ACTORES-ACTRICES

La venganza de Sara Montiel contra Sofía Loren, la diva italiana que fue humillada en España
Debutó en el cine el año en que nació el DNI, besó a Gary Cooper y sedujo a James Dean. Sara Montiel aprendió a fumar puros con Hemingway y le cocinó a Marlon Brando, pero nunca le perdonó a Loren haberle robado el papel de Doña Jimena en «El Cid»

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Sara Montiel en "El último cuplé"

Lucía M. Cabanelas
MADRID Actualizado: 05/08/2020 00:41h

Besó a un ya maduro Gary Cooper, sedujo a James Dean antes de su prematura muerte y se casó con un maestro del wéstern. Aprendió a fumar puros con Ernest Hemingway, y le enseñó a preparar a Marlon Brando «los huevos a la manchega». Sara Montiel triunfó en Hollywood sin saber inglés, fue india sioux siendo española y consiguió ser la actriz mejor pagada.

Logró cuanto quiso, se retiró del cine cuando comenzaba el destape porque no pensaba desnudarse y hasta encandiló a Joan Fontaine, algo que nunca consiguió su hermana Olivia de Havilland. María Antonia Abad Fernández, Sarita para la meca del cine, Sarítisima cuando se convirtió en estrella, debutó en una película el mismo año que nació el DNI, en 1944, actuó y cantó, y fumando esperó... aunque no sirviera para nada.

Tanto esperó que Sofía Loren le tomó la delantera. Ningún mérito le valió a Montiel para conseguir el papel de Doña Jimena en «El Cid» (1961), una película dirigida por su primer marido, Anthony Mann, en España. La actriz que compartió cartel con Cooper y Burt Lancaster en «Vera Cruz» (1954), esa que jugaba al tenis en su casa junto a la siempre misteriosa Greta Garbo, se movía como pez en el agua en el Hollywood de mediados del siglo pasado, pero no pudo hacer nada en su país contra la diva italiana. Claro que Charlton Heston era Rodrigo Díaz de Vivar, y aunque él todavía no lo sabía, antes que a Sara Montiel prefería a Carmen Sevilla, que despertó las bajas pasiones del actor en «Marco Antonio y Cleopatra» (1972). «Empezó a tocarme los pechos, y a expresar el amor que me tenía. Y yo dije: "Que me escuchen, que Charlton me tocara los pechos, las t*tas, no estaba en el guión"», contaría la andaluza.

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Sara Montiel y Gary Cooper en "Veracruz"


Entre un sinfín de despropósitos, como vestir de musulmanes a soldados de reemplazo enviados por Francisco Franco, la película de «El Cid» obtuvo el beneplácito de Menéndez Pidal, historiador patrio experto en el Campeador, pero se dejó por el camino la esencia del guión, que reescribieron para dar más protagonismo a Sofía Loren. Mientras Heston desconfiaba, la italiana exigía mayor carga dramática para su Jimena, y rendidos a su encanto le regalaron la oportunidad de conquistar al mundo con esa mirada atormentada durante el combate en Calahorra.

-Sé que mi amor no tiene derecho a seguir viviendo, pero no quiere morir- dice Heston. -Mátalo- suplica Loren.

-Mátalo tú. Dime que ya no me quieres.


Montiel y Anthonny Mann

Montiel y Anthonny Mann

En una versión más próxima a la de la obra de teatro de Pierre Corneille que a la historia, es a partir de esta escena cuando el personaje de Loren asume su trágico destino, esa lucha entre su amor y la necesidad de venganza que finalmente culmina.

Aunque para «vendetta» la de Sara Montiel, que le hizo pagar caro a la italiana su fichaje en la película. «Sarita Montiel no cesaba de forcejear con él [Mann] para convencerlo de que le diera el papel de Doña Jimena; eran intentos, tanto diurnos como nocturnos, que resultaron todos baldíos. Porque Tony, o el productor Samuel Bronston, tenían clara su decisión, más tangible que un billete de cien dólares», cuenta Enrique Herreros en su libro «A mi manera» (Modus Operandi, 2015). «El día que Sarita se convenció de que su causa estaba más perdida que Carruca se calló como una muerta y se puso a trazar un plan de venganza», explica el hijo del ilustrador del mismo nombre, que aconsejó a María Antonia Abad llamarse Sara, por su abuela, y Montiel, por los montes manchegos.

Una larga espera
Nada más comenzar el rodaje de «El Cid» en uno de los platós de los estudios Chamartín, se inició un pacto tácito entre «la Loren» y Mann. La actriz italiana debía recogerle todos los días, a las seis de la mañana, en la casa de Montiel, en la calle San Bernardo 117. Sara Montiel, que había renunciado a madrugar después de su experiencia al otro lado del Atlántico, se despertó un día antes de tiempo y se cobró su revancha. Cinco minutos antes de que el chófer de Loren llegara al piso y timbrara, como era costumbre, la protagonista de «El último cuplé» tragó la bilis y comenzó su interpretación: «¡Me encuentro muy mal! Hay que llamar al doctor Estébanez. ¡Me muero!», gritó. «Aunque parezca mentira, en el domicilio de esa, entonces, diva consagrada, no había teléfono. Toñi, su sobrina, casi una niña, tuvo que bajar a otro piso del edificio, despertar a sus moradores y llamar a mi padre para que avisara al doctor», cuenta Herreros sobre una odisea que se repitió una vez más.

Con Raf Vallone en «La violetera»

Con Raf Vallone en «La violetera»

Mientras los quejidos de la que en ese momento era «reina absoluta del cine español» se escuchaban en todo el bloque, Sofía Loren seguía esperando en el coche. A la fuerza y con las legañas todavía pegadas, el médico y Herreros padre terminaron acudiendo a la llamada de auxilio de la «cupletísima», que seguía fingiendo con descaro. Cuando llegaron al edificio, vieron a la actriz italiana, «sentada en el vehículo con una cara de cabreada que le llegaba hasta los pies».

«El doctor Estébanez sometió a Sarita a un rápido reconocimiento y, por lo bajini, le indicó a mi padre que la pretendida enferma está más sana de lo que entonces lo estaba Di Stéfano», recuerda el que fuera jefe de Publicidad de United Artists en Madrid, enciclopedia de recuerdos de un Hollywood dorado que vino a disfrutar de los placeres españoles de la mano de Bronston. Mann se percató entonces de la treta y, sin mediar palabra, salió de la casa. A partir de entonces, el director de «El hombre del oeste» (1958) se alquiló un pequeño apartamento en la Torre de Madrid, en Plaza de España, hasta que terminó el rodaje. Y hasta se permitió el lujo de volver a trabajar con la italiana, a la que dirigió en «La caída del imperio romano» (1964), de nuevo en España, un año después de divorciarse de Sara Montiel.

Eso sí, el plantón de una hora a Sofía Loren no se lo quitó nadie.

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Charlton Heston y Sofía Loren a su llegada a España antes de comenzar el rodaje de "El Cid"

 
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FOTO: GETTY

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