MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
18/05/2019
CHSSS...
DE LA MÁXIMA HOLANDESA A LA MÍNIMA ESPAÑOLA
DOÑA SOFÍA TAMBIÉN FUE DE FLAMENCA
MIS DOS CONTACTOS CON RUBALCABA
Descubra Orbyt
Mi admiración por la máxima representación de la realeza europea no es solo personal. La querida amiga y compañera Cayetana Álvarez de Toledo la define, en una entrevista en la revista Vanity Fair esta mi semana, como “una mezcla de espontaneidad y simpatía. Lo que ha hecho como reina es admirable”.
También lo fue cuando Doña Sofía se ganó el cariño y la admiración de los españoles acudiendo no solo a la Feria sevillana en 1968, siendo todavía princesa, sino
también al Rocío, el 19 de mayo de 1972, como reina. Y en ambas ocasiones con trajes de flamenca de la famosa diseñadora sevillana Lina. Que yo la vi y fotografié para la portada de ¡Hola!
A propósito, ¿se imagina alguien a la mínima Letizia, no ya vestida de flamenca acudiendo a la Feria de Sevilla para saludar a su máxima colega, sino a Leonor y Sofía vestidas de la misma guisa que Amelia, Alexia y Ariana lo han hecho?
Por mi especialidad del periodismo que he venido ejerciendo a lo largo de mi vida profesional, pocos han sido los políticos con los que he tenido oportunidad de tratar. Independiente de Franco y sus cacerías, Adolfo Suárez y Felipe González en la intimidad familiar de Moncloa, Nixon y la boda de su hija Tricia, y Soraya Sáenz de Santamaría, en este caso más por amistad, lo de Alfredo Pérez Rubalcaba puede ser la excepción. Una gran excepción. Fue tan solo en dos ocasiones pero inolvidables. En ellas dio la talla humana de la gran persona que era y a quien tantos han llorado. “Aunque nadie se ha creído el numerito de héroe de Marvel (villanos y antihéroes) del fake Sánchez ante su féretro” (Periodista Digital).
La primera vez que Alfredo me impresionó, por su lealtad hacia la amistad, fue el 29 de marzo de 1994, llorando, sentado en el bordillo de la acera del aeropuerto de Madrid Barajas mientras esperaba la llegada del cadáver de un amigo. Se trataba de Ismael Fuente, el gran periodista, que había muerto a la edad de 42 años, en un trágico y absurdo accidente al ser succionado por la hélice del barco en el que regresaba, junto a otros periodistas españoles del Grupo Crónica a Santo Domingo después de una excursión por las islas de la República Dominicana. Me impresionó la tristeza que invadía a Rubalcaba. Como a todos los compañeros y amigos.
La segunda vez fue más personal. Sucedió cuando Alfredo era ministro del Interior. Yo había recibido un anónimo inquietante en el que se me comunicaba que alguien pretendía atentar contra mi en el Jardín de Serrano, de la madrileña calle de Goya donde yo solía comer. Es más, hacía solo dos días que el autor del anónimo había impedido “el atentado”, según él. Acojonado más que preocupado, me dirigí al despacho del ministro para hacerle entrega del anónimo. Me recibió con la amabilidad que le era habitual. 24 horas después, me llamó personalmente para decirme: “¡Tranquilo! Si no es una broma, que lo parece, sí obra de un aficionado a las malas novelas de detectives. De una de ellas ha copiado párrafos enteros”, me dijo. A pesar de ello, durante algunos días creí ver una discreta vigilancia en torno al restaurante cuando yo acudía a comer. Nunca le he olvidado.
Me gustaría saber de qué se ríe permanentemente la vieja alcaldesa en funciones de Madrid. Como no sea de los madrileños... (...) ¿Tan terrible fue la discusión del matrimonio, desvelada en una de las grandes exclusivas de LOC (¡felicidades!) para que la separación estuviera incluso encima de la mesa? Con ésta, serían ya cuatro. ¡Qué pena! (...) A pesar de que Sánchez, en su librito, escribe que “la relación de complicidad entre Felipe y yo supera, a día de hoy, lo institucional...”(...) ¿Será verdad que éste le echó la gran bronca en la capilla ardiente de Rubalcaba en el Congreso de los Diputados diciéndole “Pedro, no eres el Rey, asúmelo” ante una Letizia visiblemente incómoda? (...) Yo creía que el candidato a la alcaldía de Madrid siempre lleva corbata porque es abogado del Estado y porque le gusta. Más bien va a ser que no. “La llevo porque me obligan los de comunicación”. (...) Ha empezado a circular la lista de las personas que se encontraban en la Basílica del Valle de los Caídos en el momento de enterrar a Franco, algunos de ellos, muy conocidos, llorando a lágrima viva.
JAIME PEÑAFIEL
18/05/2019
CHSSS...
DE LA MÁXIMA HOLANDESA A LA MÍNIMA ESPAÑOLA
DOÑA SOFÍA TAMBIÉN FUE DE FLAMENCA
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Mi admiración por la máxima representación de la realeza europea no es solo personal. La querida amiga y compañera Cayetana Álvarez de Toledo la define, en una entrevista en la revista Vanity Fair esta mi semana, como “una mezcla de espontaneidad y simpatía. Lo que ha hecho como reina es admirable”.
También lo fue cuando Doña Sofía se ganó el cariño y la admiración de los españoles acudiendo no solo a la Feria sevillana en 1968, siendo todavía princesa, sino
también al Rocío, el 19 de mayo de 1972, como reina. Y en ambas ocasiones con trajes de flamenca de la famosa diseñadora sevillana Lina. Que yo la vi y fotografié para la portada de ¡Hola!
A propósito, ¿se imagina alguien a la mínima Letizia, no ya vestida de flamenca acudiendo a la Feria de Sevilla para saludar a su máxima colega, sino a Leonor y Sofía vestidas de la misma guisa que Amelia, Alexia y Ariana lo han hecho?
Por mi especialidad del periodismo que he venido ejerciendo a lo largo de mi vida profesional, pocos han sido los políticos con los que he tenido oportunidad de tratar. Independiente de Franco y sus cacerías, Adolfo Suárez y Felipe González en la intimidad familiar de Moncloa, Nixon y la boda de su hija Tricia, y Soraya Sáenz de Santamaría, en este caso más por amistad, lo de Alfredo Pérez Rubalcaba puede ser la excepción. Una gran excepción. Fue tan solo en dos ocasiones pero inolvidables. En ellas dio la talla humana de la gran persona que era y a quien tantos han llorado. “Aunque nadie se ha creído el numerito de héroe de Marvel (villanos y antihéroes) del fake Sánchez ante su féretro” (Periodista Digital).
La primera vez que Alfredo me impresionó, por su lealtad hacia la amistad, fue el 29 de marzo de 1994, llorando, sentado en el bordillo de la acera del aeropuerto de Madrid Barajas mientras esperaba la llegada del cadáver de un amigo. Se trataba de Ismael Fuente, el gran periodista, que había muerto a la edad de 42 años, en un trágico y absurdo accidente al ser succionado por la hélice del barco en el que regresaba, junto a otros periodistas españoles del Grupo Crónica a Santo Domingo después de una excursión por las islas de la República Dominicana. Me impresionó la tristeza que invadía a Rubalcaba. Como a todos los compañeros y amigos.
La segunda vez fue más personal. Sucedió cuando Alfredo era ministro del Interior. Yo había recibido un anónimo inquietante en el que se me comunicaba que alguien pretendía atentar contra mi en el Jardín de Serrano, de la madrileña calle de Goya donde yo solía comer. Es más, hacía solo dos días que el autor del anónimo había impedido “el atentado”, según él. Acojonado más que preocupado, me dirigí al despacho del ministro para hacerle entrega del anónimo. Me recibió con la amabilidad que le era habitual. 24 horas después, me llamó personalmente para decirme: “¡Tranquilo! Si no es una broma, que lo parece, sí obra de un aficionado a las malas novelas de detectives. De una de ellas ha copiado párrafos enteros”, me dijo. A pesar de ello, durante algunos días creí ver una discreta vigilancia en torno al restaurante cuando yo acudía a comer. Nunca le he olvidado.
Me gustaría saber de qué se ríe permanentemente la vieja alcaldesa en funciones de Madrid. Como no sea de los madrileños... (...) ¿Tan terrible fue la discusión del matrimonio, desvelada en una de las grandes exclusivas de LOC (¡felicidades!) para que la separación estuviera incluso encima de la mesa? Con ésta, serían ya cuatro. ¡Qué pena! (...) A pesar de que Sánchez, en su librito, escribe que “la relación de complicidad entre Felipe y yo supera, a día de hoy, lo institucional...”(...) ¿Será verdad que éste le echó la gran bronca en la capilla ardiente de Rubalcaba en el Congreso de los Diputados diciéndole “Pedro, no eres el Rey, asúmelo” ante una Letizia visiblemente incómoda? (...) Yo creía que el candidato a la alcaldía de Madrid siempre lleva corbata porque es abogado del Estado y porque le gusta. Más bien va a ser que no. “La llevo porque me obligan los de comunicación”. (...) Ha empezado a circular la lista de las personas que se encontraban en la Basílica del Valle de los Caídos en el momento de enterrar a Franco, algunos de ellos, muy conocidos, llorando a lágrima viva.