El Mundo Orbyt.
DOÑA LETIZIA
04/11/2017
14 AÑOS DEL “DÉJAME TERMINAR”
La pedida del Príncipe y la periodista se celebró en El Pardo el 6 de noviembre de 2003. La fecha se adelantó por una filtración. La novia cometió la interrupción más famosa. POR C. FONT
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Consecuencia de la celeridad, cuando, tras el anuncio, Letizia hizo a toda prisa las maletas para instalarse en Zarzuela, donde residió hasta su boda para formarse como princesa, ni siquiera tenía traje para su pedida. Así que ese lunes, sólo tres días antes, llamó a una amiga, delegada de la firma Armani en Madrid, para pedirle auxilio. A mediodía, aprovechando que la tienda estaba cerrada a los clientes, Letizia llegó acompañada de su amiga para elegir un traje. Tarea difícil, dada la poca talla de la futura princesa, y que tampoco quería un vestido, pues por aquel entonces le desagradaba enseñar sus rodillas. Así que se decantó por un elegante traje pantalón blanco con cuello chimenea, cuyas mangas le quedaban un poco largas, así que hubo que arreglárselas.
Y llegó el gran día, la mañana del 6 de noviembre. Con multitud de periodistas españoles y de medio mundo abarrotando el patio de los Austrias del palacio del Pardo tuvo lugar la pedida. La expectación era máxima, pues el compromiso pilló a todo el mundo por sorpresa. Un lacayo fue anunciando a los asistentes, por parte del novio los Reyes, Don Juan Carlos y Doña Sofía, la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, la Infanta Elena con Jaime de Marichalar, que aún no se habían divorciado; además de las infantas Pilar y Margarita con sus respectivos hijos. Mayor era la curiosidad por conocer a la familia de la prometida, especialmente a su madre, Paloma Rocasolano, que apareció con un sencillo pantalón negro, casaca color caqui, pelo rizado y nada de maquillaje en su rostro, una imagen que nada tiene que ver con la actual, mucho más cuidada. Su padre, Jesús Ortiz, fue solo, sin Ana Togores, todavía novia suya, con la que se casó poco después. También estaban sus hermanas, Telma y la fallecida Erika, así como sus primos, incluido David Rocasolano, con quien Letizia rompería tras publicar el libro Adiós princesa.
Después de mostrar los regalos, el del Príncipe a Letizia un anillo de oro blanco con diamantes y el de ella a Don Felipe unos gemelos de oro y zafiros, llegó el turno de preguntas. Letizia, echando mano de sus recursos televisivos, fue contestando al aluvión al que fue sometida. El momento culminante, que ha pasado a la historia como la gran anécdota de la jornada, fue cuando iba a dedicar un elogio, que seguramente tenía muy pensado, a su futura suegra, Doña Sofía. Tras referirse a que su nueva condición. “Está claro que a partir de ahora y de forma progresiva voy a integrarme en esta nueva vida con las responsabilidades que conlleva y con el apoyo y el cariño de…”
Iba a decir la Reina Sofia, y fue entonces cuando el Príncipe intento intervenir, cortándola, lo que debió sentar muy mal a Letizia, que de manera suave pero firme, espeto a su prometido. “Déjame terminar”. Un fuerte murmullo se escuchó en las gradas donde se sentaban los periodistas, que al día siguiente reflejaron unánimemente en sus portadas. “Letizia manda callar al Principe”.
DOÑA LETIZIA
04/11/2017
14 AÑOS DEL “DÉJAME TERMINAR”
La pedida del Príncipe y la periodista se celebró en El Pardo el 6 de noviembre de 2003. La fecha se adelantó por una filtración. La novia cometió la interrupción más famosa. POR C. FONT
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Consecuencia de la celeridad, cuando, tras el anuncio, Letizia hizo a toda prisa las maletas para instalarse en Zarzuela, donde residió hasta su boda para formarse como princesa, ni siquiera tenía traje para su pedida. Así que ese lunes, sólo tres días antes, llamó a una amiga, delegada de la firma Armani en Madrid, para pedirle auxilio. A mediodía, aprovechando que la tienda estaba cerrada a los clientes, Letizia llegó acompañada de su amiga para elegir un traje. Tarea difícil, dada la poca talla de la futura princesa, y que tampoco quería un vestido, pues por aquel entonces le desagradaba enseñar sus rodillas. Así que se decantó por un elegante traje pantalón blanco con cuello chimenea, cuyas mangas le quedaban un poco largas, así que hubo que arreglárselas.
Y llegó el gran día, la mañana del 6 de noviembre. Con multitud de periodistas españoles y de medio mundo abarrotando el patio de los Austrias del palacio del Pardo tuvo lugar la pedida. La expectación era máxima, pues el compromiso pilló a todo el mundo por sorpresa. Un lacayo fue anunciando a los asistentes, por parte del novio los Reyes, Don Juan Carlos y Doña Sofía, la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, la Infanta Elena con Jaime de Marichalar, que aún no se habían divorciado; además de las infantas Pilar y Margarita con sus respectivos hijos. Mayor era la curiosidad por conocer a la familia de la prometida, especialmente a su madre, Paloma Rocasolano, que apareció con un sencillo pantalón negro, casaca color caqui, pelo rizado y nada de maquillaje en su rostro, una imagen que nada tiene que ver con la actual, mucho más cuidada. Su padre, Jesús Ortiz, fue solo, sin Ana Togores, todavía novia suya, con la que se casó poco después. También estaban sus hermanas, Telma y la fallecida Erika, así como sus primos, incluido David Rocasolano, con quien Letizia rompería tras publicar el libro Adiós princesa.
Después de mostrar los regalos, el del Príncipe a Letizia un anillo de oro blanco con diamantes y el de ella a Don Felipe unos gemelos de oro y zafiros, llegó el turno de preguntas. Letizia, echando mano de sus recursos televisivos, fue contestando al aluvión al que fue sometida. El momento culminante, que ha pasado a la historia como la gran anécdota de la jornada, fue cuando iba a dedicar un elogio, que seguramente tenía muy pensado, a su futura suegra, Doña Sofía. Tras referirse a que su nueva condición. “Está claro que a partir de ahora y de forma progresiva voy a integrarme en esta nueva vida con las responsabilidades que conlleva y con el apoyo y el cariño de…”
Iba a decir la Reina Sofia, y fue entonces cuando el Príncipe intento intervenir, cortándola, lo que debió sentar muy mal a Letizia, que de manera suave pero firme, espeto a su prometido. “Déjame terminar”. Un fuerte murmullo se escuchó en las gradas donde se sentaban los periodistas, que al día siguiente reflejaron unánimemente en sus portadas. “Letizia manda callar al Principe”.