Argentina: la cámara de diputados aprueba la legalización del aborto

A me me hace gracia cuando desde la IC o desde organizaciones o instituciones de índole religioso se oponen al aborto porque dicen que es asesinato, y luego veo que se preocupan bien poco de los niños nacidos que llegan a éste mundo para vivir en pobreza y que son violados.

¡Ojalá se pondría el mismo empeño en preocuparse de los niños pobres y maltratados!
nos interesan todos, los niños que están en el vientre de su madres y los que están fuera
 
El triunfo de las madres del pañuelo verde


En Argentina, una multitud de mujeres pasó la noche en la plaza frente al Congreso de los Diputados mientras se aprobaba, por una diferencia de apenas cuatro votos, la despenalización del aborto

"El grito de Ni Una Menos que estremeció a medio mundo para pedir que dejaran de matarnos ha demostrado que es, más que un grito de auxilio, un lema repetido cada vez más alto: tenemos derechos, y los queremos aquí y ahora"

Natalia Chientaroli
15/06/2018 - 00:21h
Miles-mujeres-Congreso-despenalizacion-Argentina_EDIIMA20180614_1081_20.jpg

Miles de mujeres pasaron la noche frente al Congreso para seguir el debate sobre la ley de despenalización del aborto en Argentina. JULIETA FERRARIO / EFE

El Congreso argentino aprueba la legalización del aborto en una sesión histórica
Era una adolescente cuando una de mis mejores amigas me contó que estaba embarazada y que iba a abortar. Nos recuerdo ese día hundidas bajo el peso de la culpa, asfixiadas por esa omertà que se ceñía sobre nosotras. Delincuente y cómplice, aterrorizadas por nuestra propia ignorancia. Sin ser conscientes siquiera de los riesgos que ella podía correr en esa ‘clínica’ ilegal a la que acabó yendo de la mano de su novio.



No podíamos imaginar un día como hoy. 129 votos a favor, 125 en contra.

A nuestro alrededor no había un país dividido por la legalización del aborto. Vivíamos en una Argentina unívoca en la que las voces de las mujeres –en este y en otros muchos temas– no aparecían en el discurso público. Un país en el que todas sabíamos de alguna chica que había pasado por ‘eso’, pero en el que era inimaginable que una mujer se atreviera a plantarse delante de un micrófono para relatar su propio aborto.

Años después, ya en España, me contaban historias de españolas que viajaban a Londres en plena dictadura para abortar. Ante esas anécdotas del pasado yo me sentía obligada a reconocer, avergonzada, que en mi país las mujeres seguíamos a la cola del mundo en derechos reproductivos. Interrumpiendo embarazos a escondidas. Ilegalmente y de forma insegura.

La foto de hoy es muy diferente. Lo cambió todo esa marea de pañuelos verdes abarrotando la Plaza de Mayo, colándose en todas partes, acaparando el ágora de los medios de comunicación, colgando del cuello de actrices, escritoras, académicas, periodistas. Esa gran ola feminista acabó de destruir aquel país de mi adolescencia: el de la soledad y la invisibilidad de las mujeres.

Por eso, las argentinas ya habían –habíamos– ganado antes de contar los votos en el Congreso de los Diputados. Y pase lo que pase con esta ley, que ahora se enfrentará al trámite en el Senado. Porque lo que se ganó a pulso es una voz que ya no hay forma de silenciar. Porque se tomaron las calles hasta que nadie fue capaz de mirar hacia otro lado. El grito de Ni Una Menos que estremeció a medio mundo para pedir que dejaran de matarnos se ha amplificado, ha crecido, se ha asentado. Ha demostrado que no era ya un grito de auxilio, sino un lema repetido cada vez más alto: tenemos derechos, y los queremos aquí y ahora.

Un debate en el país del papa
El debate sobre la despenalización del aborto pudo producirse porque esa voz tomó la calle. Y porque el movimiento feminista tuvo la inteligencia de plantear este dilema desde la realidad y no desde la teoría. El aborto existe y es un asunto de salud pública. Y como tal, necesita de un acercamiento que vaya más allá de los sentimientos y convencimientos personales. " Aborto legal, seguro y gratuito". "Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir". Ese enfoque pudo, en el país del jefe de la Iglesia católica, abrir la puerta a una discusión en la que por primera vez se llamaba a las cosas por su nombre.

Se escuchó a sociólogos, científicos, abogados, médicos, juristas. Se multiplicaron las conversaciones en las casas, en las escuelas, en la tele. El tema invisible, siempre postergado, se había materializado: se hablaba de la salud y autonomía de las mujeres.

Seguramente en España estas palabras puedan resultar un poco desfasadas. Después de todo es un país que legisló el aborto en el 37, con la República, y que después de la dictadura lo despenalizó en 1985. Pero en 2013 una idéntica marea de mujeres españolas salió a manifestarse en contra del proyecto de ley de Alberto Ruiz Gallardón, que por entonces –hace solo cinco años– soltaba encendidas arengas en defensa del ‘nasciturus’. No, el terreno conquistado hay que seguir defendiéndolo. No se puede bajar la guardia.

Por eso reconforta, en España y en Argentina, ver las calles plagadas de jóvenes y adolescentes. Chicas que defenderán estas conquistas, que pelearán por otras. Fue tal el empuje de las jóvenes en Argentina que los periódicos llamaron a lo ocurrido estos meses ‘La revolución de las hijas’. A la adolescente que fui le hubiera gustado pasar la noche en vela en la plaza, muerta de frío, esperando a contar los votos del Congreso tras una sesión que duró casi 24 horas. A la séptima va la vencida.

Hay una sabiduría histórica en ese aguante, en esa resistencia. La que nos dejaron otras mujeres argentinas que estuvieron antes y que consiguieron que el mundo las oyera mientras intentaban silenciarlas con balas. Estos días, en las manifestaciones de Buenos Aires se oía de vez en cuando una frase: "Somos hijas del pañuelo blanco y madres del verde".

https://www.eldiario.es/zonacritica/triunfo-madres-panuelo-verde_6_782231807.html
no es ningún derecho matar a un niño, nunca lo será mal que les pese
 
claro que es asesinato y se mata a una persona que aun esta en el vientre de su madre, los niños se pueden dar en adopción, por desgracia no puedo meter en mi casa al millón de niños que mueren asesinados por ese crimen en España al año, pero hay muchas parejas que desean adoptar, a nadie se le debe matar ni privar del derecho a vivir
No lo llames asesinato, porque te repito (y así lo dice la Ley), que no lo es. Claro, no hay suficientes niños que adoptar en el mundo, la culpa la tienen las madres que abortan...

Me parece estupendo que por tus convicciones personales o religiosas no te parezca bien; pero repito: no lo hagas tú. Nadie te obliga. Y no te crees ni tú que haya un millón de abortos provocados en España al año, vamos, ni de lejos.
 
América Latina, cuando acceder al aborto legal es casi imposible
El 90% de las mujeres de la región viven en países que restringen la interrupción del embarazo. El veto conduce a prácticas clandestinas e inseguras


1529002780_075313_1529042398_noticia_fotograma.jpg

Manifestación contra la despenalización del aborto en Argentina, este miércoles en Buenos Aires. DAVID FERNÁNDEZ (EFE) | VÍDEO: EPV



MARÍA R. SAHUQUILLO
15 JUN 2018


A la dominicana Rosaura Almonte le diagnosticaron leucemia cuando estaba embarazada de siete semanas. Los médicos se negaron a tratarla porque los fármacos ponían en peligro la vida del feto. Murió a los 16 años. A los 19, Ida quedó encinta tras las violaciones constantes de un familiar. Las autoridades nicaragüenses le impidieron abortar, y la joven, con discapacidad intelectual, se vio forzada a dar a luz. Teodora cumplió casi 11 años de cárcel en un penal de El Salvador, condenada tras sufrir un aborto espontáneo en el baño de la escuela donde trabajaba. Y sus casos se repiten constantemente en América Latina, una región en la que se concentran los países con algunas de las legislaciones más severas del mundo en materia de derechos reproductivos.

Alrededor del 90% de las mujeres en edad reproductiva en América Latina y el Caribe vive en países con leyes de aborto restrictivas. En seis —El Salvador, Honduras, Haití, Nicaragua, República Dominicana y Surinám—, la interrupción voluntaria del embarazo está completamente prohibida. No se permite ni siquiera para salvar la vida de la mujer, como en el caso de Rosaura —conocida como ‘Esperancita’—. Otros ocho Estados lo permiten casi exclusivamente para salvar la vida de la mujer, y solo unos pocos ofrecen excepciones en casos de violación (Brasil, Panamá y Chile, por ejemplo) y anomalías fetales graves. Se cuentan por decenas las presas por abortar; por miles las obligadas a seguir con la gestación o las forzadas a recurrir a un aborto clandestino; y por cientos las muertas por la negativa de los sanitarios a interrumpir su embarazo, como denuncian las organizaciones de derechos humanos.

“Está claro que en la mayoría de países de Latinoamérica la vida de las mujeres tiene poco valor o ninguno”, lamenta Morena Herrera, histórica activista y miembro de la Agrupación por la Despenalización del Aborto en El Salvador. Para las organizaciones de derechos civiles, la despenalización aborto en tres casos en Chile (riesgo para la vida de la mujer, violación y anomalías fetales) el añopasado fue una gran esperanza, como lo ha sido Argentina, que este jueves ha dado un paso clave hacia la legalización de esta intervención sanitaria. Pasos que pueden ir transformando la realidad de un continente ultraconservador y con un problema descomunal de desigualdad de genero.

En El Salvador, las organizaciones de mujeres llevan años tratando de sacar adelante una ley que permita el aborto en casos de riesgo para la salud de la mujer, violación o anomalías fetales graves. Aún no han logrado que se debata, pese a las críticas, reclamos y recomendaciones de la ONU, que considera que legislaciones como la salvadoreña son un riesgo para la salud y la vida de las mujeres.

El pequeño país centroamericano es para muchos uno de los ejemplos más extremos de lo que supone la prohibición total de esta prestación sanitaria. En este país hay al menos una veintena de mujeres presas condenadas por homicidio agravado por delitos relacionados con el aborto, aunque en la mayoría de los casos alegaron una pérdida involuntaria. Muchas, ni siquiera sabían que estaban encintas. Como Imelda, de 19 años y presa desde hace casi dos en una cárcel del Oriente del país. La joven, violada por su padrastro, desconocía que estaba embarazada hasta que se puso de parto en la letrina de su casa. La criatura vivió, pero los médicos que atendieron a Imelda la denunciaron. La joven pasó del hospital a la cárcel, acusada de intento de homicidio. Un equipo de abogadas ha recurrido el caso.


1529002780_075313_1529004062_sumario_normal.jpg



La prohibición de abortar, además, no ha hecho disminuir estas intervenciones. Sólo ha conducido a las mujeres a recurrir a métodos clandestinos e inseguros, como concluyen dos estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Instituto Guttmacher publicados en la revista especializada The Lancet en 2012 y 2017. Y son casi siempre las mujeres más pobres las que se ven afectadas por el veto. “Las ricas salen del país para abortar, las pobres recurren al aborto clandestino o se ven obligadas a seguir adelante con el embarazo”, denuncia la activista Cari Gaviria. Su país, Nicaragua, prohibió el aborto totalmente en 2006; una vuelta atrás que las organizaciones de derechos humanos consideran dramática.

La severa restricción del aborto supone un grave problema de salud pública. Al menos el 10% de las muertes maternas en América Latina y el Caribe se deben a abortos inseguros. Y anualmente, unas 760.000 mujeres en la región reciben tratamiento por complicaciones derivadas de intervenciones clandestinas, apunta un estudio publicado en el International Journal of Obstetrics & Gynaecology.

Internet y las redes sociales han facilitado el acceso al aborto farmacológico a muchas, aunque sea adquirido en el mercado negro. También al asesoramiento de organizaciones especializadas a través de la Red. Sin embargo, en las zonas rurales y las mujeres con menos recursos se ven empujadas a usar métodos peligrosísimos, como introducirse una sonda en la vagina, o ácido; o a ingerir medicamentos o preparados en casa fuera de cualquier control.

Coincide además, denuncia Herrera, que los países donde el aborto está restringido o totalmente prohibido, el acceso a los anticonceptivos modernos no es sencillo o incluso está limitado. Tanto, que alrededor de 24 millones de mujeres en edad reproductiva en América Latina y el Caribe tienen una necesidad insatisfecha de contracepción moderna —aquella no basada en métodos considerados naturales o tradicionales—, según cálculos de la ONU con datos de 2017.

Y la despenalización tampoco es garantía en algunos lugares. Como en Costa Rica, donde la ley técnicamente permite abortar por riesgo para la salud de la embarazada, pero en la práctica el acceso a la intervención es casi imposible en la sanidad pública, alerta la abogada experta en Derechos Humanos Larissa Arroyo Navarrete. “Las mujeres se ven impedidas de acceder a la interrupción terapéutica del embarazo debido a los prejuicios del personal de salud, a la deficiente formación profesional técnica, médica y jurídica, y a la cultura institucional de los servicios de salud”, reclama Arroyo Navarrete.

Es lo que les ocurrió a Ana y Aurora, a quienes se impidió abortar pese a estar embarazadas de fetos con anomalías incompatibles con la vida y alegar riesgo para su salud física y mental. Ambas han denunciado a Costa Rica ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos y aguardan sentencia o un acuerdo.

Esa institución ya ha condenado a otros países por situaciones similares. Como a Perú, que no solo obligó a una joven de 17 años encinta a seguir con el embarazo de un feto anencefálico (sin cerebro) sino que también la forzó a lactar los cuatro días que permaneció con vida tras el parto. La chica, conocida como K. L. aún hoy arrastra las consecuencias de lo que vivió. Lo considera una tortura.

VIDEO:
https://elpais.com/internacional/2018/06/14/actualidad/1529002780_075313.html
 
Última edición por un moderador:
El triunfo de las madres del pañuelo verde


En Argentina, una multitud de mujeres pasó la noche en la plaza frente al Congreso de los Diputados mientras se aprobaba, por una diferencia de apenas cuatro votos, la despenalización del aborto

"El grito de Ni Una Menos que estremeció a medio mundo para pedir que dejaran de matarnos ha demostrado que es, más que un grito de auxilio, un lema repetido cada vez más alto: tenemos derechos, y los queremos aquí y ahora"

Natalia Chientaroli
15/06/2018 - 00:21h
Miles-mujeres-Congreso-despenalizacion-Argentina_EDIIMA20180614_1081_20.jpg

Miles de mujeres pasaron la noche frente al Congreso para seguir el debate sobre la ley de despenalización del aborto en Argentina. JULIETA FERRARIO / EFE

El Congreso argentino aprueba la legalización del aborto en una sesión histórica
Era una adolescente cuando una de mis mejores amigas me contó que estaba embarazada y que iba a abortar. Nos recuerdo ese día hundidas bajo el peso de la culpa, asfixiadas por esa omertà que se ceñía sobre nosotras. Delincuente y cómplice, aterrorizadas por nuestra propia ignorancia. Sin ser conscientes siquiera de los riesgos que ella podía correr en esa ‘clínica’ ilegal a la que acabó yendo de la mano de su novio.



No podíamos imaginar un día como hoy. 129 votos a favor, 125 en contra.

A nuestro alrededor no había un país dividido por la legalización del aborto. Vivíamos en una Argentina unívoca en la que las voces de las mujeres –en este y en otros muchos temas– no aparecían en el discurso público. Un país en el que todas sabíamos de alguna chica que había pasado por ‘eso’, pero en el que era inimaginable que una mujer se atreviera a plantarse delante de un micrófono para relatar su propio aborto.

Años después, ya en España, me contaban historias de españolas que viajaban a Londres en plena dictadura para abortar. Ante esas anécdotas del pasado yo me sentía obligada a reconocer, avergonzada, que en mi país las mujeres seguíamos a la cola del mundo en derechos reproductivos. Interrumpiendo embarazos a escondidas. Ilegalmente y de forma insegura.

La foto de hoy es muy diferente. Lo cambió todo esa marea de pañuelos verdes abarrotando la Plaza de Mayo, colándose en todas partes, acaparando el ágora de los medios de comunicación, colgando del cuello de actrices, escritoras, académicas, periodistas. Esa gran ola feminista acabó de destruir aquel país de mi adolescencia: el de la soledad y la invisibilidad de las mujeres.

Por eso, las argentinas ya habían –habíamos– ganado antes de contar los votos en el Congreso de los Diputados. Y pase lo que pase con esta ley, que ahora se enfrentará al trámite en el Senado. Porque lo que se ganó a pulso es una voz que ya no hay forma de silenciar. Porque se tomaron las calles hasta que nadie fue capaz de mirar hacia otro lado. El grito de Ni Una Menos que estremeció a medio mundo para pedir que dejaran de matarnos se ha amplificado, ha crecido, se ha asentado. Ha demostrado que no era ya un grito de auxilio, sino un lema repetido cada vez más alto: tenemos derechos, y los queremos aquí y ahora.

Un debate en el país del papa
El debate sobre la despenalización del aborto pudo producirse porque esa voz tomó la calle. Y porque el movimiento feminista tuvo la inteligencia de plantear este dilema desde la realidad y no desde la teoría. El aborto existe y es un asunto de salud pública. Y como tal, necesita de un acercamiento que vaya más allá de los sentimientos y convencimientos personales. " Aborto legal, seguro y gratuito". "Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir". Ese enfoque pudo, en el país del jefe de la Iglesia católica, abrir la puerta a una discusión en la que por primera vez se llamaba a las cosas por su nombre.

Se escuchó a sociólogos, científicos, abogados, médicos, juristas. Se multiplicaron las conversaciones en las casas, en las escuelas, en la tele. El tema invisible, siempre postergado, se había materializado: se hablaba de la salud y autonomía de las mujeres.

Seguramente en España estas palabras puedan resultar un poco desfasadas. Después de todo es un país que legisló el aborto en el 37, con la República, y que después de la dictadura lo despenalizó en 1985. Pero en 2013 una idéntica marea de mujeres españolas salió a manifestarse en contra del proyecto de ley de Alberto Ruiz Gallardón, que por entonces –hace solo cinco años– soltaba encendidas arengas en defensa del ‘nasciturus’. No, el terreno conquistado hay que seguir defendiéndolo. No se puede bajar la guardia.

Por eso reconforta, en España y en Argentina, ver las calles plagadas de jóvenes y adolescentes. Chicas que defenderán estas conquistas, que pelearán por otras. Fue tal el empuje de las jóvenes en Argentina que los periódicos llamaron a lo ocurrido estos meses ‘La revolución de las hijas’. A la adolescente que fui le hubiera gustado pasar la noche en vela en la plaza, muerta de frío, esperando a contar los votos del Congreso tras una sesión que duró casi 24 horas. A la séptima va la vencida.

Hay una sabiduría histórica en ese aguante, en esa resistencia. La que nos dejaron otras mujeres argentinas que estuvieron antes y que consiguieron que el mundo las oyera mientras intentaban silenciarlas con balas. Estos días, en las manifestaciones de Buenos Aires se oía de vez en cuando una frase: "Somos hijas del pañuelo blanco y madres del verde".

https://www.eldiario.es/zonacritica/triunfo-madres-panuelo-verde_6_782231807.html
Un poco contradictorio el titulo. MADRES que deciden abortar. Le falta profundidad a la ley. Aquí en mi país está despenalizar pero la ley en si esta mal redactada.
 
Para que se considerase asesinato, tendríamos que estas hablando de una persona física y no jurídica, así que no, no es un asesinato.

Abortar no es plato de buen gusto para nadie, pero es mejor eso que traer al mundo a un niño al que no quieren.

Es mejor que este regulado y que las mujeres que tomen la decision lo hagan reguladamente, en condiciones sanitarias reguladas y no a manos de cualquier carnicero sin conocimientos médicos para realizarlo, que en muchos casos es el que termina asesinando a la madre.

O es que tú y todas las antiabortistas vais a meter en vuestra casa a todos los bebés que consigais que no se aborten? Es muy fácil juzgar a otros desde una perspectiva cómoda, pero la realidad es que ni todo el mundo tiene que ocuparse de un niño que no quiere o no puede mantener y traer más sufrimiento al mundo.

me ha gustado cuando has escrito que los que son antiabortistas meterían en su casa a todos los bebes que no aborten, que los metan si pueden cuidarlos.

O que vayan a los orfanatos, casas de acogida y los acojan, a que no lo hacen?
 
No lo llames asesinato, porque te repito (y así lo dice la Ley), que no lo es. Claro, no hay suficientes niños que adoptar en el mundo, la culpa la tienen las madres que abortan...

Me parece estupendo que por tus convicciones personales o religiosas no te parezca bien; pero repito: no lo hagas tú. Nadie te obliga. Y no te crees ni tú que haya un millón de abortos provocados en España al año, vamos, ni de lejos.
si que es un asesinato, se mata a un niño que esta en el vientre de su madre, ni es un conjunto de células ni es una empresa o una sociedad para llamarlo persona juridica
y si, cada 31 de diciembre el ministro de sanidad de turno en España hace publico el numero de niños asesinados con esta practica y son unos 983.000 , casi un millon
 
claro que es asesinato y se mata a una persona que aun esta en el vientre de su madre, los niños se pueden dar en adopción, por desgracia no puedo meter en mi casa al millón de niños que mueren asesinados por ese crimen en España al año, pero hay muchas parejas que desean adoptar, a nadie se le debe matar ni privar del derecho a vivir
El número de abortos en España es de unos noventa y pico mil al año. Que a ti te parecerán muchos, no te digo que no, pero no son un millón. Las cifras son las que son. Aquí tienes un enlace al ABC: http://www.abc.es/sociedad/abci-des...mero-abortos-espana-201712291630_noticia.html
 
Back