Asturias: paraíso natural, tierra de inconquistables

Parque natural Las Ubiñas-La Mesa o cómo adentrarse en el universo del oso pardo sin salir de Asturias
No hace falta irse de safaria a África para conectar con nuestra naturaleza más salvaje


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¡He visto un oso! © Alamy



Hemos venido al parque natural Las Ubiñas - La Mesa a ver osos. Pero el objetivo es, en realidad, una buena excusa para adentrarnos en su hábitat, uno de los espacios naturales más bonitos y mejor conservados del norte de España, y dar largos paseos por valles que revientan de esplendor primaveral, soñar con los angelitos en un monasterio del siglo XI recuperado como Parador – el de Corias – y, como colofón, darnos un festín de estrella Michelin en Casa Marcial, el restaurante de Nacho Manzano. No está nada mal el plan.

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Esto va de conservación y respeto, no de hacernos un selfie © Getty Images

Eso sí, hay que madrugar. Bajo la luz grisácea que antecede al alba, los bosques de hayas, robles, fresnos y arces muestran su faceta más mágica y misteriosa a través de la niebla. Casi en silencio para no molestar a sus habitantes, avanzamos por un sendero embarrado por las lluvias de ayer.


Hasta este enclave único, en el que todavía es posible ser testigo del cortejo del casi extinto urogallo cantábrico, hemos llegado en un viaje organizado por el conservacionista británico Paul Lister y The European Nature Trust, la fundación que creó para devolverle a la naturaleza lo que es de ella. Célebre por sus programas de reintroducción y recuperación de especies, Lister conoce bien los principales dominios del oso pardo y el lobo en Europa y Norteamérica y siente una afinidad especial con Asturias.




“A diferencia de otros lugares donde utilizan cebo, comida para atraer a los animales hasta los escondites donde esperan los humanos, aquí las observaciones de osos se realizan a un mínimo de 500 metros, con lentes de largo alcance de una ladera a otra. Uno podría pensar que los encuentros no son tan emocionantes, pero seguirles el rastro aún lo es más. Además, estamos hablando de conservación, de respeto, no de hacernos un selfie”,dice contundente.

En la excursión participan otros filántropos y activistas medioambientales amigos de Lister, como el productor de cine José María Morales, de Wanda Films, responsable de algunos de los documentales de naturaleza más hermosos y premiados de los últimos años –si no has visto Guadalquivir (2013) y Cantábrico (2107), ya estás tardando– o José Antonio García Menéndez, propietario del idílico y remoto hotelito Tierra del Agua.

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"Los osos son buena gente" © Getty Images

Como guías de excepción contamos con dos de los biólogos al mando del equipo de investigación científica y técnica de la Fundación Oso Pardo, Juan Carlos Blanco y Fernando Ballesteros, y varios miembros de las patrullas de vigilancia osera que la asociación tiene la zona. Nadie mejor que ellos para mostrarnos sus santuarios y traducirnos lo que nuestros ojos no alcanzan a entender.




“¿Ves las ramas quebradas de esos árboles?”, señala Fernando. “Los osos son ágiles trepadores y les encantan los brotes tiernos de los robles”.

Tras las privaciones del invierno, los osos están especialmente activos durante la primavera, de ahí que este sea el mejor momento para venir a observarlos. Dedican la mayor parte del tiempo a dar bamboleantes paseos en busca de comida y, en el caso de los machos en celo, de una compañera dispuesta. Para ellos, 20 kilómetros al día no son nada.

Los osos son muy promiscuos. Los machos se aparean con varias hembras en un mismo día, mientras que las hembras pueden llevar dentro hijos de diferentes padres.

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Una osa trepa a un roble © Getty Images

“Cada uno tiene sus razones”, puntualiza Begoña Almeida con tono de ir a contar un secreto. “Ellos buscan imponer su gen dominante y ellas, proteger a sus futuras crías. El principal peligro para los oseznos es un macho en celo, que intentará matarlos para que la hembra vuelva a estar disponible. Pero si el macho reconoce a la hembra como un viejo ligue, pensará que una de esas crías es suya y no los atacará”.

Encargada de patrullar el territorio osero de las Montañas Palentinas y de organizar talleres y salidas educativas al campo, a Begoña le encanta compartir curiosidades sobre el fascinante comportamiento de los osos.




Recluidos hoy a los reductos más salvajes e inaccesibles de la geografía, hubo un tiempo, allá por los siglos XVII y XVIII ,en los que los osos pardos campaban a sus anchas por toda la Europa continental. Pero la pérdida y fragmentación de su hábitat, la caza furtiva y el miedo ancestral de una sociedad que los consideraba alimañas, diezmó su población en la península hasta llevarlos al borde de la extinción en las décadas de los 80 y los 90.

Cuando un grupo de jóvenes amigos ecologistas que se negaba a ver desaparecer la especie de nuestro ecosistema creó la Fundación Oso Pardo en 1992 –el dinero inicial provino de un concierto benéfico de El último de la fila–, casi ninguno había visto nunca a un oso.

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La población de osos pardo ha ido creciendo en España en las últimas décadas © Condé Nast Traveler

Lógico: en España quedaban menos de 80. En la actualidad, se calcula que por nuestras montañas se mueven alrededor de 370 plantígrados, según estimaciones basadas en los censos de hembras con crías, más fáciles de medir.

La mayoría, unos 330, incluidas 41 hembras con 73 crías, están aquí, en la Cordillera Cantábrica, y más concretamente en las áreas naturales protegidas que se extienden desde Os Ancares de Lugo hasta la zona central de la cordillera entre León y Asturias, donde la población se cree que alcanza los 280 individuos.




Las cifras pueden sonar ridículas si las comparamos con las de Rusia, con 36.000 osos, o Rumanía, con alrededor de 7.000, pero, con un crecimiento constante del diez por ciento, los guardianes de los osos pueden sentirse orgullosos y aliviados.

Con las viejas amenazas aún latentes, pero bajo control –no olvidemos que el oso pardo sigue siendo una especie amenazada–, los esfuerzos de la FOP se centran ahora en ampliar el territorio de acción de los osos, creando pasillos medioambientales que permitan una población continua y más fuerte genéticamente a lo largo de toda la cornisa Cantábrica, y en garantizar la convivencia armónica entre osos y humanos. También en regular el cada vez más creciente turismo que llega atraído por la “marca oso”.

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Una osa y su osezno © Alamy

Con los primeros rayos de sol colándose por las copas de los árboles, el bosque se llena de matices. También sonoros. Los polluelos reclaman el desayuno desde sus nidos y la orquesta de insectos polinizadores sube el volumen a medida que aumenta la temperatura.

Es inevitable fantasear con las xanas, las hadas del agua peinando sus largas melenas junto a los arroyos. Hasta que una sucesión de huellas al borde del camino nos saca de nuestro ensimismamiento. “Son recientes. De un oso no demasiado grande, probablemente adolescente.Ya se ha marchado lejos”, concluye Juan Carlos no sin cierta decepción.




“Los ataques de osos a humanos son casos aislados e insólitos, generalmente relacionados con la caza”. Y nos relata la historia de aquel anciano que, el año pasado, mientras paseaba con su perro –algo totalmente prohibido en zonas oseras–, sorprendió a un oso detrás de un arbusto.“El paisano se asustó tanto que no se le ocurrió otra cosa que darle un garrotazo en la cabeza”, cuenta sin evitar la carcajada.“Y el oso, más atónito aún, en vez de aplastarle como a un mosquito, le apartó con la pata y salió huyendo. Creo que eso demuestra que los osos son buena gente”.

En lo alto de un risco abierto al encajonado desfiladero nos esperan dos patrulleros con los potentes prismáticos enfocados a la pedrera de la ladera de enfrente. Llevan una hora observando los juegos de una hembra con sus dos retoños, pero ahora han decidido echarse a dormir.

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El oso se hace de rogar para un ojo humano poco habituado © Alamy

Mientras los oseznos son pequeños, la prudencia de mamá osa le lleva a permanecer siempre cerca de su guarida, escondida en terrenos escarpados y de difícil acceso. Desde su atalaya rocosa puede echarse la siesta despreocupada y, al mismo tiempo, vigilar que no se acerque ningún macho.

Los que sí están nerviosos son los patrulleros, que ven avanzar una densa niebla desde las profundidades del valle. Saben que el tiempo no da tregua: si la niebla nos alcanza, no habrá nada que ver.




“Justo a nuestras en punto, unos cinco metros a la derecha del árbol torcido. ¿Ves ese montículo?”, nos apremian. No,¿cuál de todos los árboles? Para ojos poco entrenados como los nuestros, distinguir el pelaje de un oso pardo sobre las rocas no es tan sencillo. A menos que se mueva...

De repente, como si escuchara nuestras súplicas, una enorme figura se despereza de su modorra bostezando con desgana justo antes de que la niebla oculte el paisaje primaveral con su vaho invisible.

*Este artículo y la galería adjunta fue publicada en el número 127 de la Revista Condé Nast Traveler (abril). Suscríbete a la edición impresa (11 números impresos y versión digital por 24,75 €, llamando al 902 53 55 57 o desde nuestra web) y disfruta de acceso gratuito a la versión digital de Condé Nast Traveler para iPad. El número de Condé Nast Traveler de abril está disponible en su versión digital para disfrutarlo en tu dispositivo preferido.

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Ilustración inspirada en el cuadro de Miró © Condé Nast Traveler

https://www.traveler.es/naturaleza/...urias-parque-natural-las-ubinas-la-mesa/15920
 
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Camín Real de La Mesa
La huella del ser humano se encuentra en esta ruta a cada paso, en cada piedra que fue colocada por los romanos para construir su vía de comunicación con la Meseta; la hallamos también en los rastros previos, los de las necrópolis tumulares, cuyos vestigios aún se pueden ver en la ruta.

La naturaleza se manifiesta en las diferentes especies de árboles y arbustos, así como en muchas de las especies de fauna que se ven, o que nos dejan sus huellas. Pero, sin duda, el elemento principal de la naturaleza en esta ruta es el paisaje.

Caminando por la cresta de la sierra, donde el paso es más sencillo, vamos viendo a derecha e izquierda los valles más cercanos y las montañas más lejanas, los ríos, bosques y pastos de Somiedo, Teverga, Grado, Belmonte de Miranda, Yernes y Tameza y más. Una ruta a vista de águila.
Esta ruta, de carácter histórico, está asentada sobre una antigua calzada romana, concebida en su día para unir la Meseta con Asturias y facilitar así las comunicaciones entre los comerciantes de ambas regiones. El trazado inicial llegaba hasta Pravia, pero, en la actualidad, se encuentra asfaltado desde el pueblo de Dolia.
Iniciamos la ruta desde el puerto de San Lorenzo, donde encontramos dos caminos: uno hacia la izquierda, que pasa a media altura de la ladera, y otro hacia la derecha, que sube hasta la antena. Nosotros tomaremos el primero, hacia la izquierda.
A los 6,8 kilómetros, aproximadamente, el camino se cruza con otro de tipo agrícola, y continuamos recto sin desviarnos.
Cuando hemos recorrido 12 kilómetros desde el inicio de la ruta, encontramos otro cruce de caminos, haciéndole caso omiso y siguiendo recto. Tres kilómetros más adelante, kilómetro 15, encontraremos la Venta Porcabezas.
En el kilómetro 16, aproximadamente, el camino se bifurca; giramos a la derecha para llegar hasta el pueblo de Dolia, que nos queda a unos 2 kilómetros de distancia. También podemos empezar la ruta desde este pueblo pero en sentido contrario. Era el último pueblo que tenían en aquella época los comerciantes antes de afrontar el largo paso de más de 40 kilómetros hacia la Meseta
 
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RESERVA NATURAL INTEGRAL DE MUNIELLOS
Algo tiene Muniellos. Algo que despierta sensaciones irracionales, de misterio; inquietante en ocasiones y, otras, de una relajante placidez. Naturaleza con personalidad, no encontrarás otro lugar igual.

Es uno de los robledales más extensos de Europa y su riqueza paisajística solo es comparable a su diversidad vegetal, en la que los líquenes que cuelgan de los árboles, “las barbas de capuchino”, y el ranúnculo de Muniellos, especie endémica de la reserva, son el más claro reflejo del alto grado de conservación y naturalidad de este espacio.

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¿Te imaginas un bosque donde solo pueden entrar 20 personas al día?

Para poder visitarlo es necesario gestionar el permiso de entrada a través de:

Web: www.asturias.es

Teléfono: llamando al 985 27 91 00 o al 012 (llamada gratuita desde Asturias)

La visita permite acceder a su principal valle glaciar donde se encuentran las 4 lagunas.

FICHA TÉCNICA


LOCALIZACIÓN

La Reserva Natural Integral de Muniellos se situa sobre los cordales que separan los concejos de Ibias y Cangas del Narcea e incluye tres montes:

Valdebois se sitúa al noroeste del anterior e incluye la cabecera del río Aviouga, cauce que afluye al río Ibias muy cerca de la confluencia de éste con el Navia, que se produce ya en la provincia de Lugo. Dicha cabecera no presenta una disposición tan cerrada como la del río Muniellos, abriéndose ampliamente al noroeste. Enclavada en el monte, se sitúa la pequeña aldea ibiense de Valdebois, con apenas doce habitantes

Muniellos un anfiteatro natural abierto al nordeste por el estrecho paso de Las Tablizas. Las alturas de los picos del Connio y Penavelosa cierran el área al noroeste, las cumbres de la Sierra de Ciallo cierran el borde suroccidental y, por último, la línea de cumbres que va del Pico de Rioseco al Forcaso y el Pico Cabrón cierran el borde suroriental. Muniellos constituye así un dominio geográfico aislado de su entorno por líneas de cumbres en torno a los 1.500 m.

El anfiteatro de Muniellos se organiza en tres valles principales el de La andanosa o de las Lagunas, el de Las Gallegas o de Refuexo y el de La Zreizal o de Teixeirúa. Los tres valles confluyen en el río Muniellos que, tras superar el angosto desfiladero de LasTablizas, afluye al río Narcea. En esos tres valles principales confluyen a su vez una multitud de regueros y arroyos (vallinas), tantos como días tiene el año, de acuerdo con un dicho popular.

La Viliella se sitúa al sudeste de Muniellos e incluye las cabeceras de algunos de los arroyos que alimentan el río Ibias por su margen derecha. Fuera del ámbito de la Reserva, pero casi sobre su límite, se localiza la aldea de La Viliella (Cangas del Narcea), con una población residente de algo más de veinte personas.



 
3, 2, 1… ¡Y acción! Así es el Gijón de cine
Recorremos todos esos rincones de la ciudad relacionados con el séptimo arte: descubre su lado más cinematográfico

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    iStock


    3, 2, 1… ¡Y acción! Así es el Gijón de cine
    Gijón es una ciudad repleta de cultura, de exquisita gastronomía, de historia y de un entorno natural inmenso. Pero, sobre todo, Gijón es una ciudad de película. Así que, ¿qué mejor maridaje para vivir la experiencia de visitar la urbe asturiana que asistir al Festival Internacional de Cine de Xixón? Aprovechando el gran evento, decidimos recorrer la ciudad parando en sus rincones más cinematográficos. Es decir: prestando especial atención a esos lugares relacionados con el séptimo arte o a los que, en alguna ocasión, sirvieron de escenario a hermosas películas cuyos productores lo tuvieron claro: Gijón era el lugar ideal para rodar sus grandes obras.

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    Alejandro Braña para Gijón/Xixón Turismo


    La Laboral, ¿dónde si no?
    Se trata de uno de los emblemas arquitectónicos y monumentales de Gijón, y no es para menos: hablamos del edificio civil más grande de toda España –tres veces el tamaño de El Escorial, alucina-, ¿cómo no iba a convertirse en protagonista de la gran pantalla? De hecho, el patio de la antigua Universidad Laboral ha sido utilizado en el rodaje de películas de lo más diversas.



    ¿Por ejemplo? En Mortadelo Y Filemón, cinta en la que Javier Fesser decidió transformarlo en el palacio del malvado personaje que interpretaba a un dictador. Aquello sucedió en 2002, y no fue hasta 2009 que La Laboral volvió a vivir uno de sus mayores momentos de gloria cinematográfica: en Fuga de Cerebros, del director Fernando González Molina, se transformó en la Universidad de Oxford con estudiantes tan afamados como Mario Casas o Amaia Salamanca.

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    Gijón/Xixón Turismo


    Cimavilla, el corazón gijonés
    Solo hay que dedicar unos minutos a pasear por las calles del barrio más antiguo –y con más solera- de Gijón, para entender por qué José Luis Garci lo eligió, entre otros muchos enclaves de la ciudad, para rodar su oscarizada Volver a Empezar. Corría el año 82 cuando una película española se hacía, por primera vez, con la estatuilla dorada, y aunque mucho ha cambiado la ciudad asturiana desde entonces, ya sirvió para catapultar sus hermosos rincones a la fama mundial.



    A día de hoy, Cimavilla sigue brillando y atrayendo a los cientos de turistas que recorren sus calles a diario y que se acercan hasta él para admirar su hermosa Plaza Mayor, conocer la historia que se esconde tras la Plaza del Lavadero y las cigarreras y, por supuesto, visitar la Casa Natal de Jovellanos, todo un must.


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    Gijón/Xixón Turismo


    San Lorenzo, la gran protagonista
    Pero si existe un enclave en Gijón que pudo lucirse y bien en Volver a empezar, esa fue la extensa playa de San Lorenzo. En la película se recrearon a gusto en el precioso paisaje de la playa más ambientada de todo Gijón: no importa qué época del año sea, que siempre habrá paisanos disfrutando de un agradable paseo por su orilla. Eso, si las mareas lo permiten, claro está.



    Y es que en San Lorenzo estas cuentan con un gran protagonismo, ya que dependiendo del momento del día y del año, el paisaje cambia por completo. De 1550 metros de longitud y dividida en partes –y nombres- según las 16 escaleras de acceso con las que cuenta, Garci se explayó rodando en ella y captando su esencia a diferentes horas del día. Eso sí, apunta bien: los amaneceres en San Lorenzo son para querer quedarse a vivir en Gijón.

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    iStockLa Plaza Mayor, por supuesto
    Ya la nombramos anteriormente, cuando comentamos la aparición de Cimavilla en el cine, pero lo cierto es que en ella transcurre una de las escenas más hermosas de toda la película de Volver a empezar, cuando el actor Antonio Ferrandis se despide de la ciudad, así que hemos decidido que se merece su propio espacio, ¿no crees?



    Diseñada en 1852, en ella se halla el ayuntamiento de Gijón (en la imagen) y es vía de paso para innumerables gijoneses y visitantes que la atraviesan tanto para salir como para entrar en el barrio de Cimavilla. Dos de sus lados están porticados- aunque, al parecer, el proyecto original incluía los cuatro laterales- y a lo largo del año acoge numerosos mercadillos, conciertos y eventos varios.

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    Gijón/Xixón Turismo

  • El Xixón más rural también tiene su hueco
    Efectivamente: también hay largometrajes que se han animado a atravesar los límites urbanísticos de Gijón para explorar su lado más rural. Por ejemplo, Jandro, una película protagonizada por Arturo Fernández que vio la luz en 1964 y que cuenta la historia de la Asturias minera centrándose en una familia de la mina de La Camocha.



    A día de hoy, el castillete de la mina continúa dominando el paisaje rural gijonés en una zona en la que abundan otros símbolos asturianos como los hórreos o los torreones románicos. Eso sí, si apetece descubrir más detalles sobre esa versión de Gijón tan relacionada con el campo, una idea estupenda es pasar una mañana en el Muséu del Pueblu d´Asturies (en la imagen), donde se recopilan y exponen ambientes, aperos de labranza, utensilios de la vida diaria e incluso auténticas casas y hórreos del entorno rural.

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    Gijón/Xixón Turismo


  • El Paseo de Begoña, un clásico
    Aunque ha recibido numerosos nombres a lo largo de su historia, el Paseo de Begoña siempre fue el Paseo de Begoña: los vecinos decidieron bautizarlo así por una capilla que se ubicaba en esta calle peatonal desde el siglo XVII. Repleto de cuidadas zonas ajardinadas –en Gijón lo de las bancadas con flores son puro arte-, de bancos en los que sentarse a disfrutar de ver la vida pasar y con una pérgola en azulejos y madera que es una auténtica maravilla, la zona es bien frecuentada por aquellos gijoneses que saben disfrutar de su ciudad.



    En una de las esquinas, el Teatro Jovellanos, y junto a él, el Café Dindurra, todo un icono de Gijón: abierto en 1901, es la cafetería más antigua de Gijón. Echar un vistazo a su interior, que mantiene ese aire de principios de siglo XX tan auténtico de líneas Art Déco, ya merece la pena.



    Y a todo esto, ¿qué tiene que ver el Paseo de Begoña con el cine? Pues que aparece en Pudor, una película de los hermanos Ulloa rodada en 2007. ¿Cómo no íbamos a incluirla entre nuestras propuestas?


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    Gijón/Xixón Turismo


    El Molinón, historia viva de Gijón
    Estaba claro: que el estadio de fútbol más antiguo de España se halle en Gijón tenía que ser aprovechado por algún productor de cine tarde o temprano. Y fue el caso, cómo no, de Garci, que también se fijó en este mítico enclave para desarrollar en él una de las escenas de su oscarizada Volver a empezar. Pero lo cierto es que la historia de este emblema gijonés no está clara, ya que se desconoce la fecha exacta de su construcción. Lo que sí se sabe, sin embargo, es que la primera vez que apareció mencionada en prensa la crónica de un partido disputado en su césped, fue en el diario local El Comercio del 20 de mayo de 1908.



    Hoy día sus alrededores están plagados de bares y negocios relacionados con el ocio y el ambiente suele estar asegurado. ¿Una curiosidad más? Su nombre, El Molinón, le viene de un antiguo molino hidráulico de grandes dimensiones que estuvo instalado muy cerca de donde se ubica el estadio, en el lugar en el que actualmente se encuentra el Parador de Gijón, ni más ni menos.

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    Félix González para Gijón/Xixón Turismo


    El Real Club Astur de Regatas de Gijón, nuevo en la lista
    ¡Y tan nuevo! Como que la película en la que aparece esta localización vio la luz este mismo 2019, después de que Álvaro Fernández Armero, director y guionista de la cinta, pasara rodando varias semanas en Gijón con todo su equipo a finales del año pasado.



    La película, en la que aparecen nombres tan conocidos del cine español actual como Adrián Lastra, Álex García o Paula Echevarría, narra la historia de un hombre al que, en plenos trámites de separación de su mujer, le toca la lotería y se convierte en millonario.



    La trama gira en torno en cómo evitar que su esposa se entere antes de firmar los papeles del divorcio para que no quiera quedarse con parte del premio. El Real Club Astur de Regatas fue fundado a comienzos del siglo XX y es uno de los más importantes de España. Tanto, que el mismísimo Alfonso XIII aceptó la presidencia de honor e incluso participó en alguna regatas poco después de su fundación.

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    Autocine Gijón: único en su especie
    En esta ocasión queremos hablar de un lugar íntimamente relacionado con el mundo del cine en Gijón, aunque en este caso no haya tenido la oportunidad –al menos aún, que todo se andará- de tener su hueco en la gran pantalla. Más bien, todo lo contrario: la localización en sí es una pantalla gigante. Te hablamos del Autocine de Gijón, uno de los lugares más auténticos de la ciudad y el único de su categoría que permanece abierto a día de hoy en el norte de España.



    Inaugurado en 1993, en sus comienzos fue ideado para funcionar únicamente durante los veranos, pero su éxito fue de tal calibre que se decidió mantenerlo y, además, abrir sus puertas a diario, algo que sigue sucediendo en la actualidad. No hay nada más auténtico que asistir a un gran estreno o ver uno de los éxitos de taquilla en un entorno tan peculiar: desde tu coche y en la compañía que prefieras. Para rematar, un último apunte: la cantidad de puestos de comida que se instalan en los alrededores del autocine ha crecido en número. Qué, ¿quién quiere un cine?

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    Gijón/Xixón Turismo


    Centro de Interpretación del Cine de Asturias: el complemento perfecto
    Y para acabar esta ruta especial para cinéfilos –o para aquellos que quieran conocer un poco más de cerca de dónde viene ese asombroso vínculo de Gijón con el mundo del cine-, proponemos una última parada: el CICA –Centro de Interpretación del Cine de Asturias-, donde disfrutar de la magia del cine más allá de la gran pantalla.



    Un completo centro volcado en el séptimo arte en el que hay espacio para celebrar ciclos centrados en la temática, presentaciones de libros, conferencias de profesionales relacionados con este apasionante mundo e incluso exposiciones cinematográficas. Eso sin olvidar la sala de audiovisuales y de conferencias con aforo para 33 personas o la mediateca, dividida en diferentes áreas. Esta es, sin duda, una última parada perfecta para terminar de entender y disfrutar del lado más cinematográfico de esta ciudad de Asturias: porque Gijón, por si no lo sabías, es de cine.
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Adjuntos

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Cangas del Narcea Parador Monasterio de Corias

Parador Monasterio de San Juan Bautista (Corias)

Entre los siglos XII y XIII alcanzó su máximo esplendor, llegando a poseer tierras en la mayor parte del occidente de Asturias e incluso de la vecina provincia de León.






El Parador se asienta íntegramente en las instalaciones del Monasterio. En la planta sótano nos encontramos con restos arqueológicos de la primera construcción y se ha museizado toda esta parte para deleite de sus clientes. Desde las ventanas de sus confortables habitaciones se disponen las mejores vistas al entorno natural de Asturias.






Declarado Monumento Histórico- Artístico Nacional, el interior cuenta con el confort de un edificio contemporáneo además de una piscina lúdica (spa), cabinas de diferentes tratamientos y gimnasio.




El monasterio de San Juan Bautista de Corias, también conocido como el Escorial Asturiano, es un complejo monumental que se encuentra en la localidad asturiana de Corias, en el concejo de Cangas del Narcea (España). Está situado en la margen derecha del río Narcea.

Actualmente, el monasterio ha sido rehabilitado como Parador Nacional.




Claustro

uno de los cenobios más importantes de Astuiras durante siglos, hoy convertido en un establecimiento hotelero dentro de la red de Paradores Nacionales. Se trata, del monasterio benedictino de San Juan Bautista de Corias, muy próximo a la población de Cangas del Narcea, capital del municipio del mismo nombre.



Claustro


una pareja de nobles, Aldonza y Piniolo, fueron los fundadores del mismo en un proceso llevado a cabo entre 1031 y 1044, quienes colocarán al frente del mismo a un pariente suyo que terminaría por ser obispo de Oviedo, Arias Cromaz. La fundación de este establecimiento trajo consigo la introducción en la zona, del cultivo de la vid del que hoy en día se siguen obteniendo unos caldos francamente apreciables, tanto en la variedad de tinto como de blanco.



Claustro




El cenobio benedictino llegó a convertirse en uno de los más importantes de la región, tanto por la donación inicial de los condes consistente en otros ocho monasterios, cuatro iglesias y treinta villas, completadas por compras sucesivas por tierras de Allande, Cangas del Narcea y Tineo, llegando hasta el Cantábrico por el norte y León por el sur.







En 1763 el monasterio sufrió un pavoroso incendio que provocó la destrucción de la práctica totalidad de sus instalaciones, a excepción de la iglesia. Las obras de reconstrucción modificaron el aspecto de un monasterio románico para convertirlo en la mejor obra neoclásica de Asturias y una de las más destacadas de todo el norte peninsular. Un estilo neoclásico que había llegado a España de la dinastía francesa de los Borbones en la persona de Felipe V, que se rodeó de artistas franceses e italianos que traían consigo ese estilo nacido como reacción a los excesos del barroco. El arquitecto responsable del nuevo diseño del monasterio fue Miguel Ferro Caaveiro.






Básicamente se trata de recuperar el antiguo esplendor de la arquitectura clásica grecorromana, a través de una pureza en las líneas arquitectónicas, la simetría y las proporciones sujetas a la matemática, para dar protagonismo a los componentes puramente arquitectónicos por encima de lo decorativo, y el uso de elementos de la arquitectura clásica como columnas, los órdenes dórico y jónico, frontones, bóvedas, cúpulas.




Monasterio de Corias Vista de una de las entradas al monasterio



Monasterio de Corias Vista de una de las entradas al monasterio




Elementos todos ellos muy visibles en el cenobio que nos ocupa, con un exterior en forma de bloque prismático, con un tratamiento individual de las fachadas, pero sin perder la rígida ordenación vertical y horizontal de sus elementos, y dos patios interiores, uno de servicio y el otro concebido como claustro propiamente dicho. El material utilizado es mármol blando de las canteras de Rengos (Cangas del Narcea)






Así la iglesia es un buen ejemplo de todo esto, con un espacio interior claramente direccional, para que la atención del fiel se fije desde que cruza el umbral en el magnífico retablo, en el que además de la efigie del santo patrón del monasterio, se pueden ver relieves sobre la fundación del monasterio, además de estar flanqueado por sendos cenotafios. Uno de los condes fundadores del centro eclesiástico y otro que indica la presencia de los restos del monarca del Reino de Asturias, Bermudo I el Diácono, sepultura discutida ya que otra tradición documental indica que el rey estaría enterrado en la Catedral de Oviedo, disputa hoy por hoy imposible de resolver.





Interior de la Iglesia conventual




Una iglesia que mantiene un sistema de proporciones armónicas y un sistema de fuentes de luz natural que permite una perfecta iluminación de un interior en el que además del retablo y varias capillas laterales, alberga una talla policromada de un Cristo crucificado del siglo XII.




San Juan de Corias Cristo románico (siglo XII)





Vista del retablo







Detalle del retablo




En el siglo XIX el monasterio fue afectado por la desamortización provocando la exclaustración de los benedictinos, quienes fueron sustituidos, poco después, por los dominicos, frailes que en 1954 convirtieron las instalaciones monásticas en un centro de estudios en régimen de internado tanto de enseñanza secundaria como técnica.




Cúpula sobre pechinas y rematada en linterna


En el siglo XXI con las obras destinadas a adaptar el edificio a una nueva función hotelera, se descubrieron los restos de la primitiva iglesia conventual, un edificio románico con cabecera con tres ábsides, el central más ancho y profundo que los laterales. Se trataba de una iglesia de grandes dimensiones, planta de cruz latina, nave única, transepto marcado, y construida entre el 1031 y el 1043. A esta primera iglesia se uniría otra levantada en el siglo XII.



Enterramiento de los condes Aldonza y Piniolo


Fue fundado en 1032 gracias a los esfuerzos de los condes Piniolo Jiménez y Aldonza Muñoz y pasó a ser ocupado por monjes benedictinos.


Arias Cromaz familiar de Piniolo Jiménez y Aldonza Muñoz fue el primer abad del monasterio quien lo gobernó durante diecinueve años antes de convertirse en obispo de Oviedo

Entre los siglos XII y XIII alcanzó su máximo esplendor, llegando a poseer tierras en la mayor parte del occidente de Asturias e incluso de la vecina provincia de León.

A lo largo de los siguientes siglos fue sufriendo diversas modificaciones y añadidos. En 1773 tuvo que ser reconstruido en su mayor parte debido a que sufrió un grave incendio en el que solo quedó en pie la iglesia. Las obras, dirigidas por Miguel Ferro, dispusieron las dependencias del edificio, de estilo neoclásico y planta rectangular, alrededor de dos patios, con la iglesia situada en uno de sus laterales.

El monasterio fue rehabilitado como Parador Nacional.





Fachada exterior

Se trata de un antiguo monasterio benedictino que fue fundado por un importante personaje de la corte, el conde Piniolo Jiménez y su esposa Aldonza Muñoz. Se supone que por la falta de descendientes vivos, los condes tomaron la determinación de fundar este monasterio que dotaron con sus cuantiosos bienes, más adelante se atribuyó un origen milagroso a la narración de aquella fundación. También intervino el rey Bermudo III de León, quien hizo donación a los fundadores del territorio donde se levantaría más adelante el monasterio.

fachada exterior

El 1043 ya se habría levantado una iglesia provisional, y se designó al abad Arias para ponerse al frente de la comunidad ya constituida, más adelante se levantaría una nueva iglesia. A pesar de la oposición y las diferencias con otros organismos y centros de poder, el monasterio de Corias se convirtió en un establecimiento de considerable importancia, los conflictos fueron importantes e incluso el año 1211 intervino el papa Inocencio III. Las cosas se agravaron en los siglos XIII y XIV, con actuaciones contrarias a la observancia monástica que le sería propia. Una visita episcopal del 1380 deja ver ese estado de cosas. De este lugar dependía el priorato de San Miguel de Bárcena, fundado con anterioridad a este por la misma familia.


fachada exterior

En 1536 el monasterio había entrado a formar parte de la Congregación de San Benito de Valladolid lo que daría paso a una nueva etapa de prosperidad que se reflejó en la reconstrucción del monasterio a finales del siglo XVI. En 1763 el lugar resultó muy afectado por un incendio y se tuvo que reconstruir entre el 1774 y 1808. La comunidad benedictina llegó a su fin con la desamortización de 1835, cuando los benedictinos lo abandonaron, el lugar tuvo varias utilidades hasta que en 1860 pasó a manos de una comunidad de dominicos. Más recientemente, en 2002, la gran casa monástica fue adquirida por el gobierno del Principado con el fin de convertirlo en establecimiento hotelero mientras que la iglesia continúa a cargo de los dominicos.
CONTINUARA.-
 
La historia del concejo de Belmonte de Miranda está unida a la construcción de un monasterio, La Villa Lapideum o monasterio de Lapedo, fundado por la reina Velasquita, esposa del rey Bermudo II de León, que reunió en una sola propiedad varias dispersas.Descripción
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El 4 de octubre de 1032 Bermudo III permutó esta propiedad con los Condes Pelayo Froilaz e Idontio Ordoniz, por otra de éstos que estaba en Galicia y con esas tierras dotaron un monasterio. La dotación del cenobio de Lapedo aumentaría con la especial protección dispensada a éste por Alfonso VII, que lo puso bajo su protección acrecentando aún más su patrimonio y consolidándolo como señorío territorial y jurisdiccional. A mediados del siglo XII pasará a ser regido por los benedictinos. Los abades de Santa María de Lapedo, más tarde Santa María de Belmonte, detentan hasta el siglo XIX el control del extenso coto que formaba este territorio.

En 1792 Jovellanos es investido en este monasterio Caballero de la Orden de Alcántara, cuano ya empezaba a notarse la decadencia del cenobio. Con la desamortización de Mendizabal en 1836 comienza a acelerarse la ruina del monasterio.

De este monasterio de Lapedo, no queda piedra alguna pese a que determinó la historia del concejo por su predominio sobre el resto de monasterios de la zona. Los restos del monasterio fueron empleados para la construcción de otros edificios de la localidad, como la antigua cárcel, hoy biblioteca.

El retablo de la iglesia de este monasterio se conserva en la Iglesia de San Martín de Calleras.






Glosario de términos
CalleFranja vertical del ábside formado entre columnas o contrafuertesCenobioSinonimo de monasterio. Casa o convento, ordinariamente fuera de poblado, donde viven en comunidad los monjesMonasterioConjunto de edificios donde se agrupan los monjes para vivir en comunidad. Voz proveniente del latín monasterium y este a su vez del griego monastérionRetabloObra formada por un conjunto de tablas de escultura o pintura religiosa para ser colocada detrás de un altar. Se divide verticalmente en calles, la central más ancha se llama espiga, y horizontalmente en pisos, el inferior se llama predela. El retablo está protegido por el guardapolvo o polsera. La palabra procede del latin retaulus y este a su vez de retro (detras) y tabula (tabla).Fotografías de Monasterio de Santa María de Lapedo
Monasterio de Santa María de Lapedo
Monasterio de Santa María de Lapedo
Monasterio de Santa María de LapedoI
Monasterio de Santa María de LapedoI
Monasterio de Santa María de Lapedo
Monasterio de Santa María de Lapedo
Monasterio de Santa María de Lapedo
Monasterio de Santa María de Lapedo
 
RETABLO DE LA IGLESIA DE SAN MARTIN DE CALLERAS EN TINEO, QUE FUE DEL MONASTERIO CIRTESCIENSE DE SANTA MARIA DE LAPEDO EN BELMONTE DE MIRANDA.-
ESTE RETABLO NO SE HA PERDIDO POR UN AZAR DEL DESTINO.-
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A finales del siglo XIX, durante el mecenazgo de la familia del ministro Santiago Fernández Negrete, natural de Villatresmil, el Marqués de Lema ofreció su apoyo e influencia aportando fondos para hacer una carretera o una nueva iglesia en Calleras. El párroco de entonces, D. Manuel Gallo, prefirió la segunda opción y comenzaron las obras de lo que será el edificio religioso más importante del concejo en esa época, las cuales culminarían en 1898.
Se edificó ajustando las medidas exactas para albergar dentro de ella los retablos barrocos procedentes del desaparecido monasterio cisterciense de Santa María de Lapedo del concejo de Belmonte de Miranda. Las piezas de esta reliquia fueron trasportadas hasta aquí en carros tirados por bueyes.
Este templo de nave única de gran altura y planta de cruz latina, sustituyó una antigua capilla que se encontraba emplazada en la laboría de Solavilla, la cual fue demolida tras la inauguración del templo moderno. Para la construcción se utilizaron piedras de unas canteras situadas en el paraje cercano conocido como Veneiro, y de las inmediaciones del puente del río Ese. Participaron en la construcción canteros llegados de Galicia y un artista local, Ceferino "El Porro" que labró el ojo de buey de la fachada.
En el presbítero se encuentra el retablo central, compuesto por tres calles, divididas por columnas salomónicas de capiteles corintios. Cuenta con imágenes de san Benito, san Bernardo, san Bartolomé y san Juan Bautista, siendo su autor el escultor barroco, Antonio de Borja.
En la calle central, aparece la Asunción de la Virgen y en la parte alta, el Santo Cristo Crucificado, una de las mejores muestras del barroco de la región, flanqueado por dos escudos, uno de la Orden Benedictina y el otro, el de los Condes de Tineo fundadores del cenobio de Lapedo.
El retablo central y los que se encuentran en las capillas laterales, son los retablos barrocos asturianos más importantes del s. XVII.

  • Dirección: Calleras
  • Código postal: 33873
  • Población: Calleras - Tineo
  • Provincia: Asturias
  • Observaciones:
    Para visitar la Iglesia se pueden pedir las llaves en el bar del pueblo de Calleras (Bar Casa Retumba: 985 90 97 82)

 
Comida típica Asturiana

23 octubre, 2017


La gastronomía y comida típica asturiana está compuesta por antiguas recetas que se han ido transmitiendo de generación en generación. Su materia prima se basa en las excelentes carnes del ganado que pasta en sus valles y praderas, en el fresco pescado de su litoral, en sus aves y otras carnes de corral, y en las frescas verduras y hortalizas de sus huertas. Con esta riqueza de productos, se elaboran una gran diversidad de exquisitos y prestigiosos platos típicos, algunos de los cuales han traspasado fronteras. A continuación te mostramos los platos más típicos de Asturias.
Platos típicos de Asturias
Cachopo
comida tipica asturiana

El cachopo consiste en dos filetes de ternera entre los cuales se pone un relleno de jamón y queso. Seguidamente se empana todo junto con huevo y pan rallado y se fríe. Se come frecuentemente acompañado de una guarnición de patatas fritas, ensalada, pimientos o cualquier otro producto adecuado.
Fabada Asturiana
fabada asturiana

La fabada es sin duda el plato típico asturiano por excelencia. Se trata de un cocido hecho con “fabes”, una variedad de judías blancas y de gran tamaño, a las cuales se añaden otros ingredientes como chorizo, cerdo y morcilla asturiana.
Pitu de Caleya
pitu de caleya

Pitu de Caleya es el nombre que le dan en la comunidad asturiana a........
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Pitu de Caleya es el nombre que le dan en la comunidad asturiana a los pollos que se alimentan de productos naturales que encuentran en las mismas granjas, como cereales, semillas, insectos y otros. Este tipo de alimentación excluye el pienso, y permite que el pollo sea más grande, pudiendo alcanzar hasta los 6 kilos de peso.


El pitu de caleya se caracteriza por tener menos grasa que el resto, y su carne es más dura. Se suele preparar en guisos.

Pastel de Cabracho

Pastel de Cabracho



El pastel de cabracho es otro de los platos típicos de la comunidad asturiana, aunque se extiende también fuera de ella, siendo muy popular en Cantabria y en el País Vasco. Se trata de una especie de budín que se elabora con carne de cabracho, que ha de ser semi-grasa y anteriormente haber sido cocida con caldo de pescado. Esto último es primordial, ya que sirve para sacar el veneno de sus espinas.


La receta se completa con otros ingredientes como huevos, salsa de tomate, nata líquida, zanahoria, puerro y pan rallado.

Chorizo a la Sidra

Chorizo a la sidra



El chorizo a la sidra es una receta muy popular en la comunidad asturiana. Se suele tomar en tapas, y su elaboración es muy fácil.


Se trata simplemente de cocer los chorizos, cubiertos de sidra, en una cazuela, en la que añadiremos también un par de hojas de laurel. Se deja cocer media hora y seguidamente se sirve el chorizo, cortado a rodajas, en un plato, regándolo con la salsa.

Pote Asturiano

pote asturiano



El pote asturiano es un plato fuerte y contundente, que se suele elaborar en las chimeneas de las casas, usando para ello un pote, que da nombre al plato. Aunque se trata de una receta muy fácil, lleva mucho tiempo, de 6 a 8 horas.


Se trata de un cocido hecho con fabes, berzas, patatas y un acompañamiento cárnico procedente del cerdo, que incluye chorizo, morcilla y tocino entreverado, y que podemos encontrar en los supermercados bajo el nombre de “compangu”. Hay quien añade también oreja, careta o rabo de cerdo.

Callos a la Asturiana

callos a la asturiana



Los callos a la asturiana constituyen, junto a la fabada, una de las más típicas recetas de la comunidad asturiana. La receta incluye, además de los callos, chorizo, jamón, morro de ternera, laurel, pimentón, cebolla y ajos.

Escalopines al Cabrales

escalopines al cabrales



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