Hablemos de las Supermodelos de los 90

Mark Vanderloo, tres décadas en el olimpo de la moda
por César Andrés Baciero17 de mayo de 2019

El modelo y actor neerlandés, Mark Vanderloo, sigue siendo protagonista de numerosas campañas en el mundo de la moda y no tiene intención de dejarlo.

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Permeable a las leyes de la naturaleza en un mundo, el de la moda, donde la juventud es un grado, Mark Vanderloo (Waddinxveen, Países Bajos, 1968) mantiene su puesto en el olimpo de los modelos masculinos pasada la quinta década. "Me retiré en 1996, todos los trabajos que han venido después son regalos", nos cuenta desde Ámsterdam, donde vive ahora. Se prometió entonces, con 28 años, aceptar sólo los proyectos que realmente le apasionasen. Y lo cierto es que hoy le apetecen casi todos. Sigue protagonizando campañas y editoriales porque aún se divierte posando, interpretando un papel. Bromea con que este bonus track le obliga a cuidar su cuerpo de casi 1,90 de altura.

La casualidad quiso convertirlo en maniquí. Su imagen fresca impresionó al director de casting de un anuncio de leche holandesa al que acompañó a su novia con 22 años. En 1990 protagonizó la campaña de la firma Banana Republic cuando las supermodelos eran ellas (Naomi Campbell, Cindy Crawford, Claudia Schiffer, etc.). Cuatro años después se mudó a Nueva York, donde prestó su rostro a la fragancia Eternity de Calvin Klein. En 1995 fue reconocido como mejor modelo del año por los VH1 Fashion and Music Awards y se convirtió en el primer hombre en aparecer en la portada de Marie Claire. ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? No le obsesiona su paso, asegura. Cuando el teléfono deje de sonar seguirá compaginando sus negocios inmobiliarios en Andorra con "los otros presentes con los que me obsequie la vida". Seguro que son muchos. Aspira a cumplir los 100 años.

© Phillipe Milton

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Vanderloo explica su éxito actual en el mercado con lógica. Los hombres de su generación tienen poder adquisitivo, les interesa la moda como no lo había hecho antes y no se sienten identificados con un efebo millennial. Modelos femeninas de más edad, como Carmen Dell'Orefice (87) o Daphne Selfe (90), siguen en la cresta de la ola. Internet lo ha cambiado todo. La globalización del mercado explica la proliferación de campañas inclusivas. "(La publicidad del pasado invierno de Emporio Armani) la protagonizamos gente joven y mayor de los cinco continentes porque las compañías se han extendido por todo el mundo. En los años 90 sólo había sitio para un chico rubio con los ojos azules". Estándares dignos de Adonis, como él, que encarnaba el ideal de belleza de entonces (masculina pero no agresiva) y que arrebató la corona a la representada por Marcus Schenkenberg, Joel West y Mark Wahlberg, mucho más musculada.

Cuando le preguntamos por sus complejos, evita pecar de vanidoso (se mira poco en el espejo) y sale por la tangente. Después de soltar dos tópicos, "me gustan las cosas imperfectas, creo que la belleza está en el interior", razona su respuesta: "Encuentro atractivo lo que tiene carisma. Me atrae la gente que está cómoda en su propia piel. La actitud es más importante que la guapura". Él no mudaría de dermis. Vive un buen momento, siempre lo ha hecho porque encuentra la felicidad en las cosas nimias. No se comía la cabeza a los 30 por no conseguir un trabajo y tampoco lo hace 20 años después. Por el camino ha aprendido muchas cosas; algunas las ha olvidado. "Con los años uno se da cuenta de que te toca bajar escalones que antes has subido. Hay que disfrutar también de las bajadas", asume con humor, y su mayor temor es perder la memoria. Su trabajo como modelo le permite viajar muchísimo, cosa que le encanta, y no contempla que haya renunciado a nada por él. "No vivo para trabajar", afirma. Se apeó de la pasarela, a la que vuelve de Pascuas a Ramos con la misma ilusión, precisamente para no abandonar su vida personal. "Llega un momento en el que no te compensa desfilar todos los días durante seis semanas", explica.

© Phillipe Milton

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Después de un fugaz matrimonio con la top española Esther Cañadas, Vanderloo se casó en 2011 con Robine van der Meer, la modelo con la que tiene dos hijos, Emma Paula (15) y Mark (13). Le quitan el sueño las cosas comunes, como que sus niños puedan tener un accidente con la bicicleta en la calle o que no elijan bien a sus parejas. Cree que no hay que sobreprotegerlos para que experimenten en carne propia las consecuencias de sus actos. "Durante la primera década es muy importante darles las herramientas necesarias para que el resto de su vida tomen las decisiones correctas, hay que darles independencia. Como a los pájaros: hay que dejarlos volar", cuenta.

En los Países Bajos, donde han reinado tres mujeres en los últimos 130 años (al rey Guillermo le sucederá además su hija Catalina Amalia), las desigualdades entre ellas y ellos aún existen. Vanderloo reconoce que el feminismo ha avanzado mucho en los últimos años "y en los próximos todavía más". No admite diferencias entre su hija y su hijo; a ella le recomienda "que no ceda ni uno sólo de sus derechos, no sólo en la teoría hay que admitir que somos iguales sino también en la práctica". Confía en que su generación logre la ecuanimidad real. En el mundo de la moda no cree que exista machismo pero advierte otros problemas. Junto a su hijo protagonizó en 2015 una campaña para los grandes almacenes mexicanos El Palacio de Hierro, y hace poco volvieron a repetir experiencia para otra empresa. "Lo ha hecho perfecto, de forma muy natural. No me importa que se quiera dedicar a esto, aunque preferiría que esperase a los 18". Una edad suficiente como para saber gestionar tanto un alto volumen de trabajo como una cadena de rechazos. "Tienes que estar preparado para recibir ocho negativas de cada diez. No es bueno para los niños enfrentarse tantas veces a un no". Después de tres décadas en la cima, Vanderloo sigue teniendo los pies en el suelo.

https://www.revistagq.com/moda/articulo/mark-vanderloo-modelo-entrevista
 

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