La mejor playa de Europa es española

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ESTILO DE VIDA
La mejor playa de Europa es española

L. RUIZ-OCAÑA

Actualizado: 26/02/2019


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Las playas españolas se encuentran entre las mejores del mundo, no hace falta que nos lo diga nadie, sobre todo por su variedad, según la costa en la que se encuentren. Pero siempre produce satisfacción que la mayor web de viajes del mundo, TripAdvisor, vuelva a reconocerlo en sus Travelers' Choice Playas 2019. En esta edición nuestros litorales han escalado aún más posiciones y tenemos tres playas entre las mejores diez de Europa, y sobre todo... una de ellas el el podium, liderando el ranking con el número 1. Sumérjase con nosotros y descubra cuál es.


GALERIA :
http://www.expansion.com/directivos.../26/5c750ee1ca47418c058b4576.html?cid=SIN8901
 
AL SOL
¡Ya toca playa! Ocho arenales del Mediterráneo perfectos para el puente de Mayo
De Barcelona a Málaga, playas de fácil acceso que combinan con visitas culturales, beach clubs y restaurantes



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Playa de Las Arenas, en Valencia. DAVID CLAPP GETTY



GUILLERMO ESAÍN
23 ABR 2019




Las Arenas

Valencia

El puerto de Valencia se interpone en la corriente de levante, razón de que en Las Arenas/El Cabanyal luzca una sábana de arena expansivamente fina y dorada. Su raigambre urbana se constata en el paseo marítimo y en el hotel balneario Las Arenas.


En el Marina Beach Club lo mismo te sirven una copa de champán que tomas el sol en la piscina o comes en una hamaca, sin olvidar su restaurante. En el Marina, las paellas suelen ser las tradicionales de Valencia (huertanas), mientras que el restaurante más célebre de la playa, La Pepica, mantiene las esencias de la paella marinera.



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Paseando por el frente playero de la ciudad de Valencia. GONZALO AZUMENDI



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Playa del Mal Pas, en Benidorm (Alicante). TONO BALAGUER GETTY



Sant Salvador
El Vendrell (Tarragona)

Al Museo Pau Casals podemos acceder por la playa que disfrutaba el genial violonchelista nacido en El Vendrell. Fue su casa de veraneo desde 1909, y en sus salas podremos escucharle y repasar su pinacoteca, en especial el Retrat femení(1909), de Ramon Casas. Desde la terraza abalaustrada, Sant Salvador luce como la playa deslumbrante que es, en la que perviven casas burguesas que trasladan mentalmente al paseante cien años atrás. Merece la pena reservar para comer una de las 13 paellas —¿la de foie?— del restaurante Casinet, almacén portuario allá por 1780.


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Museu Pau Casals, junto a la playa de Sant Salvador, en El Vendrell (Tarragona). JUAN BAUTISTA ALAMY



Mal Pas
Benidorm (Alicante)

He aquí la más pequeña, céntrica y desconocida de las calas de Benidorm, disfrutable mejor en primavera. Ello porque en verano se revela demasiado calurosa por sus paredones hormigonados en prevención de derrumbes. Las aguas remansadas miran al Balcón del Mediterráneo de la punta Canfali, que separa Levante y Poniente, donde refulge el vidriado azul de la parroquia. Resalta el no parar de los bañistas —santo y seña benidormí— recorriendo los 80 metros de rompiente. Con tan solo subir las escaleras encontraremos los arroces del restaurante Mal Pas.


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DJ en Purobeach Marbella, en Estepona (Málaga).



El Padrón
Estepona (Málaga)

La piscina de 32 metros del Purobeach Marbella (purobeach.com), decorada con un mandala, transporta a un hedonismo de palmeras y camas balinesas que tiene mucho de la escena marbellí; chapuzón a ritmo de deep house y degustando especialidades niponas. Tras bañarnos en un mar de grises piedrecillas, podemos encarar el peñón de Gibraltar por la flamante senda litoral que nos deja en 10 minutos en el oasis subtropical mediterráneo del Kempinski Hotel Bahía, con la torre almenara que da nombre a la playa y el recién inaugurado Spiler Beach Club.



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Playa de los Tres Micos, en Caldes d'Estrac (Barcelona). AGE FOTOSTOCK



Tres Micos
Caldes d’Estrac (Barcelona)

El disponer de vía férrea junto al mar permite bañarse en todas las playas del Maresme. Apeándonos en Caldes d’Estrac, el paso subterráneo nos conduce al paseo de los Ingleses, tachonado de casonas en las que impera la arquitectura eclecticista de entre 1917 y 1920. Sin solución de continuidad, en el número 29 saltamos al paseo del Marqués de Casa Riera, municipio de Sant Vicenç de Montalt, en cuyo número 18 podemos dar la vuelta. Resta probar las paellas del Marola, que hasta finales de abril celebra las jornadas del guisante con un menú de 38 euros.



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Parador de Málaga Golf, en Málaga capital.


Campo de Golf
Málaga

Lo que el arenal de El Saler es a Valencia, la playa del Campo de Golf es a Málaga. Se trata de la más extensa (2.250 metros de longitud) y meridional de la ciudad, cuyo paradoranexo (esta playa corresponde al frente marítimo del parador) a su campo de golf nos acerca a uno de los playazos menos construidos de la Costa del Sol. Siguiendo la valla que separa la arena del parador, podremos extender la mirada, usar el tramo de 150 metros de largo consagrado al naturismo, contemplar el ir y venir de kitesurfistas y surfistas a remo, cuando no de los aviones, y recalar en el bar del parador o en La Playa Summer Club, ya en Torremolinos.


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Cala del Pinar, en Vinaròs (Castellón).


El Pinar
Vinaròs (Castellón)

Hay que conocer las calas urbanas de Vinaròs. Son de piedrecillas, pero constituyen un refugio seguro cuando en los meses de verano a la costa castellonense le revientan las costuras. Esta calita presenta un aspecto recogido y agradable, insonorizado del tráfico, con peñascos y fondos propicios para practicar snorkel. Aunque sea en finca privada, uno siente gratitud por la mancha de pinos. Tras el baño siempre es buena idea desplazarse al mercado (plaza de Sant Agustí, 8) para comprar langostinos o salmonetes que cocinan a la plancha los bares del mercado a razón de 2,50 euros cada 500 gramos.



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Playa de La Colonia, en Águilas (Murcia).


La Colonia
Águilas (Murcia)

A esta curva de arenas y gravas la protege del levante el castillo de esta localidad murciana, lo que incita a disfrutar de los atardeceres junto a la pérgola fucsia de buganvillas. En el parquecillo prosperan cocoteros y palmeras de las especies Phoenix dactylifera y Washingtonia robusta, a las que se unen palmitos endémicos. Aprovechamos el vigor hostelero de estos 580 metros de línea playera para probar la fritura de pescado en la terraza de La Dolce Vita (paseo de la Constitución, 40), así como las carnes estilo argentino de la Pizzería Carlota (en el número 10).

https://elviajero.elpais.com/elviajero/2019/04/22/actualidad/1555941313_228533.html
 
Nueve playas españolas con isla incorporada

Sentados sobre la arena y poniendo los ojos en el mar, pocas señas de identidad son tan emblemáticas y singulares en una playa como las que otorgan los islotes. De la costa de Lugo a la de Gipuzkoa y de Girona a Cádiz, nueve orillas cuya horizontalidad está bellamente rota por la geología costera


GUILLERMO ESAÍN


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    Playa Amarilla (Águilas, Murcia) La búsqueda de valores paisajísticos encuentra su justa recompensa en esta escueta lengua de playa orientada al embarcadero del Hornillo y a las puestas de sol. Su arena es dorada y de textura fina; escueta la zona dunar; sus aguas translúcidas piden gafas de buceo. Si queremos salvar los 150 metros que nos separan de la isla del Fraile, pisaremos la punta del Cigarro, apéndice de arenisca que sirvió de cantera romana. Le sucede un hemitómbolo que, con suerte, hará que nos cubra solo hasta la cintura. En su cara oculta, la isla es un acantilado cortado a pico. Hay restos de una factoría de salazones tardorromana, hornos de yeso y cal (1879), viviendas de principios del siglo XX y una cantera de tierra láguena, usada para impermeabilizar techumbres. Y, sí, una urbanización que afea el entorno.

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      Punta del Boquerón (San Fernando, Cádiz) El parque natural de la Bahía de Cádiz brinda fastuosas caminatas costeras. Tras documentarse en el centro de visitantes (cvbahiacadiz.com), solo resta aparcar en el extremo de la playa del Castillo y seguir a pie por el sendero señalizado de 2,6 kilómetros que desemboca entre marismas y dunas en la batería napoleónica de Urrutia. Las dunas impresionan en la boca del estuario del Guadalete, mientras vemos caer el sol entre el vuelo de charrancitos comunes que podrían pasar por gaviotas de pequeño tamaño. Hay una sensación de plenitud desde la punta del Boquerón, declarada monumento natural, frente a la isla de Sancti Petri (elcastillodesanctipetri.com). Lejos de todo. Al regreso, esta vez por la orilla, pasaremos por una playa para perros. Recordar que los barcos a la ínsula zarpan desde el puerto de Sancti Petri (Chiclana de la Frontera). Para el próximo 15 de agosto, el parque natural organiza una sugerente visita nocturna a la punta del Boquerón


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        La Franca (Ribadedeva, Asturias) En la playa del extremo oriental de Asturias se siente como en pocas el reflujo marino; es de hecho uno de los escasos arenales de la zona no allanados por las olas durante la pleamar. Siempre es preferible acudir con marea baja para sentir la elasticidad de la arena húmeda bajo las pisadas, para acercarse a la cueva de la contigua playa del Oso y a los restos del vivero de marisco (en la foto). Cuando los coeficientes mareales son muy altos, es posible aproximarses bastante a El Castrón, que ejerce de escollera natural. O pasar, al oeste, a la cala de Las Gaviotas. Durante la Edad Media, su situación entre Llanes y San Vicente de la Barquera (reinos de León y Castilla, respectivamente) contribuyó a que fuera declarada “franca de alcábala” (libre de impuestos). La terraza del bar del hotel Mirador de La Franca es una tentación.JOSÉ CARLOS DÍAZ AGE


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          Illa Roja (Begur, Girona) Adentrarse en este circo de acantilados constituye una experiencia arrebatadora, una íntima sensación a la que contribuyen la envolvente y prolífica coloración de los escarpes, el verde de los pinos, pero también el islote, Illa Roja, que da su nombre al lugar. Las luces del alba y del crepúsculo arrancan destellos rojizos a este gigante varado en una franja de arena dorada y de grano grueso. Escenario tradicionalmente consagrado al naturismo, aún se recuerdan las detenciones durante el boom turístico de los nudistas alemanes y su puesta en libertad al otro lado de la frontera. A Illa Roja se accede desde el aparcamiento (0,033 céntimos por minuto) de la playa del Racó, sin olvidar el sendero panorámico de 1,6 kilómetros que desde la playa de Sa Riera recorre el acantilado entre pinadas y matorral.



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            Portitxol (Xàbia/Jávea, Alicante) El principal activo de la playa del Portitxol (puertecito), también llamada la Barraca, es el estético, más si cabe al amanecer. Una manera alternativa de llegar, ajena a la montaña urbanizada, es bajando a pie desde el mirador de la Cruz de Piedra, situado junto a la carretera, frente a los islotes de L’Escull y la isla del Portitxol, que alojó una fábrica de ánforas romanas cuando todo era una península. Hasta no hace muchas décadas se cultivaban viñas y el burro que las araba era transportado en barquichuela. Dotada de resabios marineros —como avalan las antiguas casas de pescadores—, El Portixol, a falta de arena, tiene sobrada fama entre los buceadores por la luminosidad transparente de sus aguas: llevar gafas y tubo respirador. Pero también cangrejeras y ericeras. Decir adiós a la playa desde el mirador de La Falzia.

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              Ondarreta (San Sebastián, Gipuzkoa) Delimitada por el Pico del Loro y la Estela a Rafael Ruiz Balerdi, de Eduardo Chillida, Ondarreta, la vecina de La Concha, es la playa más tranquila y pequeña de San Sebastián. Y en pleamar es el punto de la concha que conserva mayor aporte arenoso. A la isla de Santa Clara, siempre visible desde el arenal, se navega desde el puerto viejo; solo los más avezados nadadores se atreven, aun con la ayuda del gabarrón (plataforma flotante), a cubrir los 400 metros que la separan de tierra firme. En Ondarreta abundan las actividades acuáticas. La visión furtiva del palacio de Miramar desde el paseo marítimo despierta en el viajero el deseo de deambular por los jardines del complejo donde veraneaba la reina María Cristina (buscar su escultura en el paseo). Al final del periplo es buena idea tomar algo en el bar del hotel Ezeiza.BARBARA CEROVSEK

              https://elviajero.elpais.com/elviaj...1531936645_134728.html?por=mosaico#foto_gal_6

 
AL SOL
14 playas salvajes en el norte

Del arenal de Barinatxe, en Bizkaia, al de Melide, en Pontevedra, olas surferas, ricos pescados y miradores espectaculares en una apetecible ruta costera por la España verde





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La playa de San Antonio, en Llanes (Asturias), es un arenal de entorno virgen al que los bañistas solo pueden acceder a pie. STEFANO VALERI ALAMY




GUILLERMO ESAÍN




España es el país de la Unión Europea con mayor longitud de costa: unos 8.000 kilómetros. De estos, la cuarta parte pertenece a Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco. Dos, tres como máximo, son los meses en los que en esta España verde se puede disfrutar de jornadas playeras, cuando el frescor del océano modera las temperaturas propiciando la búsqueda de paraísos distantes. De Bizkaia a Pontevedra, estas 14 playas hacen gala de una naturaleza salvaje, condicionada por los ritmos de las mareas.



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Surfistas en el arenal de La Salvaje, en Bizkaia. GETTY IMAGES




Barinatxe, también llamada La Salvaje, es un vasto arenal a los pies de un acantilado que conjuga los placeres de una playa atlántica. De la parada de metro Larrabasterra parte el Sopelbus (80 céntimos por trayecto) a La Salvaje, que cuenta con un amplísimo aparcamiento en el que se suelen cambiar de ropa los surfistas. Lo silvestre se agudiza en el sector occidental, perteneciente al municipio de Getxo. Su tradición naturista es muy acusada y tan deportiva que el 15 de julio fue escenario de la XIX Carrera Nudista de Sopela. Estos arenales del Gran Bilbao se significan por su ventosidad y fuerte oleaje, lo que permite planear a gusto a los parapentistas y a los surfistas protagonizar llamativas cabalgadas.



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Playa de Valdearenas, en Liencres (Cantabria). JERÓNIMO ALBA ALAMY



2. La muralla de arena
Valdearenas (Piélagos, Cantabria)

El arranque de la playa de Valdearenas, centro de gravedad del parque natural de las Dunas de Liencres y Costa Quebrada, tiene un aparcamiento de 820 plazas, más propio de un estadio deportivo. Quizá por ello lo mejor sea avanzar un kilómetro y medio en paralelo a la cornisa arenácea más importante del Cantábrico, hasta que se evapore la sensación de parque urbano. El mar es de respeto: quien desee zambullirse deberá hacerlo cerca de los socorristas; incluso los surferos —esta es una de sus mecas— corren riesgos los días de mala mar. Su cadena de dunas es el resultado de la lucha, en equilibrio permanente, entre el viento y los sedimentos arrastrados por el río Pas. Una diversión infantil, pero dañina para ellas, es usarlas como un tobogán.

Conforme nos acercamos a la ría de Mogro más evidente es la práctica del nudismo y el castigo padecido por las dunas a causa de las galernas. La madera que arroja el Cantábrico no se recoge adrede para favorecer el hábitat de la lecherina marina (Chamaesyce peplis), planta de coloraciones verdirrojas. Y siempre cabe contemplar los memorables atardeceres con vistas a la isla de la Conejera.


3. En clave fluvial
Sable (Val de San Vicente, Cantabria)

Las desembocaduras de los ríos Nansa y Deva dotan al occidente cántabro de playas semifluviales. Para acceder a la del Sable, en la ría de Tina Menor, hay que tomar primero la salida 269 hacia Los Tánagos y luego la de San Vicente. A 500 metros de la rotonda, frente a los talleres Meroni, se encuentra el inicio de la pista (sin señalizar). Espera un pinar con campas usadas para secar ocla (algas) y delante un arenal blanco y de grano fino, de 350 metros de longitud, que se recrea en el estuario del río Nansa, por lo que la mayor o menor presencia de agua dulce o salada dependerá del empuje mareal. Con la bajamar, pisando una mezcla de lodo y arena, a uno le entran ganas de caminar un kilómetro para fotografiar la costa. Aunque quizá es más aconsejable visitar el Sable en pleamar, cuando resulta menos fangosa. Antes, uno puede avituallarse en el restaurante Royal III(Casa Azul) con empanada de atún con pisto, bocadillos Benito (uno de los propietarios del local, que diseñó este bocado de pan rústico con bonito, queso de cabra, pimiento y cebolla caramelizada) o palmeras gigantes.



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Playa de San Antonio, en Llanes (Asturias). GONZALO AZUMENDI



4. Los paraísos existen
San Antonio (Llanes, Asturias)

Si ya de por sí la costa de Llanes es privilegiada, qué decir de esta cala de entorno virgen a la que solo se puede bajar a pie, mejor en marea baja. Al estar protegida de los oleajes, es una de las calas llaniscas que mejor ha conservado los aportes de arena. Para acceder, aparcamos en Cuevas del Mar y tomamos el camino de arena que asciende 700 metros para girar luego a la izquierda, a la altura de una granja. El mar cubre enseguida y es habitual el paso de buceadores y de esporádicos bañistas sin nada que ocultar. La bajamar permite acercarse a la caleta secreta acostada en el cabo del Mar. Un buen plan pasa por esperar el ocaso junto a la ermita de San Antonio, posada sobre la punta. Para pernoctar, el hotel La Casona de Nueva está a unos 10 minutos en coche.



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Arenal de Morís, en Caravia (Asturias). GETTY IMAGES




5. Cachopo con vistas
Arenal de Morís (Caravia, Asturias)

Lo que prevalece en este arenal es su aire rústico junto a un oleaje moderado. El primer tramo de la playa es menos salvaje, y en el bar Las Gaviotas triunfa el cachopo de cecina, queso de cabra y cebolla caramelizada (no aceptan reservas). Se reconocen cada vez más los encantos de la abrupta zona oriental, con la arena tostada encajada en declives montañosos que verdean, dando una idea instantánea del puerto de Lastres y el pico Pienzu. Pese a su disposición abierta al mar, Morís en modo alguna es traicionera, y es el enclave de la Caravia Surf School. El hotel La Raposera pertenece al sello Casonas Asturianas.



6. Experiencia Crusoe
Sabugo (Valdés, Asturias)

Este es otro excelso ejemplo de los primeros 500 metros de costa asturiana en donde rige la prohibición de construir. A lo que se añade su catalogación como paisaje protegido de la Costa Occidental. Lo suyo es dejar el coche en el área recreativa de Sabugo y seguir a pie medio kilómetro, sobrepasando la vía del tren, para continuar después todo derecho otros 300 metros hasta dar con los acantilados de Las Crucianas. Se aconseja ir siempre con reflujo marino puesto que las piedras lindan con la huella de la pleamar; y que nadie se sorprenda de que enseguida se impongan las sombras. La punta de Los Aguiones nos separa de la playa de Otur, de fácil acceso y campin recomendable.




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Playa de Las Islas, en Ribadeo (Lugo). FERNANDO COMET GETTY



7. Alternativa a Las Catedrales
Las Islas (Ribadeo, Lugo)

La popularidad de la playa de Las Catedrales ha opacado este portento playero que tiene más de visita paisajística que de enclave para bañarse. Las Catedrales y Las Islas están además unidas por la Ruta de las Playas, que se cubre a pie. La playa de Las Islas es otro bello ejemplo de la erosión marina en el acantilado, formando en este caso los cinco monumentales farallones de As Portelas, alguno de los cuales se puede tocar en bajamar por un agraciado istmo de arena lisa y compacta. Dejamos el coche en el aparcamiento de la playa de Os Castrosy el paseo marítimo de 700 metros lleva a Las Islas; ambas comparten bandera azul.




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Playa de Esteiro de Xove (Lugo).



8. Ambiente deportivo

Esteiro de Xove (Lugo)

En Galicia hay varias playas de nombre Esteiro, pero con el apellido Xove solo existe este arenal bien preservado al que se llega en coche pasando por la playa de Area (Viveiro). No es fácil dar con un dorado arenal con este perímetro de praderío en la Mariña lucense occidental. Esteiro, donde desemboca un arroyo, siempre fue lugar para disfrute de surfistas en atención a las olas generadas por los vientos de componente este o sureste, típicos del verano. El córner y El banco del amor, en el Esteiro Surf Café, son los rincones más deseados para ver el atardecer.


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El banco más bonito del mundo, ante los acantilados de Loiba (A Coruña). LUIS DAFOS ALAMY



9. Cerca del banco maravilloso
Picón (Ortigueira, A Coruña)

Todo era paz y sosiego en los acantilados vírgenes de Loiba hasta que el llamado banco más bonito del mundo empezó a atraer a miles de visitantes. Unos 800 metros lo separan de la playa de Picón, un tramo que se recomienda cubrir a pie. Un mirador señala la escalinata de bajada a la playa, muy bien dotada de arena blanca. Purísima, rectilínea, en estado virgen y apta para el baño, Picón se recomienda para deleitarse con la vista y el paseo de 470 metros al amor de las olas. Cubre al poco de entrar, lo que implica extremar las precauciones ya que además no hay socorrista. Tan bravía resulta que los temporales de este año arramblaron con las duchas. Rafael Prieto, cuidador del icónico banco, apunta un dicho popular: si se acumulan algas en la zona de playa situada bajo el viejo molino, al día siguiente lloverá. De lo que no cabe duda es de los ricos arroces del restaurante O Galeón (+34 981 41 41 91).


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Adjuntos

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10. Olas muy bravas
Campelo (Valdoviño, A Coruña)

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El Atlántico rompe inmisericorde en este playazo fiero. “Cabreado como el mar de Campelo”, suele escucharse en la comarca. Una carretera rural nos deja en el ruinoso chiringuito a partir del cual arranca una escalinata pétrea con barandillas en paralelo al arroyo canalizado.

Conviene ir en bajamar, no sea que tengamos que tender la toalla sobre bolos rocosos o encima de los restos de derrumbes causados por los temporales. Hace mucho tiempo que los surferos descubrieron su potente ola izquierda así como los picos de la corriente que lleva al Medote, farallón con el que se adorna esta flamante playa de crepúsculos arrebatadores. En el restaurante Os Percebes (+34 981 48 62 30), en Meirás, los percebes y el rape con guisantes convencen a la gran mayoría. Se aconseja reservar.



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Un acantilado de Finisterre, en A Coruña. LUIS DAVILLA GETTY



11. La gran desconocida
Arnela (Fisterra/Finisterre, A Coruña)

En el valle de Duio sorprende su apabullante riqueza costera. Solo las fotos aéreas hacen justicia a esta cala de arenas limpias y mar sin contaminación que ejerce una fascinación absoluta. En rededor, acantilados de un verde sustantivo y consecuente bajada a pie. Si resulta poco frecuentada quizás es porque el baño transmite de todo menos confianza. En bajamar se puede alcanzar a pie una cuevita situada en el flanco derecho; no en vano, Arnela es base de percebeiroscuando toca mariscar en los bancos cercanos. Naturistas ocasionales la ocupan, pero ni los surferos la acaparan. Como zona remota de la Costa da Morte que es, no hay restaurantes en un radio de dos kilómetros, con lo que para comer hay que ir a Tira do Cordel.



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Playa del Dique, en Porto do Son (A Coruña).



12. Destierros voluntarios
Dique (Porto do Son, A Coruña)

De no ser por Google Maps, la playa del Dique o de Rio Maior, un rincón secreto próximo al castro de Baroña, sería difícil de ubicar. En el kilómetro 93,100 de la AC-550 hay que girar por un camino vecinal. Luego viramos dos veces a la derecha y aparcamos el coche. De allí parte el camino de 300 metros que, entre bosquetes de pinares, nos deposita en el Dique.

Hay que intentar ir en horario de bajamar —los niños se deleitan en las pozas—, ya que estos 80 metros de arena blanca casi desaparecen en marea creciente (en invierno, el Dique desaparece por completo). El paraje forma parte de la Red Natura 2000 y es habitual la presencia de público naturista. El baño, al estar sometido a un fuerte oleaje, exige extremar las precauciones.



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Parque natural de Corrubedo y lagunas de Carregal y Vixán, en A Coruña. JUAN CARLOS MUÑOZ ALAMY


13. En el parque natural
Vilar (Ribeira, A Coruña)

Bajar a esta playa es sumergirse en el parque natural de Corrubedo y lagunas de Carregal y Vixán. Tras acudir a los centros de recepción de visitantes y de interpretación aledaños, aparcamos a 300 metros, junto al bar donde preparan bocadillos de calamares. Desde aquí, bien por un sendero, bien por una pasarela, llegamos en cinco minutos a Vilar: abierta al océano, albina, cegadora.

Una de las rutas autoguiadas que organizan en el parque natural incluye este arenal, en el que está prohibido pisar la vegetación dunar y donde se balizan las zonas de cría del chorlitejo patinegro, ave playera por excelencia. La arena es fina, y la entrada al Atlántico, sin escalones, si bien se trata de un litoral muy inseguro con marejada. Rige por ello la bandera de aviso que ondea en el puesto de los socorristas. La zona donde quitarse el bañador está entre la última pasarela y la desembocadura de la marisma de Carregal. No hay que dejar de visitar la duna gigante.


14. El arte de seducir
Melide (Isla de Ons, Pontevedra)

La isla gallega de mayor extensión, encuadrada en el parque nacional de las Islas Atlánticas de Galicia, muestra una virginidad paisajística de pendientes suaves alfombradas de tojos y brezos. No hace falta solicitar autorización para visitar la isla de Ons, como sí se exige este año en las islas Cíes. A dos kilómetros del puerto, a lo largo de un sendero, se encuentra Melide, el arenal fetiche de Ons. Los amantes de la naturaleza hallarán en estos 250 metros rectilíneos los atractivos necesarios: blanquísima arena de grano fino y aguas claras en modo alguno comparables a las que bañan la costa peninsular que se anuncia a lo lejos. Su escenario es verde, el más tranquilo y mejor preservado de la isla. Los cordones dunares —tan valiosos como frágiles— acentúan su belleza, y el desnivel del agua no entraña peligro. Nadie debería irse de Ons sin probar el pulpo.

https://elviajero.elpais.com/elviajero/2018/07/19/actualidad/1531996389_309686.html?por=mosaico
 
10 playas poco conocidas de España prácticamente desiertas



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Sol, mar, arena, playa... y tranquilidad. Pocas veces tenemos la oportunidad de disfrutar del paisaje marítimo y de la calma en nuestras vacaciones de ensueño, pero aún quedan algunos rinconcillos de nuestro litoral que guardan su encanto natural alejados de las grandes multitudes ansiosas por clavar su sombrilla en primera línea.


GALERIA:

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Suena a cateto y chauvinista, pero las playas de donde vivo, Huelva, se comen con papas al 80% de las recomendadas en los medios y he viajado para llegar a esta conclusión. Pueden ser diferentes, pero no mejores, lo que pasa es que no tienen apenas publicidad, pero por otro lado me alegro, no se masifican, además no tenemos infraestructuras para atender al turismo de masas. Si buscas fiesta, lujo o ambiente cosmopolita no son tus playas, pero si quieres desconectar del mundo, disfrutar de la naturaleza y descansar, es tu lugar de vacaciones. Playas casi vírgenes muy extensas de arena blanca aterciopelada, suelen estar limpias debido a la poca afluencia de gente (poca si comparamos con Málaga por ejemplo) y como vayas entre semana sobre todo por la mañana o al mediodía la sombrilla más cercana te queda a 5 metros mínimo. No suele hacer viento, el agua no está muy fría, fácil aparcamiento y accesos renovados y cuidados. Como hay una luz intensa muy característica, cuando atardece, la playa se puede teñir entera de naranja, amarillo y/rosa creándose una escena casi irreal, sé de gente que han presenciado el famoso atardecer de Ibiza y éste le gana por goleada, soy de aquí de toda la vida, lo he presenciado millones de veces y no te acostumbras. La gran "joya" fue una de nuestras playas más pequeñas, el Caño de la Culata, que le han dado por llamarla Nuevo Portil, una playa paradisíaca oculta tras un pinar dividida en dos partes por un río, arena blanca y agua turquesa. Hablo en pasado porque se ha puesto de moda, se ha masificado, la dragaron volviendo el agua menos cristalina, parte de las dunas las han reducido, en muchas zonas la arena son conchas trituradas en vez de su arena original, además de la extraña desaparición de numerosas plantas, peces y moluscos que abundaban por la zona. Y para terminar el día... a pedirse un plato de gambas que encima te cuesta como un menú en el McDonalds.
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Y aunque haya algún filtro.. ejemplo de uno de nuestros anocheceres "rosas"
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Las diez playas asturianas más bonitas, difícil elección


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La del Aguilar; las hermanas de Ballota y Andrín; la cinematográfica de Cuevas del Mar; Gulpiyuri, singular por estar alejada del mar, la majestuosa de Torimbia, Rodiles, que gusta a los aficionados al surf… Todas espectaculares, pero cada una con su encanto particular. ¿Son las que tú elegirías?





DEL AGUILAR
A medio camino entre Muros de Nalón y Cudillero, la playa del Aguilar, que recibe el nombre del arroyo que desemboca en ella, pasa por ser una de las de arena blanca más hermosas de la costa occidental asturiana. Con todo tipo de servicios, no reside su encanto en lo inaccesible del enclave, sino en su ancha franja de arena, poco agobiada por la presencia de los acantilados y sus más de 600 metros de largo. También en el paisaje de peculiares peñas que asoman entre la arena y el mar. Entre las rocas se esconde una curiosa gruta erosionada llamada Palacio de la Cueva.



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BALLOTA
En el concejo de Llanes, la de Ballota y Andrín son dos playas hermanas separadas ambas por el mirador de la Boriza, con unas vistas privilegiadas de la costa, y que forman además conjunto con el islote de Castro. La de Ballota es semiurbana, de arena fina y blanca y aguas con poco oleaje, pero cuando este se activa se puede ver un potente bufón llamado de Santa Clara soplando en ella. En pleamar, la zona de arena se cubre casi por completo dejando como resultado una playa de bolos y rocas.


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ANDRÍN
La playa que forma conjunto con la de Ballota y el islote de Castro es un bello paraje protegido de arena blanca y rocas respaldada por altos acantilados. Situada a un lado del mirador de la Boriza y parte del amplio rosario de playas de Llanes, tiene poco más de 200 metros de extensión, además de fuerte oleaje y peligrosas corrientes. Su acceso se realiza desde el núcleo rural del mismo nombre y cuenta con todos los servicios. Para aquellos que les guste caminar, no muy lejos de esta playa están los bufones de Arenillas; y, para los amantes de la prehistoria, el Ídolo de Peña Tú.



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CUEVAS DEL MAR
El Cantábrico ha moldeado caprichosamente la costa de Llanes, dejando un montón de playas deliciosas y la de Cuevas del Mar es una. Las numerosas cavidades talladas a capricho por el oleaje en las paredes rocosas de los acantilados que la rodean definen esta pequeña playa en la desembocadura del río Nueva. Un arenal de cine que sirvió de escenario para el rodaje de la película You´re the one, protagonizada por Lydia Bosch.



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DEL SILENCIO
La luminosa playa del Silencio de Cudillero envuelve por su singular magnetismo. Su concha es cerrada, sin peligro, y las aguas son las más tranquilas de la zona, pero hay algo que la hace salvaje, rebelde. Quizá sea su localización dentro del paisaje protegido de la costa occidental, 35 kilómetros de acantilados agrestes donde se aprecia con claridad el origen silíceo del litoral. En un entorno rural, envuelta en una densa vegetación atlántica y presidiendo un paraje escarpado salpicado de islotes, el Silencio es, sin duda, una playa de exposición, más para ver que para bañarse en ella.



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GULPIYURI
¿Una playa a 100 metros del mar? Sí, en la costa de Llanes está esta playa declarada Monumento Natural que causa perplejidad por su alejamiento del mar, pero también por su tamaño, su característica forma (una especie de semicírculo cerrado por detrás al mar y abierto por delante a los verdes campos) y el hecho de que no sea fácilmente accesible.


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TORIMBIA
Cuando se contempla Torimbia, uno no sabe si quedarse con la panorámica que se admira desde lo más alto, con el agradable paseo que hay que descender hasta llegar a su orilla o con el disfrute de sus aguas limpias de rocas y algas. Y es que Torimbia es un playazo fuera de horma, majestuoso. Tras dejar atrás las callejuelas de Niembro, con un buen puñado de casas típicas asturianas, surgen los acantilados cubiertos de vegetación que conforman la peña Prieta y custodian la playa. Es el lugar más elevado para admirar la ensenada en toda su magnitud: las dimensiones, un peculiar islote en uno de sus extremos y el verde entorno que la protege. El descenso hasta la arena lleva su tiempo; casi un kilómetro de distancia hay que recorrer a pie por una pista forestal, pero el esfuerzo tiene su recompensa, y más si se hace durante la marea baja. Torimbia es ideal para ver cómo mueren las olas sobre el mágico arenal, bañarse sin peligro en sus aguas o para pasear de una punta a otra sin toparse con ningún accidente geográfico que interrumpa su unidad.


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RODILES
La desembocadura del río Valdediós en el Cantábrico, a su paso por Villaviciosa, conforma un ancho estuario convertido en reserva natural. Es en este privilegiado espacio donde se localiza la playa de Rodiles, escoltada por una extensa zona arbolada de pinos y eucaliptos con mesas para comer y un paseo de madera por el margen de la ría que hacen de él un arenal único. Más de un kilómetro y 300 metros de ancho abarca y, por su disposición abierta y su fuerte oleaje, es una de las preferidas para los aficionados a los deportes acuáticos, sobre todo al surf. Para dejar el coche, existe un aparcamiento controlado.


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CADAVEDO
En el occidente de Asturias y en el concejo de Valdés, cerca del límite con Cudillero, se encuentra esta playa situada a dos kilómetros de Cadavedo, el antiguo centro ballenero que le da nombre, aunque también se la conoce como La Ribeirona. En un entorno rural, esta perfecta concha de cantos rodados y arena en la que desemboca el arroyo Frieira es una playa para el baño por sus aguas transparentes, por sus servicios, pero aquí a veces también sopla el viento y su oleaje es moderado. Durante la pleamar la arena queda sumergida.



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PLAYA DE VEGA
En Ribadesella, esta playa del Oriente asturiano que pasa por ser una de las más extensas de Asturias y una de las pocas del norte que conserva un importante sistema dunar es un enorme y agreste rincón que gusta a los amantes de la naturaleza y de los lugares casi vírgenes. Si no es día de baño porque las corrientes no lo permiten, se puede caminar por sus dos kilómetros de arenal disfrutando del paisaje, viendo cómo emergen rocas de la arena u observando minerales como el espatofllúor o la fluorita. A partir de la punta oeste, la costa se hace escabrosa, es la franja que se extiende hasta Tazones, un escaparte de acantilados bajos donde los dinosauriosdejaron su pesada huella hace millones de años.

 
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