ASTRONOMIA, FISICA

Descubren a un auténtico «vampiro» en las profundidades del espacio
Observan una violenta explosión en los alrededores de una estrella que está succionando el gas de un «planeta» vecino



Ilustración de una enana blanca (izquierda) y una enana marrón (derecha). La blanca está canibalizando el gas de la marrón y forma un disco que estalla cada cierto tiempo


Ilustración de una enana blanca (izquierda) y una enana marrón (derecha). La blanca está canibalizando el gas de la marrón y forma un disco que estalla cada cierto tiempo - NASA and L. Hustak (STScI)



28/01/2020

El 70% de las 300.000 estrellas que existen en la Vía Láctea son estrellas binarias o dobles, es decir, pequeños grupos de dos, tres, cuatro o incluso más estrellas unidas por la atracción gravitatoria. Además, la mayor parte de las estrellas no son blanco-amarillentas, como el Sol: hay gigantescas estrellas azules o rojas, enanas blancas o enanas marrones, orbes más pequeños que estrellas que no emiten luz propia. Por eso, ahí fuera hay todo tipo de grupos estelares.

Esta semana, un equipo de investigadores ha publicado el hallazgo de una superexplosión proveniente de una pareja de estas parejas. Los astrónomos han recurrido a los datos del telescopio espacial Kepler para observar un estallido en el que el brillo de una estrella aumentó 1.600 veces en menos de un día, antes de comenzar a perder intensidad. Las observaciones, publicadas en octubre en la revista « Monthly Notices of the Royal Astronomical Society», indican que una estrella vampirizó o canibalizó a otra hasta acabar emitiendo ese intenso fulgor.

Este «crimen» fue captado por el telescopio espacial Kepler en 2016 y detectado por accidente por el equipo de Ryan Ridden-Harper, investigador en la Universidad Nacional de Australia en Canberra. Afortunadamente, el instrumento pudo captar todo el evento, tomando registros con una cadencia de 30 minutos.

La estrella caníbal

Según los investigadores, este estallido es lo que se conoce como una « nova enana», un fenómeno observado en bastantes ocasiones pero cuyo comportamiento no es del todo conocido. La nova se produjo en un sistema binario formado por una enana blanca (un cadáver de una estrella despojada de su envuelta) y una enana marrón (un gigantesco planeta gaseoso que no llega a brillar con luz propia). La enana blanca es un objeto de tamaño parecido a la Tierra pero casi tan masivo como el Sol, mientras que la enana marrón es un mundo de 10 a 80 veces más masivo que Júpiter.

La enana blanca y la enana marrón están girando en torno a un centro de masas común, un punto de equilibrio definido por su atracción gravitatoria. Y lo hacen desde muy cerca: los dos objetos están a una distancia muy parecida a la que separa la Tierra y la Luna. De hecho, están tan próximas que la enana marrón solo tarda 83 minutos en completar una vuelta en torno a la enana blanca. Pero al hacerlo no sale incólume: la gravedad de su compañera es suficiente para que le arranque parte de su envuelta gaseosa, como si se tratase de un vampiro. A medida que lo va haciendo, la enana blanca va formando un disco con ese gas (que se llama disco de acreción).

Un violento destello
La estrella blanca va «aspirando» el gas durante años o décadas. Pero a la vez que lo hace, la gravedad de la enana marrón va aumentando la temperatura del disco de acreción, hasta que llega un punto en que este gas se supercalienta y genera un potente estallido.

En esta ocasión, el telescopio espacial Kepler observó un lento aumento del brillo de estos objetos, cuyas causas se desconocen. A continuación, llegó la explosión: los datos de Kepler indican que la temperatura del disco de acreción saltó de los 5.300ºC a los 11.700ºC.

Se conocen cerca de 100 sistemas estelares capaces de producir este tipo de novas, pero estas explosiones solo aparecen cada cierto número de años o décadas, por lo que resulta difícil observarlas. Por suerte, los autores del estudio han indicado que los datos de telescopios como Kepler o TESS, que observan amplias zonas del cielo durante varios años, pueden permitirle a los astrónomos detectar muchos más de estos fenómenos. Por delante queda comprender todo el proceso previo a la nova y seguir investigando el comportamiento de los discos de acreción, importantes en muchos ámbitos de la astrofísica.

 
¿Se puede describir el universo con matemáticas o son una herramienta limitada?
Esta ciencia sirve para explicarlo, pero aún quedan muchas cosas por descubrir




La galaxia ESO 021-G004, fotografiada por el Hubble, tiene un agujero negro supermasivo en el centro.


La galaxia ESO 021-G004, fotografiada por el Hubble, tiene un agujero negro supermasivo en el centro.



CLARA GRIMA
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29 ENE 2020

Las matemáticas son un lenguaje, el lenguaje que, de momento, explica todo lo que sabemos del universo. No me refiero solo al aspecto físico sino también al comportamiento social. Ahora, gracias a las redes sociales, tenemos muchos datos para evaluar el comportamiento de las personas en las redes sociales virtuales que, evidentemente, no son el mundo real pero sí pueden servir como modelo. Y también este tipo de universo se puede explicar con matemáticas.

Lo que todavía no hemos podido explicar es el comportamiento del cerebro, uno de los grandes enigmas del universo. Pero excepto el cerebro, lo que sabemos del universo a todas las escalas, desde la microscópica hasta la macroscópica, todo lo hemos explicado con lenguaje matemático. Así que es evidente que las matemáticas son el lenguaje en el que explicamos el universo pero a la vez también son una herramienta que ayuda a resolver problemas.

Lo que impresiona de las matemáticas en este aspecto es, por ejemplo si nos centramos en la física que se ha hecho en los últimos 300 años, todo lo que se ha conseguido. Se han dado pasos gigantes en el entendimiento del cosmos y todo eso se ha hecho gracias a las matemáticas. Te pongo un ejemplo, las ondas gravitacionales, que nos hemos acostumbrado a que se detecten y parece que es sencillo pero se trata de un descubrimiento enorme. Es impresionante que seamos capaces de detectar que dos agujeros negros que se ponen a “coquetear” a muchísimos años luz de nosotros, mueven el espacio-tiempo y nosotros somos capaces de registrar ese movimiento. Pero si somos capaces de registrarlo es porque las matemáticas predecían que estaba ahí.

Es una enormidad todo lo que las matemáticas habían predicho y luego se ha comprobado. Pero, ¿pueden explicar todo? Pues de momento no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que dentro de las mismas matemáticas hay límites. En el siglo XX, filósofos matemáticos como Kurt Gödel o Bertrand Russell llegaron a la conclusión de que había límites, es decir, que no todo se podía demostrar dentro de las matemáticas. Pero ese límite se refería únicamente a las matemáticas como lenguaje, no como herramienta. Y realmente, por el momento, esos límites no han afectado al resto de las ciencias porque estas no requieren tanta abstracción. Para que lo entiendas, parece que a partir de cierto grado de desarrollo, las matemáticas no pueden ir más allá, pero la física, la biología y el resto de las ciencias que se sirven de las matemáticas para explicar el universo no necesitan llegar hasta ese punto donde se cree que están los límites. Y eso significa, en mi opinión, que no llegaremos nunca a esos límites porque son demasiado conceptuales.

Por resumir un poco, las matemáticas sí sirven para explicar todo el universo. Lo que ocurre es que aún no lo han hecho porque todavía quedan muchas cosas por descubrir. Pero yo me aventuro a decir que cuando vayamos descubriendo más cosas de lo que vemos, se seguirán explicando con matemáticas. Y creo que también se explicarán con matemáticas todas las cosas que no vemos, como la materia y la energía oscuras. Esto en cuanto a la cosmología.

Si hablamos de todo el universo, no solo de cosmología, las matemáticas son capaces de explicar todo excepto los sentimientos. Pero yo creo que esto no es una deficiencia de las matemáticas. Creo más bien que se debe a que sabemos todavía muy poco del funcionamiento del cerebro. Cuando avancemos en nuestro conocimiento de este órgano, el más complejo de todo lo que conocemos, también se podrán modelar matemáticamente esos descubrimientos. En la actualidad, como no sabemos explicar el cerebro, no podemos modelarlo. Lo que sí espero es que nunca podamos explicar con matemáticas el amor porque si lo hacemos el mundo va a ser mucho más aburrido.

La conclusión es que las matemáticas sí parecen capaces de explicarlo todo aunque de momento no lo hayan hecho. Yo me alegro de eso porque si lo hubiéramos explicado todo ya no tendría sentido seguir investigando en matemáticas. En la actualidad, las matemáticas están en una de las épocas más activas de investigación, no solo por los descubrimientos de la física, de la biología o de cualquier otra rama sino porque debido a la revolución digital estamos llegando a unos límites de potencia matemática que hacen que estén más vivas que nunca.

A mis alumnos siempre les digo que cuando resuelves un problema en matemáticas abres una puerta pero detrás de esa puerta encuentras un pasillo entero lleno de otras puertas cerradas que hay que abrir. Y eso no es frustrante, eso es muy ilusionante.

Clara Grima es doctora en matemáticas y profesora titular e investigadora en la Universidad de Sevilla, su área de investigación se centra en la geometría computacional

Pregunta enviada vía email por Pedro L. Pérez González

 
"PEQUEÑOS DETALLES DEL OBJETO MÁS GRANDE"
Esta es la mejor foto tomada de la superficie del Sol hasta la fecha
Se muestra un patrón de plasma turbulento "hirviendo" que cubre todo el Sol y que se eleva y posteriormente se hunde en la superficie



Foto: Con el telescopio DKIST se podrán estudiar los campos magnéticos solares. Foto:EFE


Con el telescopio DKIST se podrán estudiar los campos magnéticos solares. Foto:EFE


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EL CONFIDENCIAL
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30/01/2020



Nunca se ha visto el Sol tan nítidamente. Esta es la mejor foto tomada de la superficie del astro rey y la ha inmortalizado el Telescopio Solar Daniel K. Inouye (DKIST), en Hawái.

DKIST es el telescopio solar más grande del mundo y en su primer día de tarea, el pasado 10 de diciembre, logró la foto en mayor resolución del Sol, que acaba de ser presentada al público. "Ahora podemos ver los pequeños detalles del objeto más grande de nuestro sistema solar", señala Thomas Rimmele, director del observatorio solar sobre la imagen, capturada cuando los astrónomos pusieron a prueba los equipos ópticos.



Daniel K. Inouye Solar Telescope First Light






Las imágenes, agrupadas en un pequeño vídeo de 10 minutos condensado en 14 segundosde, muestran un patrón de plasma turbulento "hirviendo" que cubre todo el Sol. Las estructuras en forma de células, cada una de un tamaño mayor que el de España, son la firma de movimientos violentos que transportan el calor desde el interior del Sol hasta su superficie. Ese plasma solar caliente se eleva en los centros brillantes de las "células", se enfría y los contornos oscuros son donde se está hundiendo de nuevo en el Sol, en un proceso conocido como convección.

Una estrella que nos condiciona
"Lo que antes parecía un punto brillante, una estructura, ahora se está descomponiendo en muchas estructuras más pequeñas", indica Rimmele a New Scientist. Con esta imagen, es la primera vez que podemos observarlas.

"Lo que antes parecía un punto brillante, una estructura, ahora se está descomponiendo en muchas estructuras más pequeñas"

Comparado con otros observatorios, el DKIST puede obtener imágenes con una resolución cinco veces mayor que otros telescopios, con capturas que pueden registrar un área pequeña de la superficie del Sol de unos 30 kilómetros. De esta forma, los investigadores esperan contar con mejores recursos de medición, monitorización y exploración de la estrella.

La actividad en el Sol, conocida como clima espacial, puede afectar a la Tierra. Las erupciones magnéticas en el Sol tienen su efecto en el transporte aéreo, y pueden interrumpir las comunicaciones por satélite y las redes eléctricas, causando apagones y afectando a tecnologías como el GPS.

 
LA ESTRATIFICACIÓN PODRÍA SER POSIBLE
Caltech asegura haber resuelto el enigma del polo de Marte: un milenario depósito de CO2
Un equipo de investigadores podría haber demostrado que una teoría planteada allá por la década de los sesenta del pasado siglo podría ser absolutamente cierta




Foto: Caltech podría haber resuelto el misterio del polo de Marte: un milenario depósito de CO2. (ESA)


Caltech podría haber resuelto el misterio del polo de Marte: un milenario depósito de CO2. (ESA)



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RUBÉN RODRÍGUEZ
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HIELO

31/01/2020



Un equipo de investigadores cree haber dado respuesta a uno de los grandes misterios de Marte: su depósito polar. Desde hace más de más de 50 años, los expertos creían que el planeta rojo podía contar con un desconocido depósito de dióxido de carbono, que sería el encargado de regular su delgada atmósfera. Ahora, el último modelo de predicción con las herramientas más avanzadas ha llegado a la conclusión de que es así y se encuentra bajo el hielo.
Un nuevo estudio de Caltech (California, EEUU) sugiere que la presión atmosférica de Marte cambia dependiendo de la exposición solar a la que se vean sometidos los polos del planeta. Las predicciones harían buena la teoría expuesta en 1966 por Robert B. Leighton y Bruce C. Murray, quienes por aquel entonces desarrollaron una idea que explicaba la existencia de un gran depósito de CO2 que podría llegar a controlar la presión atmosférica global.

Según el modelo de Peter Buhler del JPL (Jet Propulsion Laboratory), presentado en Caltech, se han obtenido evidencias clave que respaldarían esta teoría. Y es que han sido capaces de confirmar que la presión atmosférica cambia de valor a medida que el planeta cambia de posición sobre su eje según orbita alrededor del Sol, lo que sugiere que el calor libera CO2 de algún punto, en concreto de los depósitos de hielo que almacenan el dióxido.

Desde hace algunos años, esta teoría estaba en duda, pues los expertos creían que no era posible la acumulación de un depósito masivo de CO2 en los polos marcianos. ¿El motivo? La presencia de hielo de agua, que térmicamente es mucho más estable, debería impedir que el dióxido de carbono se acumulara de la misma manera. Pero este último estudio sugiere que esa situación es posible y que podría haber evolucionado a lo largo de los últimos 510.000 años.

Los expertos analizaron la posibilidad de que existiera una estratificación en los polos que permitiera la presencia de un depósito de dióxido de carbono. O, dicho de otra manera, cabía la posibilidad de que existieran capas alternas de CO2 y de hielo. Y el estudio parece haber dado la razón a esta teoría: se extenderían durante una profundidad cercana al kilómetro y sería capaz de almacenar tanto dióxido de carbono como el que tiene toda la atmósferamarciana.

Tal y como explica Buhler, el polo sur de Marte recibió una determinada cantidad de luz solar que, al disminuirse por la rotación del planeta, dio lugar a que se formara hielo de CO2 que, a su vez, hizo que pequeñas cantidades de hielo de agua quedaran atrapadas en él. Cuando volvió a estar soleado, el hielo de dióxido de carbono se sublimó, dando lugar a que el hielo de agua, más estable, se estableciera en capas, quedando atrapado el CO2 entre ellas.

"Por lo general, cuando se ejecuta un modelo, no se espera que los resultados coincidan tan estrechamente con lo que observa. Pero el grosor de las capas, según lo determinado por el modelo, coincide maravillosamente con las mediciones de radar de los satélites en órbita", afirma Buhler en un comunicado, después de que su estudio haya sido publicado en 'Nature Astronomy'. Así se podría haber resuelto el misterio polar de Marte.


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Una nave verá por primera vez una región desconocida del Sol
La sonda europea 'Solar Orbiter' permitirá entender mejor las tormentas y el futuro próximo de nuestra estrella


NUÑO DOMÍNGUEZ
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28 ENE 2020




Solar Orbiter


Recreación de la 'Solar Orbiter' en su acercamiento al Sol. ESA



Por primera vez en la historia una sonda espacial europea va a viajar más allá de Mercurio para sobrevolar y fotografiar una zona completamente inexplorada: los polos del Sol, que son imposibles de ver desde la Tierra.

La Agencia Espacial Europea (ESA) tiene todo listo para lanzar su misión Solar Orbiter, un ambicioso proyecto cuyo principal objetivo es entender mejor nuestra estrella, en cuya protectora burbuja están envueltos todos los planetas, incluida la Tierra, y que es esencial para comprender también el futuro del clima.

Cada 11 años el Sol completa un ciclo de actividad y su campo magnético se invierte cambiando de dirección. Aún se ignoran muchos detalles de qué gobierna cada momento de ese ciclo y también del comportamiento de los vientos de partículas cargadas que lanza el Sol hacia la Tierra y su potente campo magnético. También es esencial comprender por qué y cuándo se producen las tormentas solares, que son capaces de dañar las redes de satélites que orbitan la Tierra e incluso tumbar el sistema eléctrico de grandes regiones, como ya ha sucedido en Canadá y posiblemente también durante el apagón que sacudió la isla de Tenerife el septiembre pasado.

Por primera vez la Solar Orbiter contemplará en detalle esta estrella, que es una enana amarilla, pero cuyas dimensiones apabullan ya que tiene un volumen equivalente a un millón de planetas como la Tierra. Solo las pequeñas manchas que en ocasiones aparecen en su superficie tienen extensiones decenas de veces mayores que la superficie terrestre. Y toda esta mole, centro del sistema solar que le acompaña, viaja por el espacio a 220 kilómetros por segundo. Dadas las dimensiones de la Vía Láctea, incluso a esta velocidad, el Sol solo completa una vuelta al centro de la galaxia cada 250 millones de años. En comparación, nuestra especie lleva solo 200.000 años habitando este planeta.



Viaje de la 'Solar orbiter' al Sol.




“Poder contemplar por primera vez los polos del Sol es sin duda lo más importante que va a hacer esta misión”, explica Yannis Zouganelis, responsable científico adjunto del proyecto. “Gracias a estos datos vamos a entender por primera vez cómo se conecta toda la estrella, desde las capas altas de su atmósfera, o corona, a las profundidades de su núcleo, que está unos 900.000 kilómetros más abajo”, resalta.

“La Solar Orbiter va a hacer en el Sol algo parecido a lo que hace la sismología en la Tierra”, detalla Luis Sánchez, jefe de la infraestructura de ciencia en tierra de la misión. “Vamos a medir la vibración de la superficie de la fotosfera solar y eso nos ayudará a entender mejor el interior del astro”, añade.

La sonda robótica de la ESA va acercarse al Sol como casi ninguna otra nave lo ha hecho hasta ahora. Su objetivo es situarse en una órbita muy apaisada en torno al astro, de modo que en su punto de mayor acercamiento estará a 42 millones de kilómetros de la superficie solar. Solo su compañera, la sonda Parkerde la NASA, ha llegado más cerca, aunque la misión liderada por Europa lleva muchos más instrumentos científicos —diez— capaces de hacer observaciones mucho más detalladas.

“Las dos misiones son muy complementarias”, explica Zouganelis. “Parker se acerca mucho más al Sol, pero solo mide la temperaturas y la cantidad de partículas, no tiene instrumentos ópticos capaces de ver de dónde vienen esas partículas. Con Solar Orbiter sí podremos mirar hacia donde esté Parker y comprender mejor cuál es el origen del viento solar”, señala.



Recreación de la 'Solar Orbiter' frente al Sol.


Recreación de la 'Solar Orbiter' frente al Sol.ESA



La sonda de la NASA es la primera de la historia que lleva el nombre de una persona viva, Eugene Parker, que en 1958 predijo la existencia del viento solar, una corriente de núcleos atómicos, electrones y otras partículas que viajan por el Sistema Solar a unos tres millones de kilómetros por hora.

Uno de los grandes misterios de nuestra estrella es que su atmósfera está a un millón de grados, mucho más que la superficie de la estrella, a unos 5.000. Para evitar achicharrarse, la Solar Orbiter lleva un escudo térmico capaz de soportar 500 grados. La nave lleva unas ventanas que se abrirán para dejar entrar la luz solar y las partículas cargadas para que lleguen a las cámaras y los espectrómetros que van protegidos al otro lado de la coraza.

La Solar Orbiter tiene previsto despegar desde Cabo Cañaveral (Florida) el próximo 8 de febrero a las 5:15 de la mañana hora peninsular. Comenzará a hacer mediciones científicas en mayo, todavía durante su etapa de travesía hacia el Sol. En 2021 alcanzará su órbita final en torno al astro y comenzarán a operar el resto de instrumentos. Aunque la misión tiene una duración oficial de seis años, la nave está construida para durar al menos 10.

"Esta misión es la primera en la que hay un liderazgo español en dos instrumentos científicos", resalta José Carlos del Toro, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía. Del Toro es coinvestigador principal del instrumento PHI, encargado de cartografiar el campo magnético del Sol y medir la velocidad del plasma, que es el gas ionizado de protones, neutrones y electrones que viajan a velocidades de unos pocos kilómetros por segundo. "El campo magnético es la magnitud física más importante para entender la actividad solar y su impacto en la Tierra", resalta Del Toro. El otro instrumento desarrollado en España es el detector de partículas EPD, dirigido por Javier Rodríguez-Pacheco, de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid).

 
SEGÚN LOS ASTROFÍSICOS AMIR SIRAJ Y AVI LOEB
Harvard defiende la existencia de vida extraterrestre: esta es la gran razón
Dos astrofísicos de la prestigiosa universidad norteamericana sostienen que existe la posibilidad de que algún tipo de vida terrestre haya llegado a planetas aún desconocidos



Foto: Harvard defiende la existencia de vida extraterrestre: esta es la gran razón. (EFE)


Harvard defiende la existencia de vida extraterrestre: esta es la gran razón. (EFE)



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RUBÉN RODRÍGUEZ
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03/02/2020





¿Existe más vida en el universo? Esta es una de las grandes preguntas a las que el ser humano aún no ha sido capaz de dar respuesta. A pesar de nuestros intentos por tratar de hallar algún vestigio de vida en algún otro planeta, hasta la fecha no hemos tenido éxito, si bien es cierto que la inmensidad del espacio da lugar a pensar que creernos el único planeta con seres vivos es postularnos en una teoría errónea. Y, ahora, Harvard lo confirma.
Dos astrofísicos de la prestigiosa Universidad de Harvard han puesto sobre la mesa una teoría que puede ser plausible. Los expertos son conscientes de que puede ser algo descabellada, pero por las pruebas y los estudios que han llevado a cabo hipotéticamente podría producirse. De hecho, sería similar a la manera en la que surgió la vida en la Tierra, aunque los dos científicos no descartan que, pese a ser una opción, aún no haya tenido lugar, según sugieren en un estudio.

Amir Siraj y Avi Loeb han puesto sobre la mesa la siguiente hipótesis: hace millones de años, cuando ya había nacido la vida en nuestro planeta y el universo estaba lleno de cometas, uno de ellos pasó realmente cerca de la Tierra. A gran velocidad, no llegó a volar tan bajo para que la atmósfera lo destruyera, pero sí lo suficiente para que lo frenara un poco. En ese movimiento, atravesaría capas llenas de microbios, que se llevaría incrustados en su superficie.

Esos pequeños organismos quedarían protegidos de la radiación al quedar ocultos en las profundidades de la superficie del cometa, que saldría de la atmósfera de la Tierra de vuelta al espacio. Miles de años después, ese cometa impactaría contra otro planeta, a cientos de millones de años luz de distancia de nosotros. Sus características le hacen habitables y los organismos terrestres han llegado con vida allí. ¿Es posible? Los expertos afirman que sí.

Evidentemente, no sabemos si esa situación se ha producido o, incluso, si no ha tenido lugar pero pudiera tenerlo en próximas fechas, pero lo cierto es que el escenario para que se produzca es real. Según afirman Siraj y Loeb, está comprobada al menos la primera parte de la teoría. O, dicho de otro modo, se han podido 'exportar' pequeñas formas de vida terrestre en cometas que han pasado cerca de nosotros, aunque no existen noticias de que hayan llegado a ningún otro lugar.

Pero lo que ambos defienden es que existe la posibilidad de que alguna forma de vida haya llegado a algún lugar del espacio que el ser humano desconoce, a tanta distancia de nosotros que ni siquiera podemos imaginar dónde puede encontrarse. Ambos indican que anteriores estudios hechos con pequeños cohetes lanzados en la década de los setenta confirmaron que salieron y regresaron a la Tierra con colonias de bacterias en algunos puntos de su fuselaje.







Cierto escepticismo
Sin embargo, no todos los científicos creen que esta situación sea posible. De hecho, hay parte de la comunidad que considera que esta hipótesis es, sencillamente, imposible. Aseguran que las pruebas hechas con cohetes son antiguas y susceptibles de ser refutadas; además, afirman que se desconoce el mecanismo por el que las bacterias se unirían a los cometas; y, por si fuera poco, creen improbable que, en caso de lograrlo, hayan seguido con vidamillones de años después.

Sea como fuere, los científicos de Harvard creen que es una hipótesis más que real, que puede servir para que otros expertos 'rellenen' los vacíos existentes al respecto. Es decir, expertos en el estudio de la biología, en el espacio exterior, de la física cuántica o astrofísicos que consigan entender si esta hipótesis es posible: Siraj y Loeb, los dos astrofísicos de Harvard, están convencidos de que existen motivos para creer que algunas bacterias pueden sobrevivir en el espacio.

 
El asteroide borbónico
Aunque el nombramiento aún no es oficial, el asteroide Higía es en realidad un planeta enano


CARLO FRABETTI

7 FEB 2020


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Imagen de Higía tomada por el Telescopio Muy Grande, en Chile. FOTO: ESO / VÍDEO: EPV



Nos preguntábamos la semana pasada sobre el itinerario más corto para visitar uno tras otro los cinco objetos más grandes del cinturón de asteroides: Ceres, Palas, Vesta, Higía y Juno. Hay 120 recorridos posibles, puesto que tenemos 5 opciones como punto de partida, 4 para la siguiente etapa por cada opción inicial, 3 para cada una de las 20 posibles parejas iniciales y 2 para cada una de las 60 ternas; o sea, 5 x 4 x 3 x 2, lo que en matemáticas se denomina “factorial de 5” y se expresa así: 5! (Una pequeña anécdota ilustrativa del consabido divorcio entre ciencias y letras: un conocido escritor que se había encontrado con esa expresión, 5!, me preguntó: “¿Qué tiene de asombroso el número 5?”).

Para determinar el recorrido óptimo (dada una determinada posición relativa de los cinco cuerpos en un momento dado), habría que medir los 120 itinerarios posibles y ver cuál era el más corto; pero en la práctica aplicaríamos un “algoritmo voraz” (Algoritmos voraces, 9/12/2016): visitaríamos en primer lugar el cuerpo más cercano a nuestra posición de partida (la Tierra, por ejemplo), de ahí pasaríamos al cuerpo más cercano a este primer objetivo, y así sucesivamente.

Pero nuestro asiduo comentarista Xaz Ybny no se conformó con esta vaga aproximación general y suministró las posiciones de los cinco cuerpos el 1 de febrero a las 23.00 (ver comentario 48 de la semana pasada); y a partir de estos datos, Oli Limón determinó un circuito óptimo para ese momento concreto: Tierra-Higía-Juno-Palas-Ceres-Vesta-Tierra.


Higía
Hagámosle caso a nuestro “usuario destacado” y elijamos Higía como primer objetivo.

El asteroide fue descubierto en 1849 por el astrónomo italiano Annibale de Gasparis desde el observatorio de Capodimonte, en Nápoles, y fue bautizado como Hygiea Borbonica. El nombre, por la diosa griega de la limpieza y la salud (de ahí la palabra “higiene”), y el adjetivo, en honor de la casa real que gobernaba en Nápoles en el momento de su descubrimiento. Pero el Reino de las Dos Sicilias desapareció poco después, en 1860, y el asteroide borbónico perdió el adjetivo. Y está a punto de perder el nombre, pues Higía cumple los requisitos de un planeta enano: orbita alrededor del Sol, no es un satélite y su forma aproximadamente esférica se debe a su propia gravedad.

A pesar de su tamaño, es difícil de observar por la oscuridad de su superficie, en la que pudo haber agua helada en el pasado, pero parece poco probable que siga habiéndola. Con unos 400 km de diámetro, Higía es, por el momento, el más pequeño de los planetas enanos. Pero ¿podría haberlos aún más pequeños? ¿Cuál es el menor tamaño que podría tener un planeta enano?

Carlo Frabetti es escritor y matemático, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Ha publicado más de 50 obras de divulgación científica para adultos, niños y jóvenes, entre ellosMaldita física, Malditas matemáticas o El gran juego. Fue guionista de La bola de cristal.


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SISTEMA SOLAR
Despega la misión para ver el Sol con un detalle sin precendentes
La sonda europea 'Solar Orbiter' es la nave más sofisticada que se ha lanzado nunca para el estudio de nuestra estrella

NUÑO DOMÍNGUEZ
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10 FEB 2020



Representación de la 'Solar Orbiter' frente al Sol.


Representación de la 'Solar Orbiter' frente al Sol. ESA



Mientras lee estas líneas, el planeta que hay bajo sus pies está atado a la gravedad de una mole ardiente que atraviesa el espacio a 220 kilómetros por segundo, suficiente para viajar de Madrid a Ciudad de México en apenas 45 segundos. En estos momentos una sonda se dirige a esa mole, el Sol, para mostrárnoslo como nunca lo habíamos visto.

Un cohete Atlas V de la NASA ha despegado a las 5:03 de la madrugada del lunes, hora peninsular española, desde Cabo Cañaveral. A bordo va la misión europea Solar Orbiter, la sonda robótica que más se acercará al Sol para observarlo con instrumentos ópticos y que va a explorar, por primera vez en la historia, las regiones polares de nuestra estrella, invisibles desde la Tierra.

Por los criterios cósmicos el Sol es una estrella del montón, una enana amarilla ni muy grande ni muy pequeña. Pero para nosotros los terrícolas es descomunal y protectora. Su masa es 300.000 veces mayor que la de la Tierra y de hecho esta estrella concentra el 99% de toda la masa que hay en el Sistema Solar, de forma que el resto de planetas pueden ser considerados apenas pequeños escombros que orbitan a su alrededor. Júpiter y Saturno concentran el 90% de esos escombros, lo que pone en su sitio al diminuto planeta rocoso que es la Tierra. Todos los planetas son como son gracias a que viven dentro de la burbuja que produce el Sol a su alrededor.

El lanzamiento de la nave ha sido pospuesto en dos ocasiones, la primera por problemas con el cohete y la segunda por el tiempo en Florida, lo que ha aumentado considerablemente los nervios de todo el equipo científico y técnico de la misión europea, que se lanza desde EE UU por un acuerdo de colaboración entre la ESA y la NASA.

“El ambiente es de expectación, estamos esperando todos con extrema ansiedad el momento del lanzamiento”, explicaba desde Florida Javier Rodríguez-Pacheco, investigador principal del instrumento científico EPD a bordo de la sonda, antes del lanzamiento.

2020 es sin duda el año del Sol. Por primera vez en la historia, una nave humana, la sonda Parker de la NASA, ha entrado literalmente en la estrella, penetrando en las capas exteriores de su atmósfera hasta llegar a unos 24 millones de kilómetros de la superficie, donde nunca antes se había llegado. Hace apenas unos días la humanidad vio por primera vez la superficie del astro con una resolución nunca antes alcanzada. Destacaban en ella una especie de células o celdillas que en realidad eran masas de plasma, cada una con una superficie mayor que la de toda la península Ibérica.



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Solar Orbiter va a convertirse en la nave más sofisticada que más se acerque al Sol, ya que la Parker es una sonda ciega, sin instrumentos ópticos. Seguirá una órbita muy apaisada en torno al astro. En su punto de máximo acercamiento llegará hasta los 42 millones de kilómetros.

Uno de los principales objetivos de la Solar Orbiter es comprender mejor el comportamiento de la estrella, pues en ocasiones genera tormentas cuyos efectos pueden afectar a la Tierra de forma muy seria, por ejemplo noqueando los satélites de comunicaciones o incluso tumbando el servicio eléctrico. Parece que la última vez que sucedió esto fue en Tenerife, el pasado septiembre, pues los astrónomos creen que fue posible que una tormenta solar dejase sin luz a la isla canaria.

“El ambiente es de expectación, estamos esperando todos con extrema ansiedad el momento del lanzamiento”, explica desde Florida Javier Rodríguez-Pacheco, investigador principal del instrumento científico EPD (Detector de Partículas Energéticas, en español) a bordo de la sonda. “Esta es la misión más completa jamás lanzada para estudiar el Sol. La componen 10 instrumentos. Seis de ellos son cámaras y telescopios y otros cuatro son detectores que estudiarán las cosas que rodean a la nave, no solo la luz, sino también las múltiples partículas”, explica el investigador de la Universidad de Alcalá de Henares. “El EPD podrá detectar las partículas de más alta energía que se emiten durante las tormentas solares. Hablamos de protones y de núcleos atómicos de carbono, oxígeno o hierro que puedan ser lanzados por la estrella tanto a bajas energías, lo que conocemos como viento solar, como hasta a velocidades cercanas a la de la luz”, detalla. “Esta misión intenta que podamos anticiparnos a la llegada de las tormentas solares a la Tierra. El estudio del Sol es una obligación para una especie que se considere inteligente porque de ella depende nuestro clima. Esas variaciones pueden afectar a la temperatura de nuestro planeta, y gracias a esta misión sabremos si va a subir la temperatura o va a bajar y producirá pequeñas edades de hielo”, añade.

"El EPD, que es el más grande y el que más energía consume de toda la nave, está encargado de cartografiar el campo magnético y la velocidad del plasma solares", explica José Carlos del Toro, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía y coinvestigador. "Es crucial para la misión puesto que la mayor parte de los sucesos que observaremos y que tienen relevancia tanto para el medio interplanetario como para nuestra vida en la Tierra tienen su origen en el campo magnético del Sol. Por primera vez veremos el campo magnético de los polos, lo que es muy importante porque en ellos tiene lugar el cambio de los ciclos de actividad magnética de nuestra estrella", resalta.


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REQUISITOS MUY DUROS
La NASA busca astronautas para viajar a la Luna y Marte: estos son los requisitos
Debes poseer, como mínimo, un máster en areas de conocimiento relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas


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Ya puedes aplicar para ser el próximo astronauta de la NASA



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12/02/2020



La NASA ha abierto un proceso de selección para futuros astronautas, que serán los que formen parte de las misiones para viajar a la Luna y Marte. Estos son los requisitos que pide.
Según anuncia la propia agencia espacial norteamericana, necesitarás un máster en una disciplina relevante, estar preparado para vivir y trabajar a 400 kilómetros sobre la Tierra en la Estación Espacial Internacional y ser ciudadano estadounidense.

El master debe ser en una de las áreas de conocimiento en las que suelen trabajar los científicos y los ingenieros, como ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Si no lo posees, aún puedes tener acceso a la oferta de la NASA, porque puede ser sustituido por dos años de trabajo en un programa de doctorado en un campo relacionado con las materias anteriores, un doctorado en medicina o medicina osteopática, o haber finalizado o estar cursando un programa de vuelo en una escuela de pilotos de reconocido nivel. Los candidatos también deben tener al menos dos años de experiencia profesional relacionada o, al menos, 1.000 horas de vuelo en un avión a reacción.


11 elegidos de 18.000 solicitantes
Si esto fuera poco, los candidatos a astronautas deben pasar un examen físico de vuelo espacial de larga duración de la NASA y, como novedad, dentro del proceso de selección, deberán realizar una evaluación online de dos horas.

"Es un momento increíble para ser astronauta", señala el administrador de la NASA, Jim Bridenstine

"Para el puñado de mujeres y hombres de gran talento que contrataremos para unirse a nuestro diverso cuerpo de astronautas, es un momento increíble para ser astronauta", señala Jim Bridenstine, administrador de la NASA en declaraciones recogidas por Science Alert.

El proceso es de lo más competitivo. La última promoción de 11 astronautas de la NASA, que se graduaron en enero, fueron elegidos entre 18.000 solicitantes. Como ejemplo, el curriculum de uno de ellos: licenciado en Matemáticas, doctorado en Medicina por la Universidad de Harvard, médico de emergencias y veterano de 100 operaciones de combate con los Navy SEALs, donde fue condecorado.







La NASA, que abre el proceso de selección a principios de marzo, espera elegir a la siguiente generación de astronautas a mediados de 2021. Entonces, los candidatos se embarcarán en un programa de entrenamiento de dos años en el Centro Espacial Johnson en Houston.

Allí, entre otra formación, se incluye clases para aprender a caminar en el espacio, robótica, sistemas de la Estación Espacial Internacional, pilotaje del avión de entrenamiento T-38, clases de idioma ruso y los elementos básicos del programa Artemis para volver a la Luna en 2024. Los sueldos, de conseguirlo, comienzan en los 53.800 dólares.

 
Última edición por un moderador:
SpaceX anuncia un acuerdo para subir a cuatro turistas a la órbita terrestre
El lanzamiento del primer cohete será a finales de 2021 como tarde

EFE
Miami 19 FEB 2020


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La cápsula Crew Dragon con la que volaran los turistas espaciales de SpaceX y Space Adventures. En vídeo, interior de la cápsula. EP




La compañía de transporte aeroespacial SpaceX y la empresa de turismo espacial Space Adventure llegaron a un acuerdo este martes para que cuatro personas vayan al espacio y suban a la órbita terrestre en el transbordador espacial Crew Dragon.

Los turistas que viajarán con la compañía del multimillonario sudafricano Elon Musk y Space Adventure, que organiza viajes espaciales a la Estación Internacional Espacial (EEI) y alrededor de la Luna, podrán contemplar la Tierra "de una forma que nadie ha visto desde el programa Gemini".

"Esta misión histórica forjará un camino que permitirá que los vuelos espaciales sean posibles para todas las personas que sueñen con ellos", dijo en un comunicado el presidente y jefe de operaciones de SpaceX, Gwynne Shotwell.

El programa Gemini consistió en misiones de dos semanas de duración que permitieron que los astronautas se acostumbraran al viaje y las actividades que tendrían que realizar antes de las misiones a la Luna.

Los cuatro viajeros espaciales que, hasta el momento, no se sabe quiénes serán, volarán con el cohete Falcon 9 y se mantendrán en la órbita terrestre durante cinco días. El lanzamiento del primer cohete con turistas será a finales de 2021 como tarde, indicaron a los medios locales.

El anuncio se produce gracias al éxito de la primera demostración de Crew Dragon que llevó al transbordador a la EEI en marzo de 2019 y de la reciente misión del pasado mes de enero.

"Honrando nuestras historias combinadas, esta misión del Dragon será una experiencia especial y una oportunidad en la vida al poder alcanzar el doble de altura que cualquier otra misión espacial civil o visita a la Estación Espacial Internacional", explicó el presidente de Space Adventure, Eric Anderson.

Hasta la fecha, la compañía ha organizado ocho expediciones a la EEI para un total de siete afortunados: Dennis Tito, Mark Shuttleworth, Greg Olsen, Anousheh Ansari, Charles Simonyi, Richard Garriott y Guy Laliberté.

"Crear oportunidades únicas y sin precedentes hasta ahora para que los ciudadanos experimenten el espacio es por lo que Space Adventure existe. Desde 2001-2009 nuestros clientes hicieron historia al volar más de 36 millones de millas en ocho misiones separadas a la EEI", señaló Anderson.

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Arqueología galáctica
La Vía Láctea ha tenido encuentros violentos con otras galaxias y engullido a multitud de ellas. Alguno de estos eventos podría haber desencadenado la formación del sistema solar


PATRICIA SÁNCHEZ BLÁZQUEZ
PABLO G. PÉREZ GONZÁLEZ
24 FEB 2020



Imagen del mapa de la Vía Láctea y otras galaxias cercanas que cataloga más de 1.700 millones de estrellas.


Imagen del mapa de la Vía Láctea y otras galaxias cercanas que cataloga más de 1.700 millones de estrellas. ESA




Galáctica, del griego galaktos (leche), era el adjetivo usado por los griegos para describir su aspecto lechoso en el cielo nocturno. Su origen mitológico se remonta al momento en el cual Hera, esposa de Zeus, descubrió al hijo bastardo de este alimentándose de su pecho. Al apartar furiosamente a aquel niño que evidenciaba la infidelidad de su marido, la leche de su pecho se derramó, tiñendo así de blanco el camino hacia el Olimpo y dando lugar a la Vía Láctea. Gaia, diosa de la Tierra, se ubicó cerca de esta ruta para poder nutrir al mundo de la fuerza de los dioses.

Hoy sabemos que ese camino al Olimpo es nuestra particular perspectiva del disco formado de gas, polvo y cientos de miles de millones de soles y sistemas planetarios al que llamamos Galaxia, con mayúsculas, porque es la nuestra. Nuestro planeta, eso sí, se encuentra en una zona privilegiada, a medio camino entre el centro y el borde de este disco, en la parte tranquila y residencial, lejos de los peligros de las zonas centrales.


Al igual que los arqueólogos, que describen e interpretan las civilizaciones antiguas a través de los restos fósiles que se conservan de ellas, los astrónomos tratamos de describir e interpretar cómo ha sido la historia de nuestra galaxia a partir de los restos fósiles de eventos pasados. Los fósiles, en nuestro caso, son las estrellas más ancianas, que guardan información acerca de las condiciones existentes en el lugar y el momento donde se formaron.

En 2013, la Agencia Espacial Europea (ESA) puso en órbita un telescopio con el objetivo de crear el mapa tridimensional más detallado de la Vía Láctea. La misión, bautizada Gaia, está obteniendo distancias y velocidades de más de un trillardo de estrellas, lo que permitirá estudiar sus orígenes. Cuando acabe el censo de Gaia podremos hacer una reconstrucción de los eventos que han hecho que nuestra galaxia, y nosotros mismos como componentes de ella, sea hoy tal y como es.







Gaia es el telescopio más potente creado hasta la fecha para medir distancias, uno de los problemas más difíciles para los astrofísicos, tanto para los que estudian estrellas como para los que se interesan más por las galaxias. Para calcular la distancia a la que se hallan estrellas de la Vía Láctea, Gaia mide el ángulo de paralaje, es decir, el extremadamente pequeño desplazamiento que experimenta la posición aparente de un astro como consecuencia del movimiento de la Tierra alrededor del Sol. El efecto es parecido al cambio de posición con respecto al fondo que se aprecia si miras tu mano extendida con un solo ojo o con el otro. La paralaje es la manera más precisa de determinar distancias a estrellas, es trigonometría pura. Pero implica medir ángulos en el cielo muy pequeños. Gaia, por ejemplo, sería capaz de distinguir y medir el tamaño de una moneda de dos euros en la superficie de la Luna, que tendría el típico tamaño angular característico de las paralajes estelares.

Gaia está ofreciendo ya resultados espectaculares. Un grupo liderado por astrónomos del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) ha podido datar un encuentro entre nuestra Vía Láctea y otra galaxia cuatro veces menor en unos 10.000 millones de años, más del doble de la edad de la Tierra. Esta pequeña galaxia ha sido bautizada con el nombre de Gaia-Enceladus, uno de los hijos de Gaia y Urano. De acuerdo con la leyenda, Enceladus es responsable de los terremotos y, efectivamente, el encuentro con Enceladus causó un “terremoto” en nuestra galaxia, cuyas consecuencias se siguen observando. El choque con Enceladus cambió la forma de la galaxia para siempre y es posible que perturbaciones del mismo tipo pudieran ser el origen de la formación del propio Sistema Solar.

Para poder obtener este y otros muchos resultados es necesario procesar toda la ingente cantidad de datos enviada por Gaia. De nuevo, centros españoles como Instituto de Ciencias del Cosmos de la Universidad de Barcelona (ICCUB, IEEC-UB), en colaboración del Barcelona Supercomputing Center (BSC), el Consorcio de Servicios Universitarios de Cataluña (CSUC) y el centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC), ubicado en Madrid, están teniendo un papel de liderazgo en esta tarea. Cuando acaba la misión, Gaia habrá recopilado cerca de 1 petabyte de datos, que necesitarán años para ser analizados.

La diosa Gaia era conocida por predecir el futuro y, de la misma manera, los datos de su homónimo satélite nos permitirán conocer el destino final de nuestra Galaxia. Si viven en una zona sin contaminación lumínica o tienen la oportunidad de escapar de las luces de las ciudades estos días otoñales podrán ver, a simple vista, la galaxia de Andrómeda. Esta galaxia, situada a 2.5 millones de años luz de la Tierra, chocará con la nuestra en algo menos de 5.000 millones de años, cuando el Sol sea dos veces más viejo de lo que es ahora y seguramente haya evolucionado para ser una estrella gigante roja. La Tierra no existirá, engullida por el Sol, pero la imagen en el cielo para los pobladores de otros planetas de nuestra Galaxia será espectacular.



Patricia Sánchez Blázquez es profesora titular en la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Pablo G. Pérez González es investigador del Centro de Astrobiología, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (CAB/CSIC-INTA).


Vacío Cósmico es una sección en la que se presenta nuestro conocimiento sobre el universo de una forma cualitativa y cuantitativa. Se pretende explicar la importancia de entender el cosmos no solo desde el punto de vista científico sino también filosófico, social y económico. El nombre "vacío cósmico" hace referencia al hecho de que el universo es y está, en su mayor parte, vacío, con menos de 1 átomo por metro cúbico, a pesar de que en nuestro entorno, paradójicamente, hay quintillones de átomos por metro cúbico, lo que invita a una reflexión sobre nuestra existencia y la presencia de vida en el universo.

 
China desvela de qué está hecha la cara oculta de la Luna
El ‘Yutu-2’ obtiene las imágenes de radar más precisas del interior lunar hasta la fecha


NUÑO DOMÍNGUEZ
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Madrid 26 FEB 2020



Un pequeño robot de exploración chino desvela hoy de qué está hecho el interior de la cara oculta de la Luna. El nivel de detalle no tiene precedentes y ha permitido reconstruir el pasado de nuestro satélite y localizar los escombros del impacto de un asteroide que sucedió hace 3.200 millones de años, cuando la vida en la Tierra apenas empezaba a surgir.

El 3 de enero de 2019 China se convirtió en el primer país en aterrizar con éxito en la cara no visible de la Luna, un territorio repleto de cráteres hasta ahora inexplorado por la imposibilidad de mantener una comunicación directa con la Tierra.

La nave Chang’e 4 se posó en la cuenca Aitken, que con 2.500 kilómetros de diámetro es uno de los mayores cráteres de impacto del Sistema Solar. De las entrañas del módulo de aterrizaje salió el robot Yutu-2, que recorrió una pequeña zona de este enorme cráter dentro del cual hay muchos otros —la misión se encuentra en el Von Kármán, con 180 kilómetros de lado a lado— y encontró restos de un antiguo océano de lava que cubría todo el satélite.

La Luna se formó hace unos 4.500 millones de años cuando un planeta del tamaño de Marte —Theia— chocó contra la Tierra y la desintegró durante unas horas. Un fragmento de Tierra se fundió con los restos de Theia y formó la Luna, que durante un tiempo estuvo cubierta por ese océano de roca fundida del que Yutu encontró indicios el año pasado.



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Composición interna de la Luna
La misión lunar Chang'e-4 lanzada por China ha servido para analizar la estructura del satélite.
Cara visible
Cara oculta
La zona de investigación es una depresión de 186 de kilómetros de diámetro situada en la cara oculta. Un vehículo autónomo tomó los datos durante un breve recorrido.
Cráter Von Kármán
Composición de las capas internas
Robot Yutu 2
Regolitos
–12 m
Materiales
gruesos y rocas
–24 m
Capas alternas
de materiales
gruesos y finos
Restos de meteorito
de entre 0,5 y 2 metros
–40 m
Desconocido
Fuente: CNSA y NASA,
N. C. / EL PAÍS


Ahora salen a la luz los datos del radar de alta frecuencia que el vehículo lleva instalado y que es el primero que se ha usado nunca para aclarar la composición detallada del subsuelo de esta zona.

“Es la primera vez que obtenemos una estructura detallada de los diferentes estratos del terreno en la cara oculta de la Luna”, explica Yan Su, investigadora de los Observatorios Nacionales de China y coautora del estudio, publicado hoy en Science Advances. La científica resalta que este tipo de estudios ayudan a conocer mejor la historia de los impactos de meteoritos y volcanismo en la Luna y pueden desvelar reservas de minerales de interés como la ilmenita, “un recurso importante” del que pueden extraerse hierro, titanio y oxígeno para abastecer la exploración humana de la Luna.

Un día en la cara oculta dura unos 14 días terrestres. La noche dura otros tantos y se alcanzan temperaturas de 170 grados bajo cero, por lo que el rover, que funciona con paneles solares, deja de operar. Los datos publicados hoy corresponden a los dos primeros días lunares de la misión —ahora ya va por el 15º—, durante los cuales sus antenas lanzaron ondas de radio contra el suelo que penetraron en el terreno, rebotaron en los accidentes geográficos y desvelaron su composición detallada.

“Uno de los resultados más destacados es la transparencia del terreno”, resalta Elena Pettinelli, geofísica de la Universidad de Roma Tres, cuyo equipo ha colaborado en el análisis de los datos de la misión. “En la Tierra, con una frecuencia similar [500 megahercios] solo podríamos penetrar dos metros debido a la presencia de agua, que atenúa la señal”, explica la investigadora.

El radar muestra que el interior de la cara oculta de la Luna está hecho de una primera capa de terreno muy fino que llega hasta los 12 metros de profundidad. Son viejas rocas literalmente machacadas por la lluvia de meteoritos y el efecto de la radiación solar. Esta composición ha facilitado que las ondas del radar penetren mucho más que en la cara visible, donde otro robot chino hizo el mismo experimento alcanzando una profundidad de solo 10 metros. Debajo de esa primera capa hay un segundo nivel que alcanza hasta los 24 metros y donde aparecen grandes rocas de entre medio metro y dos metros de largo. Más abajo y hasta donde han podido llegar las ondas del radar —unos 40 metros— hay terreno más mezclado con capas de tierra fina y rocas.

Los investigadores creen que lo que ven en la segunda capa son los escombros levantados hace unos 3.200 millones de años por el meteorito que formó el cráter Finsen, de 72 kilómetros de diámetro y cuyo borde se toca con el Von Kármán en el que está el robot chino. En el tercer nivel se encuentran restos de impactos más antiguos. El propio Von Kármán se formó hace unos 3.600 millones de años.

Los resultados de la misión suponen uno de los mayores éxitos hasta la fecha del programa espacial chino. Ningún otro país ha viajado con éxito a este lado del satélite y ha logrado mantener una misión durante tanto tiempo, para cuya comunicación hubo que lanzar un satélite de comunicaciones que orbita la Luna y envía los datos de la misión a la Tierra. “Esta es una tecnología que otras naciones quieren desarrollar y ellos han sido los primeros en lograrlo”, destaca Bob Grimm, experto en geología lunar del Instituto de Investigación del Suroeste (EE UU). “Los resultados obtenidos en la cara visible y ahora en la oculta demuestran que la penetración del radar depende en parte de la abundancia de hierro y titanio en el subsuelo”, añade.

"Es la primera vez en la historia que se estudia el interior de la Luna con un radar de penetración de suelo", explica Jorge Pla-García, astrofísico del Centro de Astrobiología, en Madrid. "Antes solo se habían hecho mediciones remotas por satélites, una con el Apolo 17 [1972] y otra con Kaguya [Japón, 2007], ambas con menor resolución. Uno de los descubrimientos intereantes es que se pensaba que el Von Kármán estaba lleno de los restos del impacto que formó este cráter pero ahora vemos que casi todo se llenó con restos de otros impactos", resalta.

En este punto los científicos de la misión reconocen un contratiempo. Para llegar más profundo y determinar a qué profundidad está el manto lunar en esta zona hay que usar el radar de baja frecuencia, capaz de alcanzar cientos de metros bajo el suelo. Por desgracia su diseño no fue el mejor ya que el propio cuerpo metálico del vehículo genera interferencias que, por ahora, no permiten aclarar si las imágenes que llegan del subsuelo son reales o simple ruido. Los responsables esperan poder limpiar las mediciones para saber qué se oculta a cientos de metros bajo la cara oculta del satélite.

China ya planea una quinta misión robótica para extraer rocas y enviarlas a la Tierra y también pretende enviar un robot de exploración a Marte este año que coincidirá con misiones similares de EE UU y Europa. Todas llevan radares para hacer el tipo de estudio que ha hecho el Yutu-2 en la Luna.


VIDEO:

 
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