ASTRONOMIA, FISICA

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La superluna de sangre, en imágenes

18 fotos
Durante la noche del 20 al 21 de enero se ha producido el primer eclipse total de 2019. Lo que se ha visto en todo el mundo ha sido bautizado como 'superluna de sangre de lobo'


EL PAÍS
21 ENE 2019 - 15:52


 
Europa planea explorar la Luna en 2025

EFE 21.01.2019

El objetivo es que astronautas europeos pisen el satélite en la década de 2030.




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Imagen en 360 grados de la cara oculta de la Luna tomada por la sonda Chang'e 4 de la agencia espacial china. CNSA


La Agencia Espacial Europea (ESA) ha encargado a la aeroespacial ArianeGroup un estudio preliminar para explorar la Luna en 2025 con la ayuda de un módulo de alunizaje, anunció este lunes el presidente de ArianeGroup, André-Hubert Roussel. En caso de que se realice esta misión, sería la primera vez que Europa explorase la Luna. El objetivo es "explorar el regolito, un tipo de mineral del que es posible extraer agua y oxígeno, permitiendo así proyectar una presencia humana autónoma sobre la Luna", detalló ante la prensa Roussel. Según el dirigente, "Europa tiene que tener su espacio en la conquista del espacio, que es esencial para el futuro de la humanidad".

En un mensaje en Twitter, David Parker, director de Vuelos Tripulados y Exploración Robótica de la ESA, apostó por "regresar a la Luna porque hoy se saben muchas más cosas" de este satélite, entre ellas el agua que "potencialmente" puede albergar en su superficie. Según Parker, el objetivo es que astronautas europeos pisen la Luna en la década de 2030. Si se aprueba al proyecto, ArianeGroup estará a la cabeza de un consorcio "netamente europeo" que incluye Arianespace, que brindará la lanzadera Ariane 6; la empresa alemana PTScientist, encargada del módulo de aterrizaje, y la pyme belga Space Application Services, que proporcionará los equipos de comunicación. Este plan se anuncia el año que se cumplen los 50 años de los primeros pasos del hombre en la Luna.

https://www.20minutos.es/noticia/3542327/0/europa-explorar-luna-2025/
 
Historias
    • TERESA GUERRERO
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  • 23 ENE. 2019 09:07
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Vista de la Vía Láctea desde las Montañas Rocosas en Colorado (EEUU) JEREMY THOMAS
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La detección de unas raras ráfagas de radio (FRB) para las que aún no hay explicación científica clara han disparado las especulaciones sobre su posible origen alienígena

Mientras tanto, crecen los proyectos para encontrar rastros de otras civilizaciones

¿Qué mensaje enviarías para contactar con extraterrestres?

Imagine que tiene que buscar una aguja en un gigantesco pajar, pero no sabe qué aspecto tiene una aguja ni tiene la seguridad de que las agujas existen... No muy distinto es el panorama al que se enfrentan los científicos que rastrean el espacio profundo a la búsqueda de señales enviadas por lejanas civilizaciones extraterrestres. Civilizaciones muy avanzadas, claro, porque tendrían que haber sido capaces de crear la tecnología necesaria para llegar a nosotros.

Bajo el nombre genérico de SETI (del inglés search for extra terrestrial intelligence o búsqueda de inteligencia extraterrestre) se engloban todos los proyectos que desde los 60 tratan de dar con señales alienígenas usando diversas tecnologías. El programa más famoso es el de un instituto que también se llama SETI y se hizo popular gracias a la película Contact, estrenada en 1997 y basada en una novela del astrofísico Carl Sagan, pionero a la hora de proponer usar radiotelescopios para buscar señales procedentes de otras formas de vida.

En ella, la actriz Jodie Foster -que en la vida real es una de las mecenas del Instituto SETI- interpreta a una científica que logra contactar con extraterrestres. Dos décadas después del estreno de este film, cualquier contacto con seres alienígenas sigue perteneciendo al terreno de la ciencia ficción. Que se sepa, claro está. Porque sí se han registrado algunas señales anómalas para las que los científicos no han encontrado explicación.

Entre ellas, la reciente detección realizada con el radiotelescopio canadiense CHIME de un misterioso fenómeno llamado ráfagas de radio rápidas o FRBs (del inglés fast radio bursts), que ha disparado este mes las especulaciones sobre si su origen pudiera ser una civilización extraterrestre.

Las FRBs son fenómenos de gran energía que se manifiestan como un pulso de radio tan fugaz que sólo dura milisegundos. Fueron detectadas por primera vez en 2007 por telescopios australianos y desde entonces se han captado unas 60. El revuelo por la detección anunciada el 9 de enero durante el congreso de la Sociedad Astronómica de EEUU de Seattle y publicada en la revista Nature se debe a que se trata de la segunda vez que se identifica una FRB con pulsos repetidos desde una misma fuente. La primera vez el hallazgo se hizo en 2015 con el radiotelescopio de Arecibo de Puerto Rico.

La hipótesis más respaldada por la comunidad científica es que estas ráfagas raras son causadas por eventos astrofísicos que tienen lugar a miles de millones de años luz de la Tierra, pero algunos astrónomos no descartan que esas FRB tengan un origen artificial y, como propone Avi Loeb, de la Universidad de Harvard (EEUU), que se trate de rayos de energía utilizados para propulsar naves extraterrestres.

Observatorio Astronómico de la Universidad de Valencia (UV), la teoría de la civilización extraterrestre "es muy tentadora cuando tienes algo nuevo que no sabes qué es o no encaja. No es lo más probable aunque no se puede descartar".

"Las explicaciones más plausibles apuntan a que llegan desde muy lejos y podrían provenir de supernovas, choques de agujeros negros...pero realmente no sabemos qué son. Si tuviéramos un buen candidato para explicar las FRB, a nadie se le ocurriría la teoría de los extraterrestres", apunta su colega Fernando Ballesteros, también del Observatorio Astronómico de la UV.

"Cuando hablas de una señal de radio la gente suele pensar en algo artificial porque es así como entendemos la comunicación pero en el universo todo emite en radio: el sol, las estrellas, los planetas gigantes, el gas interestelar...Hay muchas fuentes naturales y por eso existe la radioastronomía", afirma Héctor Socas Navarro, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). En su opinión, "casi nadie que trabaje en SETI cree realmente que las FRB sean artificiales y a la mayoría nos parece que es más una explosión que una señal".

Y es que, según explica, "las FRB son pulsos, no señales moduladas que tengan información. Y vienen de cualquier parte, pensamos que de fuera de nuestra galaxia pero no estamos seguros. Si llegan de tan lejos, debe haber algo muy potente que las produjo porque la energía que liberan en un milisegundo es equivalente a la que emite un sol en un año", detalla.

"No sabemos su origen pero como son emisiones de muy alta energía, hay que ver qué procesos astrofísicos pueden liberarla. Y ahí entran los remanentes de supernova, que son explosiones estelares que terminan en un púlsar o un agujero negro; también pueden ser emisiones que provengan de un disco alrededor de un agujero negro o en una galaxia supermasiva", propone desde Santiago de Chile Andrés Pérez Sánchez, astrónomo del Observatorio Europeo Austral (ESO).

radiotelescopio ALMA, coincide en que "no se puede descartar" la teoría de los seres alienígenas, pero "la probabilidad es muy baja". Como argumenta, "en la Tierra tenemos la posibilidad de mandar señales para que sean detectadas en el espacio, pero ¿cuántas especies de las que viven en la Tierra pueden enviar esas señales? Sólo los humanos".

Para esclarecer de qué región del cielo proceden y qué las produce, hacen falta más detecciones, por eso hay grandes expectativas puestas en el telescopio CHIME, que ya durante la fase de pruebas del verano de 2018, detectó 13 FRB, entre ellas la que ha suscitado tanta expectación.

Como repasa Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional (IGN), "las búsquedas en el óptico fueron ya propuestas poco después de que Charlie Townes descubriese el láser, en los 60. La idea es que una civilización extraterrestre podría utilizar láseres de alta potencia (como los que se están desarrollando ya en la Tierra) para impulsar naves espaciales o realizar emisiones de banda muy ancha".

"Hay SETI pasivo (intentar escuchar señales) y SETI activo (enviar señales desde la Tierra), que es el más controvertido porque hay gente que opina que los extraterrestres podrían venir a destruirnos", señala Héctor Socas. El mismísimo Stephen Hawking alertó del riesgo de conseguir contactar con extraterrestres, algo que intentaron en 1974 Frank Drake y Carl Sagan mandando desde un radiotelescopio el llamado mensaje de Arecibo, una emisión de radio que informaría sobre nuestra existencia a posibles seres alienígenas.

Pero en opinión de Socas, esos temores son infundados: "En primer lugar nadie puede viajar más rápido que la Luz y aunque nuestras señales fueran detectadas por otra civilización, tardarían muchísimo tiempo en llegar a nosotros. Y en segundo lugar, no creo que les interesara venir a por nuestros recursos porque, al contrario de lo que nos suelen decir, la Tierra es un sitio muy común y no tenemos materiales o minerales que no se puedan encontrar en otro sitio", reflexiona el astrofísico canario.

iniciativas Breakthrough. Mientras Breakthrough Starshot pretende enviar naves del tamaño de un microchip, al sistema estelar más cercano para comprobar si hay vida, Breakthrough Listen escucha señales de radio para buscar civilizaciones extraterrestres.

Con los años, el Instituto SETI ha ido mejorando su tecnología y en la actualidad tiene en marcha varios programas para buscar rastros alienígenas en regiones más amplias del cielo mediante distintos sistemas. Su instalación principal son las antenas del Allen Telescope Array (ATA) en California.

También la NASA está interesada en empezar a financiar proyectos SETI que no estén basados en la búsqueda de ondas de radio, que es la estrategia en el que se basa la gran mayoría de esos programas. "La NASA quiere hacer cosas que no haya hecho nadie", señala Héctor Socas, que en septiembre participó en una reunión de expertos en Houston organizada por la agencia espacial de EEUU para conocer cuáles son los tecnomarcadores más interesantes.

De la misma forma que existen biomarcadores para determinar si un planeta puede ser habitable, los científicos buscan tecnomarcadores o rastros de tecnología en otros mundos. Ya en 1960 el físico Freeman Fyson propuso una hipotética megaestructura (conocida como la esfera de Dyson) alrededor de una estrella que permitiría a una civilización avanzada aprovechar al máximo la energía de su astro.

En la misma línea, Socas es el autor de un artículo científico en el que propone el uso de telescopios para intentar detectar posibles satélites geoestacionarios construidos por otras civilizaciones. En la Tierra esos satélites están ubicados en una órbita muy precisa, a 36.000 km de distancia, y Socas cree que se podrían detectar en otros mundos con el mismo método de tránsito con el que se detectan ahora los planetas fuera del Sistema Solar.

Aunque admite "que es muy difícil ver estas estructuras en otras estrellas y hay muchas incertidumbres, pues no sabemos cómo es de común es la inteligencia y la tecnología, cada vez somos capaces de observar mejor y eso hace que tengamos más posibilidades de encontrar las civilizaciones".

Oumuamua, con una rara forma de puro alargado sobre el que se ha especulado que podría ser un vehículo espacial. "Por la altísima velocidad a la que viaja sabemos que viene de fuera del Sistema Solar. Nunca se había observado un objeto así, que fuera 10 veces más grande de largo que de ancho. Cuando se descubrió estaba muy cerca del Sol y no se vio que emanara gases, como ocurriría si fuera una roca con hielo. Parecía que era una roca inerte pero al empezar a alejarse ha empezado a acelerarse y no tenemos forma de explicar esa aceleración", resume el astrónomo.

más agresiva" y se debe dedicar más esfuerzos a ella, para otros es una pérdida de tiempo y dinero. Andrés Pérez es de los que piensa que es muy importante destinar dinero a esa búsqueda: "El universo es tan vasto que no podemos pensar que somos los únicos. Lo importante es que se definan los procedimientos y la búsqueda se base en experimentos científicos y no en especulaciones".

"La búsqueda de vida inteligente se realiza a ciegas, tanteando en la completa oscuridad así que las posibilidades de éxito son imposibles de evaluar. Por ello, mientras no tengamos idea de dónde mirar o escuchar, creo que una inversión muy cuantiosa en proyectos específicos para búsqueda de vida inteligente no está bien justificada", opina Rafael Bachiller que, sin embargo, no considera descabellado lo que se está haciendo ahora: "Usar parte del tiempo de observación de algunos radiotelescopios, mientras no están siendo utilizados para astronomía, para dejarlos escuchar esperando a ver si salta la liebre por algún lado".

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Antenas del Allen Telescope Array (ATA) del Instituto SETI, en California. SETI INSTITUTE
 
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El astrónomo Jose Maria Madiedo y la grabación del impacto del meteorito durante el eclipse lunar.


INVESTIGACIÓN ECLIPSE DE LUNA

Histórico descubrimiento español en la Luna: el primer meteorito que choca en un eclipse

El astrónomo José Maria Madiedo ha logrado la primera imagen de este fenómeno de la historia con un telescopio situado en Sevilla.

23 enero, 2019


P. F.


El eclipse lunar de la madrugada del lunes 21 de enero fue el último que se ha podido ver íntegramente en España hasta 2022, y por lo tanto, suponía una oportunidad de oro para los astrónomos. Para José Maria Madiedo, ha supuesto mucho más: la culminación de diez años de esfuerzos y el honor de ser el primer astrónomo de la historia que registra el impacto de un meteorito durante un eclipse lunar.

El hito de este profesor de la Universidad de Huelva es genuinamente 'Marca España': el breve resplandor que produjo el choque fue percibido por observadores profesionales y amateurs de todo el mundo, pero Madiedo trabajaba con material especializado: la red MIDAS (Moon Impacts Detection and Analysis System) en la que participa tanto su centro como el Instituto de Andalucía de Astrofísica, y cuyos telescopios rastrean específicamente las colisiones de rocas espaciales contra nuestro satélite.


¿Por qué un eclipse lunar es un momento propicio para este trabajo? "Gracias al bajo brillo que tiene la Luna durante el fenómeno, nuestros telescopios pueden identificar fácilmente los destellos de luz que se producen cuando una roca colisiona a gran velocidad contra la superficie lunar"- explicaba el propio astrónomo en los prolegómenos de la observación. Las condiciones meteorológicas de la noche inutilizaron el telescopio de La Sagra en Granada, pero afortunadamente otro instrumento de la red estaba disponible en Sevilla.





En total, Madiedo reclutó ocho telescopios, el doble de lo habitual. "Pasé casi dos días en total sin dormir, incluyendo el tiempo dedicado a observar durante el eclipse"- explica a Gizmodo, uno de los numerosos medios especializados internacionales que se ha interesado por el hallazgo. "Pero hice el esfuerzo adicional de preparar más telescopios porque tenía la impresión de que esta vez sería la buena y no quería perderme el fogonazo del impacto".

Los destellos son lo que permite a los astrónomos detectar las colisiones de meteoritos y calcular su magnitud. Como tal, se suelen observar en las regiones nocturnas de la una según su fase. El eclipse presentaba hasta ahora una dificultad insuperable, por el contraste de zonas iluminadas que van evolucionando rápidamente. Y si documentar un meteorito en estas circunstancias ha sido el objetivo de Madiedo desde que se unió al programa en 2008, MIDAS lleva desde esta evidencia desde que se fundó en 1997.

Por fin, a las 5.41 de la madrugada del lunes, el astrónomo pudo presentarle al mundo a través de Twitter la prueba del impacto, un breve resplandor sobre el tinte cobrizo del astro provocado por la refracción de la luz solar en la Tierra. "Me sentí muy, muy feliz cuando ocurrió"- confesaba a New Scientist. Según sus estimaciones, la roca que impactó en la luna tendría unos dos kilos de peso y el tamaño de "un balón de fútbol".

https://www.elespanol.com/ciencia/i...una-primer-meteorito-eclipse/370713181_0.html
 
notica del año 2014.
Una primera serie de satélites comerciales para capturar imágenes de alta resolución bajo el alero de DigitalGlobe's Worldview-3, se pondrá en marcha el próximo miércoles, y en seis meses las empresas privadas que estén dispuestas a pagar el dinero podrán tener en sus manos fotos y videos híper detallados del mundo.

Esto, por supuesto, incluye a Google.

Google firmó en febrero un contrato por varios años con esta colosal compañía, a fin de usar imágenes satelitales para aplicaciones como Google Earth, Maps y Street View. Otros clientes habituales de DigitalGlobe son Microsoft, la NASA, y numerosas agencias federales de Estados Unidos como la "National Geospatial-Intelligence Agency", la cual jugó un papel fundamental en la captura de Osama Bin Laden.

Las imágenes extra nítidas de Worldview-3 aumentarán en gran medida el nivel de detalle de los mapas hasta el punto en el que se podrá distinguir objetos de 10 pulgadas, esto significa que Google pronto será capaz de ver "tapas de alcantarillas y buzones" gracias a los ojos que contrató para orbitar el cielo.

Así que, si entras en pánico en el medio de un viaje al recordar que no apagaste la cafetera en la cocina de tu casa, Google tendrá imágenes lo suficientemente nítidas para que veas tú hogar quemándose lentamente desde la comodidad de tú asiento. También, hipotéticamente, podrías usar Google Maps y observar una imagen en tiempo real desde el avión en el que te encuentras y verlo alejarse cada vez más de tu casa en proceso de desintegración.

Este gigante satelital está ahora haciendo esfuerzos para relajar aún más las leyes a fin de alcanzar los 10 cm de resolución, es decir, fotografiar el mundo a una distancia cercana a la altura de un iPhone 4.

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Actualmente, DigitalGlobe cuenta con cinco pájaros satelitales en el cielo, y uno, GeoEye-1, que tiene la capacidad de capturar imágenes a 41 centímetros. La compañía presionó decididamente a fin de reducir las restricciones a 25 centímetros, su objetivo, competir con las empresas extranjeras que lanzarán a órbita sus propios satélites pronto. Según Reuters, la posibilidad de vender comercialmente imágenes con este nivel de nitidez, aumentaría los ingresos de DigitalGlobe en 400 millones de dólares.

Mientras tanto, casualmente o no, Google adquirió una compañía de satélites privados, Skybox Imaging, poco después de que el gobierno de Estados Unidos distendió las restricciones a las imágenes satelitales en junio.

Skybox de Google pretende lanzar una constelación de 24 satélites en 2018; estos surcarán los cielos del planeta tomando fotos tres veces al día, lo que, sin duda, mejorará la calidad de imagen en sus aplicaciones de mapas. Además, los nuevos pájaros de Google podrán capturar 90 segundos de video e imágenes a 30 fotogramas por segundo. La pregunta es: ¿cuánto podrán observar realmente?

Aunque, considerablemente menos que las fotografías de Worldview-3, los satélites de Skybox ofrecerán imágenes de alta resolución "mejores que a una resolución a 1 metro de distancia", señaló Sara Blask, portavoz de la compañía. "Lo que permitirá discernir con claridad características tales como el tamaño de parabrisas, el color de un automóvil y las marcas viales".


El fundador de Skybox, Dan Berkenstock hizo eco de esta afirmación en un TED Talkjusto antes de la puesta en marcha de SkySat1: "Usando nuestras propias simulaciones por computador, encontramos que las fotografías a un metro de distancia son viables para poder observar los transportes de nuestra economía global", añadiendo que "por primera vez seremos capaces de contar diariamente los barcos, automóviles, contenedores de transporte y los camiones que se mueven alrededor de nuestro mundo, y, convenientemente no seremos capaces de ver a las personas".

Este último punto es de vital importancia: los satélites de Skybox no pueden capturar aún detalles tan pequeños como los números de una matrícula o la cara de un individuo. Por el lado de DigitalGlobe, la reducción a 25 centímetro les permitirá fotografiar imágenes lo suficientemente detalladas como para clasificar la marca de un automóvil. Si las restricciones se relajan aún más, los números de matrícula de ese automóvil y la cara de su propietario podrían ser claramente identificados.

Naturalmente, la mera especulación acerca del cómo esta nueva visión de gran alcance impactará la privacidad está causando preocupación. El cómo la compañía de Silicon Valley intencionará esta nueva visión detallada de la madre tierra es la gran pregunta que se avecina.

Google, por su parte, afirma que la imagen satelital y las capacidades de vídeo serán utilizadas para el bien común. Esta tecnología puede ser muy útil para mejorar acciones relacionadas con desastres naturales y el acceso a Internet en lugares donde antes no estaba disponible.

Probablemente, Google no adquirió Skybox para espiar tu número de correo, su objetivo es desarrollar algo que aún no ha sido capaz de hacer: crear un servicio cloud competitivo. Skybox planea combinar sus imágenes satelitales con una colección de datos públicos que ya han reunido, por ejemplo informes meteorológicos históricos, a fin de crear un gran archivo o una "nube de la Tierra" para que otras compañías hagan funcionar sus propios software y algoritmos.

Sin embargo, esto plantea otras preguntas: ¿Qué tipo de empresas utilizarán esta "nube de la Tierra"? ¿Qué podrían crear con esta gran cantidad de conocimientos que, hasta ahora, sólo podía ser obtenida por medio de superpoderes o espías vestidos de cuero en películas de acción? Si Google puede fotografiar tu cara desde el espacio, ¿lo harán? ¿Sacarían provecho de esta capacidad?

Aunque actualmente existe indiferencia por parte de la sociedad en el acto de compartir datos personales, tales como fotografías o información privada en los medios de comunicación social, es hora de comenzar a pensar y conversar abiertamente, y a nivel internacional, sobre cómo estos nuevos desarrollos tecnológicos pueden impactar al mundo y la privacidad de sus habitantes. El cielo ya no es el límite
 
Las misteriosas órbitas en los confines del sistema solar pueden no ser causadas por el 'Planeta Nueve'
Fuente: Universidad de Cambridge.
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El concepto artístico de un hipotético planeta que orbita lejos del Sol. Crédito: Caltech / R. Daño (IPAC)

Las extrañas órbitas de algunos objetos en los confines más lejanos de nuestro Sistema Solar, según la hipótesis de algunos astrónomos, pueden explicarse por la fuerza gravitacional combinada de pequeños objetos que orbitan alrededor del Sol más allá de Neptuno en vez de por la fuerza gravitacional de un desconocido noveno planeta.

La explicación alternativa a la llamada hipótesis 'Planeta Nueve', presentada por investigadores de la Universidad de Cambridge y la Universidad Americana de Beirut, propone un disco formado por pequeños cuerpos helados con una masa combinada de hasta diez veces la de Tierra. Cuando se combinan con un modelo simplificado del sistema solar, las fuerzas gravitacionales del disco hipotetizado pueden explicar la arquitectura orbital inusual que exhiben algunos objetos en los confines del sistema solar.

Si bien la nueva teoría no es la primera en proponer que las fuerzas gravitacionales de un disco masivo hecho de pequeños objetos podrían evitar la necesidad de un noveno planeta, es la primera teoría que puede explicar las características significativas de las órbitas observadas teniendo en cuenta la masa y la gravedad de los otros ocho planetas en nuestro sistema solar. Los resultados se reportan en la revista Astronomical Journal .

Más allá de la órbita de Neptuno se encuentra el Cinturón de Kuiper, que está formado por pequeños cuerpos que quedan de la formación del sistema solar. Neptuno y los otros planetas gigantes influyen gravitacionalmente sobre los objetos en el Cinturón de Kuiper y más allá, conocidos colectivamente como Objetos Trans-Neptunianos (TNO), que rodean el Sol en caminos casi circulares.

Sin embargo, los astrónomos han descubierto algunos valores atípicos misteriosos. Desde 2003, se han detectado alrededor de 30 TNO en órbitas altamente elípticas: se distinguen del resto de las TNO al compartir la misma orientación espacial. Este tipo de agrupación no puede explicarse por la arquitectura orbital existente del sistema solar de ocho planetas y ha llevado a algunos astrónomos a suponer que las órbitas inusuales podrían verse influidas por la existencia de un noveno planeta aún desconocido.

La hipótesis del 'Planeta Nueve' sugiere que para dar cuenta de las órbitas inusuales de estos TNO, tendría que haber otro planeta, que se cree que es aproximadamente diez veces más masivo que la Tierra, al acecho en los confines del sistema solar y guiando a los TNOs en la misma dirección a través del efecto combinado de su gravedad y la del resto del sistema solar.

"La hipótesis de Planeta Nueve es fascinante, pero si existe el hipotético noveno planeta, hasta ahora no se ha detectado", dijo el coautor Antranik Sefilian, estudiante de doctorado del Departamento de Matemáticas Aplicadas y Física Teórica de Cambridge. “Queríamos ver si podría haber otra causa, menos dramática y quizás más natural, para las órbitas inusuales que vemos en algunos TNO. Pensamos que en lugar de permitir un noveno planeta, y luego preocuparnos por su formación y su órbita inusual, ¿por qué no simplemente comprobar la gravedad de los pequeños objetos que constituyen un disco más allá de la órbita de Neptuno y ver qué efecto puede tener?"

El profesor Jihad Touma, de la Universidad Americana de Beirut, y su antiguo estudiante Sefilian modelaron la dinámica espacial completa de los TNO con la acción combinada de los planetas exteriores gigantes y un disco masivo y extendido más allá de Neptuno. Los cálculos revelaron que un modelo de este tipo puede explicar las desconcertantes órbitas agrupadas en el espacio de algunos TNO. En el proceso, pudieron identificar los rangos en la masa del disco, su "redondez" (o excentricidad) y los cambios graduales forzados en sus orientaciones (o tasa de precesión), que reproducían fielmente las órbitas más extremas de los TNO.

"Si eliminanamos el planeta nueve del modelo y, en cambio, permitimos que haya muchos objetos pequeños dispersos en un área amplia, las atracciones colectivas entre esos objetos podrían explicar las órbitas excéntricas que vemos en algunos TNO", dijo Sefilian.

Los intentos anteriores de estimar la masa total de objetos más allá de Neptuno solo han sumado alrededor de una décima parte de la masa de la Tierra. Sin embargo, para que los TNO tengan las órbitas observadas y para que no haya Planet Nine, el modelo presentado por Sefilian y Touma requiere que la masa combinada del Cinturón de Kuiper esté cercana a diez veces la masa de la Tierra.

"Cuando observamos otros sistemas, a menudo estudiamos el disco que rodea a la estrella anfitriona para inferir las propiedades de los planetas en órbita a su alrededor", dijo Sefilian. "El problema es que cuando observas el disco desde dentro del sistema, es casi imposible verlo todo de una vez. Si bien no tenemos evidencia de observación directa para el disco, tampoco la tenemos para Planet Nine, por lo que estamos investigando otras posibilidades. Sin embargo, es interesante observar que las observaciones de los análogos del cinturón de Kuiper alrededor de otras estrellas, así como los modelos de formación de planetas, revelan poblaciones remanentes de desechos masivos.

“También es posible que ambas cosas puedan ser ciertas, podría haber un disco masivo y un noveno planeta. Con el descubrimiento de cada nuevo TNO, reunimos más evidencia que podría ayudar a explicar su comportamiento ".


Vuelo de la sonda New Horizons sobre Plutón, el mayor TNO observado.

Texto original en inglés: https://www.astrobio.net/also-in-ne...es-of-solar-system-not-caused-by-planet-nine/
 
Las tres formas en que un acelerador de partículas podría destruir la Tierra
El célebre cosmólogo Martin Rees resucita en un libro los peores temores de los físicos: la generación de un agujero negro, la creación de «strangelets» o un desgarro en el espacio-tiempo


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Ahora que el CERN, el Centro Europeo de Investigaciones Nucleares, acaba de hacer públicos sus planes para construir un nuevo acelerador de partículas, cuatro veces más grande y diez veces más potente que el actual LHC, parece oportuno volver a preguntarse por la seguridad de esas gigantescas máquinas, las mayores jamás construidas por el hombre, capaces de triturar los componentes de la materia y de reproducir condiciones que no se conocían en el Universo desde el mismísimo Big Bang.

El nuevo acelerador, como ya publicó ABC, tendrá una circunferencia de 100 kilómetros, frente a los 27 kilómetros del actual LHC, y alcanzará una energía de colisión de 100 Tev(Teraelectronvoltios) contra los 14 Tev a los que es capaz de llegar el acelerador actual a su máxima potencia.

Y si bien es cierto que la inmensa mayoría de los científicos está absolutamente convencida de la seguridad de esas instalaciones, algunos de ellos parecen no estarlo en absoluto. La cuestión, que aparece cíclicamente en los medios de comunicación de todo el mundo sería, desde luego, menos preocupante si no fuera porque uno de los mayores «disidentes» de la doctrina oficial es el mismísimo Martin Reese, profesor de Cosmología de la Universidad de Cambridge y uno de los cosmólogos más prestigiosos de nuestro tiempo.

On The Future: Prospects for Humanity, Rees explica, en efecto, las tres formas en que un gran acelerador de partículas, como el LHC o el Futuro Colisionador Circular (FCC) podría destruir por completo la Tierra, o incluso provocar una auténtica catástrofe de proporciones cósmicas.

No es la primera vez que estos «peligros» ven a la luz pública, y ya en los años 2000 y 2003 los físicos del CERN tuvieron que salir a escena para tranquilizar a una auténtica marea de ciudadanos seriamente preocupados.

El agujero negro y los «strangelets»
El primer escenario, el más conocido de todos, se daría si un acelerador, durante su actividad, diera lugar a la aparición de un agujero negro. «Podría ser que se formara un agujero negro -escribe Rees- y que empezara a tragarse todo lo que tiene alrededor». Si algo así sucediera realmente, todo nuestro mundo sería absorbido en cuestión de minutos, y donde una vez estuvo la Tierra solo quedaría un agujero negro dispuesto a seguir devorando todo lo que encuentre.

«La segunda posibilidad - prosigue el cosmólogo- es que los quarks (los componentes básicos de partículas como protones y neutrones) se volvieran a ensamblar en otros objetos densamente comprimidos llamados "strangelets"». Según Rees , «ese hecho, en sí mismo, resultaría inofensivo. Sin embargo, según algunas hipótesis, un strangelet podría, por contagio, convertir cualquier otra cosa que encuentre en una nueva (y exótica) forma de materia, transformando toda la Tierra en una esfera hiperdensa de apenas unos cien metros de diámetro». Lo cual vendría a ser, más o menos, el tamaño de un campo de fútbol.

Pero eso no es todo. Para Rees, en efecto, la tercera forma en que un acelerador de partículas podría destruir la Tierra sería, si cabe, mucho peor, ya que se trataría de «una catástrofe que se tragaría el espacio mismo».

Un desgarro en el espacio-tiempo
Para Rees, en efecto, «el espacio vacío, o lo que los físicos llaman ´vacío´, es en realidad mucho más que la nada. Es el escenario de todo lo que sucede. Y tiene, latentes en su interior, a todas las fuerzas y partículas que gobiernan el mundo físico. Pero ese vacío podría resultar ser frágil e inestable».

«Algunos -sigue escribiendo el cosmólogo- han especulado con el hecho de que la energía concentrada que se crea cuando las partículas chocan entre sí (en un acelerador), podría desencadenar una ´transición de fase´que rasgaría el tejido del espacio. Y eso sería una calamidad cósmica, no solo terrestre".

No hay ningún peligro
Lo cierto es que nada de esto suena demasiado bien... Sin embargo, como se ha dicho, el Grupo de Evaluación de Seguridad del LHC (LSAG) se mantiene firme en sus conclusiones de 2003 y asegura queel gran colisionador, y por tanto sus sucesores, «no representa un peligro y no hay motivo para la preocupación».

Uno de los argumentos del LSAG es que la propia Naturaleza ha hecho, durante la dilatada historia del Universo, una y mil veces lo mismo que los aceleradores hacen cuando los físicos llevan a las partículas a chocar en su interior. Y nunca le ha sucedido nada a la Tierra. Los rayos cósmicos, por ejemplo, que bombardean continuamente nuestro planeta son, básicamente, versiones naturales de lo que los aceleradores están haciendo.

El propio Stephen Hawking estaba convencido de la absoluta seguridad de estas máquinas gigantescas: «Las colisiones que liberan la mayor cantidad de energía -dijo en una ocasión el genial físico británico- ocurren millones de veces al día en la atmósfera terrestre (en referencia a los ya citados rayos cósmicos», y no ha pasado nada terrible".

Con respecto a los «strangelests», la cuestión ya se suscitó en los Estados Unidos en el año 2000, justo antes de la puesta en marcha del Relativistic Heavy Ion Collider (RHIC), una de cuyas misiones era, precisamente, encontrar esas extrañas partículas de «materia exótica». Tras casi una década en funcionamiento, sin embargo, no apareció ni una sola de ellas.

«La innovación -escribe Rees en su libro- suele ser peligrosa, pero si no asumimos los riesgos podemos estar renunciando a los beneficios. Sin embargo, los físicos deben ser prudentes al realizar experimentos que generan condiciones sin precedentes incluso en el Universo. [ ] Muchos de nosotros nos inclinamos a descartar esos riesgos como ciencia ficción, pero creemos que no se pueden ignorar, incluso si se los considera altamente improbables».


VIDEO :

https://www.abc.es/ciencia/abci-tre...ria-destruir-tierra-201901282154_noticia.html
 
MISIÓN CASSINI-HUYGENS: Un último vistazo.

18 de enero de 2019: una nueva investigación del final de la misión Cassini en 2017 arroja luz sobre algunos misterios hasta ahora desconocidos.

  • Las órbitas finales pasando por los anillos mientras la sonda se acercaba al planeta han permitido a los científicos medir la duración de un día en Saturno: 10 horas, 33 minutos y 38 segundos.

  • Los investigadores también encontraron que los anillos de Saturno son relativamente nuevos. Pueden haberse formado durante la edad de los dinosaurios en la Tierra.
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Recreación artística. Crédito: NASA / JPL-Caltech

Durante más de una década, la nave espacial Cassini de la NASA compartió las maravillas de Saturno y su familia de lunas heladas, llevándonos a asombrosos mundos donde los ríos de metano fluyen hacia un mar de metano y donde chorros de hielo y gas expulsan material al espacio desde un océano de agua líquida que podría albergar los ingredientes para la vida. Cassini reveló con gran detalle las verdaderas maravillas de Saturno, un mundo gigante gobernado por tormentas furiosas y delicadas armonías de gravedad.

Cassini llevó a un pasajero al sistema Saturno, la sonda europea Huygens el primer objeto hecho por el hombre que aterrizó en un mundo en el lejano sistema solar exterior.

Después de 20 años en el espacio, 13 de esos años explorando Saturno, Cassini agotó su suministro de combustible. Y así, para proteger a las lunas de Saturno que podrían tener condiciones adecuadas para la vida, Cassini fue enviada a una audaz misión final que sellaría su destino. Después de una serie de casi dos docenas de inmersiones entre el planeta y sus anillos helados, Cassini se sumergió en la atmósfera de Saturno el 15 de septiembre de 2017 y siguió mandando datos hasta su mismísimo final.


Aterrizaje (titanizaje) de la sonda europea Huygens sobre Titán (14-1-2005)

¿Y AHORA QUÉ?

Es lo que el mundo científico se pregunta, han sido demasiadas gratas sorpresas, y las expectativas de importantes descubrimientos que se han creado son tan grandes que el deseo de volver al sistema Saturno es general entre los investigadores. Los océanos bajo el hielo de Encelado, las nubes, ríos y mares de metano en Titán..La misión Cassini-Huygens nos ha mostrado retazos de misteriosos mundos donde quizá encontremos las respuestas a muchas preguntas que llevan mucho tiempo sin responder. Por ejemplo Titán, se piensa que se parece mucho ahora mismo a la Tierra primigenia. Y no sabemos cómo en la Tierra pasamos de la química a la biología, un proceso que podría estar teniendo lugar ahora en Titán, así que estudiar las condiciones actuales de Titán nos podría llevar a entender mejor el origen de la vida. Desafortunadamente no hay fecha para el regreso, la NASA afirma que de haber una misión no se lanzaría antes de 2024 o´2025. Como siempre, todo dependerá de la financiación. Por de pronto, para ir haciendo boca, han pedido propuestas de ingenios para estudiar titán en un hipotético regreso. Dos de ellas han sido elegidas y dentro de pocos meses sabremos con cual se queda la agencia. Por un lado tenemos a Caesar que sería una misión de recogida de muestras y retorno a la Tierra, y por otro lado tenemos a Dragonfly, una propuesta más ambiciosa y también más cara, que incluye un dron que exploraría Titán durante meses.

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Recreación del dron Dragonfly sobre Titán.Crédito: NASA / JPL-Caltech.

Datos sobre la misión Cassini-Huygens extraidos de: https://solarsystem.nasa.gov/missions/cassini/overview/
 
¡Sorpresa! El poder de la energía oscura aumenta a medida que el Universo envejece
Un equipo de investigadores logra medir con una precisión sin precedentes la tasa de expansión del Universo primitivo



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La ilustración muestra un cuásar, uno de los objetos más brillantes del Universo, emitiendo chorros de energía - ABC





Puede que una de las mayores sorpresas que se hayan llevado nunca astrónomos y cosmólogos fue la comprobación, en 1998, de que el Universo en que vivimos no solo se expande, esto es, se hace cada vez más grande, sino que lo hace cada vez más deprisa. La idea de esta « expansión acelerada», comprobada ya en múltiples ocasiones, llevó a los científicos a preguntarse qué tipo de fuerza o energía podría ser tan inconcebiblemente grande como para someter al Universo entero a esta aceleración. Fue así como nació el concepto de « energía oscura», algo que sabemos que constituye casi el 70% de la masa total del Universo, pero de cuya naturaleza seguimos, 20 años después, sin tener la menor idea.

Pero, ¿cómo de rápido exactamente se expande el Universo? Se trata de una pregunta que los científicos aún no han logrado responder con precisión. Sí que tenemos una magnitud para referirnos a la tasa de expansión universal, la constante de Hubble, pero las diferentes mediciones hechas a lo largo de los años arrojan valores diferentes, de forma que la cuestión sigue estando, después de décadas enteras de investigación, abierta. Y el debate continúa.

Ahora, y por primera vez, un equipo de astrónomos de las universidades de Florencia y Durham, en Reino Unido, anuncia en un artículo recién publicado en Nature Astronomy que ha conseguido usar lejanos cuásares del Universo primitivo (poco después del Big Bang), para medir con una precisión sin precedentes la tasa de expansión del Universo en aquellos tiempos lejanos. Un esfuerzo descomunal que, sin embargo, ha puesto ante nuestros ojos un misterio aún mayor del que ha conseguido resolver.

candelas estandar», cuya distancia de nosotros se puede calcular y que permiten medir con bastante precisión el «corrimiento hacia el rojo» de la luz que emiten, lo que determina la velocidad a la que esos objetos se alejan de nosotros.

Sin embargo, hacer esas mediciones no resulta fácil. Y hagan lo que hagan los astrónomos, nunca consiguen llegar a un valor único, sino a un rango de valores diferentes. La tasa de expansión se mide en kilómetros por segundo por Megaparsec (km/s/Mpc). Un «parsec» es una unidad de medida cuyo nombre deriva de «paralaje de un segundo de arco» y que corresponde a 3,26 años luz. Un Megapársec, por lo tanto, equivale a un millón de veces esa distancia, es decir, 3.26 millones de años luz.

La incómoda cuestión es que los valores obtenidos hasta el momento con los diferentes métodos de medición oscilan entre los 67 y los 77 kilómetro por segundo por Megapársec. En otras palabras, eso significa que dos puntos en el espacio que estén separados por un Megapársec se alejan el uno del otro a una velocidad de entre 67 y 77 km/s. Para explicar estas diferencias, se ha llegado a proponer que quizá la velocidad de expansión no haya sido la misma a lo largo de toda la historia del Universo, sino que ésta ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Algo que invalidaría la idea misma de una constante (la de Hubble) y que nadie ha conseguido demostrar hasta ahora. Para eso habría que ser capaces de medir el valor de la constante de Hubble a muchos miles de millones de años de distancia, y no existían candelas estandar lo suficientemente lejanas como para permitir esos cálculos.

Una diferencia incómoda
La diferencia entre 67 y 77 km/s puede no parecer tanta, pero la Ciencia se resiste a aceptar un rango de valores para algo que debería tener un valor concreto. De modo que los investigadores siguen probando diferentes métodos para medir la constante de Hubble y tratar de llegar de una vez a un valor definitivo.

La cuestión tiene mucha más importancia de la que parece a simple vista. De hecho, sin un valor preciso, los astrónomos son incapaces de determinar con precisión, por ejemplo, los tamaños de galaxias muy lejanas, la edad exacta del Universo o la historia de su expansión a partir del Big Bang.

Pero el nuevo método desarrollado por los investigadores de Florencia y Durham ha permitido, por primera vez, medir la constante de Hubble en los lejanos tiempos cercanos al Big Bang. Y los resultados han sido toda una sorpresa.

En busca de cuásares
El método se basa en los cuásares, lejanísimos objetos ultrabrillantes, también llamados «núcleos galácticos activos». Son los objetos más brillantes de todo el Universo y se cree que su brillo procede de la actividad de los agujeros negros supermasivos que hay en el centro de la mayoría de las galaxias. La intensa radiación electromagnética que emiten es causada por el disco de acreción, formado por los materiales que giran alrededor del agujero negro, atraídos por su gravedad. A medida que el disco de materia acelera, emite una enorme cantidad de energía. Tanta, que deslumbra a los telescopios de la Tierra, a miles de millones de años luz de distancia.

Hace ya unos años, otro equipo de astrónomos consiguió medir la distancia a la que estaban ciertos cuásares. Y resulta, además, que los cuásares también emiten rayos X y luz ultravioleta. Ahora, tal y como explican en su estudio Guido Risaliti, de la Universidad de Florencia, y Elisabeta Russo, de la de Durham, los investigadores han conseguido descubrir que la relación entre estas dos diferentes longitudes de onda emitidas por un cuásar varía en función de su luminosidad en el ultravioleta. Y una vez conocida esa luminosidad, cosa que los investigadores consiguieron a partir de esa relación, resulta que el cuásar puede ser utilizado como cualquier otra candela estándar. Solo que muchísimo más lejana que cualquiera de las supernovas o las de estrellas variables utilizadas hasta ahora.

En otras palabras, por primera se ha conseguido encontrar la forma de medir la constande de Hubble en el remoto pasadodel Universo. Según Elisabeta Luso, «el uso de los cuásares como candelas estandar tiene un gran potencial, ya que ahora podemos observarlos a distancias mucho mayores que las supernovas del Tipo IA, y utilizarlas para investigar épocas mucho más tempranas en la historia del Universo».

Inmersión en el Universo primitivo
De esta forma, el equipo de investigadores recopiló datos de 1.598 cuásares situados a distancias entre 12.600 y 11.400 millones de años luz de nosotros, poco después del Big Bang (que fue hace unos 13.700 millones de años). Y usaron esas distancias para calcular, por primera vez, la tasa de expansión del Universo primitivo y comprobar si, efectivamente, era distinta de la actual.

Los científicos también compararon sus resultados con los obtenidos durante años de supernovas del tipo IA, que cubren los 9.000 millones de años más recientes, y encontraron que, a las distancias en que los resultados se superponen, éstos son muy similares. Pero en el Universo temprano, donde sólo los cuásares pueden facilitar mediciones, había una notable diferencia entre lo que observaron y lo que predice el modelo cosmológico vigente.

«Observamos cuásares hasta apenas mil millones de años después del Big Bang -explica Guido Risaliti- y encontramos que la tasa de expansión del Universo en la actualidad es más rápida de lo que era antes. Y eso puede significar que la energía oscura se está haciendo más y más fuerte a medida que el Unverso envejece».

Las implicaciones de este hallazgo son tremendas. Si efectivamente la densidad de la energía oscura aumenta con el tiempo, entonces la constante de Hubble no sería «constante», sino que variaría a lo largo del tiempo. y posiblemente eso bastaría para explicar las discrepancias encontradas en las diferentes mediciones llevadas a cabo hasta ahora.

Pero hay otra cuestión. Si bien es cierto que el trabajo de este equipo de investigadores podría ayudar resolver la espinosa cuestión del auténtico valor de la constante de Hubble, también lo es que coloca sobre el tapete un misterio aún mayor: ¿Cómo es posible que la energía oscura se vaya haciendo más fuerte a medida que el Universo envejece?

«Algunos científicos -concluye Risaliti- sugirieron en el pasado que podría ser necesaria una nueva Física para explicar las discrepancias encontradas hasta ahora, incluída la posibilidad de que la fuerza de la energía oscura esté aumentando. Y nuestros resultados parecen confirmar esa sugerencia».


https://www.abc.es/ciencia/abci-sor...a-universo-envejece-201901302052_noticia.html
 
¡Sorpresa! El poder de la energía oscura aumenta a medida que el Universo envejece
Un equipo de investigadores logra medir con una precisión sin precedentes la tasa de expansión del Universo primitivo



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La ilustración muestra un cuásar, uno de los objetos más brillantes del Universo, emitiendo chorros de energía - ABC





Puede que una de las mayores sorpresas que se hayan llevado nunca astrónomos y cosmólogos fue la comprobación, en 1998, de que el Universo en que vivimos no solo se expande, esto es, se hace cada vez más grande, sino que lo hace cada vez más deprisa. La idea de esta « expansión acelerada», comprobada ya en múltiples ocasiones, llevó a los científicos a preguntarse qué tipo de fuerza o energía podría ser tan inconcebiblemente grande como para someter al Universo entero a esta aceleración. Fue así como nació el concepto de « energía oscura», algo que sabemos que constituye casi el 70% de la masa total del Universo, pero de cuya naturaleza seguimos, 20 años después, sin tener la menor idea.

Pero, ¿cómo de rápido exactamente se expande el Universo? Se trata de una pregunta que los científicos aún no han logrado responder con precisión. Sí que tenemos una magnitud para referirnos a la tasa de expansión universal, la constante de Hubble, pero las diferentes mediciones hechas a lo largo de los años arrojan valores diferentes, de forma que la cuestión sigue estando, después de décadas enteras de investigación, abierta. Y el debate continúa.

Ahora, y por primera vez, un equipo de astrónomos de las universidades de Florencia y Durham, en Reino Unido, anuncia en un artículo recién publicado en Nature Astronomy que ha conseguido usar lejanos cuásares del Universo primitivo (poco después del Big Bang), para medir con una precisión sin precedentes la tasa de expansión del Universo en aquellos tiempos lejanos. Un esfuerzo descomunal que, sin embargo, ha puesto ante nuestros ojos un misterio aún mayor del que ha conseguido resolver.

candelas estandar», cuya distancia de nosotros se puede calcular y que permiten medir con bastante precisión el «corrimiento hacia el rojo» de la luz que emiten, lo que determina la velocidad a la que esos objetos se alejan de nosotros.

Sin embargo, hacer esas mediciones no resulta fácil. Y hagan lo que hagan los astrónomos, nunca consiguen llegar a un valor único, sino a un rango de valores diferentes. La tasa de expansión se mide en kilómetros por segundo por Megaparsec (km/s/Mpc). Un «parsec» es una unidad de medida cuyo nombre deriva de «paralaje de un segundo de arco» y que corresponde a 3,26 años luz. Un Megapársec, por lo tanto, equivale a un millón de veces esa distancia, es decir, 3.26 millones de años luz.

La incómoda cuestión es que los valores obtenidos hasta el momento con los diferentes métodos de medición oscilan entre los 67 y los 77 kilómetro por segundo por Megapársec. En otras palabras, eso significa que dos puntos en el espacio que estén separados por un Megapársec se alejan el uno del otro a una velocidad de entre 67 y 77 km/s. Para explicar estas diferencias, se ha llegado a proponer que quizá la velocidad de expansión no haya sido la misma a lo largo de toda la historia del Universo, sino que ésta ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Algo que invalidaría la idea misma de una constante (la de Hubble) y que nadie ha conseguido demostrar hasta ahora. Para eso habría que ser capaces de medir el valor de la constante de Hubble a muchos miles de millones de años de distancia, y no existían candelas estandar lo suficientemente lejanas como para permitir esos cálculos.

Una diferencia incómoda
La diferencia entre 67 y 77 km/s puede no parecer tanta, pero la Ciencia se resiste a aceptar un rango de valores para algo que debería tener un valor concreto. De modo que los investigadores siguen probando diferentes métodos para medir la constante de Hubble y tratar de llegar de una vez a un valor definitivo.

La cuestión tiene mucha más importancia de la que parece a simple vista. De hecho, sin un valor preciso, los astrónomos son incapaces de determinar con precisión, por ejemplo, los tamaños de galaxias muy lejanas, la edad exacta del Universo o la historia de su expansión a partir del Big Bang.

Pero el nuevo método desarrollado por los investigadores de Florencia y Durham ha permitido, por primera vez, medir la constante de Hubble en los lejanos tiempos cercanos al Big Bang. Y los resultados han sido toda una sorpresa.

En busca de cuásares
El método se basa en los cuásares, lejanísimos objetos ultrabrillantes, también llamados «núcleos galácticos activos». Son los objetos más brillantes de todo el Universo y se cree que su brillo procede de la actividad de los agujeros negros supermasivos que hay en el centro de la mayoría de las galaxias. La intensa radiación electromagnética que emiten es causada por el disco de acreción, formado por los materiales que giran alrededor del agujero negro, atraídos por su gravedad. A medida que el disco de materia acelera, emite una enorme cantidad de energía. Tanta, que deslumbra a los telescopios de la Tierra, a miles de millones de años luz de distancia.

Hace ya unos años, otro equipo de astrónomos consiguió medir la distancia a la que estaban ciertos cuásares. Y resulta, además, que los cuásares también emiten rayos X y luz ultravioleta. Ahora, tal y como explican en su estudio Guido Risaliti, de la Universidad de Florencia, y Elisabeta Russo, de la de Durham, los investigadores han conseguido descubrir que la relación entre estas dos diferentes longitudes de onda emitidas por un cuásar varía en función de su luminosidad en el ultravioleta. Y una vez conocida esa luminosidad, cosa que los investigadores consiguieron a partir de esa relación, resulta que el cuásar puede ser utilizado como cualquier otra candela estándar. Solo que muchísimo más lejana que cualquiera de las supernovas o las de estrellas variables utilizadas hasta ahora.

En otras palabras, por primera se ha conseguido encontrar la forma de medir la constande de Hubble en el remoto pasadodel Universo. Según Elisabeta Luso, «el uso de los cuásares como candelas estandar tiene un gran potencial, ya que ahora podemos observarlos a distancias mucho mayores que las supernovas del Tipo IA, y utilizarlas para investigar épocas mucho más tempranas en la historia del Universo».

Inmersión en el Universo primitivo
De esta forma, el equipo de investigadores recopiló datos de 1.598 cuásares situados a distancias entre 12.600 y 11.400 millones de años luz de nosotros, poco después del Big Bang (que fue hace unos 13.700 millones de años). Y usaron esas distancias para calcular, por primera vez, la tasa de expansión del Universo primitivo y comprobar si, efectivamente, era distinta de la actual.

Los científicos también compararon sus resultados con los obtenidos durante años de supernovas del tipo IA, que cubren los 9.000 millones de años más recientes, y encontraron que, a las distancias en que los resultados se superponen, éstos son muy similares. Pero en el Universo temprano, donde sólo los cuásares pueden facilitar mediciones, había una notable diferencia entre lo que observaron y lo que predice el modelo cosmológico vigente.

«Observamos cuásares hasta apenas mil millones de años después del Big Bang -explica Guido Risaliti- y encontramos que la tasa de expansión del Universo en la actualidad es más rápida de lo que era antes. Y eso puede significar que la energía oscura se está haciendo más y más fuerte a medida que el Unverso envejece».

Las implicaciones de este hallazgo son tremendas. Si efectivamente la densidad de la energía oscura aumenta con el tiempo, entonces la constante de Hubble no sería «constante», sino que variaría a lo largo del tiempo. y posiblemente eso bastaría para explicar las discrepancias encontradas en las diferentes mediciones llevadas a cabo hasta ahora.

Pero hay otra cuestión. Si bien es cierto que el trabajo de este equipo de investigadores podría ayudar resolver la espinosa cuestión del auténtico valor de la constante de Hubble, también lo es que coloca sobre el tapete un misterio aún mayor: ¿Cómo es posible que la energía oscura se vaya haciendo más fuerte a medida que el Universo envejece?

«Algunos científicos -concluye Risaliti- sugirieron en el pasado que podría ser necesaria una nueva Física para explicar las discrepancias encontradas hasta ahora, incluída la posibilidad de que la fuerza de la energía oscura esté aumentando. Y nuestros resultados parecen confirmar esa sugerencia».


https://www.abc.es/ciencia/abci-sor...a-universo-envejece-201901302052_noticia.html
Muy bueno, una gozada de aporte.(y)
 
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