Re: Libro "Adiós princesa" de David Rocasolano - Contenido. Capítulos.
Buenas noches, señ
[email protected] Aquí va el resumen del capítulo 4
* * *
LIBRO
CAPITULO 4 – LA PERIODISTA
En este capítulo Rocasolano habla de L.O y su vocación periodística. De adolescente su sueño era ser reportera de guerra a lo Pérez-Reverte y convertirse en una estrella de la pequeña pantalla. Las precariedades materiales de su familia trabajadora le resultaban duras porque ella deseaba una vida de éxito material y social. Y persiguió esa otra vida con tenacidad.
El autor cuenta que la relación de L.O con su profesor de instituto comenzó cuando ella tenía 17 o 18 años y él rondando los 30. Más que una pareja en sentido convencional, ella buscaba un mentor,
“un profesor particular las 24 horas del día, un tío que le abriera los ojos a todo lo que ella desconocía”. Describe a Guerrero como un hombre muy culto, muy leído. En lo ideológico era un “anticlerical furibundo” y un revolucionario de salón,
“un radical de izquierdas que riega las macetas, respeta los semáforos, paga sus impuestos y no levanta la voz”.
La relación de L.O y Guerrero duró 10 años, pero hubo múltiples altibajos: vivían juntos, se separaban, se volvían a reconciliar… El problema básico era una forma muy distinta de ver la vida. L.O. no entendía la falta de ambición de Guerrero, como no usaba su cultura y su talento para escribir cosas comerciales. Y él
“despreciaba los impulsos arribistas de Letizia por alcanzar el éxito periodístico, la fama, el dinero y la consideración social”.
Cuando se licenció, L.O. consiguió una beca para continuar sus estudios en México. Ella hubiera preferido ir a EEUU, pero su mal inglés la condujo a otro país hispanohablante. Los estudios fueron la excusa, lo que ella quería es empezar a escribir en un periódico. Consiguió un trabajo en una publicación cultural, Tentaciones, donde se le encargó hacer entrevistas a escritores y artistas y reportajes sobre la vida nocturna de la Guadalajara mexicana. Durante el año que ella estuvo en México, Rocasolano no tuvo ningún contacto con ella.
Cuando volvió a Madrid, “estaba totalmente desubicada”. Encontró un trabajo en un canal financiero llamado Bloomerang TV y volvió con Guerrero. Se compraron un piso y en 1998 decidieron casarse. La familia se enteró el día de la boda de que los padres de L.O. iban a divorciarse.
Su cambio de suerte se produjo con su entrada en CNN+, del Grupo Prisa. El director de informativos, Francisco Basterra, la llamó para que participara en un casting. La eligieron para presentar el telediario de la mañana. El libro no explica de qué conocía Basterra a la oscura principiante. Las condiciones económicas no eran buenas, pero aquella era su primera gran oportunidad de convertirse en un rostro conocido y se la trabajó a conciencia. Aunque siempre parecía atenazada por su temperamento ansioso.
“Aunque no lo aparente, Letizia es una persona insegura, bastante frágil, y que incluso sufre ciertos inexplicables complejos físicos”.
Meses después de empezar su andadura como presentadora, su unión con Guerrero se fue al garete. Rocasolano tramitó el divorcio y a principios de noviembre de 2000 se reunió con los dos en los juzgados de Arganda para que ratificaran su convenio.
“Letizia salió de Arganda como alma que lleva el diablo, pasando página lo más rápido que pudo”. No es persona que exteriorice el sufrimiento:
“fría, orgullosa, cabeza alta, indestructible”. Guerrero, en cambio, se mostraba más melancólico.
“Prefiero no contarte cómo es tu prima. Todo pasará, el tiempo lo cura todo”. La ruptura fue
“fría”.
Los papeles del matrimonio de L.O. con Guerrero que Rocasolano tenía (certificado de matrimonio, sentencia de separación y divorcio, convenio) acabaron en un archivador de un sótano, sin ninguna medida especial de seguridad. Rocasolano dice que nadie le pidió copia de nada para guardarla en ninguna caja fuerte.
L.O. se compró un pequeño piso de soltera en Vicálvaro por mediación del primo. Juntos fueron a firmar la escritura al notario. Rocasolano describe lo acomplejada que L.O. se sentía por su situación económica frente a otros compañeros más pudientes.
“El barrio, lo pequeño que es…Me da un poco de vergüenza”. No mucho después empezó a sentirse una estrella de la televisión y nunca llevaba a nadie a su piso “proletario”. De hecho,
“jamás tuvo más muebles que un pequeño sofá y una cama de matrimonio. En cierto modo, Letizia nunca vivió allí. Era un lugar de paso”.
Prefería la casa de Tejera, otro periodista de CNN+ que se convirtió en su nueva pareja. La relación era completamente distinta a la que tuvo con Guerrero, el profesor y amante con quien ella era
“atenta, aplicada y obediente”. Tejera era un compañero de profesión ambicioso e independiente,
“agradable, divertido y muy amable”, además de mujeriego. La impresión de Rocasolano es que en aquella relación había una química sexual muy intensa entre ambos, pero muy pocas ganas de comprometerse afectivamente.
“Mi prima, contradictoria impenitente, deseaba mantener su libertad mientras intentaba controlar la de David. Sus discusiones por esta causa eran más que habituales, incluso en presencia de testigos”. Ella llegaba al histerismo en aquellas broncas.
En 2001 L.O. entra en Televisión Española. Ni una palabra sobre cómo lo consigue, quién es su padrino. Comenzó a presentar el Informe Semanal en verano y luego pasó a formar parte del equipo del telediario. Su situación económica mejoró considerablemente. Y ella empezó a hablarle de un misterioso diplomático,
“un tío importante”, con quien había empezado a relacionarse. A veces le hablaba de escapadas a Lausana, a Chipre o a Nueva York hechas en compañía de este individuo.
En julio de 2003, en un restaurante italiano del Paseo de la Habana de Madrid, L.O. les contó a Rocasolano y su pareja de entonces que el supuesto diplomático era, en realidad, el Príncipe de Asturias.
Rocasolano valoró aquella historia como hubiera hecho cualquier mortal con sentido común.
“Pero qué coxx se va a casar el Príncipe con Letizia”, le dijo a su compañera.
“No digas chorradas. Le va a echar unos polvos y adiós cristiana”. Pero a su pareja le había llamado la atención que ella hablaba del asunto muy seria. En los pasillos de TVE la apodaban la “Ambición Rubia”, “Fictizia” y “Mortizia”.
En septiembre de 2003 (a la par que andaban buscando cómo borrar las huellas de la clínica Dator) L.O. da el gran salto al telediario de la noche, que pasó a presentar con el director de informativos de TVE Alfredo Urdaci. A pesar de que él fue luego presumiendo de amistad con L.O., ella lo detestaba y Rocasolano jamás la oyó decir una palabra amable sobre él. Sin embargo, L.O.
“se apuntaba a cualquier fiesta o sarao a los que la invitaran sus jefes”. Lo hacía por puro cálculo, por puro interés.
“A mí, Alfredo me sirve para estar donde estoy…Lo único malo es que me relacionan demasiado con él”.
Vista desde hoy, y desde las manipulaciones que ella ha exigido en lo tocante a sí misma desde que entró en Zarzuela, la cosa más llamativa es que echaba pestes de las manipulaciones de Urdaci a favor del gobierno de turno.
“No lo aguanto más. Estamos haciendo el ridículo –se quejaba de la constante manipulación a la que sometía Urdaci toda información sensible para el Gobierno-. La información ha de ser objetiva –argumentaba”.