Andy Warhol, icono gay 30 años después de su muerte

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El artista Andy Warhol en una fotografía de 1985 JILL KENNINGTONHULTON


A diferencia de otros artistas de su generación, hablaba sin tapujos de su homosexualidad

Javier Porto, el fotógrafo y amigo español de Andy Warhol

¿En serio no les han pagado para que vengan?, le preguntó un estupefacto Warhol a Fernando Vijande. Corrían los primeros días del año 83 y el galerista barcelonés se había propuesto emular a la Factory neoyorquina invitando a su garaje de Núñez de Balboa a lo más high y underground de la Movida madrileña. La mezcla era peligrosamente perfecta: Pedro Almodóvar y McNamara, Carlos Berlanga y Alaska, Ana Obregón y Ágatha Ruiz de la Prada, Pitita Ridruejo y Jacques Hachuel. A las puertas del local hacían cola rockeros, macarras, punkis, pijos y anarquistas para ver de cerca al pope pop, conseguir una postal de su exposición Pistolas, cuchillos y cruces y presenciar, con renovado talante democrático, el desfile de personalidades: los March, los Fierro, los Arango, Ignacio Coca y Silvia Moroder...

Fueron días de exceso y frenesí en los que el artista estadounidense se dedicó a bendecir con su presencia el renacimiento cultural de Madrid. Se organizaron fiestas privadas en casas de grandes empresarios, a las que asistieron la aristocracia y la farándula de la época en disparatada sintonía. "A Warhol no le importaba vestirse de esmoquin o posar para las fotografías", cuenta a LOC el fotógrafo Javier Porto. "A él le interesaba sobre todo el ambiente de las marquesas, que eran las que al fin y al cabo podían costearse uno de sus retratos". A pesar de lo que el cineasta Emile de Antonio opinaba de Warhol ("que tenía demasiada pluma"), a Porto no le llamó especialmente la atención este aspecto de su personalidad. "Siempre iba acompañado de un séquito gay, pero se comportaba dentro de los estándares norteamericanos. Quiero decir que entonces había mucha, muchísima más pluma en Madrid que en Nueva York".

A principios de los 80, Chueca acogió los primeros locales destinados al colectivo LGBTI: Café Figueroa, Black & White, Sachas, la librería Berkana... En pleno corazón del barrio gay más visitado de Europa, Mondo Galería inauguró hace unas semanas una exposición fotográfica de los Hilton Brothers para conmemorar precisamente el 30 aniversario del fallecimiento de Warhol (el pasado 22 de febrero). "No se puede cuestionar la influencia de Andy Warhol para el colectivo LGTBI", comenta el artista Christopher Makos. "Toda su obra y su legado tienen que ver con la idea de la inclusividad. Tal era el propósito de la Factory: que diferentes tipos de personas pudieran trabajar juntas en un mismo espacio. No diré que fuera un líder, pero de haber vivido más años estoy seguro de que habría tomado partido en las causas del movimiento".

Tras la resaca de las fotografías y postales autografiadas del artista a su paso por la Galería Vijande, se extendió el rumor en Madrid de que todo el mundo tenía un warhol. "Tenía no, quería", corrige Mario Vaquerizo, propietario de tres warhols en formato Polaroid, regalo de cumpleaños de Alaska. "Ojalá que Warhol hubiera podido trabajar más y mejor en España, pero lo cierto es que, quitando a un par de millonarias, se fue de Madrid con las manos vacías". La profunda admiración que Vaquerizo profesa por el creador de las latas Campbell nace de la lectura ensimismada de la biografía de Victor Bockris. "Más que un artista plástico fue un filósofo, un ideólogo, un visionario, un aglutinador de la alta y baja cultura, el segundo gran punk de la historia después de Dalí y, cómo él, un gran estafador que se supo reírse del arte y, sobre todo, de sí mismo". Y añade: "Todos llevamos un Warhol dentro. Mírame a mí, que no sé tocar un instrumento y me gano la vida como músico...".

dos cuadros que Warhol le regaló a Miguel Bosé en los 80. "Warhol es como las acciones de Apple, un referente para el mercado en el mundo de las subastas", explica a LOC. "Sus obras no sólo no pierden valor, sino que no pueden perderlo porque eso conllevaría un efecto negativo en cadena". La cantidad más alta que se ha pagado por un cuadro de Warhol son 94 millones de euros por su lienzo Silver Car Crash (Double Disaster) de 1963. Bosé, que se encuentra actualmente de gira promocional de su último disco, consiguió 457.500 euros por su Dollar Sing y otros 73.500 por Oxidation Painting. "A pesar de la mecanización en serie que caracteriza el legado warholiano, cada obra tiene algo único e irrepetible", señala Cid.

Como anticipo a las celebraciones del 90 aniversario de su nacimiento (en agosto de 2018), Sotheby's subasta el próximo 28 de junio una obra de la primera serie de autorretratos del Warhol preicónico: un selfie que podría alcanzar, según las estimaciones más prudentes, los siete millones de dólares. A principios de los 60, el artista neoyorquino había alcanzado cierta fama retratando a Marilyn Monroe, Jackie Kennedy, Elvis Presley y Elizabeth Taylor. Para Autorretrato (1963) el artista de 35 años decidió cruzar al otro lado de la cámara. Aquel flash cutre de fotomatón a diez centavos la tira alumbró al gran artista pop que todos conocemos hoy. "Esta primera serie de autorretratos marca un punto de inflexión en la carrera de Warhol, que ingresa así en las filas de los grandes retratistas de todos los tiempos, como Rembrandt, Van Gogh y Picasso", sostiene James Sevier, especialista de la casa Sotheby's.

"La obra ofrece además una lectura profética sobre el derecho a los 15 minutos de fama que promulgaría después y, más allá, sobre el culto narcisista a la imagen a través de Instagram".

Fue el coleccionista Florence Barron quien, persuadido del potencial artístico y mediático de Warhol, lo convenció para posar delante de la cámara. Ivan Karp, de la mítica Galería Leo Castelli de Nueva York, medió en la negociación para que no fuera una fotografía convencional, sino un selfie propiamente dicho. "Sabes que la gente quiere verte", le susurró Karp. "Tu mirada es responsable en buena parte de tu fama porque alimenta la imaginación". El cuadro que subasta Sotheby's fue creado a partir de imágenes de un fotomatón de Nueva York, un recurso de lo más cotidiano hoy pero tremendamente innovador para aquella época.

mis cuadros, de mis películas y de mí mismo. Ahí estoy. No hay nada más detrás".

Según Goldsmith, Warhol habría disfrutado como un niño del nuevo milenio. "De seguir vivo hoy, le habría hecho muy feliz comprobar que el mundo se ha convertido exactamente en todo lo que él predijo. Vivimos una era netamente warholiana". Coincide, además, con Makos al describir al visionario de Pittsburgh como un icono gay.

"Mientras Jasper Johns y Robert Rauschenberg permanecían dentro del armario, Warhol reconocía abiertamente su homosexualidad. Muchos se burlaron de su carácter aniñado, pero él no se dejó amedrentar y se convirtió en un activista temprano por los derechos del colectivo LGTBI".

Warhol hasta en la sopa

Como ya hiciera Duchamp con su famosa Fuente, Warhol revolucionó el arte contemporáneo con un simple bote de sopa Campbell. Antes de que la Factory reprodujera en cadena sus obras de arte, el visionario de Pittsburgh pintó a mano cada una de las latas que estaban llamadas a convertirse en iconos del por art. Su obsesión por este objeto cotidiano tiene una explicación. "Durante 20 años, cada día he comido lo mismo una y otra vez", cuenta el artista en 'Andy Warhol. Entrevistas' (Blackie Books). Más adelante, bromea sobre los efectos insospechados de sus latas y también de lo que, aun esperándolo, no llegó a suceder. "¿Sabía que la Campbell Soup Company no me ha mandado ni una sola lata de sopa? Y he comprado todos los sabores. Incluso compro los que ya no se fabrican". Warhol realizó además 32 pequeños lienzos con diferentes sabores de las latas Campbell's que hoy se exhiben en el MOMA de Nueva York. Mostró por primera vez estos lienzos en 1962 en la Galería Ferus de Los Ángeles y su rápida revalorización supuso el gran asalto de la comercialización del mundo del arte.

La 'dictadura social' del estudio 54
El 26 de abril se cumplieron 40 años de la apertura de Studio 54, de la que Warhol fue asiduo y promotor. El artista fotografió a placer a la 'jet-set' en este lugar. Hace tres años, la Andy Warhol Foundation recaudó en Christie's una millonada con las instantáneas que le dedicó a las 'celebs' durante su aterciopelado desenfreno nocturno. "No le importaba que lo vieran con los millonarios de Margaret Trudeau o con los chaperos más infames de la Factory", dice Mario Vaquerizo. Sobre el derecho de admisión que aplicaba el portero Marc Benecke, Warhol comparó el Studio 54 con "una dictadura en la puerta y una democracia en la pista de baile".

http://www.elmundo.es/loc/2017/06/24/594d40e322601d93728b4695.html
 
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