Ana Obregón

Mi peque tiene TEA, diagnosticado. He decidido de mutuo acuerdo con mi marido dejar mi trabajo para dedicarme al 100%. Es un trabajo diario, costosísimo a nivel personal y psicológico (no tengo por qué ir contando al círculo no cercano lo que pasa ni por qué mi peque no reacciona como debería a su edad ante determinadas situaciones, lo cual me frustra y entristece unas treinta veces al día) Significa eso que no era buena en mi trabajo y por eso lo dejé? No. Rotundamente no. Significa que quiero ayudar al 100% en su formación, aprendizaje, apoyos. La genética le dotó de una capacidad diferente, lo cual es un hándicap en muchas situaciones, lamentablemente, pero a la vez le dio unos valores increíbles para su edad y raramente vistos : empatía, justicia, compasión. Y quiero pensar que el dedicarme en cuerpo y alma es una ayuda a su estabilidad.
Me lo puedo permitir quitándome de otras cosas. No soy menos trabajadora o mujer por decidir esto, dentro de unos años me reincorporaré a mi sector, sabiendo que dentro de mi decisión pesó mucho el bienestar de la criatura que traje al mundo sin que lo pidiera.
Parece que las mujeres que decidimos, dentro de nuestra libertad y con las mejores intenciones, quedarnos en casa, es que no nos da la neurona para más. No es así. Las circunstancias de cada uno son suyas e intransferibles, no le hago daño a nadie velando por mi peque y no debería sentirme avergonzada por decir que me dedico a su ser en cuerpo y alma. No soy mejor madre por ello, pero tampoco soy peor trabajadora ni mujer

Por mi no tienes que justificarte, mujer. Que suerte que puedas decidir.
 

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