Ana Obregón

Un niño gordo se parece mucho a otro niño gordo. Froilan y el niño de la Obregón se dan ese aire, su índice de consanguinidad es de 1/256. De lo demás que dices, ni idea

De niños gordos no entiendo mucho, si tú lo dices será así. Clemente y Carlitos se parecerán por delgados.
 
Estuvieron en el Hotel Bentley de 4 estrellas nada mas llegar a Ny a $220 por cabeza x dia, luego tuvieron que marcharse porque por ley tras los atentados 11S no podian estar mas de un mes en el mismo hotel sin dar 10 dias de aviso, se les pasó. Se fueron entonces pitando a los hoteles de Sarasola. Si este les hizo precio lo ignoro

Eligieron ese hotel porque esta justo delante del hospital, no por pijerio

Hace unos días en LOC de elmundo un periodista hablaba sobre ese hotel, que había coincidido alojado con ella allí, pero era un artículo para suscriptores y no pude seguir leyendo
 
Un niño gordo se parece mucho a otro niño gordo. Froilan y el niño de la Obregón se dan ese aire, su índice de consanguinidad es de 1/256. De lo demás que dices, ni idea
¿Que tiene que ver los kilos con la cara?
Que escrito más despectivo hacía los niños con sobrepeso,que dañino puede llegar a ser que a un niño le llamen gordo o gorda.
Por supuesto que te puedes expresar cómo te dé la gana, pero de verdad que daño hace leerte.
 
Hace unos días en LOC de elmundo un periodista hablaba sobre ese hotel, que había coincidido alojado con ella allí, pero era un artículo para suscriptores y no pude seguir leyendo
Sí. Lo dijo Alberto Rey en El Mundo, un columnista de series y de celebrities desde un punto de vista irónico y le pedía perdón por si en algún momento se habia pasado con ella en algún comentario.
 
No sé si Antonia tiene hilo. Aquí va con una camiseta ¿de sí misma?


Sí, una camiseta de sí misma. Con lo que recaude quiere comprar material de protección para el virus o donarlo a Cáritas. Cuánto se cree que va a recaudar? El proyecto poco serio porque no dice cuánto va a donar. De camino se queja de que cerraran las iglesias. Ella necesita rezar.
Además nos cuenta que está en un piso con amigos italianos. Y que lo comparten todo porque son italianos. Y además no planchan, planchan con las nalgas, se sientan sobre la ropa. Si alguien tiene miedo de comprarle una camiseta que no tema. Creo haber entendido que entre las asentaderas y la ropa coloca un pañuelo. La ropa con el calor posterior queda estupenda. Además ella no es de evacuaciones frecuentes según contó en otro post.
 
miércoles, 27 de mayo de 2020

REVISTA HOLA: ASÍ NO



La revista HOLA es una maravilla porque, básicamente, habla de gente irreal que vive en casas irreales y viste ropa ideal. Los protagonistas de HOLA están delgados y tienen buena piel porque beben mucha agua, comen mucha fruta y hacen yoga. Porque en el mundo de HOLA nadie se opera, nadie se pone botox, nadie va a la cárcel y se da brillo y esplendor a lo que haga falta. Y yo lo compro y se lo cuento a ustedes todas las semanas.

Todas las semanas menos esta.

Yo me debo a ustedes, mis queridos lectores, y a nadie más. Este blog es mi columna, mi opinión y la descacharrante (a veces) visión que tengo de las cosas. Yo escribo aquí, la mayoría de las veces, para que ustedes se diviertan y pasen un rato entretenido. No sé si lo consigo o no, pero yo intento entretenerles. Pero esta semana, viendo la portada, sinceramente no puedo.

Odio las portadas "en la prensa seria" con cadáveres o ataudes. Las detesto. Y la portada de HOLA de hoy se me atraganta. Esta vez me parece que se han tirado al mundo de la "por**grafía sentimental" a lo bestia. El dolor de una madre que ha perdido a un hijo víctima del cáncer (o de lo que sea), es, según los entendidos en la materia, el peor de los dolores. El que nunca se cura. Y retratar de esta manera a Ana Obregón, en ese sitio y en ese momento, a mí me parece indecente y sobre todo, impropio de una publicación que se supone el último bastión del buen gusto, las buenas maneras y la elegancia.

Esta semana, por primera vez en muchísimos años, no les compro la revista. Ya sé que no sirve de nada, pero yo no quiero ser partícipe de esta invasión de la intimidad. El momento es terrible, sin más. No me hace falta ver a Ana Obregón desecha en esas fotos para saber que está desecha. No tengo ningún interés en acceder a esa parte de su intimidad en ese momento que tiene que estar siendo un infierno. Y lo mismo para el padre del chaval. De verdad no me hace falta ni me parece información.

No puedo abrir la revista y hacer humor después de haber visto esta portada. No me sale. No me apetece. Ya sé que tengo siempre una cita aquí con ustedes y que, por ustedes, me río de lo que haga falta porque su risa es mi gasolina. Esto siempre ha sido un toma y daca. Yo me desahogo con este estúpido sentido del humor que tengo y ustedes (si tengo suerte) se despiporran. Pero hoy no porque hay límites que no me da la gana cruzar, porque siempre me pondré del lado del débil y Ana Obregón y Alessandro Lequio me parecen ahora los protagonistas de una pesadilla. Y no quiero ni clicks, ni me gustas ni nada a costa de esto.

Por eso, les agradezco especialmente esta semana que me hayan y leído y por una sola vez, les pido que no compartan este texto en sus redes. No quiero likes a costa del dolor.

Espero volver la semana que viene y espero que volvamos a reírnos juntos.

Muchas gracias, como siempre, por dedicarme un ratito.




 

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