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Cate Blanchett, la mujer que es casi perfecta
Actriz y madre de familia numerosa, se ha distinguido por su participación en el debate feminista que sacude Hollywood

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Cate Blanchett en la gala de clausura del Festival de Cannes de 2018. VITTORIO ZUNINO CELOTTO GETTY


ÁLEX VICENTE
París 27 MAY 2018


Allá donde uno mire se encontrará a Cate Blanchett. De un tiempo a esta parte, la actriz australiana se ha vuelto omnipresente. Acaba de ejercer de presidenta del jurado en el Festival de Cannes, donde logró la cuadratura del círculo al anunciar un palmarés aplaudido hasta por los críticos más difíciles de contentar. Incluía hasta un premio especial a Jean-Luc Godard, una primicia en los 71 años de historia del certamen, por el que tuvo que “infringir el protocolo”, según su confesión, y que le costó varias peleas con los responsables del festival.

Sus gustos cinéfilos son eclécticos, como traducen sus elecciones en la gran pantalla. Acaba de estrenarManifesto, una película experimental inspirada en los ismos del siglo XX, a las órdenes del artista Julian Rosefeldt, y ya tiene a punto Ocean's 8, elspin-off femenino de la saga de ladrones de guante blanco, que llegará a los cines españoles en julio.

Por si fuera poco, tiene cuatro películas en posproducción, incluido lo nuevo de Richard Linklater o la última adaptación de El libro de la selva, donde pone voz a la serpiente Kaa. Además, acaba de firmar como nueva portavoz de los productos de belleza de Armani, tras ser imagen de dos de sus perfumes desde 2013, y tiene cuatro hijos con el director teatral Andrew Upton, con los que vive desde 2016 en una mansión en el condado británico de Sussex. Lo primero que suelen preguntarle en las entrevistas es cómo lo consigue. “No lo logro pero lo intento, como tantas mujeres…”, respondió a Madame Figaro a comienzos de este mes. “No sé hacer pausas. Soy una hiperactiva que siempre piensa: Y mañana, ¿qué?”. En otra entrevista con Variety, se definió como “intensamente curiosa”. “Estoy constantemente interesada en abrir puertas invisibles que antes no había visto”, agregó.


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Cate Blanchett posa en la alfombra roja del Festival de Cannes el 10 de mayo de 2018. GTRESONLINE


En los últimos meses, Blanchett se ha distinguido por su participación en el debate feminista que sacude Hollywood (y el mundo). Justo antes del festival, reveló que también había sido víctima del productor Harvey Weinstein, con quien trabajó en repetidas películas. “Atacaba principalmente a los vulnerables, como la mayoría de depredadores”, explicó Blanchett. La actriz aseguró que Weinstein solía recordarle que “no eran amigos” por no hacer “lo que él pedía”.

Manifiesto
Durante su paso por Cannes, Blanchett también encabezó el grupo de 82 mujeres de la industria cinematográfica que desfilaron por la alfombra roja exigiendo una igualdad real y perceptible antes de 2020. Leyó un manifiesto, como esos que parece reivindicar su última película, que tal vez vuelvan a ser necesarios en estos tiempos revueltos.

“Las mujeres no somos una minoría en el mundo, pero el estado actual de la industria parece indicarlo”, dijo Blanchett desde la escalinata de la alfombra roja. En su entrevista con Madame Figaro ya se había referido al mismo tema: “La infrarrepresentación es flagrante. Pero un cambio profundo se está produciendo: las mujeres ya no se callan tanto. Ya no esperan que nadie venga a salvarlas”. Al ganar el Oscar por Blue Jasmine —hace cinco años, cuando estaba mucho menos de moda pronunciar la palabra “empoderamiento”—, Blanchett también encontró la ocasión de poner el tema sobre la mesa, dedicando la estatuilla a “quienes creen que las películas con mujeres en el centro son nichos de mercado”. “No lo son. La gente quiere verlas y logran ganar dinero”, denunció sobre el escenario.


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82 mujeres posan en la escalinata del Palais du Festival de Cannes. GTRESONLINE


Blanchett siempre se ha definido como feminista, incluso en tiempos en que la palabra estaba marcada por un inexplicable estigma. “Nunca me definí de otra manera. Nunca he entendido ese estigma, porque solo es un avance hacia la igualdad. No se trata de construir un matriarcado. Aunque después de los interminables milenios en los que hemos trabajado bajo el patriarcado, no me importaría una pequeña dosis de matriarcado en algún lugar…”, dijo a Variety.

La primera vez que pisó Cannes fue hace 20 años, cuando tenía 28. Llegó al festival con una pequeña comedia romántica rodada en las antípodas, Thank God He Met Lizzie. Recorrió los pasillos del mercado buscando distribución. Recuerda que, como uno de esos anónimos que deambulan por la sede del festival intentando hacerse con una entrada regalada por un alma caritativa, consiguió una invitación para ver La tormenta de hielo, de Ang Lee. Quedaban pocos meses para que saltara al estrellato con su papel en Elizabeth, que le reportó su primera nominación al Oscar sobre un total de siete (y dos estatuillas). Veintiuna ediciones más tarde, Blanchett se ha marchado de ese mismo festival convertida en reina del cine contemporáneo.


UN FENÓMENO VIRAL

Cate Blanchett también ha invadido las redes como protagonista de un nuevo fenómeno viral: las imágenes de mujeres embelesadas por su presencia. Todo empezó con las fotos de algunas de sus compañeras de jurado en Cannes observándola con aire embobado. “Quédate con alguien que te mire como Kristen Stewart mira a Cate Blanchett”, ironizaron algunos tuits. Más tarde, se les sumaron imágenes donde aparecía con actrices como Léa Seydoux o Anne Hathaway y Sarah Paulson en el estreno de Ocean's 8 en Nueva York, todas con actitud igualmente admirativa.

https://elpais.com/elpais/2018/05/24/gente/1527178104_092967.html
 
Benicio del Toro: “Pablo Escobar es el Hamlet de los actores hispanos”
El portorriqueño repite personaje en la segunda parte de 'Sicario', que ahora dirige el italiano Stefano Sollima

ROCÍO AYUSO
Los Ángeles 27 JUN 2018

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El actor Benicio del Toro, en el pasado festival de Cannes. En vídeo, tráiler de la película. EMMA MCINTYREGETTY

VIDEO: https://elpais.com/cultura/2018/06/26/actualidad/1530048687_300444.html


Incluso en los tiempos del #MeToo a Benicio del Toro (San Germán, Puerto Rico, 1967) le precede su fama de ligón. Cierta o no, disfruta alimentándola tanto como le gusta su aire de lobo solitario. "Pero hoy con mi mejor cara para gustar". Y con ella no le ha ido mal. “Pude haber sido pintor”, reconoce a EL PAÍS sobre la frustración artística que nunca desarrolló. “Me gustaría pintar pero siendo totalmente caribeño diré que hay que meterle tiempo. Y en mi caso la interpretación tenía más sentido”, añade. ¿Por qué? “Porque cuando uno pinta está solo. No cuando actúas. Especialmente cuando empecé, que había muchas muchachas guapas”, añade con cara de pillo este boricua nacionalizado español.

A Del Toro le van personajes torturados como el de Alejandro, el asesino, padre y mercenario del gobierno estadounidense que ahora retoma en Sicario: el día del soldado, que se estrena en España el próximo viernes. “Me atraen por sus altos y bajos, como los buenos libros. Porque la vida es complicada. Y porque también me buscan”, desgrana. Habla con parsimonia, pensando mucho y diciendo más con sus silencios que con sus palabras. Como sus personajes. “Son muchas las veces que es más fácil sentirlo que decirlo”, comenta acerca de su estilo, que le ha llevado a ganar el Oscar con Traffic (2001) o premio en Cannes al mejor actor con Che (2008). Ambos hombres complicados. En esta categoría entra su trabajo en Sicario (2015), de Denis Villeneuve que ahora retoma el italiano Stefano Sollima con una historia que su guionista, Taylor Sheridan, siempre vio como trilogía.

Para del Toro nunca fue sencillo, ni tuvo padrino. “Ya no me siento tan raro. Pero quizá soy un autor frustrado, un director frustrado, un montador frustrado. Quizá hago cosas que le corresponderían a otros pero llega un momento en que conozco mejor el personaje que quien lo creó. Y me siento responsable. Tiene que ver con mi manera de ver la vida”, afirma. Sus palabras se aplican tanto a su enigmático Fenster de Sospechosos habituales como al coleccionista de Guardianes de la Galaxia. O a cualquiera de los trabajos que le han unido a Steven Soderbergh, Alejandro González Iñárritu o Sean Penn. “Claro que tengo verdaderas amistades en el cine. Josh [Brolin], Sean, Javier [Bardem]... Hablo de tres de los mejores actores que existen ahora mismo en el mundo. Y hay 20 que admiro. Hay un respeto, una admiración por el trabajo que motiva. Veo una película de Javier y quiero volver a trabajar, no por competencia sino porque me impulsa a hacer lo que más me gusta”.

Lo que más le gusta puede que no sea necesariamente películas de narcos, aunque como apunta, a estas alturas ya es un género. “Pablo Escobar es el Hamlet de los actores hispanos”, se ríe. “Desde Traffic he interpretado otros muchos personajes en el mundo del narcotráfico”. No quiere entrar en política: “Dame s*x* y miro. Entra en política y aparto la vista”. Aunque sea en la política de Hollywood. Hace años su amigo Penn llamó al Sindicato de Actores al orden cuando ni tan siquiera nominaron a Del Toro por Che por ser un trabajo en español. El aludido vuelve a ser hombre de pocas palabras: “No sé. Los latinos no estamos tan unidos. No somos una raza. O somos una raza de individuos. Una cultura dispersa”.


 
Me encanta Benicio del Toro,, tengo los dos DVDs, que me los pasaron grabados, hace años, sobre el Che Guevara, Guerrilla y Che, el argentino.
 
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