Alonso Guerrero se anima a publicar libro sobre Letizia


Ya. excusa no pedida, acusación manifiesta.
Bueno, como no está completa la entrevista no sabemos si le han preguntado.
De todas formas repito, no debe tocar este tema.
En realidad debería callarse.

No debe salir en los medios.
Debe vivir la vida que vivió antes del almudenazo.
Nadie lo recordaria a esta fecha.

(Has puesto un link que no se abre, bueno a mi me ha dicho "caducado").
 
Ya. excusa no pedida, acusación manifiesta.
Bueno, como no está completa la entrevista no sabemos si le han preguntado.
De todas formas repito, no debe tocar este tema.
En realidad debería callarse.

No debe salir en los medios.
Debe vivir la vida que vivió antes del almudenazo.
Nadie lo recordaria a esta fecha.

(Has puesto un link que no se abre, bueno a mi me ha dicho "caducado").

Cierto. Cuando puse el enlace se abría perfectamente, sin embargo ahora, que al leer su comentario, lo he probado, me pasa lo mismo. No sé si será algo puntual. Lo siento. Saludos.
 
No obstante, antes, ya en 1972, si no me equivoco, el Hospital Universitario de La Paz, tenía su propia Escuela de Enfermeras.
Así mismo, el nombre que anteriormente al que usted indica, recibían los que culminaban esos estudios, era el de ATS, es decir, Ayudante Técnico Sanitario.
Los ATS no tenían estudios univesitarios como los de Enfermería aunque después los equipararon, si pasaban una prueba de capacitación. P. Rocasolano era auxiliar de enfermería como ha contado la forera Candy
 
El Mundo Orbyt.

03/03/2018

YO ACUSO
LA CASA REAL JAMÁS ME HA OFRECIDO DINERO

‘YO ACUSO’
POR ALONSO GUERRERO

El ex marido de la Reina Letizia escribe en exclusiva para LOC las razones que le han llevado a publicar ‘El amor de Penny Robinson’, una novela inspirada en su vida desde que se anunció el compromiso de su ex con el futuro Rey.
Alonso Guerrero, ex marido de Letizia, explica en LOC los motivos que le han empujado a escribir un libro novelando cómo vivió la boda de su ex con el entonces Príncipe.

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‘‘Comencé a escribir El amor de Penny Robinson casi 10 años después de que la que había sido mi esposa se convirtiera en prometida del Príncipe de Asturias. La ‘Anunciación’, como la llamó alguno de mis amigos. Al cabo de ese tiempo, la prensa amarilla dejó de perseguirme, aunque no hubo posibilidad de que se olvidara de mí...

...pues mantenía una línea inaprensible de torres de vigilancia, algo parecido al ojo de Mordor, sobre todos los que habíamos formado parte de su vida. Algunos intentamos pasar inadvertidos. ¿Es posible decir algo normal sobre un asunto como ése, en los términos que tales publicaciones exigían? Exigían, en efecto. La prensa rosa nunca quiere sacarte información, quiere arrancarte pedazos de carne. Lo digo en la novela. En una ocasión declaré que, antes que otros escribieran sobre mí, prefería hacerlo yo. El presente texto, y la novela que acabo de publicar, son pruebas de ello. Cuento los días y meses siguientes al hecho que a tanta gente interesó, en aquel noviembre de 2003. Lo único que puedo ofrecer es una tragicomedia. Para mí lo fue, y la clave consiste en que a cualquier hombre de este país podría haberle ocurrido lo mismo. Tuve la dudosa suerte de ser yo, y al menos aquello me proporcionó un argumento. Se ha dicho que la trama de El amor de Penny Robinson es una mezcla de ficción y realidad. Cierto: una mezcla de lo que ocurrió y de lo que podría haber ocurrido. Les aseguro que lo primero resulta más increíble que lo segundo.

Confío en que los que lean la novela encuentren una identidad. Toda persona que, de pronto, se convierte en un personaje siente cierta extrañeza, sobre todo si se trata de un personaje distinto del que esa persona hubiera querido encarnar. A partir de ahí, el problema no radica en tal diferencia, sino en la rapidez con que sobreviene todo. No se trata de algo azaroso, ni insospechado. Se trata de algo premeditado. Uno pasa a ser una víctima, porque le piden palabras que no son suyas, declaraciones que van a ser tergiversadas, iluminaciones oscuras y rasgos que no posee, sino que añade quien lo entrevista. Este país ha creado una figura –el famoso, llamémoslo así– que, de pronto, atrae la mirada de todo el mundo, sin la necesidad de que todo el mundo comprenda lo que mira.

La novela es una amalgama de acción y existencialismo. Creo que no hay otra forma de abordar un problema en el que uno tiene tantas implicaciones. Quizá Henry James hubiera fraguado algo distinto; yo he preferido simplemente exponerme, porque explicar, racionalizar un punto de partida tan radical, que comprende a la familia, a los amigos, a tanto cazador que quiere cobrar su pieza, son planteamientos demasiado contradictorios para quien siempre se ha considerado un narrador literario. De todo se puede hacer literatura, pero en este caso he intentado ocultar lo que no fuera anecdótico. La anécdota se convierte en determinante, en decisiva. Pasa en la vida de cualquiera, pero más aún en la del protagonista de mi novela –Alonso Guerrero–, un hombre al que arrebatan la capacidad de defenderse. O casi.

Tras la prensa vienen las redes sociales, los foros, esa multitud de solitarios que se niegan a hablar si se desprenden de su careta. Hemos llegado a un mundo de máscaras donde la verdad no es que sea imposible, es que ni siquiera es necesaria. Los foros montan un juicio paralelo del que la única forma de salir es no entrar, no participar en ellos. Los foros sólo requieren una premisa: no saber de qué se habla. Nunca he pertenecido a una red social. En ninguna se ha hablado de mí, sino de mi caso. El amor de Penny Robinson es la narración de ese caso hecha desde dentro y a la vista de todas sus hipérboles y contradicciones. Quiero aclarar algo que siempre se me atribuye: jamás la Casa Real me ha ofrecido dinero por guardar silencio. Si lo hubieran hecho, no habría aceptado, igual que no he aceptado otras muchas cosas. Mi silencio es una elección propia.

He utilizado anteriormente la palabra víctima. No lo soy en absoluto, pero no he podido evitar ser, al menos, un observador aventajado en relación a los acontecimientos que cuento en el libro. Repito que no posee un argumento que yo haya tenido que inventar. Sólo narro lo que viví y cómo lo viví. La ficción únicamente aporta consecuencias más o menos audaces a todo aquello. Es decir, la ficción es lo que puedo compartir con quienes me lean, porque la realidad es intransferible, incluso cuando se disfraza. Si no se entienden esas consecuencias, entonces me gustaría que quien lea el texto asuma lo que sienten las cincuenta personas vigiladas y perseguidas por el millar de revistas y televisiones que hay en este país. También lo digo en la novela.

Ha habido periodistas y tertulianos que me han defendido. Pocos, pero existen. Les agradezco, junto con su apoyo, su punto de vista, mucho más cercano a la comprensión de lo ocurrido. También aparecen en la novela. Considero al lector mucho más inteligente que yo. Sé que sabrá leer entre líneas. Los personajes son fácilmente identificables para quien esté un poco al tanto de los pequeños vodeviles que acontecen en los medios de comunicación, sobre todo en la televisión. Lo que muestro son los síntomas del caso de psiquiatría social que he vivido, en el cual los medios entretienen con lo más brutal de los personajes que aparecen en ellos. No sé por qué.

En la novela hay ficción, no mentiras. El lector se encontrará con lo que me ocurrió, ni más ni menos. He tenido que escribirla porque me ha empujado a ello la necesidad de sacar conclusiones y entenderlas. En lugar de volver al personaje en que quisieron convertirme, he preferido volverme yo mismo un personaje, se comprende que novelístico. Aparezco con mi propio nombre. Lo que experimentaron, por no decir sufrieron mi familia, mis amigos en aquellos noviembre, diciembre, enero, febrero de 2003 y 2004 fue tal como lo relato.

Recuerdo que muchas de aquellas persecuciones se hicieron con francotiradores, sin sacar periodistas a la calle, sino mediante un asedio continuo desde las pantallas de televisión y las páginas de las revistas. Coincidieron con la promoción de un libro y la reedición de un relato. En las presentaciones de aquellas obras apenas pude aludir a lo que significaban, a lo que yo había puesto en ellas, por razones demasiado obvias. Son esas razones las que ahora sustentan El amor de Penny Robinson. Vivimos en un país en el que la soledad propia se medica con las vidas ajenas. Cotilleos y calmantes. Esa es nuestra receta. El fenómeno es vertical, se da de arriba abajo. Son los que nos dirigen los que recetan esos calmantes, o los comparten.

Para concluir, me gustaría que se entendiera que todo es una sátira. A veces, una sátira triste, una astracanada con la que sería necesario iniciar un debate, o una reflexión sobre el papel que desempeñan ciertos medios de difusión que sólo difunden una necesidad artificial e indiscriminada de explotar –igual que se explota una granja de pollos, exactamente igual– las partes de las vidas de los demás que les resultan útiles.

Pasa en otros países, desde luego, pero no con la misma virulencia ni tanto descaro como en éste. No pretendo, con la publicación de El amor de Penny Robinson, originar una toma de conciencia. Si lo hiciera estaría más cerca de la candidez que de la fantasía. No obstante, la noción de vida privada está pasando de moda. Las vidas privadas se consumen, ya no se respetan, y quienes las consumen son siempre los demás, no quienes las viven, sobre todo si caen bajo los fogonazos de las cámaras. El único ámbito en que aún se respetaba la privacidad –el de la literatura– está desapareciendo. Decía Quevedo que el suyo era un siglo en que se escribían epitafios tanto para los vivos como para los muertos. Echen, por favor, un vistazo a
 
El Mundo Orbyt.

ALONSO GUERRERO

03/03/2018

LA VIDA NORMAL DEL EX MARIDO DE LETIZIA
En los 15 años que se han cumplido tras el anuncio del compromiso de los Reyes, el primer marido de Doña Letizia apenas ha variado su día a día. Continúa en el piso de 70 metros de Guadalajara donde residía. Volvió a las aulas del Ramiro de Maeztu, donde conoció a la Reina, y en septiembre cambió de colegio.
POR MARINA PINA

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ALONSO GUERRERO (55) SE REFUGIÓ EN el piso de 70 metros en el que vivía con su segunda mujer cuando conoció el compromiso de su primera esposa, Letizia Ortiz (45). Profesor de literatura de instituto, las cámaras tardaron poco en ubicarle cuando se supo que Don Felipe había escogido a una periodista divorciada como futura esposa. Y le encontraron. Estaba en su casa de Guadalajara, un piso en el centro de la ciudad de dos plantas, donde vivía con la también profesora –de matemáticas– María del Carmen Astero Martín (54). El tercer protagonista de la historia de amor del entonces Príncipe de Asturias sólo recibió a CRÓNICA en su casa. En el perfil del primer marido de la Reina se retrataba a un hombre sencillo y educado, que prometía hacer de la discreción su máxima desde el momento en que su ex entró en la Casa Real.

“Sólo escribo sobre lo que me apetece. No voy a meterme en ese asunto [en referencia a su ex mujer]. No por nada, sino porque no me inspira”, afirmó ante las páginas del dominical de EL MUNDO. Durante estos años, Guerrero ha sido consecuente con esa afirmación y ha continuado con una vida sin nada extraordinario.

En octubre se cumplirán 15 años del anuncio del compromiso de los Reyes. Tres lustros desde que Alonso Guerrero vio su nombre en los telediarios y las cosas han cambiado poco para el profesor. Continúa dando clases a diario. Dejó el instituto de Alcalá de Henares donde ejercía como profesor para reencontrarse con su pasado en las aulas donde surgió el amor con Letizia.

EL COLEGIO DE LETIZIA

Así, tras la boda de los actuales Reyes, Alonso recuperó su cátedra en las clases de Bachillerato en el instituto Ramiro de Maeztu. En los pasillos de ese colegio público, Alonso conoció a Doña Letizia, cuando ella llegó al centro con 15 años procedente de otro colegio público. En el último curso de la Reina, el profesor y la alumna comenzaron una relación que, 10 años después, el 8 de octubre de 1998, culminó con una boda en Almendralejo (Badajoz). Una ceremonia civil ante 90 invitados. El matrimonio duró un año.

Todo eso debió rememorarlo Guerrero cuando pidió regresar al Ramiro de nuevo. Quizá por ello, en 2016 solicitó un nuevo cambio de plaza. Dejó el colegio donde conoció a su primera esposa y el pasado septiembre comenzó a dar clase en el instituto Beatriz Galindo, situado en la calle Goya de Madrid. En el tiempo libre que le dejan sus actividades como profesor, Guerrero siempre se ha dedicado a escribir. Lo último conocido de su obra fue Un día sin comienzo, un libro en el que noveló el 11-M.

En esa ocasión, Guerrero acaparó varios titulares, más por su faceta de ex marido de la Reina que por la de escritor. El nombre del autor, de hecho, siempre va vinculado a su condición de ex y no a su prosa, algo que, según su entorno, le contraría aunque acepta.

Pese a ello, Guerrero se mantenía firme en su decisión de no hablar sobre la Casa Real, algo que le llevó a rechazar cheques en blanco por traicionar a la Reina. Su silencio podría responder, además de una cuestión de lealtad, a la relación que todavía mantiene con Doña Letizia y con Don Felipe. Alonso ha coincidido en varios actos literarios con los Reyes, quienes en todos ellos se han acercado a hablar con él y se han interesado por su vida en Guadalajara, su terreno en Almendralejo y sus clases. En una ocasión, la Reina le preguntó por el alcalde de Almendralejo que ofició su enlace y que es amigo de juventud del escritor, dando muestra de la normalidad en la relación.

PROTAGONISMO INUSUAL

Como Alonso desvela en exclusiva en este suplemento, Casa Real nunca le ha ofrecido dinero por su silencio. La relación es correcta y cuando el autor acude a actos de los Reyes, se le invita como indica el protocolo y sin dar mayor importancia. Por ello, no se ha pedido a Zarzuela autorización ni opinión a la hora de publicar El amor de Penny Robinson, el libro donde Guerrero rompe la promesa que hizo hace 15 años.

En las páginas de LOC, Guerrero da a entender que prefiere contar su historia antes de que otros sigan hablando de él. Por eso el protagonista de la novela responde a su nombre. Una justificación que se sostiene, ya que la ambición económica no está detrás de un hombre que no ha variado su vida en estos 15 años de personaje público. Sigue empadronado en el piso donde le encontró CRÓNICA en 2003, continúa pasando temporadas en Almendralejo, donde su mujer también disfruta, ya que Alonso encontró el amor por segunda vez en brazos de una extremeña con la que no tiene hijos. Un vecino de Guadalajara asegura que tras la expectación inicial, ahora Guerrero “lleva una vida normal, ya nadie le reconoce por ser el ex de la Reina”. Esta vez, el escritor ha elegido ser el protagonista.
 
Primera persona
Alonso Guerrero, ex de Letizia, a LOC: "La Casa Real jamás me ha ofrecido dinero por mi silencio"
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El escritor explica en La Otra Crónica el motivo que le ha llevado a escribir 'El amor de Penny Robinson', la novela sobre su vida y la de la Reina

Alonso Guerrero, el ex marido de la Reina Letizia, publica un libro basado en su vida

Alonso Guerrero, el difícil papel del ex marido de Letizia

''Comencé a escribir El amor de Penny Robinson casi 10 años después de que la que había sido mi esposa se convirtiera en prometida del Príncipe de Asturias. La "Anunciación", como la llamó alguno de mis amigos. Al cabo de ese tiempo, la prensa amarilla dejó de perseguirme, aunque no hubo posibilidad de que se olvidara de mí pues mantenía una línea inaprensible de torres de vigilancia, algo parecido al ojo de Mordor, sobre todos los que habíamos formado parte de su vida. Algunos intentamos pasar inadvertidos. ¿Es posible decir algo normal sobre un asunto como ese, en los términos que tales publicaciones exigían? Exigían, en efecto. La prensa rosa nunca quiere sacarte información, quiere arrancarte pedazos de carne. Lo digo en la novela. En una ocasión declaré que, antes que otros escribieran sobre mí, prefería hacerlo yo. El presente texto, y la novela que acabo de publicar, son pruebas de ello. Cuento los días y meses siguientes al hecho que a tanta gente interesó, en aquel noviembre de 2003. Lo único que puedo ofrecer es una tragicomedia. Para mí lo fue, y la clave consiste en que a cualquier hombre de este país podría haberle ocurrido lo mismo. Tuve la dudosa suerte de ser yo, y al menos aquello me proporcionó un argumento. Se ha dicho que la trama de El amor de Penny Robinson es una mezcla de ficción y realidad. Cierto: una mezcla de lo que ocurrió y de lo que podría haber ocurrido. Les aseguro que lo primero resulta más increíble que lo segundo.

"En una ocasión declaré que, antes que otros escribieran sobre mí, prefería hacerlo yo"
Confío en que los que lean la novela encuentren una identidad. Toda persona que, de pronto, se convierte en un personaje siente cierta extrañeza, sobre todo si se trata de un personaje distinto del que esa persona hubiera querido encarnar. A partir de ahí, el problema no radica en tal diferencia, sino en la rapidez con que sobreviene todo. No se trata de algo azaroso, ni insospechado. Se trata de algo premeditado. Uno pasa a ser una víctima, porque le piden palabras que no son suyas, declaraciones que van a ser tergiversadas, iluminaciones oscuras y rasgos que no posee, sino que añade quien lo entrevista. Este país ha creado una figura -el famoso, llamémoslo así- que, de pronto, atrae la mirada de todo el mundo, sin la necesidad de que todo el mundo comprenda lo que mira.

[paste:font size="4"]"De todo se puede hacer literatura, pero en este caso he intentado ocultar lo que no fuera anecdótico"
[/paste:font]

La novela es una amalgama de acción y existencialismo. Creo que no hay otra forma de abordar un problema en el que uno tiene tantas implicaciones. Quizá Henry James hubiera fraguado algo distinto, yo he preferido simplemente exponerme, porque explicar, racionalizar un punto de partida tan radical, que comprende a la familia, a los amigos, a tanto cazador que quiere cobrar su pieza, son planteamientos demasiado contradictorios para quien siempre se ha considerado un narrador literario. De todo se puede hacer literatura, pero en este caso he intentado ocultar lo que no fuera anecdótico. La anécdota se convierte en determinante, en decisiva. Pasa en la vida de cualquiera, pero más aún en la del protagonista de mi novela -Alonso Guerrero-, un hombre al que arrebatan la capacidad de defenderse. O casi.

"Jamás la Casa Real me ha ofrecido dinero por guardar silencio. Si lo hubieran hecho, no habría aceptado, igual que no he aceptado otras muchas cosas"
Tras la prensa vienen las redes sociales, los foros, esa multitud de solitarios que se niegan a hablar si se desprenden de su careta. Hemos llegado a un mundo de máscaras donde la verdad no es que sea imposible, es que ni siquiera es necesaria. Los foros montan un juicio paralelo del que la única forma de salir es no entrar, no participar en ellos. Los foros sólo requieren una premisa: no saber de qué se habla. Nunca he pertenecido a una red social. En ninguna se ha hablado de mí, sino de mi caso. El amor de Penny Robinson es la narración de ese caso hecha desde dentro y a la vista de todas sus hipérboles y contradicciones. Quiero aclarar algo que siempre se me atribuye: jamás la Casa Real me ha ofrecido dinero por guardar silencio. Si lo hubieran hecho, no habría aceptado, igual que no he aceptado otras muchas cosas. Mi silencio es una elección propia.

He utilizado anteriormente la palabra víctima. No lo soy en absoluto, pero no he podido evitar ser, al menos, un observador aventajado en relación a los acontecimientos que cuento en el libro. Repito que no posee un argumento que yo haya tenido que inventar. Sólo narro lo que viví y cómo lo viví. La ficción únicamente aporta consecuencias más o menos audaces a todo aquello. Es decir, la ficción es lo que puedo compartir con quienes me lean, porque la realidad es intransferible, incluso cuando se disfraza. Si no se entienden esas consecuencias, entonces me gustaría que quien lea el texto asuma lo que sienten las cincuenta personas vigiladas y perseguidas por el millar de revistas y televisiones que hay en este país. También lo digo en la novela.

[paste:font size="4"]"Considero al lector mucho más inteligente que yo. Sé que sabrá leer entre líneas. Los personajes son fácilmente identificables para quien esté un poco al tanto de los pequeños vodeviles que acontecen"
[/paste:font]

Ha habido periodistas y tertulianos que me han defendido. Pocos, pero existen. Les agradezco, junto con su apoyo, su punto de vista, mucho más cercano a la comprensión de lo ocurrido. También aparecen en la novela. Considero al lector mucho más inteligente que yo. Sé que sabrá leer entre líneas. Los personajes son fácilmente identificables para quien esté un poco al tanto de los pequeños vodeviles que acontecen en los medios de comunicación, sobre todo en la televisión. Lo que muestro son los síntomas del caso de psiquiatría social que he vivido, en el cual los medios entretienen con lo más brutal de los personajes que aparecen en ellos. No sé por qué.

En la novela hay ficción, no mentiras. El lector se encontrará con lo que me ocurrió, ni más ni menos. He tenido que escribirla porque me ha empujado a ello la necesidad de sacar conclusiones y entenderlas.En lugar de volver al personaje en que quisieron convertirme, he preferido volverme yo mismo un personaje, se comprende que novelístico. Aparezco con mi propio nombre. Lo que experimentaron, por no decir sufrieron mi familia, mis amigos en aquellos noviembre, diciembre, enero, febrero de 2003 y 2004 fue tal como lo relato. Recuerdo que muchas de aquellas persecuciones se hicieron con francotiradores, sin sacar periodistas a la calle, sino mediante un asedio continuo desde las pantallas de televisión y las páginas de las revistas. Coincidieron con la promoción de un libro y la reedición de un relato. En las presentaciones de aquellas obras apenas pude aludir a lo que significaban, a lo que yo había puesto en ellas, por razones demasiado obvias. Son esas razones las que ahora sustentan El amor de Penny Robinson. Vivimos en un país en el que la soledad propia se medica con las vidas ajenas. Cotilleos y calmantes. Esa es nuestra receta. El fenómeno es vertical, se da de arriba abajo. Son los que nos dirigen los que recetan esos calmantes, o los comparten.

"El único ámbito en que aún se respetaba la privacidad -el de la literatura- está desapareciendo"
Para concluir, me gustaría que se entendiera que todo es una sátira. A veces, una sátira triste, una astracanada con la que sería necesario iniciar un debate, o una reflexión sobre el papel que desempeñan ciertos medios de difusión que sólo difunden una necesidad artificial e indiscriminada de explotar -igual que se explota una granja de pollos, exactamente igual- las partes de las vidas de los demás que les resultan útiles. Pasa en otros países, desde luego, pero no con la misma virulencia ni tanto descaro como en este. No pretendo, con la publicación de El amor de Penny Robinson, originar una toma de conciencia. Si lo hiciera estaría más cerca de la candidez que de la fantasía. No obstante,la noción de vida privada está pasando de moda. Las vidas privadas se consumen, ya no se respetan, y quienes las consumen son siempre los demás, no quienes las viven, sobre todo si caen bajo los fogonazos de las cámaras. El único ámbito en que aún se respetaba la privacidad -el de la literatura- está desapareciendo. Decía Quevedo que el suyo era un siglo en que se escribían epitafios tanto para los vivos como para los muertos. Echen, por favor, un vistazo a su alrededor


http://www.elmundo.es/loc/casa-real/2018/03/03/5a9990d4e2704e6a768b45fc.html
 
Pese a ello, Guerrero se mantenía firme en su decisión de no hablar sobre la Casa Real, algo que le llevó a rechazar cheques en blanco por traicionar a la Reina. Su silencio podría responder, además de una cuestión de lealtad, a la relación que todavía mantiene con Doña Letizia y con Don Felipe. Alonso ha coincidido en varios actos literarios con los Reyes, quienes en todos ellos se han acercado a hablar con él y se han interesado por su vida en Guadalajara, su terreno en Almendralejo y sus clases. En una ocasión, la Reina le preguntó por el alcalde de Almendralejo que ofició su enlace y que es amigo de juventud del escritor, dando muestra de la normalidad en la relación.

"Su terreno en Almendranejo"

¿porque Felipe y Letizia conocen ese terreno si lo compro tiempo despues de estar con Letizia?
Raro.

"Jamás la Casa Real me ha ofrecido dinero por guardar silencio. Si lo hubieran hecho, no habría aceptado, igual que no he aceptado otras muchas cosas"

¿por parte de quien?.
Ppero sí fue acompañado de su hermano.

.....
Nunca he pertenecido a una red social. En ninguna se ha hablado de mí, sino de mi caso.

¿entonces porque sabe que se habla de él?
Porque nos lee.
...
 
Con esto demuestra que:
  • Es muy discreto (o abreviado)
  • No quiere hacer publicidad de su libro porque es taaaaaan de izquierdas, honesto y austero que no le interesa el dinero.
  • Es republicano (¡cómo no!) pero por encima de sus ideales está la defensa de esos dos símbolos patrios perfectos que ostentan la máxima función del estado.
  • Es tan pero taaaaaan taaaaaan taaaaaaan antipostmoderno que ni tiene redes sociales ni entra en foros ni en tutoriales de youtube. Cuando va al médico pide que su historial se lo den en papel en lugar de en formato electrónico y él mismo lo llevará a otro especialista. La Red es un lugar en el que ignorantes nos ponemos a hablar (mal) de cosas que no sabemos en lugar de ir a un café a discutir sobre Derrida o Blumenberg. El primero "malo" el segundo "bueno", by the way.
  • La prensa del corazón es mala. Muy mala. Bueno, los periodistas en general son poco serios. Mira que ir a interesarse por el primer marido de la futura reina de España. De una reina católica. Que se casa en segundas nupcias con el príncipe de Jerusalén. ¿A quién se le ocurriría eso? ¿Ver si era un viceverso o un hombre respetable? No como la prensa de verdá. Esa que antes de unas elecciones te analiza a las parejas de los candidatos e incluso te dice de qué equipo de fútbol son.
A veces, sr. Alonso, es mejor quedarse callado. Es mejor parecer tonto (o en este caso intelectual) que demostrarlo.

En el libro dirá que fue sometido a una presión brutal él y su entorno, que España es un país de cotillas, ignorantes, maleducados y de prensa amarillista, grosera y rastrera.
No como la sociedad británica, tan elegante, tan sobria, con periódicos que te hablan de temas imprescindibles para formarte como ciudadano responsable, donde los vecinos no se preguntan de dónde ha salido la Megan ésa, no... quedan para tomar el té mientras discuten sobre la conveniencia (o no) de usar caracoles o babosas en el tratamiento de su jardín.

Pues eso. Ni un duro para el Alonso. Sé lo que gana por ser profe él y su pareja y con eso se vive bien. No voy a comprar su libro.
 
El Español
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Alonso Guerrero en imagen de archivo. Gtres

Casas Reales EL PURGATORIO by MARTA CIBELINA
Alonso Guerrero, con el libro son ganas de tocar los Kinder al King
Lo de escribir un libro en una editorial del exministro Pimentel es toda una provocación a Felipe VI. Dicen que algunos documentos relativos al divorcio y a las causas del mismo descansan en una caja fuerte de 600 kilos.
3 marzo, 2018 01:50
  1. Reina Letizia
  2. Felipe VI
  3. Alonso Guerrero
Marta Cibelina
A Su Majestad la Reina Letizia (45 años) le crecen los libros como las setas. Su ex marido, Alonso Guerrero (55), a quien muchos consideraban una especie de caballero andante a lo Hernán Cortés, con ese acento extremeño tan sexy que le sale de vez en cuando, se me ha venido un poquito abajo. Cuando se anunció su compromiso con Letizia volví Extremadura del revés. De Coria a Jerez de los Caballeros, de Olivenza a La Siberia, fui biblioteca por biblioteca para hacerme con dos de sus libritos publicados en aquel momento antes que nadie: El Durmiente y El hombre abreviado. Disfruté de su prosa barroca y gongorina, aún a costa de quedarme frita en el tren de Cercanías y aparecer en Colmenar Viejo, y eso que tenía muy poquitas páginas.

Este tema me trae loca. ¿Por qué ahora y no antes? Lo de escribir un libro en una editorial del exministro Pimentel (55) es toda una provocación a Felipe VI (50). Son ganas de tocar los kinder por parte del ex ministro de trabajo de Aznar (65), muy afín al Opus Dei, al menos hace tiempo cuando tenía el casquete capilar tan colocado que parecía que no se lavaba el cabello.


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La joven pareja.

Pimentel, por si no lo sabéis, es el padre del hijo de Alicia Sánchez Camacho (50), la del PP de Cataluña, la de las grabaciones, la de la comida en la Camarga con la novia despechada de Pujolín… Mira que me están entrando ganas de escribir un libro sobre este señor ex ministro, que además, con menos gracia que Marujita Díaz -que en paz descanse- me coge el teléfono y me dice que no es él. Ni siquiera se molesta en ponerme acento filipino.

Material hay de sobra…. De él se decía que mantuvo una amistad muy grande con Ivonne Reyes (50) hace muchos, muchos años. ¡Qué ironías tiene la vida! Fue precisamente Aznar quien le dijo a Felipe VI (50) que no se casara con Eva Sannum (42) en un tono bastante feo que el actual monarca nunca le perdonará. Y ahora va uno de sus ministros y le hace la 13-14 a nuestra actual reina. Cada vez que me acuerdo de Aznar pienso firmemente que este señor lo que quería es ser él el heredero al trono. Para muestra, la rocambolesca boda que le montó a su hijita, la tercera infanta, en El Escorial.

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Letizia Ortiz y Alonso Guerrero.

Pero volvamos a coger el hilo. El libro se titula El amor de Penny Robinson (editorial Almuzara), y esto es lo que reza su contraportada: "Narra un caso real sin precedentes: la transformación de un hombre con una vida sin sobresaltos en un personaje mediático a quien, por el hecho de haber estado casado con la que iba a convertirse en Reina de España, la prensa del corazón persigue para arrancarle los pedazos no solo de lo que pueda contar, sino de lo que es…". El libro se define como una epopeya moderna donde : "El protagonista, comparte las preguntas con el lector, puesto que al lector podría haberle ocurrido lo mismo".

[Más información: El exmarido de Letizia, alérgico a la fama, da un paso al frente: así es Alonso Guerrero]

Le ha quedado muy bonita la introducción, pero si no nos cuenta por qué se divorciaron realmente el libro va a ser un bluff… Dicen que algunos documentos relativos al divorcio y a las causas del mismo descansan en una caja fuerte de 600 kilos y que hubo mucho dolor en una ruptura que a Alonso le costó superar.

Como quiera que sea, el titulito en cuestión le hace un flaco favor a su autor. Penny Robinson es una niña muy inteligente, con un cociente intelectual que ronda los 150 puntos. Es una de las protagonistas de Perdidos en el Espacio, la serie de Fox Televisión que podía verse entre 1965 y 1968. Si la gente va a asociar a Penny Robinson con la reina el perjudicado es su profe de literatura y marido. Le llevaba diez años cuando ella estudió segundo y tercero de BUP y COU. Era casi una niña.

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Alonso Guerrero. Gtres

Y no voy a decir que era una jovencita precoz. La comprendo perfectamente. Yo no fui la única que se enamoró de su profesor de Latín en el insti y fantaseó con asaltarlo en el claustro a solas. ¿Qué me ha quedado de entonces? Puedo declamaros el Arma Virumque Cano de la Eneida y varias odas de Catulo. Pero mi profe, un hombre tan joven y atractivo como aquel entonces Alonso Guerrero, sabía mantener las distancias con las alocadas alumnas a las que ponía a traducir los pasajes más verdes del Satiricón de Petronio en COU, con la esperanza de que pusiéramos algo de interés. Pero volvamos a Penny Robinson, el personaje que interpretaba una jovencísima Angela Cartwright (65): insinuar que tenía un amor ya de por si solo es muy fuerte. Solo había dos hombres en la nave ajenos a la familia espacial: el Doctor Smith y el comandante Don West, que mantenía una relación absolutamente platónica con la hermana de Penny, Judy. ¿Amaba secretamente y de reojo Penny a Don? Todos estos interrogantes eran absolutamente inocentes hace mucho tiempo, a finales de los noventa, e incluso en los sesenta, cuando todo se suponía platónico. Entonces hasta se comprendía la pasión de otro escritor, Antonio Machado, por la adolescente Leonor, su esposa casi niña, una relación “santificada” por el matrimonio. Cuando se anunció el compromiso de Letizia estas preguntas no resultaban escandalosas, ahora están casi al límite y con motivos fundados que no tienen nada que ver con la historia de amor de Alonso Guerrero y la actual Reina.

El arte es libre, pero Lolita y Ada y el Ardor de Noabokov casi no se podrían editar actualmente. El menor o la persona que roza la minoría de edad siempre serán las personas más frágiles frente al adulto, que, aunque solo le lleve diez años, tiene una cierta posición de poder que le da ventaja.

¿Un noviazgo que se inició a los 16?
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Letizia en imagen de archivo. Gtres

Letizia nunca sería la mala, sino, probablemente, quiero imaginar, la persona que puso en riesgo su corazón. Se casaron en 1998 en Almendralejo (Badajoz), la capital de Tierra de Barros, que tan buenos vinos da. Casi todos los medios, incluido El Español, escriben que el noviazgo duró 10 años. ¿Se inició a los 16 o a los 18? Me da que el título podría tener que ver con el intento de dejar claro que la relación fue platónica durante largo tiempo. El matrimonio solo duró un año. ¿Qué le quedó a Letizia de aquella relación? Un amor profundo por la literatura que nunca ha abandonado y que transmitirá a sus hijas.

Leonor (12 años) y Sofía (10) serán las niñas más leídas de toda la historia de los Borbones. ¿Y qué le ha quedado a Alonso? Un dolor en el alma sin resolver que precisa de la terapia que solo se cura al ponerla sobre papel. Supongo que habrá tirado muchos folios. Dudo que nos explique si el motivo de la ruptura fue que la Reina no quería tener hijos por aquel entonces, como comentan algunas fuentes.

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El libro de Guerrero.

Y tampoco aclarará si es cierto que Letizia odiaba las tareas caseras, al contrario que él. Me consta que este votante de izquierdas, por supuesto antimonárquico, estuvo muy enamorado de la actual reina, que la quiso con locura. No creo que haya publicado el libro por dinero. Corre el rumor de que hizo un pacto con Zarzuela para no hablar nunca….¿Remunerado? Hay quien dice que sí. También se cuenta que recibió una llamadita con unas instrucciones muy explícitas para no hablar. ¿Es un valiente? ¿Es un cobarde? Yo estoy convencida de que es tal la pasión por escribir de este hombre que sería capaz de renunciar a todo el oro del mundo por seguir haciéndolo y que sus libros los leyera el mayor número de gente posible. Recordemos que Belén Esteban (44) vende más que Mario Vargas Llosa (81) Que una recomendación literaria de Kiko Matamoros disparó las ventas de un libro…

Igual la salvación del País está en la información de corazón. Y Alonso Guerrero, separado desde hace dos años de su segunda pareja, una profesora de matemáticas, se ha dado cuenta a tiempo del servicio que le podemos hacer los plumillas de este género que tal vez no acabe de convencer a mucha gente. Y también a la Corona. Majestad, perdone, pero sabemos latín.. Desde aquí me ofrezco humildemente a llevarle la Comunicación en Zarzuela.

P.D: Un amigo me ha sugerido que el título podría ser también una metáfora sobre Letizia y el príncipe. Así Penny Robinson sería nuestra reina, y el comandante, el segundo al mando, Felipe. Porque El Rey Juan Carlos era el Number I de nuestro Júpiter II, es decir, España. Si es así, creo que no me lo compro. ¿Qué hipótesis os parece más probable?

[Más información: La 'erótica' de Letizia: la reina más biografiada de España después de Isabel la Católica]

https://www.elespanol.com/corazon/c...ibro-ganas-tocar-kinder-king/288972234_0.html
 
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