20 años de Full Monty

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Una pequeña comedia de corte obrero, salida de la nada, se convirtió en la película británica más exitosa de la historia


Por Juan Sanguino
13 de agosto de 2017 / 9:00
Lectura: 8 minutos
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Fotograma de la película 'The Full Monty' de 1997.

©Cordonpress

Eran otros tiempos. Full Monty se estrenó en el verano de 1997 como una minúscula comedia obrera británica salida de la nada y batió récords de recaudación: la más taquillera de la historia en Reino Unido, la película británica más exitosa del mundo y la película más rentable hasta el momento (recaudó 258 millones, costó tres; un récord que perdería ante El proyecto de la bruja de Blair dos años después). Su histórico triunfo comercial la impulsó hasta los Oscar (nominaciones a mejor película, director, guión y el que ganó, banda sonora), y todo ello sin dejar de ser esa minúscula comedia obrera británica salida de la nada.

Un triunfo sorpresa que siguió siendo sorpresa durante seis meses. Full Monty se estrenó en España en octubre, y hoy esa fecha resultaría mortal para su recepción: sucumbiría irremediablemente al pues no es para tanto. Pero en 1997 el cine todavía podía jugar la carta de la sorpresa. Esta película jugó toda la baraja y ganó la partida.

Full Monty disfrutó de una de esas sinergias perfectas entre lo que una película cuenta y la reacción que esa misma película despierta. Se trata de una historia inofensiva que triunfó contra todo pronóstico contando la historia de un grupo de hombres inofensivos que triunfaban contra todo pronóstico. Una metáfora redonda. Una película que te caía simpática.

El público nunca se resiste a un buen pygmalion, y el éxito mundial de Full Monty funcionó como una nueva versión del patito feo: esta era una película normal, que no se transformaba en un hermoso cisne en ningún momento sino que empezaba y terminaba igual de fea. Pero por el camino, aprovechaba su premisa (un grupo de parados decide montar un show de striteas*) para contar otras cosas. Muchas más cosas.

Full Monty empieza con imágenes de un documental llamada City on the Move ("ciudad en movimiento", reeditado en 2008 como The Reel Monty), que mediante un formato de reportaje, un espíritu de fábula y un discurso de arenga política presumía del imparable desarrollo de Sheffield como primera potencia industrial británica.

Tan sólo 25 años después, ese entusiasmo resulta amargo: Sheffield está atestado de cuarentones que dejaron los estudios embriagados por la promesa de dinero rápido y fácil que les tentaba desde el polígono industrial y que ahora no tienen nada. No tienen trabajo, no tienen dinero y no tienen formación. Full Monty está protagonizada por seis hombres que llevan años siendo humillados por el sistema, de modo que menearse desnudos delante de 400 vecinas no les resulta particularmente indigno.

Durante los ensayos del striteas* la película desarrolla conflictos masculinos con naturalidad y sin aparente discurso político, una ventaja clave que disfrutan las comedias inofensivas frente a los dramas sociales: mediante el humor, pueden retratar conflictos de clase sin incomodar a nadie. Full Monty habla sobre la figura del padre que ha fracasado en el único rol que conoce, el de proveedor para su familia (Gaz, interpretado por Robert Carlyle, lucha por pasar tiempo con su hijo a pesar de que la ley se lo impide por no haber pagado su pensión).

También reflexiona sobre las inseguridades masculinas a través de Dave (Mark Addy), cuyo complejo por su sobrepeso le ha llevado a la impotencia sexual; y retrata la dignidad mediante Gerald (Tom Wilkinson), un hombre que lleva seis meses ocultándole a su mujer que ha perdido su trabajo. La película incluye hasta un despertar homosexual entre Lomper (Steve Huison) y Guy (Hugo Speer), cuyo romance genera risas incómodas por parte de sus compañeros de baile durante un funeral pero, en contra de lo que cabría esperar, no despierta ningún tipo de rechazo en forma de "yo delante de esos no me desnudo".

Full Monty utiliza un lienzo social para pintar un cuento de hadas inverosímil, pero lo hace con semejante humanidad y huyendo del cinismo que acabaría convirtiéndose en una de esas películas que le gustan a todo el mundo.

Sin parecer ni creerse revolucionaria en ningún momento, Full Monty resultó innovadora al presentar a hombres sensibles estafados por la noción abstracta de la masculinidad. Señores que llevan toda su vida escuchando "compórtate como un hombre", "los chicos no lloran" o "eso es cosa de nenazas" y que han obedecido sumisamente este rol sólo para darse cuenta de que no les sirve de nada. Por eso intentan cambiar y hacer cosas que se supone que los tíos no hacen: hablar sobre sus sentimientos, prestar atención a sus mujeres o bailar.





La escena más icónica de la película, la del baile improvisado en la cola del paro a ritmo de Hot Stuff de Donna Summer (si la homosexualidad fuera una carrera universitaria, esta canción se daría en el primer curso), se convirtió en un clásico aun cuando la película estaba en cines porque se rebela contra lo que nadie esperaría que unos señores cuarentones de clase obrera hagan: es graciosa, pero también resulta liberadora y subversiva.

El espectáculo final, a medio camino entre lo entrañable y la vergüenza ajena (pero en ningún caso erótico), representa la minúscula victoria de un grupo de hombres que durante cuatro minutos recuperan su autoestima y se reconcilian con su masculinidad, inevitablemente, utilizando sus nepes. La canción que acompaña el carismático bochorno es el mayor tópico musical a la hora de desnudarse, You Can Leave Your Hat On de Joe Cocker, porque esa es exactamente la canción que un señor nacido en los 60 elegiría para hacer un striteas*.

No queda claro hasta qué punto los aullidos de las espectadoras son de deseo o de compasión, pero a los seis fulmontis les sirve. En aquel momento nació un subgénero del cine británico, el de gente pobre que hace equipo para lograr una pequeña victoria en medio del fracaso (Billy Elliot, Pride o In House!, en la que una mujer luchaba por salvar el bingo de su pueblo), que ha cimentado cierta conciencia de clase cinematográfica de que los pobres sólo sobrevivirán uniéndose mientras que los ricos sólo lo son porque operan individualmente.

El éxito masivo de Full Monty (en España llegó a rodarse una comedia de similar premisa llamada Se buscan full montys) sucedió gracias a la honestidad de la película consigo misma. Sabe que es una fábula, sabe que lo único que tiene que hacer es funcionar como crowdpleaser (películas para agradar a la masa) y, sobre todo, tiene muy claro que cuenta un relato amargo y melancólico que no permitiría secuela alguna: cuando se apaguen las luces, estos señores volverán a ser unos fracasados que debaten sobre sus frustraciones en el club social, y es improbable que las mujeres de Sheffield vuelvan a pagar por ver sus culos flácidos. Sólo ha sido una broma, pero está contada con tanto corazón que, durante 90 minutos, el mundo entero prefirió reirles la gracia que levantar la ceja con cinismo.

Full Monty compartió cartelera y le quito salas a Men in Black, El mundo perdido, Air Force One y Mentiroso compulsivo. El estudio, que no tenía ni idea de cómo venderla sin estrellas ni persecuciones ni un título que el espectador pudiera entender, optó por organizar pases de público (promocionados en tiendas de Ralph Lauren) con una invitación que sólo decía "¿qué es un 'full monty'?". En cuanto empezaron esos pases los clientes de Ralph Lauren la recomendaron sin parar a sus amigos y, para cuando se estrenó, Full Monty ya era "la película que hay que ver". La comedia británica del año original.

Pero Full Monty no sólo arrasó gracias a su nobleza. También ayudó que el público de 1997 se tomaba las películas con mucha más despreocupación que el de ahora. Hoy quizá sería vilipendiada por idealizar con frivolidad la pobreza; algunas voces cuestionarían el machismo de su propuesta, que simpatiza con la idea de hombres desnudándose por necesidad cuando hay miles de mujeres en el mundo que lo hacen y que no darían para una comedia buenrollera; muchos condenarían un uso de la homosexualidad como un recurso humorístico que emocionaría a Arévalo. Y todos tendrían razón.

Pero Full Monty es una anecdótica reliquia (está en HBO, para los que quieran comprobar lo mal que ha envejecido su ideología y lo bien que funciona todo lo demás), que reflexiona sobre una masculinidad caduca que estaba a punto de desaparecer en 1997 y que, comparada con Magic Mike (quizá la primera adaptación cinematográfica de un vibrador), es como ver a tus padres bailando piripis en una boda: te quieres morir de la vergüenza pero una parte de ti está extrañamente emocionada.

Hace un par de semanas resurgieron unas declaraciones que Ben Affleck dio, precisamente, en 1997 y en las que aseguraba que supo que se había convertido en un actor de verdad cuando tuvo que besar a otro hombre. Aquella entrevista atrajo polémica con carácter retroactivo, una controversia merecida que dice muchas cosas (y muy buenas) de la velocidad a la que ha evolucionado nuestra sociedad en 20 años.

Pero si lees la respuesta completa de Affleck y recuerdas que en aquella época Leonardo DiCaprio contó algo parecido (que para besar a David Thewlis en Vidas al límite tuvo que cerrar los ojos e imaginarse que era una chica), seguramente acabarás llegando a la misma conclusión que cuando vuelves a ver Full Monty: eran otros tiempos.
 
Recuerdo cuando se estrenó. Es la mejor definición de "boca oreja". La gente iba a verla y la recomendaba y de estar en una sala pequeña con el paso de las semanas pasaba a las salas más grandes, haciendo el camino inverso al que normalmente se hace. Me reí mucho (y eso que no soy de risa fácil).
Sobre las películas que se mencionan en el artículo, menciona una de hace pocos años pero ambientada en los ochenta, Pride, que a mi particularmente me encantó. Es una pequeña joya sobre la huelga minera contra Thatcher y el apoyo que recibieron por parte de los gays, que en esa época eran vistos como unos apestados y más aún con el estallido público de los primeros casos de SIDA.
 
Recuerdo cuando se estrenó. Es la mejor definición de "boca oreja". La gente iba a verla y la recomendaba y de estar en una sala pequeña con el paso de las semanas pasaba a las salas más grandes, haciendo el camino inverso al que normalmente se hace. Me reí mucho (y eso que no soy de risa fácil).
Sobre las películas que se mencionan en el artículo, menciona una de hace pocos años pero ambientada en los ochenta, Pride, que a mi particularmente me encantó. Es una pequeña joya sobre la huelga minera contra Thatcher y el apoyo que recibieron por parte de los gays, que en esa época eran vistos como unos apestados y más aún con el estallido público de los primeros casos de SIDA.

Los primeros casos de Sida aparecieron en los 80 y en 1997 ya no gobernaba la Thatcher pero habia dejado Gran Bretaña hecha unos zorros porque habia desmantelado todas las industrias y minas, y eso es lo que refleja Full Monty con un humor que solo tienen los ingleses.

No estoy de acuerdo con que la película sea una apologia gay sino todo lo contrario. Para la mayoria de los parados que la protagonizan, a pesar de su vergüenza inicial teniendo que romper los topicos sobre la masculinidad para sobrevivir, es al final una forma de reafirmarse como hombres ante las mujeres que les aman. Hay que tener en cuenta que ellos no se desnudan ante desconocidas sino ante sus esposas, ex-esposas, amantes, amigas, vecinas, que les conocen de toda la vida y que la esposa del gordito le anima a que lo haga para que le suba su autoestima Hasta el hijo de Gaz se siente orgulloso de él, que le apoya desde el principio, habiendo recibido una lección de vida sin igual por parte de su padre y sus amigos. Ellas les aclaman orgullosas de sus hombres apaleados por la vida y eso es lo más bonito de la película.



Es una gran película y, por desgracia, de plena actualidad.
 
Última edición:
Los primeros casos de Sida aparecieron en los 80 y en 1997 ya no gobernaba la Thatcher pero habia dejado Gran Bretaña hecha unos zorros porque habia desmantelado todas las industrias y minas, y eso es lo que refleja Full Monty con un humor que solo tienen los ingleses.

No estoy de acuerdo con que la película sea una apologia gay sino todo lo contrario. Para la mayoria de los parados que la protagonizan, a pesar de su vergüenza inicial teniendo que romper los topicos sobre la masculinidad para sobrevivir, es al final una forma de reafirmarse como hombres ante las mujeres que les aman. Hay que tener en cuenta que ellos no se desnudan ante desconocidas sino ante sus esposas, ex-esposas, amantes, amigas, vecinas, que les conocen de toda la vida y que la esposa del gordito le anima a que lo haga para que le suba su autoestima Hasta el hijo de Gaz se siente orgulloso de él, que le apoya desde el principio, habiendo recibido una lección de vida sin igual por parte de su padre y sus amigos. Ellas les aclaman orgullosas de sus hombres apaleados por la vida y eso es lo más bonito de la película.



Es una gran película y, por desgracia, de plena actualidad.


En el caso que destacas de los casos de SIDA y Thatcher, yo me refería a la película Pride, que aparece citada en el artículo, no a Full Monty, que habla de una temática distinta aunque igualmente social.
 
Justo estaba haciendo un hilo de esto!

Tengo una duda, los gays en la serie por que son distintos a los de la pelicula? Hay uno que es el mismo pero por que cogieron esa nueva trama? Hay full monty 2 y no lo sabía?
 
¡Me encantan estas pelis!!
Otra genial del estilo es El Jardín de la Alegria
 
Fui a verla la semana del estreno y recuerdo que la sala estaba casi vacía, me encantó. No es de las que pongan de vez en cuando en la televisión ¿verdad?
 
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