Annihilation: una perla incomprendida.

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Annihilation: una perla incomprendida
Publicado por Emilio de Gorgot
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Imagen: Netflix.

Es una lástima cuando películas interesantes que intentan hacer las cosas de modo diferente se la pegan en taquilla.

Sentía mucha curiosidad hacia Annihilation, por varios motivos. Es el segundo largometraje de Alex Garland, autor de la sorprendente Ex Machina, que me gustó mucho en su momento. Garland también participó en los guiones de 28 días después y Sunshine, ambas dignas de atención. Además, la crítica ha estado trazando toda clase de comparaciones estilísticas muy llamativas entre Annihilation y otras obras cinematográficas. Por citar un ejemplo, a priori casi inverosímil, se ha dicho que es una especie de combinación entre Andrei Tarkovski y John Carpenter. Los críticos también la han señalado —no por consenso, pero casi— como una de las mejores películas de ciencia ficción de los últimos tiempos. Eso sí, las opiniones del público han sido bastante más tibias, cuando no directamente peyorativas.

En tiempos, esta discrepancia solía significar que una película era artística o intelectualmente ambiciosa, cualidades apreciadas por los críticos, pero que podían resultar pretenciosas o incomprensibles a juicio de un sector amplio de los espectadores. No siempre los críticos tenían razón, desde luego, pero sí es cierto que solían reconocer obras que iban más allá de lo convencional aunque la audiencia las desestimase por motivos diversos. Generalmente, era fácil prever cuándo una película iba a caer en esa categoría. En los dos últimos años, sin embargo, la relación de opiniones entre crítica y público se ha vuelto loca hasta el punto en que, con frecuencia, me veo mucho más incapaz de intentar anticipar si un largometraje será del género interesante aunque incomprendido por el público, como A Ghost Story (muy recomendable, aunque no para todos los paladares), o del género normalito pero ensalzado por una crítica presa del hipnotismo colectivo, como Lady Bird.

Annihilation ha experimentado un batacazo tan espectacular en las taquillas estadounidenses que Paramount Pictures decidió ahorrarse la posterior distribución en cines internacionales. En casi todos los demás países puede verse solamente a través de Netflix (aunque, al contrario de lo que alguna gente cree, no es una producción propia de Netflix, que se limita a distribuirla). En España tampoco será estrenada en salas, lo cual es una lástima. Con independencia de lo que cada cual piense sobre el argumento, el metraje contiene algunas secuencias que hubiese merecido la pena contemplar en pantalla grande. Pero vamos al grano: Annihilation, en mi opinión, no ha tenido la buena recepción que merecía. ¿Es una obra maestra? No lo sé. Entiendo que haya gente a la que pueda aburrir, pero ha sido incomprendida por el público norteamericano. Aunque, cabe aclarar, tampoco creo que toda la culpa se pueda achacar a ese público.

Uno de los principales obstáculos para que la audiencia haya aceptado esta película ha sido, creo yo, la manera en que se comercializó en los Estados Unidos. Este es un problema recurrente en el actual Hollywood: cuando un largometraje se sale de lo normal y los ejecutivos de los estudios, muy acostumbrados a productos que encajan en categorías cerradas, no saben cómo venderlo, la publicidad intenta hacerlas pasar por películas de algún género de moda: ciencia ficción, terror, acción. Una táctica errónea y que, por mucho que se empeñen en ponerla en práctica, no funciona. Es más, el paso del tiempo sigue demostrando que es completamente contraproducente intentar colar una película como algo que realmente no es. Sí, quizá atrae al público durante el fin de semana de su estreno, pero se trata de un público equivocado que no solo rechazará lo que ve sino que se sentirá engañado y generará una considerable publicidad negativa. Si quieren un ejemplo reciente, piensen en Colossal, interesante film de Nacho Vigalondo: si usted compara el tono de los tráilers oficiales con el de la propia película, ¡no tienen absolutamente nada que ver! En esto, me pongo de parte del público. A mí me gustó Colossal y creo que es una lástima que fracasara en taquilla, pero hay que admitir que la campaña publicitaria no fue sincera. Hasta yo me sentí engañado, si bien en sentido inverso: precisamente por culpa de lo que mostraban los tráilers, fui a verla con desgana y terminó gustándome precisamente porque no se parecía en nada a lo anunciado. Pensaba que iba a ser una especie de película estúpida de monstruos o una especie de comedia romántica fantasiosa, y ni es estúpida, ni es cómica, ni es de monstruos. O, mejor dicho, no es de monstruos en plan Godzilla.

Lo mismo ha sucedido con Annihilation. Superficialmente parece una película de ciencia ficción con toques de terror y así la han querido vender, pero quien fue al cine esperando ver exactamente eso salía comprensiblemente perplejo. Porque, sobre todo en su tramo final, es otra cosa completamente distinta.

Sé que no es fácil publicitar un film que se sale de la norma. Hay mucho en juego y resulta muy arriesgado apuntar de antemano a un público reducido, más con una película como esta, que no es barata de hacer. A Ghost Story, que fue hecha con cuatro duros, podía permitirse una audiencia reducida, acostumbrada al cine arty. Su autor David Lowery no podía pretender que el público de Star Wars se interesara por esa pequeña obra existencialista sobre un fantasma que va por ahí con una sábana, y que contiene cosas como una larguísima y agotadora secuencia en la que vemos a una mujer comerse una tarta durante cinco interminables minutos. Hay que estar mentalizado y saber de antemano que A Ghost Story es algo más profundo (y más exigente para el espectador) que un mero entretenimiento genérico. Respeto a quien no le guste, claro, y entiendo que no es una película para cualquier momento.

Dicho esto, Annihilation no me parece tan adusta. Tiene un presupuesto importante —costó casi tanto dinero como The Arrival, para que nos hagamos una idea— y es cinematográficamente espléndida. La historia no es difícil de seguir y, en general, no es excesivamente críptica. No debería haber fracasado tan estrepitosamente. Si había público hasta para La forma del agua (que a mí no me gustó, pero puede decirse que entra en la misma categoría de película), no veo por qué no lo hubo para Annihilation. Siempre, insisto, que el estudio no hubiese cometido la torpeza de dar gato por liebre. Sobre todo cuando el gato resulta ser mejor que la liebre.

Vayamos con el argumento. Un meteorito se estrella en la costa estadounidense y genera una especie de cúpula electromagnética (la «zona X» o «el resplandor») que empieza a extenderse lentamente, amenazando con devorar ciudades y territorios conforme vayan transcurriendo los meses hasta, hipotéticamente, devorar el mundo entero. Las autoridades estudian en secreto el fenómeno, enviando sondas y expediciones. Los intentos son inútiles: nada ni nadie, ni siquiera transmisiones de radio, regresa de la zona X, así que no se sabe lo que sucede allí dentro.

Ajena a todo esto, una profesora de biología llamada Lena (Natalie Portman) intenta superar la pérdida de su marido Kane (Oscar Isaac), un militar al que conoció mientras también ella estaba en el ejército. Kane partió a una misión secreta un año atrás y no se sabe nada de él. Lena cree que quizá ha muerto en Afganistán o alguna otra zona de guerra. Un día, de repente, Kane reaparece. Lena descubre que había sido enviado enviado a esa secretísima zona X y que es el primer individuo que ha conseguido salir de allí con vida. Sin embargo, ya no parece el mismo: se muestra extraño, emocionalmente ausente, y además está muy enfermo, cayendo rápidamente en coma. Lena decide presentarse voluntaria para entrar en la misteriosa cúpula y tratar de hallar respuestas con las que ayudar a su agonizante marido. Formará parte de una expedición que cuenta con cuatro científicas y una médica. Las cinco mujeres se adentran en la zona X y, a partir de ahí, las cosas raras empiezan a sucederse.

Como ven, un planteamiento típico de la ciencia ficción. Es lo que la película parece al principio, aunque hay detalles que resultan un tanto desconcertantes, al menos hasta que lleguemos a la parte final. Por ejemplo: ¿por qué las cinco mujeres entran en la zona sin nadie que las supervise de cerca, o que las filme, y sin probar siquiera el tacto de la misteriosa cúpula antes de atravesarla como si tal cosa? Eso es algo que entenderemos más adelante. Esto no es ciencia ficción «dura», ni lo pretende, y no es necesario ser físico o biólogo para saber que los detalles no intentan ser rigurosos desde el punto de vista científico. Annihilation usa la ciencia como MacGuffin, no se nos intenta apabullar con libros de texto como en Interstellar. En su primera mitad, Annihilation sí tiene algunas similitudes con el film de Nolan y sobre todo con The Arrival, en el sentido de que vemos ciencia ficción entrelazada con drama intimista. Pero una vez las cinco protagonistas entran en la zona misteriosa, la película da su primer giro y nos topamos con algunas píldoras de terror alienígena como el de La Cosa. Más adelante hay nuevos giros, y nos vienen a la mente Stalker o Solaris. Al final, todo se vuelve muy David Lynch. Es comprensible que la gente que fue al cine esperando ver ciencia ficción convencional o terror clásico quedase descolocada con último tercio del metraje

Las virtudes técnicas de la producción son evidentes. El aspecto visual es impecable y, por momentos, incluso mágico. Personalmente, me atrae muchísimo más la escenografía de Annihilation que la de La forma del agua, por ejemplo. Creo que para los aficionados a la pintura, sobre todo, puede ser muy interesante la imaginería de esta película porque, conforme avanza la trama, va cayendo progresivamente en un enfoque cada vez más pictórico: al principio tiene el estilo visual de la ciencia ficción al uso, pero al final parece casi una sucesión de lienzos surrealistas. En cuanto a las interpretaciones, Natalie Portman jamás ha sido una gran actriz y no ha empezado a serlo con esta película, pero al menos está contenida, lo cual es de agradecer. Cuantos menos diálogos y secuencias tenga que sacar adelante por sí sola, mejor. Oscar Isaac lo hace bien, como de costumbre en él. Y Jennifer Jason Leigh es probablemente lo mejor del reparto; la desgana y constante cara de asco que pone su personaje resultan algo chocantes al principio, hasta que descubrimos de dónde viene esa actitud y entendemos que la actriz está tremendamente brillante expresándolo.

Annihilation será muy interesante para quienes gusten de la ciencia ficción existencialista al estilo de The Arrival, pero con muchos más toques oníricos. Si es usted de esos, se la recomiendo encarecidamente. Quien busque acción o terror en plan Alien debe saber que la película contiene algunos momentos así, pero no son la columna vertebral de la historia, y debería estar preparado para que sus expectativas sean puestas patas arriba. Tampoco debe esperar explicaciones científicas sobre cuestiones extraterrestres ni una resolución melodramática al estilo Nolan. Aquí, lo que empieza como una historia más o menos convencional en su género, termina transformándose en una especie de sueño. Lo cual no significa que el argumento no tenga lógica, pero es una lógica que, como en el cine de David Lynch, va por sus propios derroteros.

Es difícil entrar más a fondo en en análisis sin desvelar el significado de la película, lo cual puede ser considerado un spoiler. Si todavía no la ha visto, quizá lo ideal es que deje de leer aquí y vaya a verla sin saber mucho más. Si, por el contrario, no le gusta ver una película y sentirse confundido, si no le importa saber de antemano de qué va todo y quiere más información antes de depositar su tiempo en ella, o si ya ha visto la película y busca alguna interpretación para contrastar con la suya propia, pase a los siguientes párrafos, en los que explico cuál es, para mí, el significado de Annihilation.

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Imagen: Netflix.

Vamos con el significado. Creo que resulta bastante evidente (o lo ha sido para mí) que Annihilation es una metáfora y no una historia de ciencia ficción propiamente dicha. En concreto, es una metáfora sobre el cáncer terminal, o casi terminal, y la manera en que distintas personas se enfrentan a él. La zona X es el cáncer: dentro de ella, todo desarrolla una hiperplasia: los árboles, los animales, hasta los propios minerales. Es una hiperplasia desordenada, que no parece seguir una lógica concreta. Se nos dice que la radiación de la zona «duplica todo, incluyendo el ADN». El propio meteorito que originó todo tiene una forma caótica, como de tumor. Las cinco mujeres que entran en la zona X afrontan la enfermedad de diferente manera: una (la protagonista) quiere combatirla; otra quiere comprenderla; otra termina aceptándola como inevitable; las otras dos están aterradas pero responden al miedo de diferente manera, ya sea con desesperación o con ira. Kane, el marido de Lena, también ha pasado por la enfermedad, pero tras curarse (tras «regresar de la zona X») ya no es el mismo. La propia Lena atraviesa la enfermedad y descubre que ella tampoco es la misma de antes, o que, por lo menos, no está segura de serlo.

La secuencia clave, magnífica en mi opinión, es la del último interrogatorio de los investigadores a Lena. Le preguntan sobre la zona X como si fuese un fenómeno extraterrestre, pero las respuestas de Lena se aplican perfectamente al cáncer: confirma que es alienígena (en inglés, la palabra alien tiene aún más sentido como «intruso» o «extraño»), se expande amenazando su vida pero no actúa por maldad sino de manera automática («Ni siquiera creo que supiera que yo estaba allí», dice Lena). No sabe por qué ha aparecido, no consigue pensar en un motivo.

El cáncer es mencionado varias veces de manera explícita durante el metraje. Al principio, cuando vemos a Lena dando clases, proyecta imágenes de células cancerosas que son casi idénticas a las que, una vez en la zona X, ella descubre en su propia sangre. Son células de cáncer cervical, lo cual está seguramentre relacionado con el que la «expedición» esté formada solamente por mujeres. El marido de Lena, obviamente, habría sufrido otro tipo de cáncer: quizá de pulmón, a deducir por el hecho de que escupe sangre. A Lena también la vemos leyendo el libro The Inmortal Life of Henrietta Lacks, que habla sobre una paciente real de cáncer cervical. Más adelante, una de las compañeras de expedición de Lena, que había perdido a su hija por culpa de la leucemia, se deja llevar ella misma por la mutación diciendo que no pretende combatirla ni estudiarla (es decir, se rinde a la enfermedad para reunirse con su hija). Y así es, pues suponemos que reaparece convertida en una hembra de ciervo que está junto a una versión joven de sí misma: ambas están en paz, porque han muerto en paz. Otra de las compañeras, sin embargo, ha sido absorbida por un horrendo monstruo, porque no ha conseguido morir en paz. En los rugidos del monstruo aún se escuchan los ecos de la mujer pidiendo ayuda.

En el reencuentro final de Lena y Kane es, con mucho, lo más ambiguo de la película. Ambos han pasado por la misma experiencia y han regresado, pero no están seguros de seguir siendo los mismos de antes. Esto puede tener varias explicaciones. Desde luego, han cambiado psicológicamente. Además, tienen la incertidumbre de no saber si el cáncer ha desaparecido del todo aún, lo cual podría estar representado por el brillo que ambos muestran en sus ojos. Es un final abierto que se presta a varias interpretaciones; tendría que volver a verlo para encajar todos los detalles (como el agua mutante en el vaso que Lena sostiene durante el interrogatorio), pero que parece pensado precisamente para dar que pensar al espectador. En cualquier caso, Annihilation es una bella y desasosegante alegoría de la enfermedad; quizá no sea una película perfecta, pero hubiese merecido mucha mejor suerte.
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http://www.jotdown.es/2018/03/annihilation-una-perla-incomprendida/
 
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