ASTRONOMIA, FISICA

ALREDEDOR DEL CÍRCULO POLAR ANTÁRTICO
La NASA estudiará el cosmos desde un globo tan grande como un campo de fútbol
Un globo de 150 metros inflado con helio llevará hacia la estratosfera el telescopio ASTHROS, destinado a descifrar cómo evolucionan las galaxias



Foto: Simulación de un globo como el que trasladará a ASTHROS. (NASA)


Simulación de un globo como el que trasladará a ASTHROS. (NASA)



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J. R. S.
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NASA
ASTRONOMÍA

24/07/2020



La NASA está trabajando en una ambiciosa misión para llevar a la estratosfera un globo del tamaño de un campo de fútbol. De esta forma, pretende elevar hasta la segunda capa de la atmósfera un telescopio de 2,5 metros para observar el cosmos en longitudes de onda que no son visibles desde la superficie terrestre.
ASTHROS, abreviatura de telescopio estratosférico de astrofísica para observaciones de alta resolución espectral en longitudes de onda submilimétricas, partirá de la Antártida en diciembre de 2023, si todo va según lo previsto por el laboratorio de propulsión a reacción de la NASA, y pasará unas tres semanas a la deriva entre las corrientes de aire que cubren el continente helado del sur, según explica la agencia espacial estadounidense en un comunicado.
A su paso, podría desbloquear varios hitos de la astrofísica, empezando por una medición precisa del movimiento y la velocidad del gas alrededor de las estrellas recién formadas alrededor de la Vía Láctea. También detectará la presencia de algunos tipos específicos de iones de nitrógeno (átomos que han perdido algunos electrones) con la idea de localizar los llamados vientos estelares procedentes de estrellas masivas y explosiones de supernovas.




La nebulosa de Carina, una de las regiones estelares a las que apuntará ASTHROS. (NASA)


La nebulosa de Carina, una de las regiones estelares a las que apuntará ASTHROS. (NASA)




En otras palabras, ASTHROS realizará los primeros mapas en tres dimensiones de la densidad, velocidad y movimiento del gas en las regiones del espacio donde se forman las estrellas. Al conseguir esta información, los científicos esperan obtener datos suficientes para entender cómo los astros recién nacidos influyen en su entorno y refinar las simulaciones por ordenador sobre la evolución de las galaxias.

"La retroalimentación estelar es el principal regulador de la formación de estrellas a lo largo de la historia del universo", explica el científico de la NASA Jorge Pineda, investigador principal del proyecto ASTHROS. "Las simulaciones por ordenador de la evolución de las galaxias aún no pueden replicar la realidad que vemos en el cosmos. El mapeo de nitrógeno que haremos con ASTHROS nunca se ha hecho antes, y será emocionante ver cómo esa información ayuda a hacer modelos más precisos".


¿Una tecnología anticuada?
Para cumplir con su objetivo, ASHTROS necesitará viajar en un gigantesco globo inflado con helio que tendrá aproximadamente 150 metros de ancho. Un estante atado al aparato transportará el telescopio —una antena parabólica de 2,5 metros—, así como una serie de espejos, lentes y detectores diseñados para capturar luz infrarroja a gran distancia. Durante el vuelo, los científicos podrán controlar a distancia la dirección a la que apunta el telescopio y descargar los datos en tiempo real utilizando enlaces satelitales.

El equipo espera que el globo complete dos o tres vueltas alrededor del Polo Sur en un período de entre 21 y 28 días. "Lanzaremos ASTHROS al borde del espacio desde la parte más remota y dura de nuestro planeta", recuerda el director del proyecto, José Siles. "Si te paras a pensarlo, es todo un desafío". Una vez concluida su misión, los expertos darán la orden de que el globo se desprenda del telescopio, que volverá a la Tierra con la ayuda de un paracaídas.


Las misiones en globo como ASTHROS son de mayor riesgo que las misiones espaciales, pero producen grandes recompensas


Si bien el uso de globos puede parecer una tecnología anticuada, aún no tiene rival. La NASA lanza unas 10 o 15 misiones al año a lo largo y ancho del planeta con fines tecnológicos y divulgativos. Este tipo de proyectos no sólo tiene costes más bajos que las misiones espaciales, sino que además requiere menos tiempo de planificación. Ello provoca que en muchas ocasiones se utilicen los globos como campos de prueba de innovaciones científicas que más adelante viajan al espacio.

"Las misiones en globo como ASTHROS son de mayor riesgo que las misiones espaciales, pero producen grandes recompensas a un precio modesto", afirma Siles. "Con ASTHROS, nuestro objetivo es hacer observaciones astrofísicas que nunca antes se han intentado. La misión allanará el camino para futuras misiones espaciales al probar nuevas tecnologías y proporcionar capacidad a la próxima generación de ingenieros y científicos".


 
REALIZADA POR EL TELESCOPIO ESPACIAL HUBBLE
Toman la foto más espectacular del planeta Saturno
La imagen, tomada a 1.350 millones de kilómetros de distancia, sorprende por su claridad y definición


Foto: La espectacular imagen de Saturno. Foto: NASA


La espectacular imagen de Saturno. Foto: NASA



AUTOR
EL CONFIDENCIAL
27/07/2020


La NASA, gracias a su telescopio espacial Hubble, ha compartido la foto de Saturno más clara hasta la fecha, en la que destaca el brillo de sus anillos y se pueden ver cinco de sus satélites naturales.
El telescopio espacial Hubble, que lleva los últimos 30 años orbitando a 547 km sobre la Tierra, ha sido el que ha logrado tomar esta impresionante foto de Saturno, el sexto planeta de nuestro Sistema Solar.

La imagen, tomada a 1.350 millones de kilómetros de distancia, sorprende por su claridad y su definición, habida cuenta que este planeta normalmente se ve como un punto de luz desde nuestro planeta.

Nuevos detalles sobre Saturno
Esta imagen no sólo es impresionante de por sí, sino que ayuda a los científicos a aprender nuevos detalles sobre el planeta. Por ejemplo, descubre la existencia de una ligera neblina roja en el hemisferio norte, que es el que aparece en la fotografía.


"Es sorprendente que incluso en unos pocos años, estemos viendo cambios estacionales en Saturno"


La NASA cree que esto podría deberse a que el calor de la luz solar cambia la circulación atmosférica, o altera la neblina fotoquímica del planeta. Como se puede ver en la parte inferior de la foto, el polo sur tiene un ligero tono azul.

"Es sorprendente que incluso en unos pocos años, estemos viendo cambios estacionales en Saturno", explica la científica planetaria Amy Simon del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en declaraciones recogidas porScience Alert.



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Saturno obtiene la mayor parte de su calor de su interior, en vez del Sol, y la temperatura media es de unos -178 grados centígrados.



En la imagen también se pueden ver dos de las 82 lunas de Saturno: Mimas, el pequeño punto a la derecha de la imagen, y Encélado, el punto ligeramente más grande en la parte inferior de la imagen.


Vigilar el Sistema Solar
Este tipo de instantáneas ayudan a los científicos a vigilar nuestro Sistema Solar sin misiones costosas y de larga duración a cada uno de los planetas que nos rodean.

No obstante, muchos de los secretos de Saturno y de otros planetas aledaños solo podrán resolverse con misiones específicas para cada uno de esos mundos.


 
POR FIN SE HA SOTERRADO POR COMPLETO
'El Topo', la complicada misión de la NASA para saber cómo es el corazón de Marte
La Misión Insight de la NASA tiene como principal objetivo conocer cuáles son los materiales que se encuentran bajo la superficie marciana, pero no ha sido fácil acceder a su interior


Foto: 'El Topo', la extraña misión de la NASA para saber cómo es el corazón de Marte. (FOTO: NASA/JPL-Caltech)
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El Topo', la extraña misión de la NASA para saber cómo es el corazón de Marte. (FOTO: NASA/JPL-Caltech)



AUTOR
RUBÉN RODRÍGUEZ
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13/08/2020



Marte continúa siendo todo un misterio. El planeta rojo es, sin ningún género de dudas, uno de los lugares más extraños que el ser humano haya encontrado nunca y, por esa razón, los expertos se afanan en tratar de estudiarlo para comprender mejor su nacimiento, estructura y, si en algún momento de su ya larga historia, pudo alojar vida. Por esa razón, la NASA ha llevado a cabo varias misiones no tripuladas en los últimos años, aunque en la actualidad se está realizando una de las más increíbles: y todo, gracias al 'Topo'.

En los últimos años, la NASA ha llevado a cabo varias misiones con rovers que nos han permitido conocer diferentes detalles de la superficie marciana, tanto a nivel visual, gracias a las numerosas fotografías obtenidas como nivel geológico, gracias a las pruebas obtenidas por estos vehículos. Sin embargo, hay una parte de Marte que, hasta la fecha, no ha sido nunca investigada y de la que nada conocemos: se trata de su interior. ¿De qué está formado el planeta rojo? Eso es precisamente lo que los expertos quieren conocer ahora.


Fue en noviembre de 2018 cuando el dispositivo Mars Insight de la NASA aterrizó en el planeta rojo. Esta misión tiene el objetivo de investigar de qué está compuesto el interior del planeta, con el objetivo de recoger material suficiente para tratar de comprender cómo es el corazón de un planeta que se formó hace más de 4.000 millones de años. Pero, además, también puede investigar cómo es el funcionamiento exacto de sus placas tectónicas y su actividad volcánica e, incluso, entender qué influencia tienen los impactos de meteoritos en el desarrollo del planeta.

Sin embargo, no ha sido sencillo conseguir el acceso al interior de Marte. Desde hace casi 18 meses, la NASA está intentando que el Heat Proof 3, también conocido como el 'Topo', consiga penetrar la superficie marciana y, ahora, por fin lo han logrado. Desde su llegada, esta máquina capaz de perforar el interior rocoso del planeta y de descender varios centenares de metros para tomar muestras de su composición se ha encontrado con varios problemas, y no ha sido hasta ahora cuando lo ha conseguido, quedando soterrada por completo.

Cuando el topo comenzó a perforar la superficie marciana con el objetivo de hacer una especie de túnel con el que ir haciendo poco a poco centenares de metros bajo la superficie, nadie se esperaba el principal problema con que se iban a encontrar: el punto elegido de Marte contaba con unas características de dureza diferentes al resto de lugares explorados, una capa denominada duricrust. Eso no solo provocó que fuera más difícil de lo que se pensaba, sino que la sonda no era capaz de encontrar la tracción suficiente para poder perforar.

El 'Topo' funciona de manera muy sencilla: con una cabeza perforadora, necesita tener agarre en la tierra para, a través de esa fricción, seguir avanzando metros y metros, pero el duricrust no le ofrecía esa posibilidad. Así, los expertos encontrar una solución: con uno de los brazos robóticos del Insight, empujar suavemente a la sonda hacia el interior, con el objetivo de que poco a poco fuera penetrando en la tierra. Así, comenzó a ganar metros y metros, pero surgió un nuevo problema: la falta de tracción hizo que el agujero generado fuera más grande de lo esperado, por lo que ese mismo brazo robótico tuvo que rellenarlo de tierra.



Saber más del planeta rojo se ha convertido en una obsesión para el ser humano. (Reuters)


Saber más del planeta rojo se ha convertido en una obsesión para el ser humano. (Reuters)



Ha sido ahora cuando, por fin, el 'Topo' ha conseguido estar completamente cubierto de tierra, momento en el que avanza a mucha más velocidad al tener la tracción suficiente para poder seguir cavando, en buena parte gracias a que ese brazo robótico sigue presionando la superficie a modo de tapa, lo que les sirve de apoyo para cavar con mayor fuerza. "Creo que, a más tardar después de llenar el pozo, deberíamos ser capaces de contrarrestar el retroceso con la fuerza suficiente y, con suerte, el 'Topo' excavará más profundamente en el suelo marciano por sí solo", aseguró Tilman Spohn, investigador principal del Heat Proof.

Esta extraña misión de la NASA tiene como principal objetivo analizar y recuperar cualquier muestra de material que el 'Topo' pueda encontrarse por el camino, con el objetivo de conocer mucho mejor las condiciones geológicas del planeta rojo. Quién sabe si en su camino hacia las profundidades es capaz de encontrar algún tipo de acuífero subterráneo o, incluso, algún resto de vida microbiana: será en los próximos meses cuando la NASA dé a conocer sus descubrimientos y podamos a ver, así, de qué pasta está hecho Marte.


 
Hoy se acerca una tormenta solar a la Tierra

La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE. UU. ha informado acerca de una eyección coronal de masa que podría afectar al sur del planeta, pero que no registrará graves consecuencias


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Patricia Biosca
Patricia Biosca
SEGUIRMADRID
20/08/2020




Una tormenta solar se acerca a la Tierra y es posible que «golpee» nuestro planeta entre este jueves y viernes, según han informado desde la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), una agencia del Departamento de Comercio de los Estados Unidos que también analiza el clima espacial. Sin embargo, a pesar de que el enunciado pueda parecer preocupante y muchos titulares estén prediciendo consecuencias catastróficas, lo cierto es que desde la NOAA se afirma que el rango de la tormenta solar es de G1, el más bajo de la clasificación. Por tanto, nada de un fin apocalíptico. De momento.


«La atmósfera solar está compuesta por unos gases que están totalmente ionizados por las altas temperaturas a las que están. ¿Qué significa eso? Que son perfectamente conductores de las corrientes eléctricas», explicaba a ABC Javier Rodríguez-Pacheco, catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) experto en astrofísica solar. «A veces hay descargas, que conocemos como tormentas solares. Pueden manifestarse como fulguraciones, como eyecciones coronales de masa o las dos a la vez; y esas manifestaciones pueden tener consecuencias sobre el entorno del Sistema Solar».
El pasado 16 de agosto se dio una eyección coronal de masa. «Sabes que una explosión [solar] es poderosa cuando tarda dos horas en desarrollarse. Una erupción solar de clase B1 tardó aún más. La explosión de 2,5 horas envió una poderosa onda de choque a través de la atmósfera del Sol», escribía Tony Phillips, astrónomo y científico de la NASA en un comunicado. Se trata de algo un poco más «raro» de lo normal en este momento, porque nos encontramos en un periodo de mínimo solar (el ciclo del Sol dura unos once años y marca los momentos de máxima y mínima actividad de nuestra estrella). Aún así, en periodos de menos actividad solar se da de media un CME cada semana -durante la época más activa pueden llegar a ser diarias-, por lo que no estamos ante una situación inédita.


Un escudo natural y bajas probabilidades de catástrofe
Aunque se dan gran número de erupciones solares -en más o menos cantidad, según el momento del ciclo solar en el que nos encontremos-, para que afecten a la Tierra, el «chorro» de partículas cargadas que se liberan tiene que estar dirigido a nuestro planeta. «Suelen ser como 'francotiradores', no son como las ondas de choque que van asociadas a las eyecciones, que digamos son de 'destrucción masiva' porque abarcan más de 180 grados según se propagan; al contrario, estas tienen un radio de acción mucho más estrecho, pero dependen del ciclo solar: en un máximo hay más fulguraciones y más intensas, y cuando hay un mínimo, ocurre ahora mismo, hay menos y menos potentes», explica Rodríguez-Pacheco a ABC.

Aún así, nuestro planeta tiene una suerte de escudo contra este tipo de fenómenos, llamado campo magnético, que desvía las partículas dañinas y cargadas del viento solar. Aunque no podemos verlo, es posible observar su eficacia en las auroras boreales: ese vistoso espectáculo en realidad es nuestro campo magnético desviando las partículas altamente cargadas que provienen del Sol, impidiendo que lleguen a la superficie terrestre y tengan consecuencias para la vida en la Tierra.

Así, los expertos creen que como el CME que se produjo el pasado 16 de agosto no estaba apuntando directamente a la Tierra, «se espera que la mayor parte de la nube de plasma navegue hacia el sur de nuestro planeta». «Sin embargo, su borde exterior podría rozar el campo magnético de la Tierra, y eso podría ser suficiente para provocar una tormenta geomagnética menor (clase G1). También existe la posibilidad de que el CME se pierda y el clima espacial permanezca tranquilo. De cualquier manera, los observadores del cielo en latitudes altas deben estar alertas a las auroras el 20 de agosto», escriben en un comunicado. Es decir, tranquilidad al menos con este fenómeno de momento.


Tormentas solares extremas
Porque sí, una tormenta solar extrema podría afectarnos aquí. Por ejemplo, se han visto auroras boreales en latitudes tan extrañas como para observarlas desde el centro de Madrid a principios del siglo XX; o han causado interrupciones en el telégrafo en Norteamérica y Europa; y han apagado Broadway durante horas. La tormenta solar más potente jamás registrada se conoce como el evento Carrington, descubierto por Richard Carrington en 1859. El campo magnético terrestre se deformó por completo, permitiendo la entrada de una llamarada solar que provocó inmensas auroras boreales y cortes en la incipiente red de telégrafo transoceánica.

¿ Se podría volver a repetir el evento Carrington? Todos los expertos coinciden en que, si bien es un fenómeno poco habitual, sí podría volver a ocurrir. Y en un mundo tan dependiente de la tecnología, sus consecuencias serían mucho más graves. «Podrían caer los generadores eléctricos además de afectar gravemente a las comunicaciones y los satélites», explicaba en la misma entrevista Anik de Groof, científica de operaciones de instrumentos de la sonda Solar Orbiter de la ESA. De hecho, Solar Orbiter es una de las misiones que se encuentran actualmente monitorizando el Sol con el objetivo de predecir cada vez más y mejor el clima espacial y adelantarnos a este tipo de situaciones.

Aún así, de momento, todo parece indicar a que la tormenta que estos días puede rozar la Tierra no significará, ni mucho menos, un nuevo evento Carrington.

VIDEO:
 
LA CIENCIA, DESCONCERTADA
Un descubrimiento revela que la Luna se está oxidando, sin agua líquida ni oxígeno
Es un mineral fruto de la oxidación, algo que, por la ausencia de agua líquida, no podría suceder en nuestro satélite


Foto: La luna llena sobre santiago de compostela con cielos despejados


La luna llena sobre santiago de compostela con cielos despejados



AUTOR
EL CONFIDENCIAL
04/09/2020


El reciente descubrimiento de una forma mineral del óxido férrico, denominada hematita, en la Luna tiene desconcertado a los científicos, ya que requiere de oxígeno y de agua para formarse, sabiéndose que en nuestro satélite no existe agua en forma líquida.
La Luna no tiene apenas aire y la presencia del agua es en forma de hielo, no de manera líquida. Por ello, la oxidación que sufre este mineral no tiene sentido.

Además, el hecho de que la Luna esté constantemente bombardeada con una corriente de hidrógeno del viento solar, un agente reductor que "dona" sus electrones a los materiales con los que interactúa, evitaría ese proceso, incluso si todos los elementos necesarios para la oxidación estuvieran presentes.


No debería formarse
"Es muy desconcertante", explica el científico planetario Shuai Li de la Universidad de Hawaii en Manoa (Estados Unidos). "La Luna es un entorno terrible para que se forme la hematita".

La hematita fue descubierta gracias a los datos recogidos por la sonda lunar india Chandrayaan-1, que a través del Mapeador de Mineralogía Lunar (M3), diseñado por el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, utiliza imágenes hiperespectrales para realizar un análisis espectroscópico granular, dando un desglose detallado de la composición mineral de la superficie de la Luna.

"Cuando examiné los datos en las regiones polares de la Luna, encontré que algunas características y patrones espectrales son diferentes de los que vemos en las latitudes más bajas o en las muestras del Apolo", recuerda Li a Science Alert.




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"Tenía curiosidad por saber si era posible que hubiera reacciones de agua-roca en la Luna. Después de meses de investigación, descubrí que estaba viendo la firma de la hematita".

En un estudio, publicado en la revista científica 'Science Advances', Li y su equipo teorizan sobre el origen de la presencia de este mineral en la Luna. Creen que el hielo podría mezclarse con el regolito lunar, y ser enterrado y derretido durante impactos de meteoritos en nuestro satélite.


Posibles explicaciones
La hematita también se ha encontrado principalmente en el lado de la Luna que siempre está de cara a la Tierra, lo que sugiere que "puede estar relacionada con la Tierra".

Esto me recordó el descubrimiento de la misión japonesa Kaguya de que el oxígeno de la atmósfera superior de la Tierra puede ser llevado a la superficie lunar por el viento solar cuando la Luna está en la magnetocola de la Tierra. Así que el oxígeno atmosférico de la Tierra podría ser el mayor oxidante para producir hematita", añade Li

Durante la Luna llena, nuestro satélite está en la magnetocola de la Tierra. En estos momentos, más del 99% del viento solar está bloqueado y no puede llegar a la Luna, lo que significa que no puede evitar del todo el proceso de oxidación.

Combinando estos tres ingredientes (cantidades mínimas de agua molecular, cantidades mínimas de oxígeno, y una breve ventana de tiempo cada mes en la que el óxido puede formarse libremente) y como resultado de miles de millones de años, se puede obtener hematita en la Luna.



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Sin embargo, eso no significa que el misterio esté completamente resuelto, ya que, según Li, "la hematita no está absolutamente ausente del lado lejano de la Luna donde el oxígeno de la Tierra puede no haber llegado nunca".

Los investigadores sostienen que poder obtener muestras de esta hematita para manipularla y analizarla podría ayudar a dar una explicación completa a este fenómeno y ser útil para entender la evolución atmosférica de nuestro planeta y la Luna.

"La Tierra puede haber jugado un papel importante en la evolución de la superficie de la Luna", concluyen los investigadores.


 
Descubren el agujero negro más masivo detectado con ondas gravitacionales
Dos observatorios astronómicos en Europa y Estados unidos captan señales de una onda gravitacional supermasiva resultante de la colisión de dos agujeros negros más potente nunca observada. La explosión se originó hace unos 7.000 millones de años, antes de la formación del sistema solar, su explicación desconcierta a la comunidad científica, incapaz de explicar el fenómeno con las teorías astrofísicas actuales.
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Evento masivo

Evento masivo
Recreación del sistema binario masivo, bautizado como GW190521 –pues la onda gravitacional se percibió el 21 de mayo de 2019.
Ilustración: Observatorio Virgo


Sergi Alcalde
03 de septiembre de 2020, 10:42Actualizado a 03 de septiembre de 2020, 17:44
La captación de la primera onda gravitacional jamás documentada espoleó a la comunidad científica en 2016. Tanto fue la fascinación generada en aquel momento que el descubrimiento valió a los científicos Rainer Weiss, Barry C. Barish y en Kip S. Thorne el premio Nobel de Física del año siguiente. El fenómeno no era para nada nuevo. Se trataba de un principio ya descubierto por Einstein hace un siglo, del que nunca se había podido demostrar su existencia. Entonces, los astrofísicos británicos detectaron una señal provocada por un evento astronómico masivo producido hace 1.300 millones de años. Ahora, la detección de una nueva onda gravitacional surgida de un fenómeno mucho más anterior, datado en unos 7.000 millones de años, amenaza con sacudir los cimientos de la astrofísica, pues los científicos no se explican qué fenómeno supermasivo pudo originar un acontecimiento de tal magnitud.

Pliegues del espacio-tiempo
La existencia de ondas gravitacionales fue vaticinada por Einstein en 1915 en su planteamiento de la Teoría de la Relatividad General. El físico desveló entonces que espacio y tiempo están unidos en una trama flexible, curvada y deformada por la materia, y que la fuerza de la gravedad no es más que la materia deslizándose por las curvaturas del espacio-tiempo.
Una esfera sobre una sábana extendida
Einstein entendía el movimiento de los cuerpos en un campo gravitatorio como el desplazamiento de una esfera pesada sobre una hipotética sábana tensada por los extremos. Al agitar con suavidad la sábana, desatarán sobre la tela un oleaje de surcos y pliegues que pondrá la bola en movimiento. De este modo, la inercia impulsará al objeto a dibujar toda clase de trayectorias, a medida que evita pequeños montículos, rueda cuesta abajo en las pendientes o se frena. La forma que adopta la superficie de la sábana dictará así el recorrido de la bola, que a su vez creará un pliegue que deformará a su paso la superficie tensada de la sábana. Ese pliegue podría compararse con esas ondas gravitatorias descritas por el premio Nobel de Física.
La detección de de una nueva onda gravitacional surgida de un fenómeno mucho más anterior, datado en unos 7.000 millones de años, amenaza con sacudir los cimientos de la astrofísica
Cuando las masas son pequeñas la deformación que provoca el objeto es muy débil. Imaginemos, por ejemplo, si en lugar de una bola pesada desplazásemos una canica. La sábana prácticamente quedaría inalterada. Si por el contrario, la masa es grande (imaginemos una bola de acero sobre la sábana anterior, o una persona saltando sobre un colchón), la superficie se deformará. Cuando esas masas se desplazan y se aceleran a su paso, esas deformaciones que se propagan a través del espacio son las denominadas ondas gravitacionales, que se extenderían de una forma similar a las olas que provocamos cuando lanzamos una piedra a un estanque.


Una señal desconcertante
Ahora, dos detectores separados por miles de kilómetros han detectado una onda gravitacional supermasiva e inexplicable científicamente. En concreto, la señal se captó el 21 de mayo de 2019 y duró apenas una décima de segundos, pero fue captada por los detectores LIGO, de Estados Unidos y Virgo de Italia, separados por miles de kilómetros de distancia. Su reconstrucción ha permitido a los científicos investigar el origen del fenómeno, así como su posible explicación científica.



Una explosión cósmica ocurrida a 17.000 años luz hace 7.000 millones de años
Los astrofísicos han concluido que la explosión cósmica se produjo a una distancia de 17.000 millones de años luz, cuando dos agujeros negros, de 66 y 85 masas solares, se fusionaron dando lugar a un nuevo agujero negro masivo, de alrededor de 142 masas solares. El choque tuvo lugar hace unos 7.000 millones de años, antes de la formación del sistema solar. El fenómeno desconcierta sumamente a la comunidad científica, el agujero negro supermasivo se sitúa en un rango de masas muy superior al que se había observado hasta la fecha. En otras palabras, su mera detección confirmaría la existencia del agujero negro más masivo jamás detectado a partir de las ondas gravitacionales previamente descritas, lo que lleva inexorablemente al replanteamiento de los preceptos de la astrofísica moderna si quieren hacerlas cuadrar con los principios de la relatividad general descritos por Einstein hace más de un siglo.
Tipos de agujeros negros
Para entender mejor la excepcionalidad del fenómeno recién descubierto es necesario recopilar los tipos de agujeros negros de los que se tiene constancia hasta la fecha.
  • Por un lado, se encuentran los agujeros negros de masa estelar, cuya masa es de unas pocas decenas de veces la masa solar. Se cree que se formaron a partir del colapso del núcleo de una estrella masiva, mediante explosiones de supernova.
  • Por otro lado, se encuentran los agujeros negros supermasivos, con una masa que oscila entre centenas de miles hasta miles de millones de veces la masa del Sol. Este es el caso del agujero negro que se encuentra en el centro de la Vía Láctea, con una masa alrededor de 4 millones de veces la del Sol. Los científicos desconocen todavía cómo se formaron, por lo que el fenómeno recién descubierto podría arrojar importantes pistas.
Entre unos y otros existe un enorme libro blanco sobre el que la ciencia todavía no ha obtenido pruebas. El quid de la cuestión lo planteó el propio Einstein. Si tenemos en cuenta los preceptos de la astrofísica y los postulados de la teoría de la relatividad, una estrella masiva de entre 65 y 120 masas solares muere sin dejar rastro alguno. Entonces, ¿cómo se explica que se haya detectado ondas gravitacionales de unos agujeros negros tan masivos? Una posible respuesta es que no son el resultado de una estrella, sino que habría que buscar su origen en cualquier otro fenómeno.
Explicaciones alternativas
Los más de 2.000 científicos de 19 países distintos que colaboran en la investigación de este fenómeno han analizado la señal y reconstruido a través de potentes ordenadores algunos de los fenómenos que podrían explicar el origen de tan misterioso evento. En dos estudios, publicados en las revistas especializadas Physical Review Letters y Astrophysical Journal Letters, apuntan a una fusión como posible explicación.
“Podrían ser el resultado de la fusión de agujeros negros más pequeños o de la colisión de (múltiples) estrellas masivas, o incluso de procesos más exóticos”, añade Michela Mapelli de la Universidad de Padua (Italia) y el Istituto Nazionale di Fisica Nucleare (INFN), además de pertenecer a la Colaboración Virgo, informa la Agencia Sinc.
“Sin embargo, es también posible que tengamos que revisar nuestra comprensión actual de las etapas finales de la vida de una estrella y las restricciones sobre la masa final en los procesos de formación de agujeros negros”, prosigue Mapelli.
Otra de las posibles explicaciones sería que estos fenómenos hayan estado provocados por cúmulos globulares, unas enormes esferas formadas por miles de estrellas, muchas de las cuales, al morir, forman miles de agujeros negros lo suficientemente próximos como para fundirse entre ellos.
Tito Dal Canton, investigador del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) en el Irène Joliot-Curie Lab, en Orsay (Francia), y miembro de Virgo, explica que los agujeros negros iniciales rotaban rápidamente.
“La señal muestra indicios de precesión, una rotación del plano orbital producido por rotaciones de gran magnitud y orientación particular”, indica Dal Canton. “El efecto es débil y no podemos afirmar que esté presente de manera categórica, pero, si fuera cierto, apoyaría la hipótesis de que los agujeros negros progenitores surgen y viven en entornos cósmicos muy inestables y concurridos, como un cúmulo estelar denso o un disco de acreción de un núcleo galáctico activo”, pronostica.
“Ha sido muy complejo interpretar la señal al estar en el límite de nuestra capacidad técnica. Solo tendremos una idea clara de cómo se formó el sistema que la generó tras investigaciones adicionales, con lo que habría que cotejarlo con detecciones futuras”, explica Thomas Dent, coordinador del programa de ondas gravitacionales en el IGFAE, según informa la Agencia Sinc.
Probablemente será necesaria la detección de futuras ondas gravitacionales que expliquen la existencia de estos fenómenos supermasivos, pero la mera detección de semejante descubrimiento marca un punto y aparte en el libro de la astrofísica, cuyos nuevos capítulos desgranarán postulados desconocidos para la ciencia que bien merecerán sucesivos premios Nobel en un futuro cercano.
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Última edición:
ARROJA LUZ SOBRE LA QUÍMICA DE ATMÓSFERAS
Importante descubrimiento en Venus y no, no significa (aún) que haya vida extraterrestre
Un grupo de científicos ha detectado fosfina —un gas que en la Tierra puede producirse por la descomposición de materia orgánica— en la atmósfera del planeta vecino



Foto: Ilustración que muestra el planeta Venus iluminado por el Sol. (iStock)


Ilustración que muestra el planeta Venus iluminado por el Sol. (iStock)



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JOSÉ RODRÍGUEZ SOJO
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ASTRONOMÍA
14/09/2020



Un grupo de científicos ha detectado fosfina en la atmósfera de Venus. La noticia que este lunes publica la revista 'Nature' es un hito astronómico por varios motivos, pero aún es muy improbable que tenga algo que ver con la existencia de vida extraterrestre en el planeta vecino.

La fosfina (PH3) es un gas incoloro, con un característico olor a ajo, que puede formarse en pequeñas cantidades por la degradación de materia orgánica. ¿Significa esto que si hay fosfina en Venus es porque ha habido vida? No. La descomposición es la principal fuente de la fosfina en la Tierra, pero ello no quita que pueda formarse de forma abiótica —sin que la vida influya— en otros planetas. De hecho, desde hace más de 30 años se sabe que está presente en algunas capas de las atmósferas de Júpiter y Saturno.

Los expertos consultados por este periódico explican que la fosfina no es un biomarcador. "En mi opinión, no debería utilizarse el prefijo 'bio' mientras no existan pruebas claras e inequívocas de que se trata de algo relacionado con la vida", sostiene Jesús Martínez-Frías, experto en meteoritos y Geociencias Planetarias del Instituto de Geociencias del CSIC y la Universidad Complutense de Madrid. Con él coincide Jorge Pla-García, investigador en Ciencias Planetarias en el Centro de Astrobiología del CSIC (asociado a la NASA): "La química del cosmos da muchas más opciones para formar este compuesto además de la descomposición de la materia orgánica. La fosfina es un gas que se puede producir por reacciones inorgánicas (de hecho se hace cada día en laboratorios). No sería raro que en Venus se produzca debido a las fuertes presiones y temperaturas".

"La fosfina es un gas que se puede producir por reacciones inorgánicas. No sería raro que en Venus se produzca por fuertes presiones y temperaturas"


Las condiciones en la superficie de Venus son hostiles a la vida. Debido al intenso efecto invernadero producido por los gases de su atmósfera, la temperatura media ronda los 464 grados. No obstante, en el entorno de su capa superior de nubes —a entre 53 y 62 kilómetros de altura— el clima es templado. En cualquier caso, la composición de las nubes es muy ácida, por lo que solo podría suponer un hábitat adecuado para ciertos microbios extremófilos. Y tampoco hay pruebas de ello.

Además, habitable no es sinónimo de habitado. "Que un planeta tenga características de habitabilidad no significa que por eso vaya a tener vida. Aquí en la Tierra sabemos que la habitabilidad y la vida están relacionadas con la presencia de agua líquida y la química del carbono. Probablemente en otros sitios sea igual. Hasta el momento, las únicas directrices para la búsqueda de vida son estas: el carbono y el agua", distinguía Martínez-Frías en un artículo publicado en 2017, a raíz de los grandilocuentes titulares sobre una posible zona de habitabilidad alrededor de la estrella TRAPPIST-1.







"Como decía Carl Sagan, afirmaciones extraordinarias exigen evidencias extraordinarias. Y a día de hoy no tenemos tales evidencias extraordinarias todavía sobre la detección de vida extraterrestre. Estas evidencias deben ser unívocas, descartando falsos positivos utilizando múltiples técnicas diferentes con instrumentación independiente de grupos de investigación independientes. Además, para confirmarlo una vez se tengan esas supuestas evidencias unívocas, debe haber consenso en toda la comunidad científica mundial", sentencia Pla-García.

Los propios autores del estudio, encabezado por Jane S. Greaves, de la Universidad de Cardiff, reconocen que la detección de fosfina no es una evidencia sólida de vida microbiana y que solo indica procesos geológicos o químicos potencialmente desconocidos que ocurren en Venus. Greaves y sus colegas observaron el planeta mediante el telescopio James Clerk Maxwell y el Atacama Large Millimeter en 2017 y 2019, respectivamente. Se toparon con una firma espectral que es exclusiva de la fosfina y estimaron una abundancia de 20 partes por mil millones de fosfina en las nubes de Venus. Los científicos sopesaron diferentes formas en que se pudo haber producido la fosfina: a partir de fuentes en la superficie del planeta, micrometeoritos, rayos o procesos químicos que ocurren dentro de las nubes. Al final, no pudieron determinar la fuente de las trazas.


¿Qué tiene de importante este descubrimiento?
El descubrimiento de fosfina en Venus abre un horizonte de interrogantes. "Existen varias posibilidades geoquímicas y fotoquímicas, que espero se exploren en detalle a partir de ahora gracias a este hallazgo", alienta Martínez-Frías. "Es un descubrimiento muy interesante, especialmente en planetas de tipo terrestre como Venus. Sabemos que en Venus la actividad volcánica fue muy importante. Existen minerales de fósforo tanto en rocas volcánicas como en meteoritos y rocas lunares. Las implicaciones, de acuerdo con una de las probabilidades que se sugieren en el propio artículo, es que exista un proceso geoquímico o fotoquímico que pueda dar lugar a la formación de la fosfina".

Para Pla-García, también es un anuncio de especial relevancia. En primer lugar, porque existe aún un gran desconocimiento sobre la química de las atmósferas, de tal forma que conocer más detalles sobre los elementos que componen las de otros planetas puede ayudar a dar pasos en este ámbito de estudio. Asimismo, analizar a fondo las condiciones atmosféricas puede ser clave para 'seguir el rastro' de la vida: "El estudio de la evolución de las atmósferas de Venus, Tierra y Marte desde sus orígenes (todo apunta a que sus condiciones iniciales eran similares) es clave para entender los diferentes destinos que siguieron los tres planetas y cómo la vida pudo surgir en los tres pero perdurar solo en la Tierra".


 
DEL TAMAÑO DE LA TIERRA, NO ES HABITABLE
Descubren el planeta Pi, que gira alrededor de su estrella cada 3,14 días
Se ha descartado la vida en su superficie, ya que las temperaturas superan los 176 grados



Foto: Planeta K2-315b o planeta Pi. Foto: NASA


Planeta K2-315b o planeta Pi. Foto: NASA


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EL CONFIDENCIAL
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22/09/2020


Dentro de las maravillas del espacio, los astrónomos han descubierto otra. Se trata de un planeta del tamaño de la Tierra que gira alrededor de su estrella cada 3,14 días, recordando al popular número Pi.

Los investigadores descubrieron las primeras señales de este peculiar planeta, denominado oficialmente como K2-315b, hace tres años gracias a la misión K2 del Telescopio Espacial Kepler de la NASA.

Al concentrarse en este nuevo sistema solar a principios de este año con SPECULOOS, una red de telescopios terrestres, el equipo confirmó que las señales eran de un planeta que orbita su estrella cada 3,14 días.


Interesante por su atmósfera
Según los astrónomos, el planeta, que tiene un tamaño similar al de la Tierra, es improbable que albergue vida, debido a sus elevadas temperaturas (más de 175 grados centígrados) provocadas por su cercanía a su estrella de referencia, con una quinta parte del tamaño de nuestro Sol.

El estudio que relata este hallazgo, publicado en la revista científica 'Astronomical Journal' destaca que el planeta Pi orbita alrededor de una estrella fría de baja masa y lo hace a una velocidad de 81 kilómetros por segundo.

A pesar de casi segura ausencia de vida, el planeta Pi puede ser muy útil para los astrónomos, que lo consideran un candidato prometedor para el estudio de las características de su atmósfera.


SPECULOOS, a la caza de planetas
Según publica Phys.org, los investigadores son miembros de SPECULOOS, un acrónimo de The Search for habitable Planets EClipsing ULtra-COOl Stars (La búsqueda de planetas habitables que eclipsan estrellas ultra-frías), y que consta de una red de cuatro telescopios de 1 metro en el desierto de Atacama de Chile, que escudriñan el cielo a través del hemisferio sur.

Más recientemente, la red añadió un quinto telescopio, que es el primero en ser ubicado en el hemisferio norte, llamado Artemis, un proyecto que fue encabezado por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts(MIT).

Los telescopios SPECULOOS están diseñados para buscar planetas similares a la Tierra alrededor de estrellas enanas cercanas y ultracongeladas, que ofrecen a los astrónomos una mejor oportunidad de detectar un planeta en órbita y caracterizar su atmósfera, ya que estas estrellas carecen del resplandor de estrellas mucho más grandes y brillantes.


 
La Tierra está a punto de capturar una extraña «miniluna»
Un objeto desconocido y recién descubierto estará rondando nuestra órbita desde el próximo mes de octubre hasta mayo del año que viene, según los cálculos de los astrónomos



Una de las primeras fotografías de la Tierra desde la órbita de la Luna


Una de las primeras fotografías de la Tierra desde la órbita de la Luna - NASA




MADRID Actualizado:23/09/2020

Al hablar de satélites de la Tierra, todos pensamos en la Luna. Es nuestro «acompañante natural» desde hace miles de millones de años y el hombre lleva contemplándola como un pilar inamovible. Sin embago, no es nuestro único compañero: de vez en cuando, un objeto más pequeño, generalmente un asteroide, es captado por la gravedad de nuestro planeta, permaneciendo a nuestro lado durante unos meses, incluso a veces incluso años, para después continuar su camino por el espacio. Estas son las popularmente conocidas como «minilunas».

Aunque se trate de un fenómeno más o menos comprendido por el hombre, en realidad solo hemos podido confirmar dos de estas minilunas: 2006 RH120, que visitó en 2006 y 2007; y 2020 CD3, en órbita terrestre de 2018 a 2020. Ahora, los astrónomos han detectado un nuevo objeto, llamado 2020 SO, en una trayectoria entrante que muy probablemente haga que la gravedad de la Tierra «capture» este objeto desde el próximo mes de octubre hasta mayo de 2021, según las predicciones de los astrónomos.

El profesor de física y astrofísico Tony Dune ha realizado la simulación de la trayectoria del objeto, que según sus propias palabras «tendrá un recorrido altamente caótico», por lo que habrá que someter su camino a varias revisiones mientras esté cerca.


Puede que no sea un asteroide
2020 SO ha sido clasificado como un asteroide tipo Apolo, una clase de asteroides cuyo camino cruza la órbita de la Tierra. Ese tipo de cuerpos a menudo rodean nuestro planeta, pero este en concreto presenta algunas particularidades: la órbita similar a la de la Tierra y la baja velocidad de 2020 SO sugieren que en realidad no es un asteroide; de hecho, sus características, según los expertos, son más consistentes con algo creado por el hombre. Los objetos que provienen de la Luna también tienen una velocidad menor que los asteroides, pero este objeto es incluso aún más lento.

Por ello, todo apunta a que estamos ante basura espacial. Muy probablemente la etapa de un cohete Centauro que lanzó una carga útil experimental llamada Surveyor 2 a la Luna en septiembre de 1966, según explica el astrónomo Paul Chodas, del JPL de la NASA.

Esto se explica porque durante décadas se utilizaron una suerte de cohetes con múltiples etapas (algo así como con partes «desmontables» que se iban desprendiendo según avanzaba el viaje). La etapa de refuerzo vuelve a la Tierra y se reutiliza, pero el resto queda en el espacio. Y ahí hay una gran cantidad de este tipo de objetos, además de que son muy fáciles de perder por parte de los radares humanos, lo que explicaría que no se hubiera detectado antes.


Coincide con un cohete Centauro
El tamaño estimado de 2020 SO coincide con el de una etapa Centauro de la década de 1960. Según la base de datos CNEOS de la NASA, el objeto mide entre 6,4 y 14 metros de largo (una Centauro mide 12,68 metros). Además, esta base de datos afirma que este objeto probablemente dará dos vueltas cercanas a la Tierra. El 1 de diciembre de 2020, pasará a una distancia de alrededor de 50.000 kilómetros (31.000 millas). Alrededor del 2 de febrero de 2021, volará a 220.000 kilómetros.

Ninguno de los dos está lo suficientemente cerca para entrar en la atmósfera terrestre, por lo que el objeto no representa ningún peligro en absoluto. Pero esas distancias, particularmente a velocidades lentas, pueden ser suficientes para estudiarlo más de cerca y determinar qué es 2020 SO.


 
RECOMENDACIONES
Historia del tiempo: 10 libros increíbles para comprender el Universo y todo lo demás
La mejor divulgación científica sobre cosmología, física y los orígenes del Cosmos



Foto: Primera imagen de un agujero negro distinguida como 'descubrimiento del año' en 2019. (NASA)


Primera imagen de un agujero negro distinguida como 'descubrimiento del año' en 2019. (NASA)


AUTOR
DANIEL ARJONA
Contacta al autor
@elarjonauta
28/09/2020



Es tremendo lo que podemos hacer. Deducimos la edad del universo hasta el cuarto decimal (13.730 millones de años), lo medimos (93.000 millones de años luz) y lo pesamos (10 55 kg), somos capaces de relatar al detalle lo que ocurrió en sus tres primeros minutos. Hemos ordenado además las fuerzas y partículas elementales en una hoja de cálculo que llamamos modelo estándar cuyas predicciones han sido comprobadas con exactitud. Más tremendo es lo que aún no podemos hacer. El 90% del universo está formado por algo que llamamos materia oscura (20%) y energía oscura (70%). Pero estos sugerentes apelativos no sirven más que como mención a nuestra ignorancia. No podemos explicar qué demonios son aunque tienen que estar ahí. El modelo estándar de la física funciona, sí, pero bajo un caprichoso sistema de pesos y medidas cuyas razones estamos muy lejos de comprender. Tampoco sabemos qué hacer con la gravedad, la fuerza intuitivamente más presente en nuestras vidas y a la vez la más huidiza para la física, que no logra integrarla en sus esquemas cuánticos salvo cuando inventa teorías 'infalsables' con montones de dimensiones espaciales extra.

Reunimos a continuación diez grandes libros de divulgación científica sobre cosmología, física y los orígenes del Universo y de todo lo demás. Clásicos, recientes y uno incluso que se publicará próximamente en castellano. Un compendio de maravillas como solo puede depararnos la ciencia moderna.



1. 'Seis piezas fáciles: la física explicada por un genio' - Richard Feynman

'Seis piezas fáciles' (Crítica).


'Seis piezas fáciles' (Crítica).

Este libro es un tesoro y su autor, una figura legendaria. Pero es que el físico y premio Nobel Richard Feynman, padre de la electrodinámica cuántica, fue también un profesor excepcional. Lo atestiguan estos pedazos —los más accesibles— de sus brillantísimas clases en el Instituto Tecnológico de California que, relata la leyenda, cada semana que pasaba contaban con menos alumnos y con más catedráticos. Introducciones resumidas y casi perfectas a los átomos en movimiento, la conservación de la energía, la gravitación o los insondables misterios del comportamiento cuántico completan probablemente uno de los más importantes títulos de divulgación científica más importantes de todos los tiempos escrito por un sabio universal y guasón aficionado a los bongos.


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2. 'Los tres primeros minutos del Universo' - Steven Weinberg

'Los tres primeros minutos del Universo' (Alianza).
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Los tres primeros minutos del Universo' (Alianza).

Más de cuarenta años tiene ya este título y, pese a que los avances científicos no han dejado de sucederse desde su publicación, aún no ha perdido un átomo de su seducción, de su talento divulgador, de su inconfundible sabor. El también premio Nobel Steven Weinberg se ocupa solo de 'Los tres primeros minutos del Universo' porque, como dicen los físicos, "durante los 700.000 años siguientes a esos tres primeros minutos no pasó nada de interés". Tiempo más que suficiente para preguntarse por el origen del Universo, el carácter de la materia oscura, la radicación del fondo de microondas o las posiciones enfrentadas a favor de un Universo abierto o cerrado. Y todo porque "en el comienzo, hubo una explosión...".

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3. 'Historia del tiempo: del Big Bang a los agujeros negros' - Stephen Hawking

'Historia del tiempo' (Alianza).


'Historia del tiempo' (Alianza).
¿Escribió Stephen Hawking el bestseller de cosmología más vendido y a la vez el menos leído de todos los tiempos? La broma ha durado ya demasiado (tiempo) y no le falta parte de razón a la afirmación de que 'Historia del tiempo' no es un libro sencillo pese a que el físico superestrella eternamente postrado en su silla de ruedas que hablaba con la voz metálica de su computadora se ufanara de haber incluido una sola ecuación en sus páginas. Pero no hay para tanto. Hawking logró aquí la mejor introducción posible —y legible— escrita en estado de gracia a la biografía del Universo. Astrofísica fundamental trufada de anécdotas para asomarse a los agujeros negros de la realidad sin ser tragado por ellos.

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4. 'Un universo de la nada: el origen sin creador' - Lawrence Krauss

'Un universo de la nada'.


'Un universo de la nada'.
Lawrence Krauss dio en 2009 en Los Ángeles una brillante conferencia —tan divertida como tétrica— sobre el Universo que a alguien se le ocurrió grabar, subir a YouTube y se convirtió en viral. No le quedó más remedio que escribir un libro con el mismo título que ampliase los conocimientos de aquella charla y el resultado es 'Un universo de la nada', una pequeña y valiente maravilla en la que el cosmólogo coge el guante de todos aquellos seres pacíficos que aseguran que no se puede afirmar ni negar la existencia de un Creador. ¡Pero cómo que no podemos negarla —exclama Krauss—, no necesitamos para nada esa hipótesis! Richard Dawkins ha descrito este libro, nada menos, como el equivalente en la cosmología de 'El origen de las especies' de Darwin.

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5. 'Universos ocultos: un viaje a las dimensiones extras del cosmos' - Lisa Randall

'Universos ocultos' (Acantilado).


'Universos ocultos' (Acantilado).
Lo que el Universo aún no nos ha desvelado, ¿lo hará algún día?Vayamos por partes, átomo por átomo, arranca este libro vertiginoso la física de partículas estadounidense Lisa Randall. Despleguemos en primer lugar los misterios que se empeñan en resistirse a su resolución: teoría de cuerdas, dimensiones extra, materia y energía oscuras, el origen de todo y el arcano interior de los agujeros negros... La potencia divulgativa de la autora y su imaginación inagotable —que ya ha demostrado en otros fantásticos ensayos anteriores como aquel en el que relacionaba la materia oscura y la extinción de los dinosaurios— vuelven a relampaguear aquí.

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6. 'El orden del tiempo' - Carlo Rovelli

'El orden del tiempo' (Anagrama)


'El orden del tiempo' (Anagrama)
"Me detengo y no hago nada. No sucede nada. No pienso nada. Escucho el discurrir del tiempo. Tal es el tiempo. Familiar e intimo. Su furia nos lleva. Su apresurada sucesión de segundos, horas, años, nos lanza hacia la vida, luego nos arrastra hacia la nada... Lo habitamos como los peces habitan el agua. Nuestro ser es ser en el tiempo. Su arrullo nos alimenta, nos abre al mundo, nos turba, nos asusta, nos mece. El universo devana su devenir arrastrado por el tiempo, según el orden del tiempo". Así arranca el físico italiano —y tal vez poeta— Carlo Rovelli está fascinante y profunda puesta al día sobre el tiempo, sobre lo que fue, lo que es, lo que será. Y lo hace desde su adscripción a la escuela de la gravedad cuántica de bucles, ya saben, enemigos mortales de los 'supercuerdistas'.

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7. 'Perdidos en las matemáticas' - Sabine Hossenfelder

'Perdidos en las matemáticas' (Ariel).


'Perdidos en las matemáticas' (Ariel).
Sabine Hossenfelder es una física y bloguera alemana que defiende en 'Perdidos en las matemáticas' que en las últimas décadas la física ha sido presa de un autoengaño catastrófico que la ha esterilizado dramáticamente impidiendo nuevos descubrimientos. ¿La causa? Una suerte de nefasto 'stendhalazo' que se ha extendido como un virus maligno entre los físicos inoculándoles en la mollera la idea de que las mejores teorías han de ser hermosas y elegantes. Semejante creencia irracional en la belleza del Universo se ha erigido en dogma lanzando a la física a una carrera hacia el precipicio a la busca de supersimetrías, supercuerdas, y teorías del Todo impulsadas por criterios puramente estéticos y, por tanto, anticientíficos. Recuerden a Parménides reprochándole al joven Sócrates que no considerase la basura ni la suciedad objetos de razón, porque "todavía no te ha atrapado la filosofía, tal como lo hará más adelante, cuando ya no desprecies ninguna de estas cosas".

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8. 'La zorra y las uvas: los mundos cuánticos y la realidad oculta del Universo' - Sean Carroll

'La zorra y las uvas'.


'La zorra y las uvas'.
Sean Carroll es un crack, un cosmólogo y físico de talento y un fantástico, divertido y muy prolífico divulgador. Cada nuevo libro suyo es una fiesta pero es que este, que acaba de ser traducido al español por Marc Figueras, es una delicia sobre un tema nada sencillo que acomete sin temor: la física cuántica y aquello sustancial que aún hoy, más de un siglo después, aún no logramos entender de ella. El autor se dirige un momento a la comunidad científica para afearle su ocultación de un misterio sin resolver agazapado tras los éxitos técnicos indudables de la revolución cuántica. Y acto seguido Carroll se dirige a los lectores: "Veamos, yo mismo tengo algunas propuestas, les cuento". Un gozo completo.

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9. 'Orígenes: cómo la historia de la Tierra determina la historia de la humanidad' - Lewis Dartnell

'Orígenes' (Debate).


'Orígenes' (Debate).
Defiende el astrobiólogo británico Lewis Dartnell en 'Orígenes' que el nacimiento de la inteligencia que nos caracteriza como especie fue el resultado de condiciones determinadas por nuestro planeta, pero no solo la inteligencia sino todo lo que somos, algo que dicho así parece obvio y que, sin embargo, no deja de olvidarse cuando intentamos entender historia fijándonos en las guerras entre los hombres o en sus grandes líderes. La geología, la geografía, la química de los metales o la energía cobran protagonismo en estas páginas apabullantes para brindar una explicación inédita que va desde la aparición de nuestra especie al mundo global pasando por las edificaciones, la ruta de la seda o la era de las Conquistas. Uno de los mejores libros de divulgación en cualquier ámbito publicado en los últimos años.

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10. 'Hasta el final del tiempo: mente, materia y nuestra búsqueda de significado en un universo en evolución' - Brian Greene


'Hasta el final del tiempo' (Crítica).
Brian Greene es el bulldog de la teoría de supercuerdas —como lo llamó alguien—, su mayor 'propagandista' y autor de un libro fantástico que ya tienen unos cuantos años titulado 'El Universo elegante' y que después se convirtió en serie documental. Ahora, en este 'Hasta el final del tiempo' que llegará a las librerías españolas el próximo 20 de octubre pero que ya pueden reservar abajo, se apresta a biografiar una vez más el cosmos y todo el conocimiento actualizado que hemos logrado al respecto hasta hoy mismo, desde lo más pequeño a lo más grande. También otea su inevitable fin...

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Los descubridores de los secretos de los agujero negros, Nobel de Física 2020
Roger Penrose, Reinhard Genzel y Andrea Ghez han investigado «los secretos más oscuros del Universo»


Roger Penrose, Reinhard Genzel y Andrea Ghez


Roger Penrose, Reinhard Genzel y Andrea Ghez



Judith de Jorge
Judith de Jorge
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06/10/2020



«No sabemos qué hay dentro de un agujero negro y eso es lo que lo hace tan fascinante», admitía la estadounidense Andrea Ghez tan solo minutos después de conocer que se había convertido este martes en la cuarta mujer en la Historia galardonada con el premio Nobel de Física. Le ha sido otorgado junto a otros dos investigadores, el alemán Reinhard Genzel y el británico Roger Penrose, sin duda el más célebre del trío, por arrojar luz, si se permite el juego de palabras, sobre los agujeros negros. Estas regiones exóticas del espacio son, según la Real Academia de las Ciencias sueca, «los secretos más oscuros del Universo». En concreto, han sido reconocidos por relacionar estos objetos con la teoría general de la relatividad de Albert Einstein y por hallar uno de ellos en el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea.

En enero de 1965, diez años después de la muerte de Einstein, Penrose, de la Universidad de Oxford, demostró con ingeniosos métodos matemáticos que la teoría general de la relatividad conduce a la formación de agujeros negros, unos monstruos super masivos que capturan todo lo que hay a su alrededor, incluida la luz. Fueron sugeridos por primera vez en 1916 por el alemán Karl Schwarzschild y ni el mismo Einstein creía que algo así podía existir.

Pero Penrose, que se lleva la mitad de los diez millones de coronas suecas del premio (casi un millón de euros), los describió en detalle. En su corazón, afirmó, esconden una singularidad en la que cesan todas las leyes conocidas de la naturaleza. Su innovador artículo todavía se considera la contribución más importante a la famosa teoría desde Einstein.

El «monstruo» en la Vía Láctea
Genzel, del Instituto Max Planck de Física Extraterrestre en Garching (Alemania) y la Universidad de California, Berkeley (EE.UU) y Ghez, de la Universidad de California en Los Angeles (EE.UU.) lideran, cada uno de ellos, un grupo de astrónomos que, desde principios de la década de 1990, se ha centrado en una región llamada Sagitario A*en el centro de nuestra galaxia. Han cartografiado con una precisión cada vez mayor las órbitas de las estrellas más brillantes más cercanas al corazón galáctico y las mediciones de estos dos grupos concuerdan. Ambos encontraron un objeto invisible extremadamente pesado -cuatro millones de masas solares- que tira del revoltijo de estrellas, haciéndolas correr a velocidades vertiginosas. Es «la evidencia más convincente», según el Instituto Karolinska de Estocolmo, de la presencia de un agujero negro supermasivo, lo que les hace merecedores de la otra mitad del premio.

Un ejemplo de todo ello es una estrella llamada S2 o S-O2. Completa una órbita del centro de la galaxia en menos de 16 años. Este es un tiempo extremadamente corto, por lo que los astrónomos pudieron trazar un mapa de toda su órbita. Podemos compararla con el Sol, que tarda más de 200 millones de años en completar una vuelta alrededor del centro de la Vía Láctea. Los dinosaurios caminaban por la Tierra cuando comenzamos nuestra vuelta actual.

Además, usando los telescopios más grandes del mundo, Genzel y Ghez desarrollaron métodos para ver a través de las enormes nubes de gas y polvo interestelar hasta el centro galáctico. Han perfeccionado nuevas técnicas para compensar las distorsiones causadas por la atmósfera de la Tierra, construyendo instrumentos únicos. Con suerte, quizás es posible que pronto veamos directamente a Sagitario A*. Sería el segundo en la lista, después de que hace poco más de un año la red de astronomía Event Horizon Telescope lograra obtener imágenes de los alrededores más cercanos de un agujero negro supermasivo situado en la galaxia conocida como Messier 87 (M87), a 55 millones de años luz de nosotros.

Preguntas sin resolver
«Los descubrimientos de los galardonados de este año han abierto nuevos caminos en el estudio de objetos compactos y supermasivos. Pero estos objetos exóticos todavía plantean muchas preguntas que piden respuestas y motivan la investigación futura. No solo preguntas sobre su estructura interna, sino también sobre cómo probar nuestra teoría de la gravedad en las condiciones extremas en las inmediaciones de un agujero negro», ha dicho David Haviland, presidente del Comité Nobel de Física.

En efecto, todavía queda mucho por saber sobre los agujeros negros, como por qué la teoría general de la relatividad no funciona en la singularidad. Esto requerirá unir los dos pilares de la física, la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica. Andrea Ghez anima a las estudiantes a perseguirlo. «Espero inspirar a otras mujeres jóvenes en este campo. Si te apasiona la ciencia hay mucho que se puede hacer», ha dicho tras la ceremonia en Estocolmo. «Es muy importante convencer a la generación más joven de que su capacidad de cuestionar y pensar es crucial para el futuro del mundo». Quizás quien siga sus pasos pueda resolver los misterios aún en la oscuridad y merecer otro Nobel de Física.

El pasado año, el Nobel de Física fue para tres famosos astrofísicos. El canadiense James Peebles recibió la mitad del premio por contarnos la evolución del universo desde el Big Bang hasta el presente, arrojando luz sobre la misteriosa composición del cosmos. La otra mitad fue para los suizos Michel Mayor y Didier Queloz, los primeros en encontrar un planeta extrasolar orbitando una estrella, en octubre de 1995.

El de Física es el segundo Nobel de este año. El primero, el de Medicina, anunciado ayer lunes, ha recaído en dos científicos estadounidenses, Harvey J. Alter y Charles M. Rice, y uno británico, Michael Houghton, por el descubrimiento del virus de la hepatitis C. Este hallazgo facilitó el desarrollo de «nuevos medicamentos que han salvado millones de vidas», en palabras del jurado. Mañana, también cerca del mediodía, se anunciará al ganador o ganadores en la categoría de Química.

Tampoco los Nobel están al margen de la pandemia de coronavirus. Aunque la secuencia de los anuncios es la habitual, este es un año muy distinto por la restricción de aforos y de celebraciones. Los anuncios se están realizando con una presencia mínima de periodistas acreditados en la sala y se han suprimido las habituales ceremonias con centenares de invitados, conciertos y banquetes para el día de la entrega de los galardones, el 10 de diciembre, aniversario de la muerte del fundador, Alfred Nobel.






Anuncio del ganador del Premio Nobel de Física 2020




 
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