40 años del 23-F

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DAVID LEMA MADRID

20/02/2021

El golpe, entre la conspiranoia y los hechos​











En pocos episodios de la jovencísima democracia española lo veraz y lo verosímil se han entrecruzado durante tanto tiempo, tantas veces y con tanta inquina como en el 23-F. Pese al consenso general entre cronistas, militares, historiadores y políticos en torno a los hechos de la asonada frustrada, las incógnitas que pueden sobrevolar su antesala y aborto continúan permitiendo que la ficción, que la literatura, se haya adueñado de eso que se llama «el relato». ¿Por qué? El historiador Juan Francisco Fuentes –autor entre otras obras de 23 de febrero de 1981: El día en que fracasó el golpe de Estado (Taurus)– lo tiene claro: «Solo las mentiras o las teorías conspirativas son capaces de explicarlo todo sin dejar cabos sueltos». Lo ejemplifica a ritmo de anáfora: Cuando fracasó el golpe de Estado, recuerda, «los más agoreros afirmaron que sus responsables nunca serían juzgados». Cuando fueron juzgados –continúa– se dijo que nunca serían condenados. Cuando fueron condenados –sigue hurgando Fuentes– se dijo que las sentencias eran demasiado bajas. «Y cuando el Tribunal Supremo aumentó las condenas, en algún caso sustancialmente, se dijo que no se había juzgado a la trama civil». En suma: «Había que mantener el mito de la impunidad como fuera». Para el historiador, a medida que el mito se fue desmoronando hubo que adaptarlo a la realidad de su inconsistencia y la teoría de la trama civil, que «se utiliza de forma abusiva para referirse a una especie de sindicato de descontentos que se dedicaba a intrigar contra el Gobierno de Suárez»; es lo que queda del mito de la impunidad de los golpistas.
LA TRAMA CIVIL
«La trama civil no existió». La sentencia, por rotunda, es del doctor en Historia Contemporánea Roberto Muñoz Bolaños, que acaba de publicar El 23-F y los otros golpes de Estado de la Transición (Espasa). Pero claro, siempre hay espacio para el matiz. «No existe porque realmente la operación que da lugar al golpe es una operación civil que tiene un brazo militar subordinado». A partir de 1977 –explica– un grupo de la élite civil nacional («periodistas, políticos y empresarios de ideología conservadora») que tiene contacto con miembros de las fuerzas armadas de la misma posición ideológica ponen en marcha un conjunto de operaciones. El objetivo: derribar a Adolfo Suárez y controlar el proceso de cambio político para que fuera encauzado «en un sentido conservador». Querían modificar «los aspectos que consideraban más lesivos de la Carta Magna», especialmente los títulos VII, Economía y Hacienda, y, cómo no, el VIII, De la Organización Territorial del Estado.
Arranca así lo que se conoce como golpe de timón, con la intención, desarrolla Muñoz Bolaños, de llevar al ex ministro franquista Gregorio López-Bravo a la Presidencia del Gobierno. En el 78, apunta, hay otra maniobra que busca convertir al propio López-Bravo en ministro de Defensa para que posteriormente sustituyese a Suárez. «Y un año más tarde éstos se dan cuenta de que la crisis poliédrica que afecta a España obliga a que la cabeza de la nueva operación sea un militar».
La persona elegida, Alfonso Armada, antiguo secretario de Su Majestad el Rey y «con excelentes contactos con Estados Unidos y también con la Iglesia».
EN UN VÉRTICE, ¿EL REY?
El Rey. Juan Carlos I de España. Hagamos una digresión. El Monarca ha sido señalado en incontadas ocasiones, que no probado, como uno de los vértices que sostuvo el golpe. ¿Por qué se insiste en implicarlo? ¿Están fundamentadas dichas acusaciones en algún confidente? Fuentes no duda: «Están basadas en algo muy humano: confundir los deseos con la realidad».
Deseos o realidad, hay una pregunta que se formula con recurrencia cuando se aduce que los militares que no encabezaron el 23-F creían que Juan Carlos I lo apoyaba: ¿por qué a nadie se le ocurrió contactar con la Casa Real para comprobarlo? «Ciertamente –responde el periodista Joaquín Bardavío, cronista de la época y de obligada consulta, autor de libros como Los silencios del Rey– los militares implicados creían que el Monarca respaldaba el golpe. Pero Armada no tenía siquiera que decirlo explícitamente. Y quizá nunca lo dijo. Bastaba con insinuarlo levemente para que se creyera esa implicación. Pero ni siquiera hacía falta la insinuación», sostiene Bardavío, porque «a cualquier militar conjurado le bastaría conocer la implicación de Armada para suponer la del Rey».
LA INCÓGNITA ARMADA
Para Francisco Fuentes, la figura de Armada sigue siendo la gran incógnita, «porque parte de su actuación antes y durante el golpe de Estado resulta incompresible». Recapitula Muñoz Bolaños.
Armada debía alcanzar la Presidencia mediante una moción de censura, como cabeza de un Ejecutivo integrado por miembros de los partidos políticos del arco parlamentario, por civiles de gran prestigio y, evidentemente, por un grupo minoritario de militares. Es decir, dentro de la legalidad.
Con la dimisión de Suárez, el historiador afirma que se abre una posibilidad de que Armada sea presidente a propuesta de un grupo de diputados. «Él lo cree, porque un hombre de Milans del Bosch, el coronel Martínez Inglés, le asegura que los poderes fácticos lo han elegido». Era el 3 de febrero de 1981. «Esa misma noche es invitado a cenar por Jordi Pujol, y la mujer del president le pregunta qué le parece Calvo Sotelo como presidente. ‘Señora –le habría contestado–, no creo que Calvo Sotelo sea presidente’». El asunto, sostiene Muñoz Bolaños, es que entre el 3 y el 12 de febrero no se llega a un acuerdo. Ahí termina «la operación legal» y entra en acción Tejero.
«Armada y Tejero no se conocían personalmente», previene Bardavío. «Aunque por distintos métodos coincidían en que había que forzar el ambiente político vigente», donde se inhalaba la sensación inducida de que «España se encontraba en una situación cercana a la catástrofe». Los socialistas estaban desalentados tras el fracaso de su moción de censura contra el Gobierno de la UCD, mientras que destacados miembros del partido centrista estaban incómodos con el presidente Suárez. «Creció la sensación de una peligrosa deriva de la joven democracia española amenazada», recuerda el periodista, «por el desarrollo de las autonomías, que podrían desafiar la unidad de España, las manifestaciones de apoyo a los terroristas tras la muerte del etarra Arregui a poco de ser detenido... y otros asuntos que se apoyan en el hartazgo de las Fuerzas Armadas y los cuerpos de Seguridad por el terrible número de compañeros asesinados por ETA».
Producido el golpe, Bardavío narra que Armada y Tejero se desencuentran en el Congreso. «El primero quiere firmar un Gobierno de concentración y el otro busca la implantación de un sistema autoritario que, de entrada, acabe con ETA, además de con libertades derivadas de la implantación de una autocracia (aunque esto no se dice, sino que se infiere)». En Madrid se trató de la asonada de un «militar fanático». En Valencia, la de un general convencido de que «estaba amparado por el Rey», concluye.
Pero volvamos atrás. Fecha importante es el 16 de febrero. Retoma Muñoz Bolaños: «Tejero llama a Valencia y le dice a Milans del Bosch que va a poner en marcha su operación militar, que consiste en la toma del Congreso. Ese 16 de febrero, la operación civil, que era la solución Armada, esa vía otrora «legal», pasa a las manos de los militares. «No hay, por lo tanto, una trama civil, sí una operación civil que a partir de esa fecha unos militares pasan a controlar. Y eso no significa que los civiles tuvieran noticias de que los militares fueran a dar un golpe de Estado, aunque el objetivo, a priori, fuera el mismo: convertir a Armada en presidente de un Gobierno de concentración nacional».
Ese 16 de febrero «desde Valencia se le dice a Tejero que no haga nada hasta que no reciba indicaciones de Armada». Y cuatro días después, acaba de explicarse Muñoz Bolaños, «Tejero se entrevista con el capitán Vicente Gómez Iglesias, adscrito al Cesid, para pedirle unos radioteléfonos de frecuencia distinta a los de la Policía para coordinar las marchas de sus columnas hasta el Congreso. José Luis Cortina, entonces comandante, le da órdenes de «entrar en el Congreso haciéndolo en nombre del Rey» y le explica que formará parte de una operación dirigida por el general Armada, quien le dirá a Tejero que debe tomar el Parlamento sin violencia.
¿EL PSOE?
Una de las últimas revelaciones que se ha hecho sobre Armada la alumbró el ensayista Jordi Gracia en la biografía Javier Pradera o el poder de la izquierda (Anagrama). Gracia accedió a un informe en el que se registraban los contactos que el general había mantenido con el PSOE, aunque el PSOE lo negaría insistentemente tras el 23-F. «Lo que hace el PSOE», responde Gracia, «es escuchar, a través de Enrique Múgica, lo que tiene que ofrecer Alfonso Armada en términos de propuesta alternativa». Escribe el catedrático de Literatura cómo Múgica emite un documento para Felipe González en el que le explicita el contenido de una conversación que, en Lérida, tuvieron Armada, el propio Múgica, Joan Reventós (líder del PSC) y Antoni Siurana, alcalde socialista de Lérida. Lo que hablaron ese día, ese 22 de octubre de 1980, «aún está en disputa». Para Gracia esa atención del PSOE puede tener múltiples interpretaciones, desde que los socialistas se lo tomaron en serio hasta que lo descartaron, pero «es imposible literalmente sacar ninguna conclusión más, al menos a partir de la documentación que tenemos ahora». Al ensayista le cuesta creer que no hubiese nadie en el PSOE que se diese cuenta de que Armada se estaba autopostulando. ¿Pudo haber sido viable? «No lo sé», contesta, «habrá que preguntárselo a Felipe González, como siempre».
Para el catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid «todo gran acontecimiento histórico genera un sinfín de teorías alternativas o conspirativas, que tienen la gran ventaja de que en ellas todo cuadra». «La verdad, por el contrario, siempre produce relatos imperfectos», sentencia. No es el autor de 23 de febrero de 1981: El día en que fracasó el golpe de Estado (Taurus) alguien que se apoye en las especulaciones, y al preguntarle por qué ha sido tan fácil para la sociedad crear tantas teorías en torno al 23-F, responde con rotundidad: «No ha sido la sociedad. Han sido autores que han buscado sus 15 minutos de gloria elaborando teorías más o menos creativas sobre el 23-F». Para él, la gran incógnita del 23-F es el general Armada, «porque parte de su actuación antes y durante el golpe de Estado resulta incompresible».
El doctor en Historia Contemporánea tiene claro que lo que pasa durante el golpe de Estado está en los 1.600 folios del sumario y los más del 3.000 de la vista oral. Pero a Muñoz Bolaños, tras tantos años, siguen generándole interés «las conversaciones que se cruzaron los tenientes generales durante el golpe de Estado. O la conversación de Armada con alguienuna vez que Tejero prohibió hablar a los diputados a partir de la 1 de la madrugada, porque después de esa llamada el Rey desautorizó a Milans del Bosch y emitió su famoso mensaje». Además, señala el historiador, evidentemente algo ocurrió entre el 3 y el 12 de febrero de 1981 para que se frustrara la llegada del general Armada a la Presidencia del Gobierno después de que él mismo «reconociera que iba a ser presidente, como en esa cena con Jordi Pujol», y, finalmente, no acabara siendo propuesto.
El periodista, cronista obligado de aquella época excepcional, afirma que nadie, salvo los implicados operativamente, esperaba un golpe de Estado en aquel febrero de 1981. «Aunque sí había conocedores, e incluso conspiradores, que buscaban el modo de dar el golpe de timón que había sugerido Tarradellas y para ello había habido varios conciliábulos que en ningún momento plasmaron en un plan de acción». Para Bardavío la verdadera incógnita es si Tejero «monta la operativa del golpe sin jefes, (como la operación Galaxia) y después se adhieren los militares o si se prepara como una operación de Estado Mayor y luego se busca a Tejero para que efectúe el golpe de mano que dé paso al golpe de Estado». En cualquier caso, afirma, quien decide el día del golpe es Tejero; «por razones de seguridad, tres días antes corta con él los enlaces que pudiera tener con los conjurados».
El catedrático de Literatura Española en la Universidad de Barcelona y ensayista accedió a un informe en el que se registraban los contactos que el general Armada había mantenido con el PSOE para ¿explorar... alternativas? Pese a ello, Gracia considera que hoy quedan muy pocas incógnitas por destapar. «Esa historia de que nos han ocultado lo que sucedió el 23-F es una fabulación en la que incurrió Jordi Évole cuando hizo su falso documental. No tanto por la pieza, sino por el final, donde se dice que tuvieron que inventarse esa historia porque no se sabe la verdad. Yo creo que sabemos fundamentalmente la verdad. Lo que no quita que, como en cualquier otro episodio, queden algunos elementos que ignoramos, como en cualquier historia compleja». Y zanja: «Tenemos los datos del antes, el durante y el después».
 

Guerra: "Las dudas sobre el rey Juan Carlos del 23F son fruto de malevolencias"​

El exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra cree que lo que ocurrió en torno al golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 se conoce "en lo fundamental", y considera que las sospechas lanzadas desde algunos ámbitos sobre el papel que desempeñó el rey Juan Carlos son fruto de la "malevolencia"
Alfonso Guerra
Alfonso Guerra
S.L.P. 19 de febrero de 2021, 10:17
A sus 80 años, el histórico dirigente socialista y exdiputado por Sevilla recuerda en una entrevista con Efe "aquellos angustiosos momentos" que se vivieron en el hemiciclo hace cuatro décadas y de los que extrae como enseñanza la necesidad de mantener una clara consciencia de la "fragilidad" del sistema democrático.
PREGUNTA.- ¿Ha cambiado su recuerdo de aquellos hechos con el paso del tiempo? ¿cómo evoca lo acontecido en el hemiciclo y todo lo que rodeó aquel episodio?
RESPUESTA.- En lo fundamental el recuerdo de aquellos hechos no ha cambiado. En todo caso, la memoria actúa como válvula de suavización del dramatismo de los acontecimientos que, con el paso del tiempo, va debilitando sus aristas, pero la mente conserva los rasgos trascendentales de aquellos angustiosos momentos. Contemplabas el intento de un grupo de nostálgicos de la dictadura franquista de destruir la reciente democracia con la secuela de represión y muerte. Aquello no se olvida.
P.- ¿Le parece que la sociedad española de hoy es consciente de la trascendencia que la intentona de golpe de Estado tuvo para la consolidación de la democracia en España?
R.- El intento de golpe de Estado funcionó como una suerte de 'vacuna' en defensa de la democracia; todos fueron conscientes de la fragilidad de la democracia, de la necesidad de estar continuamente alerta ante los intentos de destruirla. ¿Se puede pedir un grado semejante de prevención a la conciencia de los jóvenes que no vivieron aquellos acontecimientos? Lo cierto es que la mayoría de los jóvenes desconocen aquellos hechos de febrero de 1981. En la escuela no acostumbran a estudiar los hechos más recientes.
La sociedad está necesitada de una asignatura de educación para la ciudadanía que facilite el conocimiento de los valores en que se fundamenta la democracia.
P.- Cuarenta años después ¿es deficiente la calidad de la democracia como apunta el vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, junto a las fuerzas independentistas?
R.- La declaración del vicepresidente no es más que la infamia de un "figurón". España vive en una democracia como la de los países de mayor calidad; claro que toda democracia es mejorable, pero no fue esto lo que dijo el vicepresidente.
P.- ¿Cuál es la mayor lección que, con la perspectiva del tiempo, se puede extraer de lo ocurrido en el Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981?
R.- La lección más importante es la necesidad de mantener una clara consciencia de la fragilidad del sistema democrático. La sociedad deposita su confianza en un grupo de gobernantes y entrega el uso de las armas a sus ejércitos. Se hace necesario tener un buen sistema de controles para evitar la destrucción de la convivencia y que puedan terminar con la libertad de los ciudadanos, y una legislación clara sobre los golpes contra la democracia, sea por métodos violentos o por la ruptura de la estructura constitucional.
P.- La reciente difusión de conversaciones mantenidas en una red social por un grupo de militares en la reserva ha reavivado el fantasma del golpismo en España. ¿Existe este riesgo en la España de 2021?
R.- Mi opinión es que son ejemplo de la utilización de las redes sociales para descargar la ira y el descontento de unos pocos con la democracia, sin que comporte riesgo real de pronunciamiento. En todo caso, las autoridades deben estar atentas ante cualquier movimiento antidemocrático que se produzca por insignificante que parezca.
P.- Persisten aún incógnitas en torno al golpe ¿son tantas como sostienen algunos? ¿se sabe, en lo fundamental, la verdad de lo acontecido?
R.- En lo fundamental se conoce qué fue lo que pasó y quiénes estaban detrás. Pocos días después, el 13 de marzo, tuve una reunión con la dirección del CESID, hoy CNI, en la que tuve información de todos los pormenores, incluyendo los implicados en la trama civil, datos que he hecho público repetidamente.
¿Qué no conocemos? Las conversaciones que se produjeron entre los golpistas que ocupaban el Congreso y los que, desde el exterior, se comunicaban con ellos. Hay que suponer que esas conversaciones fueron grabadas aunque nunca se encontraron las cintas.
Francisco Laina, quien se hizo cargo del llamado Gobierno de los subsecretarios -mientras el Gobierno estuvo secuestrado en el Congreso- ha manifestado en varias ocasiones que esas grabaciones no existieron, que son fantasías, pero pocos días después del golpe, el día 7 de marzo en una larga entrevista en el diario ABC, el mismo Laina confesaba: "Hemos ido cortando líneas telefónicas, de las ochenta que hay en el Congreso, ya solo quedan cuatro o cinco. Los psicólogos nos han recomendado no darles sensación de aislamiento total para no provocar su nerviosismo. Al final solo dejo una línea, pero intervenida por nosotros; de modo que cuando Tejero quiere hablar o recibir una llamada ha de hacerlo por nuestra aduana". En otro momento dice: "Otra conversación, que se produjo antes, y tenemos grabada en cinta, es la del sindicalista García Carrés con Tejero". Es decir, que controlaban las llamadas y que eran grabadas en cinta. Su conocimiento revelaría algunas cuestiones que aún no se han publicado, si es que esas cintas no han sido destruidas.
P.- Son recurrentes las sospechas lanzadas desde algunos ámbitos sobre el papel que desempeñó el rey Juan Carlos ¿Están en su opinión motivadas las dudas sobre su actitud en defensa de la Constitución?
R.- Esas sospechas son fruto de la malevolencia. Todos sabemos que si el entonces rey Juan Carlos hubiese mostrado la menor inclinación de apoyo a los golpistas, estos hubiesen triunfado, haciendo retroceder a España a una dictadura con una grave represión política y social. Mezclar sus asuntos financieros con el servicio a España y a la democracia que rindió el rey en la noche del 23 de febrero apoyando la Constitución es utilizar un bulo lanzado entonces por los golpistas en un intento de implicar al rey, y que curiosamente ahora hacen suyo algunos de la extrema izquierda. El país no está para esa burda maniobra que choca frontalmente con los datos de la realidad y que no tiene más finalidad que la de desestabilizar la democracia española.
 
EMILIA LANDALUCE

21/02/2021

“MAJESTAD, SI ARMADA DICE QUE QUIERE IR A ZARZUELA, POR FAVOR NO LE RECIBÁIS”​




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En Anatomía de un instante, Javier Cercas escribe que el 23-F «blindó a la Corona: actuando al margen de la Constitución, utilizando la última baza de un rey sin poder –la que tenía como jefe simbólico del ejército y heredero de Franco (aunque había renunciado a sus poderes para cedérselos a la soberanía popular y convertirse en monarca constitucional)–, el Rey Juan Carlos paró el golpe y se convirtió en salvador de la democracia». Es cierto que todos, incluso los que no habían nacido, recordamos el mensaje televisado de Su Majestad, pero también el télex que le envió desde Zarzuela a Milans del Bosch, que había sacado los tanques por Valencia: «Cualquier golpe de Estado no podrá escudarse en el Rey. Es contra el Rey. Te ordeno que retires todas las unidades que hayas movido. Te ordeno que digas a Tejero que deponga inmediatamente su actitud. Juro que ni abdicaré de la Corona ni abandonaré España. Quien se subleve está dispuesto a provocar una nueva guerra civil». Sí, en el imaginario popular (pese al teatro frívolo de Jordi Évole o los puzzles conspirativos de varios autores), el Rey Juan Carlos fue el héroe frente a la asonada del 23-F.
Puede sorprender que, cuarenta años después, el Rey Padre no esté totalmente de acuerdo con la anterior afirmación. Don Juan Carlos lo cuenta así en una conversación con EL MUNDO: «Fue el general Juste quien realmente hizo que Armada no entrara a Zarzuela e hiciese creer al resto de los implicados que yo estaba en el golpe. Además ordenó a la División Acorazada Brunete que permaneciera en sus cuarteles y no saliera a tomar las calles de Madrid», dice para inmediatamente lamentarse por el mal trato que le dispensó el ejército, y el recelo de muchos de sus compañeros, en los años sucesivos.
En 1982, José Juste, jefe de la División Acorazada Brunete, pasó a la reserva tras ver frustradas sus aspiraciones de ascender a teniente general y después de haber sido relevado del mando de su división. Si su pase a la reserva le casó dolor, no le causó menos ser relevado del mando que ejercía. Su ascenso, al menos, habría restituido su dignidad de oficial general, la que le habían intentado arrebatar la tarde del 23-F. Habría que recordar que la División Acorazada Brunete (DAC) era un símbolo del poder del ejército. Era el núcleo militar que estaba más cerca de Madrid. La Brigada XI estaba en Campamento, la Brigada XII, en El Goloso, y el núcleo de tropas de la división (Artillería, Ingenieros, Caballería y Apoyo Logístico) estaba en diferentes cuarteles por los alrededores de Madrid. Además, tenía muchos medios y buen adiestramiento.
El cuartel general de la división estaba en El Pardo. Y eso también tiene su aquel, porque durante la dictadura, Franco tenía al general de la división a 150 metros de su despacho.
El peso de la División no cambió con la llegada de Don Juan Carlos. Juste llegó para sustituir a Luis Torres Rojas, cesado por su salida de tono (criticó amargamente la posición del Gobierno en la lucha antiterrorista) en la entrega protocolaria de una boina de la división al Rey Juan Carlos. La división tenía buen concepto de Torres Rojas, un paracaidista, con buena forma física y de joven aspecto, aunque conservador y crítico con el devenir de la Democracia en España, y que no escondía su indignación porque por ejemplo, el Gobierno ordenara arriar el banderín de los coches oficiales para evitar los atentados de ETA tras el asesinato del gobernador militar de San Sebastián. La llegada de Juste a la DAC fue para los militares de la división como un paso atrás. Juste era menos activo que Torres Rojas, más callado, menos aguerrido. Tampoco le acompañaba un aspecto exterior menos cuidado y, a sus 63 años, aparentaba ser mucho mayor. Incluso hacían bromas sobre la forma en la que se colocaba la boina de la División, «siempre torcida». Su llegada se veía como una muestra de la decreciente importancia de las unidades operativas del ejército, ejemplificada en la DAC.
Tampoco era un hombre que suscitara simpatías ni, a primera vista, parecía un líder, sobre todo, considerando que sustituía a los generales Torres Rojas –paracaidista–, y Jaime Milans del Bosch, que había sido herido durante el asedio al Alcázar de Toledo. Y conservadores, además.
El descontento de los militares era una de esas certezas de las que se comenta pero nadie habla. Un resumen para los poco duchos.
España vivía momentos difíciles. El Ejército, en el que aún quedaba un importante reducto franquista, observaba la escena con preocupación y aunque habían jurado lealtad al Rey (como les había pedido Franco en el testamento que entregó a su hija Carmen), consideraban que la deriva de la democracia no era la que ellos esperaban. Una confianza a la que la legalización del Partido Comunista (pese a que Suárez había prometido a los militares que no lo haría) había dado el aldabonazo final. Como responsable principal, Adolfo Suárez, que acababa de dimitir y no contaba con el favor de nadie. Ni siquiera de los miembros de su propio partido que en la moción de censura que presentó Felipe González en mayo de 1980, se habían roto las manos de aplaudir a Manuel Fraga (o al candidato socialista). Y sobre todo, estaban las 277 personas, muchos miembros del Ejército y de la Guardia Civil, que ETA había asesinado desde la muerte de Franco. (92 en 1980). El descontento, la inseguridad y la pésima situación económica (el alza del petróleo tras la subida del 73 tuvo un efecto devastador) formaban un terrible círculo vicioso, una espiral en la que estaban sumidos gran parte de los sectores de la sociedad. El descontento flotaba en el ambiente. La visita de los Reyes a Guernica (4 de febrero de 1981) fue recibida con altercados y un grupo de oficiales hablaba de un nuevo «julio del 36». El «hay que hacer algo» de los empresarios, el «golpe de timón» de Tarradellas, la «reconducción»... Todo cristalizó en la entrada de Antonio Tejero en el Congreso a las 18:23 del 23 de febrero. Una operación tosca. El trato denigrante a Gutiérrez Mellado, un general, el «se sienten coxx» y la salida en Valencia de Milans del Bosch.
Y por detrás la sombra de Armada, preceptor del rey y antiguo Jefe de la Casa, destinado en Lérida, en donde había estado enredando con miembros de diferentes partidos, también el socialista, para tejer la llamada solución Armada, un Gobierno de concentración ¿un golpe de Estado? ¿de timón? integrado también por la izquierda... Pero la solución Armada se solapó con la intentona de Tejero, a quien unos años antes habían destinado al País Vasco y había visto morir asesinados a muchos guardias civiles sin que se les pudiera rendir homenaje alguno.
El 23-F hubo más sobrentendidos que conspiraciones. Y uno de ellos fue que el Rey apoyaba la solución Armada. (No ayudaba que en contra del criterio de Suárez, le hubiese nombrado segundo jefe del Estado Mayor del Ejército). La entrada de Tejero en el Congreso precipitó que Armada, cuyas expectativas de ser presidente tras la dimisión de Suárez había frustrado Calvo-Sotelo, actuase. Una parte fundamental para el triunfo del golpe era la participación de la Brunete, que al ser la unidad más potente del ejército y la más cercana a Madrid, era vital para controlar la capital.
EL UNIFORME EQUIVOCADO
Casualmente, el 23 de febrero, Juste tenía que estar fuera de su Unidad. Él mismo lo contaba así a Diario 16 en 1996: «Estaba invitado ese día a unos actos que había en Alcalá de Henares [Y, recogen las crónicas, que después debía seguir a Zaragoza]. Por un error, me presenté con uniforme de diario, cuando vi cómo llegaba el Jefe de Estado Mayor [José Ignacio San Martín que estaba en el golpe] con su fajín de gala. “Vámonos”, le dije a San Martín. “Que no”, contestó, “que te pones en segunda fila...” Y yo: “Donde voy, voy como me corresponde ir, así que avisen al chófer”. Vi que se le mudó la cara. Tenía mucho interés en hablar por teléfono pero a mí, sinceramente, no me extrañó. Al fin paramos en Santa María de Huerta, se fue al teléfono y vuelve en dos minutos. “Que tenemos que volver urgentemente a Madrid”, me dijo. Le pregunto: “¿Qué ha pasado?”. Me contesta que no se lo quieren decir por teléfono. Después me enteré de que cuando llamó, a él sí le había dicho el capitán de servicio, de parte del comandante Pardo Zancada (otro de los implicados): “La bandeja está servida”. Una contraseña para significar que el general Torres Rojas ya había llegado a Madrid [para ponerse al frente de la Brunete y que la división tomara las calles de Madrid]. Llegamos sobre las cinco y en mi puesto de mando me encuentro a Torres Rojas con una cohorte. Le pregunté si para eso hacía falta el uniforme. Cuando llegué al despacho me encontré con todo el Estado Mayor. Y San Martín me pidió que le dé la palabra a Pardo Zancada. El comandante dijo que con motivo de la toma de posesión del Gobierno se va a producir “un hecho sonado” que provocaría la necesidad de poner en marcha la operación Diana (un protocolo para la misión de las Fuerzas Armadas en determinadas situaciones graves) y, después, el general Armada estaría en la Zarzuela».
Los testigos del encuentro contaban hasta qué punto molestó a Juste la presencia del carismático Torres Rojas en su despacho. Es lo que sentiría cualquier militar al que le intentaran presionar o relevar de su mando por ese procedimiento. Pero sirvió para que aquel hombre que sus subordinados consideraban pusilánime reaccionase.
«¿Tú qué haces aquí?», preguntó a Torres Rojas cuando se quedaron solos.
«No, no, no, yo nada. No, no, no... Perdóname, mi general».
Torres Rojas se levantó y se fue. Entonces comienza la odisea interior de Juste. Se dio cuenta de que había una conspiración en marcha y que no tenía mucho tiempo. Empezó a hacer llamadas desde su despacho para sopesar los apoyos con los que contaban los golpistas. ¿Apoyaba Don Juan Carlos un golpe de Estado?, era la pregunta fundamental. La tarde ya había caído, y se armó de valor para llamar directamente a Don Juan Carlos. La DAC dependía del capitán general de Madrid y, en cualquier situación diferente, Juste le hubiera llamado para mostrarle su preocupación y pedirle que llamase al monarca. Pero, Juste se armó de valor y llamó personalmente a Zarzuela.
El Rey lo cuenta así en su conversación con EL MUNDO para este reportaje: «Recibí una llamada de Juste y me dice, “Majestad, soy el general Juste. Si no le importa querría hacerle una pregunta. ¿Está con vos el general Armada?” Le dije que no. “Pues si dice que quiere ir, por favor no le recibáis”».
Y le explica que cree que Armada se presentará en Zarzuela y que «no llevaba una misión limpia». El atrevimiento de Juste puso en alerta al Rey Juan Carlos sabedor como gran parte de la sociedad del descontento de algunos sectores del ejército. ¿Acaso no habían destituido a Torres Rojas por sus palabras contra la deriva democrática?
El Rey llamó a Sabino Fernández Campos y le preguntó si estaba Armada. El jefe de la Casa Real le respondió que estaba entrando. El Rey se puso serio: «Que no entre, que se vuelva a su cuartel general». Sabino protestó pues sabía de la cercanía con Armada, pero el Rey fue inflexible. Que no entre. «No quiero a Armada aquí».
Desde su despacho, Juste siguió haciendo llamadas a otros compañeros (a su superior Quintana Lacaci le contó lo que acontecía en la unidad) y siguiendo los acontecimientos que había producido la entrada de Tejero en el Congreso. Llama entonces a Sabino Fernández Campos y le pregunta si Armada ha entrado en Zarzuela. «¿Armada aquí? Armada aquí ni está ni se le espera». Juste respiró al ver que el Rey había tenido en cuenta su advertencia. Colgó y pidió a San Martín que ordenase a las unidades que estaban fuera que volviesen. Un Batallón del Wad-Rass, que ya iba hacia el Campo del Moro, se volvió tan bruscamente en la entrada de Madrid desde la carretera de Extremadura que regresó en dirección contraria.
En ese instante, se hizo patente que el aparentemente poco aguerrido general Juste sabía lo que tenía que hacer y el terreno que pisaba. De nuevo llamó a Zarzuela. Le dijo a Sabino que era conveniente que el Rey saliese en televisión. «Va a salir», le respondió. Los oficiales no cesaban de preguntar si el Rey estaba con Tejero. Juste estaba ya cansado de contenerles, diciéndoles que no. El mensaje del Rey se produjo de madrugada.
LOS MÉRITOS DE JUSTE
En realidad, lo más importante que hizo Juste fue convencer al Rey de que no dejara entrar a Armada. Si Armada hubiera entrado en Zarzuela, podría haber convencido a los demás de que se unieran al golpe porque Don Juan Carlos había aceptado su solución. Pero la advertencia de Juste hizo que en Zarzuela ni siquiera se esperase a Armada. Este fue el fracaso de golpe. También que la Brunete no se uniese a la intentona tomando las calles de Madrid. Otro mérito de Juste.
Los militares y los españoles vieron que el Rey no estaba con el golpe. En aquella entrevista con Diario 16, Juste sólo contó que el golpe fracasó porque la Brunete no salió. «Imagine los carros de combate por Cibeles. El efecto dominó hubiera sido imparable». Y el golpe hubiera triunfado. Sin embargo, nunca desveló aquella intuición que hizo que Armada no pudiera servirse del Rey para sus propósitos. Aún así, siempre decía de Don Juan Carlos: «Me sigue dando un abrazo cada vez me ve». José Juste pasó a la reserva después de ser el héroe callado del 23-F. Pese a que Don Juan Carlos intentó que contaran con él en los ascensos, parecía que el intento de Torres Rojas de usurparle el mando pesara más que su actuación decisiva. Quizás eso fue lo que se consideraba actitud titubeante ante la asonada. Pero Don Juan Carlos siempre recordó aquella llamada. Si Armada hubiera entrado...
Murió en 2010, sin que su imagen fuera restituida. En los últimos años, paseaba incansablemente por Sigüenza. Cuando se lo cruzaban, los vecinos no sabían que estaban ante el héroe callado del 23-F.
 
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El colegio concertado Humanitas de Tres Cantos (Madrid) va a retransmitir el 23-F por Twitter minuto a minuto. Después de transformar al Rey Juan Carlos en personaje de cómic, crear un meme con Santiago Carrillo y llenar de hashtags el icónico todo el mundo al suelo, los 90 alumnos de 2º de Bachillerato comenzarán el martes un bombardeo de tuits narrando el levantamiento fallido de 1981 como si hubiera ocurrido en la actualidad.
La idea se le ocurrió en 2016 al profesor de Historia Javier López, inspirándose en la travesura radiofónica de Orson Welles con La guerra de los mundos, y este año la repetirán por el 40º aniversario de la asonada. Han trabajado cinco horas lectivas y han tenido que investigar los hechos, indagar en las causas y grabar a sus padres y a sus abuelos en vídeo contando qué recuerdan de aquel día.
El propósito de López, coordinador pedagógico del colegio, es actualizar y potenciar el aprendizaje de un episodio que suele abordarse muy superficialmente en los centros educativos. «Los alumnos no conocen a fondo la Transición. Cuando hablamos del auge del nacionalismo en Cataluña no saben las causas porque nunca se ha explicado antes. Tampoco el porqué de las autonomías o de los estatutos. Estudiar ese periodo con más detenimiento nos ayudaría a entender mejor el momento actual», expresa López, que recuerda que, «en las pruebas de 4º de la ESO [16 años], les preguntaron a los estudiantes quién era Tejero y no tenían ni idea».
¿Cuándo estudian los críos el 23-F? «Sobre todo en 2º de Bachillerato, porque en 4º de la ESO aprenden Historia Universal y los contenidos de España se dan muy por encima», responde Joaquín Ocaña, profesor de Historia en el instituto Francisco Javier de Burgos de Motril (Granada). «Yo sí lo enseño en ESO, pero fuera del programa, recontando cómo el Rey Juan Carlos contribuyó a parar el golpe, porque quiero que los alumnos tengan la mayor información posible en un contexto en que se está trasmitiendo una imagen dañina de la Monarquía», apostilla.
Jesús Venegas, profesor de Historia en el mismo instituto que Ocaña pero para la etapa de Bachillerato, coincide con él y con López en que «los alumnos no saben quién es Tejero» y en que este tipo de contenidos «deberían tener más peso» porque «siguen influyendo en la política de hoy». «Yo lo explicaré en el tercer trimestre, hacia mayo. Vamos muy justos porque hay que dar en un año toda la Historia de España, desde la Prehistoria hasta nuestros días, y además tienen la Selectividad. Con tres sesiones semanales no da tiempo. No creo que pueda dedicarle al golpe más de una sesión», admite.
Lo que ocurre desde hace años es que la mayoría de los profesores no llega hasta el final del programa y los asuntos más recientes de la Historia, que son aquellos con los que más conectan los alumnos, se quedan sin tratar. «El temario está muy cargado. Hay que priorizar contenidos esenciales y poner más la lupa en la Historia más reciente en vez de hablarles tanto de Isabel II», reflexiona el profesor de Historia jubilado Agustín Moreno, que pasó el 23-F junto al sindicalista Marcelino Camacho preparando una huelga general por si el golpe prosperaba.
El Ministerio de Educación precisamente ha iniciado los trabajos para reformar el plan de estudios. Quiere que se enseñen menos cosas pero en mayor profundidad. El currículo estatal habla de la Transición, pero no menciona expresamente el 23-F, aunque es un tema que a veces cae en la Selectividad.
Aparece, eso sí, en los desarrollos curriculares de todas las autonomías menos en los decretos de Cataluña, País Vasco, Navarra y Madrid, aunque en estas regiones también se estudia. La normativa educativa de Asturias tampoco menciona el 23-F, pero recoge como estándar de aprendizaje «describir el papel desempeñado por el Rey durante la Transición».
¿Cómo se cuenta lo que ocurrió? Los profesores suelen dar la clase combinándola con fragmentos de 23-F: la película o con documentales de Victoria Prego. En el aula de Moreno se hacía un trabajo. Casi todos, salvo excepciones como el colegio de Tres Cantos, no le dedican más de una clase.
«Yo lo trato como un hecho más dentro de la Transición, como una anomalía de la democracia, porque los pronunciamientos eran más una cosa del siglo XIX, no del XX. Explico la situación convulsa que existía en el País Vasco y analizamos el discurso del Rey Juan Carlos. Los alumnos analizan lo que pretendía Tejero, las reacciones al golpe, los juicios y lo que sucede después, con la Ley de Armonización del Proceso Autonómico. Aprenden quién era Calvo-Sotelo, Suárez o Felipe González y los ven como personajes muy lejanos. A cambio, al Rey Juan Carlos le conocen bien y repiten lo que oyen en casa», dice Javier Arrimada, catedrático de Historia en el instituto Mercè Rodoreda de Hospitalet de Llobregat (Barcelona).
Otra profesora que también trabaja en Cataluña y que prefiere no dar su nombre sostiene que «algunos docentes nacionalistas enfatizan el golpe, porque quieren insistir en que es una amenaza que puede volver en cualquier momento». «No es casual que, poco antes del 1-O, se les preguntara a los alumnos por el 23-F en la convocatoria extraordinaria de Selectividad. En los años de más actividad nacionalista, en esta prueba suelen aparecer temas que tienen que ver con la supuesta represión española contra Cataluña», afirma.
Felipe de Vicente, presidente de la Asociación Nacional de Catedráticos de Instituto (Ancaba), considera que, en general, no hay interpretaciones sesgadas, malintencionadas o poco rigurosas, entre otras cosas porque el 23-F «se aborda muy de pasada». En seis libros de texto analizados, facilitados por la asociación de profesores AMES, los hechos se explican de forma descriptiva, reconociendo la actuación del Rey y recurriendo a fuentes primarias, como una entrevista a Calvo-Sotelo o las palabras del teniente general Guillermo Quintana, que se opuso al golpe y fue asesinado por ETA en 1984. Nunca falta en los manuales la famosa foto de Tejero con la pistola en la mano.
 
Las cosas hechas a destiempo, qué parecen pues publicidad.... osea que 40 años después y con los que lleva de Reina ahora resulta que el padre de Letizia se jubila como publicista y se pone a subir esto en redes sociales, ¿a qué huele? a voy a dedicar mi tiempo a publicitar a mi niña y mis nietas que la cosa está que arde. Y va y pone este granito de arena que le van a llover críticas por todas partes y no es para menos.
 
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EL GOLPE EN LOS COLEGIOS
OLGA R. SANMARTÍN MADRID
21/02/2021

“LOS ALUMNOS NO SABEN QUIÉN ES TEJERO”​














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El colegio concertado Humanitas de Tres Cantos (Madrid) va a retransmitir el 23-F por Twitter minuto a minuto. Después de transformar al Rey Juan Carlos en personaje de cómic, crear un meme con Santiago Carrillo y llenar de hashtags el icónico todo el mundo al suelo, los 90 alumnos de 2º de Bachillerato comenzarán el martes un bombardeo de tuits narrando el levantamiento fallido de 1981 como si hubiera ocurrido en la actualidad.
La idea se le ocurrió en 2016 al profesor de Historia Javier López, inspirándose en la travesura radiofónica de Orson Welles con La guerra de los mundos, y este año la repetirán por el 40º aniversario de la asonada. Han trabajado cinco horas lectivas y han tenido que investigar los hechos, indagar en las causas y grabar a sus padres y a sus abuelos en vídeo contando qué recuerdan de aquel día.
El propósito de López, coordinador pedagógico del colegio, es actualizar y potenciar el aprendizaje de un episodio que suele abordarse muy superficialmente en los centros educativos. «Los alumnos no conocen a fondo la Transición. Cuando hablamos del auge del nacionalismo en Cataluña no saben las causas porque nunca se ha explicado antes. Tampoco el porqué de las autonomías o de los estatutos. Estudiar ese periodo con más detenimiento nos ayudaría a entender mejor el momento actual», expresa López, que recuerda que, «en las pruebas de 4º de la ESO [16 años], les preguntaron a los estudiantes quién era Tejero y no tenían ni idea».
¿Cuándo estudian los críos el 23-F? «Sobre todo en 2º de Bachillerato, porque en 4º de la ESO aprenden Historia Universal y los contenidos de España se dan muy por encima», responde Joaquín Ocaña, profesor de Historia en el instituto Francisco Javier de Burgos de Motril (Granada). «Yo sí lo enseño en ESO, pero fuera del programa, recontando cómo el Rey Juan Carlos contribuyó a parar el golpe, porque quiero que los alumnos tengan la mayor información posible en un contexto en que se está trasmitiendo una imagen dañina de la Monarquía», apostilla.
Jesús Venegas, profesor de Historia en el mismo instituto que Ocaña pero para la etapa de Bachillerato, coincide con él y con López en que «los alumnos no saben quién es Tejero» y en que este tipo de contenidos «deberían tener más peso» porque «siguen influyendo en la política de hoy». «Yo lo explicaré en el tercer trimestre, hacia mayo. Vamos muy justos porque hay que dar en un año toda la Historia de España, desde la Prehistoria hasta nuestros días, y además tienen la Selectividad. Con tres sesiones semanales no da tiempo. No creo que pueda dedicarle al golpe más de una sesión», admite.
Lo que ocurre desde hace años es que la mayoría de los profesores no llega hasta el final del programa y los asuntos más recientes de la Historia, que son aquellos con los que más conectan los alumnos, se quedan sin tratar. «El temario está muy cargado. Hay que priorizar contenidos esenciales y poner más la lupa en la Historia más reciente en vez de hablarles tanto de Isabel II», reflexiona el profesor de Historia jubilado Agustín Moreno, que pasó el 23-F junto al sindicalista Marcelino Camacho preparando una huelga general por si el golpe prosperaba.
El Ministerio de Educación precisamente ha iniciado los trabajos para reformar el plan de estudios. Quiere que se enseñen menos cosas pero en mayor profundidad. El currículo estatal habla de la Transición, pero no menciona expresamente el 23-F, aunque es un tema que a veces cae en la Selectividad.
Aparece, eso sí, en los desarrollos curriculares de todas las autonomías menos en los decretos de Cataluña, País Vasco, Navarra y Madrid, aunque en estas regiones también se estudia. La normativa educativa de Asturias tampoco menciona el 23-F, pero recoge como estándar de aprendizaje «describir el papel desempeñado por el Rey durante la Transición».
¿Cómo se cuenta lo que ocurrió? Los profesores suelen dar la clase combinándola con fragmentos de 23-F: la película o con documentales de Victoria Prego. En el aula de Moreno se hacía un trabajo. Casi todos, salvo excepciones como el colegio de Tres Cantos, no le dedican más de una clase.
«Yo lo trato como un hecho más dentro de la Transición, como una anomalía de la democracia, porque los pronunciamientos eran más una cosa del siglo XIX, no del XX. Explico la situación convulsa que existía en el País Vasco y analizamos el discurso del Rey Juan Carlos. Los alumnos analizan lo que pretendía Tejero, las reacciones al golpe, los juicios y lo que sucede después, con la Ley de Armonización del Proceso Autonómico. Aprenden quién era Calvo-Sotelo, Suárez o Felipe González y los ven como personajes muy lejanos. A cambio, al Rey Juan Carlos le conocen bien y repiten lo que oyen en casa», dice Javier Arrimada, catedrático de Historia en el instituto Mercè Rodoreda de Hospitalet de Llobregat (Barcelona).
Otra profesora que también trabaja en Cataluña y que prefiere no dar su nombre sostiene que «algunos docentes nacionalistas enfatizan el golpe, porque quieren insistir en que es una amenaza que puede volver en cualquier momento». «No es casual que, poco antes del 1-O, se les preguntara a los alumnos por el 23-F en la convocatoria extraordinaria de Selectividad. En los años de más actividad nacionalista, en esta prueba suelen aparecer temas que tienen que ver con la supuesta represión española contra Cataluña», afirma.
Felipe de Vicente, presidente de la Asociación Nacional de Catedráticos de Instituto (Ancaba), considera que, en general, no hay interpretaciones sesgadas, malintencionadas o poco rigurosas, entre otras cosas porque el 23-F «se aborda muy de pasada». En seis libros de texto analizados, facilitados por la asociación de profesores AMES, los hechos se explican de forma descriptiva, reconociendo la actuación del Rey y recurriendo a fuentes primarias, como una entrevista a Calvo-Sotelo o las palabras del teniente general Guillermo Quintana, que se opuso al golpe y fue asesinado por ETA en 1984. Nunca falta en los manuales la famosa foto de Tejero con la pistola en la mano.
¡No saben tantas cosas de la historia reciente! por eso son un campo de cultivo fácil para manipularlos con muchos temas. Desconocen la Guerra Fría, qué era la URSS, el tema nazi de aquella manera por el cine claro sino ni eso. Yo creo que se va cada vez más a una educación de nichos, me explico el que sabe sabe mucho pero de su tema, de su especialidad le sacas de ahí y es poco menos que analfabeto culutral.
 
Y yo voy y me lo creo, este tipo desbarra. Eso de que el objetivo del Golpe eran los comunista es una paranoia que se acaba de sacar del sobaco. Dios las historias del abuelo Cebolleta
 
Osea, que el hombre hasta ahora habia estado siempre muy callado y ahora que se jubila, le da por hablar.
Ahora tambien que el consuegro no esta.

A lo mejor lo que saben de Tejero es "La que se avecina"
 
Y yo voy y me lo creo, este tipo desbarra. Eso de que el objetivo del Golpe eran los comunista es una paranoia que se acaba de sacar del sobaco. Dios las historias del abuelo Cebolleta
Yo lo que me huele es a que se aburre ahora que se ha jubilado y como es publicista, vamos a hacer campaña con mi hija y mi nieta que es donde tengo el futuro. ¡Ridiculo se mire por donde se mire! esperemos que este no sea el inicio de una etapa de regalarnos con estos comentarios.
 
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