Haters de Sálvame - Parte II

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El presunto "acompañante" que ha alquilado por unas horitas :D. Gregorio, Godot para los clientes, que es muy leído.:ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO:
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Pues que siga esperando, porque como el Godot de la obra, no va a aparecer jamás.
Mejor que espere a Gregorio.

Siempre dejando caer nombres de obras de teatro o literatura para que se olviden de que está vinculado a Mierdaset.

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Olivia habla muy bien pero el acentazo no se lo quita ni a tiros a pesar de las décadas que lleva en España. Es curioso como hay gente que no puede quitarse el acento ni de coña. Los eslavos en cambio hablan casi sin acento.
 
El rey de las trolas
Jesús Gil, presidente del Atlético de Madrid y alcalde de Marbella,quemó (literalmente) el detector de mentiras en el test previo a la grabación del programa. Se trató, en principio, de un problema técnico, pero es difícil no explicar el incidente de otro modo: el pobre polígrafo estadounidense no estaba preparado para enfrentarse a semejante terremoto celtibérico, capaz de alcanzar los 10 puntos en la escala Richter de las trolas.

“En ningún otro caso, ni antes ni después de Gil, habían saltado los fusibles, y menos en dos ocasiones seguidas, a lo largo de las maratonianas pruebas de horas y horas practicadas por el profesor Edward Gelb”, contó Julián Lago en sus memorias, ‘Un hombre solo’.

En ningún otro caso, ni antes ni después de Jesús Gil, saltaron los fusibles del detector de mentiras

Gil y Gil mintió al responder a la mayoría de las preguntas, según el polígrafo, y volvió a mentir (descaradamente) cuando le dijeron que había mentido y trató de defenderse…

A la pregunta “¿utiliza la alcaldía de Marbella para lucrarse con sus negocios particulares?”, Gil contestó “No”. La maquina concluyó que había mentido, y Gil, inasequible al desaliento, ofreció una errática explicación. “¡Pero si no tengo negocios! Una cosa es que trate de vender mis pisos, pero sin mezclar a la alcaldía”, afirmó ufano el estadista, ante un Julián Lago al que -lógicamente- le entró la risa (a él y a media España).
 
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