40 años de una Constitución que no garantiza los derechos sociales más básicos y fundamentales.

O lo repunta. A grandes males grandes remedios. Si se hunde el PXXE volvemos a otra dictadura de al menos 4 años. No lo queremos. Queremos seguir adelante con las medidas de PXXE, los de izquierdas y nacionalistas. Las políticas de la derecha nos traerían nuevo retroceso en los derechos de los españoles. Para botón de muestra ya lo estamos viendo en VOX.

Hablando de ciegos....no gusta pero lo vuelvo a repetir. Quien convirtió a los nacionalistas en independentistas fue el registrador Rajoy. Si no hubiera recurrido ciertos artículos de un estatuto aprobado por el Parlamento de España y el Parlament de Cataluña no estaríamos así. Fue él y su gobierno quien abrió esa Caja de Pandora a la catalana, porque en Andalucía esos mismos artículos no le produjeron ningún sarpullido y su articulado es el mismo.:love:

A propósito de lo que dices... es una entrevista muy interesante.

ENTREVISTAS EN EL 40º ANIVERSARIO DE LA CONSTITUCIÓN

Javier Pérez Royo: "Si Estrasburgo le ha dado amparo a Otegi, a los presos del 'procés' ni te cuento. El juicio es una temeridad"
  • "La Constitución está en la antesala de su desmoronamiento", afirma el catedrático de Derecho Constitucional
  • "En España, el mecanismo del poder es anterior a la Constitución. Es una herencia del régimen de Franco. Eso es un límite tremendo para que la sociedad española pueda expresarse tal cual es", sostiene
  • "Monarquía, composición de las Cortes y sistema electoral, y constitución territorial del poder. Esos son los tres grandes problemas a los que tiene que enfrentarse la sociedad. Y la Constitución ya no le vale para hacerlo", explica
Ángel Munárriz (infolibre.es)
amunarriz@infolibre.es @angel_munarriz
Publicada el 08/12/2018 a las 06:00 Actualizada el 07/12/2018 a las 21:50

El catedrático de Derecho Constitucional Javier Pérez Royo.

TV3
A la primera pregunta de la entrevista, que pretendía ser de tanteo y aproximación, Javier Pérez Royo (Sevilla, 1944), catedrático de Derecho Constitucional, ya responde en tropel, sin guardarse nada ni dar rodeos: "Hay una distancia enorme entre la celebración oficial y la realidad de crisis constitucional". No tiene ganas de balances acaramelados por el 40º aniversario –"ha sido la mejor Constitución de nuestra historia", concede–, sino de diagnosticar "problemas gravísimos" para los que además no ve solución a la vista. Estos problemas se resumen así: la Corona, las Cortes y Cataluña.

La de Javier Pérez Royo es la cuarta de una serie de entrevistas en profundidad realizadas por infoLibre con seis prestigiosos juristas españoles con motivo del 40º aniversario de la Constitución. Mañana se publicará la conversación con María Emilia Casas.

PEGUNTA: ¿Por qué es tan grave la crisis?
RESPUESTA: El sistema político español no funciona de acuerdo a lo que prevé la Constitución. Desde 2015 hay una parálisis y el Parlamento, que es representante del pueblo español, donde se proyecta el principio de legitimidad, no cumple ninguna de sus funciones constitucionales.

P: ¿Qué significa que no cumple?
R: No se hacen leyes. Se legisla por decreto ley, el Parlamento es incapaz de hacer una ley siguiendo el procedimiento legislativo, que tiene una cantidad de recovecos que no se pueden recorrer. Se acude al decreto ley y luego a un voto de convalidación. Tampoco se hacen presupuestos. Como no se legisla y no se hacen presupuestos, no hay acción de gobierno susceptible de ser controlada. La función de control queda en una cuestión anecdótica, ridícula. Así que las tres grandes funciones que asigna la Constitución al Parlamento, legislativa, presupuestaria y de control, se incumplen. Y ahí seguimos. Hubo que repetir elecciones, fuimos el primer país de Europa occidental en repetir. Luego hubo una abstención con [Mariano] Rajoy, pero fue para la investidura, no para gobernar. Y después la moción de censura, que es un mecanismo que sí ha funcionado, pero deja un Gobierno con 84 escaños que puede hacer lo que puede hacer...

P: Describe usted una crisis política. ¿Por qué dice crisis constitucional?
R: Lo que la Constitución prevé no se cumple, no se aplica. Con los resultados electorales desde 2015, el órgano que expresa la soberanía popular no puede cumplir las funciones que tiene encomendadas. La Constitución dice una cosa y en la realidad ocurre algo distinto. Ya no es lo que fue hasta 2015, una Constitución normativa. Y no hay indicio de que se vaya a corregir, al contrario.

P: ¿En qué convierte esta situación a la Constitución? ¿Deja de ser una Constitución como tal?
R: Está en la antesala del desmoronamiento, de la descomposición. Tal y como está, no sé si puede ser el marco que haga posible el proceso de dirección política en España.

P: ¿Propone reformarla o sustituirla?
R: Debería haberse reformado hace muchísimo tiempo. Una Constitución tiene que estar reformándose desde que empieza a funcionar. Introduciendo reformas a medida que se identifican problemas. Si no, los problemas se acumulan. Y cuando se quiere reformar ya es muy difícil, ya son muchos los vicios acumulados, no se sabe cómo activar el mecanismo porque no se ha hecho nunca, ha caído en desuso el título dedicado a la reforma. Las reformas tienen que ser puntuales. Por ejemplo, el Senado se debía haber reformado ya en los 80. El Senado es un aborto, es materialmente anticonstitucional. Supone una desviación brutal del principio de igualdad.

P: ¿Es tarde entonces para reformarla?
R: Nunca es tarde. El problema es que para hacer una reforma, tiene que haber una condición: que los partidos con representación parlamentaria tengan predisposición a sentarse para discutir un diagnóstico de buena fe y decidir en qué puntos actuar y cómo se construyen las mayorías cualificadas.

P: ¿Lo ve posible?
R: No. No veo condiciones ni predisposición. Lo intentó [José Luis Rodríguez] Zapatero en 2004 en una situación menos deteriorada, en un momento en que económicamente el país funcionaba como un tiro, sin crisis territorial, y fue imposible que el PP y el PSOE se sentaran simplemente a discutir. Imagine ahora, cuando vamos a un pentapartidismo [PSOE, PP, Unidos Podemos, Ciudadanos y Vox] más los nacionalistas. Y con esa puja en la derecha a ver cuál es más españolista y anticatalanista.

P: Así que la crisis constitucional se traduce en que el Parlamento no funciona.
R: Ese es el reflejo. Esto es una democracia parlamentaria y el Parlamento no funciona.

P: Pero una cosa es el reflejo y otra la causa. ¿La causa es la crisis catalana?
R: Para mí la crisis constitucional tiene varios factores, no sólo uno. Está la gran herencia del régimen de Franco, que es la monarquía y la composición de las Cortes Generales, es decir, el Congreso y el Senado. Todo esto viene de la Ley para la Reforma Política [de 1977], de una decisión de Franco de restaurar la monarquía. Luego esa monarquía restaurada, con el Gobierno de [Adolfo] Suárez, hizo la transición de las leyes fundamentales [del franquismo] a la Constitución. Y eso se hizo a través de la Ley para la Reforma Política, donde se define la composición de las Cortes, y mediante el decreto ley [de marzo de 1977] que establece el sistema electoral. Todo eso, la composición del Congreso y del Senado y el sistema electoral, pasa a la Constitución tal cual. Es preconstitucional. Aunque formalmente lo aprobaran las Cortes constituyentes, la decisión no es suya, sino de las Cortes franquistas. Esa herencia provoca una crisis de legitimidad, porque tenemos una monarquía restaurada y reintroducida por un dictador.

P: ¿Qué problemas presenta la composición del Congreso y el Senado?
R: Hay una desviación calculada del principio de igualdad, pensada para un bipartidismo con tendencia a escorarse a la derecha.

P: Pero de 1982 a 1996 gobierna el PSOE de Felipe González...
R: Sí, claro. Pero hablo de la tendencia. Por supuesto que gobernó González. Cuando saca en el 82 casi el 50% del voto, ahí no hay nada que hablar. Pero la intención es la que digo: una desviación para favorecer a la derecha. Y de hecho, con la misma diferencia de 3 o 4 puntos a favor del PP, el escoramiento hacia la derecha es mayor que con una diferencia de 3 o 4 puntos a favor del PSOE.

P: ¿Por el mayor peso electoral comparado de las provincias menos pobladas?
R: Claro, por todo eso: por la circunscripción provincial, por el mínimo de dos diputados por provincia, por la fórmula d'Hont, por todos los elementos del sistema electoral... Bueno, y ya el Senado, con cuatro senadores por provincia, es una locura. Y la prueba la tenemos en esta legislatura. El PP, con poco más del 30% de los votos, tiene una mayoría súper absoluta.

P: Esos son los dos factores de la crisis: monarquía y Cortes Generales.
R: Es decir, todo el mecanismo del poder. En España, el mecanismo del poder es anterior a la Constitución. Es una herencia del régimen de Franco. Eso es un límite tremendo para que la sociedad española pueda expresarse tal cual es. El bipartidismo dinástico ha funcionado hasta 2015, cuando se han podido sustituir el PP y el PSOE. Ya no pueden y entonces no saben cuál va a ser la operativa.

P: ¿La crisis de la Constitución se debe entonces al fin del bipartidismo?
R: Obedece al cambio de composición del Congreso y el Senado, que precisamente son los que tienen que hacer la reforma de la Constitución.

P: ¿Y qué deberían, a su juicio, hacer las Cortes?
R: El Senado directamente debe hacerse un harakiri. Y el Congreso tendría que cambiar sensiblemente para que el principio de igualdad se expresara en el Congreso y reflejase la sociedad española tal cual es.

P: Aún no hemos hablado del problema territorial.
R: La fórmula de integración de las nacionalidades y regiones ha saltado por los aires en Cataluña con la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010. Y por lo tanto, estamos sin constitución territorial. Son las tres cosas: monarquía, composición de las Cortes y sistema electoral, y constitución territorial del poder. Esos son los grandes problemas a los que tiene que enfrentarse la sociedad. Y la Constitución ya no le vale para hacerlo.

P: En cuanto a la jefatura del Estado, ¿la salida democrática a esa crisis sería un referéndum monarquía-república?
R: Claro. Si la Constitución se hubiera ido reformando periódicamente, y se hubiera reformado el Senado, si tuviéramos un Estado de las autonomías distinto... Si se hubieran ido haciendo cambios, a lo mejor el tema de la monarquía lo podríamos dejar... Pero como no se han ido haciendo reformas, ahora ya nos encontramos con un sistema político que está viciado. Se ha puesto de manifiesto que esto fue un restauración monárquica disfrazada de transición a la democracia, donde la monarquía condicionó el principio de legitimación democrática, que está condicionado al principio monárquico. Porque es la monarquía la que hace y dirige la Transición. De ahí viene la incapacidad de reforma del sistema, que acaba poniendo de manifiesto que la monarquía es un obstáculo.

P: ¿Referéndum, entonces?
R: Es la única manera. Pero la resistencia va a ser absoluta.

P: ¿La Corona ha faltado a su deber de ejemplaridad?
R: Y no sólo eso. El discurso del 3 de octubre, ¿qué monarca puede hacerlo? Bajar a la arena política y entrar en ese terreno.... Pero, ¿usted quién es? [en referencia a Felipe VI] ¿Qué monarca parlamentario hace eso?

P: Tras el referéndum fustrado del 1 de octubre, ¿era posible otro discurso del jefe del Estado? ¿O no debió dar ninguno?
R: ¡Ninguno! Pero, ¿usted quién es? Y la responsabilidad aquí es de Rajoy. Le tenía que haber dicho al rey: "Usted no sale. Y si sale, aquí tiene mi dimisión". O, en todo caso, si sale que sea en las Cortes Generales, reunidas las dos cámaras, para leer un discurso del Gobierno.

P: ¿Cree que el rey buscaba popularidad?
R: No sé qué buscaba, pero cometió un error. Bajó a la arena política y desde entonces no puede ir a Cataluña.

P: ¿Corre el riesgo de convertirse en el rey de una parte de España?
R: Bueno, ya ha estado a punto de convertirse en el rey del 155. Y escuche a [José María] Aznar. Ya saca al PSOE del constitucionalismo y sitúa al rey como pieza clave. Y lo que dice [Pablo] Casado: "Cuando se pagan pensiones, viva el rey; cuando se abre un hospital, viva el rey".

P: Según el PP, Vox es constitucionalista y Podemos no.
R: Claro. Pero es que el PSOE tampoco. El PSOE está fuera también. El intento de apropiación de la Constitución y del rey por parte del PP está clarísimo. "Si usted no está de acuerdo conmigo, no está de acuerdo con el rey". Ese discurso para la Casa Real es un problema y no sé cómo lo va a combatir. Este problema de la monarquía hay que resolverlo. Si vamos a tener una monarquía, ¿qué monarquía va a ser? Porque es inaceptable cómo se hizo la abdicación, de forma anticonstitucional.

P: ¿Anticonstitucional?
R: Totalmente. Se hicieron dos abdicaciones. Por la mañana se hace la abdicación del poder militar. El rey transmite en el Palacio de la Zarzuela el mando supremo de las Fuerzas Armadas a su hijo, como si fuera un asunto familiar. Y el hijo, ya con el uniforme de capitán general, se presenta por la tarde en las Cortes. El desprecio a la soberanía popular es brutal. Eso no se puede tolerar. Y luego el estatus jurídico del rey emérito se decide mediante una reforma legal que se introduce en enmienda a una ley de medidas económicas que estaba en tramitación en el Congreso. ¿Pero esto que es? Esto es un fraude de Constitución como la copa de un pino. Cosas como estas hacen que no sea una monarquía parlamentaria. ¿Cómo que ahora cojo y aparezco en televisión y pronuncio el discurso que me da la gana? Es que el rey va a Davos a hablar de España y la UE. ¿Qué monarca va a Davos? Van los monarcas árabes, el de Marruecos, Arabia Saudí, Jordania... Los monarcas europeos no van. Ni tampoco aparecen en los papeles de Wikileaks [en referencia al rey emérito, Juan Carlos I]. Hay que hace un referéndum, y si gana la monarquía, ver qué monarquía se quiere.

P: Es partidario de resolver la cuestión monarquía-república en referéndum. ¿Y la de Cataluña?
R: No sé. Cataluña es mucho más complicado. Y venimos avisados. Ya se resaltó en el debate constituyente: el problema por el que se va a juzgar esta Constitución es si es capaz de resolver el problema territorial. Si lo hace, tendrá éxito; si no, no. Para eso se diseñó un mecanismo de nacionalidades pensando en Cataluña, que consistía en el sistema de doble garantía. La nacionalidad no puede imponer al Estado un Estatuto con el que el Estado no está de acuerdo. Es decir, el Parlamento de la nacionalidad aprueba un proyecto de Estatuto y tiene que entrar en una negociación con las Cortes. Esa es una garantía a favor del Estado. El ejercicio del derecho a la autonomía no puede imponerse al principio de unidad política del Estado. Eso por un lado. En segundo lugar, una vez hecha la negociación entre los dos parlamentos [el autonómico y el estatal], la última palabra la tienen los ciudadanos de la nacionalidad en referéndum. Esa es la constitución territorial de 1978. Acuerdo y referéndum. Y eso es lo que la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010 desbarata.

P: ¿Por qué?
R: Porque desautoriza el pacto entre el Parlamento [catalán] y las Cortes y desconoce el resultado del referéndum. Ahí te has quedado sin Constitución. Y eso es lo que ha pasado en Cataluña, que no hay Constitución, y donde no hay Constitución hay desorden.

P: Un desorden que se proyecta sobre todo el Estado.
R: Porque Cataluña es mucha Cataluña. Y está dominando la vida política española. Lo hemos visto en Andalucía, donde ha tenido más presencia Cataluña que la propia Andalucía. Los que han intentado dar mayor protagonismo a Andalucía, el PSOE y Adelante, no han conectado [con el electorado]. Pero los que lo han planteado en torno al nacionalismo español sí han conectado. El tema de Cataluña lo envenena todo. Y verás en mayo, la que viene. Verás Vox en mayo.

P: ¿Se atreve con alguna propuesta para la crisis catalana?
R: Cataluña ahora mismo no tiene solución. Ahora mismo, digo, porque en algún momento habrá que verlo, claro. Antes tienen que pasar los juicios. Mientras no haya juicios, no hay negociación política posible. Y dependiendo de cómo terminen.

P: ¿Contempla la celebración de un referéndum?
R: Que tendrá que haber un referéndum, seguro.

P: ¿De autodeterminación?
R: No, eso no se va a aceptar por los partidos estatales. Por Podemos sí. Los demás no. Ahora mismo todo está empantanado. Con gente en la cárcel. ¡Estamos celebrando el 40º aniversario de la Constitución con políticos en la cárcel! ¡Con gente en huelga de hambre! Oye, que no son del Grapo, ni del IRA, ni de la Baader Meinhof. Han sido miembros de un Consejo de Gobierno de una comunidad autónoma. Esto no pensé que fuera a verlo yo. Una huelga de hambre de políticos, joder...

P: Ante un referéndum y una declaración de independencia unilateral, ¿qué podía hacer el Estado?
R: Es que no se tenía que haber llegado nunca al 1 de octubre. Es que el Tribunal Constitucional no debió nunca dictar esa sentencia, que fue una monstruosidad. Un Estatuto que había respetado la Constitución, que no planteaba ningún problema de aplicación, que estuvo cuatro años en vigor y no pasó nada, al contrario, bajó la conflictividad... Pero se produjo esa humillación. Se les dijo: "Ustedes han pactado y han aprobado un Estatuto, pero no. Ustedes no caben en la Constitución".

P: ¿Ese es el mensaje de esa sentencia?
R: Sí, o sea, nosotros [poniéndose en el lugar de los catalanes] manifestamos nuestra voluntad, aceptamos una corrección en el Parlamento y, a pesar de todo, en el Constitucional, zas, más todavía. O sea que no cabemos dentro de la Constitución. Usted me dirá. Luego la cosa no acaba ahí. De 2010 a 2017 Rajoy no movió un dedo para intentar nada. No, esto es un suflé, un suflé... Pues ahí lo tienes. El problema cada vez más enconado, más envenenado. Con un divorcio electoral tremendo. El PP casi ha desaparecido y el PSOE ha bajado muchísimo en Cataluña.

P: Bien, ese es un relato de cómo hemos llegado aquí. Pero, una vez aquí, en el 1 de octubre y tras la declaración de independencia, ¿cómo reaccionar desde el Estado?
R: Ya era muy difícil. Lo primero que se tenía que haber hecho, una vez convocadas las elecciones, era no meter la justicia de por medio. El PSOE debería haber dicho: "Yo apoyo el 155 pero a condición de que usted le diga al fiscal general del Estado que no ponga en marcha ningún proceso".

P: ¿Se puede hacer eso?
R: Claro, perfectamente. El Gobierno tiene todo el derecho del mundo a decirle al fiscal general del Estado: "Oiga usted, quieto aquí". Pero no. Así se vició el proceso electoral, se vició la investidura y ahora mismo no hay nada que negociar.

P: ¿Para que haya una solución, a su juicio, el proceso penal debe quedar en nada?
R: Vamos a ver. La solución podría haber sido que la nueva fiscal general del Estado hubiera retirado la acusación por rebelión. Y decir: "A usted se le procesa por malversación, por desobediencia, y va a quedar inhabilitado". Pero no por rebelión. Y traes a [Carles] Puigdemont, y lo juzgas también. Pero no esta barbarie. Todo lo que se está haciendo es de una anticonstitucionalidad brutal.

P: ¿Por qué?
R: ¿Por qué? Primero, porque no hay delito de rebelión. No se ha podido convencer a ningún juez europeo. La inmensa mayoría de los profesores de derecho penal te dicen que no. Además se ha vulnerado el derecho al juez ordinario predeterminado por la ley, porque se tenía que haber encargado el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Al saltarse este derecho y actuar el Supremo como primera y última instancia, se le quita la segunda instancia, central en el proceso penal. Al no estar Puigdemont no pueden ser procesados los consejeros, porque los consejeros son colaboradores de Puigdemont, y el principio de legitimidad democrática se proyecta de manera jerárquica en el poder ejecutivo, de modo que la posición del presidente del Gobierno es distinta de la de los ministros y consejeros, que son colaboradores del presidente. El único investido por el Parlamento es el presidente, y por eso el único que tiene legitimidad democrática. Y para colmo va a presidir [Manuel] Marchena, cuya imparcialidad está comprometida. Su palabra no vale. Todo esto es un disparate de una monumentalidad extraordinaria.

P: ¿Cree que este proceso le puede valer a España un palo en la justicia europea?
R: Si a [Arnaldo] Otegi el Tribunal Europeo de Derechos Humanos le ha otorgado el amparo, con esto ni te cuento. Lo de Otegi era una cosa minúscula. Entiéndame, grave porque cualquier vulneración de un derecho fundamental es grave, pero comparado con esto no es nada. Y para el Estado español encontrarse con que dentro de unos cuantos años nos digan "anule este juicio, porque se ha vulnerado el Convenio Europeo de Derechos Humanos", eso sería... Abrir el juicio así es una temeridad extraordinaria. Parece que han decidido dar un escarmiento. Esto tiene muy mala pinta. El tema catalán ha roto la Constitución, que ha desaparecido en Cataluña. Y si desaparece en Cataluña, pues prácticamente desaparece.

P: En su libro junto a Antón Losada La reforma inevitable (Roca Editorial, 2018), usted otorga también notable gravedad al problema de la presencia constitucional de la Iglesia.
R: Lo tiene.

P: Pero, ¿sirve suprimir la alusión a la Iglesia de la Constitución sin tocar los acuerdos del 76-79 con la Santa Sede?
R: No, no, hay que denunciar esos acuerdos, claro. Son anticonstitucionales. Son preconstitucionales, negociados con un Gobierno anterior a la Constitución. Este tema es clave en nuestra historia. La Iglesia ha sido un obstáculo tremendo a todo el proceso de constitucionalización y democratización del Estado. Y bueno, en esta Constitución ha sido donde se ha obtenido el ajuste menos malo, pero sigue siendo una distorsión. Porque no hay que mencionar ninguna Iglesia. Libertad religiosa, aconfesionalidad del Estado y punto. ¿Por qué tiene que estar la Iglesia en la Constitución?

P: Porque tuvo la fuerza para meterse.
R: Exacto. Nada más. No hay razones. Dijeron "yo quiero estar aquí y con la UCD me puedo meter". Y se metieron. Pero no tiene sentido.

P: ¿Qué otros aspectos de la Constitución reformaría?
R: El título de derechos fundamentales. Algunos derechos sociales deben estar entre los principios rectores de política social y económica. Y bueno, este tema de los aforamientos y algún otro que está saliendo.

P: El Gobierno está impulsando la reforma de aforamientos y Pedro Sánchez afirma que le gustaría suprimir la inviolabilidad del rey.
R: Nada de eso va a salir. Son cosas que se tendrían que ver. Pero no van a salir.
 
No son idénticos.


El Estatuto andaluz no es el Estatut
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    Un hombre en un acto conmemorativo de la muerte de Blas Infante


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Sevilla.


Tiempo de lectura 2 min.

14 de octubre de 2017. 20:14h


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Cataluña Junts pel Sí Parlamento Regional


La maquinaria propagandística del independentismo ha extendido en las últimas semanas que el Partido Popular llevó al Tribunal Constitucional el Estatuto catalán y no el andaluz pese a que ambos textos eran dos gotas de agua. Se trata de una falacia mal intencionada fruto de un discurso victimista que no alcanza límites. Un recurso nada nuevo puesto que ya aparecía bien determinado en la retórica clásica. Esto es, la utilización de argumentos «ad ignorantiam»: mentiras que se visten deliberadamente de verdad y que en estos tiempos en los que la información corre rápidamente por las redes sociales son aún más peligrosos que cuando los próceres de la Antigüedad se sentaban a perorar con la toga en el ágora o en la tribuna.






El Estatuto andaluz guarda semejanzas con el catalán porque todas las regiones están concernidad en el mismo ámbito competencial; y también grandes diferencias. Prueba de ello es el informe que realizó la plataforma «Andaluces por Andalucía», de la que era coordinador Estanislao Naranjo Infante, nieto del Padre de la Patria Andaluza, antes de que el articulado se sometiera a referéndum. Esta asociación defendía el «no», en una línea cercana a la que sostuvo el Partido Andalucista, precisamente por la falta de valentía en las aspiraciones de la región. En el mencionado informe detallaron hasta 76 diferencias entre el Estatuto andaluz y el catalán. Teniendo en cuenta que el articulado andaluz cuenta con 247 artículos, ya tenemos un primer dato cuantitativo sobre la lejana semejanza. Algunas de estas diferencias afectan además a asuntos de gran importancia. El Estatut señala por ejemplo en su artículo segundo que los poderes de la Generalitat emanan del pueblo de Cataluña, mientras que el Estatuto andaluz recoge que los poderes de la comunidad autónoma de Andalucía emanan de la Constitución. El artículo 110 del Estatut apunta que el derecho catalán tiene preferencia sobre cualquier otro en el territorio de la comunidad, mientras que el derecho andaluz lo tiene en el suyo, amparado en el carácter supletorio del derecho estatal. Este tipo de coletillas como «en el marco constitucional» o «sin prejuicio de la legislación estatal» se incluyeron de forma masiva en el articulado andaluz como salvaguardia ante eventuales recursos judiciales. Hasta tal punto fue así que en la ponencia mixta del Congreso sobre la reforma del Estatuto se modificaron –el término afeitar era frecuente esos días– más de un centenar de artículos. Una labor que no pocas veces la atribuyó Arenas a la labor «constitucionalista» de su formación. Aún así, se metió la pata en algunos artículos como el 51 sobre la gestión en exclusiva del Guadalquivir que tumbó años más tarde el Tribunal Constitucional tras los recursos de varias comunidades.


Otros diarios que no son "La Razón" como el artículo que has traído no opinan lo mismo.


https://elpais.com/diario/2007/07/05/espana/1183586424_850215.html

https://www.eldiario.es/andalucia/G...uto-financiacion-inversiones_0_149085194.html

https://www.elconfidencial.com/espa...ralidad-y-el-blindaje-de-competencias_522077/
 
A propósito de lo que dices... es una entrevista muy interesante.

ENTREVISTAS EN EL 40º ANIVERSARIO DE LA CONSTITUCIÓN

Javier Pérez Royo: "Si Estrasburgo le ha dado amparo a Otegi, a los presos del 'procés' ni te cuento. El juicio es una temeridad"
  • "La Constitución está en la antesala de su desmoronamiento", afirma el catedrático de Derecho Constitucional
  • "En España, el mecanismo del poder es anterior a la Constitución. Es una herencia del régimen de Franco. Eso es un límite tremendo para que la sociedad española pueda expresarse tal cual es", sostiene
  • "Monarquía, composición de las Cortes y sistema electoral, y constitución territorial del poder. Esos son los tres grandes problemas a los que tiene que enfrentarse la sociedad. Y la Constitución ya no le vale para hacerlo", explica
Ángel Munárriz (infolibre.es)
amunarriz@infolibre.es @angel_munarriz
Publicada el 08/12/2018 a las 06:00 Actualizada el 07/12/2018 a las 21:50

El catedrático de Derecho Constitucional Javier Pérez Royo.

TV3
A la primera pregunta de la entrevista, que pretendía ser de tanteo y aproximación, Javier Pérez Royo (Sevilla, 1944), catedrático de Derecho Constitucional, ya responde en tropel, sin guardarse nada ni dar rodeos: "Hay una distancia enorme entre la celebración oficial y la realidad de crisis constitucional". No tiene ganas de balances acaramelados por el 40º aniversario –"ha sido la mejor Constitución de nuestra historia", concede–, sino de diagnosticar "problemas gravísimos" para los que además no ve solución a la vista. Estos problemas se resumen así: la Corona, las Cortes y Cataluña.

La de Javier Pérez Royo es la cuarta de una serie de entrevistas en profundidad realizadas por infoLibre con seis prestigiosos juristas españoles con motivo del 40º aniversario de la Constitución. Mañana se publicará la conversación con María Emilia Casas.

PEGUNTA: ¿Por qué es tan grave la crisis?
RESPUESTA: El sistema político español no funciona de acuerdo a lo que prevé la Constitución. Desde 2015 hay una parálisis y el Parlamento, que es representante del pueblo español, donde se proyecta el principio de legitimidad, no cumple ninguna de sus funciones constitucionales.

P: ¿Qué significa que no cumple?
R: No se hacen leyes. Se legisla por decreto ley, el Parlamento es incapaz de hacer una ley siguiendo el procedimiento legislativo, que tiene una cantidad de recovecos que no se pueden recorrer. Se acude al decreto ley y luego a un voto de convalidación. Tampoco se hacen presupuestos. Como no se legisla y no se hacen presupuestos, no hay acción de gobierno susceptible de ser controlada. La función de control queda en una cuestión anecdótica, ridícula. Así que las tres grandes funciones que asigna la Constitución al Parlamento, legislativa, presupuestaria y de control, se incumplen. Y ahí seguimos. Hubo que repetir elecciones, fuimos el primer país de Europa occidental en repetir. Luego hubo una abstención con [Mariano] Rajoy, pero fue para la investidura, no para gobernar. Y después la moción de censura, que es un mecanismo que sí ha funcionado, pero deja un Gobierno con 84 escaños que puede hacer lo que puede hacer...

P: Describe usted una crisis política. ¿Por qué dice crisis constitucional?
R: Lo que la Constitución prevé no se cumple, no se aplica. Con los resultados electorales desde 2015, el órgano que expresa la soberanía popular no puede cumplir las funciones que tiene encomendadas. La Constitución dice una cosa y en la realidad ocurre algo distinto. Ya no es lo que fue hasta 2015, una Constitución normativa. Y no hay indicio de que se vaya a corregir, al contrario.

P: ¿En qué convierte esta situación a la Constitución? ¿Deja de ser una Constitución como tal?
R: Está en la antesala del desmoronamiento, de la descomposición. Tal y como está, no sé si puede ser el marco que haga posible el proceso de dirección política en España.

P: ¿Propone reformarla o sustituirla?
R: Debería haberse reformado hace muchísimo tiempo. Una Constitución tiene que estar reformándose desde que empieza a funcionar. Introduciendo reformas a medida que se identifican problemas. Si no, los problemas se acumulan. Y cuando se quiere reformar ya es muy difícil, ya son muchos los vicios acumulados, no se sabe cómo activar el mecanismo porque no se ha hecho nunca, ha caído en desuso el título dedicado a la reforma. Las reformas tienen que ser puntuales. Por ejemplo, el Senado se debía haber reformado ya en los 80. El Senado es un aborto, es materialmente anticonstitucional. Supone una desviación brutal del principio de igualdad.

P: ¿Es tarde entonces para reformarla?
R: Nunca es tarde. El problema es que para hacer una reforma, tiene que haber una condición: que los partidos con representación parlamentaria tengan predisposición a sentarse para discutir un diagnóstico de buena fe y decidir en qué puntos actuar y cómo se construyen las mayorías cualificadas.

P: ¿Lo ve posible?
R: No. No veo condiciones ni predisposición. Lo intentó [José Luis Rodríguez] Zapatero en 2004 en una situación menos deteriorada, en un momento en que económicamente el país funcionaba como un tiro, sin crisis territorial, y fue imposible que el PP y el PSOE se sentaran simplemente a discutir. Imagine ahora, cuando vamos a un pentapartidismo [PSOE, PP, Unidos Podemos, Ciudadanos y Vox] más los nacionalistas. Y con esa puja en la derecha a ver cuál es más españolista y anticatalanista.

P: Así que la crisis constitucional se traduce en que el Parlamento no funciona.
R: Ese es el reflejo. Esto es una democracia parlamentaria y el Parlamento no funciona.

P: Pero una cosa es el reflejo y otra la causa. ¿La causa es la crisis catalana?
R: Para mí la crisis constitucional tiene varios factores, no sólo uno. Está la gran herencia del régimen de Franco, que es la monarquía y la composición de las Cortes Generales, es decir, el Congreso y el Senado. Todo esto viene de la Ley para la Reforma Política [de 1977], de una decisión de Franco de restaurar la monarquía. Luego esa monarquía restaurada, con el Gobierno de [Adolfo] Suárez, hizo la transición de las leyes fundamentales [del franquismo] a la Constitución. Y eso se hizo a través de la Ley para la Reforma Política, donde se define la composición de las Cortes, y mediante el decreto ley [de marzo de 1977] que establece el sistema electoral. Todo eso, la composición del Congreso y del Senado y el sistema electoral, pasa a la Constitución tal cual. Es preconstitucional. Aunque formalmente lo aprobaran las Cortes constituyentes, la decisión no es suya, sino de las Cortes franquistas. Esa herencia provoca una crisis de legitimidad, porque tenemos una monarquía restaurada y reintroducida por un dictador.

P: ¿Qué problemas presenta la composición del Congreso y el Senado?
R: Hay una desviación calculada del principio de igualdad, pensada para un bipartidismo con tendencia a escorarse a la derecha.

P: Pero de 1982 a 1996 gobierna el PSOE de Felipe González...
R: Sí, claro. Pero hablo de la tendencia. Por supuesto que gobernó González. Cuando saca en el 82 casi el 50% del voto, ahí no hay nada que hablar. Pero la intención es la que digo: una desviación para favorecer a la derecha. Y de hecho, con la misma diferencia de 3 o 4 puntos a favor del PP, el escoramiento hacia la derecha es mayor que con una diferencia de 3 o 4 puntos a favor del PSOE.

P: ¿Por el mayor peso electoral comparado de las provincias menos pobladas?
R: Claro, por todo eso: por la circunscripción provincial, por el mínimo de dos diputados por provincia, por la fórmula d'Hont, por todos los elementos del sistema electoral... Bueno, y ya el Senado, con cuatro senadores por provincia, es una locura. Y la prueba la tenemos en esta legislatura. El PP, con poco más del 30% de los votos, tiene una mayoría súper absoluta.

P: Esos son los dos factores de la crisis: monarquía y Cortes Generales.
R: Es decir, todo el mecanismo del poder. En España, el mecanismo del poder es anterior a la Constitución. Es una herencia del régimen de Franco. Eso es un límite tremendo para que la sociedad española pueda expresarse tal cual es. El bipartidismo dinástico ha funcionado hasta 2015, cuando se han podido sustituir el PP y el PSOE. Ya no pueden y entonces no saben cuál va a ser la operativa.

P: ¿La crisis de la Constitución se debe entonces al fin del bipartidismo?
R: Obedece al cambio de composición del Congreso y el Senado, que precisamente son los que tienen que hacer la reforma de la Constitución.

P: ¿Y qué deberían, a su juicio, hacer las Cortes?
R: El Senado directamente debe hacerse un harakiri. Y el Congreso tendría que cambiar sensiblemente para que el principio de igualdad se expresara en el Congreso y reflejase la sociedad española tal cual es.

P: Aún no hemos hablado del problema territorial.
R: La fórmula de integración de las nacionalidades y regiones ha saltado por los aires en Cataluña con la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010. Y por lo tanto, estamos sin constitución territorial. Son las tres cosas: monarquía, composición de las Cortes y sistema electoral, y constitución territorial del poder. Esos son los grandes problemas a los que tiene que enfrentarse la sociedad. Y la Constitución ya no le vale para hacerlo.

P: En cuanto a la jefatura del Estado, ¿la salida democrática a esa crisis sería un referéndum monarquía-república?
R: Claro. Si la Constitución se hubiera ido reformando periódicamente, y se hubiera reformado el Senado, si tuviéramos un Estado de las autonomías distinto... Si se hubieran ido haciendo cambios, a lo mejor el tema de la monarquía lo podríamos dejar... Pero como no se han ido haciendo reformas, ahora ya nos encontramos con un sistema político que está viciado. Se ha puesto de manifiesto que esto fue un restauración monárquica disfrazada de transición a la democracia, donde la monarquía condicionó el principio de legitimación democrática, que está condicionado al principio monárquico. Porque es la monarquía la que hace y dirige la Transición. De ahí viene la incapacidad de reforma del sistema, que acaba poniendo de manifiesto que la monarquía es un obstáculo.

P: ¿Referéndum, entonces?
R: Es la única manera. Pero la resistencia va a ser absoluta.

P: ¿La Corona ha faltado a su deber de ejemplaridad?
R: Y no sólo eso. El discurso del 3 de octubre, ¿qué monarca puede hacerlo? Bajar a la arena política y entrar en ese terreno.... Pero, ¿usted quién es? [en referencia a Felipe VI] ¿Qué monarca parlamentario hace eso?

P: Tras el referéndum fustrado del 1 de octubre, ¿era posible otro discurso del jefe del Estado? ¿O no debió dar ninguno?
R: ¡Ninguno! Pero, ¿usted quién es? Y la responsabilidad aquí es de Rajoy. Le tenía que haber dicho al rey: "Usted no sale. Y si sale, aquí tiene mi dimisión". O, en todo caso, si sale que sea en las Cortes Generales, reunidas las dos cámaras, para leer un discurso del Gobierno.

P: ¿Cree que el rey buscaba popularidad?
R: No sé qué buscaba, pero cometió un error. Bajó a la arena política y desde entonces no puede ir a Cataluña.

P: ¿Corre el riesgo de convertirse en el rey de una parte de España?
R: Bueno, ya ha estado a punto de convertirse en el rey del 155. Y escuche a [José María] Aznar. Ya saca al PSOE del constitucionalismo y sitúa al rey como pieza clave. Y lo que dice [Pablo] Casado: "Cuando se pagan pensiones, viva el rey; cuando se abre un hospital, viva el rey".

P: Según el PP, Vox es constitucionalista y Podemos no.
R: Claro. Pero es que el PSOE tampoco. El PSOE está fuera también. El intento de apropiación de la Constitución y del rey por parte del PP está clarísimo. "Si usted no está de acuerdo conmigo, no está de acuerdo con el rey". Ese discurso para la Casa Real es un problema y no sé cómo lo va a combatir. Este problema de la monarquía hay que resolverlo. Si vamos a tener una monarquía, ¿qué monarquía va a ser? Porque es inaceptable cómo se hizo la abdicación, de forma anticonstitucional.

P: ¿Anticonstitucional?
R: Totalmente. Se hicieron dos abdicaciones. Por la mañana se hace la abdicación del poder militar. El rey transmite en el Palacio de la Zarzuela el mando supremo de las Fuerzas Armadas a su hijo, como si fuera un asunto familiar. Y el hijo, ya con el uniforme de capitán general, se presenta por la tarde en las Cortes. El desprecio a la soberanía popular es brutal. Eso no se puede tolerar. Y luego el estatus jurídico del rey emérito se decide mediante una reforma legal que se introduce en enmienda a una ley de medidas económicas que estaba en tramitación en el Congreso. ¿Pero esto que es? Esto es un fraude de Constitución como la copa de un pino. Cosas como estas hacen que no sea una monarquía parlamentaria. ¿Cómo que ahora cojo y aparezco en televisión y pronuncio el discurso que me da la gana? Es que el rey va a Davos a hablar de España y la UE. ¿Qué monarca va a Davos? Van los monarcas árabes, el de Marruecos, Arabia Saudí, Jordania... Los monarcas europeos no van. Ni tampoco aparecen en los papeles de Wikileaks [en referencia al rey emérito, Juan Carlos I]. Hay que hace un referéndum, y si gana la monarquía, ver qué monarquía se quiere.

P: Es partidario de resolver la cuestión monarquía-república en referéndum. ¿Y la de Cataluña?
R: No sé. Cataluña es mucho más complicado. Y venimos avisados. Ya se resaltó en el debate constituyente: el problema por el que se va a juzgar esta Constitución es si es capaz de resolver el problema territorial. Si lo hace, tendrá éxito; si no, no. Para eso se diseñó un mecanismo de nacionalidades pensando en Cataluña, que consistía en el sistema de doble garantía. La nacionalidad no puede imponer al Estado un Estatuto con el que el Estado no está de acuerdo. Es decir, el Parlamento de la nacionalidad aprueba un proyecto de Estatuto y tiene que entrar en una negociación con las Cortes. Esa es una garantía a favor del Estado. El ejercicio del derecho a la autonomía no puede imponerse al principio de unidad política del Estado. Eso por un lado. En segundo lugar, una vez hecha la negociación entre los dos parlamentos [el autonómico y el estatal], la última palabra la tienen los ciudadanos de la nacionalidad en referéndum. Esa es la constitución territorial de 1978. Acuerdo y referéndum. Y eso es lo que la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010 desbarata.

P: ¿Por qué?
R: Porque desautoriza el pacto entre el Parlamento [catalán] y las Cortes y desconoce el resultado del referéndum. Ahí te has quedado sin Constitución. Y eso es lo que ha pasado en Cataluña, que no hay Constitución, y donde no hay Constitución hay desorden.

P: Un desorden que se proyecta sobre todo el Estado.
R: Porque Cataluña es mucha Cataluña. Y está dominando la vida política española. Lo hemos visto en Andalucía, donde ha tenido más presencia Cataluña que la propia Andalucía. Los que han intentado dar mayor protagonismo a Andalucía, el PSOE y Adelante, no han conectado [con el electorado]. Pero los que lo han planteado en torno al nacionalismo español sí han conectado. El tema de Cataluña lo envenena todo. Y verás en mayo, la que viene. Verás Vox en mayo.

P: ¿Se atreve con alguna propuesta para la crisis catalana?
R: Cataluña ahora mismo no tiene solución. Ahora mismo, digo, porque en algún momento habrá que verlo, claro. Antes tienen que pasar los juicios. Mientras no haya juicios, no hay negociación política posible. Y dependiendo de cómo terminen.

P: ¿Contempla la celebración de un referéndum?
R: Que tendrá que haber un referéndum, seguro.

P: ¿De autodeterminación?
R: No, eso no se va a aceptar por los partidos estatales. Por Podemos sí. Los demás no. Ahora mismo todo está empantanado. Con gente en la cárcel. ¡Estamos celebrando el 40º aniversario de la Constitución con políticos en la cárcel! ¡Con gente en huelga de hambre! Oye, que no son del Grapo, ni del IRA, ni de la Baader Meinhof. Han sido miembros de un Consejo de Gobierno de una comunidad autónoma. Esto no pensé que fuera a verlo yo. Una huelga de hambre de políticos, joder...

P: Ante un referéndum y una declaración de independencia unilateral, ¿qué podía hacer el Estado?
R: Es que no se tenía que haber llegado nunca al 1 de octubre. Es que el Tribunal Constitucional no debió nunca dictar esa sentencia, que fue una monstruosidad. Un Estatuto que había respetado la Constitución, que no planteaba ningún problema de aplicación, que estuvo cuatro años en vigor y no pasó nada, al contrario, bajó la conflictividad... Pero se produjo esa humillación. Se les dijo: "Ustedes han pactado y han aprobado un Estatuto, pero no. Ustedes no caben en la Constitución".

P: ¿Ese es el mensaje de esa sentencia?
R: Sí, o sea, nosotros [poniéndose en el lugar de los catalanes] manifestamos nuestra voluntad, aceptamos una corrección en el Parlamento y, a pesar de todo, en el Constitucional, zas, más todavía. O sea que no cabemos dentro de la Constitución. Usted me dirá. Luego la cosa no acaba ahí. De 2010 a 2017 Rajoy no movió un dedo para intentar nada. No, esto es un suflé, un suflé... Pues ahí lo tienes. El problema cada vez más enconado, más envenenado. Con un divorcio electoral tremendo. El PP casi ha desaparecido y el PSOE ha bajado muchísimo en Cataluña.

P: Bien, ese es un relato de cómo hemos llegado aquí. Pero, una vez aquí, en el 1 de octubre y tras la declaración de independencia, ¿cómo reaccionar desde el Estado?
R: Ya era muy difícil. Lo primero que se tenía que haber hecho, una vez convocadas las elecciones, era no meter la justicia de por medio. El PSOE debería haber dicho: "Yo apoyo el 155 pero a condición de que usted le diga al fiscal general del Estado que no ponga en marcha ningún proceso".

P: ¿Se puede hacer eso?
R: Claro, perfectamente. El Gobierno tiene todo el derecho del mundo a decirle al fiscal general del Estado: "Oiga usted, quieto aquí". Pero no. Así se vició el proceso electoral, se vició la investidura y ahora mismo no hay nada que negociar.

P: ¿Para que haya una solución, a su juicio, el proceso penal debe quedar en nada?
R: Vamos a ver. La solución podría haber sido que la nueva fiscal general del Estado hubiera retirado la acusación por rebelión. Y decir: "A usted se le procesa por malversación, por desobediencia, y va a quedar inhabilitado". Pero no por rebelión. Y traes a [Carles] Puigdemont, y lo juzgas también. Pero no esta barbarie. Todo lo que se está haciendo es de una anticonstitucionalidad brutal.

P: ¿Por qué?
R: ¿Por qué? Primero, porque no hay delito de rebelión. No se ha podido convencer a ningún juez europeo. La inmensa mayoría de los profesores de derecho penal te dicen que no. Además se ha vulnerado el derecho al juez ordinario predeterminado por la ley, porque se tenía que haber encargado el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Al saltarse este derecho y actuar el Supremo como primera y última instancia, se le quita la segunda instancia, central en el proceso penal. Al no estar Puigdemont no pueden ser procesados los consejeros, porque los consejeros son colaboradores de Puigdemont, y el principio de legitimidad democrática se proyecta de manera jerárquica en el poder ejecutivo, de modo que la posición del presidente del Gobierno es distinta de la de los ministros y consejeros, que son colaboradores del presidente. El único investido por el Parlamento es el presidente, y por eso el único que tiene legitimidad democrática. Y para colmo va a presidir [Manuel] Marchena, cuya imparcialidad está comprometida. Su palabra no vale. Todo esto es un disparate de una monumentalidad extraordinaria.

P: ¿Cree que este proceso le puede valer a España un palo en la justicia europea?
R: Si a [Arnaldo] Otegi el Tribunal Europeo de Derechos Humanos le ha otorgado el amparo, con esto ni te cuento. Lo de Otegi era una cosa minúscula. Entiéndame, grave porque cualquier vulneración de un derecho fundamental es grave, pero comparado con esto no es nada. Y para el Estado español encontrarse con que dentro de unos cuantos años nos digan "anule este juicio, porque se ha vulnerado el Convenio Europeo de Derechos Humanos", eso sería... Abrir el juicio así es una temeridad extraordinaria. Parece que han decidido dar un escarmiento. Esto tiene muy mala pinta. El tema catalán ha roto la Constitución, que ha desaparecido en Cataluña. Y si desaparece en Cataluña, pues prácticamente desaparece.

P: En su libro junto a Antón Losada La reforma inevitable (Roca Editorial, 2018), usted otorga también notable gravedad al problema de la presencia constitucional de la Iglesia.
R: Lo tiene.

P: Pero, ¿sirve suprimir la alusión a la Iglesia de la Constitución sin tocar los acuerdos del 76-79 con la Santa Sede?
R: No, no, hay que denunciar esos acuerdos, claro. Son anticonstitucionales. Son preconstitucionales, negociados con un Gobierno anterior a la Constitución. Este tema es clave en nuestra historia. La Iglesia ha sido un obstáculo tremendo a todo el proceso de constitucionalización y democratización del Estado. Y bueno, en esta Constitución ha sido donde se ha obtenido el ajuste menos malo, pero sigue siendo una distorsión. Porque no hay que mencionar ninguna Iglesia. Libertad religiosa, aconfesionalidad del Estado y punto. ¿Por qué tiene que estar la Iglesia en la Constitución?

P: Porque tuvo la fuerza para meterse.
R: Exacto. Nada más. No hay razones. Dijeron "yo quiero estar aquí y con la UCD me puedo meter". Y se metieron. Pero no tiene sentido.

P: ¿Qué otros aspectos de la Constitución reformaría?
R: El título de derechos fundamentales. Algunos derechos sociales deben estar entre los principios rectores de política social y económica. Y bueno, este tema de los aforamientos y algún otro que está saliendo.

P: El Gobierno está impulsando la reforma de aforamientos y Pedro Sánchez afirma que le gustaría suprimir la inviolabilidad del rey.
R: Nada de eso va a salir. Son cosas que se tendrían que ver. Pero no van a salir.
Uy! Interesantísima, de otro sociata enchufado en la Universidad andaluza.

A ver si los purgan de una vez a todos y se buscan los garbanzos bajo los plásticos almerienses.
 
Roberto Centeno: Cuando Cela me dijo que los padres de la Constitución deberían pegarse un tiro

09/12/2018 Redaccion Destacados, España 0

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Roberto Centeno./ Foto: ramblalibre.com.
Roberto Centeno. Catedrático de Economía.

Resulta realmente un espectáculo vergonzoso y abyecto, ver como una casta política incompetente y corrupta hasta la médula, ávida de poder, de riqueza y relevancia social a quienes los españoles importamos cero, aplaudida por una legión de medios a su servicio y los juntaletras habituales miserables y vendidos, hayan festejado los 40 años de una Constitución que nos robó la democracia y nos impuso en su lugar una oligarquía de partidos sin separación de poderes, un modelo de Estado único en el mundo, contrario a nuestra realidad geográfica e histórica, diseñado para repartirse y expoliar la nación como si fuera un solar, que consagra la desigualdad y la insolidaridad absoluta entre los españoles, y que aunque muchos ciudadanos prefieran las falsas ilusiones a la realidad, el Régimen del 78 está a punto de culminar nuestra ruina política, económica y social.

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Camilo José de Cela, premio Nobel de Literatura. /Foto: abc.es.
Sin embargo, ninguna otra Constitución del mundo pude presumir el haber sido corregida gramaticalmente por un Premio Nobel de Literatura. Mi gran amigo Camilo José Cela, designado Senador por el Rey Juan Carlos, presentaría un total de 40 enmiendas, algunas gramaticales y otras sobre el fondo, la mayoría fueron desestimadas por cuya razón se levantaría de su escaño y saldría del Senado con un “adiós Señorías, voy a despojarme de este traje de chupatintas con sabor a enmiendas. Ahí se quedan con este engendro. ¡Hasta nunca!”. Aunque solía tomarse casi todo a broma, de hecho en un largo y accidentado viaje en que le conocí y cimentó una sólida amistad hasta su muerte, no me paré de reír porque además era extraordinariamente ingenioso. Sin embargo con el tema de la Constitución no bromeaba, “nos llevan al desastre, si los responsables de la Constitución tuvieran vergüenza y honor se habría pegado un tiro”.

Nos impusieron un simulacro de democracia

Mira Roberto, “la Constitución consagra en teoría un Estado social democrático y de derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad entre todos los españoles y el pluralismo político. Sin embargo nada mas lejos: resulta casi imposible acumular tantas falsedades en tan poco espacio”. La intención de los padres de la Constitución nunca fue dotar a los españoles de una democracia real, sino de un simulacro, una democracia tutelada por una nueva casta política autoproclamada, que iba a decidir todos los asuntos importantes en “petit comité”, que era lo que mas les gustaba y lo que mejor sabían hacer ese grupo de miserables que decidieron nuestro destino.

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Padres de la Constitución de 1978.
Todo para el pueblo pero sin el pueblo sería su lema: lo importante lo decidían franquistas renegados, socialistas y nacionalistas, y luego a través de los medios que controlaban con El País a la cabeza, nos lo imponían. ¿Cómo iba a saber el ignorante pueblo español lo que le convenía?. Las consecuencias serían desastrosas: una Carta Magna con más agujeros que un queso Emmental, y donde además todo sería lo contrario a lo proclamado.

España no es un Estado social

Desde 1975 las diferencias entre ricos y pobres se han incrementado exponencialmente, en 2017 el decil de renta mas alta ( el 10% mas rico de población) acaparaba el 53,8% de la riqueza nacional, y dentro de él el 1% más rico el 25% del total; mientras que el decil de renta más baja ( el 10% mas pobre de la población) poseía solo el 0,1% de la riqueza nacional, es decir, el 10% mas rico posee 538 veces más que el 10% mas pobre, frente a una diferencia de 200 veces más en 1975. España posee hoy según Eurostat la distribución de renta y riqueza más injusta de Europa, y su sistema fiscal es el cuarto menos distributivo de la UE después de Bulgaria, Letonia y Lituania.

El desastre de la Transición ha producido uno de los mayores cambios sociales de nuestra historia donde las nuevas generaciones viven y vivirán peor que sus padres por primera vez en siglos . El modelo de vida que imperaba en España en los años 60 y hasta 1975, casa de tamaño razonable, educación para los hijos, sanidad pública y una pensión asegurada- se está convirtiendo en un dominio exclusivo de los ricos. La clase media, esa gran creación del Régimen de Franco que da estabilidad está siendo destruida, un tercio de los españoles vive por debajo del umbral de la pobreza, mientras tenemos 3,4 millones de empleados públicos (según la Agencia Tributaria) de los cuales solo un millón, según el ex ministro Montoro, han accedido al cargo “a través de oposiciones limpias y transparentes”. Es decir, el Régimen del 78 ha colocado a 2,4 millones de enchufados entre familiares, amigos y correligionarios, y lo que es peor con un sueldo medio un 40% superior a los del sector privado, algo que no ocurre en ningún país del mundo excepto Venezuela, Cuba y Corea del Norte.

España no es una democracia

Los ciudadanos no pueden elegir directamente a sus representantes como en el resto de los países democráticos. Solo pueden elegir unas listas cerradas de paniaguados elaboradas por las oligarquías de los partidos. El régimen autoritario de Franco fue sustituido por una dictadura partitocrática coronada, sin separación de poderes, incompetente y corrupta, llamada “monarquía parlamentaria”, en la que más de mil diputados nacionales y autonómicos a los quien nadie ha elegido directamente, manejan la mitad del PIB de España sin control alguno: una corrupción institucional y personal como jamás se ha conocido ni en España ni en Europa.

España no es un Estado de Derecho

Un país donde no existe separación de poderes, donde el poder judicial y el legislativo dependen del ejecutivo, donde todas y cada una de las instituciones destinadas a contrapesar al Gobierno están controladas por el poder político no es un Estado de derecho, es una “democracia popular” o una república bolivariana como la que quiere imponer el bolchevique totalitario Iglesias, apóstol del odio y golpista profesional, en nuestro país.

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Mariano Rajoy felicitando a Pedro Sánchez. /Foto: lavanguardia.com.
España camina hacia el hundimiento económico, político y social

Tras el golpe de Estado en Cataluña, permitido y financiado por Rajoy, ampliado y profundizado por Sánchez hasta la traición, con la ayuda de un sistema mediático partidista, totalitario y corrupto, que avala la impunidad de los golpistas, solo la Justicia y ahora VOX son los únicos capaces de frenar y revertir este desmantelamiento de España y la ruina de la Nación.

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Lleno completo en el Palacio de Vista Alegre. /Foto: elconfidencial.com.
Vox, el único partido que habla del interés nacional

VOX es el único partido que habla del interés nacional, de la acabar con la inmigración ilegal, de bajar impuestos, de acabar con el cáncer de las Autonomías que han generado una burbuja de deuda imposible de devolver, de acabar con la ideología de género y defender a la familia, y de acabar con el Régimen oligárquico de partidos corrupto hasta la médula y sustituirlo por una democracia real.

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Jesús Cachovozpopuli autores


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OPINIÓN


Un presidente tonto, otro malvado, y un tercero tonto y malvado

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Rajoy y Zapatero en el Congreso. EFE

PUBLICADO09.12.2018, - 05:15

Dicen que Mariano Rajoy fue el jueves la estrella del copetín que siguió a los actos de celebración del 40 aniversario de la Constitución en el Congreso de los Diputados. En el llamado Salón de los Pasos Perdidos, los periodistas se le disputaban en un casi desesperado intento por lograr una frase de interés, no digamos ya un titular. Volvía el nota después del tocata y fuga protagonizado en la tarde noche del 31 de mayo pasado, cuando huyó como un Boabdil del Congreso para empinar el codo en un reservado de la calle Alcalá esquina Independencia. “Rajoy fue el que recibió más saludos y muestras de afecto” decían las crónicas el viernes. Increíble, pero cierto. Maestro en el fútil gallegueo, Mariano regateó a todos y no respondió a nadie, aunque confesó no echar “nada” de menos el ruido político, y aseguró tan campante que ahora se encuentra “muy bien”. “Realmente muy bien”, recalcó con cierto regocijo, una frase que define el grado de cinismo de este desaprensivo responsable de haber dejado a España al borde del caos más absoluto.

Contó también que “mantiene su rutina de vida saludable, sale a caminar todas las mañanas y sigue muy de cerca la actualidad de su Real Madrid”. Lo suyo, vamos. Que habla habitualmente con Soraya y de vez en cuando con Pablo Casado, y que lo de la Convención que prepara el PP para mediados de enero le suena a chino. A José Alejandro Vara le confesó que no habla de política ni con los suyos, y que su vida se centra en el Registro y en sus paseos. Sobre la irrupción de Vox como un cohete en el panorama político español, el pasmarote rechazó meterse “en ese lío”. Este es el presidente al que casi 11 millones de españoles encargaron en Noviembre de 2011 el rescate de una España asediada por una feroz crisis económica y una aún más aguda crisis política que, a estas alturas de 2018, lejos de haber sido superada ha alcanzado su cénit. Este mediocre sigue refugiado en el burladero del “menudo lío”, la frase que durante sus años de presidente resumía su aproximación intelectual y política a cualquier tipo de problema: “¡Ufff, menudo lío!”. Este es el personaje que el jueves reapareció en el Congreso envuelto en la pañosa capa del “a mí que me registren”.

España ha sido un país con mala suerte en los últimos 15 años. La masacre del 11 de marzo de 2004 –el gran misterio de una matanza que cambió la suerte de este país, como bien sabían los cerebros que la planificaron- sirvió para entronizar a un idiota en la presidencia del Gobierno, un inmoral que hoy se dedica a sacarle lustre a las botas del dictador venezolano Maduro, se supone que a cambio de un buen estipendio porque los trabajos sucios no suelen hacerse gratis. El 20 de noviembre de 2011, al idiota le sucedió un malvado, una mala persona so capa de esa bonhomía que parece desprender su arquitectura de espantapájaros en medio del trigal, un perezoso aferrado al Poder que no cree en nada, que no tiene ninguna ideología más allá de esa personalidad suya de perfecto presidente de Casino Provincial. Y con la moción de censura hemos alcanzado el cenit de nuestras desdichas, la síntesis perfecta: hemos colocado en Moncloa a un tonto y a la vez malvado, además de un jeta, un tipo al que diariamente sostienen en la Presidencia del Gobierno de España una serie de partidos que se declaran enemigos de España.




Lo más llamativo, a la vez que preocupante, es que los diputados del PP hicieron el jueves cola en el Congreso para saludar y hacerse fotos con su antiguo jefe de filas, demostración fehaciente de que buena parte del estado mayor del partido sigue siendo rajoyista, a pesar del desastre dejado por el sujeto como herencia a los españoles; estamos ante una gente que se niega a admitir el daño que este triste personaje ha hecho a la derecha civilizada y moderna que precisa España, esa derecha laica y liberal, comprometida con las reformas estructurales sobre la base de una ideología y de un proyecto de futuro para el país. Los diputados del PP corren cual corderitos detrás del patán que ha dejado a su partido reducido a escombros.

Un PP plagado de minas
Y ese entusiasmo que el bergante despierta entre quienes le deben los garbanzos es una mala señal, metáfora de la tenaza que tiene aprisionado a Casado entre la obligación de renegar del pasado para levantar el vuelo de un PP liberado de las ataduras de la corrupción, y la imposibilidad de hacerlo a cuenta de ese campo plagado de minas que sigue siendo el partido, situación que se traduce en que el nuevo líder no se atreve a realizar la crítica integral al periodo (del 2004 al 2018) que merece la mediocridad del personaje, lo cual incrementa exponencialmente las dificultades que tiene para recuperar el voto huido a Ciudadanos y a VOX, porque, de todo punto lógico, ese votante fugado no termina de fiarse de los recién llegados, ¿más de lo mismo?, sobre todo después de episodios tan desgraciados como el reciente reparto de los montes en el CGPJ, llevan ustedes años engañándonos, años traicionando su programa, ¿quién nos asegura que no volverán a hacerlo otra vez?

Es la demostración extrema del deterioro de nuestra democracia de partidos. La crisis del PSOE incubó en su seno a Podemos, hijo natural de la traición de Rodríguez Zapatero, el sembrador de vientos que después de abrir la caja de pandora donde dormían apaciguados los demonios familiares históricos de los españoles tras la aprobación de la Constitución del 78, a última hora se vio obligado a plegar velas, reconocer la dureza de la crisis que negó con saña, y aplicar el ajuste que le dictó Bruselas. Podemos nació con Zapatero y se hizo mayor con Rajoy y su política de alimentar el engendro para terminar de destruir al PSOE como potencial alternativa de Gobierno. Soraya y Mariano se encargan de engordarlo a través de una extensa red de medios, particularmente televisivos, que, además de cegar su propio discurso, ha terminado por dar alas a un monstruo que hoy tiene vida propia y amenaza no ya al PP sino al entero sistema democrático, por obra y gracia de una extrema izquierda comunista convertida en aliado contra natura de esos nacionalismos que pretenden acabar con la unidad de España y la igualdad entre españoles. Es el gran “éxito” de este Rajoy al que los diputados de Casado corren a saludar enfebrecidos. Rajoy engendró a VOX y alimentó a Podemos.

Vox es hijo de la traición de Mariano a los principios que iluminan el frontispicio de cualquier partido sedicentemente liberal, y del incumplimiento de la mayor parte de las promesas incluidas en su programa electoral. De la renuncia a defender la unidad de España y responder al secesionismo con la firmeza que demanda la defensa de la ley y del Estado de Derecho, nace Ciudadanos en Cataluña por el centro derecha y VOX por la derecha más radical. De hecho, el partido de Abascal, cuyo nacimiento hay que datar en origen en el deseo de ocupar el espacio liberal-conservador que Rajoy expulsó del PP en el Congreso de Valencia, se ha limitado a coger por banda buena parte del programa electoral con el que el PP se presentó a las generales de Noviembre de 2011. Hijo de la traición de Mariano, Vox ha ido creciendo después merced al hartazgo de millones de españoles ante el diario espectáculo de la corrupción, la dictadura de lo políticamente correcto y la levedad de esa derecha contemplativa con los que quieren romper España. Como dice Guillermo Gortázar, “si el PP tiene a su lado un competidor se lo debe al 100% a aquel inquilino de la Moncloa que huyó del Congreso en una sorprendente tarde de fin de mayo de 2018”.

Derrota sin paliativos de la izquierda



Lo que jamás nadie pudo sospechar en esta España asolada por una clase política cada vez más inane es que al frente del Gobierno llegaríamos a tener a un personaje encumbrado por los enemigos de la nación, dispuesto a aferrarse al Poder incluso al precio de la ruptura de la unidad de España. Un tipo incapacitado para hacer cumplir la ley en Cataluña, en tanto en cuanto ello implicaría meter en vereda a quienes le han hecho presidente. Dispuesto incluso a jugar a Maduro si necesario fuera, con el respaldo de los sicarios del loco del Orinoco a este lado del Atlántico. El personaje tuvo ayer mismo el cuajo de criticar en Lisboa a PP y Ciudadanos por “apoyarse en fuerzas antieuropeistas para gobernar ciertas regiones de nuestro país”. Lo dice quien diariamente necesita el apoyo de separatistas y filoetarras para gobernar España. Los votantes andaluces acaban de responder tanto descaro como merece. Gregorio Morán escribía ayer aquí que “lo llamativo [de las elecciones andaluzas] es que la derecha se ha hecho reina del juego político y que ha infligido una derrota sin paliativos a la izquierda, que se ha quedado para lamerse las heridas”.

El mensaje que llega de Andalucía parece claro: una mayoría de españoles parece resuelta a confiar en un nuevo Rey y en tres nuevos líderes políticos para que, tras las generales de 2019, pongan manos a la obra y hagan lo que se negó a hacer el miserable Rajoy en 2011: la reforma de nuestra democracia, en lugar de la ruptura que pretenden la extrema izquierda y los separatistas. Una segunda oportunidad para la derecha española. Y un toque a rebato para lo que queda, si es que queda algo, del viejo PSOE, obligado a optar entre continuar ligado a los rufianes o incorporarse a la ola reformista democrática que se anuncia desde el sur. España precisa un partido socialdemócrata alejado de los delirios separatistas y de la extrema izquierda bolchevique.

Un presidente tonto, otro malvado, y un tercero tonto y malvado https://www.vozpopuli.com/_4769425b vía @voz_opinion
 
Jesús Cachovozpopuli autores


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Un presidente tonto, otro malvado, y un tercero tonto y malvado

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Rajoy y Zapatero en el Congreso. EFE

PUBLICADO09.12.2018, - 05:15

Dicen que Mariano Rajoy fue el jueves la estrella del copetín que siguió a los actos de celebración del 40 aniversario de la Constitución en el Congreso de los Diputados. En el llamado Salón de los Pasos Perdidos, los periodistas se le disputaban en un casi desesperado intento por lograr una frase de interés, no digamos ya un titular. Volvía el nota después del tocata y fuga protagonizado en la tarde noche del 31 de mayo pasado, cuando huyó como un Boabdil del Congreso para empinar el codo en un reservado de la calle Alcalá esquina Independencia. “Rajoy fue el que recibió más saludos y muestras de afecto” decían las crónicas el viernes. Increíble, pero cierto. Maestro en el fútil gallegueo, Mariano regateó a todos y no respondió a nadie, aunque confesó no echar “nada” de menos el ruido político, y aseguró tan campante que ahora se encuentra “muy bien”. “Realmente muy bien”, recalcó con cierto regocijo, una frase que define el grado de cinismo de este desaprensivo responsable de haber dejado a España al borde del caos más absoluto.

Contó también que “mantiene su rutina de vida saludable, sale a caminar todas las mañanas y sigue muy de cerca la actualidad de su Real Madrid”. Lo suyo, vamos. Que habla habitualmente con Soraya y de vez en cuando con Pablo Casado, y que lo de la Convención que prepara el PP para mediados de enero le suena a chino. A José Alejandro Vara le confesó que no habla de política ni con los suyos, y que su vida se centra en el Registro y en sus paseos. Sobre la irrupción de Vox como un cohete en el panorama político español, el pasmarote rechazó meterse “en ese lío”. Este es el presidente al que casi 11 millones de españoles encargaron en Noviembre de 2011 el rescate de una España asediada por una feroz crisis económica y una aún más aguda crisis política que, a estas alturas de 2018, lejos de haber sido superada ha alcanzado su cénit. Este mediocre sigue refugiado en el burladero del “menudo lío”, la frase que durante sus años de presidente resumía su aproximación intelectual y política a cualquier tipo de problema: “¡Ufff, menudo lío!”. Este es el personaje que el jueves reapareció en el Congreso envuelto en la pañosa capa del “a mí que me registren”.

España ha sido un país con mala suerte en los últimos 15 años. La masacre del 11 de marzo de 2004 –el gran misterio de una matanza que cambió la suerte de este país, como bien sabían los cerebros que la planificaron- sirvió para entronizar a un idiota en la presidencia del Gobierno, un inmoral que hoy se dedica a sacarle lustre a las botas del dictador venezolano Maduro, se supone que a cambio de un buen estipendio porque los trabajos sucios no suelen hacerse gratis. El 20 de noviembre de 2011, al idiota le sucedió un malvado, una mala persona so capa de esa bonhomía que parece desprender su arquitectura de espantapájaros en medio del trigal, un perezoso aferrado al Poder que no cree en nada, que no tiene ninguna ideología más allá de esa personalidad suya de perfecto presidente de Casino Provincial. Y con la moción de censura hemos alcanzado el cenit de nuestras desdichas, la síntesis perfecta: hemos colocado en Moncloa a un tonto y a la vez malvado, además de un jeta, un tipo al que diariamente sostienen en la Presidencia del Gobierno de España una serie de partidos que se declaran enemigos de España.




Lo más llamativo, a la vez que preocupante, es que los diputados del PP hicieron el jueves cola en el Congreso para saludar y hacerse fotos con su antiguo jefe de filas, demostración fehaciente de que buena parte del estado mayor del partido sigue siendo rajoyista, a pesar del desastre dejado por el sujeto como herencia a los españoles; estamos ante una gente que se niega a admitir el daño que este triste personaje ha hecho a la derecha civilizada y moderna que precisa España, esa derecha laica y liberal, comprometida con las reformas estructurales sobre la base de una ideología y de un proyecto de futuro para el país. Los diputados del PP corren cual corderitos detrás del patán que ha dejado a su partido reducido a escombros.

Un PP plagado de minas
Y ese entusiasmo que el bergante despierta entre quienes le deben los garbanzos es una mala señal, metáfora de la tenaza que tiene aprisionado a Casado entre la obligación de renegar del pasado para levantar el vuelo de un PP liberado de las ataduras de la corrupción, y la imposibilidad de hacerlo a cuenta de ese campo plagado de minas que sigue siendo el partido, situación que se traduce en que el nuevo líder no se atreve a realizar la crítica integral al periodo (del 2004 al 2018) que merece la mediocridad del personaje, lo cual incrementa exponencialmente las dificultades que tiene para recuperar el voto huido a Ciudadanos y a VOX, porque, de todo punto lógico, ese votante fugado no termina de fiarse de los recién llegados, ¿más de lo mismo?, sobre todo después de episodios tan desgraciados como el reciente reparto de los montes en el CGPJ, llevan ustedes años engañándonos, años traicionando su programa, ¿quién nos asegura que no volverán a hacerlo otra vez?

Es la demostración extrema del deterioro de nuestra democracia de partidos. La crisis del PSOE incubó en su seno a Podemos, hijo natural de la traición de Rodríguez Zapatero, el sembrador de vientos que después de abrir la caja de pandora donde dormían apaciguados los demonios familiares históricos de los españoles tras la aprobación de la Constitución del 78, a última hora se vio obligado a plegar velas, reconocer la dureza de la crisis que negó con saña, y aplicar el ajuste que le dictó Bruselas. Podemos nació con Zapatero y se hizo mayor con Rajoy y su política de alimentar el engendro para terminar de destruir al PSOE como potencial alternativa de Gobierno. Soraya y Mariano se encargan de engordarlo a través de una extensa red de medios, particularmente televisivos, que, además de cegar su propio discurso, ha terminado por dar alas a un monstruo que hoy tiene vida propia y amenaza no ya al PP sino al entero sistema democrático, por obra y gracia de una extrema izquierda comunista convertida en aliado contra natura de esos nacionalismos que pretenden acabar con la unidad de España y la igualdad entre españoles. Es el gran “éxito” de este Rajoy al que los diputados de Casado corren a saludar enfebrecidos. Rajoy engendró a VOX y alimentó a Podemos.

Vox es hijo de la traición de Mariano a los principios que iluminan el frontispicio de cualquier partido sedicentemente liberal, y del incumplimiento de la mayor parte de las promesas incluidas en su programa electoral. De la renuncia a defender la unidad de España y responder al secesionismo con la firmeza que demanda la defensa de la ley y del Estado de Derecho, nace Ciudadanos en Cataluña por el centro derecha y VOX por la derecha más radical. De hecho, el partido de Abascal, cuyo nacimiento hay que datar en origen en el deseo de ocupar el espacio liberal-conservador que Rajoy expulsó del PP en el Congreso de Valencia, se ha limitado a coger por banda buena parte del programa electoral con el que el PP se presentó a las generales de Noviembre de 2011. Hijo de la traición de Mariano, Vox ha ido creciendo después merced al hartazgo de millones de españoles ante el diario espectáculo de la corrupción, la dictadura de lo políticamente correcto y la levedad de esa derecha contemplativa con los que quieren romper España. Como dice Guillermo Gortázar, “si el PP tiene a su lado un competidor se lo debe al 100% a aquel inquilino de la Moncloa que huyó del Congreso en una sorprendente tarde de fin de mayo de 2018”.

Derrota sin paliativos de la izquierda



Lo que jamás nadie pudo sospechar en esta España asolada por una clase política cada vez más inane es que al frente del Gobierno llegaríamos a tener a un personaje encumbrado por los enemigos de la nación, dispuesto a aferrarse al Poder incluso al precio de la ruptura de la unidad de España. Un tipo incapacitado para hacer cumplir la ley en Cataluña, en tanto en cuanto ello implicaría meter en vereda a quienes le han hecho presidente. Dispuesto incluso a jugar a Maduro si necesario fuera, con el respaldo de los sicarios del loco del Orinoco a este lado del Atlántico. El personaje tuvo ayer mismo el cuajo de criticar en Lisboa a PP y Ciudadanos por “apoyarse en fuerzas antieuropeistas para gobernar ciertas regiones de nuestro país”. Lo dice quien diariamente necesita el apoyo de separatistas y filoetarras para gobernar España. Los votantes andaluces acaban de responder tanto descaro como merece. Gregorio Morán escribía ayer aquí que “lo llamativo [de las elecciones andaluzas] es que la derecha se ha hecho reina del juego político y que ha infligido una derrota sin paliativos a la izquierda, que se ha quedado para lamerse las heridas”.

El mensaje que llega de Andalucía parece claro: una mayoría de españoles parece resuelta a confiar en un nuevo Rey y en tres nuevos líderes políticos para que, tras las generales de 2019, pongan manos a la obra y hagan lo que se negó a hacer el miserable Rajoy en 2011: la reforma de nuestra democracia, en lugar de la ruptura que pretenden la extrema izquierda y los separatistas. Una segunda oportunidad para la derecha española. Y un toque a rebato para lo que queda, si es que queda algo, del viejo PSOE, obligado a optar entre continuar ligado a los rufianes o incorporarse a la ola reformista democrática que se anuncia desde el sur. España precisa un partido socialdemócrata alejado de los delirios separatistas y de la extrema izquierda bolchevique.

Un presidente tonto, otro malvado, y un tercero tonto y malvado https://www.vozpopuli.com/_4769425b vía @voz_opinion

¿Extrema izquierda bolchevique? ¿Dónde? ¿Y la extrema derecha es ahora la derecha más radical? Basura de prensa.
 
"El constituyente entendió que estos principios no deberían ser vinculantes para el legislador, sino simplemente unas declaraciones programáticas. Evidentemente, tenían el objetivo de que se transformaran en derechos a través de la actividad ordinaria de los legisladores, pero sin la protección reforzada de los derechos fundamentales, lo que ofrece un margen más amplio a interpretaciones ideológicas", explica a Verne José Carlos Cano Montejano, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid.



Eskerrik asko por el hilo, necesario donde los haya en tiempos tan procelosos...
Cogido por los pelos, pero Txiripa me ha traído a este sitio
buscando dónde homenajear a quien homenajea tan amorosamente a gentes de bien,
que alzó el vuelo tal día como ayer hace demasiados años

upload_2018-12-20_22-31-15.png


Hoy 20 años después,
han desertado las estrellas de los sueños.
Y la aventura de vivir y la utopía
anidan en las prisiones de la soledad.
Hemos perdido el espíritu cívico, la solidaridad y la vergüenza.
Estamos corrompidos por la crueldad, el egoísmo y el silencio.
No tenemos capacidad de reacción
y contentos con nuestros señores,
somos una bicoca para el poder de turno.
Años servidores.
Incapaces de interpretar los signos...



upload_2018-12-20_22-37-14.png


Ay! Señor!
la que armaron la que liaron...



https://secretolivo.com/index.php/2011/06/18/carlos-cano-la-murga-de-los-currelantes/

Y espero y deseo que las nuevas generaciones, con el poder que da la vida,
recuperen los ritmos, la emoción, el arte y el firmamento...


más en secretolivo.com/index.php/2011/08/11/defender-andalucia-carlos-cano
 
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Y la aventura de vivir y la utopía
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Hemos perdido el espíritu cívico, la solidaridad y la vergüenza.
Estamos corrompidos por la crueldad, el egoísmo y el silencio.
No tenemos capacidad de reacción
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Defender Andalucía es un texto que Carlos Cano escribió
para recordar el 4D en la manifestación que hubo en Sevilla
el 3 de diciembre de 1993...


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