ASTRONOMIA, FISICA

Cómo se llenó de oxígeno la atmósfera de la Tierra
El enfriamiento de la Tierra ayudó a las bacterias que empezaron a hacer la fotosíntesis a romper un equilibrio que mantuvo el planeta sin oxígeno durante 2.000 millones de años


DANIEL MEDIAVILLA
14 DIC 2019


La atmósfera terrestre vista desde la Estación Espacial Internacional


La atmósfera terrestre vista desde la Estación Espacial Internacional NASA




La vida en la Tierra tardó “poco” en aparecer tras la formación del planeta. Hace al menos 3.700 millones de años, y quizá cientos de millones de años antes, ya había seres capaces de reproducirse en un mundo donde los océanos acababan de aparecer. Faltaba, sin embargo, un elemento que hizo posible que aquellos seres comenzasen a cooperar entre ellos y finalmente acabasen apareciendo los animales, hace solo quinientos millones de años. El oxígeno fue el combustible que alimentó el metabolismo de los seres vivos y transformó nuestro planeta en un mundo habitado, pero sigue habiendo dudas sobre cómo apareció.


El estudio geológico indica que hasta hace unos 2.400 millones de años no había oxígeno en la atmósfera terrestre o en sus océanos. A partir de ese momento, en tres explosiones, el porcentaje de este gas se fue incrementando hasta ocupar el 21% de la atmósfera.

Una de las explicaciones más aceptadas responsabiliza de aquel vuelco atmosférico a las cianobacterias, unos microbios que comenzaron a utilizar la energía del sol para producir carbohidratos y oxígeno a partir del agua y el dióxido de carbono. Esta nueva técnica, que ahora conocemos como fotosíntesis, dio a estos organismos un éxito sin precedentes. Pero mejor siempre es peor para algunos. Los seres que habían satisfecho sus necesidades energéticas durante más de mil millones de años sin oxígeno descubrieron que aquel nuevo gas era veneno para sus células. Aquello fue un cambio de régimen y el triunfo de las cianobacterias fue tal que hoy todas las plantas de la Tierra las llevan incorporadas en sus organismos en forma de unos orgánulos bautizados como cloroplastos.

Después, hicieron falta casi 2.000 millones de años más hasta que los niveles de oxígeno bastasen para permitir la existencia de los primeros animales. El debate científico que trata de explicar este proceso ha sido intenso. Ahora un equipo de la Universidad de Leeds (Reino Unido) ha elaborado un modelo según el cual, más allá de la aparición de los primeros microbios fotosintéticos y el movimiento de las placas tectónicas —dos fenómenos que comenzaron hace 3.000 millones de años y tuvieron influencia en la oxigenación de la Tierra—, el incremento del gas esencial para la vida en la atmósfera era cuestión de tiempo.

El oxígeno no es una sustancia rara. Es el tercer elemento más abundante del universo, después del hidrógeno y el helio, pero es tremendamente "sociable" y puede formar compuestos con casi todos los elementos de la tabla periódica. Durante muchos millones de años el interior de la Tierra mantuvo la elevada temperatura alcanzada durante su formación, pero el enfriamiento progresivo redujo la cantidad de gases volcánicos que surgían de su interior. Estos gases eran los que, al reaccionar con el oxígeno, lo retiraban de la atmósfera. Ese cambio en el equilibrio permitió que el oxígeno producido por las cianobacterias comenzase a generar un superávit que se fue acumulando. El nuevo modelo explicaría el intrigante intervalo entre la aparición de los organismos que producían oxígeno y el aumento de este gas en la atmósfera.

Después estos cambios en el equilibrio atmosférico afectaron a la cantidad de fósforo en el mar, que depende de los niveles de oxígeno, y eso tuvo su impacto en los animales que vivían de la fotosíntesis, que a su vez utilizan fósforo. Cuando esos procesos de retroalimentación produjeron un tercer incremento en el porcentaje de oxígeno en la atmósfera, la Tierra estaba lista para la explosión de formas de vida complejas, móviles y visibles que desde entonces habitan el planeta.

Lewis Alcott, primer autor del artículo que se publica en la revista Science, plantea que, además de conocer estos procesos esenciales para la aparición de la vida en la Tierra, su modelo sugiere que los planetas con atmósferas de oxígeno abundante pueden darse con más frecuencia de lo que se pensaba hasta ahora, “porque [para su aparición] no son necesarios avances biológicos múltiples y muy improbables ni sucesos tectónicos casuales”.



 
La misteriosa isla deshabitada donde la NASA ensaya su próxima misión espacial


Isla Devon, la misteriosa isla deshabitada donde la NASA ensaya el viaje a Marte







05/01/2020
Desde el inicio de la exploración espacial la NASA ha utilizado varias localidades en el mundo para realizar sus experimentos y desarrollar tecnología enfocada a habitar otros planetas, las llamadas misiones análogas.

Durante décadas se han buscado lugares parecidos a Marte en la Tierra, algunos conocidos son el desierto de Atacama en Chile o Los Valles Secos en la Antártida, pero hasta ahora el lugar que más se le parece es la isla deshabitada más grande del mundo ubicada en Canadá: la isla Devon.

En el vídeo sobre estas líneas te mostramos en detalle este remoto rincón del Ártico en el que la NASA ensaya sus misiones, entrena astronautas y prueba nuevas tecnologías.

 
TOI 700 D, A 100 AÑOS LUZ DE DISTANCIA
La NASA descubre un planeta "gemelo" de la Tierra en una zona habitable
Se encuentra en la zona habitable de la estrella TOI 700 y, de tener agua, podría albergar las condiciones necesarias para la vida



Foto: Interpretación del planeta TOI 700 d. Foto: NASA


Interpretación del planeta TOI 700 d. Foto: NASA



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EL CONFIDENCIAL
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07/01/2020





El Satélite de Sondeo de Exoplanetas en Tránsito (TESS) de la NASA ha descubierto su primer planeta del tamaño de la Tierra, llamado TOI 700 d, en la zona habitable de su estrella. Esto significa que se encuentra a una distancia donde las condiciones pueden ser adecuadas para permitir la presencia de agua líquida en su superficie y, por tanto, de albergar vida.

"TESS fue diseñado y lanzado específicamente para encontrar planetas del tamaño de la Tierra que orbitan estrellas cercanas", ha señalado Paul Hertz, director de la división de astrofísica de la NASA, en un comunicado de la agencia espacial. "Descubrir TOI 700 d es un hallazgo científico clave para TESS".

Según nos cuenta Phys.org, TESS monitoriza grandes franjas del cielo, llamados sectores, durante 27 días, lo que permite al satélite rastrear los cambios en el brillo estelar causados por un planeta en órbita que cruza frente a su estrella desde nuestra perspectiva, un evento llamado tránsito.

Tres planetas
De esa manera, TESS estaba observando la estrella TOI 700, una estrella enana pequeña y fría ubicada a poco más de 100 años luz de distancia, y así pudo descubrir el planeta TOI 700 d, uno de los tres planetas que orbitan esa estrella. El hallazgo fue confirmado utilizando el Telescopio Espacial Spitzer de la NASA, que se encargó de confirmar el tamaño del planeta y el estado de la zona habitable.

TOI 700 d es el planeta más externo conocido en ese sistema y el único en la zona habitable, ni demasiado cerca ni demasiado lejos como para que en su superficie pueda existir agua líquida. Mide un 20 por ciento más que la Tierra, completa una órbita alrededor de su estrella cada 37 días y recibe de esta el 86 por ciento de la energía que el Sol proporciona a la Tierra.



Zona habitable de la estrella TOI 700. Foto: NASA


Zona habitable de la estrella TOI 700. Foto: NASA



Junto a él se encontraron dos planetas más. El más interno, llamado TOI 700 b, es casi del tamaño de la Tierra, probablemente rocoso y completa una órbita cada diez días. El planeta central, TOI 700 c, es 2,6 veces más grande que la Tierra, tal vez gaseoso y su órbita alrededor de TOI 700 es de 16 días. Misiones futuras podrán ser capaces de identificar si los planetas tienen atmósferas y, si es así, incluso determinar sus composiciones.

Como dice Hertz, TOI 700 d es uno de los pocos planetas del tamaño de la Tierra descubiertos en la zona habitable de una estrella hasta el momento, que se suman a los hallados en el sistema TRAPPIST-1 y en otros mundos por el Telescopio Espacial Kepler de la NASA.


 
Hallan pruebas de la existencia de partículas inmortales
Un equipo de físicos ha descubierto cómo, tras su descomposición, los «escombros» de esas partículas vuelven a unirse para formar otras nuevas


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José Manuel Nieves
:07/01/2020



Nada dura para siempre. Todo lo que nos rodea, desde los seres vivos a las montañas, los planetas, las estrellas, las galaxias e incluso el Univeros mismo, lleva grabada a fuego una fecha de caducidad. Pero en el extraño reino de las partículas subatómicas todo es posible. Y a pesar de que todas ellas, (protones, electrones, neutrones, etc), terminan por decaer y desintegrarse en algún momento, los científicos acaban de encontrar que ciertos tipos de «cuasipartículas» son, en principio, inmortales.

Lo cual no significa que no decaigan, igual que lo hacen todas las demás, sino que después de hacerlo, y de un modo que aún resulta un misterio, son capaces de «reconstruirse a sí mismas» y cobrar nueva vida en un proceso que, en teoría, puede repetirse hasta el infinito.

En principio, esa extraordinaria capacidad parece ir en contra de uno de los principios más firmes e ineludibles del Universo: la segunda Ley de la Termodinámica, según la cual la entropía, o estado de desorden de un sistema, tiende a aumentar siempre, y solo puede evolucionar en una dirección. Por eso vemos que un vaso se rompe al caer de la mesa, pero nunca veremos los trozos del vaso reconstruyéndose en el suelo y volando después hasta la mesa.


La Segunda Ley es tan poderosa que, a diferencia de muchas otras «reglas», funciona incluso en el mundo cuántico. Por eso los científicos no sabían qué pensar cuando se toparon con las cuasipartículas inmortlaes. El hallazgo acaba de publicarse en Nature Physics.

«Hasta ahora -explica el físico Frank Pollman, de la Universidad Técnica de Munich y uno de los autores de la investigación- se suponía que las cuasipartículs de los sistemas cuánticos en interacción decaen después de un cierto tiempo. Pero ahora sabemos que no es así: las interacciones fuertes pueden llegar, incluso, a detener por completo la descomposición». Pollman ya publicó un artículo al respecto en junio del pasado año.

Las cuasipartículas no son exactamente partículas, o por lo menos no en la forma en que normalmente pensamos en protones o electrones. Son más bien las perturbaciones o excitaciones causadas en un sólido por fuerzas eléctricas o magnéticas y que, en su conjunto, se comportan como partículas. Los «fonones», por ejemplo, que son las unidades discretas de energía de vibración con que oscilan los átomos en un red cristalina, se consideran cuasipartículas, igual que los «polarones», electrones atrapados en una red rodeada por una nube de polarización.

Para llevar a cabo su trabajo, los investigadores desarrollaron métodos numéricos especialmente diseñados para calcular las complejas interacciones de las cuasipartículas, y simulaciones informáticas para observar su descomposición.

«El resultado de la simulación -explica por su parte Ruben Verresen, del Instituto Max Planck de Física de Sistemas Complejos y coautor del estudio- mostró que es cierto que las cuasipartículas se descomponen. Sin embargo, de los escombros emergen entidades de partículas nuevas e idénticas. Si la descomposición se produce muy rápidamente, entonces tendrá lugar una reacción inversa después de cierto tiempo y los escombros convergerán nuevamente. Este proceso puede repetirse sin cesar, dando lugar a una oscilación sostenida entre la descomposición y el renacimiento».

Además, señalan los investigadores, el proceso no viola, después de todo, la Segunda Ley de la Termodinámica, ya que la oscilación es una onda que se transforma en materia, y eso está «cubierto» por el concepto mecánico-cuántico de dualidad onda-partícula. Es decir, que la entropía del sistema no disminuye, sino que permanece constante. Lo cual sigue siendo bastante extraño, aunque no viola ninguna ley de la Física.

Muy al contrario, el hallazgo ha permitido solucionar algunos otros quebraderos de cabeza que los físicos llevaban tiempo tratando de explicar. Por ejemplo, existe un compuesto magnético, llamado Ba3CoSb2O, que se suele utilizar en muchos experimentos y que era inesperadamente estable. Y la clave podría estar, precisamente, en las cuasipartículas magnéticas que contiene, llamadas «magnones» y que, en las simulaciones llevadas a cabo por los científicos, se reorganizan después de su descomposición.

Por el momento, sin embargo, los resultdos del trabajo son solo teóricos y será necesario llevar a cabo experimentos para comprobar la inmortalidad de las cuasipartículas. Una cualidad que alberga un enorme potencial, por ejemplo, para el almacenamiento de datos a largo plazo en las futuras computadoras cuánticas.

 
SE ENCONTRABA OCULTO EN EL SUR DE LAOS
Hallan el misterioso cráter de un meteorito que golpeó a la Tierra hace 800.000 años
Un equipo de científicos ha sido capaz de resolver un misterio de varios siglos de duración: encontrar el enorme agujero oculto que dejó una gran roca tras chocar contra la Tierra



Foto: Hallan el misterioso cráter de un meteorito que golpeó a la Tierra hace 800.000 años. (Wikimedia Commons)


Hallan el misterioso cráter de un meteorito que golpeó a la Tierra hace 800.000 años. (Wikimedia Commons)




AUTOR
RUBÉN RODRÍGUEZ
Contacta al autor
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08/01/2020




Desde hace varios siglos, los investigadores habían encontrado una serie de restos que sugerían que un enorme meteorito había impactado en la Tierrahace unos 800.000 años. El hallazgo de estos elementos, denominados tectitas vítreas, confirmaban que una gran roca del espacio había chocado contra nuestro planeta, por lo que durante años se afanaron en buscar un gran cráter que nunca encontraron. Hasta ahora, que lo han conseguido encontrar.
En ocasiones, la visión directa de un gran cráter ha permitido a los científicos saber la llegada de un meteorito a nuestro planeta. El posterior análisis de los minerales del fondo del lugar de impacto incluso les ha dado una ubicación aproximada de su procedencia. Pero, en ocasiones, el hallazgo se produce a la inversa: se encuentran una especie de escombros de color negro que sugieren que algo ha chocado en la Tierra. Esos restos sirven para datar el año de impacto.

eso es, precisamente, lo que había sucedido en este caso. Durante más de doscientos años, estos restos habían sido encontrados desperdigados por una amplia zona, pero sin conseguir encontrar el brutal cráter que debería de haber dejado. Cuando un meteorito golpea la Tierra, las rocas terrestres sobre las que impacta se licuan por el intenso calor y, cuando se enfrían, se convierten en tectitas vítreas esparcidas en un amplio radio, básico para buscar su procedencia.

En este caso, se habían hallado estas tectitas desde Indochina hasta la Antártida oriental y desde el Océano Índico hasta el Pacífico occidental. Así, un grupo de científicos de la Universidad de Nanyang (Singapur) decidió investigar para tratar de hallar el misterioso cráter 'escondido': así, analizaron una serie de impactos conocidos, situados en el sur de China, el norte de Camboya y el centro de Laos, pero todos quedaron descartados por su 'edad'.

Estos tres cráteres eran mucho más antiguos que el que buscaban, pero no existía en la zona ningún otro lugar del tamaño que se esperaba, por lo que plantearon una hipótesis: ¿y si estuviera enterrado? Pronto, encontraron una zona en el sur de Laos que podía encajar. En plena meseta de Bolaven, los expertos hallaron una amplia zona cubierta por campos de lava volcánica. Quizá, bajo la superficie, podría localizarse la desconocida ubicación del enorme cráter.



El lugar exacto del impacto del meteorito. (FOTO: Sieh et al./PNAS 2019)




Tras realizar un mapa geológico de la zona, consiguieron su objetivo: bajo la lava, encontraron el cráter perdido. Las mediciones, publicadas en un estudio en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), confirman que se trata de un enorme agujero de forma elíptica, con un tamaño de 17 kilómetros de largo, por 13 de ancho y unos 100 metros de espesor, cuyas características encajan a la perfección con ese impacto de hace 800.000 años.

Se trata de uno de los mayores impactos de meteorito que ha recibido la Tierra en su ya larga historia pues, no en vano, golpeó la superficie planetaria con tanta fuerza que fue capaz de proyectar escombros en un 10 por ciento de todo el planeta. Casi nada. Pero, hasta ahora, la ubicación de tan brutal choque no había podido ser descubierta por los expertos, hasta ahora: el sur de Laos escondía, bajo la lava, el lugar donde un día una enorme roca extraterrestre nos golpeó.

 
Anillo de fuego
¿Por qué a veces en los eclipses solares se ve un anillo de fuego alrededor del disco lunar?


CARLO FRABETTI

10 ENE 2020


Eclipse


Eclipse solar anular 2017 HANDOUT AFP



Pues no, no ha comenzado una nueva década, por más que insistan en ello algunos medios de comunicación: 2020 es el último año de la segunda década del siglo XXI, que, por cierto, empezó el 1 de enero de 2001. En el caso de las décadas, la confusión tiene mucho que ver con la difundida costumbre de nombrarlas por las cifras de las decenas, como en la conocida expresión “los alegres años veinte”, lo que parece incluir todos los años que tienen un 2 en dicho lugar, de 1920 a 1929 ambos inclusive.

Puesto que la década no es una unidad de medida temporal oficial (no decimos que estamos en la década CCII d. C.), esta confusión carece de importancia, e incluso es lícito llamar década a un período de diez años cualquiera, por ejemplo, del final de la Segunda Guerra Mundial a mediados de los cincuenta (aunque en este caso es más correcto usar el término “decenio”). Pero en el caso de los siglos el error es inadmisible, y cuesta creer que todavía persista.

En cuanto a los números de la forma abab, como 2020, no poseen ninguna propiedad especial. Sí que la tienen los de la forma abcabc, pues son divisibles por 1001, y 1001 = 11 x 13 x 7, lo cual permite realizar un sorprendente truco de matemagia:

Se pide a uno de los presentes que escriba en un papel un número de tres cifras y luego pase el papel a otra persona, que deberé repetir a continuación las mismas tres cifras. A una tercera persona se le pide que divida por 11 el número de seis cifras resultante, y el cociente será dividido por 13 por una cuarta persona, y el resultado será dividido por 7 por una quinta, que pasará el resultado final al matemago, que adivinará el número inicial (que no es otro que el último cociente). Repetir las tres cifras equivale a multiplicar el número por 1001, y como luego se divide por 1001, se obtiene de nuevo el número inicial.


Eclipse total y eclipse anular
Como ejemplo del despiste mediático sobre las décadas, el reciente eclipse solar del pasado 26 de diciembre fue anunciado repetidamente como “el último eclipse de la década”, título que en realidad corresponde al que se producirá el 14 de diciembre de 2020.

El del 26 de diciembre fue, por cierto, un eclipse anular, denominado así por el espectacular “anillo de fuego” que se ve alrededor del disco lunar cuando su centro coincide con el del disco solar. ¿Por qué este anillo se ve en algunos eclipses y en otros no? ¿Qué anchura máxima podría tener un anillo de fuego?

Recordemos que, redondeando, el diámetro de la Luna es de 3.500 km, y su distancia a la Tierra oscila entre 360.000 km y 400.000 km. El diámetro del Sol es de 1,4 millones de km, y su distancia a la Tierra varía entre 147 y 152 millones de kilómetros.

Carlo Frabetti es escritor y matemático, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Ha publicado más de 50 obras de divulgación científica para adultos, niños y jóvenes, entre ellosMaldita física, Malditas matemáticas o El gran juego. Fue guionista de La bola de cristal

 
¿Por qué nuestra galaxia tiene forma de espiral?
Cuando el universo era más joven, la fracción de galaxias espirales era mucho mayor que ahora



Imagen de la galaxia espiral M81.


Imagen de la galaxia espiral M81. NASA



HELENA DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ

10 ENE 2020

La pregunta es muy interesante y muy relevante para los estudios que hacemos. Entender por qué las galaxias tienen la forma que tienen y cómo su estructura se relaciona con sus procesos de formación y su evolución es una parte fundamental de mi investigación. Es importante que sepas que el hecho de que nuestra galaxia sea espiral no es una rareza, hay muchísimas que tienen una forma muy parecida. De hecho, la mayoría de las galaxias son espirales. Propiedades como su masa, su entorno o la edad del universo influyen en que ese número sea mayor o menor. Clasificamos las galaxias en dos tipos: elípticas y espirales. Cuando el universo era más joven, la fracción de galaxias espirales era mucho mayor que ahora que el universo es más viejo ya que las galaxias se van transformando en elípticas por procesos internos que llamamos seculares. Además, en general, cuanto más pequeñas son las galaxias, más probabilidades hay de que sean espirales en vez de elípticas.


Para entender por qué tienen esta forma hay que saber que una galaxia está compuesta por estrellas, nubes de gas y polvo y materia oscura. Esa composición la podemos considerar como un fluido, es decir, las galaxias se comportan como un fluido. Si tenemos unas partículas con una velocidad de rotación inicial y un pozo de potencial gravitatorio, la física de fluidos hace que se genere un disco rotante de igual manera que cuando abrimos un grifo el agua cae por el desagüe haciendo círculos o cuando removemos la espuma de una taza de café frecuentemente se forman estructuras espirales). La actuación de la gravedad y la conservación del momento angular hacen que se aplane toda la materia y se forme un disco muy finito que conserva esa rotación. Cuando las galaxias evolucionan y se hacen cada vez mayores, esa velocidad de rotación se va perdiendo por movimientos de fricción. Entonces, las velocidades aleatorias empiezan a dominar y las galaxias se hacen más elípticas, se distorsiona ese movimiento tan ordenado. Los choques entre galaxias, que son relativamente frecuentes, también destruyen la forma espiral de las galaxias. Por lo general las galaxias elípticas son viejas y ya han dejado de formar estrellas y, también por lo general, las galaxias espirales todavía conservan muchas estrellas jóvenes e incluso siguen formando estrellas nuevas, como ocurre en la Vía Láctea.

Una galaxia espiral es muy aplanada, con una dimensión privilegiada que es la del disco, donde están contenidas la mayor parte de las estrellas. En ese disco puede o no haber brazos espirales. Los brazos espirales son zonas en las que la densidad de estrellas es mayor y eso funciona como unas ondas de perturbación, las estrellas que vienen por detrás chocan y se acumulan y eso hace que los brazos espirales sean cada vez mayores (es precisamente en los brazos donde se forman más estrellas). Las galaxias espirales pueden tener un bulbo en el centro, que tiene una forma más esférica y, casi siempre, contiene una población estelar más vieja; además pueden tener también una barra, que es cuando los brazos espirales no llegan del todo al centro de la galaxia sino que hay una estructura entre ellos y el centro con forma, precisamente, de barra. Hay muchos estudios sobre por qué surgen las barras y qué implicaciones tienen en la evolución de las galaxias pero todavía es un frente de investigación abierto.



Además, las galaxias espirales tienen un halo que es como una esfera en la que hay estrellas muy dispersas con velocidades más aleatorias que las del resto de la galaxia que están en el disco. Y luego está, por supuesto, la componente de materia oscura. Todas las galaxias se forman en halos de materia oscura, que es algo que no hemos sido capaces de observar aunque sí de detectar. La forma en la que se detectó la materia oscura fue porque la velocidad de rotación que vemos en la parte más externa de las galaxias es mayor de lo que sería si no existiera esa materia oscura. Este hecho fue descubierto por una astrofísica estadounidense llamada Vera Rubin.
La Vía Láctea tiene bulbo, halo y materia oscura y es muy posible que tenga barra aunque no estamos totalmente seguros. Y tiene cinco brazos espirales, en uno de los cuales, bastante a las afueras, está nuestro sistema solar.


Helena Domínguez Sánchez es doctora en astrofísica e investigadora en el Instituto de Ciencias del Espacio (ICE-CSIC, Barcelona).
Pregunta enviada vía email por Noé Martínez García
Nosotras respondemos es un consultorio científico semanal, patrocinado por la Fundación Dr. Antoni Esteve y el programa L’Oréal-Unesco ‘For Women in Science’, que contesta a las dudas de los lectores sobre ciencia y tecnología. Son científicas y tecnólogas, socias de AMIT (Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas), las que responden a esas dudas. Envía tus preguntas a nosotrasrespondemos@gmail.com o por Twitter #nosotrasrespondemos.

 
SE HA LLEGADO A USAR PARA RESOLVER CRÍMENES
Bases militares y pirámides ocultas: las imágenes más enigmáticas de Google Earth
Aficionados a la arqueología y a las teorías de la conspiración han tratado de resolver algunos de los grandes misterios de la humanidad utilizando las imágenes por satélite



Foto: La Tierra, vista desde Google Earth.


La Tierra, vista desde Google Earth.



14/01/2020


Desde los orígenes de internet, las imágenes obtenidas por satélite han dado para mucho. Quién no ha tirado alguna vez de Google Maps para viajar a cualquier parte del mundo o incluso para caminar por sus calles gracias a la funcionalidad de Street View. Los más curiosos puede que también hayan recurrido en ciertas ocasiones a Google Earth, una de las herramientas más profesionales para curiosear, teniendo en cuenta que ofrece una visión en tres dimensiones desde casi cualquier punto de vista.

Google Earth, aplicación gratuita que está disponible para cualquier usuario, obtiene imágenes de varias fuentes, ya sea mediante satélites en órbita que toman fotografías a decenas de kilómetros sobre la Tierra o usando otros más cercanos que consiguen una mayor resolución, además de con instantáneas aéreas tomadas desde aviones o drones. Con tanta información disponible, no es de extrañar aficionados a la arqueología —y a las teorías de la conspiración— hayan tratado de localizar perspectivas diferentes a algunos de los grandes enigmas de la humanidad.



El Nazca de Kazajistán
Una expedición arqueológica de la Universidad de Kostanay (Kazajistán), en colaboración con la Universidad de Vilnius (Lituania), descubrió más de 50 geoglifos en Asia central gracias a Google Earth. Con un rango de 90 a 400 metros de diámetro —algunos de ellos son más largos que un portaviones—, estos símbolos presentan una gran variedad de formas geométricas: desde círculos hasta triángulos, pasando por esvásticas, un símbolo que no tenía connotaciones políticas en la Antigüedad.



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¿Pirámides o montículos?
En 2012, una autodenominada "arqueóloga satelital" despertó la atención de medio mundo al asegurar que había encontrado dos posibles complejos piramidales desconocidos en Egipto. No obstante, una parte de la comunidad científica salió al paso sosteniendo que se trataba de colinas cuya peculiar forma se debía a la erosión natural del terreno. "Tales colinas se forman cuando un montículo de sedimento contiene una capa difícil de erosionar. Cuando el sedimento circundante se erosiona gradualmente, esa capa resistente queda arriba, haciendo que la colina sea plana", explicaba a 'Live Science' James Harrell, profesor de Geología Arqueológica de la Universidad de Toledo (Ohio).



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Pentagrama en Asia central
De nuevo en Kazajistán, concretamente en la orilla sur del embalse Upper Tobol, puede observarse la vista aérea de una estrella pentagonal dentro de un círculo de casi 400 metros, símbolo que ha sido asociado desde tiempos inmemoriales a la magia y el satanismo. Pero la explicación al dibujo parece ser mucho más mundana: según Emma Usmaonova, una arqueóloga de la Universidad Estatal de Karaganda (Kazajistán) "se trata del contorno de un parque hecho en forma de estrella".



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Una desaparición resuelta
Hasta el año pasado, nadie había tenido noticias sobre el paradero de William Moldt, un hombre de 40 años desaparecido en el pueblo de Lantana, en el condado de Palm Beach (Florida). Pero un vecino que curioseaba en su barrio a través de la vista aérea de Google Earth descubrió lo que parecía ser una furgoneta blanca hundida en un lago. Fue este detalle el que permitió a la policía encontrar el cadáver del desaparecido y cerrar su caso 22 años después.



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Misiles de la Guerra Fría
El Área de Defensa de Oahu, en Hawái, albergó decenas de misiles supersónicos tierra-aire que estaban listos para lanzarse contra cualquier objetivo entre 1954 y 1970. Estos proyectiles, algunos de los cuales incluso portaban ojivas nucleares, quedaron obsoletos con la llegada de los misiles intercontinentales y, junto a ellos, algunas bases militares utilizadas por el ejército estadounidense que habrían caído en el olvido de no ser por David Tewksbury, especialista en información geográfica en el Hamilton college de Nueva York, que se propuso construir una base de datos a partir de Google Earth.



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Aliento del desierto
Por mucho que recuerde a los círculos gigantes en campos de maíz que las teorías de la conspiración asocian a presencias extraterrestres, esta gran espiral situada en el desierto egipcio, a poca distancia del Mar Rojo, no es más que una obra de arte terrenal. 'The Desert Breath' es una instalación monumental de aproximadamente 10 hectáreas compuesta por 89 conos sobresalientes de un tamaño que aumenta gradualmente. Fue concebida en 1997 por Danae Stratou, Alexandra Stratou y Stella Konstantinidis y está sujeta a la erosión natural, por lo que, con el tiempo, se disolverá en la arena.



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Publicidad a gran escala
Las estrategias publicitarias llegan a cotas inimaginables. Buena prueba de ello es un logotipo de Coca-Cola de 40x120 metros que puede observarse desde el cielo en una ladera de Chile. No es la única marca que ha utilizado esta estrambótica forma de promocionarse. Un enorme coronel Sanders, símbolo inequívoco de la cadena de comida rápida KFC, se divisa justo al lado de la Carretera Extraterrestre de Nevada.



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Una casa-avión
¿Qué hace un avión en mitad del bosque? Y lo que es más intrigante, ¿por qué Google marca el emplazamiento como una vivienda? La respuesta la tiene Bruce Campbell, un ingeniero de 67 años que compró un Boeing 727 fuera de circulación y lo convirtió en su inusual domicilio situado en un área boscosa a las afueras de Portland, Oregón. "¿Por qué deberíamos desechar esta tecnología de alto nivel para juntar palos en su lugar?", se pregunta en declaraciones a 'The Oregonian'.



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GRACIAS A UN MINERAL LLAMADO MIRABILITA
Un lago salado de Utah puede tener la respuesta a si hay vida en Marte
Cuatro formaciones geológicas nacidas casi de la noche a la mañana en mitad de un lago pueden servir de ejemplo para analizar si el planeta rojo albergó vida alguna vez


Foto: Un lago salado de Utah puede tener la respuesta a si hay vida en Marte. (Servicio Geológico de Utah)


Un lago salado de Utah puede tener la respuesta a si hay vida en Marte. (Servicio Geológico de Utah)



AUTOR
RUBÉN RODRÍGUEZ
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MARTE
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ESTADOS UNIDOS (EEUU)

17/01/2020


Allison Thompson hacía, como cada día, su ronda por el Gran Lago Salado de Utah (Estados Unidos). El día empezaba a agotarse y, por eso, cuando llegó a su orilla creía que eran sus ojos los que le estaban jugando una mala pasada, pero nada más lejos de la realidad: en medio del embalse acababan de aparecer una serie de montículos de color blanco que sobresalían por encima del agua. No dudó en avisar a las autoridades para que analizaran lo sucedido.

Cuando los científicos llegaron hasta el lugar, descubrieron que se trataba decuatro montículos de un mineral cristalino. Solo necesitaron una serie de comprobaciones para determinar que se trataba de una situación relativamente normal, pero que les podría servir para estudiar uno de los lugares menos conocidos del universo: Marte. Y es que este tipo de formaciones pueden ser fundamentales para descubrir si alguna vez hubo vida en el planeta rojo.

Los geólogos no tardaron en confirmar que estas formaciones estaban hechas de un mineral llamado mirabilita, un sulfato de socio cristalino. Este material se forma bajo las aguas ricas en sal, como es el caso del Gran Lago Salado de Utah, pero nunca antes se le había visto emerger en forma de montículo. Los expertos consideran que en esta ocasión salieron a la luz después de que haya descendido drásticamente el nivel del lago, así como la bajada de las temperaturas.

Pero lo importante, en realidad, es que los científicos consideran que estas formaciones pueden tener un origen similar a las estructuras minerales que se encuentran en la superficie de Marte. De hecho, el análisis de la mirabilita ha conseguido confirmar que arrastran consigo microbios que se encuentran en el fondo del lago, por lo que creen que en el caso del planeta rojo podrían utilizar estas mismas formaciones geológicas para buscar rastros de vida.



(EFE)




Las bajas temperaturas son las que han permitido que estos lagos se preserven sin problema, pero los científicos están convencidos de que con la llegada de la primavera volverán a desaparecer. Creen que el aumento de las temperaturas resquebrajará la solidez de la estructura mineral, devolviéndola de nuevo al fondo del mar. Pero esa situación no se producirá en Marte, donde las temperaturas bajas pueden permitir que encontremos algún microorganismo.

De hecho, la temperatura media del planeta rojo es de sesenta grados bajo cero, lo que hace pensar a los expertos que investigar esos bloques minerales que se encuentran en la superficie puede servir para descubrir si alguna vez albergó vida -o si, incluso, lo hace en la actualidad-. Especialmente al saber que alguna de estas estructuras marcianas provienen de antiguos lagos saladosque algún día se secaron. Utah puede tener la respuesta al misterio.

 
MIEDO A QUE SE DESATEN PROBLEMA PSICOLÓGICOS
El principal problema para ir a Marte somos nosotros: nuestra mente no está preparada
Llegar al planeta rojo supone una misión de, al menos, dos años debido al largo viaje que supone. Y existen serias dudas de que mentalmente seamos capaces de soportarlo



Foto: El principal problema para ir a Marte somos nosotros: nuestra mente no está preparada. (Banco de Imágenes Geológicas/NASA)


El principal problema para ir a Marte somos nosotros: nuestra mente no está preparada. (Banco de Imágenes Geológicas/NASA)



AUTOR
RUBÉN RODRÍGUEZ
Contacta al autor
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20/01/2020




Viajar a Marte es, sin ningún género de dudas, el gran objetivo de la NASA de cara al presente siglo. De hecho, espera para antes de 2050 ser capaz de lanzar la primera misión tripulada que se capaz de amartizar en la superficie del planeta rojo y conocer sus secretos sobre el terreno. Pero existe un problema: el ser humano. Será cuestión de décadas que se consiga la tecnología suficiente para llegar hasta allí, pero las dudas recaen directamente en los astronautas.
Con la tecnología actual, una nave tardaría en llegar a Marte entre 400 y 450 días, teniendo en cuenta que fuera lanzada en las mejores condiciones de gravedad y en el momento en que la órbita terrestre se encuentre más cercana del planeta rojo. O, dicho de otra manera: solo ir y volver supondría más de dos años de misión, sin tener en cuenta el tiempo de estancia en Marte para analizar su superficie. Por ello, el perfil psicológico del astronauta será básico.

Encontrar la tecnología adecuada para llegar a Marte, superar los desafíos tecnológicos que permitan el regreso de la misión, asumir los enormes costes económicos de la construcción de la nave o, incluso, conseguir paliar los efectos de la radiación cósmica o ionizante no son, ni mucho menos, los principales retos para conseguir alcanzar la gran meta espacial del siglo. El principal problema es conseguir que la mente humana sea capaz de asumir el viaje al que se enfrenta.

Los expertos son conscientes de la necesidad de encontrar una solución al respecto, pues ni acertando de pleno con el mejor perfil psicológico para afrontar el viaje a Marte se estaría seguro de que el astronauta no sufriera algún tipo de problema mental. El principal está directamente relacionado con el agotamiento y el aburrimiento, relacionado principalmente con el hecho de compartir tanto tiempo solo con las mismas personas en un espacio muy reducido.

Pero la situación se irá complicando con el paso de los días. Los científicos son conscientes de un fenómeno denominado 'hibernación psicológica', que hace que con el paso de los meses el cerebro se encargue de minimizar sus recursos para evitar llegar a un estado de agotamiento, pero que evidentemente provoca que reaccione mucho más lento que en condiciones normales, lo que supondría un importante problema en caso de emergencia dentro de la nave.






De igual manera, otro de los problemas que podrían tener lugar tiene que ver con el sueño. El ser humano necesita tener un descanso bien establecido, lo que suele regularse a través del cansancio y de los ciclos día/noche. Sin embargo, los astronautas no podrán utilizar esa señal de luz para vincular su descanso, por lo que puede llegar un momento en el que exista una descompensación que complique la capacidad de descansar, generando inestabilidad, según explica 'BBC'.

La Tierra es otro de los problemas. El ser humano necesita seguridad para afrontar los retos y saber que, en caso de tener algún problema, su regreso a la normalidad es posible. El problema llegará cuando, antes de la mitad de la misión, se deje de ver nuestro planeta desde la nave, algo que puede generar ansiedad y eliminar la perspectiva más optimista del astronauta. Científicamente está comprobado que ambas situaciones generan altibajos emocionales.

Por último, el gran miedo está relacionado con las comunicaciones. Se cree que es posible mantener una línea abierta bidireccional en todo momento, aunque se calcula que en determinados puntos del espacio el retraso en el diálogo puede ser de hasta 22 minutos. Es decir, en caso de emergencia -por avería o, incluso, en caso de tener que contactar con un psicólogo-, el astronauta deberá saber autogestionar sus emociones. Por ello, el principal problema para llegar a Marte está en nosotros.

 
TIENE MÁS DE 2.000 MILLONES DE AÑOS
Hallan el impacto de meteorito más antiguo de la Tierra: así descongeló todo el planeta
La colisión, ocurrida en Australia en un momento en que el planeta estaba congelado, desencadenó la liberación de una enorme cantidad de vapor de agua a la atmósfera



Foto: Cráter de Yarrabubba. (Foto: Graeme Chruchard / Flickr)


Cráter de Yarrabubba. (Foto: Graeme Chruchard / Flickr)



AUTOR
JOSÉ PICHEL
21/01/2020


El antiguo cráter Yarrabubba, en la zona más occidental de Australia, es la estructura de impacto provocado por un meteorito más antigua conocida en la Tierra. Una investigación de la NASA acaba de datarla en 2.229 millones de años (la Tierra tiene unos 4.500 millones, el doble) gracias al análisis de los minerales del lugar.

Aunque existen evidencias de la caída de otros meteoritos más antiguos, los científicos no saben dónde impactaron. En cambio, Yarrabubba era un lugar conocido pero no tenía una edad precisa hasta que la revista 'Nature Communications' ha publicado este trabajo liderado por el investigador Timmons Erickson y fruto de la colaboración de instituciones de Estados Unidos, Reino Unido y Australia.

En realidad, el lugar del impacto es un antiguo cráter provocado por la colisión al que se le calculan unos 70 kilómetros de diámetro, pero ya está borrado del mapa. Su estructura no se puede observar a simple vista, ni siquiera en imágenes de satélite. “El cráter en sí no está preservado, por eso hablamos de una estructura de impacto. No se puede observar el hueco creado por el meteorito, así que lo que llevan estudiando bastantes años en Australia son las evidencias del choque que quedan en la corteza terrestre”, explica a Teknautas Enrique Díaz, investigador del Instituto Geológico y Minero (IGME), que no ha participado en este trabajo pero es experto en impactos de meteoritos.


La colisión que descongeló la Tierra
Al datar con precisión el momento de la colisión, los científicos han averiguado que coincide con un periodo de glaciación global. La Tierra estaba completamente congelada, así que los investigadores han calculado las consecuencias del choque con una capa de hielo continental: la liberación de una cantidad ingente de vapor de agua a la atmósfera, lo que podría haber modificado el clima del planeta en aquel momento.

Por eso, los autores del trabajo creen que este impacto ayudó a que la Tierra se descongelara. "La edad del impacto de Yarrabubba coincide con la desaparición de una serie de glaciaciones antiguas. Después de este suceso, los depósitos glaciales están ausentes en el registro de rocas durante 400 millones de años, así que el gran impacto de este meteorito puede haber influido en el clima global", según ha declarado Nicholas Timms, uno de los profesores responsables de la investigación, en una nota de prensa publicada por la Universidad de Curtin (Australia).



(Foto: Graeme Churchard / Flickr)




En las fases iniciales del Sistema Solar, circulaban muchísimos asteroides y cometas, así que se produjeron muchísimos grandes impactos en la Tierra y en los demás planetas. Por ejemplo, “la Luna se habría desgajado de la Tierra como resultado de una colisión de un gran objeto con nuestro planeta”, dice el experto del IGME.

Sin embargo, la situación se fue estabilizando gradualmente hasta que en la actualidad estos objetos han quedado limitados al cinturón de asteroides(entre Marte y Júpiter) y a las partes más externas del Sistema Solar, donde hay cometas que no interfieren con la trayectoria de los planetas. Los grandes objetos ya han colisionado y otros de pequeño tamaño lo siguen haciendo, pero en el caso de la Tierra la atmósfera amortigua su impacto y solo en contadas ocasiones se localizan meteoritos de unos cuantos centímetros que alcancen la superficie.


Por qué no encontramos las huellas
Aun así, “deberíamos encontrar muchísimos impactos fruto de aquella primera etapa del Sistema Solar”, comenta Díaz, “el problema es que cuanto más antiguos son, más se han modificado por los procesos geológicos que hay en la Tierra, desde la formación de montañas a la erosión”. Este tipo de choques libera tanta energía que se funden las rocas y se genera un hueco muy grande, pero “después de 2.000 millones de años, no queda nada”. Por eso estos hallazgos son tan extraordinarios.

En este caso, el antiguo cráter Yarrabubba se ha conseguido datar como la estructura de impacto más antigua, pero esto no quiere decir que contenga los materiales más antiguos. “Cuando hay un impacto, se genera esa estructura en el lugar de la colisión, pero todo el material que sale expulsado, que llamamos material eyectado, puede acabar en cualquier lugar de la Tierra. Por ejemplo, en España tenemos sedimentos del impacto del meteorito que acabó con los dinosaurios”, explica Díaz.

Así que en el planeta existen sedimentos más antiguos fruto de otros impactos, “lo que pasa es que no se ha identificado de dónde proceden. Es decir, hay evidencias de que cayó un objeto, de que hubo una colisión brutal, pero no se sabe exactamente dónde cayó”, comenta.
En España, hay tres localidades que cuentan con sedimentos del meteorito que acabó con los dinosaurios

Enrique Díaz estuvo trabajando en el Centro de Astrobiología y hace años publicó una síntesis de las evidencias que había en España sobre el impacto de meteoritos. Aunque no hay registros comprobados de la existencia de alguna estructura de impacto como la australiana, “sí que tenemos sedimentos, algunos de los mejores a nivel mundial”, destaca.

En concreto, se han identificado tres localidades por su interés geológico, didáctico y turístico en las que se observa el sedimento provocado por el impacto del meteorito que hizo desaparecer a los dinosaurios, hace 65 millones de años: Caravaca (Murcia), Agost (Alicante) y Zumaia (Guipúzcoa). Aunque se produjo en la península de Yucatán (México), hay restos por todo el mundo.


Sucesos que explican la vida y el clima
Hallazgos como el de Australia sirven para ir calibrando las edades de todas las evidencias que permiten comprender cómo han evolucionado la Tierra y el Sistema Solar en su conjunto. Este caso, en particular, es muy significativo para entender una vía inesperada por la cual se puede modificar la atmósfera de manera instantánea.

Así, por ejemplo, la presencia de agua en la Tierra es una rareza que “no corresponde con nuestra posición en el Sistema Solar” y que podría explicarse por el impacto de otros cuerpos. “Venus y Marte tienen muy poca agua y aquí hay mucha, así que es probable que haya sido aportada por cometas de hielo que han colisionado hace entre 3.800 y 4.000 millones de años, en el momento inicial de la formación del Sistema Solar”, explica el experto del IGME.
Por eso, comprendiendo el proceso de formación de los cráteres de impacto y sus consecuencias, “se pueden explicar muchas otras cosas, entre ellas, la evolución de la vida y del clima”.

 
La existencia de vida en Encélado, más probable que nunca
Un nuevo análisis geoquímico refuerza la idea de que bajo la corteza helada de esa luna de Saturno pueden darse todas las condiciones necesarias




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José Manuel Nieves
José Manuel NievesSEGUIRActualizado:27/01/2020

Un equipo de investigadores del Southwest Research Institute, en Texas, acaba de hacer público un nuevo modelo geoquímico que revela que el dióxido de carbono (CO2) del interior de Encélado, la luna de Saturno que alberga un océano bajo su superficie helada, puede ser controlado por reacciones químicas en su fondo marino. El estudio de los géiseres que emanan del sur de Encélado y la espuma marina congelada que se libera a través de grietas en el hielo que cubre la superficie de la luna alienígena sugiere que su interior es mucho más complejo de lo que se pensaba hasta ahora. Y también mucho más favorable para la vida.

«Al comprender la composición de los géiseres, podemos averiguar cómo es el océano, cómo llegó a ser así y si proporciona entornos donde la vida tal como la conocemos podría existir -afirma Christopher Glein, autor principal de un artículo en Geophysical Research Letters que describe la investigación-. Se nos ocurrió una nueva técnica para analizar la composición de la columna de vapor y gases para estimar la concentración de CO2 disuelto en el océano. Esto permitió el modelado para explorar procesos interiores más complejos».

El análisis de los datos de espectrometría de masas recopilados durante años por la misión Cassini, de la NASA, indica que la abundancia de CO2 se explica mejor por las reacciones geoquímicas entre el núcleo rocoso de la luna y el agua líquida de su océano subsuperficial.

La integración de esta información con descubrimientos previos de sílice e hidrógeno molecular apunta a un núcleo más complejo y geoquímicamente diverso.

«De acuerdo con nuestros hallazgos -prosigue Glein-, Encélado parece ser la demostración de un experimento masivo de secuestro de carbono. En la Tierra, los científicos del clima están explorando si se puede utilizar un proceso similar para mitigar las emisiones industriales de CO2. Utilizando dos conjuntos de datos diferentes, hallamos rangos de concentración de CO2 que son intrigantemente similares a lo que se esperaría de la disolución y formación de ciertas mezclas de minerales que contienen silicio y carbono en el fondo marino».

Según los investigadores, además, la más que probable presencia de chimeneas hidrotermales en el fondo del océano global de Encélado no hace más que añadir más complejidad a la ecuación. En el fondo oceánico de la Tierra, ese mismo tipo de respiraderos hidrotermales emite fluidos calientes, ricos en energía y cargados de minerales que permiten que prosperen ecosistemas únicos repletos de criaturas inusuales.

Por eso, sostiene por su parte Hunter Waite, otro de los firmantes del artículo, «la interfaz dinámica de un núcleo complejo y agua de mar podría haber creado fuentes de energía capaces de sostener la vida. Y aunque no hallamos encontrado aún rastros de vida microbiana en el océano de Encélado, la evidencia creciente de desequilibrio químico constituye una sugerencia tentadora de que podrían existir condiciones habitables bajo de la corteza helada de esa luna».

 
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