ANTROPOLOGIA

EN LA ZONA DE HUANCHAQUITO-LAS LLAMAS (PERÚ)
Descubren el mayor sacrificio de niños de América y el motivo de su asesinato
"He estado cavando durante 35 años en la costa norte de Perú y no sabía que los Chimú sacrificaban niños", explica John Verano, uno de los responsables de las excavaciones




Foto: Descubren el mayor sacrificio de niños de América y el motivo de su asesinato. (PLos One)


Descubren el mayor sacrificio de niños de América y el motivo de su asesinato. (PLos One)


AUTOR
RUBÉN RODRÍGUEZ
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11/02/2020




Corría el año 2011 cuando un grupo de personas descubrieron algo tétrico. Se encontraban caminando cerca de una zona conocida como Huanchaquito-Las Llamas, en Perú, cuando vieron asomar del suelo lo que parecía ser una mano humana. Al acercarse, comprobaron que efectivamente se trataba de una serie de huesos. Pero lo que ni por asomo podían imaginar es que acababan de descubrir por casualidad el mayor enterramiento de niños de América.
Las autoridades comenzaron a excavar en la zona pocos meses después para, en 2016, terminar la primera parte de sus investigaciones, con resultados verdaderamente sorprendentes. En poco menos de cinco años de trabajos, los expertos fueron capaces de encontrar los cadáveres de 137 niños de edades entre los 5 y los 14 años, además de los cuerpos de tres adultos y de 200 llamas jóvenes, todos ellos con una colocación muy concreta.


Los investigadores pronto descubrieron que los más de 300 cuerpos allí enterrados databan de unos 550 años atrás, lo que se corresponde en fechas con la presencia del Imperio Chimú en la zona. Se trata de una civilización cuyo florecimiento tuvo lugar entre los siglos XI y XV y de la que, hasta la fecha, se desconocía que llevaran a cabo sacrificios humanos. Pero, además, todos ellos tenían una característica común: parece que se les extrajo el corazón antes de morir.
Así lo sugieren los cortes encontrados en los restos óseos de los menores. Muchos de ellos tenían laceraciones en sus costillas, que sugieren que fueron practicadas para arrancarles el corazón, una situación que también se repite en el caso de los animales. Ese hecho es el que llevó a los expertos a confirmar que se trataba de un rito... pero, ¿de qué tipo? Las prueba halladas en la excavación también podrían tener la respuesta: detener las lluvias torrenciales.
Los científicos que llevaron a cabo la investigación descubrieron que todos los cuerpos estaban enterrados en una importante capa de lodo, lo que explicaría que en el momento de ser enterrados se trataba de tierra mojada. Este hallazgo sugiere que los líderes de los Chimú podrían haber procedido a realizar un multitudinario sacrificio de niños con el objetivo de calmar a los dioses y que detuvieran las importantes lluvias que estaban asolando su población.



(PLos One)





Esa teoría está apoyada por la específica colocación de los cadáveres en el sitio de enterramiento. Por ello, es posible que para detener el devastador clima, los niños fueran todos enterrados en dirección al océano, mientras que los animales fueron colocados mirando hacia las montañas. Por si fuera poco, en el lodo han quedado grabadas múltiples pisadas de adultos, lo que se explicaría en caso de que hubiese tenido lugar una procesión a modo de rito, según se informa en 'PLos One'.

"He estado cavando durante 35 años en la costa norte de Perú y no sabía que los Chimú sacrificaban niños", explica John Verano, uno de los responsables de las excavaciones en Huanchaquito-Las Llamas, a 'Discover Magazine'. Pero los descubrimientos no solo no han parado de sucederse, sino que apuntan a ser mayores de lo que se creía en un principio. "En cada lugar donde ponemos una pala, encontramos un sacrificio de niños", afirma Verano. Un sacrificio desconocido hasta ahora.

 
SUCEDIÓ EN PERTH (ESCOCIA)
Un monolito revela un grupo guerrero de elite desconocido que luchó contra Roma
Unas obras de remodelación de una carretera sirvieron para encontrar una increíble piedra perdida que confirma la existencia de un cementerio de poderosos luchadores




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AUTOR
RUBÉN RODRÍGUEZ
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20/02/2020


Era el año 2017, cuando un grupo de obreros se encontraba trabajando unas obras de remodelación de la conexión entre las carreteras A9 y A85 en Perth (Escocia). El objetivo no era más que ampliar ambas vías para mejorar el acceso, por lo que los trabajos de mejora de la calzada también abarcaron los alrededores, donde se encuentra el estadio del St. Johnstone... y donde apareció una increíble talla de piedra que podría representar una sociedad guerrera desaparecida.

La sorpresa de los trabajadores llegó cuando en plenas obras hallaron algo extraño junto al estadio del equipo escocés: un increíble monolito de más de dos metros de longitud en el que aparecía la representación de un guerrero. Desde ese momento, los investigadores tomaron el testigo, con el objetivo de tratar de echar luz sobre qué es lo que realmente representaba esa impresionante imagen, que denominaron Piedra de Tulloch. Ahora, creen haber descubierto su sentido: guerreros de elite.


Cuando la piedra fue descubierta, se intuía que sobre ella había algún tipo de grabado, pero el paso del tiempo la había erosionado tanto que era imposible detectar a primera vista de qué se trataba. Después de unos meses de estudios en profundidad, los arqueólogos de la Universidad de Aberdeen han descubierto que aquella litografía era la representación de un guerrero, gracias a la comparación de este dibujo con otros previamente recuperados en la zona.

"En la Piedra de Tulloch vimos que el hombre lleva una lanza distintiva con pomo, algo que sabemos por investigaciones previas que se utilizó desde el siglo III hasta el siglo VI. También cuenta con un peinado muy distintivo, lleva un casco y un collar, y tiene una línea tenue alrededor del tobillo izquierdo que podría sugerir que iba calzado o llevaba mallas ajustadas. Es claramente una representación de un guerrero", explica Gordon Noble, principal autor del estudio publicado en 'Antiquity'.

Pero, ¿qué hacía allí? Según los expertos, esta talla no representa a una persona en concreto, sino que es una imagen idealizada de un gran guerrero -tal y como confirma la existencia de otras piedras, de menor tamaño, con una efigie similar-, pero el lugar del hallazgo es importante. Es la zona donde se unen los ríos Taly y Almond, un lugar donde los romanos tuvieron un enclave importante y que podría señalar un cementerio de guerreros de elite.






https://twitter.com/Independent/status/1230413455049592832

Secrets of ancient warrior society revealed in stone found during roadworks https://www.independent.co.uk/news/science/archaeology/ancient-pictish-stone-warriors-scotland-tulloch-perthshire-a9343661.html …

Secrets of ancient warrior society revealed in stone found during ro…
A Pictish stone discovered by road workers has helped archaeologists shed light on Scotland's ancient warriors.




Según los expertos, esas imágenes de las piedras eran la representación de un grupo dedicado a la guerra, un ejército local orientado a combatir contra Roma. O, lo que es lo mismo, un grupo de guerreros de elite desconocido hasta la fecha y dedicado exclusivamente a pelear y luchar contra el invasor. "Creemos que las personas que se muestran en estas piedras pueden representar una organización social orientada a la guerra que fue esencial para resistir al Imperio Romano", afirma Noble.

"En el norte de Gran Bretaña existe un rico cuerpo escultórico, al que ahora se puede agregar un monolito recién descubierto con la imagen de un guerrero. El análisis comparativo revela una materialización de una ideología marcial en monumentos de piedra tallada, probablemente asociada con cementerios de élite, destacando una expresión regional del espíritu guerrero en la Europa romana tardía y post-romana", explican en 'Antiquity'. Un descubrimiento de un grupo social único desconocido.

 
El cementerio que convirtió a los neandertales en humanos
El hallazgo de un nuevo esqueleto en el yacimiento iraquí de Shanidar reafirma la idea que los neandertales enterraban a sus muertos con rituales sofisticados



DANIEL MEDIAVILLA
24 FEB 2020



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Restos del último neandertal encontrado en la cueva de Shanidar, en Irak. En vídeo, la arqueóloga Emma Pomeroy explica el hallazgo. FOTO: GRAEME BARKER | VÍDEO: REUTERS




En el año 2020, 400 siglos después del ocaso neandertal, cuesta imaginar un encuentro con otra especie humana, casi como nosotros, pero no del todo. Hace 100.000 años, en Oriente Medio, las dos especies se cruzaron y tuvieron encuentros sexuales que han quedado grabados en nuestro genoma y en varias cuevas de la Península Ibérica se han encontrado obras de arte de 65.000 añosrealizadas por neandertales. Ahora, se sabe que compartimos la Tierra con unos seres que también tenían lenguaje y pensamiento simbólico y que sucumbieron poco después de nuestra llegada a la Europa que habitaban. Pero aquella especie extinguida no tuvo siempre el marchamo de humanidad.


En la década de 1950, en la Cueva de Shanidar, en el kurdistán iraquí, el arqueólogo estadounidense Ralph Solecki descubrió parte de los esqueletos de diez neandertales de ambos sexos y distintas edades. Algunos tenían restos de polen a su alrededor que Solecki atribuyó a ritos funerarios en los que los allegados del muerto le honraban con flores. Además, entre aquellos esqueletos, se encontró el de un hombre tuerto y manco que sobrevivió durante años con su minusvalía. Los neandertales eran una especie solidaria con sus congéneres.

Aquel descubrimiento y su interpretación humanizó a la especie, pero no todo el mundo estaba convencido. Los restos vegetales podrían haber llegado llevados por animales y las antiguas técnicas de investigación empleada por Solecki no eran tan fiables como las actuales.

Solecki quiso volver al yacimiento que le hizo famoso para ampliar sus estudios y confirmar sus hipótesis, pero murió el año pasado con 101 años sin haber logrado su objetivo. En su lugar, el Gobierno Regional del Kurdistán se puso en contacto con Graeme Barker, del Instituto McDonald de Investigación Arqueológica de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), para encargarle la tarea. Un equipo de arqueólogos comenzó las excavaciones en 2014, pero tuvo que parar durante un año cuando el ISIS estuvo a punto de conquistar aquella región iraquí. El objetivo inicial del grupo de Barker era datar con precisión los sedimentos que ya se conocían y determinar con mayor certeza que se trataba de enterramientos que se realizaron de un modo concreto. Sin embargo, se encontraron con una sorpresa.

Entre 2018 y 2019 descubrieron un cráneo completo y huesos de la parte superior de un neandertal con la cabeza reposada sobre la mano izquierda. Aquel individuo, que murió hace unos 70.000 años, es un indicio más, según publican ahora Barker y sus colegas en la revista Antiquity, de que los neandertales enterraban a sus muertos a propósito. Según Emma Pomeroy, primera autora del artículo, una roca prominente junto a la cabeza del nuevo cuerpo, bautizado como Shanidar Z, pudo servir como referencia para aquellos grupos humanos, que volvieron una y otra vez a ese lugar para depositar a sus muertos, durante un periodo que pudo abarcar siglos.

“El hecho de volver a encontrar otro esqueleto y evidencias de que está depositado intencionalmente reafirma la idea de que los neandertales eran capaces de enterrar. Yo me sitúo entre los que pensaban que sí enterraban, así que este trabajo me refuerza en esa opinión”, señala Carlos Lorenzo, investigador del IPHES (Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social) de Tarragona. Para Lorenzo, la capacidad mental de comprender el significado de la muerte y actuar en consecuencia ya se estaba desarrollando en especies anteriores. “En Atapuerca, en la Sima de los Huesos, se llevó a cabo una acumulación intencional de cadáveres y es un yacimiento de preneandertales, de hace más de 400.000 años”, apunta Lorenzo.

350.000 años después, no resulta extraño pensar en que una especie más sofisticada, que además ya habría entrado en contacto con los humanos modernos, hubiese desarrollado rituales funerarios. Joseba Rios, investigador del CENIEH (Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana) de Burgos, coincide en que los nuevos resultados permiten proponer con solidez que los neandertales realizaban enterramientos, pero matiza que los yacimientos son demasiado escasos para afirmar que existía una cultura funeraria compartida por los neandertales. “Es difícil establecer un patrón porque son pocos casos. Es probable que fuese un comportamiento ocasional, pero no tenemos pruebas para decir que fuese una tradición cultural arraigada ni recurrente”, afirma Rios. No obstante, el investigador recuerda que tampoco se conocen muchos enterramientos de hace 100.000 años donde se pueda estudiar la cultura funeraria de los humanos modernos.
En la época en que vivió Shanidar Z, hace 70.000 años, y no muy lejos de aquella región, los encuentros entre las dos únicas especies a las que se conoce producción artística dieron lugar casi con seguridad a un intercambio cultural que sería bidireccional. Rios refiere indicios cerca del Paleolítico Superior, cuando los neandertales comenzaron su decadencia, de una explosión tecnológica y cultural que puede explicarse por una relación más estrecha con la especie inmigrante. Es posible que el grupo humano que pudo ser una de las causas de su extinción les enseñase antes formas más sofisticadas de morirse.

 
La obra crucial de un antropólogo
José Luis García García, catedrático emérito de la Universidad Complutense, fue uno de los más brillantes pioneros de la antropología social y cultural en España

MARÍA CÁTEDRA

02 ABR 2020




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Este aterrador e inesperado virus se ha cobrado la vida de José Luis García García, catedrático emérito de la Universidad Complutense y uno de los más brillantes pioneros de la antropología social y culturalen España. Estudió Antropología en Múnich y, ya en España, colaboró con Luis Cencillo, pasando por las facultades de Psicología y Filosofía y recalando finalmente en el Departamento de Antropología de la de Ciencias Políticas y Sociología, donde desarrolló 25 años su labor hasta su jubilación.

Quisiera destacar su calidad y calidez humana, su enorme generosidad como docente, colega, investigador, director de departamento y su papel en la antropología española, facilitando las cosas, uniendo a sus compañeros, dedicado a sus estudiantes. Cuando tuvo responsabilidades de gestión académica fue capaz de “mandar” sin que se le notara, con respeto y sensibilidad, creando armonía y colaboración, pero siempre con valentía, ecuanimidad y justicia.

Ha sido maestro de varias generaciones de antropólogos que lo quieren y lo respetan, un ejemplo de académico honesto e íntegro, un amigo discreto y afectuoso. Ha sido una de esas raras personas de las que nadie habla mal —y esto en la academia es casi un milagro—. Muy pocos antropólogos aúnan en su persona y en su obra tanta consideración y deferencia...

Pero, además, el impacto de su obra ha sido crucial en la antropología del espacio, la antropología cognitiva y simbólica, el patrimonio, el análisis del discurso, los rituales y los saberes culturales, precisamente el título del libro de homenaje que sus colegas le dedicamos en 2014. Su trabajo intelectual ha dado lugar a títulos como Antropología del Territorio (1976), El proceso ritual. Estudio comparativo en cinco zonas españolas (1991), Prácticas paternalistas. Un estudio antropológico sobre los mineros asturianos (1996), Los últimos mineros. Un estudio antropológico sobre la minería en España (2002) o Prejubilados españoles. Ajustes y resistencias ante las políticas públicas(2009). Su compromiso intelectual con los mineros probablemente parte de un dato personal que nunca comentó en su elegante pudor y sobriedad: la pérdida de su padre, técnico de Minas, en la explosión de una mina cuando él tenía cuatro años.


María Cátedra es catedrática emérita del Departamento de Antropología Social y Psicología Social de la Universidad Complutense.


 
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