Alfonso XIII

Si bueno meritorio pero eran intelectuales igual que Cayetano Martinez de Irujo que ha acogido a un eminente médico no ha un refugiado normal. Elitismo al fin y al cabo.
 
Aquí durante su reinado, en tandem con la dictadura de Primo de Rivera, los esbirros del régimen torturaron y asesinaron a mansalva. Un hermano de mi bisabuelo , sin ir mas lejos, fue asesinado durante un interrogatorio . Uno entre muchísimos.
Su majestad podría haber intercedido también para salvar a los españoles.
 
Aclaro que el hermano de mi bisabuelo no era ningún delincuente. Simplemente estaba haciendo una huelga.
 
Mas trabajo para Fe en 2018.
Es un tema ya muy manido pero por si alguna forera le interesa.
http://www.abc.es/cultura/abci-alfo...anza-guerra-mundial-201702120111_noticia.html

Alfonso XIII, el Rey que convirtió el Palacio Real en una oficina de la esperanza en la I Guerra Mundial
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El Monarca ayudó con la Oficina de la Guerra Europea a más de 220.000 personas en todo el continente
Emilio María de Torres (en el centro, señalado con una x), secretario particular del Rey, en su despacho en mayo de 1917 - ABC
ALMUDENA MARTÍNEZ-FORNÉS - AlmudenaMF Madrid12/02/2017 01:11h - Actualizado: 12/02/2017 17:39h.Guardado en: Cultura
Hace cien años, mientras el mundo se desangraba en los horrores de la Gran Guerra, más de 220.000 europeos se dirigieron al Rey de España, cuyo Palacio Real se vio convertido en una especie de oficina de la esperanza. Eran padres, madres, esposas, hijos, hermanos, novias y amigos de militares y de civiles caídos, heridos o desaparecidos en el frente, que buscaban noticias de sus seres queridos.

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Alfonso XIII- ABC
En aquella Europa enfrentada, sin comunicaciones entre los dos bandos, recurrieron a Alfonso XIII como Monarca de un país neutral para que les ayudara a encontrar a los desaparecidos o a comunicarse con los prisioneros. El Rey puso su Secretaría Particular, sus contactos internacionales y la red de embajadas de España -especialmente las de Viena y Berlín- al servicio de esta enorme obra humanitaria que permitió repatriar a miles de hombres, llevar consuelo a muchos más y conmutar unas pocas penas de muerte; aunque en la mayoría de los casos, las gestiones terminaron con un desgarrador «no hallado» o, peor aún, con un «hallado muerto», relata el director del Archivo General de Palacio, Juan José Alonso.

Toda esta gigantesca labor se hizo con muy escasos medios: los fondos aportados personalmente por el Rey, un pequeño equipo de empleados que trabajan de sol a sol, algunos funcionarios que hablaban idiomas y que, al terminar su trabajo, acudían a Palacio para traducir las cartas, y un servicio de Correos que cada noche recogía las sacas con la correspondencia para distribuirlas por toda Europa.

La carta de la lavandera

«Las cartas empezaron a llegar a Palacio a los pocos días de que España se declarara neutral tras el estallido de la guerra en agosto de 1914», añade Alonso. Pero fue un año después cuando las solicitudes alcanzaron tal magnitud que el Rey tuvo que ampliar su Oficina de la Guerra Europea, situada en la cuarta planta del Palacio Real, y el número de empleados.

El «detonante» del aluvión fue un artículo publicado el 18 de junio de 1915 en el periódico francés «La Petite Gironde», bajo el título «Gracias al Rey, encuentra a su marido». En él se contaba la historia de una humilde lavandera que había pedido ayuda a Alfonso XIII para localizar a su esposo, un soldado que había caído herido el 28 de agosto de 1914 en la batalla de Charleroi. Las gestiones del Rey tuvieron éxito y el marido de la lavandera fue localizado en Alemania, donde estaba prisionero. Muchos periódicos difundieron la noticia y decenas de miles de europeos empezaron a enviar sus cartas al Palacio Real de Madrid, que ofrecía un rayo de esperanza.

Los escritos -algunos con fotos, recortes de prensa, documentos, libros...- llegaban a la Secretaría Particular del Rey, cuyo responsable, Emilio María de Torres, abría un expediente con los datos personales del solicitante y del buscado, y ponía en marcha el mecanismo para atender las peticiones.

Casi todos esos expedientes se conservan en el Archivo General de Palacio, donde en estos momentos «se están catalogando», según relata su director. Se calcula que entre un 5 y un 10 por ciento de los legajos han desaparecido, entre ellos la carta de la lavandera francesa.

Una exposición y una web
El objetivo ahora es preparar una exposición para finales de 2018 sobre la Oficina de la Guerra Europea y crear un portal web que permita acceder a cualquier persona a estos expedientes, que esconden emocionantes historias humanas. Cuando se acabe la catalogación se podrá decir con seguridad qué porcentaje de casos se resolvieron con éxito, aunque se calcula que fueron muy pocos, porque la guerra de 1914 fue uno de los conflictos más mortíferos de la historia.

En los expedientes figuran nombres conocidos, como el del actor y cantante francés Maurice Chevalier, que fue liberado de un campo de internamiento alemán gracias a la intervención de Alfonso XIII; o el del bailarín ruso Vaslav Nijinsky, que fue liberado en Hungría por las gestiones del Rey. También aparece una queja sobre su situación personal del general De Gaulle, que estaba prisionero en un campo de internamiento que había sido visitado por inspectores españoles enviados por el Monarca, explica Alonso.

Pero hay otras muchas historias, como la de la niña francesa de ocho años Sylviane Sartor, que escribió al Rey: «Majestad, mamá llora siempre porque su hermano está prisionero... Yo os agredecería lo hicieseis enviar a Suiza porque ya está prisionero desde hace dos años y mamá va a enfermar de tanta pena». Y la respuesta de Alfonso XIII: «Querida señorita, yo procuraré, lo mejor que sepa, hacer que mamá no llore; pero tened la bondad de darme noticias precisas sobre su tío para que yo pueda enterarme de su estado...»

Labor humanitaria
La labor humanitaria de Alfonso XIII se fue ampliando poco a poco. Al auxilio informativo se sumaron las inspecciones de los campos de internamiento, el canje de prisioneros, la gestión de indultos, la atención a enfermos y heridos, el envío de alimentos y medicinas, y las gestiones al más alto nivel para que dejaran de bombardearse los buques-hospitales.

Esta misión fue ampliamente divulgada en Europa, pero apenas difundida en España. En el Archivo de ABC, sólo se han encontrado seis fotos de la Oficina y discretas alusiones en las páginas del diario. El propio Rey no quería hablar de esta labor, que atribuía a «la generosidad cristiana de España». Ya en el exilio, cuando su biógrafo y corresponsal de ABC, Julián Cortés-Cavanillas, le preguntó sobre la misión humanitaria, el Rey eludió la respuesta: «Éste es un punto del que yo no debo hablar y las naciones que fueron beligerantes conocen sobradamente», afirmó. Muestra de que en Europa la conocían fueron las enormes manifestaciones de gratitud con las que el Rey fue recibido en París y Londres cuando partió al destierro. Pero en España, el tiempo y la Guerra Civil enterraron esta inmensa obra humanitaria en el olvido.

Ayuda humanitaria en los dos bandos
Madame Deverdieu tenía el presentimiento de que su marido había perdido la memoria, debido a un golpe en la cabeza, y posiblemente estaría internado en algún hospital alemán, relata Juan José Alonso, director del Archivo General de Palacio. Su esposo, Louis-Paul Deverdieu, soldado francés del Regimiento de Infantería nº 311, había desapa- recido en Mort-Homme, donde se desarrollaron la mayor parte de los combates de la batalla de Verdún (entre febrero de 1916 y diciembre de 1917). «Dieciséis meses después del combate en el que desapareció su marido (junio de 1916), madame Deverdieu escribió a Alfonso XIII para que se buscase en hospitales donde hubiese amnésicos -continúa Alonso-. Para ayudarle a recordar, envió varias fotografías, incluida una en la que aparecía el soldado con su esposa y su hijo». Lamentablemente, el resultado de la búsqueda fue: «No hallado».

El joven Franz Koster, soldado alemán de reserva del Regimiento 207 de Infantería, fue dado por desaparecido el 9 de noviembre de 1914 en Bixschoote (primera batalla de Ypres, Bélgica, que se conoció como «la matanza de los inocentes»), cuenta el director del Archivo General de Palacio. «Nueve meses después, su hermana Anna Koster envió desde Hamburgo una carta al Rey». Habían recibido noticias del Ministerio del Ejército en las que les comunicaban la desaparición de Franz. «Desde entonces habían acudido a todas las instancias posibles. Sus padres estaban enfermos por la dolorosa pérdida, y ella y sus hermanos no podían tranquilizarles porque todos estaban literalmente rotos por el dolor. La Secretaría del Rey de España había abierto en su vida un “rayo de esperanza”». En esta ocasión tampoco se pudo localizar al soldado Koster.

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¿de esto no van a hacer una expo?

http://amberesrevista.com/alfonso-xiii-el-rey-pornografo-2/
Alfonso XIII, el rey pornógrafo
Por Mario González-Linares -
6 enero, 2016
A comienzos del siglo XX, el cine decidió seguir la estela dejada por la fotografía y las ilustraciones eróticas de finales del siglo XIX, llevando esta forma de esparcimiento a nuevas cotas. La época de entreguerras fue el momento propicio para la puesta en ejecución de una nueva revolución en el ámbito del entretenimiento: el cine por**gráfico.

La productora barcelonesa Royal Films, a la que se han atribuido los primeros filmes pornográficos realizados en España, fue fundada en 1915 por los hermanos Ramón y Ricardo de Baños. El nombre de la productora no fue escogido de modo fortuito: estas películas se rodaron a instancias del Conde Romanones, destacado político del momento, quien ejerció de intermediario entre sus autores y aquél al que iban dirigidas, el rey Alfonso XIII de Borbón.

Si hasta los años sesenta el consumo de cine por**gráfico de muchos países aconteció en prostíbulos o clubs privados, el caso de España fue algo distinto. En los albores de la por**grafía filmada, fue la aristocracia española del momento la que requirió tan selectas producciones. De este modo, el círculo cortesano del monarca Alfonso XIII -de quien se sabe que llegó a sugerir posibles argumentos para las mismas-, gozó de un metraje al alcance de muy pocos en aquel tiempo. La por**grafía era entonces un placer elitista y, en ocasiones, podía constituir un signo de distinción.

Aunque el número de películas pornográficas rodadas por la Royal Films fue muy superior -se cree que la cantidad oscila entre las cincuenta y setenta-, sólo tres de ellas han llegado hasta nosotros, rescatadas de su olvido en un convento por la Filmoteca de la Generalitat Valenciana, responsable de su restauración. Se trata de los filmes titulados Consultorio de señoras, El ministro y El confesor, todos ellos producidos en la década de 1920 y filmados en la ciudad de Barcelona.

Si estas películas merecen el calificativo de pornográficas -o sicalípticas, como eran conocidas en la época- es a causa del s*x* explícito contenido en ellas: Consultorio de señoras narra una serie de encuentros sexuales en la consulta de un ginecólogo; El ministro trata acerca de un caballero que acude a su esposa para que interceda por él ante un hombre del gobierno, para lo cual la mujer no duda en hacer uso de sus encantos; por último, El confesor, quizá la más interesante de las tres por sus implicaciones político-religiosas, nos muestra a un sacerdote manteniendo relaciones sexuales con su ama y dos feligresas. La trilogía es anterior a la aparición del cine sonoro y desconocemos si tenían algún tipo de acompañamiento musical. De lo que no parece caber duda es del gusto por estas piezas de su controvertido financiador, contrarias a los valores sostenidos por los referentes morales del régimen político del momento, de entre los que sobresalía la Iglesia católica.

No en vano, Alfonso XIII de Borbón -avezado juerguista y mujeriego impenitente-, fue un hombre siempre proclive a transgredir las normas apuntaladas por la costumbre. Así, en la década de 1930 -ya exiliado de España tras la proclamación de la Segunda República-, el ex-monarca se encontraba visitando Hollywood cuando expresó su deseo de conocer al cómico Fatty Arbuckle. Al ser informado por el actor Douglas Fairbanks de la caída en desgracia de aquél a causa de la supuesta violación de una joven con una botella de champán -la cual habría sido la razón de su fallecimiento un par de días después-, Alfonso de Borbón no dudó en expresar su consternación por lo sucedido pronunciando estas palabras: «¡Qué injusticia! ¡Si eso le puede pasar a cualquiera!»
 
La historia de la Infanta Beatriz y el Rey Alfonso XIII está bien explicada en el libro "Ena y Bee, en defensa de una amistad" de Ana de Sagrera. Los rumores decían que no sólo Beatriz y Alfonso eran amantes sino que además Beatriz le conseguía "amigas" al Rey traicionando así doblemente a su prima y amiga de la infancia, la Reina Victoria Eugenia. La realidad es que Alfonso le hizo la vida muy difícil a Beatriz y a su esposo el Infante Alfonso de Orleáns, primo del Rey. Los exilió, les quitó el título de Infantes... Dicen que el Rey sentía una profunda envidia por el matrimonio, que además de quererse tenían hijos saludables a diferencia de él. Así y todo, Beatriz y su esposo demostraron fidelidad al Rey hasta el fin de sus días.
 
La historia de la Infanta Beatriz y el Rey Alfonso XIII está bien explicada en el libro "Ena y Bee, en defensa de una amistad" de Ana de Sagrera. Los rumores decían que no sólo Beatriz y Alfonso eran amantes sino que además Beatriz le conseguía "amigas" al Rey traicionando así doblemente a su prima y amiga de la infancia, la Reina Victoria Eugenia. La realidad es que Alfonso le hizo la vida muy difícil a Beatriz y a su esposo el Infante Alfonso de Orleáns, primo del Rey. Los exilió, les quitó el título de Infantes... Dicen que el Rey sentía una profunda envidia por el matrimonio, que además de quererse tenían hijos saludables a diferencia de él. Así y todo, Beatriz y su esposo demostraron fidelidad al Rey hasta el fin de sus días.

Efectivamente, si Beatriz hubiese accedido a ser amante del rey éste no les habria causado problemas ni a ella ni a su marido, como con tantas otras amantes casadas, cuyos maridos ascendian en la corte. Pero con Beatriz no fué el caso, se negó, y el miserable del rey haciendoles la vida imposible. No, Beatriz queria mucho a Ena y jamás la traicionó, eso ya está más que claro, pero las cortes, siempre peloteras con el rey, tenian que ensuciar su imagen con esas difamaciones.
 
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