40 años de la matanza de Atocha: el régimen que murió matando

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40 años de la matanza de Atocha: el régimen que murió matando


El 24 de enero de 1977 por la noche, tres pistoleros de la extrema derecha irrumpieron en un despacho de abogados laboralistas vinculado al PCE y CCOO

Murieron cinco personas y otras cuatro resultaron heridas

El crimen, al que sucedió un cortejo fúnebre organizado por el entonces ilegalizado PCE por el centro de Madrid, se produjo seis meses antes de las primeras elecciones de la reinstauración democrática

Andrés Gil
23/01/2017 - 20:27h
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Miles de personas abarrotan las calles de Madrid para presenciar el paso de la comitiva fúnebre con los féretros de Javier Sauquillo, Enrique Valdelvira y Angel Rodríguez Leal, que junto a otras seis personas fueron ametralladas en el despacho laboralista que Comisiones Obreras tenía en la calle Atocha. Madrid, 26-1-1977.EFE/JD

El régimen agonizaba. Y lo sabía. Franco había muerto en noviembre de 1975 convencido de que todo quedaba "atado y bien atado", pero el contexto histórico hacía cada vez más inviable que los Principios Fundamentales del Régimen, los "valores del 18 de julio", jurados en 1968 por Juan Carlos, pudieran seguir vigentes: España tenía ante sí el reto de ser como sus vecinos o ser el búnker nacionalcatólico de Europa Occidental.

Y había algunos que seguían defendiendo que España fuera el búnker nacionalcatólico de Europa Occidental. Franco firmó sus últimas sentencias de muerte semanas antes de morir, en septiembre de 1975; en marzo de 1976 se produjeron los sucesos de Vitoria con cinco huelguistas muertos; en mayo de 1976, los sucesos de Montejurra, con dos carlistas muertos. Y la matanza de Atocha, de la que este martes se cumplen 40 años, fue un símbolo de cómo un régimen mataba en su agonía, de cómo el búnker, los ultras, quienes se aferraban a los girones de un franquismo que no iba a perdurar a quien le dio nombre, seguían apropiándose del concepto de España: la una, la grande, la libre, la rojigualda, la católica; frente a la roja, la plurinacional, la tricolor, la laica. Hasta tal punto se ha convertido en un símbolo, que es uno de los pocos crímenes cometidos por la ultraderecha entre 1939 y 1978 que ha tenido un juicio y un reconocimiento.


En definitiva: tres pistoleros que irrumpen en un despacho de abogados laboralistas un lunes por la noche –entre las 22.30 y las 22.45– para emprenderla a tiros con quienes allí se encuentran. ¿Por qué? Porque eran comunistas y de Comisiones Obreras.

Los tres asesinos se llamaban José Fernández Cerrá, de 31 años; Carlos García Juliá, de 21, y Fernando Lerdo de Tejada, de 23.

Las Comisiones Obreras surgieron en 1962 aprovechando los resquicios de la ley sindical para ser un agente en la negociación colectiva. Así pasó con Joaquín Navarro y el Transporte –que fue elegido como representante de los trabajadores ante el espanto de la dirección del sindicato vertical del transporte–; quien celebraba asambleas precisamente en el despacho de Atocha, 55 para convocar huelgas; cuya presencia estaba prevista ese 24 de enero de 1977: era uno de los objetivos de los pistoleros.

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El dirigente comunista Simón Sánchez Montero pronuncia unas palabras en el cementerio de Carabanchel, después del entierro de los restos mortales de Enrique Valdevira y Francisco Javier Sauquillo. Madrid, 26-1-1977. EFE/AA

Pero Navarro, a quien iban a dar "un susto", no acudió al despacho. Las víctimas fueron Luis Javier Benavides, Serafín Holgado, Ángel Rodríguez, Javier Sauquillo y Enrique Valdevira. Y los heridos, Alejandro Ruiz-Huerta, Dolores González, Miguel Sarabia y Luis Ramos, estos dos últimos ya fallecidos.

"Yo me libré porque había cambiado el lugar de una reunión", recordaba la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, en la presentación del libro de Jorge M. Reverte La Matanza de Atocha (La Esfera de los libros), en enero de 2016: "Recuerdo los hechos de ese día y los siguientes, se te graban. Y cambiar de un despacho a otro la reunión que tenía que dirigir me salvó la vida, y salvó la vida a otros compañeros que recibieron un burofax cambiando las reuniones. Tengo un recuerdo nítido de lo que pasó".

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Manuela Carmena, en 1977, en el documental 'Los abogados de la democracia', realizado por Tino Calabuig para la Fundación Abogados de Atocha y CCOO de Madrid, proyectado en el 33 aniversario de los "Abogados de Atocha".

"Siempre que me preguntan, digo que me parece importantísimo hablar del asesinato, que fue un crimen horrible, pero también hablar de la vida que llevábamos", explicaba Carmena. "Éramos extraordinariamente felices en aquel despacho. La lucha por mejorar la sociedad en la que se vive, por la justicia y la igualdad, en esta situación de mundo injusto en el que vivimos, creo que es importante, esencial".

La alcaldesa apuntaba un detalle muy propio de aquellos días de tensión: "Hubo un colectivo de obreras y obreros que nos protegieron después de los asesinatos, una cadena que llegaba desde la puerta de la calle hasta el despacho. Recuerdo esa cadena de personas que no tenía capacidad objetiva de protegernos, pero sentí la calidez de todas aquellas personas. Hay que enfocar la injusticia tan brutal de la pérdida de la vida: no están porque hubo alguien que decidió quitarles la vida, nada hay que justifique quitar la vida y por eso nos parece importante su memoria para abrir un camino para las personas que siguen intentando hacer un mundo más justo".

Si la extrema derecha intentaba buscar una reacción violenta del PCE, se encontró con un funeral silencioso; si los pistoleros esperaban encontrar impunidad, se encontraron con un arresto y una condena... Salvo para uno, Lerdo de Tejada, que aprovechó un generoso permiso penitenciario en abril de 1979, para darse a la fuga, y fugado sigue.

En pocos días, la policía detuvo a José Fernández Cerrá, Carlos García Juliá y Fernando Lerdo de Tejada como autores de la matanza. Y también a Francisco Albadalejo Corredera –secretario provincial del sindicato vertical del Transporte– como autor intelectual.

También fueron detenidos Leocadio Jiménez Caravaca y Simón Ramón Fernández Palacios, excombatientes de la División Azul, por facilitar las armas, y Gloria Herguedas, novia de Cerrá, como cómplice.

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Sede del colegio de Abogados, en el Palacio de Justicia, donde se instaló la capilla ardiente con los féretros de los abogados asesinados en el despacho laboralista de Atocha. EFE/AA

Pero el juez de la Audiencia Nacional encargado del caso, Rafael Gómez Chaparro, se negó a investigar más allá y concedió el polémico permiso penitenciario a Lerdo de Tejada antes del juicio, que aprovechó para escaparse. Simón Ramón Fernández Palacios, quien falleció en enero de 1979, tampoco fue juzgado.

Fernández Cerrá y a Carlos García Juliá, fueron condenados a 193 años de prisión cada uno; 63 años a Francisco Albadalejo Corredera (fallecido en prisión en 1985); cuatro años a Leocadio Jiménez Caravaca (fallecido en 1985), y a Gloria Herguedas Herrando, a un año.

García Juliá se fugó también 14 años después, al serle concedida la libertad condicional con todavía pendientes unos 10 años de prisión. Fernández Cerrá, por su parte, fue puesto en libertad tras 15 años en la cárcel.

Años después, en 1990, el Gobierno italiano de Giulio Andreotti reveló que había informes que vinculaban a la organización neofascista italiana Ordine Nuovo y a la red anticomunista vinculada a la CIA Gladio con la matanza de Atocha.

El régimen agonizaba, y lo sabía. Y, aunque mataba en su agonía, como hace 40 años en la calle de Atocha de Madrid, terminó muriendo.

http://www.eldiario.es/politica/matanza-Atocha-regimen-murio-matando_0_604739896.html


Viendo muchas cosas de actualidad ...dudo de que el régimen muriera, mas bien sus descendentes políticos lo mantienen vivo.
 
No hay duda que el régimen no murió con Franco.Solo se fue al rincón de pensar y desde ahí enredó con mano invisible, sin dar la cara,esperando una nueva oportunidad de emerger.Ya lo está haciendo con energías renovadas,lo que está pasando no sale por generación espontánea,saben organizarse y tienen poder económico para saber esperar y tejer sin prisas, pero sin pausas su momento, y ya se vislumbra poco a poco el cuerpo del delito.Los que asesinaron fueron las manos ejecutoras,pero los cerebros que mandaron hacerlo, los responsables de todo,no fueron castigados ni desmantelados.Así es como funciona el terrorismo. Por mucho que se intente cortar la mala hierba,cuando menos te lo esperas resurge de nuevo.Quizás por que no había una voluntad firme de cortar la raíz por profunda que fuera.JC juró las leyes fundamentales franquistas en el 69,está en las hemerotecas.Yo puedo equivocarme, pero un periodista que trabaja en un artículo, tiene que ser más riguroso por la cosa de la credibilidad.
 
les debemos mucho, muchísimo a todas las víctimas de la transición y en particular a los abogados de atocha, es espeluznante leer los testimonios de lo que pasó y de la miserable instrucción judicial posterior, con permiso incluido al más señoritingo de los asesinos que aprovechó para fugarse y así ha seguido todos estos años........
un tema que a los millenials le sonará a chino pero al que debemos las cuatro cositas que aún tenemos, porque en medio han desmontado ya todo lo que han podido.
 
Laboralistas


Los abogados laboralistas eran tan odiados por el franquismo como queridos por la clase obrera. El asesinato de Atocha fue una venganza fascista sobre un colectivo fundamental en la lucha por la democracia

Isaac Rosa
23/01/2017 - 20:38h
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Entierro de los abogados asesinados en Atocha EFE/AA

En mi infancia, el abogado laboralista era una categoría familiar, casi un parentesco: yo oía hablar de ellos como si fuesen tíos o primos que siempre andaban en boca de mis padres, sindicalistas de UGT en aquellos años setenta. Pasé mi niñez rodeado de abogados laboralistas, miembros de despachos primero, integrados en los sindicatos después. Con los años los recuerdo como una figura mítica. Y lo eran.

El asesinato de Atocha de cinco abogados miembros de CCOO y el PCE les añadió una grandeza y un temblor especiales, sí, pero ya antes de esa matanza las abogadas y abogados laboralistas eran admirados y queridos por la clase obrera, en los centros de trabajo de toda España, en los barrios humildes donde hicieron un trabajo fundamental no solo por la libertad y los derechos, también para mejorar la vida de la gente.

Si los pistoleros fascistas y sus protectores del aparato policial franquista querían conmocionar a la sociedad, no podían elegir mejor objetivo aquel enero de 1977: los abogados laboralistas eran tan odiados por el franquismo como queridos por millones de mujeres y hombres. Los asesinaron para aterrorizar a la población, desestabilizar la Transición y provocar una espiral violenta, como estos días se recuerda, sí. Pero los asesinaron por su actividad laboralista, por lo que representaban. Una venganza fascista sobre un colectivo cuyo papel no ha sido suficientemente reconocido.

En los años sesenta los sindicatos estaban prohibidos en España, y la actividad clandestina duramente perseguida. Solo existía el “sindicato vertical”, invento franquista para desactivar la conflictividad obrera, y que no dejaba de ser una pantomima que dejaba a la intemperie a los trabajadores.

En aquella España represora, que presumía de desarrollismo y apertura a Europa, y donde sindicalistas clandestinos intentaban ganar espacios de lucha, aparecieron los abogados laboralistas abriendo una brecha donde menos se la esperaba el régimen: en el edificio jurídico, meticulosamente purgado tras la Guerra Civil y construido con el mismo granito eterno del Valle de los Caídos. Una nueva generación de abogados –en muchos casos procedentes de clase media-alta y familias vencedoras- se aplicó en combatir la dictadura usando sus mismas armas, su legalidad.

En la conflictiva España del tardofranquismo y la Transición, el papel de los despachos laboralistas fue importantísima. Sin diferenciar su trabajo de su militancia, asesoraban a trabajadores en huelga, defendían a represaliados, ejercían la defensa de líderes sindicales encarcelados –como Marcelino Camacho, de quien estos días recordamos 99 años de su nacimiento-; pero también luchaban por democratizar los colegios de abogados, denunciaban en el extranjero las violaciones de derechos humanos, y estiraban las posibilidades jurídicas del ordenamiento franquista para garantizar los derechos de los detenidos. Más allá de lo laboral, su trabajo dejó huella también en los barrios, en las luchas vecinales, asesorando a las asociaciones y ayudando a los vecinos frente a los abusos urbanísticos.

Ser abogado laboralista en el franquismo no era fácil: suponía poner tu vida en peligro. No eran extrañas las amenazas ultras, la persecución policial o las agresiones. El asesinato de Atocha de 1977 vino a recordar a todo el colectivo lo vulnerable que era, lo mucho que ponía en juego por su activismo antifranquista.

Con la democracia, la defensa de la clase trabajadora quedó cada vez más en manos de los sindicatos, donde se integraron muchos de aquellos primeros abogados. Hoy que recordamos a los cinco asesinados y los cuatro heridos en Atocha, vaya mi recuerdo también para ellos y para toda aquella gente admirable. Somos muchos los que todavía nos emocionamos al decir "abogado laboralista". Les debemos mucho de las libertades y derechos que hoy disfrutamos. Y la mejor forma de recordarlos, y de homenajear a nuestros asesinados, es seguir defendiendo esas mismas libertades y derechos, de nuevo amenazadas. Gracias.
 
Nadie lo dice,pero detrás estaba Blás Piñar,era como un Hitler,pero de "andar por casa".Si visteis el reportaje de la sexta,dedicado a los asesinatos de Atocha,sabréis lo que digo.Aqui solo se ha perseguido el terrorismo de eta
 
Detenido en Brasil García Juliá, uno de los autores de la matanza de los abogados de Atocha
TERRORISMO
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  • 6 DIC. 2018 19:59
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Imagen de archivo del acto por el 30 aniversario de la matanza de Atocha B. RIVAS
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¿Qué fue de los asesinos de Atocha?

Las fuerzas de seguridad brasileñas han detenido a Carlos García Juliá quien contaba con una requisitoria internacional por su participación en la matanza en 1977 de los abogados de Atocha, según han informado fuentes de la investigación.

Las autoridades españolas habían solicitado la extradición de García Julia, que contaba con 24 años cuando perpetró los asesinatos de los abogados de Atocha, y que fue condenado por la Audiencia Nacional a 193 años de prisión como autor material de cinco asesinatos.




García Juliá fue el encargado de dar disparar con su Star a Javier Sauquillo y Serafín Holgado aquella noche de 1977. El 23 de septiembre del 1991, el juez Ignacio Sánchez Ybarra decretó su libertad condicional tras 14 años en Villanubla. En agosto de 1994, el terrorista de extrema derecha solicitó permiso a la Audiencia Nacional para viajar a Paraguay atendiendo a una oferta de trabajo de la empresa Traflumar.

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El detenido Carlos García Juliá, en una foto de archivo / E.M.
El permiso le fue concedido por el juez José Luis Castro, pero lo revocó días después a petición de la Fiscalía. En diciembre de 1994, se solicitó formalmente su regreso a España, pero García Juliá no compareció. El 11 de mayo de 1996 era detenido por la policía boliviana bajo la acusación de tráfico de drogas.

El Gobierno español, a petición de Izquierda Unida, acordó solicitar su extradición tras su reunión de 20 de abril de 2001.

https://www.elmundo.es/espana/2018/12/06/5c096dbbfdddff405d8b4765.html
 


Creo que fue ayer cuando escuché a Cristina Almeida diciendo que éste asesino estaba ya localizado hace tiempo pero nadie de los que formaban el gobierno en aquel entonces se preocupó por el tema...

Enrique Santiago (PCE) exige que se investigue por qué Juliá tuvo tanta impunidad
EFE - Madrid
06/12/2018 - 21:07h
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Detenido en Brasil Carlos García Juliá, uno de los autores de la matanza de Atocha

El secretario general del PCE, Enrique Santiago, ha expresado su satisfacción por la detención en Brasil de Carlos García Juliá, uno de los autores de la matanza de Atocha, pero ha exigido que se investigue "si hubo algún tipo de connivencia oficial" y cómo fue posible que disfrutara de impunidad tantos años.




En declaraciones a Efe, Santiago ha recordado que los cinco asesinados militaban en el PCE y el despacho de abogados laboralistas estaba vinculado al Partido Comunista y al sindicato Comisiones Obreras.

García Juliá, detenido hoy en Brasil, y que estaba adscrito a Falange cuando cometió los asesinatos, fue condenado a 193 años de cárcel pero se fugó, aprovechando un permiso penitenciario.

Santiago ha señalado que le "llama la atención" que este hombre haya podido sustraerse tanto tiempo a la acción de la justicia y ha pedido que se abra una investigación para saber si hubo "algún tipo de connivencia por parte de autoridades españolas".

El responsable del PCE ha recordado que, en España, sigue habiendo "cierta connivencia" entre miembros de la ultraderecha y funcionarios que tuvieron vinculación con el anterior régimen, "y todo eso tiene que ser aclarado".

https://www.eldiario.es/politica/Enrique-Santiago-PCE-investigue-Julia_0_843416191.html
 
Lo de esa matanza de Atocha por lo menos se aclaro. Sabemos que paso y quienes fueron. Pero cuando se habla de matanzas de Atocha, creo que casi todos tenemos presente otra mucho mucho mas reciente, que no se ha aclarado, pero que milagrosamente facilito la subida al poder del PSoE, en circunstancias nunca aclaradas y que sigue sin haber ningun interés en aclarar, ni por parte del PSOE ni del PP.
 
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