OP
pilou12
Guest
63
Entró con desenvoltura y con desenvoltura presentó a Perry al vendedor, como «un amigo mío que está a punto de casarse» y siguió diciendo: «Yo voy a ser testigo y le estoy ayudando a comprarse lo que le hace falta. Ja, ja, digamos, ja, ja, para su ajuar.» El vendedor «tragó el anzuelo» e inmediatamente se vio Perry quitándose los pantalones de dril para probarse un tétrico traje que el dependiente consideraba «ideal para una ceremonia informal». Después de comentar el extrañamente desproporcionado tipo de su cliente, su superdesarrollado torso sostenido por aquellas piernas cortas, añadió:
-Me temo que no tenemos nada que pueda irle bien sin necesidad de un arreglo.
¡Oh!, contestó Dick, no había inconveniente. Sobraba tiempo porque la boda era «de mañana en una semana». Una vez aclarado aquello, se pusieron a elegir un equipo de chaquetas y pantalones menos sobrios, apropiados para lo que, según Dick, iba a ser una luna de miel en Florida.
-¿Conoce el Eden Rock? -preguntó Dick al vendedor-. ¿El que está en Miami Beach? Pues ya tienen reservas. Es regalo de los padres de ella: dos semanas a cuarenta dólares por día. ¿Qué me dice? Un enano feo como éste va y encuentra un bombón que no sólo es un bombón sino que además está cargada de oro. Mientras que tipos como usted y yo, con buena presencia...
El vendedor presentó la cuenta. Dick se llevó la mano al bolsillo trasero del pantalón, frunció el ceño, hizo chasquear los dedos y exclamó:
-¡Puñeta! Me he dejado el billetero en casa.
Frase que a su compañero le pareció tan poco original que creyó que no podría engañar «ni a un tonto negro recién nacido». Pero al parecer, el vendedor lo creía porque cuando Dick sacó un cheque en blanco y lo firmó por ochenta dólares más del total de la cuenta, le entregó inmediatamente el cambio en efectivo.
Afuera Dick le dijo:
-¿Así que te casas la semana que viene? Bueno, pues vas a necesitar un anillo.
Poco después, en el viejo Chevrolet de Dick, llegaban a una tienda llamada Las Mejores Joyas. De allí, después de pagar con un cheque un anillo de boda y otro de brillantes, fueron a una casa de empeños. A Perry le dolía desprenderse de ellos. Casi había comenzado a creer en aquella pretendida novia, si bien, en su imaginación, contrariamente a la descripción de Dick, no era ni rica ni guapa sino muy bien educada, sabía hablar con corrección y probablemente poseía título universitario, «un tipo de chica muy intelectual»: la clase de muchacha que siempre había deseado encontrar y que nunca tuvo en la realidad.
A menos de contar a Cookie, aquella enfermera que había conocido cuando estuvo hospitalizado como resultado del accidente de moto. Una muchacha estupenda, Cookie, le había iniciado en la «literatura seria»: Lo que el viento se llevó, This is my beloved1. Tuvieron lugar algunos episodios sexuales, extraños, furtivos; se llegó a hablar de amor y hasta de matrimonio, pero luego, ya repuesto de sus lesiones, le dijo adiós y a modo de explicación le dio un poema que pretendía haber escrito:
Hay una raza de hombres inadaptados una raza que no puede detenerse
hombres que destrozan el corazón a quien se les acerca y vagan por el mundo a su antojo...
Recorren los campos y remontan los ríos escalan las cimas más altas de las montañas; Llevan en sí la maldición de la sangre gitana
y no saben cómo descansar.
Si siguieran siempre en el mismo camino llegarían muy lejos;
son fuertes, valientes y sinceros.
Pero siempre se cansan de las cosas que ya están,
y quieren lo extraño, lo nuevo, siempre.
1 This is my beloved. Libro de poesías sobre la sensualidad, cuyo autor es Walter Benton. (N. del T.)
A sangre fria - Truman Capote
Entró con desenvoltura y con desenvoltura presentó a Perry al vendedor, como «un amigo mío que está a punto de casarse» y siguió diciendo: «Yo voy a ser testigo y le estoy ayudando a comprarse lo que le hace falta. Ja, ja, digamos, ja, ja, para su ajuar.» El vendedor «tragó el anzuelo» e inmediatamente se vio Perry quitándose los pantalones de dril para probarse un tétrico traje que el dependiente consideraba «ideal para una ceremonia informal». Después de comentar el extrañamente desproporcionado tipo de su cliente, su superdesarrollado torso sostenido por aquellas piernas cortas, añadió:
-Me temo que no tenemos nada que pueda irle bien sin necesidad de un arreglo.
¡Oh!, contestó Dick, no había inconveniente. Sobraba tiempo porque la boda era «de mañana en una semana». Una vez aclarado aquello, se pusieron a elegir un equipo de chaquetas y pantalones menos sobrios, apropiados para lo que, según Dick, iba a ser una luna de miel en Florida.
-¿Conoce el Eden Rock? -preguntó Dick al vendedor-. ¿El que está en Miami Beach? Pues ya tienen reservas. Es regalo de los padres de ella: dos semanas a cuarenta dólares por día. ¿Qué me dice? Un enano feo como éste va y encuentra un bombón que no sólo es un bombón sino que además está cargada de oro. Mientras que tipos como usted y yo, con buena presencia...
El vendedor presentó la cuenta. Dick se llevó la mano al bolsillo trasero del pantalón, frunció el ceño, hizo chasquear los dedos y exclamó:
-¡Puñeta! Me he dejado el billetero en casa.
Frase que a su compañero le pareció tan poco original que creyó que no podría engañar «ni a un tonto negro recién nacido». Pero al parecer, el vendedor lo creía porque cuando Dick sacó un cheque en blanco y lo firmó por ochenta dólares más del total de la cuenta, le entregó inmediatamente el cambio en efectivo.
Afuera Dick le dijo:
-¿Así que te casas la semana que viene? Bueno, pues vas a necesitar un anillo.
Poco después, en el viejo Chevrolet de Dick, llegaban a una tienda llamada Las Mejores Joyas. De allí, después de pagar con un cheque un anillo de boda y otro de brillantes, fueron a una casa de empeños. A Perry le dolía desprenderse de ellos. Casi había comenzado a creer en aquella pretendida novia, si bien, en su imaginación, contrariamente a la descripción de Dick, no era ni rica ni guapa sino muy bien educada, sabía hablar con corrección y probablemente poseía título universitario, «un tipo de chica muy intelectual»: la clase de muchacha que siempre había deseado encontrar y que nunca tuvo en la realidad.
A menos de contar a Cookie, aquella enfermera que había conocido cuando estuvo hospitalizado como resultado del accidente de moto. Una muchacha estupenda, Cookie, le había iniciado en la «literatura seria»: Lo que el viento se llevó, This is my beloved1. Tuvieron lugar algunos episodios sexuales, extraños, furtivos; se llegó a hablar de amor y hasta de matrimonio, pero luego, ya repuesto de sus lesiones, le dijo adiós y a modo de explicación le dio un poema que pretendía haber escrito:
Hay una raza de hombres inadaptados una raza que no puede detenerse
hombres que destrozan el corazón a quien se les acerca y vagan por el mundo a su antojo...
Recorren los campos y remontan los ríos escalan las cimas más altas de las montañas; Llevan en sí la maldición de la sangre gitana
y no saben cómo descansar.
Si siguieran siempre en el mismo camino llegarían muy lejos;
son fuertes, valientes y sinceros.
Pero siempre se cansan de las cosas que ya están,
y quieren lo extraño, lo nuevo, siempre.
1 This is my beloved. Libro de poesías sobre la sensualidad, cuyo autor es Walter Benton. (N. del T.)
A sangre fria - Truman Capote