Arturo Fasana,el testaferro “indiscreto” del Rey Juan Carlos I

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Arturo Gianfranco Fasana, de 64 años. Detrás, documento de la cuenta 'Soleado'.ÁNGEL NAVARRETE / CRÓNICA

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Sábado, 16 mayo 2020 - 22:43
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«La segunda vez que nos vimos con Arturo Gianfranco Fasana fue en Ginebra. Sentados en torno a una mesa y un mantel, nos comentó que gestionaba una importante cantidad de dinero de don Juan Carlos en Suiza. Lo confirmó Ramón Blanco Balín, que estaba presente en la reunión».
Al oír aquellas palabras, allá por el año 2005, un ligero sobresalto corrió entre los españoles que compartían mesa y mantel con el entonces, creían, intachable fiduciario suizo. Con las palabras elegidas para la ocasión, Fasana les exhibía su flamante tarjeta de visita, la garantía definitiva de que él era el hombre más indicado para ocultar el dinero de los más poderosos en el país helvético. Ya entonces, como se preocupó de mostrar, su más insigne cliente español era el rey, que gozaba de una imagen intachable desde el punto de vista económico y financiero.
Ha pasado más de una década y varios de aquellos comensales están hoy en prisión. Uno de ellos, el empresario Francisco Correa, líder de la denominada trama Gürtel, desde la cárcel de Valdemoro rompe por primera vez su silencio en exclusiva para Crónica para relatar con detalle los años en los que compartió testaferro en Suiza con el rey emérito y dibujar el perfil de uno de los hombres más buscados del momento: el misterioso fiduciario que ha gestionado la fortuna oculta del monarca durante las últimas décadas y que se sitúa en el epicentro del escándalo que ha provocado su caída en desgracia.
Quien fuera una de las figuras más poderosas en torno al PP de José María Aznar, condenado a casi 52 años de prisión sólo por el primer gran juicio de la trama, hace memoria desde la prisión madrileña con un bolígrafo y un papel delante. Es su primera entrevista directa concedida a un medio de comunicación y lo hace de manera conjunta con Pablo Crespo, su histórico número dos, que también cumple condena en Valdemoro por Gürtel. Ambos alternan sus vivencias en un extenso cuestionario remitido por Crónica y que ha sido canalizado a través de sus letrados en plena pandemia.

Pablo Crespo, ex secretario de Organización del PP gallego, el hombre que gestionaba el emporio de empresas de eventos que llevaba a cabo los grandes mítines del partido en toda España, ayuda a buscar en el baúl de los recuerdos a quien siempre ha demostrado una lealtad inquebrantable: «Fue Ramón Blanco Balín quien nos presentó a Fasana», precisa en referencia al ex directivo de Repsol, a quien hace exactamente 15 años ficharon para «hacerse cargo de los asuntos tributarios de Correa». «Blanco Balín nos presentó a Arturo Fasana, que ofrecía servicios de depósito y gestión financiera a través de su sociedad Rhône Gestion, con domicilio en Ginebra». Y ahí comenzó la historia que acabó destapando la antesala del último gran escándalo de la Corona española.
HIJO DE DOS EMIGRANTES ITALIANOS
Fasana, natural de la localidad de Sagno, al sur de Suiza, está a punto de cumplir 65 años. Hijo de dos emigrantes italianos, Giovanni e Inés, se formó profesionalmente en el Credit Suisse de Ginebra y tiene la capacidad de hablar cinco idiomas con soltura y un español perfecto. Cursó un bachillerato comercial, trabajó un año en Inglaterra, seis meses en Argentina e hizo un curso de alemán en Colonia. En 1984 decidió dejar la banca, dar el gran salto en su carrera y convertirse en un gestor de grandes fortunas internacionales.
Fasana puso en marcha su proyecto junto a su ex compañero en el banco suizo Marcel Hagger, ya fallecido, que gestionaba la cartera de clientes españoles y sudamericanos en la entidad financiera. Su filosofía consistió desde un principio en adoptar un «enfoque tradicional» basado en «la apuesta por el medio/largo plazo, los valores seguros y los productos estables». Y, por supuesto, en «la confianza» con su clientela.
Fasana y su mujer con el jinete Paul Estermann y su yegua olímpica.
Fasana y su mujer con el jinete Paul Estermann y su yegua olímpica.PHOTO BUJARD
A lo largo de los años, el hijo de los emigrantes italianos consiguió situarse como un despacho importante en Suiza y gestionar, en el momento en el que conoció a los líderes de Gürtel, un portfolio «de más de 2.000 millones de euros», según sus propias palabras. Alternó su dedicación profesional con el gusto por el lujo, la pasión por los coches de alta gama, el fútbol (llegó a presidir durante tres años el FC Saint-Paul en Vésenaz, Ginebra) y los caballos. Suya fue la preciosa yegua irlandesa Castlefield Eclipse, ganadora de un diploma en los Juegos Olímpicos de 2012 en Londres.
La intención de Francisco Correa era colocar en Rhône Gestion, al margen de la Hacienda española, buena parte de sus beneficios empresariales, 18 millones de euros que con el paso del tiempo se han convertido en algo más de 23 y que se encuentran a la espera de ser repatriados a España en medio de una ardua disputa jurídica.
Correa disponía hasta ese momento de fondos en Mónaco y en la Islas de Man e incluso de un depósito en Suiza en Merril Lynch, pero quería ordenar sus inversiones, relevar a su gestor y mejorar el rendimiento de sus depósitos.
«Correa quería inversiones de máxima calidad», explicó el suizo Fasana en su declaración ante el juez de la Audiencia Nacional Antonio Pedreira en mayo de 2009. «Quería un beneficio razonable con un riesgo mínimo». De ahí que, en previsión de la crisis económica de 2008, el consejo del testaferro suizo fuera que invirtiera buena parte de sus fondos en bonos del Banco Europeo de Inversiones para garantizar su estabilidad y evitar así sobresaltos. A Fasana le gustaba también para este tipo de clientes la compañía Nestlé por su solvencia.
«Conocimos a Fasana en el despacho de Blanco», prosigue Crespo, «y como punto para acreditar la seriedad de su actividad como financiero nos comentó que entre su cartera de clientes figuraban las mayores fortunas de España, muchas de ellas desde hace más de 10 y 20 años en aquel tiempo».
Fasana les indicó que se reservaba un 0,30% de comisión por la gestión anual de su fortuna oculta sobre el valor global de la cartera. Presumía de que era un precio inferior al de mercado. De manera paralela se asignaba un sueldo de 15.000 euros mensuales de Rhône, con los que hacía frente a unos gastos de 10.000.
La captación de clientes la llevaba personalmente él, sin echar mano de ningún comercial. La mayor parte de nuevas fortunas las conseguía a través del boca a boca de los clientes de su selecta cartera internacional.
Arturo Fasana declaró ante el juez el 22 de mayo de 2009, tras su detención en Barajas y después de  pasar dos noches en el calabozo. Con un perfecto castellano dijo que sentía haber tenido como clientes a los cabecillas de Gürtel, a los que tildó de sinvergüenzas . Tras ayudar a la Fiscalía con Correa y Crespo, acaba de ser exculpado en la pieza principal del caso.
Arturo Fasana declaró ante el juez el 22 de mayo de 2009, tras su detención en Barajas y después de pasar dos noches en el calabozo. Con un perfecto castellano dijo que "sentía" haber tenido como clientes a los cabecillas de Gürtel, a los que tildó de "sinvergüenzas" . Tras ayudar a la Fiscalía con Correa y Crespo, acaba de ser exculpado en la pieza principal del caso.CRÓNICA
'SOLEADO', CUENTA PUENTE HACIA EL PARAÍSO
Cerrado el acuerdo con el fiduciario, «Fasana facilitó un número de cuenta para el envío de los fondos» del Grupo Correa que iban a ser ocultados al fisco español. «Era una cuenta titulada como Soleado y que, según nos explicó el propio Fasana, era una cuenta puente en la cual se recibían los fondos de todos sus clientes españoles, abierta en el Credit Suisse de Ginebra».
La operativa consistía, detalla el más leal de los lugartenientes del cabecilla de la Gürtel, en que «tras recibir los fondos, Fasana gestionaba la apertura de otras cuentas». Ya fuera «a nombre del beneficiario o bien a nombre de una sociedad de cuya constitución se encargaba Fasana a través del despacho internacional Mossack & Fonseca de Panamá», célebre por el caso del mismo nombre que destapó la existencia de miles de evasores en todo el mundo.
Con este despacho que protagonizaría años después el gran escándalo mundial conocido como Panama Papers, Fasana «mantenía, nos confesó, una estrecha relación» y prestaba un «servicio por el cual cobraba». De esta forma, al interponer una compañía extracomunitaria, sus clientes evitaban la retenciones del 20% fijadas por Suiza a los intereses de los bonos si estaban a nombre de un ciudadano europeo.
A través de este entramado financiero opaco, toma la palabra Correa, «pasaron miles de millones de euros, al ser una cuenta de tránsito». Así se lo explicó, enfatiza, «el propio Fasana». «La cuenta Soleado tenía varios cientos de millones de euros»(en aquel momento de 2005), agrega quien se convertiría pocos años después en uno de sus titulares españoles más conocidos.
El suizo supuestamente discreto ponía a disposición de su cartera, ya estuviera integrada por plebeyos o miembros de la realeza, la infraestructura societaria y bancaria para ocultar los fondos, conseguir las máximas exenciones fiscales y camuflar la identidad de los clientes mediante cuentas puente y un rosario de sociedades pantalla. Y en el caso de los clientes españoles añadía un valor añadido: el blindaje que suponía desde el punto de vista fiscal compartir gestor con el mismísimo jefe del Estado.
Al terminar aquel almuerzo en Ginebra, todavía con una mezcla de sorpresa e incredulidad en el cuerpo por la información que les acababa de desvelar su recién fichado testaferro, Correa y Crespo cogieron un taxi para ir al hotel en el que se hospedaban. Durante el trayecto, comentaron con avidez lo sucedido.
«Le manifesté a Correa en el taxi mi preocupación y las dudas respecto a la personalidad de Fasana», rememora ahora Crespo, «por la indiscreción cometida al mencionar que don Juan Carlos era su cliente, así como otras personas extraordinariamente relevantes de la economía española de las que también habló... Yo entendía, y entiendo, que una virtud imprescindible en un financiero es precisamente la discreción, y aquello me produjo una desagradable sensación que se confirmaría ampliamente cuando, en al menos dos ocasiones en las que cenamos solos Fasana y yo en Madrid y sin que yo le preguntara nada, me contaba detalles de los negocios que realizaban sus clientes o inversiones que hacían».
Insiste Crespo en remarcar ahora aquella muestra de indiscreción, máxime «cuando, al fin y al cabo, me reunía con él para que me diera cuenta de los productos financieros en que invertía el dinero de las sociedades de Correa». Y es que su único objetivo, como principal gestor del grupo que englobaba a empresas como Special Events, era «verificar la calidad y solvencia de esos productos y derivados, materia en la que Correa era lego y que me había encargado».
Fasana, bailando, en una imagen captada por la televisión.
Fasana, bailando, en una imagen captada por la televisión.
Poco tardaron, sin embargo, en despejarse las dudas de que lo que les avanzó Fasana en Ginebra era cierto. A pesar de la inquietud y los recelos iniciales, Correa y Crespo decidieron contratarle.Pasaron a despachar con Fasana de forma periódica en Madrid, generalmente en el discreto bar del Hotel Hesperia, en pleno Paseo de la Castellana. En varios de sus desplazamientos a la capital de España, que realizaba con una periodicidad mensual, el fiduciario solicitó reiteradamente un favor que devolvió de golpe a Correa y a Crespo al inolvidable almuerzo en Ginebra. «Nos pidió que le facilitásemos el coche de la empresa con el conductor para llevarle o ir a recogerle al Palacio de la Zarzuela». «Esto es exactamente así», enfatiza el ex jefe de las finanzas de Gürtel. Por lo que la sombra de la duda de si Fasana fanfarroneaba o decía la verdad quedó, ya por aquel entonces, completamente disipada.
Sin embargo, no fueron los únicos que se toparon, por caminos muy distintos, eso sí, con la misma desagradable sorpresa. La Policía Judicial adscrita al caso Gürtel identificó a Fasana como el gestor de la fortuna oculta de los empresarios a través de la documentación intervenida y de los pinchazos telefónicos practicados, en los que se referían al gestor con el pseudónimo de Fafa.
Una vez localizado, los investigadores sometieron a discretos seguimientos a Fasana en sus desplazamientos a España para recabar información y preparar su arresto. En una de esas sigilosas monitorizaciones de la Policía Nacional, los agentes localizaron a Arturo Fasana en el complejo palaciego de La Zarzuela.
La información corrió como un reguero de pólvora en el Ministerio de Interior y retrasó su detención. Según relatan a este periódico fuentes próximas a estos dispositivos, «se evitó por todos los medios» que el arresto de Fasana tuviera lugar en las inmediaciones de la residencia del monarca entonces reinante, y se acabó practicando a las seis de la tarde del 20 de mayo de 2009 en la entrada de la terminal 4 del aeropuerto de Barajas. Arturo Giancarlo Fasana portaba, en el momento de su detención en España, dos teléfonos móviles, 3.000 euros y 1.000 francos suizos en el bolsillo y una tarjeta de Acciona.
Se evitó, además, de forma deliberada, que el arresto se materializara, sostienen las mismas fuentes, siendo Baltasar Garzón el instructor, ante el temor de que el ímpetu investigador fuera más allá de Gürtel. Por lo que, al final, se acabó practicando el arresto inmediatamente después de que el magistrado se inhibiera en favor del Tribunal Superior de Justicia de Madrid al advertir indicios de delito de tres diputados del Parlamento madrileño.
25 VIAJES DETECTADOS A ESPAÑA
Hasta ese momento, la Policía había detectado 25 viajes de Fasana a España entre los años 2003 y 2009, la mayor parte de veces para alojarse en el citado Hotel Hesperia. Aunque también descubrieron que en plenas pesquisas de Gürtel Fasana cambió sus hábitos y se hospedó por primera vez en otro hotel, el Aitana, a un par de kilómetros en la misma Castellana.
Retrato del gestor suizo.
Retrato del gestor suizo.
Aún hubo otro episodio más que abundó en las sospechas de que tras el entramado de Fasana y las diligencias de Gürtel se escondía un escándalo de dimensiones imprevisibles. Ocurrió poco después, durante el registro practicado en el despacho del testaferro del rey y los cabecillas de la Gürtel en Ginebra, durante el mes de junio de 2009.
Aquella diligencia, realizada «vía comisión rogatoria» contó con la presencia, «además de los miembros de la Fiscalía suiza, de las fiscales Anticorrupción Concepción Sabadell y Myriam Segura y de los mandos policiales José Luis Olivera y Manuel Morocho». Pero también, rememora con intención Pablo Crespo, «de otra persona no autorizada, la agregada de Interior en la Embajada en Suiza, Catalina Carboneras, que llevaba la instrucción expresa de 'poner mucha diligencia en esto"».
«¿Qué hacía en una diligencia judicial un cargo político del Gobierno de España que no figuraba entre las personas autorizadas?», se pregunta Crespo más de una década después. «Nadie ha contestado aún a esta pregunta y es un elemento más del gigantesco chanchullo político organizado desde los despachos de más rango del Ministerio del Interior, ocupados entonces por Alfredo Pérez Rubalcaba y Antonio Camacho».
A lo largo del registro en la sede suiza de la sociedad Rhône Gestion, y tras explicar Fasana al comisario Olivera que tenía muchas fotos de Cataluña porque la mayor parte de su clientela española procedía de esa comunidad autónoma, el fiduciario realizó una advertencia a los investigadores. «Si les abro esa carpeta», dijo en referencia a la de la cuenta Soleado, que aglutinaba a sus clientes españoles, «se hunde España», tal y como reveló en 2013 el periodista Manuel Cerdán, que fue el primero en poner el foco más allá de lo evidente.
La contundente advertencia surtió efecto. La Fiscalía suiza dejó constancia por escrito de que «el señor Fasana ha solicitado que sean tachados ciertos apartados del texto que contienen algunos de los documentos que se adjuntan» [tal y como se puede apreciar en el documento que se reproduce en la portada de Crónica]. Dicha petición, que afectaba a 344 folios sobre la enigmática cuenta que hacía referencia al clima español, fue aceptada por el Ministerio Público de la Confederación helvética sin que la Fiscalía ni la Agencia Tributaria españolas hayan exigido conocer la identidad del resto de grandes defraudadores ocultos bajo el aparatoso típex del testaferro.
Fasana entregó entonces las cabezas de Correa y Crespo, a los que no dudó en tildar de «sinvergüenzas» en su declaración judicial tras pasar 48 horas en el calabozo, y pidió disculpas a su señoría por haber tratado con «personas de ese nivel».
El siguiente paso de su escapada fue pactar con la Fiscalía suiza y con la española la entrega de todos los fondos de ambos empresarios sin esperar siquiera a que se resolvieran todos sus juicios, muchos de los cuales todavía siguen su curso.
«En marzo de 2019 tuvimos conocimiento de unas comunicaciones clandestinas, secretas y a espaldas de las partes, mantenidas entre octubre y diciembre de 2018 entre la fiscal suiza Elisabetta Tizzoni y la fiscal española Concepción Sabadell para definir una estrategia tendente a repatriar todos los fondos de los que Fasana era administrador, concertándose con él para hacerlo», denuncia Crespo. Sin que lo supieran ninguno de los órganos judiciales que les investigaban: ni el Tribunal Superior de Valencia, ni tampoco la Sala de lo Penal y el Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional.
Francisco Correa (dcha.) y Pablo Crespo (centro), en uno de los juicios de Gürtel.
Francisco Correa (dcha.) y Pablo Crespo (centro), en uno de los juicios de Gürtel.EFE
Fasana, por segunda vez, había pactado el sacrificio de los líderes de Gürtel a cambio de salvar su negocio. Recuerda Crespo que tanto él como Correa «dirigieron escritos a la Fiscalía suiza, a Fasana y al Credit Suisse advirtiéndoles de la ilegalidad de la maniobra, con expresa advertencia también a la representante de la Fiscalía suiza» de que estaban llevando a cabo unas maniobras «más propias de un mercadillo que del ámbito judicial» y acometidas por «personas, alguna de las cuales va precedida del tratamiento de ilustrísima».
Gracias a la traición a Correa y a Crespo, Fasana acaba de lograr salir indemne finalmente de la causa de Gürtel, en la que ha sido exculpado en la pieza principal bajo el argumento de que nunca conoció el origen ilícito del dinero de sus clientes. No obstante, al borde de la jubilación y cuando ya daba por zanjada su pesadilla judicial y ponía por fin a salvo su millonaria cartera, el secreto que tanto persiguió esconder se ha destapado de forma virulenta.
SEÑALADO POR CORINNA
La Justicia suiza, contra todo pronóstico, ha levantado el tapete de sus operaciones con el Rey Emérito tras seguir la pista del contenido de las cintas del ex comisario Villarejo. En ellas, Corinna, la amiga íntima de don Juan Carlos, señalaba directamente a Arturo Fasana como la clave del dinero oculto del monarca.
El fiscal Yves Bertossa ha tirado del hilo de los testaferros y se ha topado con dos fundaciones a nombre del Rey Juan Carlos: la panameña Lucum y Zagatka, establecida en Liechtenstein, ambas con cuentas en Suiza. A través de las mismas el monarca recibió más de 100 millones de dólares de la casa real saudí y articuló una posterior donación de 65 millones a Corinna.
Llegados a este punto, Fasana ha vuelto a actuar como antaño y ha entregado la cabeza de otro cliente ante la Justicia buscando su salvación. Por eso ha confesado que el propio Emérito le entregó un maletín lleno de billetes, con 1,7 millones, para que los ingresara en Suiza procedentes del sultán de Bahréin, como desveló El País.
«Recordamos muy especialmente la frase pronunciada por el entonces jefe del Estado en su discurso navideño», apostilla Correa. Aquello de que «la Justicia es igual para todos». «Ciertamente, es una frase digna de ser esculpida en bronce», reflexiona.
«Las informaciones difundidas recientemente relativas al presunto cobro de una comisión por la intermediación en un negocio por quien pronunciaba esa frase dan para pensar mucho. A mí se me ha procesado y condenado por haber recibido comisiones por intermediar, por practicar lobby»,abunda. «¿En qué se diferencia en este ámbito lo que yo hacía de lo que, según las informaciones, hacía don Juan Carlos?», se pregunta Francisco Correa, en la soledad de su celda, sin obtener respuesta.
 
Última edición:
Otro de los cientos de negocios turbios de JC.
Así ha hecho su fortuna el que llegó con lo puesto y exiliado.
Como Letizia, que también llegó con lo puesto y tiene un capital de 8.000.000€
El y su nuera son de la misma calaña, por eso no se llevan bien y nunca lo harán.
 
Está claro, la única diferencia entre JC I y los cabecillas de la Gürtell: Correa, Crespo, bigotes... es que éstos están en la cárcel.
"La justicia es igual para todos" decía el emérito cuando nos arengaba y nos tomaba el pelo de lo lindo. Y todo, con la connivencia de los gobiernos de turno.
 
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