a desafiar nuestros límites constantemente. Lo creamos o no, el cariño va a seguir siendo nuestra herramienta clave. Ahora bien, desplegaremos un cariño inteligente que sabe de estrategias.

El cariño sabio que sabe reconocer al niño en sus aciertos, que pone límites y que hace uso de la orientación positiva en sus errores, consigue educar a una persona más segura de sí mismo, con menos frustración y mayor autoestima.

Sabemos que educar no es fácil. Que cada niño tiene unas necesidades y que los mismos consejos no sirven ni siquiera para dos hermanos.

Ahora bien, el que no se malcríen no depende en absoluto de las atenciones que les prestemos, sino en ofrecer una “atención de calidad e inteligente”. Por ello, es necesario tener en cuenta estas pautas:


Sí al apego seguro y coherente
Los niños, en especial en los primeros años, necesitan de un apego con sus padres para desarrollar un vínculo seguro con ese primer contexto social que es la familia.

Un apego seguro implica que siempre vamos a reaccionar igual. Un bebé cuando llora necesita ser atendido, un niño cuando hace una pregunta espera ser respondido.

Si no atendemos, si no respondemos a sus preguntas, el niño intentará llamar nuestra atención de mil formas posibles. Nuestros hijos necesitan hábitos coherentes, y un apego firme y constructivo donde se sienta seguro para descubrir el mundo de nuestra mano. Día a día, irá avanzando con mayor independencia.

Evita caer en la estrategia más fácil
Querer a alguien es preocuparte por ese alguien, en este caso, nuestros hijos. Y preocuparnos e invertir tiempo en nuestros hijos jamás hará tampoco que se malcríen.


  • Hay padres y madres que por ahorrar tiempo y evitar lágrimas o berrinches prefieren “la salida más fácil”: ceder.
  • Si mi hijo llora porque no le he dado la leche en la taza de su hermana mayor, acabo quitándole la taza a uno para dársela a otro. Y en efecto, puede que acabe antes y se terminen las lágrimas, pero lo que estaré haciendo, efectivamente, es ceder: “malcriar”.
  • Y puesto que les queremos, les enseñaremos a gestionar esas emociones. A que uno no siempre puede conseguir lo que desea, y a que la rabia, las lágrimas, no siempre son caminos para conseguir nuestros objetivos.
  • Les diremos que no, y puede que hoy lloren, al igual que mañana y pasado. Pero seremos firmes y seguiremos educando su resistencia a la frustración hasta que al final, lo entiendan.
No hagas uso del chantaje emocional, utiliza la Inteligencia Emocional
“Es que me vas a matar a disgustos”, “Pórtate bien por que si no ya no te querré”, “Si haces esto todos los niños se van a reír de tí”… este tipo de chantajes emocionales no son una buena estrategia.

  • Recuerda siempre que la palabra tiene poder, y que los niños entienden mucho más de lo que pensamos.
  • Evita el chantaje emocional o daremos al mundo el día de mañana hábiles chantajeadores que harán infelices a otros.
  • Toda norma se argumenta, toda obligación o castigo debe explicarse para que el niño la entienda.
  • Atiende sus emociones e intenta que esa rabia, ese miedo o tristeza, contenida se traduzca siempre en palabras.
Darles voz, reconocimiento y autonomía en el día a día tampoco hará que se malcríen
Cuando les ofrecemos una responsabilidad y les damos un poco más de libertad, no estamos malcriándolos. Les ayudamos a crecer y asumir nuevos papeles, nuevos retos.

  • El apego en los primeros años de crianza ofrece seguridad al niño para crecer y descubrir el mundo desde nuestra mano.
  • Día a día, esa mano se irá retirando poco a poco para guiarles más con la palabra, con la mirada sincera, con el abrazo de quien sabe ofrecer reconocimiento, amor y ánimos cuando se necesita.
Ayudar a crecer a un niño es darles ejemplo cada día, es ofrecer tiempo de calidad y un amor sabio y pleno que no entiende de chantajes, que busca educar niños felices para dar al mundo adultos capaces, libres y maduros el día de mañana.

Por Valeria Sabater
 
El poder de la imaginación

El valor de una imaginación fértil, es la fuente de todo pensamiento creativo, y mucho más importante que el conocimiento; es una de las principales razones por la que la mayoría de personas no tienen éxito, porque no han aprendido a usar la imaginación.

Muchas veces escuchamos frases como “es que yo no tengo mucha imaginación”, “mi compañero tiene mucha más que yo”… Frases equívocas, pues todos nosotros desde que somos niños tenemos un alto potencial imaginativo.


“En los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento”

-Albert Einstein-


La imaginación en el niño
Todos nacemos con una imaginación muy activa, como sucede con los niños, que viven en un mundo de fantasía durante unos años, la cual se trata de una fase normal del desarrollo de la personalidad, pero cuando los poderes de razonamiento superiores comienzan a madurar rápidamente, el niño progresa a un mundo de realismo.

Muchos jóvenes abandonan casi por completo el uso de su imaginación en esta etapa de sus vidas, y otros hacen uso de ella de una manera constructiva; es aquí donde los padres juegan un papel muy importante, ya que pueden dar a su hijos alguna salida creativa para su imaginación, mientras que otras reprimen o inhiben la del niño.


En realidad, cada ser humano tiene una imaginación, que puede estar reprimida, distorsionada o inactiva, pero existe, y es más potente que la fuerza de voluntad, pero cuando existe un conflicto entre ambas -imaginación y fuerza de voluntad-, siempre gana la primera.

“El exceso de imaginación o de pensamiento racional pueden ser igualmente peligrosos. Esas dos fuerzas tiran hacia lados opuestos y, sin embargo, hay que mantenerlas en armonía”

-Alexander Alekhine-


Cómo desarrollar una imaginación creativa
La capacidad que tiene la mente para cambiar la imaginación a la realidad, es muy poderosa. Para hacer que tu mente sea creativa, sigue los siguientes pasos con constancia y tenacidad. Cuando menos te lo esperes, los resultados te sorprenderán.

1. Describe o carga la imagen deseada
Visualízate a ti mismo teniendo éxito en la vida, tal y como a ti te gustaría. Obsérvate y siente como si en este mismo instante esa vida que visualizas ya está presente. ¿Qué sientes? ¿Te encuentras feliz?

2. Respira profunda y relajadamente
Sé más receptivo y capaz de crear una imagen más detallada, ya que lo que imagines debe de ser lo más parecido a la experiencia real como te sea posible, prestando atención a las vistas, sonidos, olores, sabores y cualquier otro detalle de la escena.


3. Imagina los resultados deseados
Imagina los resultados deseados, que están sucediendo realmente, e imagínate en el tiempo presente con frases como “Yo soy.y olvídate del “espero” o “Voy a tratar de“. Es necesario que te centres en el ahora.

4. Crea emociones positivas
Piensa en la alegría, la relajación a felicidad en la escena o el orgullo de la situación, y sonríe mientras lo estás imaginando. Siempre que visualices o pienses en algo sonríe. Las emociones positivas son verdaderamente mágicas.

5. Dedica 5 minutos a visualizar
Dedica 5 minutos de tu día para visualizar mentalmente la imagen que deseas que se haga realizad, por lo menos dos veces a la semana. Prueba a primera hora de la mañana, antes de levantarte de la cama y de nuevo en la noche justo antes de dormir; libérate de tensiones, e imagínate en un lugar tranquilo y relajado.

“Tu imaginación es libre, no la hagas prisionera de las convicciones de los demás”

-Anónimo-


¿Crees que no puedes imaginar tanto como los demás? Ahora ya sabes que desde niño siempre has tenido una alta capacidad para hacer esto, tan solo te has olvidado o has negado lo que sin duda posees. Esta capacidad es muy importante para motivarte y, también, para dar rienda suelta a tu creatividad.

No limites tu poder de imaginar la vida que deseas, sueños, metas y éxitos. Nuestra mente tiene mucho poder, así que no la desperdicies. Te vendrá, además, muy bien si tienes un trabajo creativo.

Por Gema Diez
 
¿Cuál es tu creatividad? Elige una de las 5!

La creatividad se define como la capacidad de carácter cognitivo afectivo que permite organizar un proceso psicológico que nos lleve a mostrar un comportamiento nuevo, original, flexible, fluido y organizado, orientado a la búsqueda, la detección y solución de un problema.


La creatividad es muy demandada en el ámbito profesional ya que las personas que la han desarrollado son capaces de ofrecer productos únicos e ingeniosos. Las empresas buscan a personas originales e innovadoras que las hagan avanzar y cobrar ventaja respecto a la competencia más directa. Así, constituyen la riqueza intangible más importante.

Pero, la creatividad también es una fuente de enigmas:. ¿Por qué algunas personas son más creativas que otras? ¿Existen las personas cero creativas? La verdad es que no exiten personas sin creatividad sino las que no han encontrado, aún, su tipo de creatividad.

¿Cuáles son las características del pensamiento creativo?
Una mente creativa se caracteriza por una serie de elementos:

Fluidez

Es la capacidad de generar una cantidad considerable de ideas o respuestas a pensamientos establecidos. Normalmente, tenemos solo una idea o dos para un pensamiento y estos están condicionados por lo que hemos visto u oído en otras ocasiones. Una mente creativa es capaz de generar muchas ideas o respuestas.

Flexibilidad

Es la capacidad de ampliar nuestras alternativas. Lograr generar más opciones. Cuando necesitamos darle respuesta a una pregunta, una mente creativa tiene muchas opciones. A veces demasiadas, lo que dificulta la capacidad de elección pero favorece la cantidad de posibilidades a haber.

Originalidad

Se basa en pensar nuevas ideas, visualizar los problemas de forma diferente y proponer nuevas soluciones. Las ideas que surgen son novedosas, algo que nunca se ha pensado o una nueva perspectiva de una solución ya dada.


Elaboración

Añadir elementos, detalles o ideas que ya existen, modificando alguno de sus atributos. Sin ser original, tan solo aportando pequeñas pinceladas nuevas que doten de aire fresco una idea ya existente.

Tipos de creatividad
No tenemos porqué poseer un tipo de creatividad “estándar”. Podemos poseer otros tipos, como los que a continuación explicamos. Por otro lado, si queremos desarrollar nuestro potencial creador, podemos hacerlo centrándonos en solamente un tipo o trabajando todos a la vez. Lógicamente, la segunda forma será la más completa y la que probablemente nos aporte una mayor conocimiento sobre nosotros mismos.


1. Creatividad mimética
Este tipo de creatividad se centra en copiar, imitar o reproducir algo exactamente igual. Es un tipo de creatividad básico y poco elaborado, puesto que incluso los animales son capaces de desarrollarla.

2. Creatividad analógica
Las analogías nos permiten resolver problemas más complejos. Sirven para transferir información que entendemos y dominamos con el objetivo de resolver nuevos desafíos. En definitiva, dan lugar a nuevas ideas.

3. Creatividad bi-sociativa
Este tipo de creatividad se presenta cuando nuestro pensamiento racional se conecta con el pensamiento intuitivo. Es lo que podríamos denominar el momento ¡Eureka! o insight. La creatividad bi-sociativa permite conectar una idea que nos es familiar con otra que no lo es, con el objetivo de generar un concepto diferente.

4. Creatividad narrativa
Se ve reflejada en la capacidad para crear historias. Las historias suelen seguir un orden coherente. Se relacionan y unen los personajes, acciones, descripciones, tramas, narración del relato y gramática. Como resulta muy sencillo reconstruir estas historias y crear algo nuevo, por lo que puede ser muy útil para pensar de manera diferentes.

5. Creatividad intuitiva
En este sentido, la intuición tiene que ver con la capacidad de recibir las ideas y crearlas en nuestras propias mentes sin necesidad de imágenes externas. Así, vaciar nuestra mente o apartar por un instante los sistemas de razonamientos que tenemos automatizados va a preparar el terreno propicio para que surja nuestra creatividad intuitiva.

En un sentido práctico, para lograr esto podemos hacer meditación, yoga u otro tipo de actividad que nos permita crear un estado de consciencia tal que logremos vaciar la mente y relajarnos. De esta manera, crearemos un estado de consciencia fluido que permita que las ideas lleguen fácilmente.

Además de estos tipos, la creatividad pasa por un proceso que consta de otros procesos más pequeños: el de revisión y el de exploración, los problemas que se presentan y las soluciones que le encontramos para solventarlos, la solución creativa (Eureka) y, por último, poner nuestra idea en práctica y ver si resulta efectiva.

Además de este proceso, necesitamos ciertos recursos que nos ayuden en nuestro “camino creativo”: inteligencia y conocimiento, motivación y personalidad. Sin estos tres elementos nos va a resultar muy difícil ser creativos.

Por Raquel Lemos Rodríguez
 
El miedo a brillar

Una de las grandes paradojas del ser humano es esa de querer ser especial, pero al mismo tiempo tener miedo a brillar. ¿Quién no quiere ser reconocido y admirado? Todos tenemos la necesidad de que los otros vean nuestras virtudes. Y en ello hay un plus si, además de verlas, son destacadas.

Ahora bien, muchos se sienten intimidados a la hora de destacar. Casi todos en realidad. Y es que para destacar, también se necesita apartarse un poco del grupo, no permanecer en el rebaño. En otras palabras, ubicarse en el registro de “lo diferente”. De ahí viene a veces ese miedo a brillar.

Tu luz no sólo no ensombrece a otros, sino que les hace brillar más”.

-Amparo Millán-

Por eso, lo primero que se debe hacer es establecer una distinción entre ser aprobado y destacar. Cuando eres aprobado, recibes esa palmadita en el hombro, o esa exaltación que da fe de que estás siendo aceptado y valorado por un grupo. En cambio, al destacar, al brillar con luz propia, no necesariamente se consigue aceptación. Incluso es posible que generes rechazo.

A veces el asunto no es tan extremo. El miedo a brillar puede proceder de una autoestima lastimada. En esas circunstancias, el reconocimiento de los demás asusta. Se quiere permanecer en el anonimato, aunque secretamente se desee y se necesite.

El miedo a brillar y la culpa
El éxito de alguien suele hacer sentir mal a otras personas. Es inevitable. Forma parte del paquete. Un triunfo excepcional, necesariamente impacta en los demás e incluso, muchos se sentirán inferiores, aunque no sea esa tu intención. Una persona insegura asume el éxito de los demás como una amenaza. Es como si esto pusiera en primer plano el hecho de que no fue él quien lo logró.

Todo esto lo sabemos intuitivamente. Presentimos que el éxito da origen a una hostilidad latente o explícita. El temor a esas reacciones influye en el miedo a brillar. No se quiere entrar en tensión con los demás. Especialmente si son personas importantes para nosotros.

Hay mecanismos inconscientes que muchas veces llevan a castigar a quien destaca, a quien más poder o brillo tiene.

La familia y el miedo a brillar
La familia es el primer núcleo de socialización y muchas veces es allí donde se instala ese miedo a brillar. Ocurre principalmente cuando la familia es disfuncional o predomina en ella la falta de autovaloración, la envidia o el sentimiento de inferioridad. Si uno de los miembros de una familia así alcanza el éxito, se le ve casi como una traición.

Por supuesto, esto no ocurre en el terreno de lo consciente. Se filtra a través de comportamientos como prohibir que se alardee de los logros u obligar a alguien a poner sus talentos al servicio de los demás, precisamente porque “lo hace mejor”. Se introduce entonces la idea de que destacar trae consecuencias negativas.

Así mismo, los padres inculcan mandatos implícitos a sus hijos. Uno de ellos, muy frecuente, es el de sufrir por su sufrimiento. Quien tiene unos padres así se sentirá terriblemente mal cuando alcanza un logro que lo hace muy feliz. ¿Cómo sentirse bien, sabiendo que ellos sufren? De ahí el miedo a brillar

Cuando te destacas, también te expones
A lo anterior se pueden añadir los casos en los que se siente miedo a brillar porque hay un enorme temor a ser diferente. Se teme ser señalado, cuestionado o rechazado. Destacarse también es exponerse. Y exponerse significa enfrentarse a la opinión de los otros, que no siempre es constructiva con lo nuevo o lo diferente.

Normalmente lo anterior ocurre porque se le otorga excesivo valor a la mirada ajena. De ahí que se le dé mucha más importancia a los atributos que aprueban los demás, en lugar de dársela a aquellas características que nos hacen únicos. Por eso, implícitamente, se forjan objetivos que complacen la opinión generalizada y no necesariamente aquellos que nos hacen más felices.

El miedo a brillar involucra siempre una culpa y un temor a ser rechazados. Son muchos los que renuncian a destacar, solo para conservar el afecto de su familia, sus amigos o su pareja. Por no “traicionar” a los demás, terminan traicionándose a sí mismos. Sumándose a la infelicidad conjunta y limitando su desarrollo. Es algo erróneo. Cuando somos mejores, también podemos ayudar a que los demás lo sean.

Por Edith Sánchez
 
Miedo a vivir

Temer a la vida es algo frecuente y a la vez, oculto. Los que lo sufren, experimentan sentimientos muy profundos que son difíciles de erradicar donde el miedo tiene un papel protagonista.

Muchos dejan de tener ilusiones o sueños en la vida, lo que se traduce en “dejar de vivir en vida”. De esta manera, no intentamos lograr más objetivos, no perseguimos nuestros ideales, no hacemos prácticamente nada diferente.

El miedo a vivir nos paraliza hasta el punto de que nos impide avanzar

El temor de avanzar
Lo que quiere decir el hecho de tener “miedo a vivir” es estar quieto en un lugar, sin dar más pasos, no arriesgarse por nada ni nadie, debido al temor que las decisiones nos producen.

También es sinónimo de dejarse llevar en masa hacia un mismo sitio colectivo, no tener pensamientos diferentes para evitar “no encajar”, etc.

El miedo a vivir también es una limitación absoluta que se puede describir como alguien que está mirando el mundo desde una ventana, pero que no sale de su casa para jugar, pasear, amar, hablar, sonreir, etc. Sólo se queda en ese plano pasivo donde no hay lugar para la acción, la risa, el movimiento, la decisión.

La vida es básicamente alcanzar los sueños que van surgiendo. Claro que no son los mismos objetivos a los 10, a los 20, a los 30 o a los 70, pero siempre hay metas que se pueden cumplir, aún cuando todo indique lo contrario.

La vida es romper el equilibrio, es efímera, debe tener emociones de todo tipo, sirve para aprovechar las épocas de bonanza y para aprender de las etapas tristes

Es necesario arriesgar en esta existencia tan corta que tenemos los seres humanos, salir de los muros y las rejas que nos hemos impuesto por diferentes razones, dedicarnos a ser felices o al menos, buscar esos ratitos de felicidad y goce.

Desear para seguir adelante
El deseo es aquello que nos permite seguir, es el motor para continuar (lo mismo que ocurre con un coche). Desear es lo mismo que tener esperanza, objetivos, metas, sueños o como queramos llamarlo.

Cuando una persona lucha por lo que desea, el miedo no lo limita, ningún obstáculo puede vencerlo. Todos los temores que puedan abordarle lo utilizan como impulso para seguir adelante y vencer hasta lo imposible.

Aquellos que se quedan estáticos, de pie, sin dar un nuevo paso porque tienen temor a las consecuencias o a equivocarse, son personas estancadas que no solo no avanzan, sino que no permiten que los demás lo hagan.

“El que no arriesga no gana”

-Anónimo-

No hay emoción más intensa que el haber logrado algo después de un gran esfuerzo. No existe alivio superior a la hora de dormir que haber trabajado lo suficiente para alcanzar ese objetivo…

No encontrarás mayor placer que decir “hice realidad mi sueño”, con sacrificio, valor y determinación. Pues la verdad es que nadie te regala nada y si así fuera, no tendría “el mismo sabor”.

Vivir sin miedo
“Vivir sin miedo es igual a vivir (con todas las letras)”, es preciso que cambies tu actitud frente a tu día a día. Pregúntate dónde comenzaron los sentimientos de miedo, el origen de tus temores, comprende qué es aquello que te ha llevado a situarte en la posición actual, es decir, a no vivir como corresponde.

Tal vez puede haber sido que fuiste criado en una familia muy estricta, o que has tenido una decepción muy grande en tu vida amorosa o profesional. Una traición, una muerte, un trauma, un error grave, todo aquello nos paraliza.

Sin embargo, no es excusa suficiente como para dejar que pasen y pasen los días en el calendario sin hacer algo diferente. Trabaja en ello, acude a una terapia si es necesario, habla con quién sea adecuado, pero lo importante, es que “no te dejes estar”.

Sumérgete en los recuerdos de tu memoria y en lo que ocurre en tu corazón, exterioriza aquello que te pasa. Si no te animas con alguien enfrente, hazlo frente al espejo.

Quita todas las capas de ese dolor que no te permite continuar. Nadie mejor que tú tiene las herramientas adecuadas para salir adelante


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