¿Dónde está Paloma Rocasolano? Hace días que no la ven en su vecindario

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Es la madre de la reina Letizia y aunque carece de protagonismo público, está siempre muy presente en la vida de su hija mayor. No se le conoce pareja desde que se divorciara en 1998, vive sola y cumple 68 años en plena crisis sanitaria. Alguien me apunta que se trasladó a la residencia de los Reyes para pasar el confinamiento. En su casa, ubicada en el centro de Madrid, no la ven desde hace semanas. Es un dato difícil de contrastar en Zarzuela. Imposible. Nunca facilitan información que consideran privada. ¿Dónde está Paloma Rocasolano?

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Es uno de los mayores apoyos de la reina Letizia, especialmente en el cuidado de sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía. Muy unida a ella desde siempre, la separación matrimonial de sus padres reforzó aún más el vínculo entre las dos; también Telma se posicionó del lado de su madre. Alguien que la conoce muy bien me contó hace tiempo, mientras compartimos un café en un lugar discreto, que Chus, como llaman en casa a Jesús Ortiz, padre de doña Letizia, “cayó en desgracia” el día que Letizia se casaba, con Alonso Guerrero en octubre de 1998. Fue entonces cuando comunicó a la familia que se separaba y dejaba a Paloma. El matrimonio había superado etapas muy duras. Cuando se casaron, la única que tenía trabajo estable era la señora Rocasolano, incluso me detallaron en su momento que, en el acta matrimonial, la profesión que aparece de Ortiz es la de estudiante. La madre de la reina Letizia estudió enfermería y cursó los dos primeros años en el madrileño Hospital Gregorio Marañón. El tercer año, en Asturias, en el Hospital General. No fueron tiempos fáciles. Letizia ya venía en camino cuando su madre seguía preparándose y trabajando a la vez. Después, cuando nacieron sus otras dos hermanas, Telma y Érika, fallecida en febrero de 2007, su madre trabajaba en el ambulatorio ovetense de la calle Las Lilas.

El papel de la abuela Menchu fue muy importante en el cuidado de las niñas en aquellos días de colegio. Quizá ese modelo matriarcal en Oviedo, y con la abuela Kety en los veranos de Alicante, dejó huella en la reina Letizia y ahora se preocupa de tener a su madre muy cerca de ella y de sus hijas. Los que la conocen, me aseguran que la separación de sus padres fue un duro golpe para ella y que tardó mucho en aceptar a la segunda mujer de su padre, Ana Togores. Jesús Ortiz, obligado por la impensable circunstancia de que su hija Letizia fuera a casarse con Felipe de Borbón, contrajo matrimonio en marzo de 2004, un par de meses antes que la boda de los Príncipes, con la esperanza de asistir a la cita real con ella. Letizia no se lo puso nada fácil y dio, en todo momento, prioridad a su madre. Unas imágenes de los contrayentes con el padre de la novia y su nueva mujer, días antes de la ceremonia en La Almudena, a la puerta del restaurante chino del hotel Villa Magna de Madrid, intentaron cubrir el expediente de cordialidad de cara a la galería, pero sólo era una foto. Letizia, siempre por y para su madre. La desgracia de perder años después a Érika fue una razón más para encargarse de que nunca se sintiera sola.

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Desde que en 1991 dejara de ejercer como enfermera en Madrid, ciudad a la que la familia se trasladó desde Oviedo por motivos laborales de Jesús Ortiz, Paloma Rocasolano ejerció como delegada del Sindicato de Enfermería en el área 1 de atención primaria. En abril de 2017, al cumplir 65 años, se jubiló y dio por terminada su vida laboral. En los últimos años coordinó un programa de Cooperación Internacional para el sector. Luego supimos que había iniciado estudios de Historia del Arte a través de la UNED. Recuerdo el día en que, recién comprometidos el príncipe Felipe y Letizia, el 6 de noviembre de 2003, le preguntaron cómo iba a cambiar su vida. Ella contestó, sonriendo y con rapidez, que la suya no variaría: “Va a cambiar la vida de mi hija”. Sin embargo, su día a día se ha transformado de manera inevitable. Ser madre de la Reina y abuela de la Princesa de Asturias claro que te cambia la vida.

Ejerce con las infantas Leonor y Sofía y también con sus otras dos nietas, Carla, hija de Érika y Antonio Vigo, y Amanda, hija de Telma y Enrique Martín- Llop. Te cambia la existencia, aunque de vez en cuando tomes el metro o pasees por la calle como una ciudadana más. Te cambia tus posibles, tu armario, tu agenda y hasta tu físico -si te lo propones-. Paloma Rocasolano vive en una buhardilla de 37 metros cuadrados en una calle del céntrico corazón de Madrid. Estos días atrás, nadie la ha visto. Tampoco aplaudiendo en la cita diaria que homenajea, entre otros, a sus excompañeros sanitarios; ni en ningún balcón. Intento confirmar sí es cierto que pasa el confinamiento en casa de su hija, la Reina. Por supuesto, me dicen que “sobre los aspectos que conciernen a la vida privada, poca constancia tienen”. Entiendo. Poca constancia.

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Por supuesto también que si yo fuera reina y tuviese una mansión de esas dimensiones, con ese servicio, esa seguridad y todos los medios de atención a mi disposición y alcance, lo primero que haría es confinar a mi madre conmigo. Con las oportunas medidas de prevención, claro. ¡Que sea un feliz cumpleaños!

 
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