Una vez me pegué una leche en un chino porque se habían caído lápices al suelo, no vi uno y resbalé con él. Precioso momento, el chino diciéndome "tú no caído aquí". Mira chico, ponme esa cámara, que tienes aquí un circuito que ni en Alcatraz y el chino "no graba solo se ve ahora". Tuve que llamar a la policía y de pronto las cámaras ya grababan y ahí estaba yo pegándomela. Y el chino palante patrás y yo pabajo parriba. Le tuvo que decir la policía que ya era suficiente, que parara. El seguro del chino acabó indemnizándome porque me hice un esguince en la muñeca y, alguna vez que he entrado después por necesidad, el chino me viene al lado y me va avisando de todos los peligros, que le falta cogerme del brazo y llevarme como yo a mi abuela la ciega: escalón, giramos derecha, escalón.